El hambre es la madre de...(libre)

por **Anette Coratella** Miér Ene 19, 2011 7:36 pm

Estaba por las calles de Paris como todas las noches buscando algo que llevarme a la boca, o alguien dispuesto a darme algo de dinero a cambio de favores.
Como todas las noches, mi estomago rugia de hambre, vi un trozo de pan en el suelo, normalmente lo hubiese mirado con cara de asco, pero hay quien dice que el hambre es la madre de todos los apetitos y todos los gustos, nunca nadie me parecio tan sabio que quien dijo esa celebre frase, lo cojí y miré como si fuese un gran trozo de pavo, me lo iba a comer, pero al mirar a mi derecha ví a un crio que seguramente lo necesitase mas que yo.

- ¿Tienes hambre?- Dije viendo como asentia y debatiendome entre mi hambre y mi moral, me arrodille frente al chico y le di aquello que iba a ser mi cena, viendo como tras cojerlo, él salía corriendo. Le ví desaparecer y las lagrimas llegaron a mis ojos, me senté en el suelo dejandolas salir sin saber muy bien como sentirme exactamente

por **Magnolia Velvet** Jue Ene 20, 2011 11:04 pm

La noche era fría, lo bastante como para que el vestido no cubriera lo suficiente para que el clima me calara hasta los huesos pero había sido totalmente afortunada de llamar la atención de un hombre de la clase alta. -Si le gusto a los hombres, que paguen lo que valgo-. Dedico unos momentos para el jugueteo después del evento principal acontecido en su carruaje, y me acerca a los callejones donde me recogió y me apeo del carruaje no sin antes recibir mi paga. Le dediqué una sonrisa encantadora, de esas que logra que cualquier persona caiga a mis pies agregándole también una caída de pestañas. -Au revoir, mon cherie- Agité mi pañuelo despidiéndolo y me giré revisando mi aspecto en el reflejo del cristal de alguna ventana echando a andar a paso firme para cubrirme del frío lo más pronto posible.

Las calles no me daban miedo, había vivido en éstas la mayor parte de mi vida, así que simplemente ignoré las sombras, la oscuridad, los ruidos y las pisadas que escuchaba confiando en que mi agilidad y mi navaja me salvaría de cualquier cosa. Sin embargo, antes de poder salir a una avenida grande para desviarme veo un bulto en el suelo cuya presencia me hace alzar una ceja sin entender a qué se debía que una chica estuviera en esas condiciones. Dudo en ignorarla, dando un par de pasos hacia delante antes de arrepentirme y regresar sintiendo el pinchazo de la consciencia que me pide que me quede ahí -¿Y qué se supone que hace ahí? Frunzo el ceño y hago una mueca cuando la batalla está perdida y la miro desde mi altura sin rebajarme a agacharme en el suelo sucio. -Querida, seca esas lágrimas, la noche está preciosa para que tu estés llorando.

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