AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Encuentros casuales {Theodor}
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Encuentros casuales {Theodor}
Mi suspiro se mezcló con el viento dejando claro que era lo que más deseaba en el mundo ¿Desear estaba mal? Desde mi punto de vista pedir con fervor que algo pasara no estaba mal ni siquiera pelear por lo que deseaba lo estaba. Podía oír susurros que decían que no tendría perdón y que ni siquiera el señor en su santa gloria me recibiría a su lado, que la belleza era pasajera y que la avaricia era perdición ¿Pero que más perdición podría tener? El mismo Dios se había olvidado de mi cuando murió mi madre, así que no tenía miedo de no ser cobijada en un manto de luz, lograría lo que tenía planeado desde pequeña al costo que fuera. Mire atónita a los niños corretearse entre ellos desde el otro lado de la reja, y pensar que yo había perdido muchos, por un momento sentí tristeza pero ese sentimiento rápidamente fue reemplazado por otro mucho más grande…deseo. Deseo de lo que fuera pero al fin y al cabo deseo, en este mundo no había lugar para sentimientos tan infantiles mientras te morías de hambre.
Despegue las manos de la fría reja, no quería ver más lo que no tenía. Baje la mirada sintiendo un mínimo cosquilleo en la parte inferior de la piel de los ojos gracias a que mis espesas y largas pestañas tocaban con su punta mi final piel. El aire me advirtió que el clima no mejoraría y que tal vez me debería alejar de ese lugar en el que las miradas si fueran puñales ya me hubieran matado “Como una prostituta se mezclaba con nosotros”, suspire llenado mis pulmones de aire, irguiéndome cuan alta era, no dejaría que esos comentarios me dejaran por el piso si no por el contrario, me hacían volar entre las nubes, sabía que les dolía que existiera alguien como yo y que les dolería aún más si yo llegaba a un lugar tan alto como el de ellos.
Fulmine con la mirada a un grupo de señoras que me veían como si fuera alguna enviada del diablo, resultaba gracioso que aun creyeran que por sus comentarios yo dejaría de salir al mundo, aun tenia rojo el labio del golpe que me proporcionaron hace tres noches y el cortante frio que rozaba con mi piel solo me recordó que las heridas dolían y dolían mucho. Estaba dispuesta a irme pero en un último minuto la risa sonora de un niño me hizo girar la cabeza sin detener mi paso, busque aquella carita que proporciono tan angelical sonido que solo los infantes hacen pero solo conseguí chocar con alguien. Metal, metal había sido lo que se me había caído, me agache para buscar mi objeto, un pendiente algo caro, regalo de uno de mis clientes-Lo siento mucho, disculpe mi distracción-me reincorpore rápidamente pidiendo perdón al joven con el que había tenido el desafortunado accidente. Le sonreí dejando ver mi dientes frontales mientras mi mano derecha buscaba el lóbulo de mi oreja para colocar de nuevo el pendiente.
Despegue las manos de la fría reja, no quería ver más lo que no tenía. Baje la mirada sintiendo un mínimo cosquilleo en la parte inferior de la piel de los ojos gracias a que mis espesas y largas pestañas tocaban con su punta mi final piel. El aire me advirtió que el clima no mejoraría y que tal vez me debería alejar de ese lugar en el que las miradas si fueran puñales ya me hubieran matado “Como una prostituta se mezclaba con nosotros”, suspire llenado mis pulmones de aire, irguiéndome cuan alta era, no dejaría que esos comentarios me dejaran por el piso si no por el contrario, me hacían volar entre las nubes, sabía que les dolía que existiera alguien como yo y que les dolería aún más si yo llegaba a un lugar tan alto como el de ellos.
Fulmine con la mirada a un grupo de señoras que me veían como si fuera alguna enviada del diablo, resultaba gracioso que aun creyeran que por sus comentarios yo dejaría de salir al mundo, aun tenia rojo el labio del golpe que me proporcionaron hace tres noches y el cortante frio que rozaba con mi piel solo me recordó que las heridas dolían y dolían mucho. Estaba dispuesta a irme pero en un último minuto la risa sonora de un niño me hizo girar la cabeza sin detener mi paso, busque aquella carita que proporciono tan angelical sonido que solo los infantes hacen pero solo conseguí chocar con alguien. Metal, metal había sido lo que se me había caído, me agache para buscar mi objeto, un pendiente algo caro, regalo de uno de mis clientes-Lo siento mucho, disculpe mi distracción-me reincorpore rápidamente pidiendo perdón al joven con el que había tenido el desafortunado accidente. Le sonreí dejando ver mi dientes frontales mientras mi mano derecha buscaba el lóbulo de mi oreja para colocar de nuevo el pendiente.
Arianne C. Wickham- Mensajes : 4237
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Re: Encuentros casuales {Theodor}
Ya era bastante triste tener que quedarme mirando por la ventana mientras todos parecían tener algún lugar a donde ir. Pero ahora era mucho más triste que mis propios pasos me dirigieran a un parque de diversiones, solo, como había estado desde hace casi 10 años. Los niños me golpeaban al correr y yo ni siquiera podía ver eso con un dejo de alegría, nada, las sonrisas no parecían querer acompañarme aquella noche. Sólo el sonido de mis propios pasos y el ruido que mi respiración agitada hacía luego de varios minutos de intensa caminata. Una familia cercana parecía querer restregarme en el rostro lo que yo no había tenido jamás.
De reojo pude mirar un juego que atraía más mi atención que los otros. Al parecer había perdido la cuenta de hace cuanto tiempo atrás una risa no había salido de mis labios. Los niños parecían divertirse, sin tener consciencia de lo que había más allá. ¿Será envidia lo que aflora en mí? El recuerdo de mi infancia infeliz parece hacerse más fuerte cada vez que estoy cerca de ellos. Es quizás por eso que he decidido hacer clases en la Universidad y no en un colegio. Es mejor así, para todos, incluso para ellos. Desvié la mirada, no era necesario amargarme más de lo que ya lo estaba.
Por mirar el piso no pude ver a la joven frente a mí y ahora, al parecer, por mi culpa, además del choque ella había perdido uno de sus aros. Tuve la intención de agacharme, pero ella fue más rápida y palabras volaron antes de que yo pudiera siquiera mostrar un gesto de caballerosidad. ¿Quién podría concentrarse luego de oír ese melodioso tono de voz? Sonreí porque me sentía demasiado idiota como para hacer otra cosa y vi su infructuoso intento de volver aquel pendiente a su lugar, sin pensarlo me acerqué y estiré una de mis manos, - No lo sienta…- dije tomando su mano que tenía aquel objeto, - Y dejeme ayudarle, creo que será más fácil si yo lo intento…-
Recordé como alguna vez vi a alguna de mis hermanas haciendo eso, y con el mayor cuidado que pude, logré que el aro estuviera en su lugar. El día estaba algo nublado y frío, pero a mis ojos, aquella chica parecía tener el brillo del sol grabado en su piel. ¿Será que ya me estoy volviendo loco después de tanta soledad? – Ya está…- me alejé un paso luego de pasar quizás demasiados minutos admirando su cabello, - Creo que no volverá a caerse por el momento…- miré a sus ojos y supe que no era una buena decisión, las ideas parecían flotar lejos de mí, - además no creo que a su novio le guste mucho que usted ande perdiendo joyas como esa…- qué frase más idiota, pero una chica como ella de seguro tenía alguien que la amaba, nadie podría decirme que estoy equivocado por suponer algo así, pero de todas formas, esta sería la mejor manera de saberlo.
De reojo pude mirar un juego que atraía más mi atención que los otros. Al parecer había perdido la cuenta de hace cuanto tiempo atrás una risa no había salido de mis labios. Los niños parecían divertirse, sin tener consciencia de lo que había más allá. ¿Será envidia lo que aflora en mí? El recuerdo de mi infancia infeliz parece hacerse más fuerte cada vez que estoy cerca de ellos. Es quizás por eso que he decidido hacer clases en la Universidad y no en un colegio. Es mejor así, para todos, incluso para ellos. Desvié la mirada, no era necesario amargarme más de lo que ya lo estaba.
Por mirar el piso no pude ver a la joven frente a mí y ahora, al parecer, por mi culpa, además del choque ella había perdido uno de sus aros. Tuve la intención de agacharme, pero ella fue más rápida y palabras volaron antes de que yo pudiera siquiera mostrar un gesto de caballerosidad. ¿Quién podría concentrarse luego de oír ese melodioso tono de voz? Sonreí porque me sentía demasiado idiota como para hacer otra cosa y vi su infructuoso intento de volver aquel pendiente a su lugar, sin pensarlo me acerqué y estiré una de mis manos, - No lo sienta…- dije tomando su mano que tenía aquel objeto, - Y dejeme ayudarle, creo que será más fácil si yo lo intento…-
Recordé como alguna vez vi a alguna de mis hermanas haciendo eso, y con el mayor cuidado que pude, logré que el aro estuviera en su lugar. El día estaba algo nublado y frío, pero a mis ojos, aquella chica parecía tener el brillo del sol grabado en su piel. ¿Será que ya me estoy volviendo loco después de tanta soledad? – Ya está…- me alejé un paso luego de pasar quizás demasiados minutos admirando su cabello, - Creo que no volverá a caerse por el momento…- miré a sus ojos y supe que no era una buena decisión, las ideas parecían flotar lejos de mí, - además no creo que a su novio le guste mucho que usted ande perdiendo joyas como esa…- qué frase más idiota, pero una chica como ella de seguro tenía alguien que la amaba, nadie podría decirme que estoy equivocado por suponer algo así, pero de todas formas, esta sería la mejor manera de saberlo.
Theodor Wiesengrund- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 04/11/2010
Re: Encuentros casuales {Theodor}
Me quede observando a la victima de mi torpeza mientras intentaba sin triunfo alguno colocar el pendiente en mi oído, apreté los labios conteniendo una sonrisa de satisfacción pero al final fue en vano, me relamí los labios mientras mostraba mi blanca dentadura a aquel joven. Era poco modesto de mi parte pensar y analizar el poder que ejercía en las personas, con el solo hecho de estar ahí parada pero lo peor de todo es que me complacía que la gente simplemente se quedara sin habla cuando yo estaba cerca, era muy parecido a tener una descarga de adrenalina pero con la diferencia de que no necesitaba ponerme en peligro para manejar el entorno a mi antojo, era gracioso como podía pasar de ser una renegada de la sociedad a una chica que simplemente había chocado con alguien y ahora este la miraba olvidándose de los murmullos de las personas. Deje que condujera mi mano lejos de mi rostro quitando aquel objeto brillante de entre mis dedos, cada acto que el hacía yo lo sabía de anticipo.
Me acerque a él lo suficientemente como para que pudiera colocarme el pendiente, mi aliento choco contra la piel cálida de su cuello y regreso a mí, un revoloteo de emoción hizo que me mordiera el labio discretamente ocultando la alegría que me daba al saber cómo todos de una forma u otra las personas fluían alrededor de mí y olvidando por completo el golpe que me habían dado en el burdel. Mantuve la distancia de mi respiración en su cuello con las manos entrelazadas entre sí, esperando que el terminara su atención hacia mí-Muchas gracias, que amable-baje ligeramente mi mentón en forma de agradecimiento y volví a subir mi mirada que se encontró con la de él durante unos fugaces segundos. Entre abrí los labios para decir algo más pero mi agilidad no fue suficiente para competir con la del joven.
Mire alrededor despreocupada, la gente parecía moverse ajenamente de nosotros, parecía haberse olvidado por un momento que entre ellos estaba una prostituta, todos habían formado una clase de perímetro que no dejaba entrar y salir nada. Solté una risita mientras aún seguía con la cabeza hacia otro lado y con la mirada perdida entre la gente que nos pasaba si mirar-¿Usted cree que una mujer como yo puede tener novio?-negué con la cabeza de forma divertida-No puedo permitírmelo…Tal novio no existe-deje de sonreír mientras caía en cuenta del peso de mis palabras. Mi mirada se tornó casi fría volviendo a la él que podrá pasar por tierna-Pero le aseguro que no volverá a pasar, no me agradaría que su prometida viniera a gritarme-le sonreí amablemente mientras me alejaba un poco más de él, manteniendo una distancia razonable para dos extraños que se acababan de conocer.
-Me llamo Arianne-con gesto desinteresado deje que mis dedos se hundieran entre mi melena castaña y que las yemas acariciaran desde el cuero cabelludo hasta las puntas de la misma, moví mi nariz como si acabara de oler algo extremadamente dulce y delicioso lo cual era el aroma de mi cabello que aun en un ambiente hostil y frio seguía siendo tan fresco y primaveral como una mañana llena de sol en una habitación.
Me acerque a él lo suficientemente como para que pudiera colocarme el pendiente, mi aliento choco contra la piel cálida de su cuello y regreso a mí, un revoloteo de emoción hizo que me mordiera el labio discretamente ocultando la alegría que me daba al saber cómo todos de una forma u otra las personas fluían alrededor de mí y olvidando por completo el golpe que me habían dado en el burdel. Mantuve la distancia de mi respiración en su cuello con las manos entrelazadas entre sí, esperando que el terminara su atención hacia mí-Muchas gracias, que amable-baje ligeramente mi mentón en forma de agradecimiento y volví a subir mi mirada que se encontró con la de él durante unos fugaces segundos. Entre abrí los labios para decir algo más pero mi agilidad no fue suficiente para competir con la del joven.
Mire alrededor despreocupada, la gente parecía moverse ajenamente de nosotros, parecía haberse olvidado por un momento que entre ellos estaba una prostituta, todos habían formado una clase de perímetro que no dejaba entrar y salir nada. Solté una risita mientras aún seguía con la cabeza hacia otro lado y con la mirada perdida entre la gente que nos pasaba si mirar-¿Usted cree que una mujer como yo puede tener novio?-negué con la cabeza de forma divertida-No puedo permitírmelo…Tal novio no existe-deje de sonreír mientras caía en cuenta del peso de mis palabras. Mi mirada se tornó casi fría volviendo a la él que podrá pasar por tierna-Pero le aseguro que no volverá a pasar, no me agradaría que su prometida viniera a gritarme-le sonreí amablemente mientras me alejaba un poco más de él, manteniendo una distancia razonable para dos extraños que se acababan de conocer.
-Me llamo Arianne-con gesto desinteresado deje que mis dedos se hundieran entre mi melena castaña y que las yemas acariciaran desde el cuero cabelludo hasta las puntas de la misma, moví mi nariz como si acabara de oler algo extremadamente dulce y delicioso lo cual era el aroma de mi cabello que aun en un ambiente hostil y frio seguía siendo tan fresco y primaveral como una mañana llena de sol en una habitación.
Arianne C. Wickham- Mensajes : 4237
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Re: Encuentros casuales {Theodor}
¿Se daría cuenta si toco su mejilla haciendo como que es una casualidad? Probablemente sí. Hice una mueca de desaprobación mientras ella hablaba, quizás debía ponerle atención, a las mujeres les gustaba eso, pero ¿qué sabía yo de mujeres? Jamás había tenido una novia y con las únicas que compartía eran mis alumnas y las prostitutas que me pagaba ocasionalmente. Miré sus labios mientras las palabras salían, ¿dónde se habría hecho aquel golpe que más que desviar mi atención sólo lograba que me centrara más en su boca? Debe besar bien, de seguro, es sólo cosa de mirar cuando ríe, sus dientes parecen llamarme. Concéntrate Theo.
Apenas noté el cambio en su semblante, ¿a qué se referiría con una mujer como ella? Quizás estaba ya casada y su esposo podría molestarse, ¡qué impertinencia la mía! Pero volvió a hablar y sus frases sólo lograban confundirme, ahora aseveraba que no podía permitírselo, ¿era quizás de la realeza? Miré de reojo a un hombre que no quitaba sus ojos de la joven frente a mí y fue cuando volví a observarla al tiempo que ella alargaba la distancia entre nosotros. Todo pareció juntarse como si de un rompecabezas se tratara. Realeza no, otro tipo de mujer, de esas que me entregaban cariño cuando las monedas no escaseaban.
-No tengo prometida.- dije serio mirándola más directamente, a mis 27 años para muchos ya debería estar casado, pero mi vida adulta la había dedicado a la investigación y la búsqueda de conocimientos, ¿tenía que realmente justificarme por no tener experiencia con el género femenino? El brillo de su cabello volvió a golpearme haciendo que tuviera que cerrar los ojos un par de segundos, los suficientes quizás para darme la valentía de volver a hablar, - Profesor Theodor Wiesengrund… - mi acento alemán se marcó más cuando pronuncié mi nombre mientras tomaba su mano para besar el dorso, mis labios hicieron contacto con una suave superficie que supe sólo abriría las puertas a mi imaginación, - puede llamarme sólo Theo si lo prefiere.-
Sonreí cuando volví a enderezarme, desde mi posición podía ver como sus pestañas bailaban cada vez que parpadeaba, ¿sería ella capaz de notar las maravillas que hacía su rostro cada vez que soltaba esas risitas que de seguro eran preparadas? Di otro paso atrás para que ella no se sintiera incómoda. En otras circunstancias y si yo fuera otra persona, quizás ya la habría invitado a caminar alrededor de las atracciones que el parque ofrecía. Pero yo no era otra persona, era Theo, quien seguía mirándola como si la principal atracción del lugar fuera ella, ¿tendría que pagarle para que me dejara morder la piel de dulce aspecto que se asomaba entre sus pechos?
Apenas noté el cambio en su semblante, ¿a qué se referiría con una mujer como ella? Quizás estaba ya casada y su esposo podría molestarse, ¡qué impertinencia la mía! Pero volvió a hablar y sus frases sólo lograban confundirme, ahora aseveraba que no podía permitírselo, ¿era quizás de la realeza? Miré de reojo a un hombre que no quitaba sus ojos de la joven frente a mí y fue cuando volví a observarla al tiempo que ella alargaba la distancia entre nosotros. Todo pareció juntarse como si de un rompecabezas se tratara. Realeza no, otro tipo de mujer, de esas que me entregaban cariño cuando las monedas no escaseaban.
-No tengo prometida.- dije serio mirándola más directamente, a mis 27 años para muchos ya debería estar casado, pero mi vida adulta la había dedicado a la investigación y la búsqueda de conocimientos, ¿tenía que realmente justificarme por no tener experiencia con el género femenino? El brillo de su cabello volvió a golpearme haciendo que tuviera que cerrar los ojos un par de segundos, los suficientes quizás para darme la valentía de volver a hablar, - Profesor Theodor Wiesengrund… - mi acento alemán se marcó más cuando pronuncié mi nombre mientras tomaba su mano para besar el dorso, mis labios hicieron contacto con una suave superficie que supe sólo abriría las puertas a mi imaginación, - puede llamarme sólo Theo si lo prefiere.-
Sonreí cuando volví a enderezarme, desde mi posición podía ver como sus pestañas bailaban cada vez que parpadeaba, ¿sería ella capaz de notar las maravillas que hacía su rostro cada vez que soltaba esas risitas que de seguro eran preparadas? Di otro paso atrás para que ella no se sintiera incómoda. En otras circunstancias y si yo fuera otra persona, quizás ya la habría invitado a caminar alrededor de las atracciones que el parque ofrecía. Pero yo no era otra persona, era Theo, quien seguía mirándola como si la principal atracción del lugar fuera ella, ¿tendría que pagarle para que me dejara morder la piel de dulce aspecto que se asomaba entre sus pechos?
Theodor Wiesengrund- Cazador Clase Media
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Re: Encuentros casuales {Theodor}
-Está bien…solo Theo-recalque el diminutivo de su nombre a propósito, me mordí el labio ligeramente, lo suficientemente fuerte para sentir un cosquilleo en la herida. Era algo raro saber lo que pasaba por la mente de las personas pero tomando en cuenta que yo llevaba mucho tiempo ejerciendo como prostituta, saber no era una opción era algo que te demandaba el mismo trabajo así como te demandaba ser la muñeca de todos, sin hablar, solo obedecer y moverte como si de algún objeto se tratara y no me quejaba simplemente era una observación que en ese momento salía a flote al ver a aquel joven de aspecto nervioso. Estaba segura de que en ese momento estaba encontrando o trazando la forma de tener una conversación más amena conmigo pero también sabía que el simple hecho de que yo le mostrara mis dientes frontales ocasionaba que todos sus intentos se fueran a la basura o se le olvidaran. A este punto tenía que ser yo la que le diera confianza-Usted puede llamarme Ari…si así lo desea, obviamente-una mirada insistente hizo que girara mi cuello de tal forma que pudiera examinar al curioso.
Los labios me temblaron a la par que giraba los ojos de forma cansada. Aquel hombre que me miraba era uno de los visitantes frecuentes del burdel, que me rogara en donde trabaja ya era incómodo para soportar ser reconocida en la calle por él, me gire descaradamente haciendo que mi cuerpo quedara a lado de Theodor, si quería llevarme a la cama necesitaría algo más que suplicas. Ese pensamiento me llevo de nuevo a mi nuevo conocidos que había mencionado ser profesor, levante las cejas instintivamente a pensar que tan bien posicionado podría estar en la sociedad parisina y más aún si era soltero-Me atrevo a decir que usted es extranjero-lo mire a los ojos, claro que era extranjero aunque no estaba muy segura de donde, el apellido, el acento incluso las facciones no eran las típicas parisinas. Suspire pensando en todo lo que debía aprender o más bien en todo lo que aprendí cuando llegue a Paris hace más o menos un año-¿No es así?-algo muy dentro de mí me decía que Theodor no tenía mucho conocimiento en cuanto a mujeres se refería.
Note que miraba el canalillo del corsé, no es que me molestara pero resultaba curiosa la forma en que lo hacía. Estas alturas no me ofendía todo o nada de lo que pudieran hacer los hombres, yo había elegido eso o tal vez no pero era lo único que podía hacer, a nadie le importaban las prostitutas más que para lo que eran. Si yo fuera un ser sobrenatural sentiría a distancia el nerviosismo e incluso la valentía que el ejercía para simplemente mirarme, trate de ocultar una sonrisa al pensar en eso asique lo único que paso en mi rostro fue que abriera lo labios, no podía mostrar que en cierta forma disfrutaba desarmando a todo el mundo-¿Se encuentra usted bien?-pregunte fingiendo no saber lo que pasaba, se me ocurrieron miles de ideas que podría asociar con mi pregunta pero había una en especial que no pude evitar sacar a flote-Si se siente incómodo en mi presencia lo entenderé, a muchos les importan los comentarios que la gente puede hacer estando a lado de una cortesana-me separe de él, volviendo a guardar distancia, sabía que no era esa la razón de su actitud por eso esperaba que hablara antes de que yo me diera la vuelta y me echara a andar en dirección contraria.
Los labios me temblaron a la par que giraba los ojos de forma cansada. Aquel hombre que me miraba era uno de los visitantes frecuentes del burdel, que me rogara en donde trabaja ya era incómodo para soportar ser reconocida en la calle por él, me gire descaradamente haciendo que mi cuerpo quedara a lado de Theodor, si quería llevarme a la cama necesitaría algo más que suplicas. Ese pensamiento me llevo de nuevo a mi nuevo conocidos que había mencionado ser profesor, levante las cejas instintivamente a pensar que tan bien posicionado podría estar en la sociedad parisina y más aún si era soltero-Me atrevo a decir que usted es extranjero-lo mire a los ojos, claro que era extranjero aunque no estaba muy segura de donde, el apellido, el acento incluso las facciones no eran las típicas parisinas. Suspire pensando en todo lo que debía aprender o más bien en todo lo que aprendí cuando llegue a Paris hace más o menos un año-¿No es así?-algo muy dentro de mí me decía que Theodor no tenía mucho conocimiento en cuanto a mujeres se refería.
Note que miraba el canalillo del corsé, no es que me molestara pero resultaba curiosa la forma en que lo hacía. Estas alturas no me ofendía todo o nada de lo que pudieran hacer los hombres, yo había elegido eso o tal vez no pero era lo único que podía hacer, a nadie le importaban las prostitutas más que para lo que eran. Si yo fuera un ser sobrenatural sentiría a distancia el nerviosismo e incluso la valentía que el ejercía para simplemente mirarme, trate de ocultar una sonrisa al pensar en eso asique lo único que paso en mi rostro fue que abriera lo labios, no podía mostrar que en cierta forma disfrutaba desarmando a todo el mundo-¿Se encuentra usted bien?-pregunte fingiendo no saber lo que pasaba, se me ocurrieron miles de ideas que podría asociar con mi pregunta pero había una en especial que no pude evitar sacar a flote-Si se siente incómodo en mi presencia lo entenderé, a muchos les importan los comentarios que la gente puede hacer estando a lado de una cortesana-me separe de él, volviendo a guardar distancia, sabía que no era esa la razón de su actitud por eso esperaba que hablara antes de que yo me diera la vuelta y me echara a andar en dirección contraria.
Arianne C. Wickham- Mensajes : 4237
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Re: Encuentros casuales {Theodor}
La voz de mi madre resonaba en mi cabeza, no era el recuerdo de unas palabras tiernas o de un canto amoroso, era específicamente aquella vez que estaba mirando a través de una puerta que daba a la habitación de las cocineras de nuestra casa. Nunca había visto un cuerpo femenino casi desnudo y ella era una mujer de no más de 30 años, yo tenía apenas 11. Jamás podré olvidar como el blanco de su ropa contrastaba con su piel tostada, aquellas curvas fueron la imagen constante de mis muchas fantasías adolescentes. Meine mutter tiró de mi cabello cuando me encontró, pero ni sus palabras ni un golpe de la vara que solía tener pudieron borrar la sonrisa que se apoderó de mi cara cada vez que veía a esa mujer en la cocina. Estoy seguro que de haber seguido viviendo en la casa de mis padres habría perdido mi virginidad con ella aunque fuera casi 20 años mayor que yo.
-Arianne…- dije manteniendo la idiota sonrisa que el recuerdo había traído hasta mí. Pronuncié su nombre como lo haría en alemán, sin olvidar alguna letra, Ariane y no Arian como sonaría en otros idiomas. Podría contarle aquel detalle y decirle que yo hablaba más lenguas, pero ese tipo de cosas solían aburrir a la gente en vez de interesarles como lo hacían conmigo. – Soy alemán, aunque hace casi 10 años salí de mi país.- noté su cambio de posición y algo salido de no se donde me hizo tomarla del brazo para comenzar a caminar junto a ella. Era una cortesana y a mi francamente no me importaba, pero al parecer al hombre que la miraba insistentemente sí, él no quitaba sus ojos de encima como si quisiera llevársela o tal vez golpearme por estar junto a ella.
-Estoy bien, y daremos un paseo antes de que esto termine de una forma que no queremos…- miré al frente otra vez sin notar junto a que atracción pasábamos, el parque no parecía divertido cuando no todos podía disfrutarlo. – No llevo ni un año en París… y aunque fuese el hombre más conocido, los comentarios del resto de la gente no me importan. – De eso no tenía duda, tuve que aprenderlo a la fuerza cada vez que mis padres me gritaban lo mucho que deseaban que yo no hubiese nacido, ellos mismos habían destruido la relación con mis hermanos, la relación con todo lo que alguna vez había conocido como familia. Ahora estaba solo, llevaba 10 años valiéndome sólo de lo que podía conseguir gracias a mi propio trabajo. El resto no llenaban mi plato de comida, era mi esfuerzo quien lo hacía.
Di una última mirada al hombre al cual ya habíamos dejado atrás. Cuando no vi que siguiera observándonos solté el brazo de Arianne y me alejé un paso inclinando mi cabeza mientras pensaba una disculpa, - Lo siento, quizás no debí tomarla así… pero creo que aquel… hombre… no estaba actuando correctamente y prefiero evitar tener que llegar a algo más violento, especialmente si hay damas como usted presentes. – Sonreí mientras volvía a mirarla, era comprensible por qué alguien aceptaría unas fracturas en su nombre, realmente esperé que quien hubiese hecho la herida que ella tenía sobre su labio, hubiera sido el ganador de varios golpes más, era como manchar una pintura perfectamente realizada. – Espero que se encuentre bien Arianne, y perdone mi abrupto comportamiento.- me alejé otra vez para darle su espacio, sabía que las cortesanas solían estar a la defensiva, conocía a varias de ellas, incluso a una que me había amenazado con cosas que incluso al más fuerte harían llorar, ella era Claire, no podía olvidarla ni aunque lo intentara.
-Arianne…- dije manteniendo la idiota sonrisa que el recuerdo había traído hasta mí. Pronuncié su nombre como lo haría en alemán, sin olvidar alguna letra, Ariane y no Arian como sonaría en otros idiomas. Podría contarle aquel detalle y decirle que yo hablaba más lenguas, pero ese tipo de cosas solían aburrir a la gente en vez de interesarles como lo hacían conmigo. – Soy alemán, aunque hace casi 10 años salí de mi país.- noté su cambio de posición y algo salido de no se donde me hizo tomarla del brazo para comenzar a caminar junto a ella. Era una cortesana y a mi francamente no me importaba, pero al parecer al hombre que la miraba insistentemente sí, él no quitaba sus ojos de encima como si quisiera llevársela o tal vez golpearme por estar junto a ella.
-Estoy bien, y daremos un paseo antes de que esto termine de una forma que no queremos…- miré al frente otra vez sin notar junto a que atracción pasábamos, el parque no parecía divertido cuando no todos podía disfrutarlo. – No llevo ni un año en París… y aunque fuese el hombre más conocido, los comentarios del resto de la gente no me importan. – De eso no tenía duda, tuve que aprenderlo a la fuerza cada vez que mis padres me gritaban lo mucho que deseaban que yo no hubiese nacido, ellos mismos habían destruido la relación con mis hermanos, la relación con todo lo que alguna vez había conocido como familia. Ahora estaba solo, llevaba 10 años valiéndome sólo de lo que podía conseguir gracias a mi propio trabajo. El resto no llenaban mi plato de comida, era mi esfuerzo quien lo hacía.
Di una última mirada al hombre al cual ya habíamos dejado atrás. Cuando no vi que siguiera observándonos solté el brazo de Arianne y me alejé un paso inclinando mi cabeza mientras pensaba una disculpa, - Lo siento, quizás no debí tomarla así… pero creo que aquel… hombre… no estaba actuando correctamente y prefiero evitar tener que llegar a algo más violento, especialmente si hay damas como usted presentes. – Sonreí mientras volvía a mirarla, era comprensible por qué alguien aceptaría unas fracturas en su nombre, realmente esperé que quien hubiese hecho la herida que ella tenía sobre su labio, hubiera sido el ganador de varios golpes más, era como manchar una pintura perfectamente realizada. – Espero que se encuentre bien Arianne, y perdone mi abrupto comportamiento.- me alejé otra vez para darle su espacio, sabía que las cortesanas solían estar a la defensiva, conocía a varias de ellas, incluso a una que me había amenazado con cosas que incluso al más fuerte harían llorar, ella era Claire, no podía olvidarla ni aunque lo intentara.
Theodor Wiesengrund- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 04/11/2010
Re: Encuentros casuales {Theodor}
Lo mire un tanto extrañada de que repitiera mi nombre, muchas personas lo decían incorrectamente, sin la e y tenía que admitir que aunque muchas veces no se viera la diferencia si había una muy grande. Recordé la vez en que un cliente me dijo que tenía que tener sumo cuidado con mis papeles personales, que no tenía, porque con una letra que estuviera mal era como si yo no existiera. El aire tenía una atmosfera peculiar, no era como el burdel que siempre rondaba al olor a sexo y alcohol, entre mi acompañante y yo había cierta tranquilidad que no había experimentado hasta ese momento, tal vez porque no era un cliente me gustaba escuchar lo que decía.
Un alemán, repase la palabra completamente, después en silabas hasta letra por letra-Sabia que no podía equivocarme-dije orgullosa de mi buen instinto, aunque en realidad no era difícil-Yo soy de Inglaterra, pero no llevo tanto tiempo fuera de mi país como usted-succione mi propio labio pensando en que no extrañaba muchas cosas de Londres, de hecho ninguna.
Gire la cabeza apenas dándome tiempo de entender sus palabras, el parecer no le importaba que yo fuera una deshonra y agradecía que me alejara del acosador que sabe dios como me había encontrado. Vi perderse entre la multitud la figura del otro hombre que después de unos minutos se hizo borrosa ante mis ojos, suspire aliviada y volví a poner mi atención a mi salvador, tenía razón, yo me había topado con personas extrañas últimamente y no sabía cómo podría reaccionar el tipo ese si no hubieras salido de su rango de visión. Toque con la lengua la cara externa de mis dientes para acto seguido de sonreírle agradecido-Gracias por salvarme pero no se preocupe…si intentaba algo yo tengo mis formas de vengarme-asegure amenazadoramente. Tenía a Magnolia de mi lado y a muchas personas que me protegían, nadie podía tocarme o atentar contra mí, si bien no tenía mucho que perder aparte de mi belleza y mi miserable mía los demás tenían mucho que perder en comparación si yo habría lo boca.
-Ya le dije que no tiene por qué preocuparse-dije cuando me soltó del brazo y se alejó para disculparse-En todo caso usted debería de ser el menos afectado, no permitiría que por mi alguien resultara herido-no era quien para decir eso pues yo misma tenía un golpe pero era mi golpe, de nadie más y al final de todo yo no pude defenderme para evitarlo, el golpe había sido demasiado fuerte. Me sorprendía que alguien pensara en evitar un problema causado por mí. Me puse a pensar en Theodore pero el había dicho que no le importaba la opinión pública, había inspeccionado cada palabra y acto de él, sonaba sincero, no sabía cómo es que me seguía lloviendo ayuda y atenciones, seguramente era suerte o yo fingía muy bien-Estoy bien, en verdad-añadí después de un momento de mucho pensar.
Un alemán, repase la palabra completamente, después en silabas hasta letra por letra-Sabia que no podía equivocarme-dije orgullosa de mi buen instinto, aunque en realidad no era difícil-Yo soy de Inglaterra, pero no llevo tanto tiempo fuera de mi país como usted-succione mi propio labio pensando en que no extrañaba muchas cosas de Londres, de hecho ninguna.
Gire la cabeza apenas dándome tiempo de entender sus palabras, el parecer no le importaba que yo fuera una deshonra y agradecía que me alejara del acosador que sabe dios como me había encontrado. Vi perderse entre la multitud la figura del otro hombre que después de unos minutos se hizo borrosa ante mis ojos, suspire aliviada y volví a poner mi atención a mi salvador, tenía razón, yo me había topado con personas extrañas últimamente y no sabía cómo podría reaccionar el tipo ese si no hubieras salido de su rango de visión. Toque con la lengua la cara externa de mis dientes para acto seguido de sonreírle agradecido-Gracias por salvarme pero no se preocupe…si intentaba algo yo tengo mis formas de vengarme-asegure amenazadoramente. Tenía a Magnolia de mi lado y a muchas personas que me protegían, nadie podía tocarme o atentar contra mí, si bien no tenía mucho que perder aparte de mi belleza y mi miserable mía los demás tenían mucho que perder en comparación si yo habría lo boca.
-Ya le dije que no tiene por qué preocuparse-dije cuando me soltó del brazo y se alejó para disculparse-En todo caso usted debería de ser el menos afectado, no permitiría que por mi alguien resultara herido-no era quien para decir eso pues yo misma tenía un golpe pero era mi golpe, de nadie más y al final de todo yo no pude defenderme para evitarlo, el golpe había sido demasiado fuerte. Me sorprendía que alguien pensara en evitar un problema causado por mí. Me puse a pensar en Theodore pero el había dicho que no le importaba la opinión pública, había inspeccionado cada palabra y acto de él, sonaba sincero, no sabía cómo es que me seguía lloviendo ayuda y atenciones, seguramente era suerte o yo fingía muy bien-Estoy bien, en verdad-añadí después de un momento de mucho pensar.
Arianne C. Wickham- Mensajes : 4237
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Re: Encuentros casuales {Theodor}
Daba lo mismo la edad, la clase social o incluso el trabajo. Si se trataba de mujeres yo siempre lo arruinaba. Tenía frente a mí a una mujer hermosa, aunque la palabra hermosa se quedaba algo corta. Era quizás la forma como insistentemente jugaba con su boca, sus dientes, sus labios, o quizás sentirme protector con ella, pero algo me impedía actuar como un chiquillo asustado. Veintisiete años, veintisiete miserables años y aún me temblaban las manos cuando alguna muchacha bella me miraba. A mí, no a través de mí como solía ser. Arianne se cansaría de mí como lo hacían todas las personas, especialmente porque no hablaba tan bien el francés como quisiera y eso podría llevar a que las personas creyeran que era un poco tímido, aunque si lo soy, gracias familia por convertirme en eso.
Apenas un par de veces había visto algún tipo de pelea seria, no contaré las veces en que mi hermano o mi padre me golpearon, esas no eran peleas, no cuando sólo una parte involucrada golpeaba y la otra se protegía la cara con los brazos. Mis músculos me hacían sentir confiado en situaciones así, una vez había derribado a alguien con un puñetazo, en mi primera y única pelea, el tipo lo merecía, especialmente por molestar a alguien que pensé era importante para mí, alguien que ahora no era más que otro nombre en una breve lista. – Debo decirle que dos de las cosas que dijo están llamando profundamente mi atención… - la miraba a los ojos y eso en vez de hacerme tartamudear, parecía alentarme a hablar más tranquilo, - ¿Tantas veces ha sufrido que ya tiene claras las formas de vengarse? – quizás la pregunta era demasiado entrometida, pero por lo general no me controlaba cuando la curiosidad era mayor, otro mal de ser un investigador.
Carraspeé, sólo porque la vergüenza me había dejado con la garganta un poco seca, - Lo segundo… creo que difiero con usted… - dije mirándola más fijamente como si eso ayudara que ella no dudara de mi veracidad, - en eso de que no permitiría que nadie resultara herido por usted… - sabía que ella no estaba entendiéndome pero a medida que intentaba explicarme más parecía que las palabras se enredaban, - ¿no cree que quizás alguien ya se ha enamorado de usted y le ha herido el corazón? Aún cuando estoy segura que no lo haría a propósito… pero quizás si ha sucedido… o tal vez, mademoiselle Arianne, alguien si desee voluntariamente ser herido en su nombre… - ella no entendería mi punto de vista, estaba seguro, especialmente porque nadie se daba cuenta del poder que tenía en otros hasta que era demasiado tarde. Las cortesanas estaban llenas de él, eran quizás las mujeres más poderosas de cada planeta, especialmente porque su poder no tiene nada que ver con algo meramente económico.
-No se subestime Fraülein… - sabía que ella no lo hacía, pero aún así sentí la necesidad de decirselo, - no desconfíe de lo que es capaz. Estoy segura que es usted muy buena en su trabajo, independiente de si lo disfruta o no, se que es una excelente oportunidad para que demuestre todo lo que tiene. Las vueltas de la vida son algo extrañas, por eso prefiero investigarlas para al menos tratar de entenderlas… - ¿de dónde había salido toda esa charla? Parecía una de sus antiguas clases en Austria, donde para animar a aquellos pequeños grupos de gente preparaba discursos que inspirarían a cualquiera. Ella no era cualquiera, o quizás sí, aquello dependería de las decisiones que tomara, y desde ese punto el peso haría que todo calzara en su lugar. Sonreí de lado creyendo que ella no notaría el incómodo silencio entre nosotros provocado por mí. Debía anotar en alguna parte que no podía comenzar a divagar mientras conversaba con alguien.
Apenas un par de veces había visto algún tipo de pelea seria, no contaré las veces en que mi hermano o mi padre me golpearon, esas no eran peleas, no cuando sólo una parte involucrada golpeaba y la otra se protegía la cara con los brazos. Mis músculos me hacían sentir confiado en situaciones así, una vez había derribado a alguien con un puñetazo, en mi primera y única pelea, el tipo lo merecía, especialmente por molestar a alguien que pensé era importante para mí, alguien que ahora no era más que otro nombre en una breve lista. – Debo decirle que dos de las cosas que dijo están llamando profundamente mi atención… - la miraba a los ojos y eso en vez de hacerme tartamudear, parecía alentarme a hablar más tranquilo, - ¿Tantas veces ha sufrido que ya tiene claras las formas de vengarse? – quizás la pregunta era demasiado entrometida, pero por lo general no me controlaba cuando la curiosidad era mayor, otro mal de ser un investigador.
Carraspeé, sólo porque la vergüenza me había dejado con la garganta un poco seca, - Lo segundo… creo que difiero con usted… - dije mirándola más fijamente como si eso ayudara que ella no dudara de mi veracidad, - en eso de que no permitiría que nadie resultara herido por usted… - sabía que ella no estaba entendiéndome pero a medida que intentaba explicarme más parecía que las palabras se enredaban, - ¿no cree que quizás alguien ya se ha enamorado de usted y le ha herido el corazón? Aún cuando estoy segura que no lo haría a propósito… pero quizás si ha sucedido… o tal vez, mademoiselle Arianne, alguien si desee voluntariamente ser herido en su nombre… - ella no entendería mi punto de vista, estaba seguro, especialmente porque nadie se daba cuenta del poder que tenía en otros hasta que era demasiado tarde. Las cortesanas estaban llenas de él, eran quizás las mujeres más poderosas de cada planeta, especialmente porque su poder no tiene nada que ver con algo meramente económico.
-No se subestime Fraülein… - sabía que ella no lo hacía, pero aún así sentí la necesidad de decirselo, - no desconfíe de lo que es capaz. Estoy segura que es usted muy buena en su trabajo, independiente de si lo disfruta o no, se que es una excelente oportunidad para que demuestre todo lo que tiene. Las vueltas de la vida son algo extrañas, por eso prefiero investigarlas para al menos tratar de entenderlas… - ¿de dónde había salido toda esa charla? Parecía una de sus antiguas clases en Austria, donde para animar a aquellos pequeños grupos de gente preparaba discursos que inspirarían a cualquiera. Ella no era cualquiera, o quizás sí, aquello dependería de las decisiones que tomara, y desde ese punto el peso haría que todo calzara en su lugar. Sonreí de lado creyendo que ella no notaría el incómodo silencio entre nosotros provocado por mí. Debía anotar en alguna parte que no podía comenzar a divagar mientras conversaba con alguien.
Theodor Wiesengrund- Cazador Clase Media
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Re: Encuentros casuales {Theodor}
Levante la barbilla interesada en lo que decía, era un hombre bastante interesante y debía admitir que no era nada feo así que eso le daba un plus, aunque en ese momento él tenía toda mi atención desvié la mirada hacia el lado derecho ¿Qué si me habían lastimado? Habían hecho de mi lo que quisieron cuando era más joven, según yo me había olvidado de todo eso pero era un engaño para que nadie revolviera esa parte de mi pasado que todavía me erizaba la piel, rodé los ojos con un gesto algo cansado, no por él si no porque en verdad no quería ahondar mucho en esas piezas que eran como limón en una herida reciente-No podría imaginarse cuanto tenemos que pasar-lo mire a los ojos firmemente, ya no tartamudeaba y no parecía tan inseguro como en un principio-Tenemos que aprender a defendernos para no acabar muertas-“Como mi madre” pero ella era débil y no me consideraba ni un poco con ella. Renegar de la sangre era malo pero no tenía nada que agradecerle, ella me había metido a ese mundo y se habían ido o más bien me la habían quitado.
-Sé que suena dramático pero conozco a varias chicas que no tienen tanta suerte como yo-me lleve dos dedos a los labios y me los pase por la herida, frotando varias veces pero rápido para no provocarme comezón-Esto no es nada-sonreí como si todo eso me resultara gracioso aunque por dentro muchas veces tenía miedo. Aquel hombre parecía que me conocía mejor que incluso yo misma, me sorprendía como daba en el clavo de cierta forma a lo que me pasaba, primero su suposición sobre lo mucho que pude haber sufrido y ahora con eso de que muchos hombres se enamoraban de mí y que en verdad tenían conciencia sobre los hombres que salían heridos por mi culpa.
El hecho de recordar a los muchos que pedían que solo fuera de ellos me hizo soltar una carcajada cantarina, me tape la boca mientras lo miraba con gesto divertido-¿Enamorarse? ¿De mí?-negué con la cabeza y después con la mano que tenía en la boca levante un dedo negando para enfatizar mis preguntas-No lo creo…ningún cliente u hombre se enamoraría de una prostituta, simplemente nos quieren para…bueno usted ya sabe-me lleve una mano a la cintura cambiando mi peso de pierna-En el caso de que quisieran recibir un golpe voluntario solo pelearían por poseerme, no por mi amor-me encogí de hombros, eso había sonado bastante sereno para venir de mí, es decir si sabía el efecto que causaba en las personas y muchas veces me aprovechaba pero también tenía bien claro que yo era una puta y que aunque quisiera nunca dejaría de serlo ¿Por gusto u obligación? Siempre me preguntaba lo mismo, creo que aunque odiaba ser lo que era y al principio solo lo hacía porque necesitaba vivir al final de cuentas ya le había encontrado el chiste y le gusto a todo eso.
-Es un hombre muy interesante, debería de decir que como pocos-le sonreí-Ningún hombre estaría seguro del buen trabajo de otra persona sin antes verlo o en mi caso experimentarlo…Es valiente en decirlo-no era por querer darme ánimos falsos pero si, últimamente tenía a más hombres buscándome, muchas veces cumplía las fantasía extrañas de los tipos gordos que me visitaban, las caras infantiles y cuerpos de mujeres eran la moda en los burdeles y si a eso le sumaban que la mayoría de nosotras trabajamos como si se nos fuera la vida en ella resultaba una combinación si no extraña bastante peculiar
Off: Siento lo corto u.u
-Sé que suena dramático pero conozco a varias chicas que no tienen tanta suerte como yo-me lleve dos dedos a los labios y me los pase por la herida, frotando varias veces pero rápido para no provocarme comezón-Esto no es nada-sonreí como si todo eso me resultara gracioso aunque por dentro muchas veces tenía miedo. Aquel hombre parecía que me conocía mejor que incluso yo misma, me sorprendía como daba en el clavo de cierta forma a lo que me pasaba, primero su suposición sobre lo mucho que pude haber sufrido y ahora con eso de que muchos hombres se enamoraban de mí y que en verdad tenían conciencia sobre los hombres que salían heridos por mi culpa.
El hecho de recordar a los muchos que pedían que solo fuera de ellos me hizo soltar una carcajada cantarina, me tape la boca mientras lo miraba con gesto divertido-¿Enamorarse? ¿De mí?-negué con la cabeza y después con la mano que tenía en la boca levante un dedo negando para enfatizar mis preguntas-No lo creo…ningún cliente u hombre se enamoraría de una prostituta, simplemente nos quieren para…bueno usted ya sabe-me lleve una mano a la cintura cambiando mi peso de pierna-En el caso de que quisieran recibir un golpe voluntario solo pelearían por poseerme, no por mi amor-me encogí de hombros, eso había sonado bastante sereno para venir de mí, es decir si sabía el efecto que causaba en las personas y muchas veces me aprovechaba pero también tenía bien claro que yo era una puta y que aunque quisiera nunca dejaría de serlo ¿Por gusto u obligación? Siempre me preguntaba lo mismo, creo que aunque odiaba ser lo que era y al principio solo lo hacía porque necesitaba vivir al final de cuentas ya le había encontrado el chiste y le gusto a todo eso.
-Es un hombre muy interesante, debería de decir que como pocos-le sonreí-Ningún hombre estaría seguro del buen trabajo de otra persona sin antes verlo o en mi caso experimentarlo…Es valiente en decirlo-no era por querer darme ánimos falsos pero si, últimamente tenía a más hombres buscándome, muchas veces cumplía las fantasía extrañas de los tipos gordos que me visitaban, las caras infantiles y cuerpos de mujeres eran la moda en los burdeles y si a eso le sumaban que la mayoría de nosotras trabajamos como si se nos fuera la vida en ella resultaba una combinación si no extraña bastante peculiar
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Arianne C. Wickham- Mensajes : 4237
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