Vidrieras policromadas [Nimue Bellamy]

por **Lakme** Mar Ene 18, 2011 4:25 pm

El sol quiso morir en aquella tarde rojiza, y solo ápices de efímera luz traspasaba entre los vidrios de colores rosados y azules, así destacando el dorado de las escenas, en aquella capilla oculta bajo los muros del Palacio de Justicia.. Infranqueable para unos y accesible para otros, solo había que tener un poco más de dinero en el bolsillo o dejarse llevar por la picaresca para adentrarse en aquel lugar sagrado y exclusivo
Su caso no había sido ni el uno ni el otro, una brutalidad estremecedora le había dado el acceso dejando atrás, un rastro de muerte e inertes cuerpo.

Las voces profundas llevadas por el eco, los rezos de la tarde, como cánticos benditos se habían silenciado.

Sentada sobre uno de los tronos de maderas oscura, con la cabeza atrás mostraba un gesto hierático. Sus ojos contemplaban con calma el sin fin de escenas que le rodeaban, plasmadas en aquellas vidrieras.
Un corsé atrevido, que elevaba sus pechos, al compás del latir de su corazón saciado por la sangre. Sus ropas albas estaba teñidas del escarlata ajeno, al igual que sus labios y manos, aferradas al sin fin de rosarios robados y colgantes entre sus dedos.
Una cascada de desordenado azabache, caía tras el respaldo, y sobre la piel dorada, palpitante de aparente humanidad, y una lágrima única y transparente, se deslizaba por su ojos verdes y calmados, los cuales antes eran rojizo y llenos de una fiereza hambrienta.

¿Por qué una lágrima en el rostro pétreo de la apariencia humana? Ella era demasiado humana, para ser inmortal, pero... Quien sabía...

por **Nimue Bellamy** Miér Ene 19, 2011 10:53 am

Todo tenía un porque. yo sin apenas saberlo había vuelto a dejar valvar mi imaginación a causa del hambre. Esa tarde , había salido por primera vez del cementerio en varios días. El sol se escondida, pero a mi me cegaba , era como un recién nacido que veía el mundo por primera vez. Observé el cielo rojizo y respiré con profundidad, intentando apartar de mi mente todas las cosas que me habían pasado en los últimos meses.

El hambre había hecho mella en mi, las tripas me rugían como cual león cuando se abalanzaba sobre su presa. Motivaba por la hambruna había decidido poner en practica aquella artimaña que otras muchas veces me había resultado fructuosa: robar en las pequeñas- o grandes catedrales - las ofrendas que los fieles dejaban a su Dios.

Me mezclé con la gente en aquel anochecer frío de invierno, donde los más adinerados iban bien abrigados yo solo llevaba como indumentaria un vestido raído de color negro, fino aunque suficiente para no haberme congelado en la soledad del mausoleo. Llegué a aquella grandiosa catedral su arquitectura me había fascinado desde la primera vez que la había visitado y que por desgracia, o por suerte no había podido entrar a ver su magnificencia. Ahora como venganza iba a robar todo aquello que podía y más.

Sorprendida por la poco concurrencia que tenía el lugar me aventuré a adentrarme en el por la puerta principal. Solo al entrar puede ser consciente de aquello que me había temido: La gente estaba tirada en el suelo, inerte, sin más reflejo en sus ojos que el de las imágenes religiosas que se dibujaban en sus pupilas blancas. contuve el aliento. Que mas daba, muertos están mejor, así yo podría aprovecharme de la situación. Los haces de luz rojiza entraban por las vidrieras dándole a aquella catedral un tono lúgubre pero encantador. Me dirigí hacia una de las imágenes más atrevidas que podía encontrase en una catedral, sus cabellos negros y largos parecían un telón negro tupido, sus rasgos eran asombrosamente bellos. una imagen de lo que yo hubiera llamado la mujer perfecta. Sentada en un trono de madera oscura parecía más diosa que el mismo Jesús crucificado. Casi abrí la boca de pura admiración. Pero algo no cuadraba en aquella escena, su vestimenta era como si estuviera fuera de lugar, es más, era demasiado atrevida como para ser una imagen de una santa. Todo lo comprendí al instante.

-Has sido tu...-dije en un susurro , no por temor sino por la admiración que su extraña belleza me había causado, a su lado la mujer más bella hubiera parecido una pordiosera.

por **Lakme** Miér Ene 19, 2011 4:07 pm

La transparente lagrima continuo su recorrido por aquel rostro de piel perfecta, fundiéndose con algún que otro salpico de color rojizo.

Su respiración continuaba siendo agitaba, como si hubiese hecho algún sobre esfuerzo hacía apenas un momento, y ciertamente era así, moverse de aquel modo que la convertía casi invisible, beber de aquellas gargantas ensangrentadas, que había dejado atrás sin reparo... Y volver a sentir el calor y rubor en sus mejillas de humanidad, gracias a aquellas sangre ingerida, le suponía un esfuerzo, ya que, a pesar de que poseía el control de su parte más animal, prefería dejarse llevar y perder el control, salvajemente.

Alguien había entrado en la Santa Capilla, ella no se movió ni un ápice, y de reojo observo algunos de los cadáveres que había dejado tras de sí. Inocente el mortal por no haberse dado cuenta donde estaba entrando.

Cerca de una de las tronas sacerdotales, continuaba ella sentada con su rostro hacia atrás, mirando el techo estrellado, entre al azul oscuro pintado con tanto detalle.

Que poca importancia se le daba aquel lugar tan hermoso, que en aquel día iba perdiendo su luz rosada que se filtraba entre las vidrieras muriendo, así llegando la oscuridad nocturna.

Lakme alzo su mano ensangrentada con lo ajeno, el sonido de chocar de miles de rosarios colgados en su muñeca, denoto el movimiento, Lakme los observo distraída, ignorando la voz de la chica que acaba de entrar y le había hablado.

Su rostro era hierático, su cuerpo permanecía quieto, tan solo sus ojos verdes, enigmáticos y felinos se volvieron hacia la mortal, observándolo en silencio. Y fue un largo e inquietante silencio...

De repente se levanto, si decir nada, pero sin apartar sus ojos aquella chica, parecían examinadores... Inquisitores.

por **Nimue Bellamy** Dom Ene 23, 2011 3:57 pm

Un sonido que no llegué a descifrar inundó la capilla. Entendí entonces el peligro de aquella situación.Si no moría a manos de aquel ser que había acabado con la vida de los cuerpos que se habrían paso a mi espalda podrían culparme a mi de su muerte. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Pese a que mi mente estaba ya en funcionamiento y pensando en una huida rápida y segura mi cuerpo seguía paralizado. En una especie de ensoñación viendo aquella figura tan exótica.

La luz rojiza del anochecer se había esfumado ya y en la capilla el techo- el cual simulaba el cielo repleto de estrellas- parecía un mar oscuro y en calma. La calma. Solo de pensar que pronto se acabaría me ponía los pelos de punta. di unos pasos hacía atrás, torpemente. Sin apartar la mirada de lo que ya sabía que tenía frente a mi.Y si no lo sabía al menos lo intuía. Tropecé en el intento de huir poco a poco con un cuerpo y caí de espaldas dándome con el suelo y haciendo que el silencio tan incomodo se rompiera. La figura de aquella mujer se alzo majestuosa ante mi mirada llena de temor y asombro. ¿Sería ese mi final?

-Por favor...-dije en susurro sin apenas darme cuenta del motivo de mi suplica ni de si esta sería concedida. no acertaba a decir otras palabras, no podía levantarme del suelo. Mis ojos iban de la figura de la mujer a los bultos que formaban los cuerpos sin vida en el suelo.]b]-No me haga daño, te lo suplico. Déjame ir.Valgo más viva que muerta, puedo hacer lo que usted quiera. Pero por favor no me mate mademoiselle[/b]

Cerré los ojos con fuerza y los volví a abrir esperando que la imagen de aquella mujer hermosa desapareciera . deseando que todos aquellos cuerpos también lo hicieran y que mi mente me estuviera jugando una mala pasada.

por **Lakme** Dom Ene 23, 2011 5:22 pm

Su vista se aparto de aquella joven que acaba de caer sobre el suelo.
Lakme miraba con un gesto indescifrable, el cielo artificial y estrellado de aquella enorme capillas, mientras el dorado se volvía oscuro junto a la noche.

La joven en el suelo, rogaba por su vida, Lakme la miro de reojo, y solo le basto un instante, para pensar que aquellos ojos huidizos y temerosos por su vida le recordaba a aquellos ojos, que había visto miles de veces a sus víctimas antes que de que piadosamente o no, acabase con sus vidas.
¿Por qué debía de dejarle con vida? Ciertamente, estaba demasiado saciada, para beber de más de ella, podía divertirle aquella noche, y luego más tarde si la sed volvía a nacer en su garganta, saciarse sin remordimiento.

-Hermosas escenas, ¿no crees? Y hermosa la noche reflejada en los frescos. Noche, tan.. -Lakme camino hacia ella, su vestido se inflo al caer arrodillada frente a la joven, su mirada suave, se dirigía a sus manos entrelazadas sobre su regazo, no pálidas del todo, sino con un tono dorado, muy humano. Su cuello se movió elegantemente, así cayendo algunos mechones de su negro pelo sobre su rostro. -...efímera como la vida humana. ¿por qué elegiría la vida? ¿por qué lucharías por seguir poseyéndola? Es demasiada corta...

Su voz melosa y sensual sobre el mortífero silencio, podía conseguir erizar la piel de un modo excitante, a cualquiera con tan solo escucharla. Sus ojos felinos, verdes y enigmáticos se clavaron en lo de la joven mortal, sin mostrarle nada, ella era una efigie hermosa como una deidad de otros tiempo, un reflejo de una mortalidad que no poseía.

-... demasiada única, y solo la valoráis cuando la muerte os amenaza. ¿por qué lucharías por ella? Dame un motivo.

por **Nimue Bellamy** Lun Ene 24, 2011 2:26 pm

Lentamente se acercaba pronunciado esas palabras de una forma melodioso.Era cierto. ¿Por que debía suplicar por mi vida? De todas maneras poco iba a lograr en este mundo con el esfuerzo que estaba derrochando. Quizás lo más fácil sería morir y así olvidarse de todo. Pero aún así aquello no era lo correcto.

Me levanté y la miré fijamente a los ojos. He de reconocer que no era fácil mantener su mirada tan salvaje y amenazadora. Aún así mantuve mi mirada firme y mi cuerpo erigido. Como si el hecho de separarme de mi vida en breve no me importase lo más mínimo, es más, que deseaba morir.

-Porque la muerte solo solucionaría todos mis problemas. La vida es más cruel con aquellas personas que no se lo merecen , por ejemplo mientras que ricos se rodean de oro y lujos, yo paso frío y calamidades. Si de verdad quieres hacer sufrir a una persona déjala vivir. Pues la muerte solo solucionaría todos sus problemas. Por otra parte, la vida me parece demasiado bella como para desprenderse de ella sin luchar al menos hasta quedarse sin aliento. Supongo que en algún momento de tu larga vida has pensado que preferías morir a soportar la soledad y la angustia. O que las cosas que nos ofrece el mundo merecen ser vistas y admiradas y que gracias a tu eternidad puedes ver esas cosas bellas. -hice una pausa y la mire, a cada palabra que decía iba convenciéndome más de que quería vivir. No ya solo por mi, también por la única persona que me tenían estima.-Por otra parte, si me dejas con vida, cosa que dudo mucho si me permites decirlo, te he dicho que te serviré en todo propósito. Yo ya soy un parásito de los más ricos. Soy muy polivalente, lo mismo te puedo conseguir de una forma fácil victimas, como tocarte el violín en tus fiestas privadas.-Añadí con una sonrisa insegura.

por **Lakme** Mar Ene 25, 2011 2:13 pm

Lakme no mostraba ningun atisbo de humanidad en sus ojos, a pesar de que su físico mostraba todo lo contrario. Al notar como aquella pequeña mortal no bajaba sus ojos, era más, era atrevida, sus labios voluptuosos se curvaron, formando una gélida y juguetona sonrisa.

De nuevo aquel zumbido en su cabeza, los pensamientos de ella se reflejaban en su mente, ella tenía ese don, era capaz de ver lo que los demás pensasen, incluso transmitir sus propios pensamientos.

-La vida siempre ha sido injusta, pero no te creas que la muerte lo va a ser...

La interrumpió por un instante en su discurso, mientras caminaba a su alrededor, alzando su rostro, distraída con las vidrieras, por un instante parecía hacer oídos sordos a lo que ella le argumentaba, parecía que no le importase ni lo más minimo su justificación.
En cuanto ella hizo su breve pausa, su leve paseo terminó, de nuevo quedando frente a ella. Lakme se aparto de su rostro un mechón azabache de un modo coqueto, para luego alzar sus felinos ojos verdes a ella, examinándola constantemente. En cierto modo tenía razón, en una vida tan longeva había demasiadas cosas que cuestionarse, que conocer, incluso la existencia. La vida no era lo mismo para la inmortal que lo había sido en un pasado, pero bueno solo le quedaba admirar y dejarse llevar por los pequeños placeres.

De nuevo ella continuo hablando, hasta que finalizo, dudosa, asustadiza.

-Te contradices, deseas la muerte, pero la vida te es mas atractiva, ya veo... ¿Víctimas? Creo que me sobran, y no necesito servidores. Dejame, pensar, algo se me ocurrirá.

Un paso tras otro, y una mirada amenazante, Lakme acerco su rostro al de ella, posando su mejilla junto a la suya, sus labios se movieron susurrantes.

-Por ahora, solo me sirves de juguete, para nada mas... -Un beso en su mejilla, demasiado gélido, una mordida en la oreja de la mortal, otro beso suave deslizante por su rostro y en cuanto llego a sus labios, se dispuso una parada. -Juguemos al juego del “veo, veo”, yo empiezo.

Dolorosa la punzada de sus colmillos hundirse en los labios de la mortal, y sus brazos delicados pero con fuerza petrea sujetando al cuerpo de aquella joven.
Sentir en sabor férreo del escarlata vertirse por su garganta deslizante, estaba saciada, pero le gustaba mirar en la sangre de los demás, podía ver más que a través de los pensamientos.

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