Espero que no sea demasiado tarde [Anya]

por **Theodor Wiesengrund** Lun Ene 17, 2011 4:02 pm

-¡Mierda!- mi zapato estaba ahora mojado y no era necesario recordar que ese era mi único par decente. El muchacho había pasado corriendo a mi lado con un balde con algo que parecían pescados y bastante agua. Ni siquiera se detuvo para pedir disculpas, sólo siguió corriendo como si tuviera demasiada prisa, tanta, como para olvidar los buenos modales. – Malditos niños…- refunfuñé como el casi ermitaño que era, un tipo demasiado amargado quizás para la edad que tenía. Quizás así era cuando en tu vida no habían motivos para actuar de otra forma, no había forma alguna de saberlo realmente.

Saqué un pañuelo pero me arrepentí, lo del zapato no era sólo agua, ya parecía barro y no me convenía además arruinar el mejor pañuelo que tenía, es verdad que estaba algo viejo, pero era también el único recuerdo de mi hermana que me quedaba. De seguro ella ni recordaba que alguna vez lo bordó para mí, a ojos de cualquiera luciría desprolijo, pero Adalia tenía sólo 10 años cuando lo había hecho, nunca pude entender la idea de que niñas tan pequeñas se dedicaran a eso en vez de aprender algo que realmente pudiera servirles. Ya la imagino ahora casada, quizás hasta con hijos, ¿cómo luciría? Busqué con la mirada en un tonto juego por encontrar a alguien que pudiera ser la imagen de esa pequeña, gran error.

¿De dónde habías salido? ¿Será que mis ojos comienzan a fallar? El resto de los colores parecen demasiado opacos a tu lado. Miré a mi alrededor para ver si alguien más notaba el brillo en ti, o como tu cabello parece moverse lentamente mientras intento descubrir cual elemento de tu rostro es más hermoso, parece como si fuera una competencia y todos hubieran empatado en el primer lugar. ¿Puedes darle algo de tu belleza a los otros? Deben sentirse en clara desventaja cada vez que apareces. Mis pasos me llevaron a ella sin darme cuenta y algo raro apareció en mi cara, el reflejo en el agua me indicó que era una sonrisa, una que te dedicaba.

Necesitaba mirarte más de cerca, sólo eso porque hablarte parecía una tarea imposible, se que alguien como ella jamás podría fijarse en alguien como yo. Mi familia me lo dejó en claro, nada mi está bien, no destaco, no llamo la atención, hasta a ratos creo ser invisible. Gruñí inconscientemente cuando un hombre que quizás era unos años mayor que yo chocó con mi hombro. Era obvio que no me había visto, como tantos otros. No escuché su disculpa si es que la hubo, me hipnotizó la idea de que los ojos del ángel que tenía frente a mí pudieran haberse dirigido hacia donde estaba. Seguramente fue mi imaginación, nada más. – Eres un idiota…-

por **Anya S. Srêcko** Vie Feb 25, 2011 12:37 am

Llegaba a un nuevo lugar empujada por la ciega voluntad de mis padres, llegaba empujada por la mano negra de mi madre, que pretendía imponerme un futuro como había ocurrido con ella una vez hacía tanto tiempo, ella pretendía repetir la historia con sus dos hijas, y destinándonos a matrimonios sin amor, a gritos y discusiones eternas y sin sentido. -Maldición, odio todo esto- murmuré en voz baja, mientras miraba por la borda el agua chocando contra el barco, yendo y viniendo. El viaje hubiese sido placentero, sino hubiese tenido la duda de con quién me obligaría a compartir mi existencia, de quien debería huir en las noches de luna llena.

Yo era un alma libre, no me resignaba a aquello, no quería casarme, quería disfrutar de mi vida sin ataduras, sin limitación, y lo haría, aunque tuviese que pasar por encima de todos, aunque tuviese que llevar al extremo mi rebeldía, no me detendría, aquello sería una lucha personal en busca de mi libertad. No sabía como lo haría no tenía ni la más mínima idea de que haría, pero eso nunca había sido un problema para mí. Mientras veía como nos acercábamos al puerto intentaba inútilmente trazar un plan en mi cabeza, pero no se me ocurría nada, no conocía a nadie más que mi hermana, por lo que nadie me podía ayudar en ello.

Cerré los ojos por lo que me pareció un segundo, sabía que había sido más tiempo, había intentado despejar mi mente sintiendo el viento rozando mi rostro. Cuando finalmente los abrí ya habíamos llegado al puerto, miré la ciudad que se alzaba imponente ante mí, y como la gente en el barco se alborotaba buscando sus cosas para bajarse de él. Bajé del barco sola, dejando que mis sirvientes fuesen por mi equipaje, no quería que nadie me distrajera de mi miseria mientras no tuviese idea de que haría.

Avancé entre la gente con aire altivo, no conocía aquella ciudad, ni aquel país, pero aquello no me detendría nunca lo había hecho, ni nunca lo haría. Iba con la cabeza metida en mis asuntos, distraída de lo que me rodeaba, choqué con más de una persona en el camino, mientras mis sirvientes intentaban seguirme el paso. Se suponía que mi prometido debería haber enviado un carruaje me llevara al hotel, pero nada, nadie parecía esperarme ahí, no me iba a quedar de brazos cruzados, miré alrededor y reparé en un chico que parecía llevar rato mirándome. Me acerqué a él sonriéndole encantadoramente -Disculpe ¿me podría decir cómo llegar al Hotel des Arenes?- le pregunté con un francés algo torpe y poco fluido producto de la falta de práctica –Es que mi carruaje no ha llegado- dije a modo de disculpa haciendo una reverencia, comportándome como se suponía que debía hacerlo, sin ser para nada yo misma.

Espero que no sea demasiado tarde [Anya]

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