AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Peces con nubes en la espalda [libre]
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Peces con nubes en la espalda [libre]
Sus pies le habían llevado hasta el muelle topándose con la belleza que suponía ser el mar, una plasta de azul intenso y un cielo rayado por el ocaso, las nubes de teñían en el color de fuego y oro al tiempo que el ultimo navío del día arribaba y los terrestres se apresuraban a comenzar a descargar la mercancía del mismo, observo con fascinación a la cantidad de personas que descendían con pesadas cajas de madera a sus espaldas y hombros, con costales entre manos y un rostro ensombrecido, aliviados solo por la idea de pensar que aquel era el último trabajo del día, se acerco un poco mas recibiendo un empujón de algún extraño que al igual que el anhelaba ver lo que del navío descargaban.
-señor ¿Qué traen arriba?- le cuestiono a un hombre de avanzada edad señalando aquel pez de madera al cual, de alguna forma que desconocía, le habían hecho atar una nube en su espalda para avanzar sobre el mar, porque él le había visto abrirse paso entre las olas, meciéndose con la tranquilidad que la marea le otorgaba el le había visto aparecer de la nada y acercarse hasta formarse en aquel pescado que tenia ahora tan cercano aunque le sorprendía que un animal se prestara a tales trabajos –no lo se hijo…- respondió el hombre de forma tosca y sin tacto, prosiguiendo con su camino y en dirección a su morada habia acudido a aquel sitio solo a buscar algun pescado sobrante para otorgarle a su gato.
Torció los labios consumido por la curiosidad ¿y si subia a aquel navío a preguntarle a alguien que llevaban en el? Si, aquello sonaba como una buena idea quizás inclusive alguien podría contestarle porque aquel colosal pez cargaba con los bienes de los hombres, se privaba de una libertad para la cual habia nacido sin reprochar nada o quizas le obligaban a aquello ¡que atroz! Como a las vacas que obligaban a cargar en sus lomos aquellos inmensos rastrillos que cortaban la tierra y de los cuales crecían después comida, lo pensó unos instantes asintiendo para si mismo a fin de cuentas.
Aunque debía apresurarse aquel barco podría zarpar el cualquier instante y entonces no podría mas que lanzarme al mar y no estaba muy seguro de saber nada con tal destreza, suspiro profundamente haciendo de toda cualidad de los gitanos para subir sin ser visto y en caso de ser asi convencía a sus piernas de ser agiles en los saltos y sabias en el camino que decidieran tomar. Comenzó a subir la rampilla detrás de uno de los hombres que subían para descargar otro cargamento, el sol se habia escondido ya con totalidad y solo algunas farolas alumbraban el lugar, la penumbra estaba de su lado aunque también le jugaba mal, sus dispares ojos no le permitían ver en la obscuridad, por ser ciego de uno y humano del otro.
Llego a cubierta corriendo con sigilo, con aquel que solo un ladronzuelo con su experiencia podia poseer, quizas encontrase algo interesante en aquel navio.
-señor ¿Qué traen arriba?- le cuestiono a un hombre de avanzada edad señalando aquel pez de madera al cual, de alguna forma que desconocía, le habían hecho atar una nube en su espalda para avanzar sobre el mar, porque él le había visto abrirse paso entre las olas, meciéndose con la tranquilidad que la marea le otorgaba el le había visto aparecer de la nada y acercarse hasta formarse en aquel pescado que tenia ahora tan cercano aunque le sorprendía que un animal se prestara a tales trabajos –no lo se hijo…- respondió el hombre de forma tosca y sin tacto, prosiguiendo con su camino y en dirección a su morada habia acudido a aquel sitio solo a buscar algun pescado sobrante para otorgarle a su gato.
Torció los labios consumido por la curiosidad ¿y si subia a aquel navío a preguntarle a alguien que llevaban en el? Si, aquello sonaba como una buena idea quizás inclusive alguien podría contestarle porque aquel colosal pez cargaba con los bienes de los hombres, se privaba de una libertad para la cual habia nacido sin reprochar nada o quizas le obligaban a aquello ¡que atroz! Como a las vacas que obligaban a cargar en sus lomos aquellos inmensos rastrillos que cortaban la tierra y de los cuales crecían después comida, lo pensó unos instantes asintiendo para si mismo a fin de cuentas.
Aunque debía apresurarse aquel barco podría zarpar el cualquier instante y entonces no podría mas que lanzarme al mar y no estaba muy seguro de saber nada con tal destreza, suspiro profundamente haciendo de toda cualidad de los gitanos para subir sin ser visto y en caso de ser asi convencía a sus piernas de ser agiles en los saltos y sabias en el camino que decidieran tomar. Comenzó a subir la rampilla detrás de uno de los hombres que subían para descargar otro cargamento, el sol se habia escondido ya con totalidad y solo algunas farolas alumbraban el lugar, la penumbra estaba de su lado aunque también le jugaba mal, sus dispares ojos no le permitían ver en la obscuridad, por ser ciego de uno y humano del otro.
Llego a cubierta corriendo con sigilo, con aquel que solo un ladronzuelo con su experiencia podia poseer, quizas encontrase algo interesante en aquel navio.
József Bároti- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 17/09/2010
Re: Peces con nubes en la espalda [libre]
Mi mente se encontraba navegando a través de sueños extraños que me solían llevar por todo el mundo y por todo tipo de aventuras. A veces me preguntaba si mis travesías diarias, me permitirían abarcar todos aquellos escenarios que mi subconsciente anhelaba y reflejaba en sueños.
Abrí los ojos al momento de escuchar la puerta de mi camarote. Uno de los marineros me había informado que ya estábamos por arribar al puerto de París. Me quedé quieto por un instante, tratando de recordar que era lo que había soñado; pero como la mayoría de mis noches, no podía vislumbrar ni una pizca de él.
Habían pasado dos noches desde nuestra salida de Gante, Bélgica. Y desde entonces, salvo la hora de la comida, había preferido encerrarme en mi camarote, y leer alguno de mis libros favoritos que solía llevar en mis travesías.
Abrí el cajón de la mesa auxiliar que había al lado de mi estrecha cama y con pluma y tinta escribí la fecha del día y con letra fina las palabras "Sin recuerdo". Me gustaba anotar los sueños cuando los recordaba, pero también cuando no lo hacía, pues sentía que los astros o algo más, querían mostrarme algo. Una vez que el barco se detuvo, supuse que ya estaría el barco atracando en el puerto. Dejé mi cuaderno de nueva cuenta en mi cajón y salí del camarote.
Cuando abrí la puerta de la cubierta, un halo de luz naranjado radiante me encandilo e hizo que me tapara los ojos por un instante. Al dejar que mis ojos se acostumbraran a la luz, pude observar a mis marineros preparando todo el material para descender. No solo llevaba los productos de algunas de mis fabricas de Gante, como bien era pescado, cerámica, vino, madera y mineral de hierro; sino que llevábamos carne, ropa y lana proveniente de otras regiones de Europa. Pero lo más importante, es que transportábamos mis muebles, ya que me mudaba a aquella esplendorosa ciudad.
Algunos de mis hombres se apresuraban a descargar toda aquella mercancía. Algunos productos como la carne, tenían que venderse cuanto antes, ya que eran productos perecederos. Por fortuna, contaba con personas que se dedicaban a comerciar, otras a transportar, yo tan solo recibía el dinero de las ganancias.
- Descarguen antes de que anochezca por completo. - ordené mientras me asomaba a la barandilla del barco para contemplar como comenzaban a alumbrar las farolas de la ciudad. Suspiré un poco admirando como del otro lado el sol ya se había ocultado, justo a tiempo para ver que había un chico de escasa edad sobre la cubierta. Quizá podría haber sido uno de mis hombres, pero la mayoría tenía entre veintidós y cuarenta. Me acerqué poco a poco mientras ninguno de mis hombres se encontraba cerca, pues todos estaban pendientes del cargamento. - ¿Estas perdido? - pregunté observando al chico dos metros atrás.
Abrí los ojos al momento de escuchar la puerta de mi camarote. Uno de los marineros me había informado que ya estábamos por arribar al puerto de París. Me quedé quieto por un instante, tratando de recordar que era lo que había soñado; pero como la mayoría de mis noches, no podía vislumbrar ni una pizca de él.
Habían pasado dos noches desde nuestra salida de Gante, Bélgica. Y desde entonces, salvo la hora de la comida, había preferido encerrarme en mi camarote, y leer alguno de mis libros favoritos que solía llevar en mis travesías.
Abrí el cajón de la mesa auxiliar que había al lado de mi estrecha cama y con pluma y tinta escribí la fecha del día y con letra fina las palabras "Sin recuerdo". Me gustaba anotar los sueños cuando los recordaba, pero también cuando no lo hacía, pues sentía que los astros o algo más, querían mostrarme algo. Una vez que el barco se detuvo, supuse que ya estaría el barco atracando en el puerto. Dejé mi cuaderno de nueva cuenta en mi cajón y salí del camarote.
Cuando abrí la puerta de la cubierta, un halo de luz naranjado radiante me encandilo e hizo que me tapara los ojos por un instante. Al dejar que mis ojos se acostumbraran a la luz, pude observar a mis marineros preparando todo el material para descender. No solo llevaba los productos de algunas de mis fabricas de Gante, como bien era pescado, cerámica, vino, madera y mineral de hierro; sino que llevábamos carne, ropa y lana proveniente de otras regiones de Europa. Pero lo más importante, es que transportábamos mis muebles, ya que me mudaba a aquella esplendorosa ciudad.
Algunos de mis hombres se apresuraban a descargar toda aquella mercancía. Algunos productos como la carne, tenían que venderse cuanto antes, ya que eran productos perecederos. Por fortuna, contaba con personas que se dedicaban a comerciar, otras a transportar, yo tan solo recibía el dinero de las ganancias.
- Descarguen antes de que anochezca por completo. - ordené mientras me asomaba a la barandilla del barco para contemplar como comenzaban a alumbrar las farolas de la ciudad. Suspiré un poco admirando como del otro lado el sol ya se había ocultado, justo a tiempo para ver que había un chico de escasa edad sobre la cubierta. Quizá podría haber sido uno de mis hombres, pero la mayoría tenía entre veintidós y cuarenta. Me acerqué poco a poco mientras ninguno de mis hombres se encontraba cerca, pues todos estaban pendientes del cargamento. - ¿Estas perdido? - pregunté observando al chico dos metros atrás.
Kristof Van de Couter- Humano Clase Alta
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 10/01/2011
Localización : Paris
Re: Peces con nubes en la espalda [libre]
Zigzagueaba sobre la eslora del barco con el cuerpo pegado a los costados de aquel inmenso pez, se habia detenido en un sitio que le pareció prudente, semi consumido y amparando bajo el mando de la obscuridad que se antojaba como un animal hambriento intentando consumir su cuerpo, acaricio el barandal con sus manos sintiendo el tacto áspero, no como los otros peces que habia logrado conocer –lamento no saber tu lenguaje…podrías contestarme tu todo lo que tengo por preguntar- asevero en voz baja, porque el lenguaje de los animales del agua era uno de los mas complejos, no parecido al de los gatos, los perros o las aves los cuales, podían aprenderse con facilidad.
Escucho una voz cercana y un respingo se apodero de su cuerpo mientras giraba sobre sus talones para ver a aquel que le habia encontrado de ilegal en el transportador de aguas, sus orbes se enfocaron en aquel alto y arreglado hombre, sin duda no lucia como los que estaban bajando las cajas y costales sobre sus hombros y espaldas, quizas el manejaba la obra ¡quizás el podia contestar sus preguntas!
-¿perdido?...si estuviera buscando algun sitio quizas podría estar perdido pero yo nunca me pierdo, porque nunca busco ningun sitio- le explico tranquilamente encogiéndose de hombros y aliviado por que su pregunta hubiese sido otra y no aquella que tanto le venia agobiando “¿Quién eres?” porque las personas se esmeraban en preguntar aquello cuando nada fácil era decirle a alguien quien era, quizas se confundían y lo que deseaban saber era su nombre, porque era un brujo, un gitano, un ladrón y un soñador, aquello en resumidas palabras, si, era demasiado difícil explicarle a alguien quien era.
Acomodo el morral que llevaba siempre del hombro con aquellos dos libros, el que le habia dado su abuela en antaño y el que Jeanette le habia otorgado para escribir sus propios descubrimientos –¿es usted el dueño de este pez?- le cuestiono cruzándose de brazos con gesto inquisitorio, si era asi tenían muchas cosas de las cuales hablar, empezando por el hecho que privar a un ser vivo de sus libertades no estaban bien y de paso quería saber donde habia conseguido aquellas nubes que le habían atado y con las cuales podia andar sobre el agua, el quería unas iguales, quería caminar sobre los ríos.
Escucho una voz cercana y un respingo se apodero de su cuerpo mientras giraba sobre sus talones para ver a aquel que le habia encontrado de ilegal en el transportador de aguas, sus orbes se enfocaron en aquel alto y arreglado hombre, sin duda no lucia como los que estaban bajando las cajas y costales sobre sus hombros y espaldas, quizas el manejaba la obra ¡quizás el podia contestar sus preguntas!
-¿perdido?...si estuviera buscando algun sitio quizas podría estar perdido pero yo nunca me pierdo, porque nunca busco ningun sitio- le explico tranquilamente encogiéndose de hombros y aliviado por que su pregunta hubiese sido otra y no aquella que tanto le venia agobiando “¿Quién eres?” porque las personas se esmeraban en preguntar aquello cuando nada fácil era decirle a alguien quien era, quizas se confundían y lo que deseaban saber era su nombre, porque era un brujo, un gitano, un ladrón y un soñador, aquello en resumidas palabras, si, era demasiado difícil explicarle a alguien quien era.
Acomodo el morral que llevaba siempre del hombro con aquellos dos libros, el que le habia dado su abuela en antaño y el que Jeanette le habia otorgado para escribir sus propios descubrimientos –¿es usted el dueño de este pez?- le cuestiono cruzándose de brazos con gesto inquisitorio, si era asi tenían muchas cosas de las cuales hablar, empezando por el hecho que privar a un ser vivo de sus libertades no estaban bien y de paso quería saber donde habia conseguido aquellas nubes que le habían atado y con las cuales podia andar sobre el agua, el quería unas iguales, quería caminar sobre los ríos.
József Bároti- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 17/09/2010
Re: Peces con nubes en la espalda [libre]
Observé a aquél joven fijamente mientras me iba acercando, notando que se encontraba muy cerca a la barandilla opuesta en la que yo me encontraba. Me preguntaba si era parisino, pues si así lo fuera, sería el primer contacto con aquella ciudad. Caminé con paso lento, que servía para identificar mejor al chico, no sabía si era prudente que el chico hubiera subido al navío mientras los hombres descargaban, pues si bien no era un tanto peligroso, si podría causar molestias a los marineros. Por otro lado, no conocía las costumbres del lugar, aunque yo no provenía de un lugar muy lejano, y Gante, pertenecía a Francia en aquél tiempo, así que no pensaba que fueran a cambiar las costumbres radicalmente de un lugar a otro.
Los cambios recientes de Gante y de la región de Flandes solo me habían hecho perder tiempo y dinero. Apenas once años atrás, el Condado había sido parte de Austria. En 1790, ya pasaba a ser parte de los Estados Unidos de Bélgica, título que no duró ni un año. Y en 1794, había sido ya anexado a Francia. Claro estaba que eso no eximia el pago de impuestos, que contrario a ayudarme, hacía perder mi dinero. Cansado de eso, fue que decidí cambiar mi residencia a Paris. Sin embargo, aún era nombrado con el título de Conde de Flandes, que aún era concedido ya que era propietario de algunas cuantas fábricas y parcelas en aquél lugar.
El rechinido proveniente de la madera de la cubierta a cada paso que yo daba, solo era un recuerdo de la antigüedad del navío, que ya había sido utilizado para viajes a la India y a las Antillas, y quizá ya sería hora de "jubilarlo".
El chico parecía estar susurrando algo que se perdía entre la suave brisa marina y una vez que escuchó mi voz, el chico dio un leve respingo y giró su cuerpo para observarme. El crepúsculo ya no permitía observar a aquél joven, y en realidad, odiaba no distinguir las sombras a mi alrededor debido a la oscuridad pues me sentía desprotegido de alguna manera. Miré al horizonte, el cual ya parecía las fauces de un feroz lobo. Mis hombres, del otro lado de la cubierta, comenzaban a encender lamparas de aceite, y algunas antorchas sobre toda la superficie del barco. Alzando la mano, pedí a uno de mis hombres, que me diera una lámpara de aceite, lo cual hizo sin dudar.
Alcé la ceja al momento de escuchar la respuesta del chico, debido a que sus palabras me parecían un tanto lógicas. - ¿Y si no busca un sitio, como sabe a donde ir? - pregunté de manera reflexiva. Al acercar la lámpara pude notar el extraño color de sus ojos, al parecer eran de distinto color, o bien, la luz de la lámpara me estaba jugando una treta.
Observé su pequeño morral mirándolo reflexivamente. ¿Había escuchado bien su pregunta? ¿Había dicho dueño del pez? Entrecerrando los ojos me acerqué a ver el fondo del mar, por si preguntaba acerca de algún pez dentro de él; sin embargo el chico parecía que se refería al navío. - ¿Pez? ¿Te refieres al barco? - pregunté dando un ligero zapateo, indicando que yo me refería a aquél imponente navío, para que estuviéramos en sintonia. - Si te refieres al barco, debo decir que en efecto, soy el dueño. - comenté sosteniendo la lámpara de aceite. - ¿Tu...has subido a admirar el paisaje que había hace un momento? - si no estaba perdido era obvio que había subido a propósito, tal vez a ver el ocaso que ya se había perdido en el horizonte.
Los cambios recientes de Gante y de la región de Flandes solo me habían hecho perder tiempo y dinero. Apenas once años atrás, el Condado había sido parte de Austria. En 1790, ya pasaba a ser parte de los Estados Unidos de Bélgica, título que no duró ni un año. Y en 1794, había sido ya anexado a Francia. Claro estaba que eso no eximia el pago de impuestos, que contrario a ayudarme, hacía perder mi dinero. Cansado de eso, fue que decidí cambiar mi residencia a Paris. Sin embargo, aún era nombrado con el título de Conde de Flandes, que aún era concedido ya que era propietario de algunas cuantas fábricas y parcelas en aquél lugar.
El rechinido proveniente de la madera de la cubierta a cada paso que yo daba, solo era un recuerdo de la antigüedad del navío, que ya había sido utilizado para viajes a la India y a las Antillas, y quizá ya sería hora de "jubilarlo".
El chico parecía estar susurrando algo que se perdía entre la suave brisa marina y una vez que escuchó mi voz, el chico dio un leve respingo y giró su cuerpo para observarme. El crepúsculo ya no permitía observar a aquél joven, y en realidad, odiaba no distinguir las sombras a mi alrededor debido a la oscuridad pues me sentía desprotegido de alguna manera. Miré al horizonte, el cual ya parecía las fauces de un feroz lobo. Mis hombres, del otro lado de la cubierta, comenzaban a encender lamparas de aceite, y algunas antorchas sobre toda la superficie del barco. Alzando la mano, pedí a uno de mis hombres, que me diera una lámpara de aceite, lo cual hizo sin dudar.
Alcé la ceja al momento de escuchar la respuesta del chico, debido a que sus palabras me parecían un tanto lógicas. - ¿Y si no busca un sitio, como sabe a donde ir? - pregunté de manera reflexiva. Al acercar la lámpara pude notar el extraño color de sus ojos, al parecer eran de distinto color, o bien, la luz de la lámpara me estaba jugando una treta.
Observé su pequeño morral mirándolo reflexivamente. ¿Había escuchado bien su pregunta? ¿Había dicho dueño del pez? Entrecerrando los ojos me acerqué a ver el fondo del mar, por si preguntaba acerca de algún pez dentro de él; sin embargo el chico parecía que se refería al navío. - ¿Pez? ¿Te refieres al barco? - pregunté dando un ligero zapateo, indicando que yo me refería a aquél imponente navío, para que estuviéramos en sintonia. - Si te refieres al barco, debo decir que en efecto, soy el dueño. - comenté sosteniendo la lámpara de aceite. - ¿Tu...has subido a admirar el paisaje que había hace un momento? - si no estaba perdido era obvio que había subido a propósito, tal vez a ver el ocaso que ya se había perdido en el horizonte.
Kristof Van de Couter- Humano Clase Alta
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 10/01/2011
Localización : Paris
Re: Peces con nubes en la espalda [libre]
Sus palabras brotaron de sus labios apenas la cuestión fue concebida, porque no en muchas ocasiones debía detenerse y analizar sus deseos y convicciones mas bien parecían vivir dentro de el de alguna forma sorprendente la libertad se alzaba en su interior junto con la inocencia que no debía ya poseer –no se a donde voy y por eso nunca me pierdo, mis pies y el viento dictan que camino debo seguir- asevero con una amplia sonrisa en sus labios satisfecho con su respuesta y conclusión y si bien pocas veces decidía su camino debía confesar que muchas otras debía negarse uno porque habia sitios, que conocía, a los cuales no se debía acceder y de ser asi correría la infortuna de verse rodeado de colosos con armas y quizas condenado a alguna mazmorra donde seria privado de su libertad ¡antes muerto que encarcelado!
-¿barco?...¡¿esto es un barco?!- le cuestiono abriendo desmesuradamente los parpados y si alguien le hubiese dicho que de seguir asi los ojos se saldrían de sus cuencas lo hubiera creído sin cuestionar mas nada. Avanzo de un lado a otro observando lo que las farolas le permitían ver, rozando con sus manos las paredes de madera y con sus pies descalzos el piso de igual material. El sabia lo que era un barco mas le parecía nunca antes haber visto uno porque habia llegado a París transportando en uno de aquellos monstruos de metal que escupían humo por su espalda y se habia prometido no volver a subir en uno de ellos por las terribles personas que a bordo conocieron.
-yo se hacer bar…- acallo al instante su exclamación de alegría, que las demás personas supieran de sus dotes en la creación de figuras de humo no era conveniente, se lo habia dicho ya Jeanette y lo habia repetido Edmundo, en uno de aquellos navios el joven mexicano habia llegado hasta ahí ¡habia atravesado el mundo!
-¿de dónde vienes?- le cuestiono curioso asomando la mitad de su cuerpo a través del borde, con los pies flotando hacia equilibrio por observar las ondulantes aguas allá a lo lejos ¿entonces tampoco era una nube lo que llevaba a la espalda? –no…podría haberlo admirado desde el muelle, su belleza no por eso hubiera cambiado- le explico naturalmente aterrizando de nueva cuenta sus pies sobre cubierta -¿Qué es lo que se alza alla arriba? ¿es lo que les permite flotar sobre el mar?- le cuestiono aguardando algunos segundos antes de comenzar a andar nuevamente, porque su mente no habia sido creada para durar mucho tiempo en un solo tema.
Hecho su morral sobre su espalda porque no podia decirle que era un ávido ladronzuelo que ganaba el pan de cada dia hurtando de los huertos y los puestos del mercado, no podia confesarse ante aquel adinerado hombre que en bolsillos como los suyos buscaba reliquias del presentes habia conseguido ya, un reloj viejo, unos naipes y un anillo que en nada le servían pues no sabia usarlos, no, no podia robarle después de no haberle bajado a coscorrones de su barco, debía ser amable también el y le recompensaría antes de marcharse.
-¿barco?...¡¿esto es un barco?!- le cuestiono abriendo desmesuradamente los parpados y si alguien le hubiese dicho que de seguir asi los ojos se saldrían de sus cuencas lo hubiera creído sin cuestionar mas nada. Avanzo de un lado a otro observando lo que las farolas le permitían ver, rozando con sus manos las paredes de madera y con sus pies descalzos el piso de igual material. El sabia lo que era un barco mas le parecía nunca antes haber visto uno porque habia llegado a París transportando en uno de aquellos monstruos de metal que escupían humo por su espalda y se habia prometido no volver a subir en uno de ellos por las terribles personas que a bordo conocieron.
-yo se hacer bar…- acallo al instante su exclamación de alegría, que las demás personas supieran de sus dotes en la creación de figuras de humo no era conveniente, se lo habia dicho ya Jeanette y lo habia repetido Edmundo, en uno de aquellos navios el joven mexicano habia llegado hasta ahí ¡habia atravesado el mundo!
-¿de dónde vienes?- le cuestiono curioso asomando la mitad de su cuerpo a través del borde, con los pies flotando hacia equilibrio por observar las ondulantes aguas allá a lo lejos ¿entonces tampoco era una nube lo que llevaba a la espalda? –no…podría haberlo admirado desde el muelle, su belleza no por eso hubiera cambiado- le explico naturalmente aterrizando de nueva cuenta sus pies sobre cubierta -¿Qué es lo que se alza alla arriba? ¿es lo que les permite flotar sobre el mar?- le cuestiono aguardando algunos segundos antes de comenzar a andar nuevamente, porque su mente no habia sido creada para durar mucho tiempo en un solo tema.
Hecho su morral sobre su espalda porque no podia decirle que era un ávido ladronzuelo que ganaba el pan de cada dia hurtando de los huertos y los puestos del mercado, no podia confesarse ante aquel adinerado hombre que en bolsillos como los suyos buscaba reliquias del presentes habia conseguido ya, un reloj viejo, unos naipes y un anillo que en nada le servían pues no sabia usarlos, no, no podia robarle después de no haberle bajado a coscorrones de su barco, debía ser amable también el y le recompensaría antes de marcharse.
József Bároti- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 17/09/2010
Re: Peces con nubes en la espalda [libre]
Algo raro podía ver de ese chico, no sabía con exactitud qué, pero probablemente este hubiera estado mucho tiempo fuera de la visibilidad del mundo ya que al parecer no sabía lo que era un barco. Quizá se hubiera encontrado encerrado muchos años, justo como a mí me habían hecho pasar en mi adolescencia; o quizá había estado en otra región lejos del océano, pues había gente que en toda su vida no lograba observar el mar.
Me sorprendió la manera en que el chico respondía mi pregunta, como si pareciese que ni siquiera hubiera pensado en la respuesta. No era como yo, que solía a veces tomarme varios minutos para contestar alguna pregunta. - No sabe a donde va...¿no tiene algún hogar? - volví a preguntar, quizá esa era la cuestión del porqué nunca sabía a donde ir, o quizá si tenía hogar, pero no le gustaba permanecer en él. Había muchas preguntas, pero también había muchas respuestas, y cada una de ellas, tenía un gran significado, un porqué, y una razón de ser. - Entonces usted es aventurero. - afirmé. De alguna manera el chico me recordaba a mi adolescencia, una vez que tuve mi fortuna disponible, puede ser capaz de librarme de años de encierro y de tortura y eso era lo que hacía...: ser libre, dejaba que el viento y las aguas me llevarán lejos, hacía donde el destino dispusiera, dejándome a merced del mundo.
Asentí ante su respuesta, admirando la estructura donde nos encontrabamos, el mastil central se perdía en lo alto debido a la oscuridad. Al parecer el chico parecía anodadado con mi respuesta. Alcancé a escuchar el comienzo de una oración pero no pude distinguir el final pues había guardado silencio enseguida. - ¿Sabes hacer qué? - pregunté curioso dejando la lámpara sobre la barandilla, al fin y al cabo, el barco no tendría mas movimientos bruscos.
- No vengo de tan lejos, vengo de......- ¿que podía decir? Al haber cambiado mi Condado de nación varias veces, no me quedaba mas que decir: - Vengo del Condado de Flandes. - miré el horizonte hacía el este. - Del oriente. Son apenas dos días de viaje. -expliqué. Nos encontrabamos no precisamente en Paris, si no en las afueras, en el puerto mas cercano. Cuando observé como el chico se asomaba hacía el mar, quería advertirle del peligro, pero no tuve que hacerlo pues el chico había bajado su propio peso.
Asentí a las palabras del ocaso, era cierto que el esplendor se hubiera podido ver bien desde muelle. Di un paso hacía atrás y señalé el mástil principal y la tela de las velas. - No solo es eso lo que les permite flotar. - comenté. - La estructura esta hecha para que sea ligero. El barco flota porque su densidad es inferior a la del agua, y el interior del barco es básicamente aire. Y esos mastiles...- apunté al gran poste de madera que tenía muchas cuerdas - ..son los que impulsan al barco por medio del viento...- me fui callando conforme vi que el chico se alejaba, pero así mismo lo seguí.
Uno de mis hombres se me acercó para decirme que iban a guardar todas mis pertenencias en el almacén comercial a una cuadra de distancia y posteriormente llevarían todo hacía mi nueva morada. Me preguntaba si aquél chico tendría algún lugar donde cenar algo. No era un hombre prepotente, ya que durante muchos años, mientras estuve encerrado, tuve mucha escasez de sustento, comida, y ropa, ya que al ser huérfano, mi tío, era el que tenía posesión de mi dinero. Una vez que cumplí los dieciocho años, fui capaz de recibir mi fortuna, y desde entonces suelo ayudar a los que lo necesitan de vez en cuando. - Dígame joven, ¿tiene donde alimentarse? -
Me sorprendió la manera en que el chico respondía mi pregunta, como si pareciese que ni siquiera hubiera pensado en la respuesta. No era como yo, que solía a veces tomarme varios minutos para contestar alguna pregunta. - No sabe a donde va...¿no tiene algún hogar? - volví a preguntar, quizá esa era la cuestión del porqué nunca sabía a donde ir, o quizá si tenía hogar, pero no le gustaba permanecer en él. Había muchas preguntas, pero también había muchas respuestas, y cada una de ellas, tenía un gran significado, un porqué, y una razón de ser. - Entonces usted es aventurero. - afirmé. De alguna manera el chico me recordaba a mi adolescencia, una vez que tuve mi fortuna disponible, puede ser capaz de librarme de años de encierro y de tortura y eso era lo que hacía...: ser libre, dejaba que el viento y las aguas me llevarán lejos, hacía donde el destino dispusiera, dejándome a merced del mundo.
Asentí ante su respuesta, admirando la estructura donde nos encontrabamos, el mastil central se perdía en lo alto debido a la oscuridad. Al parecer el chico parecía anodadado con mi respuesta. Alcancé a escuchar el comienzo de una oración pero no pude distinguir el final pues había guardado silencio enseguida. - ¿Sabes hacer qué? - pregunté curioso dejando la lámpara sobre la barandilla, al fin y al cabo, el barco no tendría mas movimientos bruscos.
- No vengo de tan lejos, vengo de......- ¿que podía decir? Al haber cambiado mi Condado de nación varias veces, no me quedaba mas que decir: - Vengo del Condado de Flandes. - miré el horizonte hacía el este. - Del oriente. Son apenas dos días de viaje. -expliqué. Nos encontrabamos no precisamente en Paris, si no en las afueras, en el puerto mas cercano. Cuando observé como el chico se asomaba hacía el mar, quería advertirle del peligro, pero no tuve que hacerlo pues el chico había bajado su propio peso.
Asentí a las palabras del ocaso, era cierto que el esplendor se hubiera podido ver bien desde muelle. Di un paso hacía atrás y señalé el mástil principal y la tela de las velas. - No solo es eso lo que les permite flotar. - comenté. - La estructura esta hecha para que sea ligero. El barco flota porque su densidad es inferior a la del agua, y el interior del barco es básicamente aire. Y esos mastiles...- apunté al gran poste de madera que tenía muchas cuerdas - ..son los que impulsan al barco por medio del viento...- me fui callando conforme vi que el chico se alejaba, pero así mismo lo seguí.
Uno de mis hombres se me acercó para decirme que iban a guardar todas mis pertenencias en el almacén comercial a una cuadra de distancia y posteriormente llevarían todo hacía mi nueva morada. Me preguntaba si aquél chico tendría algún lugar donde cenar algo. No era un hombre prepotente, ya que durante muchos años, mientras estuve encerrado, tuve mucha escasez de sustento, comida, y ropa, ya que al ser huérfano, mi tío, era el que tenía posesión de mi dinero. Una vez que cumplí los dieciocho años, fui capaz de recibir mi fortuna, y desde entonces suelo ayudar a los que lo necesitan de vez en cuando. - Dígame joven, ¿tiene donde alimentarse? -
Kristof Van de Couter- Humano Clase Alta
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Re: Peces con nubes en la espalda [libre]
-las calles son mi hogar- confeso encogiéndose de hombros porque asi el mundo entero seria su morada, no le importaba tener que dormir entre callejuelas abrigado solo por la bóveda estrellada, no le molestaba dormir siestas echado bajo la sombra de algun frondoso árbol asi como tampoco era molestia tener que correr diariamente después de hurtar algun pan recién horneado o alguna fruta de los huertos, la ultima vez que lo habia hecho un hombre armado habia hecho rugir su escopeta y el sonido le habia estremecido mas sus pies lo habían llevado a salvo a la inmensidad del bosque donde habia encontrado un gato y conseguido comida para la semana siguiente.
-¿aventurero?- le cuestiono con curiosidad -¡claro! Yo vivo aventuras, me enfrento diariamente con ogros y salvo princesas, una vez salve a una damisela …Georgina se llamaba- asevero recordando su nombre y tenia un lunar encima del labio, porque su memoria era inmune al paso del tiempo, imposible era creer que podría olvidar algo como aquello y eso le convertía en un grandioso aprendiz de oficio aunque oficio alguno quería aprender.
No supo donde quedaba dicho lugar pero seguramente debía ser grande o eso quería suponer, se lo imaginaba con grandes campos de uvas y viñedos, con toneles en cada casa y caballos surcando los caminos de tierra y piedras, se imaginaba carretas con mujeres humildemente vestidas y un castillo rodeado de guardias y de la torre mas alta caería el trinado glorioso de algun pajarillo que, estupefacto con la belleza de la damisela iria a cantarle diariamente en consuelo de algunas semillas y buen trato.
Suspiro desanimado, porque la verdad era menos sorprendente que la mentira que su mente habia ideado, entonces el no podría flotar porque su cuerpo era pesado y no estaba lleno de aire y no tenia aquellos mástiles en su espalda, desanimado giro sobre sus talones observando en derredor, arriba y abajo –yo pensé que era un pez con una nube en su espalda- susurro encontrando una puerta y cuestionándose que podia haber detrás de ella.
-en las calles- contesto también de igual manera que con la cuestión de su hogar, porque en las calles podia encontrar todo lo que anhelaba y en los bolsillos ajenos diversiones, porque el aburrimiento jamás lo atosigaba aquello lo dejaba a las desdichadas almas que no logrando ver la belleza de las cosas que les rodeaban se sumían en una depresión sin sentido, en una monotonía que en la vida de nadie debía existir -¿quieres invitarme a comer?- le cuestiono apurando una posible invitación porque nadie se habia encargado de su educación y modales, desconocía la ética de la época y la moral de la sociedad, las reglas de etiqueta pasan desapercibidas ante sus ojos, pedirle modales era tan imposible como pedirle encadenarse, eran cosas que no sucedían.
-¿aventurero?- le cuestiono con curiosidad -¡claro! Yo vivo aventuras, me enfrento diariamente con ogros y salvo princesas, una vez salve a una damisela …Georgina se llamaba- asevero recordando su nombre y tenia un lunar encima del labio, porque su memoria era inmune al paso del tiempo, imposible era creer que podría olvidar algo como aquello y eso le convertía en un grandioso aprendiz de oficio aunque oficio alguno quería aprender.
No supo donde quedaba dicho lugar pero seguramente debía ser grande o eso quería suponer, se lo imaginaba con grandes campos de uvas y viñedos, con toneles en cada casa y caballos surcando los caminos de tierra y piedras, se imaginaba carretas con mujeres humildemente vestidas y un castillo rodeado de guardias y de la torre mas alta caería el trinado glorioso de algun pajarillo que, estupefacto con la belleza de la damisela iria a cantarle diariamente en consuelo de algunas semillas y buen trato.
Suspiro desanimado, porque la verdad era menos sorprendente que la mentira que su mente habia ideado, entonces el no podría flotar porque su cuerpo era pesado y no estaba lleno de aire y no tenia aquellos mástiles en su espalda, desanimado giro sobre sus talones observando en derredor, arriba y abajo –yo pensé que era un pez con una nube en su espalda- susurro encontrando una puerta y cuestionándose que podia haber detrás de ella.
-en las calles- contesto también de igual manera que con la cuestión de su hogar, porque en las calles podia encontrar todo lo que anhelaba y en los bolsillos ajenos diversiones, porque el aburrimiento jamás lo atosigaba aquello lo dejaba a las desdichadas almas que no logrando ver la belleza de las cosas que les rodeaban se sumían en una depresión sin sentido, en una monotonía que en la vida de nadie debía existir -¿quieres invitarme a comer?- le cuestiono apurando una posible invitación porque nadie se habia encargado de su educación y modales, desconocía la ética de la época y la moral de la sociedad, las reglas de etiqueta pasan desapercibidas ante sus ojos, pedirle modales era tan imposible como pedirle encadenarse, eran cosas que no sucedían.
József Bároti- Mensajes : 159
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Re: Peces con nubes en la espalda [libre]
La brisa del mar seguía invadiendo mis ropas, comenzaba a hacer frío, así que me tomé de mi capa y me abrigué un poco mejor mientras observaba como el chico se desplazaba en ligeros pasos, sigilosamente. Me comentaba que las calles eran su hogar, y no pude evitar pensar en la gente que vivía así como él, seguro que sería triste no tener una vivienda propia donde dormir. Podía identificarme con algunas personas que no tenían familia ¿Sería aquél chico uno de ellos?. Sin embargo, el chico no parecía triste que sufriera por ninguna cuestión. No sabía si todo su vida había sido así.
Sonreí cuando él afirmo que era aventurero, y al escuchar sus historias de rescate de damiselas, no supe bien que comentar, ya que había mencionado ogros y princesas. No me constaba que fuera verdad, pero aquél chico eran tan extraño que uno no sabía bien que creer a sus cuestiones. - ¿Has salvado princesas? ¿Y que te dio a cambio de que la rescataras? - pregunté, siempre pensando en alguna recompensa.
Miré hacía la ciudad que se imponía a escasos metros, el Puerto mas cercano a París. Añoraba mi Tierra, aquella tranquila localidad. No podía creer que apenas dos días atrás me encontraba viviendo en un lugar muy campestre y tradicional. Ahora en París, no volvería a tener aquella dicha; sería comenzar algo nuevo. Antes de llegar, los marineros me habían comentado de la eminencia y majestuosidad parisina: los cafés, las tabernas tan magnificas, los restaurantes, un concepto nuevo a nuestros tiempos, las cortesanas, las limpias calles, la urbanización. Si....atrás había quedado el pequeño Condado.
Lamentaba haber roto la aparente desilusión del muchacho, pero era bueno siempre decir que todo podría ser lo que quisiera en su imaginación. - Puede ser un pez...con una nube en su espalda si lo deseas, en realidad no lo es, pero uno puede imaginar cosas...- comenté reparando el daño hecho, o al menos tratando eso.
- Si, invitarle a comer algo aquí en el barco - él chico se acerca a la puerta para entrar a los camarotes, comedor y cocineta. - O si quieres después te puedo dar algo para que te lleves. ¿Qué prefieres? - pregunté expectante.
Sonreí cuando él afirmo que era aventurero, y al escuchar sus historias de rescate de damiselas, no supe bien que comentar, ya que había mencionado ogros y princesas. No me constaba que fuera verdad, pero aquél chico eran tan extraño que uno no sabía bien que creer a sus cuestiones. - ¿Has salvado princesas? ¿Y que te dio a cambio de que la rescataras? - pregunté, siempre pensando en alguna recompensa.
Miré hacía la ciudad que se imponía a escasos metros, el Puerto mas cercano a París. Añoraba mi Tierra, aquella tranquila localidad. No podía creer que apenas dos días atrás me encontraba viviendo en un lugar muy campestre y tradicional. Ahora en París, no volvería a tener aquella dicha; sería comenzar algo nuevo. Antes de llegar, los marineros me habían comentado de la eminencia y majestuosidad parisina: los cafés, las tabernas tan magnificas, los restaurantes, un concepto nuevo a nuestros tiempos, las cortesanas, las limpias calles, la urbanización. Si....atrás había quedado el pequeño Condado.
Lamentaba haber roto la aparente desilusión del muchacho, pero era bueno siempre decir que todo podría ser lo que quisiera en su imaginación. - Puede ser un pez...con una nube en su espalda si lo deseas, en realidad no lo es, pero uno puede imaginar cosas...- comenté reparando el daño hecho, o al menos tratando eso.
- Si, invitarle a comer algo aquí en el barco - él chico se acerca a la puerta para entrar a los camarotes, comedor y cocineta. - O si quieres después te puedo dar algo para que te lleves. ¿Qué prefieres? - pregunté expectante.
Kristof Van de Couter- Humano Clase Alta
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Re: Peces con nubes en la espalda [libre]
Se lo pensó unos instantes asintiendo, aunque las ropas de aquella doncella eran extrañas asi como su voz, mas el no habia visto demasiadas en su corta vida de modo que no tenia los conocimientos ni el carácter para juzgarle al respecto –un beso- exclamo colocando su dedo índice sobre su mejilla derecha en el lugar preciso en que aquellos diminutos labios se habían posado, porque en un principio nada habia planeado para pedirle por el contrario, le habia regalado insospechables momentos de risas y libertad, un beso a cambio de haber sido rescatada, no lucia del todo mal asi ocurría en los cuentos ¿cierto?
-¡claro!- exclamo animadamente porque en su imaginación se llevaban a cabo las mas sorprendentes aventuras y hazañas, en su imaginación era un pájaro con plumas verdes y azules que tocaba el sol y el sol no quedaba sino que como un terso manto cubría su plumífero cuerpo con el color del oro, sentía su interior cálido y se alzaba mas y mas alto y cuando llegaba a la cumbre de aquella ensoñación su cuerpo descendía nuevamente y sonreía, sonreía porque en su imaginación habia sido una prominente ave y habia tocado el sol.
-en mi mente seguirá siendo asi…porque en mi mente todo es diferente y todo es lo que yo quiero que sea- sonrió ampliamente maravillado con el mundo que existía dentro de sus pensamientos, los navíos seguirían siendo peces con nubes en la espalda y seguiría cuestionándose donde conseguir una de aquellas mullidas motas blancas para avanzar sobre el agua como ellos lo hacían, porque su realidad y fantasías se mezclaban perfectamente en su dia a dia.
-no hace falta…- aseguro con tranquilidad comenzando a girar la perilla para dejar a su ojo ver lo que se escondía tras aquella puerta de madera –aunque parezca un niño de la calle tengo todo lo que necesito y no necesito demasiado ¿ha ido alguna vez al bosque? Hay semillas que crecen de los árboles y del mercado y huertos se puede conseguir también- murmuro abriendo por fin la puerta y sin conocer la educación comenzó a avanzar con paso curioso, su rostro se giraba de un lado a otro permitiéndole a su ojo bueno ver todo aquello que se alzaba a ambos lados.
-¿y no piensas extrañar tu hogar?- le cuestiono en voz baja asomando el rostro a una puerta abierta.
-¡claro!- exclamo animadamente porque en su imaginación se llevaban a cabo las mas sorprendentes aventuras y hazañas, en su imaginación era un pájaro con plumas verdes y azules que tocaba el sol y el sol no quedaba sino que como un terso manto cubría su plumífero cuerpo con el color del oro, sentía su interior cálido y se alzaba mas y mas alto y cuando llegaba a la cumbre de aquella ensoñación su cuerpo descendía nuevamente y sonreía, sonreía porque en su imaginación habia sido una prominente ave y habia tocado el sol.
-en mi mente seguirá siendo asi…porque en mi mente todo es diferente y todo es lo que yo quiero que sea- sonrió ampliamente maravillado con el mundo que existía dentro de sus pensamientos, los navíos seguirían siendo peces con nubes en la espalda y seguiría cuestionándose donde conseguir una de aquellas mullidas motas blancas para avanzar sobre el agua como ellos lo hacían, porque su realidad y fantasías se mezclaban perfectamente en su dia a dia.
-no hace falta…- aseguro con tranquilidad comenzando a girar la perilla para dejar a su ojo ver lo que se escondía tras aquella puerta de madera –aunque parezca un niño de la calle tengo todo lo que necesito y no necesito demasiado ¿ha ido alguna vez al bosque? Hay semillas que crecen de los árboles y del mercado y huertos se puede conseguir también- murmuro abriendo por fin la puerta y sin conocer la educación comenzó a avanzar con paso curioso, su rostro se giraba de un lado a otro permitiéndole a su ojo bueno ver todo aquello que se alzaba a ambos lados.
-¿y no piensas extrañar tu hogar?- le cuestiono en voz baja asomando el rostro a una puerta abierta.
József Bároti- Mensajes : 159
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Re: Peces con nubes en la espalda [libre]
Al momento de escuchar que la doncella le había dado un beso en señal de agradecimiento o como recompensa, no pude evitar reprimir una pequeña risa. - Vaya, no me esperaba esa respuesta, bueno, sé que esa pudo ser la mejor recompensa de todas, o ¿me equivoco, joven caballero? - los besos siempre eran un regalo. Podían significar muchas cosas, en el caso del chico, había sido una muestra de agradecimiento. Pero muchas veces los besos eran muestras de cariño o de amor y cada uno de ellos era inolvidable. Debido a ello, me era imposible olvidar y anhelar aquellos dulces de la dama quién hubiese sido mi esposa y había dejado atrás en Gante.
- En ese caso, si quieres que se aun pez, será un pez. - noté que el chico entraba por la puerta que acababa de abrir, que se dirigía hacía los camarotes. De alguna manera pensaba que era una falta de respeto, sin embargo, ¿ podría ser así las personas del lugar? No le vi problema alguno. - Será el pez Helena - afirmé porque aquél era el nombre del barco.
- ¿Y que es lo quieres? ¿Cuál es el paisaje favorito en tu mente? - ya que el chico decía que todo en su mente era como él quería. A mi no me costaba imaginar paisajes, mismos que plasmaba en oleo, pero aquél chico podría ayudarme con la que sería mi siguiente pintura.
El chico decía que no haría falta alimentarse, por lo que asentí con cortesía, para posteriormente negar al tiempo que preguntaba sobre el bosque. - No, no conozco estos lares. Además, puede haber algunos ladrones sueltos en el bosque. - Siempre había toda clase de personas trasladandose o residiendo en los bosques, esperando a su siguente victima. - En el hogar del cual te conté, tengo plantíos de muchos árboles y huertos, que me dan semillas y frutos que vendo en los mercado. Planeó exportarlos para estas tierras.... - tenía muchos planes con todos mis comercios.
Nos adentrábamos a un pasillo de suelo y paredes de madera muy sencillos en realidad, sin mucha decoración. De lado izquierdo se encontraba la puerta que daba hacía la cocina y el comedor de los marineros. Del lado derecho, dos habitaciones. Una en la que descansaban todos los marineros, y otra subsecuente que era mi camarote. En la oscuridad del fondo del pasillo, se encontraban las escaleras que daba hacía el almacén y las celdas de prisioneros.
Al momento de escuchar su pregunta, negué con la cabeza. - No...- mentí, en realidad si extrañaba mucho mi hogar.
- En ese caso, si quieres que se aun pez, será un pez. - noté que el chico entraba por la puerta que acababa de abrir, que se dirigía hacía los camarotes. De alguna manera pensaba que era una falta de respeto, sin embargo, ¿ podría ser así las personas del lugar? No le vi problema alguno. - Será el pez Helena - afirmé porque aquél era el nombre del barco.
- ¿Y que es lo quieres? ¿Cuál es el paisaje favorito en tu mente? - ya que el chico decía que todo en su mente era como él quería. A mi no me costaba imaginar paisajes, mismos que plasmaba en oleo, pero aquél chico podría ayudarme con la que sería mi siguiente pintura.
El chico decía que no haría falta alimentarse, por lo que asentí con cortesía, para posteriormente negar al tiempo que preguntaba sobre el bosque. - No, no conozco estos lares. Además, puede haber algunos ladrones sueltos en el bosque. - Siempre había toda clase de personas trasladandose o residiendo en los bosques, esperando a su siguente victima. - En el hogar del cual te conté, tengo plantíos de muchos árboles y huertos, que me dan semillas y frutos que vendo en los mercado. Planeó exportarlos para estas tierras.... - tenía muchos planes con todos mis comercios.
Nos adentrábamos a un pasillo de suelo y paredes de madera muy sencillos en realidad, sin mucha decoración. De lado izquierdo se encontraba la puerta que daba hacía la cocina y el comedor de los marineros. Del lado derecho, dos habitaciones. Una en la que descansaban todos los marineros, y otra subsecuente que era mi camarote. En la oscuridad del fondo del pasillo, se encontraban las escaleras que daba hacía el almacén y las celdas de prisioneros.
Al momento de escuchar su pregunta, negué con la cabeza. - No...- mentí, en realidad si extrañaba mucho mi hogar.
Kristof Van de Couter- Humano Clase Alta
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Re: Peces con nubes en la espalda [libre]
-era la única que necesitaba…porque cuando una hace algo por otra persona no se necesitan recompensas- asevero asintiendo de forma pronunciada, saber que habia hecho un bien a aquella persona era su mas grande remuneración, corroborar que por el alguien mas podría ser libre y feliz, porque aquellas palabras iban siempre de la mano, nadie podia amar sus cadenas aunque estas fuesen de oro.
-¿Helena?- le cuestiono pensándolo unos instantes para asentir finalmente, en su imaginación habían entrado por la boca del pez y se encaminaban ahora por su estomago que extrañamente tenia pasadizos y puertas que daban a otras partes de su ser, el interior era viscoso y húmedo y un fuerte olor a mar se alzaba desde sus entrañas, temia pisar demasiado fuerte quizas el pez Helena se enojaría y los expulsaría en una bocanada de aire, caerían entonces al mar y si bien sabia nadar no estaba seguro que su acompañante supiera también.
-un campo abierto, con el cielo azul y el sol en lo alto, con muchas flores a mis pies pero sin abejas…- y eran quizas las abejas el único tipo de animal del cual no gustaba, y cualquier derivado de aquellos seres, en cierta ocasión un enjambre de aquellos rechonchos y voladores seres le habían perseguido por un largo trayecto, hasta que, su cuerpo se habia hundido en un riachuelo que les alejo por miedo a ahogarse, habia llorado aquella tarde por las decenas de picaduras de aquellos animales y habia pasado los siguientes días en cama presa de una fuerte intoxicación y fiebre por el veneno que en su cuerpo yacia aun, porque por mas que sus labios zumbaban pidiéndoles un alto ellos no le habían escuchado, indudablemente, las abejas no eran de su agrado.
-¿ladrones? No creo haber visto ninguno- rio porque le era un ladronzuelo de vocación y no necesidad y el solia acudir a esos sitios, mas no solia hurgar en los bolsillos de la gente que ahí se encontraba a su parecer hablaba muy bien de alguien intentarse en la madre naturaleza sin ningun propósito mas alla de admirarla y pedirle un poco de tranquilidad para pensar -¿Cómo los campos de aquí?- recordaba la ultima vez que habia intentado hurtar algo, habia tenido que salir corriendo con un rugido tras de si, se habia enterrado espinas de un rosal y se habia cortado en la mejilla al cruzar el cerco que delimitaba aquellas tierras, después de eso no habia intentado volver a hacerlo aunque debía recordarse la próxima vez que estuviera cerca de esas hectáreas.
-¿venderás semillas y frutas que aquí no hay?- le cuestiono con curiosidad abriendo una de las dos puertas consiguientes a su izquierda -¿no?...¿no tenias nada importante alla?- le cuestiono porque József desconocía la privacidad -¿tu dormías aquí?-le interrogo una vez dentro del camarote.
-¿Helena?- le cuestiono pensándolo unos instantes para asentir finalmente, en su imaginación habían entrado por la boca del pez y se encaminaban ahora por su estomago que extrañamente tenia pasadizos y puertas que daban a otras partes de su ser, el interior era viscoso y húmedo y un fuerte olor a mar se alzaba desde sus entrañas, temia pisar demasiado fuerte quizas el pez Helena se enojaría y los expulsaría en una bocanada de aire, caerían entonces al mar y si bien sabia nadar no estaba seguro que su acompañante supiera también.
-un campo abierto, con el cielo azul y el sol en lo alto, con muchas flores a mis pies pero sin abejas…- y eran quizas las abejas el único tipo de animal del cual no gustaba, y cualquier derivado de aquellos seres, en cierta ocasión un enjambre de aquellos rechonchos y voladores seres le habían perseguido por un largo trayecto, hasta que, su cuerpo se habia hundido en un riachuelo que les alejo por miedo a ahogarse, habia llorado aquella tarde por las decenas de picaduras de aquellos animales y habia pasado los siguientes días en cama presa de una fuerte intoxicación y fiebre por el veneno que en su cuerpo yacia aun, porque por mas que sus labios zumbaban pidiéndoles un alto ellos no le habían escuchado, indudablemente, las abejas no eran de su agrado.
-¿ladrones? No creo haber visto ninguno- rio porque le era un ladronzuelo de vocación y no necesidad y el solia acudir a esos sitios, mas no solia hurgar en los bolsillos de la gente que ahí se encontraba a su parecer hablaba muy bien de alguien intentarse en la madre naturaleza sin ningun propósito mas alla de admirarla y pedirle un poco de tranquilidad para pensar -¿Cómo los campos de aquí?- recordaba la ultima vez que habia intentado hurtar algo, habia tenido que salir corriendo con un rugido tras de si, se habia enterrado espinas de un rosal y se habia cortado en la mejilla al cruzar el cerco que delimitaba aquellas tierras, después de eso no habia intentado volver a hacerlo aunque debía recordarse la próxima vez que estuviera cerca de esas hectáreas.
-¿venderás semillas y frutas que aquí no hay?- le cuestiono con curiosidad abriendo una de las dos puertas consiguientes a su izquierda -¿no?...¿no tenias nada importante alla?- le cuestiono porque József desconocía la privacidad -¿tu dormías aquí?-le interrogo una vez dentro del camarote.
József Bároti- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 17/09/2010
Re: Peces con nubes en la espalda [libre]
Aquella filosofía del joven me había gustado, era en cierta manera eso, cuando uno ayudaba al prójimo no necesitaba una recompensa y era ciertamente algo que la burguesía había olvidado. Normalmente se hacían favores para obtener otros, para obtener éxito y fortuna. No era mi caso, que daba a los necesitados por gusto, por haber ya pasado algo parecido.
Suspiré al momento de escuchar el nombre de Helena, era el único recuerdo que me quedaba de ella, de aquella chica de rubios cabellos y de fino porte, que iba a ser mi esposa, o con la que tenía la intención de casarme, pero decidí irme de Gante, y sus padres prohibieron que me viera más; sabía que jamás obtendría el permiso de sus padres, a menos que me hubiera quedado en Gante, pero mi destino no era quedarme allí, yo quería viajar, pero ¿renunciar al amor por éxito?; quizá había sido egoísta de mi parte, el priorizar la reputación al amor, y si, quizá me arrepentía de ello.
Poco a poco me fui visualizando aquél paraje que el describía, tendría que dibujarlo al menos o pintarlo. El chico había entrado a mi camarote, por lo cuál aproveché para sacar un lienzo y un lápiz para trazar aquél campo abierto del que él hablaba. Ya había perdido la mirada de él, pues me encontraba perdido en aquél paisaje que trazaba. - ¡Pues debe de haber ladrones por allí, los bosques son inmensos. - empecé a trazar el sol que él había mencionado. Era obvio que el cuadro no me quedaría como en su mente, pero era un comienzo.
- Así, es como los campos de aquí, pero de otro tipo de plantaciones, bueno, tengo de muchos tipos..- seguía concentrado en el lienzo. Allí en el camarote había solamente una cama, un gran estante lleno de libros, un escritorio donde me ponía a leer o a escribir, y muchas pinturas colocadas en la pared, junto con pocos materiales para pintar, para cuando me llegaba la inspiración. - Los venderé en los mercados, tengo muchas provisiones, si necesitas algo, te puedo dar algo...¿dices que no tienes familia? -
Al momento de escuchar aquella pregunta de parte del chico, detuve mi pintura suspirando. - Si....si tenía...pero no tiene caso hablar de eso, y si vivo aquí por ahora..hasta que encuentre un hogar...¿ya habías entrado a un bote antes? - le pregunté con parsimonia volviendo a dibujar.
Suspiré al momento de escuchar el nombre de Helena, era el único recuerdo que me quedaba de ella, de aquella chica de rubios cabellos y de fino porte, que iba a ser mi esposa, o con la que tenía la intención de casarme, pero decidí irme de Gante, y sus padres prohibieron que me viera más; sabía que jamás obtendría el permiso de sus padres, a menos que me hubiera quedado en Gante, pero mi destino no era quedarme allí, yo quería viajar, pero ¿renunciar al amor por éxito?; quizá había sido egoísta de mi parte, el priorizar la reputación al amor, y si, quizá me arrepentía de ello.
Poco a poco me fui visualizando aquél paraje que el describía, tendría que dibujarlo al menos o pintarlo. El chico había entrado a mi camarote, por lo cuál aproveché para sacar un lienzo y un lápiz para trazar aquél campo abierto del que él hablaba. Ya había perdido la mirada de él, pues me encontraba perdido en aquél paisaje que trazaba. - ¡Pues debe de haber ladrones por allí, los bosques son inmensos. - empecé a trazar el sol que él había mencionado. Era obvio que el cuadro no me quedaría como en su mente, pero era un comienzo.
- Así, es como los campos de aquí, pero de otro tipo de plantaciones, bueno, tengo de muchos tipos..- seguía concentrado en el lienzo. Allí en el camarote había solamente una cama, un gran estante lleno de libros, un escritorio donde me ponía a leer o a escribir, y muchas pinturas colocadas en la pared, junto con pocos materiales para pintar, para cuando me llegaba la inspiración. - Los venderé en los mercados, tengo muchas provisiones, si necesitas algo, te puedo dar algo...¿dices que no tienes familia? -
Al momento de escuchar aquella pregunta de parte del chico, detuve mi pintura suspirando. - Si....si tenía...pero no tiene caso hablar de eso, y si vivo aquí por ahora..hasta que encuentre un hogar...¿ya habías entrado a un bote antes? - le pregunté con parsimonia volviendo a dibujar.
Kristof Van de Couter- Humano Clase Alta
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Re: Peces con nubes en la espalda [libre]
-¿y por ser inmenso debe haber algun ladron?...los lagos también son inmensos- asevero pensando en aquellas palabras, robar no le parecía un grave delito usualmente buscaba personas de buen vestir y ostentoso porte, procuraba no robar a aquellos que no poseían mucho mas que el, robar ademas aparte de ser una necesidad era un divertido juego de huir, un juego que le permitía experimentar su libertad cuando debía emprender la huida, sus pies siendo besados por la tierra bajo ellos, su cabello ondeándose por el viento que a su favor iba, su rostro y ropas acariciados por el aire, danzando en una melodía de libertad que solo podia experimentar cuando por libertad debía correr.
-¡yo si tengo familia!- se acerco al hombre para ver que hacia –yo tengo hermanos y hermanas- asevero con tranquilidad, porque su abuela y sus padres tiempo atrás se habían extraviado pero aquel grupo de personas con los cuales ahora vivía y habia pasado gran parte de los últimos años eran su familia, su nueva familia y a todos y cada uno de ellos los adoraba aunque su corazón tenia predilecciones y siempre las habia tenido por el mayor de todos ellos, Luther.
-nunca antes a una Helena- le contesto ante su ultima cuestión, ubicándose a su lado para percibir mejor el cuadro que ante sus ojos comenzaba a nacer, se asombro por el parecido de su imaginación con aquel paisaje, solo faltaba el pájaro de plumaje verde y azul siendo calentado por el sol y entonces todo seria como en sus sueños lo era -¿eres pintor?- le cuestiono con curiosidad y como era usual su mente y curiosidad no pudo anclarse demasiado tiempo, sus pies con prontitud se encontraban ya encaminándolo al estante con libros, porque el sabia leer y escribir su nombre, barco, conejo, café y otras cuantas palabras de uso común, cierto era que debía volver con aquella bruja y amiga para que le enseñase mas del tema.
-pero los hogares no se encuentran…los hogares los forma uno mismo- asintió repetidas veces, podia encontrar una casa pero hacer de ella o no su hogar, solo en sus manos estaba, se dejo caer sobre la cama maravillado, el solia dormir en suelos con mantas.
-¡yo si tengo familia!- se acerco al hombre para ver que hacia –yo tengo hermanos y hermanas- asevero con tranquilidad, porque su abuela y sus padres tiempo atrás se habían extraviado pero aquel grupo de personas con los cuales ahora vivía y habia pasado gran parte de los últimos años eran su familia, su nueva familia y a todos y cada uno de ellos los adoraba aunque su corazón tenia predilecciones y siempre las habia tenido por el mayor de todos ellos, Luther.
-nunca antes a una Helena- le contesto ante su ultima cuestión, ubicándose a su lado para percibir mejor el cuadro que ante sus ojos comenzaba a nacer, se asombro por el parecido de su imaginación con aquel paisaje, solo faltaba el pájaro de plumaje verde y azul siendo calentado por el sol y entonces todo seria como en sus sueños lo era -¿eres pintor?- le cuestiono con curiosidad y como era usual su mente y curiosidad no pudo anclarse demasiado tiempo, sus pies con prontitud se encontraban ya encaminándolo al estante con libros, porque el sabia leer y escribir su nombre, barco, conejo, café y otras cuantas palabras de uso común, cierto era que debía volver con aquella bruja y amiga para que le enseñase mas del tema.
-pero los hogares no se encuentran…los hogares los forma uno mismo- asintió repetidas veces, podia encontrar una casa pero hacer de ella o no su hogar, solo en sus manos estaba, se dejo caer sobre la cama maravillado, el solia dormir en suelos con mantas.
József Bároti- Mensajes : 159
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Re: Peces con nubes en la espalda [libre]
Nunca me había topado con ladrones, pero suponía que se debían esconder en los oscuros bosques y en las cuevas mas tenebrosas, acechando los caminos, a la espera de sus victimas, algún carruaje que transportara alimento, oro...o damiselas. - En esos lugares hay muchos ladrones, y en los lagos no creo, nadie vive dentro de los lagos, pero en el bosque...allí pueden pasar tantas cosas. - seguí pintando lentamente ahora usando las pinturas de oleo y preparando todo para hacer solo la base.
Lo miré un tanto curioso cuando dijo que tenía hermanos y hermanas, quizá fuera prudente darle algo de comer para llevar, siempre sería bien usado un costal de grano o bien algunas pieles o cuero para el frío. - ¿Cuantos hermanos y cuantas hermanas tienes? - cuestioné al tiempo que pensaba que podría serles de utilidad. Yo no tenía hermanos ni hermanas, en realidad no tenía familia alguna, pero no era algo que importara realmente, pues ya estaba acostumbrado. Estaba acostumbrado a ser un hombre meticuloso y callado, reflexivo y ermitaño, acostumbrado a vivir solo y a recibir dinero por negocios, mas no solía tener muchos amigos o alguna compañía de alguna bella dama, salvo Helena, aquella chica que había robado mi corazón.
Atentamente miré el rostro del chico, sin poder dejar de sonreír ante su comentario. - Se llama barco, es una tradición ponerle otro nombre, y yo elegí el de Helena para este barco. - expliqué mirando aquél portaretratos en el librero, donde se encontraba la foto de mi ex-amada. Debía de ya quitarlo de allí y tirarlo al mar posiblemente.
Asentí ante su pregunta una vez que dejé de pintar un momento. - No soy pintor, pero es uno de mis pasatiempos. ¿Tu tienes alguno...aparte de soñar e imaginar? - me levanté terminando apenas la primera capa de pintura, teniendo que dejar secar la pintura. pregunté
Reflexioné sus palabras, pues él se refería a formar un hogar familiar, pero yo como siempre veía el valor material de las cosas. - Me refería a comprar una casa...pero tienes razón, el hogar...lo puedes formar tu, aunque no tengo familia, conmigo no aplicaría tal cuestión. - miré al chico conforme se acostaba en la cama, aunque no había ningún problema puesto que ya no iba a dormir en ella más. - ¿Te gusta? -
Lo miré un tanto curioso cuando dijo que tenía hermanos y hermanas, quizá fuera prudente darle algo de comer para llevar, siempre sería bien usado un costal de grano o bien algunas pieles o cuero para el frío. - ¿Cuantos hermanos y cuantas hermanas tienes? - cuestioné al tiempo que pensaba que podría serles de utilidad. Yo no tenía hermanos ni hermanas, en realidad no tenía familia alguna, pero no era algo que importara realmente, pues ya estaba acostumbrado. Estaba acostumbrado a ser un hombre meticuloso y callado, reflexivo y ermitaño, acostumbrado a vivir solo y a recibir dinero por negocios, mas no solía tener muchos amigos o alguna compañía de alguna bella dama, salvo Helena, aquella chica que había robado mi corazón.
Atentamente miré el rostro del chico, sin poder dejar de sonreír ante su comentario. - Se llama barco, es una tradición ponerle otro nombre, y yo elegí el de Helena para este barco. - expliqué mirando aquél portaretratos en el librero, donde se encontraba la foto de mi ex-amada. Debía de ya quitarlo de allí y tirarlo al mar posiblemente.
Asentí ante su pregunta una vez que dejé de pintar un momento. - No soy pintor, pero es uno de mis pasatiempos. ¿Tu tienes alguno...aparte de soñar e imaginar? - me levanté terminando apenas la primera capa de pintura, teniendo que dejar secar la pintura. pregunté
Reflexioné sus palabras, pues él se refería a formar un hogar familiar, pero yo como siempre veía el valor material de las cosas. - Me refería a comprar una casa...pero tienes razón, el hogar...lo puedes formar tu, aunque no tengo familia, conmigo no aplicaría tal cuestión. - miré al chico conforme se acostaba en la cama, aunque no había ningún problema puesto que ya no iba a dormir en ella más. - ¿Te gusta? -
Kristof Van de Couter- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/01/2011
Localización : Paris
Re: Peces con nubes en la espalda [libre]
-y asi como puedes encontrar ladrones quizas halles a una buena persona que te enseñe tantas cosas buenas, porque no solo viven ahí los ladrones también los amantes de la naturaleza- asevero asintiendo con suavidad, el ciertamente no habia conocido demasiados de aquellos seres, las ciudades tendrían a llamar mas la atención de las personas y aquellos quienes se tomaban el tiempo y la molestia de agradecerle a la madre naturaleza eran tachados constantemente por locos.
Le observo unos instantes en silencio ¿Cómo decir cuantos si nisiquiera sabia contar? Se esforzó por llevar un orden lógico en su mente, sabia que primero iba el uno y entonces seguía el dos después quizas iba el seis y por delante el cuatro, si le parecía que asi era aunque mentir no era lo que mejor se le daba –somos muchos- se limito a contestar y todo aquello era verdad, eran quizas a veces demasiados para mantener, para vivir bajo el mismo techo y uno que parecía venirse abajo en cualquier momento, una casa abandonada no era siempre la mejor opción y mas sin embargo la única que tenían, sabia bien, y pese a no ser medico, que pasar mucho tiempo en las heladas calles podría sumirle en un sueño del cual jamás despertaría ¿Quién cuidaría entonces de sus hermanos? Impensable.
-¿Helena es alguien especial?- le cuestiono con entusiasmo, si el tuviese que irse lejos de casa en un barco lo llamaría Luther y asi tendría un pedacito de el no importaba a donde fuese mas el era incapaz de dejar a aquellos a quienes amaba, seria quizas un acto demasiado egoísta y en su alma no habia lugar para acoger dicha acción.
Torcio los labios pensándolo unos instantes antes de acertar a contestar a dicha incógnita, el hacia muchas cosas y de otras tantas desconocía –corro…me gusta correr- asevero observando el techo con su orbe verde –porque correr me recuerda que soy libre…que solo yo decido que camino seguir- susurro como una divina verdad que no muchos podían escuchar y que mas sin embargo le resulto adecuado pronunciar ¿adecuado? Lo habia dicho porque asi lo habia pensado y no por lo propio de la ocasión.
-mi abuela decía que su hogar estaba conmigo…no tiene porque ser una casa ¿sabes?- le cuestiono sonriendo de medio lado con la melancolía de recordar a quienes no volveria a ver jamás -¡claro! Esta suave- murmuro y en comparación de un suelo de piedras cualquier cosa seria dicha como suave.
Le observo unos instantes en silencio ¿Cómo decir cuantos si nisiquiera sabia contar? Se esforzó por llevar un orden lógico en su mente, sabia que primero iba el uno y entonces seguía el dos después quizas iba el seis y por delante el cuatro, si le parecía que asi era aunque mentir no era lo que mejor se le daba –somos muchos- se limito a contestar y todo aquello era verdad, eran quizas a veces demasiados para mantener, para vivir bajo el mismo techo y uno que parecía venirse abajo en cualquier momento, una casa abandonada no era siempre la mejor opción y mas sin embargo la única que tenían, sabia bien, y pese a no ser medico, que pasar mucho tiempo en las heladas calles podría sumirle en un sueño del cual jamás despertaría ¿Quién cuidaría entonces de sus hermanos? Impensable.
-¿Helena es alguien especial?- le cuestiono con entusiasmo, si el tuviese que irse lejos de casa en un barco lo llamaría Luther y asi tendría un pedacito de el no importaba a donde fuese mas el era incapaz de dejar a aquellos a quienes amaba, seria quizas un acto demasiado egoísta y en su alma no habia lugar para acoger dicha acción.
Torcio los labios pensándolo unos instantes antes de acertar a contestar a dicha incógnita, el hacia muchas cosas y de otras tantas desconocía –corro…me gusta correr- asevero observando el techo con su orbe verde –porque correr me recuerda que soy libre…que solo yo decido que camino seguir- susurro como una divina verdad que no muchos podían escuchar y que mas sin embargo le resulto adecuado pronunciar ¿adecuado? Lo habia dicho porque asi lo habia pensado y no por lo propio de la ocasión.
-mi abuela decía que su hogar estaba conmigo…no tiene porque ser una casa ¿sabes?- le cuestiono sonriendo de medio lado con la melancolía de recordar a quienes no volveria a ver jamás -¡claro! Esta suave- murmuro y en comparación de un suelo de piedras cualquier cosa seria dicha como suave.
József Bároti- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 17/09/2010
Re: Peces con nubes en la espalda [libre]
Las palabras del chico eran lógicas, pero no era así como pensaba la sociedad. Desgraciadamente juzgábamos sin antes conocer a fondo las cosas, solo por lo que la gente misma decía. Si era cierto que yo había escuchado que había ladrones en los bosques, no podía generalizar. - Bueno, hagamos algo, ¿te parece que después me lleves a conocer el bosque, en alguna otra ocasión? - seguramente mis hombres se negarían, pues no podían dejar a su amo y jefe a merced de las penumbras del bosque. Sin embargo, yo los convencería de que me dejaran ir, llevando un par de armas para cualquier cosa.
Asentí al escuchar que eran muchos hermanos, no sabía como ayudarle, ¿le serían útiles unas monedas? - ¿Te sirve el dinero? - pregunté sintiéndome un poco tonto por esa pregunta, pero quizá al ser gente de aventuras, campo y que no tenía hogar, al chico no le serviría el dinero.
Al hacerme la pregunta, tuve que empezar a caminar con nerviosismo, era la primera vez que alguien me preguntaba eso de Helena después del abandono de mi parte. - Era alguien especial, ya no lo es, ahora solo es un recuerdo...- caminé hasta el librero hasta tomar el portraretratos, el cuál le di. Aquella era un dibujo de Helena que hice yo mismo, era grande pues en aquél tiempo no se usaba la fotografía aún. Era tal cuál la recordaba, una bella mujer.
Sonreí olvidando a Helena y escuchando acerca de su pasatiempo. - Correr es bueno, el hacer ejercicio te hace bien supongo. - aseveró analizando sus palabras. - Te sientes libre, en ese caso no podrías estar atado a nada, ni a personas, ni a lugares, ¿verdad? -
- Pero el hogar es algo material....- comenté defendiendo mi punto de vista, y sonriendo levemente cuando el chico parecía disfrutar de la cama. De repente en el pasillo se escuchó mucho ruido, eran mis hombres cargando otro de mis muebles.
Asentí al escuchar que eran muchos hermanos, no sabía como ayudarle, ¿le serían útiles unas monedas? - ¿Te sirve el dinero? - pregunté sintiéndome un poco tonto por esa pregunta, pero quizá al ser gente de aventuras, campo y que no tenía hogar, al chico no le serviría el dinero.
Al hacerme la pregunta, tuve que empezar a caminar con nerviosismo, era la primera vez que alguien me preguntaba eso de Helena después del abandono de mi parte. - Era alguien especial, ya no lo es, ahora solo es un recuerdo...- caminé hasta el librero hasta tomar el portraretratos, el cuál le di. Aquella era un dibujo de Helena que hice yo mismo, era grande pues en aquél tiempo no se usaba la fotografía aún. Era tal cuál la recordaba, una bella mujer.
Sonreí olvidando a Helena y escuchando acerca de su pasatiempo. - Correr es bueno, el hacer ejercicio te hace bien supongo. - aseveró analizando sus palabras. - Te sientes libre, en ese caso no podrías estar atado a nada, ni a personas, ni a lugares, ¿verdad? -
- Pero el hogar es algo material....- comenté defendiendo mi punto de vista, y sonriendo levemente cuando el chico parecía disfrutar de la cama. De repente en el pasillo se escuchó mucho ruido, eran mis hombres cargando otro de mis muebles.
Kristof Van de Couter- Humano Clase Alta
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 10/01/2011
Localización : Paris
Re: Peces con nubes en la espalda [libre]
Se levanto cual resorte aterrizando con maestria en sus piernas, asintiendo ampliamente y exclamando con alegría -¡yo te presentarse la naturaleza!- asevero porque seguramente aquel buen hombre no conocía al señor conejo ni sabia la ubicación de aquel árbol de frutos azules o aquel otro del cual de sus ramas caian como piedras esferillas que debían partir para encontrar en su interior un fruto seco que raspaba su lengua y era café ¿Cómo le llamaba Luther a eso? Nueces, si creía que se llamaban nueces y sino su hermano las habia bautizado de aquella manera.
Rio negando ante aquella cuestión de aquellos francos de oro y plata, o sabia el que material, que la gente solia dar a cambio de prendas y comida y el no robaba dinero porque el dinero le parecía una simplicia de la humanidad que no tenia motivo de ser ¿para que hurtar dinero cuando podia conseguir la comida de la tierra? Y calor en la madre naturaleza –no…nunca lo e tenido y no creo que ahora me haga falta- aseguro ladeando el rostro con curiosidad y asombro.
-¿ya no lo es? ¿Cómo puede dejar de ser alguien especial?- y la idea le aterro ¿dejaria Luther de ser especial cuando se separasen? ¡no! Luther seria siempre su hermano y seria siempre especial porque formaba parte fundamental de su esencia y formación, con el se habia criado y solo en el podia confiar de aquella manera tan plena porque le amaba, como amaba a tantos otros y amaba aquel amor porque no le ataba.
Lo pensó unos instantes asintiendo con tranquilidad, por lo menos su torso no lucia plano y flácido como los de muchos otros hombres ¿era aquello por el constante trabajo que hacia? Trepando cercos y saltando vayas, subiendo a arboles y brincando arroyos –creo que no…la libertad es lo mas importante aunque…Mundo me dijo que hay cosas más importantes no e logrado descubrirlas aun- confeso encogiéndose de hombros avanzando nuevamente por el camarote con aquella necesidad suya que le imposibilitaba a quedarse estático por más de algunos segundos.
-¿material?...la casa es algo material el hogar puede ser cualquier cosa, mi hogar esta con mis hermanos tu hogar…quizas tu hogar esta aquí con Helena- exclamo extendiendo los brazos para señalar al inmenso pescado de madera.
Rio negando ante aquella cuestión de aquellos francos de oro y plata, o sabia el que material, que la gente solia dar a cambio de prendas y comida y el no robaba dinero porque el dinero le parecía una simplicia de la humanidad que no tenia motivo de ser ¿para que hurtar dinero cuando podia conseguir la comida de la tierra? Y calor en la madre naturaleza –no…nunca lo e tenido y no creo que ahora me haga falta- aseguro ladeando el rostro con curiosidad y asombro.
-¿ya no lo es? ¿Cómo puede dejar de ser alguien especial?- y la idea le aterro ¿dejaria Luther de ser especial cuando se separasen? ¡no! Luther seria siempre su hermano y seria siempre especial porque formaba parte fundamental de su esencia y formación, con el se habia criado y solo en el podia confiar de aquella manera tan plena porque le amaba, como amaba a tantos otros y amaba aquel amor porque no le ataba.
Lo pensó unos instantes asintiendo con tranquilidad, por lo menos su torso no lucia plano y flácido como los de muchos otros hombres ¿era aquello por el constante trabajo que hacia? Trepando cercos y saltando vayas, subiendo a arboles y brincando arroyos –creo que no…la libertad es lo mas importante aunque…Mundo me dijo que hay cosas más importantes no e logrado descubrirlas aun- confeso encogiéndose de hombros avanzando nuevamente por el camarote con aquella necesidad suya que le imposibilitaba a quedarse estático por más de algunos segundos.
-¿material?...la casa es algo material el hogar puede ser cualquier cosa, mi hogar esta con mis hermanos tu hogar…quizas tu hogar esta aquí con Helena- exclamo extendiendo los brazos para señalar al inmenso pescado de madera.
József Bároti- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 17/09/2010
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