AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
La pobreza es más que simple suciedad y hambre | Libre
2 participantes
Página 1 de 1.
La pobreza es más que simple suciedad y hambre | Libre
"Existen cosas peores que estar sólo,
pero a menudo lleva décadas darse cuenta,
y la mayoría de las veces cuando lo haces es demasiado tarde,
y no hay nada más terrible que demasiado tarde" - Charles Bukowski
pero a menudo lleva décadas darse cuenta,
y la mayoría de las veces cuando lo haces es demasiado tarde,
y no hay nada más terrible que demasiado tarde" - Charles Bukowski
Dos cuarenta y siete de la mañana. Esa era la hora exacta, ni un minuto más, ni un minuto menos, aunque la hora era irrelevante, lo que importaba era remarcar la obscuridad de la noche, que lloviznaba, y que hacía un frío insoportable en las calles parisinas. Encontrarse a mitad de otoño no era para nada la mejor de las suertes para un mendigo muerto de hambre, no se tenía un techo para protegerse del clima, mucho menos la ropa necesaria. A pesar de haberse dormido entre cartones, pedazos de pergaminos viejos, que le impedían morir de hipotermia, la molestia era demasiado, esa fue la hora en la que su ojos se abrieron notando la luna llena sobre él. A su lado se encontraba su mejor amiga, Anna, una pequeña con la que había crecido desde su llegada a las calles parisinas, el joven le tenía mucho aprecio, incluso la consideraba como una pequeña hermana, pues en las calles también se podía encontrar a la familia, entre la mísera siempre se encuentra lo valioso, no lo material, sino lo de adentro, los sentimientos.
Ketu, como le llamaba su familia africana, aquel nombre tan simbólico con que le habían bautizado, se puso de pie intentando no mover a su querida hermana para que no se despertara, la pobre estaba temblando demasiado, es por eso que se fija de un lado a otro, el callejón extrañamente sólo los tiene a ellos escondidos, no han llegado los demás, lo cual le hace sentir preocupación al ser el mayor de la "pandilla". Con cuidado avanzó hasta la esquina, donde se encontraba un tambo de metal lleno de papeles, se encontraban entre dos edificios que manejaba mucho de aquel material. Una biblioteca, y una tienda de pergaminos, todo los desechos los dejaban a la vista, recordó que entre unas cajas había escondido unos fósforos, bendito invento nuevo que ayudaba a cualquiera a encender lumbre, fue con rapidez a escarbar entre el cartón, y así cuando los encontró, encendió uno para dejarlo ir en el bote. La llama, para su buena suerte encendió, los papeles no se habían humedecido, pues el bote había permanecido bajo techo. Antes de que se calentara hasta quemar el recipiente con ahora fuego, el joven lo colocó en la parte techada donde dormía con su pequeña hermana en aquel callejón, rápidamente el calor se comenzó a transmitir, y aquello calmó su cuerpo, y por lo visto también el de la chica.
- Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre - No se trata de un hombre completamente devoto, pero de algo está seguro, su madre adoptiva estaría orgullosa de verlo al menos acercarse y no abandonar a Dios, pues según ella, es el único ser, que aunque no se ve, ni se siente, siempre estará ahí, vigilando y amándote en silencio, una forma extraña de amar a sus hijos, pero no queda de otra más que creer, además, el hombre debe creer en algo, y dado que a sus casi treinta años no ha tenido demasiado, prefiere simplemente pedir porque el día de mañana él, y su familia callejera, tengan algo que llevar a su estomago; El sueño se había ido por completo, ya no deseaba dormir, tampoco quería seguir en ese lugar, su amiga dormía plácidamente en medio de la miseria, pero él no deseaba acompañarle, simplemente caminar por las calles, disfrutarlas sin que ningún ricachón se atreviera a verle con menosprecio, o a hacerle un mal desplante, odia que la gente sea tan mala con aquellos que poco tienen, si fueran menos cerrados y hambrientos de poder, seguramente les darían caridad a los pobres, o al menos oportunidades de trabajo para alejarlos de las calles, pero no, no era así, no había más que hacer al respecto.
Brandon se puso de pie queriendo dar un brinco, pero luego cayó de pompas al suelo, en vez de quejarse, comenzó a reír demasiado, el joven procuraba verle el lado bueno a las cosas, por más malas que fueran, era su único premio de consolación. Está vez si comienza a caminar con tranquilidad por las calles, parece que la noche no será tan mala después de todo, solo busca relajarse, además ¿Quién estaría haciendo lo mismo a altas horas de la noche?
Ketu, como le llamaba su familia africana, aquel nombre tan simbólico con que le habían bautizado, se puso de pie intentando no mover a su querida hermana para que no se despertara, la pobre estaba temblando demasiado, es por eso que se fija de un lado a otro, el callejón extrañamente sólo los tiene a ellos escondidos, no han llegado los demás, lo cual le hace sentir preocupación al ser el mayor de la "pandilla". Con cuidado avanzó hasta la esquina, donde se encontraba un tambo de metal lleno de papeles, se encontraban entre dos edificios que manejaba mucho de aquel material. Una biblioteca, y una tienda de pergaminos, todo los desechos los dejaban a la vista, recordó que entre unas cajas había escondido unos fósforos, bendito invento nuevo que ayudaba a cualquiera a encender lumbre, fue con rapidez a escarbar entre el cartón, y así cuando los encontró, encendió uno para dejarlo ir en el bote. La llama, para su buena suerte encendió, los papeles no se habían humedecido, pues el bote había permanecido bajo techo. Antes de que se calentara hasta quemar el recipiente con ahora fuego, el joven lo colocó en la parte techada donde dormía con su pequeña hermana en aquel callejón, rápidamente el calor se comenzó a transmitir, y aquello calmó su cuerpo, y por lo visto también el de la chica.
- Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre - No se trata de un hombre completamente devoto, pero de algo está seguro, su madre adoptiva estaría orgullosa de verlo al menos acercarse y no abandonar a Dios, pues según ella, es el único ser, que aunque no se ve, ni se siente, siempre estará ahí, vigilando y amándote en silencio, una forma extraña de amar a sus hijos, pero no queda de otra más que creer, además, el hombre debe creer en algo, y dado que a sus casi treinta años no ha tenido demasiado, prefiere simplemente pedir porque el día de mañana él, y su familia callejera, tengan algo que llevar a su estomago; El sueño se había ido por completo, ya no deseaba dormir, tampoco quería seguir en ese lugar, su amiga dormía plácidamente en medio de la miseria, pero él no deseaba acompañarle, simplemente caminar por las calles, disfrutarlas sin que ningún ricachón se atreviera a verle con menosprecio, o a hacerle un mal desplante, odia que la gente sea tan mala con aquellos que poco tienen, si fueran menos cerrados y hambrientos de poder, seguramente les darían caridad a los pobres, o al menos oportunidades de trabajo para alejarlos de las calles, pero no, no era así, no había más que hacer al respecto.
Brandon se puso de pie queriendo dar un brinco, pero luego cayó de pompas al suelo, en vez de quejarse, comenzó a reír demasiado, el joven procuraba verle el lado bueno a las cosas, por más malas que fueran, era su único premio de consolación. Está vez si comienza a caminar con tranquilidad por las calles, parece que la noche no será tan mala después de todo, solo busca relajarse, además ¿Quién estaría haciendo lo mismo a altas horas de la noche?
Brandon Acklang- Humano Clase Baja
- Mensajes : 70
Fecha de inscripción : 07/03/2013
Re: La pobreza es más que simple suciedad y hambre | Libre
"Y la muerte me canta día y noche su canción sin fin."
2:40am
Ella corre, corre con todas sus fuerzas sin mirar atrás y cambiando de rumbo todo el tiempo, cambia los caminos, está escapando... Los callejones se alcanzan a ver, son como una trampa para ratones: Puedes escapar si eres ágil en medio del laberinto, o te cazan irremediablemente. No hay opción, debe huir, debe entrar al lugar y continuar corriendo aunque sienta que el oxígeno se le agota y que ya no le quieren responder las piernas...
(Antes: 1:00am)
Leigh ya estaba lista para salir. Había despertado hace más o menos dos horas en las que se vistió como no era muy bien visto para la época: pantalones al cuerpo pero lo suficientemente holgados para moverse con facilidad y sin enrredarse, unas botas de taco grueso y no muy altas para poder correr y que cubrían parte del pantalón y un corset que utilizaba porque le permitía esconder armas con facilidad entre la tela, las varillas, los cintos y su piel, era la prenda precisa para que la fricción que ejercía la misma, no delatara nada. Por supuesto no usaba joyas, ni siquiera un anillo se veía en sus dedos, no tenía tiempo para ello, su función era matar a las bestias, cobrar venganza.
Se miró al espejo por última vez, a la luz ténue de un candelabro ubicado en el tocador y suspiró mientras se recogía los cabellos -Hoy va a ser el día, hoy cobraré venganza por los míos.- y se levantó sin más. Caminó hasta su puerta y se aseguró que estuviese con llave, así ninguno de aquellos que trabajaban para ella podían notar su ausencia, excepto su dama de compañía que esperaba a Leigh a la madrugada para sanar las heridas producidas durante la noche. Caminó hacia la ventana, tomando en su camino de la silla del tocador, una ligera capa para el frío que ni siquiera miró. Su vista estaba puesta en la ventana que abrió de par de par para disponerse a bajar por ella como ya le era costumbre, ayudada claro, por unos escalones pegados a la pared y escondidos tras una planta enrredadera que había diseñado su padre antes de morir.
(1:50am)
El vampiro al que perseguía se amotinaba con su compañera muy cerca de la zona de los callejones. Por lo que sabía, aquél bebedor no cazaba por la zona, pero se sentía más seguro al saber que casi nadie la recorría a ninguna hora, ni de día, ni de noche. Leigh estaba lista para dar el ataque, para darle muerte de una vez por todas y atravesarle el corazón de un sólo golpe y posteriormente decapitarlo, quemarlo, deshacerse por completo de aquél que mermaba la vida humana.
El ligero peso de la cazadora le permitía moverse con agilidad en medio de lugares estrechos y poco a poco se dio paso hasta donde estaba el vampiro. Ella esperaba que estuviera con su compañera pero le había encontrado sólo, sentado tranquilo y con copa en mano hasta que el olor de la sangre y el corazón de Leigh delataron su presencia. El vampiro se levantó de su silla, le miró con calma y sin temor alguno avanzó hacia ella entra amenazas, a lo cuál, Leigh sacó la estaca que llevaba dejádola visible y sin responderle nada al bebedor de sangre. Si hablamos de fuerza, evidentemente el vampiro ganaba, por lo que se acercó lo suficiente a ella para que al momento en que la cazadora intentara clavarle la estaca él la detuviera, todo parecía sencillo para él. Pero estaba planeado, ella habia amenazado con la mano izquierda y por ello mismo había sido inmovilizada allí; pero la mano derecha guardaba el arma principal, una especie de espada no muy larga pero de potente filo fue tomada desde la espalda de la cazadora para dirigirse al cuello del vampiro y decapitarlo. Aún no moría, pero estaba indefenso y era el momento para terminar aquello: estaca y bienvenidas cenizas.
Triunfante, esbozó una sonrisa y salió por el oculto lugar por el que había entrado, pero segundos antes de terminar de salir, los gritos de la compañera del vampiro la aturdieron. Ella había llegado segundos después que Leigh se librara del vampiro y ahora iba a por ella, pero no sola, porque con el grito se escuchó claramente un: "¡Persigan al cazador y traiganmelo con vida!"
2:50 am - Hora Actual
Ya perdió la cuenta de cuanto lleva corriendo sin detenerse, pero sigue avanzando porque los latidos potentes de su corazón aturden sus oídos y seguramente son como campanadas de alerta para los vampiros. Necesita camuflarse, necesita entrar en la zona que otros llaman roja, en la zona donde laten más corazones y algunos de ellos parecen cabalgar por el consumo de alguna droga o cualquier cosa que les cambie la percepción. No hay opción, está entre la espada y la pared y mientras corre dobla por un callejón cercano voltéando levemente el rostro hasta que un golpe la detiene en seco y cae al piso.
Levanta la vista alarmada y entonces lo ve, un joven que parece vivir por la zona. Sin excusarse ni decir nada, se levanta y le empuja contra la pared cubriéndole la boca. -Shhhh, un segundo- Apenas puede hablar, respira demasiado agitada pero le pareció escuchar algo y no puede dar tregua a dejarlo a hablar de golpe y arriesgarlos a ambos. La mirada de ella va de lado a lado pero con el rostro quieto, sin mirar a ningún lado en particular, es de esas movimientos oculares que uno hace cuando intenta oír algo.
-Lo lamento... pero deme un minuto.- Dijo rápidamente y aún agitada. Era mejor decir algo antes de verse atacada ahora, porque aunque era humano y las fuerzas estaban más equiparadas, ella no estaba en disposición ninguna de atacar, las piernas le flaqueaban e intentaba recobrar la respiración como mejor podía.
Leigh Lezarc- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 191
Fecha de inscripción : 21/01/2012
Localización : Lyon, Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La pobreza es más que simple suciedad y hambre | Libre
El silencio de la noche le gusta al pobre diablo. Si, así le llama la clase alta a aquellos desafortunados como él. Cuando el sol se oculta ellos pueden avanzar como dueños de la calle, como si la ciudad no se rigiera por ricos y pobres, todo es tan distintos por esa razón le gusta andar de un lado a otro en busca de que hacer, es cierto que durante el día poco puede realizar debido a su atención por buscar la papa que meter a la boca, y literalmente hablando, al menos en París ese alimento es muy barato, dicen que las personas del campo se empeñan más en cultivarlo porque es más fácil de cuidar, también porque es muy barato tenerlas, y las ganancias son grandes. A él personalmente no le gustan demasiado, pero ¿qué puede hacerle? Nada, si es algo de nutrimiento para su cuerpo, que más da que sean incluso hongos; en ese momento donde se siente el dueño de la ciudad, también vuelve a la realidad llevándose una mano al estomago. Ese que ahora está sonando con mucha fuerza, cual animal escandaloso queriendo llamar la atención.
Últimamente no ha sentido tanta hambre, pues ha realizado trabajos que le dejan francos de sobre para ahorrar. Esa palabra, la última es clave para el pobre hombre, aunque no lo crean bajo sus cajas viejas, entre sabanas rotas tiene escondidos francos para en algún momento de emergencia tener un poco de comer. El que ha sufrido de la falta de alimento sabe muy bien que no le van a faltar esas monedas durante sus días siguientes, pues quien nunca ha tenido nada, le es fácil desprenderse de eso poco que ha poseído. Es entonces cuando recuerda las sensaciones de necesidad de alimento. Cierra con fuerza los ojos unos momentos, parpadea repetidas veces hasta volver a ver el pavimento, pero ahora mismo está con una mueca en el rostro. Recuerda el estremecimiento de su cuerpo, sus manos temblando con aceleración, hormigueo en su rostro, ganas de llorar, aunque muchas veces lo ha hecho, pero también recuerda como su estomago gruñe necesitando algo, lo que sea.
Se llevó una gran sorpresa al sentir aquella mujer sobre él, abrió los ojos con fuerza mostrando su sorpresa dado la forma en que lo detuvo. Después su mirada se volvió curiosa, un tanto amenazante para que lo dejara en paz, pero dada las cercanía podría sentir las palpitaciones del corazón ajeno chocar contra su pecho. Negó repetidas veces volteando de un lado a otro ¿Alguien la estaría siguiendo? Seguramente si, pues parecía que se ocultaba, de ser así él no quería meterse en problemas. Una vez presenció como una mujer de clase alta se escondió en el callejón de unos amigos suyos, después al ser descubierta a ellos fueron a los que les dieron la paliza de su vida por pretender "secuestrarla". Cuando notó tranquilidad, sus manos grandes le empujaron por los hombros para que tomara distancia, no quería malos entendidos ¡Nada!.
<< No se ofenda señorita, pero me ha dado el susto de mi vida, no se acerque demasiado, si la siguen no espero morir por una paliza >> No es que no quisiera defenderla, él estaba seguro de algo, si la persona que iba detrás de ella se portaba grosero, altanero, o se sobrepasaba, él mismo le daría la golpiza que pudiera, pero por el momento mejor guardar la compostura. << Según lo que dicen las leyes de esta absurda ciudad, es malo que una señorita, o señora >> Alza las manos en señal de que no le vaya a hacer algo malo << No se ofenda, no se si está casada o no, pero por eso uso las dos palabras, en fin, como le decía, no es común que alguien como usted este rondando las calles, mucho menos sola, debería estar dormida, las calles son peligrosas, pues hay demasiado muerto de hambre que le arrancaría con fuerza las prendas que trae, aunque sea simplemente seda fina de un vestido >> Se encoge de hombros, es sincero al menos, a él no le gustan las muertes de ese tipo, prefiere alertad a todo aquel para que sepa las leyes, de día reinan los ricos, de noche, bueno, los pobres hacen su propia justicia.
Últimamente no ha sentido tanta hambre, pues ha realizado trabajos que le dejan francos de sobre para ahorrar. Esa palabra, la última es clave para el pobre hombre, aunque no lo crean bajo sus cajas viejas, entre sabanas rotas tiene escondidos francos para en algún momento de emergencia tener un poco de comer. El que ha sufrido de la falta de alimento sabe muy bien que no le van a faltar esas monedas durante sus días siguientes, pues quien nunca ha tenido nada, le es fácil desprenderse de eso poco que ha poseído. Es entonces cuando recuerda las sensaciones de necesidad de alimento. Cierra con fuerza los ojos unos momentos, parpadea repetidas veces hasta volver a ver el pavimento, pero ahora mismo está con una mueca en el rostro. Recuerda el estremecimiento de su cuerpo, sus manos temblando con aceleración, hormigueo en su rostro, ganas de llorar, aunque muchas veces lo ha hecho, pero también recuerda como su estomago gruñe necesitando algo, lo que sea.
Se llevó una gran sorpresa al sentir aquella mujer sobre él, abrió los ojos con fuerza mostrando su sorpresa dado la forma en que lo detuvo. Después su mirada se volvió curiosa, un tanto amenazante para que lo dejara en paz, pero dada las cercanía podría sentir las palpitaciones del corazón ajeno chocar contra su pecho. Negó repetidas veces volteando de un lado a otro ¿Alguien la estaría siguiendo? Seguramente si, pues parecía que se ocultaba, de ser así él no quería meterse en problemas. Una vez presenció como una mujer de clase alta se escondió en el callejón de unos amigos suyos, después al ser descubierta a ellos fueron a los que les dieron la paliza de su vida por pretender "secuestrarla". Cuando notó tranquilidad, sus manos grandes le empujaron por los hombros para que tomara distancia, no quería malos entendidos ¡Nada!.
<< No se ofenda señorita, pero me ha dado el susto de mi vida, no se acerque demasiado, si la siguen no espero morir por una paliza >> No es que no quisiera defenderla, él estaba seguro de algo, si la persona que iba detrás de ella se portaba grosero, altanero, o se sobrepasaba, él mismo le daría la golpiza que pudiera, pero por el momento mejor guardar la compostura. << Según lo que dicen las leyes de esta absurda ciudad, es malo que una señorita, o señora >> Alza las manos en señal de que no le vaya a hacer algo malo << No se ofenda, no se si está casada o no, pero por eso uso las dos palabras, en fin, como le decía, no es común que alguien como usted este rondando las calles, mucho menos sola, debería estar dormida, las calles son peligrosas, pues hay demasiado muerto de hambre que le arrancaría con fuerza las prendas que trae, aunque sea simplemente seda fina de un vestido >> Se encoge de hombros, es sincero al menos, a él no le gustan las muertes de ese tipo, prefiere alertad a todo aquel para que sepa las leyes, de día reinan los ricos, de noche, bueno, los pobres hacen su propia justicia.
Brandon Acklang- Humano Clase Baja
- Mensajes : 70
Fecha de inscripción : 07/03/2013
Re: La pobreza es más que simple suciedad y hambre | Libre
“¿No está el hombre a merced del aire que respira?”.
Goethe
Goethe
Las manos del hombre en el callejón apartaron a Leigh de sí como habría hecho cualquiera. Era absolutamente comprensible que quisiera liberarse de la tensión de escape que generaba ella. Sin embargo, había pasado muy poco tiempo, Leigh no estaba segura de haber dejado del todo atrás a quienes pretendían más que capturarla; eso, era lo inicial, por lo restante era que corría la mujer.
Se frenó cerca del joven y fijó la mirada en él, como si intentara descifrar el más leve indicio sobrenatural que por supuesto no encontró. Mientras lo observaba y su ritmo cardíaco apenas disminuía, notó que alrededor no sonaba el menor ruido, incluso las partes altas de las edificaciones parecían estar completamente en silencio, no se escuchaba nada en ninguna dirección. Pero, lo que sí se escuchaba, era la voz del joven que repiqueteaba una y otra vez.
Ella le miró con frialdad apenas empezó a hablar -¡Shh, baje la voz!- Dijo en un susurro a la vez que ponía su dedo índice sobre sus propios labios y avanzó sin pensar un paso hacia él, en donde se detuvo de nuevo -Mire, si no hace lo que le digo el susto será peor, y... no sólo nos llevaremos una paliza sino que vamos a terminar muertos.- por un segundo pensó decirle: "morirá sin una gota de sangre" pero se contuvo a tiempo debido que ese tipo de afirmaciones generan muchas más preguntas que silencios.
La cazadora se llevó una mano a la cintura en donde ocultaba un cuchillo. Lo hizo porque pensó en amenazarlo para que callara. No obstante, ella sabía que no era necesario, que eso podría ocasionar que él, a quién no conocía, se terminara defendiendo y al final eso llamaría más la atención de cualquiera. Mantuvo la mano sobre el cuchillo pero sin que él lo viera y le respondió de nueva cuenta.
-Me tienen sin cuidado las leyes de esta ciudad, bien?- Él levantó sus manos como quien indica paz, y la cazadora retiró la mano de su cintura como dandole tregua. Al final, él parecía sentir más desconfianza que ella con respecto a todo; sin embargo la cazadora pensaba diferente.
-Voy a ponerle todo claro. Yo sé muy bien que tan peligrosa es la noche y por eso estoy huyendo. Pero, tenga claro que me defiendo bastante bien y no voy a dudar en atacar si alguien decide meterse conmigo. Así que, guarde silencio y quédese en donde está o le juro que lo voy a perseguir hasta encontrarlo. ¿Queda claro o no?- Su tono de voz a pesar de ser bajo era absolutamente firme. Lo que menos pretendía era asustarlo, pero necesitaba ser cortante para que él aguardara unos minutos más en silencio y Leigh pudiera asegurarse que la zona estaba "despejada" de vampiros. No tuvo que esforzarse demasiado en ello pues, algo en su aspecto y en su forma de hablar parecía incitar vagos temores y aversiones en todos aquellos que le conocían, como si ella estuviera a infinita distancia de todo lo que es normal y saludable. Esta idea de oculto horror negro, sumada a las incalculables lagunas de un cierto "distanciamiento", tuvieron una difusión y persistencia excepcionales antaño.
-Ahora, espéreme aquí, un segundo.- Le apuntó amenazante con el dedo y le miró una última vez. Al girarse, caminó lentamente y casi en puntas para dirigirse a la esquina por la que había llegado antes. La luna, ahora próxima al cenit, brillaba de forma extraña y vívida sobre los pequeños charcos que circundaban las entradas de aquél callejón, revelando el hecho de que un regato de agua fluía al fondo, perdiéndose de vista en ambos sentidos y casi llegando a lamer sus pies, cuando fue a detenerse al pie del muro de la esquina. Lo bueno de ello, es que cada paso era más sonoro que de costumbre debido a los pequeños charcos que se habían venido formando en el suelo. Leigh prestó total atención a ello, pero nada, todo era completo silencio. ¿Cuánto tiempo habría pasado? hasta ahora empezaba otoño y por ello durante unos días más iba a amanecer más temprano, esta, podía ser la razón que los vampiros no le hubiesen encontrado, se habían ido ¿Quién sabe? era mejor ser prevenidos a pesar que sabía que su rostro no había sido develado a sus captores, había escapado a tiempo.
Una vez notó la tranquilidad, recostó su espalda en la pared e inclinó la cabeza hasta donde la misma se lo permitía y, por un momento cerró los ojos. Sus manos fueron al tiempo a su pecho y suspiró aliviada, respirando rápido pero tomando un momento para calmarse de tan exhausta carrera y la frecuente tensión hasta ahora sin descanso, incluso pareció escurrirse hasta quedar en cuclillas contra la pared tomando aliento y dándole un reposo a sus cansadas piernas. Necesitaba eso, más que amenazar a quién se había encontrado en medio de la noche, era descansar un poco.
Se frenó cerca del joven y fijó la mirada en él, como si intentara descifrar el más leve indicio sobrenatural que por supuesto no encontró. Mientras lo observaba y su ritmo cardíaco apenas disminuía, notó que alrededor no sonaba el menor ruido, incluso las partes altas de las edificaciones parecían estar completamente en silencio, no se escuchaba nada en ninguna dirección. Pero, lo que sí se escuchaba, era la voz del joven que repiqueteaba una y otra vez.
Ella le miró con frialdad apenas empezó a hablar -¡Shh, baje la voz!- Dijo en un susurro a la vez que ponía su dedo índice sobre sus propios labios y avanzó sin pensar un paso hacia él, en donde se detuvo de nuevo -Mire, si no hace lo que le digo el susto será peor, y... no sólo nos llevaremos una paliza sino que vamos a terminar muertos.- por un segundo pensó decirle: "morirá sin una gota de sangre" pero se contuvo a tiempo debido que ese tipo de afirmaciones generan muchas más preguntas que silencios.
La cazadora se llevó una mano a la cintura en donde ocultaba un cuchillo. Lo hizo porque pensó en amenazarlo para que callara. No obstante, ella sabía que no era necesario, que eso podría ocasionar que él, a quién no conocía, se terminara defendiendo y al final eso llamaría más la atención de cualquiera. Mantuvo la mano sobre el cuchillo pero sin que él lo viera y le respondió de nueva cuenta.
-Me tienen sin cuidado las leyes de esta ciudad, bien?- Él levantó sus manos como quien indica paz, y la cazadora retiró la mano de su cintura como dandole tregua. Al final, él parecía sentir más desconfianza que ella con respecto a todo; sin embargo la cazadora pensaba diferente.
-Voy a ponerle todo claro. Yo sé muy bien que tan peligrosa es la noche y por eso estoy huyendo. Pero, tenga claro que me defiendo bastante bien y no voy a dudar en atacar si alguien decide meterse conmigo. Así que, guarde silencio y quédese en donde está o le juro que lo voy a perseguir hasta encontrarlo. ¿Queda claro o no?- Su tono de voz a pesar de ser bajo era absolutamente firme. Lo que menos pretendía era asustarlo, pero necesitaba ser cortante para que él aguardara unos minutos más en silencio y Leigh pudiera asegurarse que la zona estaba "despejada" de vampiros. No tuvo que esforzarse demasiado en ello pues, algo en su aspecto y en su forma de hablar parecía incitar vagos temores y aversiones en todos aquellos que le conocían, como si ella estuviera a infinita distancia de todo lo que es normal y saludable. Esta idea de oculto horror negro, sumada a las incalculables lagunas de un cierto "distanciamiento", tuvieron una difusión y persistencia excepcionales antaño.
-Ahora, espéreme aquí, un segundo.- Le apuntó amenazante con el dedo y le miró una última vez. Al girarse, caminó lentamente y casi en puntas para dirigirse a la esquina por la que había llegado antes. La luna, ahora próxima al cenit, brillaba de forma extraña y vívida sobre los pequeños charcos que circundaban las entradas de aquél callejón, revelando el hecho de que un regato de agua fluía al fondo, perdiéndose de vista en ambos sentidos y casi llegando a lamer sus pies, cuando fue a detenerse al pie del muro de la esquina. Lo bueno de ello, es que cada paso era más sonoro que de costumbre debido a los pequeños charcos que se habían venido formando en el suelo. Leigh prestó total atención a ello, pero nada, todo era completo silencio. ¿Cuánto tiempo habría pasado? hasta ahora empezaba otoño y por ello durante unos días más iba a amanecer más temprano, esta, podía ser la razón que los vampiros no le hubiesen encontrado, se habían ido ¿Quién sabe? era mejor ser prevenidos a pesar que sabía que su rostro no había sido develado a sus captores, había escapado a tiempo.
Una vez notó la tranquilidad, recostó su espalda en la pared e inclinó la cabeza hasta donde la misma se lo permitía y, por un momento cerró los ojos. Sus manos fueron al tiempo a su pecho y suspiró aliviada, respirando rápido pero tomando un momento para calmarse de tan exhausta carrera y la frecuente tensión hasta ahora sin descanso, incluso pareció escurrirse hasta quedar en cuclillas contra la pared tomando aliento y dándole un reposo a sus cansadas piernas. Necesitaba eso, más que amenazar a quién se había encontrado en medio de la noche, era descansar un poco.
Leigh Lezarc- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 191
Fecha de inscripción : 21/01/2012
Localización : Lyon, Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La pobreza es más que simple suciedad y hambre | Libre
La pobreza de aquella ciudad era evidente, para Brandon no existía la clase media, no, para nada, solo la sociedad se podía clasificar entre ricos y pobres, y por encima del espacio la realeza, pero sólo eso. Se tenían grandes problemas para en ocasiones obtener alimento, grandes problemas para poder estar en paz y tranquilidad con personas que morían de hambre diariamente. Pero ellos vivían plenos al no percatarse de la realidad que atestaba toda la ciudad. Ellos, los pobres, ignorantes de las letras, de los números, de los libros y de todo en general, pueden estar tranquilos pues no temen a ser devorados por un licántropo, un cambiante, o un vampiro. Al menos el joven lo es, libre de todo temor en ese aspecto, viviendo una vida al día, viviendo a cada instante ignorando quienes quieran verle como un simple costal de sangre, es afortunado si, por poder pasar desapercibido a las criaturas de la noche, y nadie, absolutamente nadie puede negarle eso. Quizás por esa razón le perturba demasiado ver a una mujer que parece refinada tan alterada, por eso le molesta tener que aplazar su camino por paranoias que no conoce.
Arqueó una ceja con notoria incredulidad al notar las amenazas que aquella mujer le había dado. Le parecieron en realidad muy graciosas, pero no por eso iba a subestimarla. Para aquel joven las féminas debían merecer respeto, no sólo eso, también mucha admiración, había visto a más de una luchar con garras, con dientes, y con todo lo que se pudiera por salir adelante, y no sólo por su propio cuello, sino también por el de sus hijos, por una vida ajena que nada tuviera que ver con los que vinieron de su vientre, lo recuerda porque su madre adoptiva, aquella mujer negra proveniente de Africa lo había hecho con él. Por eso mismo, por más delicadas que fueran, seguían siendo las mayores guerreras en el mundo. Los hombres nunca cargan con alguien nueve meses en su vientre, él nunca lo haría lo cual era un alivio, pues se notaban tortuosos los partos. Menos mal tenía una polla entre las piernas, y aunque los hombres fueran el sexo "fuerte" en aquella época, más valía aceptar y atender las amenazas de la mujer que le pedía guardar silencio y compostura.
Ketu, (su nombre de aquella comunidad africana), se quedó en silencio. Se percató que no podía estar completamente quieto, que era excesivamente inquieto, pues primero sus pies iban de un lado a otro, como nervioso, después movió sus manos y al final como que dio algunas vueltas, se aburría por completo de no hacer nada. De esperar a que una desconocida le dijera que iba a hacer, jamás en su vida fue de esa forma, siempre se la pasó rompiendo reglas. Después de un tiempo decidió que no iba a esperar más, sino que por el contrario, iría a seguir a la loca esa para decirle un par de verdades, aunque claro, los ojos de la chica decían pura sinceridad, pero es que ¿qué clase de demente pedía silencio y tranquilidad importunando de forma tan abrupta? Daba igual, el chico dio grandes zancadas hasta encontrarse frente a la mujer, que tenía un color pálido ¡Vaya susto que se notaba se había dado! ¿Habría visto un fantasma? Quizás, sería mejor preguntar antes de cometer alguna tontería.
- Señorita Loca - Bromeó un poco, claro, en su rostro se mostraba que no tenía afán de ofenderla, de hacerle sentir mal - ¿Se encuentra bien? - El hombre castaño, demasiado alto se colocó frente a ella, se agachó y colocó de cuclillas para poder estar a su altura. Su mano se estiró para tomarle del mentón y hacerle que le viera - ¿Se siente bien? Necesita de algo, si quiere un té se donde nos pueden dar uno completamente gratis - Le anima, él no la conoce, no tiene porque pedir explicaciones, además, Brandon siempre ha poseído un corazón noble, ella no le hizo ningún daño, por el contrario, dijo que no deseaba que lo mataran, por lo que sería buena ¿no es así? Le tomó de las manos con mucha tranquilidad, mientras le dedicaba sonrisas para tranquilizarlas, de esas tímidas que poseía - No tema, yo no le haré daño. - Le convenció intentando que la mujer se pusiera de pie.
Arqueó una ceja con notoria incredulidad al notar las amenazas que aquella mujer le había dado. Le parecieron en realidad muy graciosas, pero no por eso iba a subestimarla. Para aquel joven las féminas debían merecer respeto, no sólo eso, también mucha admiración, había visto a más de una luchar con garras, con dientes, y con todo lo que se pudiera por salir adelante, y no sólo por su propio cuello, sino también por el de sus hijos, por una vida ajena que nada tuviera que ver con los que vinieron de su vientre, lo recuerda porque su madre adoptiva, aquella mujer negra proveniente de Africa lo había hecho con él. Por eso mismo, por más delicadas que fueran, seguían siendo las mayores guerreras en el mundo. Los hombres nunca cargan con alguien nueve meses en su vientre, él nunca lo haría lo cual era un alivio, pues se notaban tortuosos los partos. Menos mal tenía una polla entre las piernas, y aunque los hombres fueran el sexo "fuerte" en aquella época, más valía aceptar y atender las amenazas de la mujer que le pedía guardar silencio y compostura.
Ketu, (su nombre de aquella comunidad africana), se quedó en silencio. Se percató que no podía estar completamente quieto, que era excesivamente inquieto, pues primero sus pies iban de un lado a otro, como nervioso, después movió sus manos y al final como que dio algunas vueltas, se aburría por completo de no hacer nada. De esperar a que una desconocida le dijera que iba a hacer, jamás en su vida fue de esa forma, siempre se la pasó rompiendo reglas. Después de un tiempo decidió que no iba a esperar más, sino que por el contrario, iría a seguir a la loca esa para decirle un par de verdades, aunque claro, los ojos de la chica decían pura sinceridad, pero es que ¿qué clase de demente pedía silencio y tranquilidad importunando de forma tan abrupta? Daba igual, el chico dio grandes zancadas hasta encontrarse frente a la mujer, que tenía un color pálido ¡Vaya susto que se notaba se había dado! ¿Habría visto un fantasma? Quizás, sería mejor preguntar antes de cometer alguna tontería.
- Señorita Loca - Bromeó un poco, claro, en su rostro se mostraba que no tenía afán de ofenderla, de hacerle sentir mal - ¿Se encuentra bien? - El hombre castaño, demasiado alto se colocó frente a ella, se agachó y colocó de cuclillas para poder estar a su altura. Su mano se estiró para tomarle del mentón y hacerle que le viera - ¿Se siente bien? Necesita de algo, si quiere un té se donde nos pueden dar uno completamente gratis - Le anima, él no la conoce, no tiene porque pedir explicaciones, además, Brandon siempre ha poseído un corazón noble, ella no le hizo ningún daño, por el contrario, dijo que no deseaba que lo mataran, por lo que sería buena ¿no es así? Le tomó de las manos con mucha tranquilidad, mientras le dedicaba sonrisas para tranquilizarlas, de esas tímidas que poseía - No tema, yo no le haré daño. - Le convenció intentando que la mujer se pusiera de pie.
Brandon Acklang- Humano Clase Baja
- Mensajes : 70
Fecha de inscripción : 07/03/2013
Re: La pobreza es más que simple suciedad y hambre | Libre
"Necesidad hay de estar indiferente para lograr ver algo."
No es corriente que alguien aparezca de la nada con tal precipitación, pero habían muchas cosas en la vida de Leigh que no eran corrientes, eran más bien grotescas, esa palabra aplicaba mucho más para denominar lo que ella veía y hacía cada noche. Limpiaba la suciedad sobrenatural a costa de su salud, de su descanso, de su clase... pero a favor de su venganza. No habia nada más que la llevara a cazar, ni siquiera el resto del pueblo parisino, porque a pesar de haber vivido durante años en el mismo lugar, hablaba con muy pocas personas, por no decir que casi nadie y por eso mismo nadie le importaba lo suficiente como para ver por su bienestar.
La mayoría de los humanos no se habían parado alguna vez a considerar la enorme importancia de ciertos sucesos, así como a pensar acerca del oscuro mundo al que pertenecían por aquellos tiempos ¿Lo hacía entonces aquél hombre? La verdad es que no tenía porqué, el hecho que estuviera tan expuesto no era garantía para saber nada e incluso lo que decía no daba espacio a sospecha alguna. Leigh se mantuvo allí lo que pudo, restableciendo su respiración y con los oídos absolutamente atentos a cualquier sonido, pero no lograba obtener nada definitivo. Todo se mantenía igual a excepción de los movimientos constantes del hombre al que había chocado hace unos minutos. Se mantenía inquieto mientras ella trataba de detectar a aquél enemigo mortal del que huía pero sin levantar ninguna extraña sospecha. Este, el del callejón, era un humano, uno común y que no entendía nada ¡Cuanto mejor para él! Sin embargo, por lo menos era tranquilo. Leigh había cruzado con otros paranóicos, locos reales que corrían sin sentido o pedían dinero a toda costa. Sin duda agradecía la tranquilidad de aquél desconocido que no había reaccionado con agresividad ni siquiera ante sus amenazas previas y que ahora, parecía esperar que ella hablara y le dijera que se podía ir en paz o algo así.
La cazadora lo sintió acercarse pero no se movió, él no representaba ningún peligro en principio y ella sólo buscaba tomar aire un breve momento para luego seguir su camino. Como era de esperarse, él habló de nuevo -A su parecer se había contenido bastante- llamándola de una forma particular: "Loca", le llamaban loca por lo que no decía ¿Cómo le llamarían entonces si dijera lo que ocultaba? No parecía nervioso, más bien había hablado con una inocente teatralidad que lo hacía aún menos atacable para ella. ¿Acaso le causaba gracia todo aquello? Si Leigh sacara a los vampiros de su historia seguramente algo de curioso le encontraría; pero para su desgracia, eso era por completo imposible. Su segunda pregunta fue más amable pero ella no se inmutó, hasta que él, sin detenerse a pensar en nada, se puso a su altura como si de una pequeña se tratara, y la tomó por el mentón obligándole con sutileza a verle. Le tomó también las manos dándole calma y dejó puesto su voto de confianza con eso. Leigh, por su parte, apenas le vio unos segundos cuando se puso de pie de golpe. -Estoy bien ahora, gracias.- Le miró sin disimulo de arriba a abajo y luego devolvió el recorrido hasta verle de nuevo a los ojos que le llevaban un par de centimetros arriba en comparación con su propia altura. -Le cambio su saco por mi capa.- Articuló de repente. Lo había observado para ver que tanto podría favorecerlo aquél cambio. Era probable que para él fuera estúpido, pero Leigh lo había hecho por una sencilla razón: Los vampiros pudieron no verla claramente pero si pudieron seguir el rastro de su aroma. La cazadora jamás se perfumaba de noche por ello, sus ropas iban siempre limpias pero sin nada artificial que pudiese dejar un rastro adicional al aroma particular de cada humano. La mezcla aquella de prendas le permitiría confundirlos y nada más le importaba ahora. De todas formas, para suerte de él, las capas que llevaba ella de noche, eran todas masculinas y de una amplitud suficiente como para cubrir bien del frío.
-Luego quiero ir por ese té que dice. Por supuesto usted vendrá conmigo porque no tengo idea de cómo llegar. No dirá nada raro de mí además que ya me conoce de antes. ¿De acuerdo? Luego veremos como puedo retribuirselo. Qué dice, ¿acepta?- Los tratos de Leigh eran fríos a pesar de la aparente amabilidad del hombre. Ella intentaba mantenerse centrada en el escape, sin dar tiempo a pensar que había encontrado a alguien amable o que podía tener hambre o siquiera que tenía los ojos más claros que hubiera visto nunca. Seguro uno de las extrañas amigas de su madre le encantaría un muchachito de apariencia agradable como él para llevarlo a todo lado. Ya lo habían hecho un par de veces. Encontraban a alguno de no muy buena posición económica pero de hermoso rostro y se lo llevaban a limpiarlo, a enseñarle modales y un par de cosas más, para luego llevarlos por la calle como trofeitos. No era más que ancianas interesadas en aparentar lo que no podían ganar por otros medios.
En cuanto a ella, pese a todo, no se le podía negar que en medio de cambios, amenazas y demás, lo que intentaba ahora era preservar la vida de ambos. Él no tenía que pagar platos rotos de encuentros desafortunados de tal especie y si el amanecer estaba próximo, la huída sería corta. Por ahora, la idea de mezclarse con otros era la mejor de todas para terminar aquello y tomar energía para luego partir. Sin pensarlo de nuevo, Leigh desató del cuello su capa para hacer el cambio, dando por hecho el "Sí" por parte del joven hombre.
La mayoría de los humanos no se habían parado alguna vez a considerar la enorme importancia de ciertos sucesos, así como a pensar acerca del oscuro mundo al que pertenecían por aquellos tiempos ¿Lo hacía entonces aquél hombre? La verdad es que no tenía porqué, el hecho que estuviera tan expuesto no era garantía para saber nada e incluso lo que decía no daba espacio a sospecha alguna. Leigh se mantuvo allí lo que pudo, restableciendo su respiración y con los oídos absolutamente atentos a cualquier sonido, pero no lograba obtener nada definitivo. Todo se mantenía igual a excepción de los movimientos constantes del hombre al que había chocado hace unos minutos. Se mantenía inquieto mientras ella trataba de detectar a aquél enemigo mortal del que huía pero sin levantar ninguna extraña sospecha. Este, el del callejón, era un humano, uno común y que no entendía nada ¡Cuanto mejor para él! Sin embargo, por lo menos era tranquilo. Leigh había cruzado con otros paranóicos, locos reales que corrían sin sentido o pedían dinero a toda costa. Sin duda agradecía la tranquilidad de aquél desconocido que no había reaccionado con agresividad ni siquiera ante sus amenazas previas y que ahora, parecía esperar que ella hablara y le dijera que se podía ir en paz o algo así.
La cazadora lo sintió acercarse pero no se movió, él no representaba ningún peligro en principio y ella sólo buscaba tomar aire un breve momento para luego seguir su camino. Como era de esperarse, él habló de nuevo -A su parecer se había contenido bastante- llamándola de una forma particular: "Loca", le llamaban loca por lo que no decía ¿Cómo le llamarían entonces si dijera lo que ocultaba? No parecía nervioso, más bien había hablado con una inocente teatralidad que lo hacía aún menos atacable para ella. ¿Acaso le causaba gracia todo aquello? Si Leigh sacara a los vampiros de su historia seguramente algo de curioso le encontraría; pero para su desgracia, eso era por completo imposible. Su segunda pregunta fue más amable pero ella no se inmutó, hasta que él, sin detenerse a pensar en nada, se puso a su altura como si de una pequeña se tratara, y la tomó por el mentón obligándole con sutileza a verle. Le tomó también las manos dándole calma y dejó puesto su voto de confianza con eso. Leigh, por su parte, apenas le vio unos segundos cuando se puso de pie de golpe. -Estoy bien ahora, gracias.- Le miró sin disimulo de arriba a abajo y luego devolvió el recorrido hasta verle de nuevo a los ojos que le llevaban un par de centimetros arriba en comparación con su propia altura. -Le cambio su saco por mi capa.- Articuló de repente. Lo había observado para ver que tanto podría favorecerlo aquél cambio. Era probable que para él fuera estúpido, pero Leigh lo había hecho por una sencilla razón: Los vampiros pudieron no verla claramente pero si pudieron seguir el rastro de su aroma. La cazadora jamás se perfumaba de noche por ello, sus ropas iban siempre limpias pero sin nada artificial que pudiese dejar un rastro adicional al aroma particular de cada humano. La mezcla aquella de prendas le permitiría confundirlos y nada más le importaba ahora. De todas formas, para suerte de él, las capas que llevaba ella de noche, eran todas masculinas y de una amplitud suficiente como para cubrir bien del frío.
-Luego quiero ir por ese té que dice. Por supuesto usted vendrá conmigo porque no tengo idea de cómo llegar. No dirá nada raro de mí además que ya me conoce de antes. ¿De acuerdo? Luego veremos como puedo retribuirselo. Qué dice, ¿acepta?- Los tratos de Leigh eran fríos a pesar de la aparente amabilidad del hombre. Ella intentaba mantenerse centrada en el escape, sin dar tiempo a pensar que había encontrado a alguien amable o que podía tener hambre o siquiera que tenía los ojos más claros que hubiera visto nunca. Seguro uno de las extrañas amigas de su madre le encantaría un muchachito de apariencia agradable como él para llevarlo a todo lado. Ya lo habían hecho un par de veces. Encontraban a alguno de no muy buena posición económica pero de hermoso rostro y se lo llevaban a limpiarlo, a enseñarle modales y un par de cosas más, para luego llevarlos por la calle como trofeitos. No era más que ancianas interesadas en aparentar lo que no podían ganar por otros medios.
En cuanto a ella, pese a todo, no se le podía negar que en medio de cambios, amenazas y demás, lo que intentaba ahora era preservar la vida de ambos. Él no tenía que pagar platos rotos de encuentros desafortunados de tal especie y si el amanecer estaba próximo, la huída sería corta. Por ahora, la idea de mezclarse con otros era la mejor de todas para terminar aquello y tomar energía para luego partir. Sin pensarlo de nuevo, Leigh desató del cuello su capa para hacer el cambio, dando por hecho el "Sí" por parte del joven hombre.
Leigh Lezarc- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 191
Fecha de inscripción : 21/01/2012
Localización : Lyon, Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La pobreza es más que simple suciedad y hambre | Libre
Aquel encuentro sin duda alguna le parecía demasiado extraño, demasiado particular, era cierto que anteriormente había tenido desplantes, incluso exigencias por parte de personas que claramente tenían el poder adquisitivo alto, pero nada de lo cual no pudiera manejar. El problema en ese momento radicaba precisamente en tener a una mujer sola en medio de la noche. Muchos bandidos se escondían entre callejones, también entre arboles, pues no todo París estaba lleno de estructura, por el contrario, también reinaba la naturaleza. A pesar de que a Brandon no le caían bien las personas con aires de grandeza, fríos, y esos que ordenaban sin ni siquiera esperar opinión del ajeno, al menos no le deseaba mal a la mujer, y a ningún individuo, claro que no. Todos los seres humanos merecían el perdón tanto como el beneficio de la duda, bien sabía que algunos ponían careta de frivolidad sólo porque la vida les había jugado chueco, pero en el interior siempre resultaban sorprender. No estaba consiente si la mujer sería de esa forma pero ¿quién es él para juzgar las manías de los demás? Sólo se trataba de un muerto de hambre, pero quizás ser eso le daba el derecho de juzgar e incluso fungir como verdugo.
Él que había vivido en medio de dolores, en medio de hambres, desprecios, y que había visto como su familia adoptiva (la más amorosa de todas) había sido asesinada tenía de donde reclamarle a Dios, al destino, o a cualquiera que estuviera allá arriba dándole lecciones demasiado duras. Por el contrario, no lo hacía, Ketu era un hombre de la calle que aunque nadie lo creyera, se dedicaba a predicar en ocasiones la palabra de Dios, de forma interna la mayoría del tiempo, pues muchos católicos ya habían perdido la fe, y lo que menos querían era escuchar a un mendigo que les dijera palabras "falsas", sin embargo él le daba gracias a ese altísimo, porque le daba vida, salud, y en buen o mal estado, comida, la que se ganaba con el sudor de su frente, la que le hacía casi querer dormir y nunca despertar, por la falda de, pero a final de cuentas la tenia. Por eso no perdía la fe, y por eso creía que quizás la mujer era una especie de enviada de Dios. Aunque también podía dudar creyendo que era la serpiente, esa de la que se hablaban en las viejas escrituras.
- Honestamente si quiere algo de mi no va a ganar nada con esa actitud, señorita, no me gustan las mujeres pesadas, se supone ustedes deberían ser finas, hermosas como los pétalos de una rosa, no una enredadera, para nada - El hombre negó, de verdad le descolora ese tipo de cosas, ese tipo de actitudes - ¿Para que quiere mi ropa? - Para la buena suerte de él ha lavado su chaqueta el día anterior, había podido juntar un poco de jabón que una verdulera le había dado cuando limpió la zona de su puesto. Después incluso de algunas monedas recibidas. La miró de arriba hacía abajo, pero no de forma morbosa, para nada, lo que buscaba era entender que clase de broma le estaba jugando. Primero con su súbito encuentro, después con el intercambio de prendas, pero le dio igual, él no tenía nada que perder, se quitó con cuidado su prenda y se la dio - Sino se comporta más amable terminaré por dejarla sola - Le aclaró. No estaba jugando, él podría ser una persona amable, pero su carácter también podía imponer, y no le importaba demasiado la procedencia de ella, es decir, su estatus social.
- Primero que nada, yo sé que le digo o no a los demás, no tiene porque decirme o darme instrucciones ¿entendió? - Está vez si le dijo aquello con firmeza, pero ya se estaba colando el abrigo sobre los hombros, al menos él que ella le estaba dando. Brandon no cree haber tenido una tela tan fina sobre su cuerpo, aquello se siente bien. Comienza a caminar para indicarle el lugar, la verdad es que no está muy alejado, pero dado que la mujer quiere guía no se lo va a negar, no puede dejar a una dama indefensa andar sola por el bosque. Después de dar algunos pasos, el muchacho se giró sin dejar de sonreír para poder captar a la mujer - ¿No vas a venir? - Preguntó comenzando de nuevo a tomar camino - Vamos, se más rápida - Le pidió mientras saltaba un charco de aguas sucias, le gustaban ese tipo de obstáculos. - Por cierto, me llamo Brandon - A todos les da ese nombre, el día en que confíe verdaderamente en alguien les dirá el verdadero, el que le toca el corazón por los recuerdos y el significado del mismo.
Él que había vivido en medio de dolores, en medio de hambres, desprecios, y que había visto como su familia adoptiva (la más amorosa de todas) había sido asesinada tenía de donde reclamarle a Dios, al destino, o a cualquiera que estuviera allá arriba dándole lecciones demasiado duras. Por el contrario, no lo hacía, Ketu era un hombre de la calle que aunque nadie lo creyera, se dedicaba a predicar en ocasiones la palabra de Dios, de forma interna la mayoría del tiempo, pues muchos católicos ya habían perdido la fe, y lo que menos querían era escuchar a un mendigo que les dijera palabras "falsas", sin embargo él le daba gracias a ese altísimo, porque le daba vida, salud, y en buen o mal estado, comida, la que se ganaba con el sudor de su frente, la que le hacía casi querer dormir y nunca despertar, por la falda de, pero a final de cuentas la tenia. Por eso no perdía la fe, y por eso creía que quizás la mujer era una especie de enviada de Dios. Aunque también podía dudar creyendo que era la serpiente, esa de la que se hablaban en las viejas escrituras.
- Honestamente si quiere algo de mi no va a ganar nada con esa actitud, señorita, no me gustan las mujeres pesadas, se supone ustedes deberían ser finas, hermosas como los pétalos de una rosa, no una enredadera, para nada - El hombre negó, de verdad le descolora ese tipo de cosas, ese tipo de actitudes - ¿Para que quiere mi ropa? - Para la buena suerte de él ha lavado su chaqueta el día anterior, había podido juntar un poco de jabón que una verdulera le había dado cuando limpió la zona de su puesto. Después incluso de algunas monedas recibidas. La miró de arriba hacía abajo, pero no de forma morbosa, para nada, lo que buscaba era entender que clase de broma le estaba jugando. Primero con su súbito encuentro, después con el intercambio de prendas, pero le dio igual, él no tenía nada que perder, se quitó con cuidado su prenda y se la dio - Sino se comporta más amable terminaré por dejarla sola - Le aclaró. No estaba jugando, él podría ser una persona amable, pero su carácter también podía imponer, y no le importaba demasiado la procedencia de ella, es decir, su estatus social.
- Primero que nada, yo sé que le digo o no a los demás, no tiene porque decirme o darme instrucciones ¿entendió? - Está vez si le dijo aquello con firmeza, pero ya se estaba colando el abrigo sobre los hombros, al menos él que ella le estaba dando. Brandon no cree haber tenido una tela tan fina sobre su cuerpo, aquello se siente bien. Comienza a caminar para indicarle el lugar, la verdad es que no está muy alejado, pero dado que la mujer quiere guía no se lo va a negar, no puede dejar a una dama indefensa andar sola por el bosque. Después de dar algunos pasos, el muchacho se giró sin dejar de sonreír para poder captar a la mujer - ¿No vas a venir? - Preguntó comenzando de nuevo a tomar camino - Vamos, se más rápida - Le pidió mientras saltaba un charco de aguas sucias, le gustaban ese tipo de obstáculos. - Por cierto, me llamo Brandon - A todos les da ese nombre, el día en que confíe verdaderamente en alguien les dirá el verdadero, el que le toca el corazón por los recuerdos y el significado del mismo.
Brandon Acklang- Humano Clase Baja
- Mensajes : 70
Fecha de inscripción : 07/03/2013
Re: La pobreza es más que simple suciedad y hambre | Libre
"Lo verdadero puede a veces no ser verosímil"
-Ni fina, ni hermosa, ni pétalo de rosa. Y si se va a poner poético y prejuicioso mejor dejamos aquí. Además, ¿Quién dijo que todas eramos iguales? tal vez tenga razón y yo me parezca más a una enredadera o a una especie de cactus, no lo sé- Leigh se expresaba como una mujer orgullosa, altiva y rebelde y con la cuál no se podía conversar mucho si mantenía la guardia tan alta. -Quiero su ropa para pasar desapercibida, obvio- Mencionó terminando de retirar su capa y sosteniéndola en uno de sus brazos a la espera del cambio. -Terminaré hartándome si todos empiezan con sus teorías acerca de como debo ser y donde debo estar, así que pasar lo más desapercibida posible es lo que busco con este cambio- La acritud de la mujer la hacía parecer tan extravagante, tan inexplicable, tan incomprensible, tan loca! y en el fondo sabía que aquél joven podría exasperarse con rapidez y alejarse de ella sin más miramientos y, sin duda, eso sería lo más inteligente que podía hacer, sobre todo porque seguramente su teoría sobre Leigh estaba basada en la locura pero no por la causa que él creía.
La cazadora parecía moverse como si un presentimiento misterioso se apoderara de sus sentidos, era como si siempre creyera que se encontraría con lo inexplicable y en esta ocasión, fue un verdadero milagro que la mujer no hubiera amartillado su revólver. No lo hizo porque había tenido la segura intuición de que no le haría falta con respecto a él, al muchacho de ojos excesivamente claros y que le hablaba pretendiendo ser amable pero dando entender que Leigh no cooperaba mucho con aquél trato... y en efecto así era.
-Bueno, pero habla de dar órdenes y usted está haciendo lo mismo- Dijo de mala gana al tiempo que se ponía la chaqueta del joven que para su suerte parecía estar en buenas condiciones, no había algún olor nauseabundo que pudiera molestarla mientras la llevaba puesta. Lo demás no importaba, era lo que necesitaba para pasar desapercibida un rato. Cerró la chaqueta tapando las armas que había descubierto el abrigo como si nada y lo hizo con rapidez para evitar demasiada observación como mínimo. Era muy posible que el mencionara algo, puesto que, no sólo no actuaba como una señorita en apuros, sino que además llevaba dagas sujetas a los brazos e incluso una que otra estaca que para él debió parecer un trozo de madera nada más. Aquello pudo cambiar la percepción en él, si es que había prestado atención a todo, claro.
Sin embargo, cuando ella levantó la mirada, él ya estaba adelante preguntando si es que no iba a ir y la trataba como si se tratara de un par de pequeños que camina en busca de alguna travesura. Algo raro para la noche y sobre todo para ella que estaba más acostumbrada a la hostilidad que a cualquier muestra de amabilidad en otros. Lo alcanzó dando pasos largos y sin esquivar demasiado los charcos, caminaba segura y el agua no entraba en sus botas de tacón pequeño y grueso para darle más estabilidad y con disimulo le echó una mirada, tan solo para notar que la capa que anteriormente era suya le había venido bien al hombre. Tal vez luego la vendiera, o tal vez no, eso ya no importaba aunque por lo menos parecía que a ambos les iba bien con el asunto del frío y se continuaba con menos quejas pero más ordenes que a la hora de la verdad resultaban bastante curiosas.
-Bien, Brandon, yo soy Lauren- Continuó ella haciendo la presentación de siempre. El nombre de su madre era el que ocupaba de noche para evitar hacer conjeturas con la Leigh diurna que se veía ocupándose de negocios familiares como cualquier aristócrata francés, además, era prudente no darle su nombre a un desconocido por más amable y humano que pareciera. Reglas básicas de supervivencia, sólo era eso.
Por otra parte ¿Que pasaría si él había visto las armas? Leigh no podía culparse por descuido porque no había tenido otra opción y era entonces cuando en su mente vagaban dos opciones: Brandon había omitido comentario alguno antes por prudencia o incluso temor; o Leigh lo seguiría por cualquier camino como cordero que es llevado al matadero hacia Dios sabe donde para ser interrogada o lo que sea. No cabe duda que la cacería no sólo trajo secuelas físicas o emocionales en la cazadora, sino que además la había dotado de una paranoía que no daba a conocer y con la que lidiaba sola en su mente y que, sin duda, llevaría por todo el camino al tiempo que omitía una tercera y más sencilla opción: Él, no había visto nada.
La cazadora parecía moverse como si un presentimiento misterioso se apoderara de sus sentidos, era como si siempre creyera que se encontraría con lo inexplicable y en esta ocasión, fue un verdadero milagro que la mujer no hubiera amartillado su revólver. No lo hizo porque había tenido la segura intuición de que no le haría falta con respecto a él, al muchacho de ojos excesivamente claros y que le hablaba pretendiendo ser amable pero dando entender que Leigh no cooperaba mucho con aquél trato... y en efecto así era.
-Bueno, pero habla de dar órdenes y usted está haciendo lo mismo- Dijo de mala gana al tiempo que se ponía la chaqueta del joven que para su suerte parecía estar en buenas condiciones, no había algún olor nauseabundo que pudiera molestarla mientras la llevaba puesta. Lo demás no importaba, era lo que necesitaba para pasar desapercibida un rato. Cerró la chaqueta tapando las armas que había descubierto el abrigo como si nada y lo hizo con rapidez para evitar demasiada observación como mínimo. Era muy posible que el mencionara algo, puesto que, no sólo no actuaba como una señorita en apuros, sino que además llevaba dagas sujetas a los brazos e incluso una que otra estaca que para él debió parecer un trozo de madera nada más. Aquello pudo cambiar la percepción en él, si es que había prestado atención a todo, claro.
Sin embargo, cuando ella levantó la mirada, él ya estaba adelante preguntando si es que no iba a ir y la trataba como si se tratara de un par de pequeños que camina en busca de alguna travesura. Algo raro para la noche y sobre todo para ella que estaba más acostumbrada a la hostilidad que a cualquier muestra de amabilidad en otros. Lo alcanzó dando pasos largos y sin esquivar demasiado los charcos, caminaba segura y el agua no entraba en sus botas de tacón pequeño y grueso para darle más estabilidad y con disimulo le echó una mirada, tan solo para notar que la capa que anteriormente era suya le había venido bien al hombre. Tal vez luego la vendiera, o tal vez no, eso ya no importaba aunque por lo menos parecía que a ambos les iba bien con el asunto del frío y se continuaba con menos quejas pero más ordenes que a la hora de la verdad resultaban bastante curiosas.
-Bien, Brandon, yo soy Lauren- Continuó ella haciendo la presentación de siempre. El nombre de su madre era el que ocupaba de noche para evitar hacer conjeturas con la Leigh diurna que se veía ocupándose de negocios familiares como cualquier aristócrata francés, además, era prudente no darle su nombre a un desconocido por más amable y humano que pareciera. Reglas básicas de supervivencia, sólo era eso.
Por otra parte ¿Que pasaría si él había visto las armas? Leigh no podía culparse por descuido porque no había tenido otra opción y era entonces cuando en su mente vagaban dos opciones: Brandon había omitido comentario alguno antes por prudencia o incluso temor; o Leigh lo seguiría por cualquier camino como cordero que es llevado al matadero hacia Dios sabe donde para ser interrogada o lo que sea. No cabe duda que la cacería no sólo trajo secuelas físicas o emocionales en la cazadora, sino que además la había dotado de una paranoía que no daba a conocer y con la que lidiaba sola en su mente y que, sin duda, llevaría por todo el camino al tiempo que omitía una tercera y más sencilla opción: Él, no había visto nada.
Leigh Lezarc- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 191
Fecha de inscripción : 21/01/2012
Localización : Lyon, Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La pobreza es más que simple suciedad y hambre | Libre
Más de una vez, durante el tiempo en que ha estado en París, el muchacho a pasado por situaciones de ese tipo. Hombres y mujeres que buscaban humillarlo, mandarle, ordenarle, y un sin fin de cosas más, tener unas monedas demás, las cuales el jamás tendría, ni aunque la vida lo volviera a premiar con mil años. Pero él tenía dignidad, eso lo había aprendido bien, por eso no se dejaba pisotear, por eso podía pasar hambre incluso durante una semana. Ketu odiaba las malas actitudes, perdía la paciencia con facilidad en algunas áreas de su vida. Como en esas. Si no tiene padres a quien rendir cuentas (pero si a quienes honrar), entonces no hay a quien avergonzar. La mira de mala manera porque está aburrido de siempre lo mismo. Ella no es la excepción, no la va a dejar, ¡No va a empezar ahora aunque le digan que para todo hay una primera vez! Primero él, después él, y al final él. Es parte de sus filosofías de vida, de esa forma a sobrevivido, y nadie puede decirle algo. ¡Nadie! Ni esa mujer loca que ha llegado en medio de la nada. Se siente tan aburrido de las situaciones parecidas que quiere dar la vuelta a ir a dormir a su cómodo callejón.
Hace dos días aproximadamente, Brandon había socorrido a una mujer de cabellos rubios que caminaba por esas calles, la mujer en vez de agradecerle, le empezó a hablar de mala manera, incluso le puso cara de asco por su apariencia de andrajoso. Con ese incidente tenía lo suficiente para englobar a mujeres que tenían las mismas actitudes. Negó repetidas veces al escucharla, incluso le pareció absurda, todas las mujeres en su afán de parecer diferentes las unas de las otras, y luego se quejan cuando les dan el mismo trato o no las tratan con delicadeza, pero daba igual, si ella quería ser tratada como una espina, entonces que se aguantara, el no andaba de buenas ya. Se cruzó de brazos observando a la mujer avanzar, era hermosa si, mucho, pero su actitud le había arruinado toda la belleza existente, así que ya no pudo ni siquiera atreverse a verle con morbo, encima que él no era así. Bostezó, se metió la mano a los pantalones, y luego le miró con despreocupación.
- No tengo intenciones ya de ir contigo, ni de darte mi ropa, puedes quedarte con la chaqueta - Se encogió de hombros de forma tan natural - Mucho gusto, por cierto, bonito nombre - Sonrió de forma galante, aunque eso fue más natural que nada. - No me gusta su actitud, y a usted no le gusta como trato a las… señoritas - Lo último lo dijo de manera un poco más mordaz, la verdad es que se encontraba muy cabreado de la situación - No creo que debamos de seguir juntos, es decir, compartir la noche, simplemente la puedo guiar hasta donde quiera estar, quizás alguien le cambie los ropajes, habrá mujeres, hombres, incluso niños, pero no pida más - Le aclaró aun con las manos en los bolsillos. - Así que decide - Movió su rostro observando el lugar, él sabe que por ahí, en algún lugar se encuentra una banca, cuando la haya se camina para sentarse de forma despreocupada, esperando a que la mujer decida lo que va o no a hacer. Si terminaba por tardarse mucho se quedaría dormido, se encontraba cansado.
Hace dos días aproximadamente, Brandon había socorrido a una mujer de cabellos rubios que caminaba por esas calles, la mujer en vez de agradecerle, le empezó a hablar de mala manera, incluso le puso cara de asco por su apariencia de andrajoso. Con ese incidente tenía lo suficiente para englobar a mujeres que tenían las mismas actitudes. Negó repetidas veces al escucharla, incluso le pareció absurda, todas las mujeres en su afán de parecer diferentes las unas de las otras, y luego se quejan cuando les dan el mismo trato o no las tratan con delicadeza, pero daba igual, si ella quería ser tratada como una espina, entonces que se aguantara, el no andaba de buenas ya. Se cruzó de brazos observando a la mujer avanzar, era hermosa si, mucho, pero su actitud le había arruinado toda la belleza existente, así que ya no pudo ni siquiera atreverse a verle con morbo, encima que él no era así. Bostezó, se metió la mano a los pantalones, y luego le miró con despreocupación.
- No tengo intenciones ya de ir contigo, ni de darte mi ropa, puedes quedarte con la chaqueta - Se encogió de hombros de forma tan natural - Mucho gusto, por cierto, bonito nombre - Sonrió de forma galante, aunque eso fue más natural que nada. - No me gusta su actitud, y a usted no le gusta como trato a las… señoritas - Lo último lo dijo de manera un poco más mordaz, la verdad es que se encontraba muy cabreado de la situación - No creo que debamos de seguir juntos, es decir, compartir la noche, simplemente la puedo guiar hasta donde quiera estar, quizás alguien le cambie los ropajes, habrá mujeres, hombres, incluso niños, pero no pida más - Le aclaró aun con las manos en los bolsillos. - Así que decide - Movió su rostro observando el lugar, él sabe que por ahí, en algún lugar se encuentra una banca, cuando la haya se camina para sentarse de forma despreocupada, esperando a que la mujer decida lo que va o no a hacer. Si terminaba por tardarse mucho se quedaría dormido, se encontraba cansado.
Brandon Acklang- Humano Clase Baja
- Mensajes : 70
Fecha de inscripción : 07/03/2013
Re: La pobreza es más que simple suciedad y hambre | Libre
"No hay que sobrestimar lo inusitado.
Hay que dotar de aguijones a lo común y corriente."
Hay que dotar de aguijones a lo común y corriente."
¿Qué? ¿Y ahora qué? pensó ella en cuanto volvió a escuchar la voz del muchacho, y como de manera instintiva -que más bien debía llamarse respondona- habló de nuevo con ese mismo tono antipaticón que solía usar y no siempre a drede.
-¿Esperaba que le pidiera otra cosa? ya tengo lo que quiero, nada más me sirve.- En efecto, ella sólo quería la chaqueta e incluso a pesar de su actitud intentó no resultar ofensiva a la hora de pedirla. ¿Qué hubiera pasado si le decía que se la compraba en vez de cambiar sus prendas? es sabido que algunos se ofenden por más que necesiten el dinero y a la hora de la verdad ya ella estaba demasiado llena de problemas como para ganarse otros por meras estupideces. La cazadora cerró la boca y lo dejó hablar, finalmente él no tenía la culpa de nada y si Leigh hubiese estado en su lugar, seguramente ya se hubiese ido hace rato dejando al intruso a su suerte, y bien merecido que se lo tendría.
Ella se cruzó de brazos, como si le hallara la razón o más bien dándole valor a la sinceridad del muchacho. Está bien que Leigh era desconfiada, fría, antipática y demás, pero eso no quería decir que estuviera bien actuar así siempre. No lo conocía, no podía suponer mal siempre y ser tan obvia. Podía ser prevenida pero no grosera.
-Vale, vale, aunque no creo haber dicho que no me gusta como trata a las mujeres. La verdad me da igual y a veces prefiero que me traten como a un hombre, no a los golpes, claro, pero sí teniendo en cuenta que no quiero ser tratada como damisela en peligro que para mí es lo mismo que inútil y llorona.- Usó un tono más sereno, le miró a la cara y lo dijo con total sinceridad, sobre todo porque el tono del hombre logró hacerla sentir realmente mal, como hace mucho no sucedía. Cielos, a veces se cometen errores por dar por hechas cosas de las que no se tienen idea. ¿Porqué tantas cosas había pasado él? no sólo ella era la que había vivido situaciones del asco y la forma en que lo juzgaba era la misma en que la juzgaban a ella creyendo que vivía feliz por el hecho de tener dinero.
Dio un hondo, pesado pero rápido suspiro y decidió jugar con la suerte con una pregunta. -No quiero que se ofenda, pero... quiero compensar este cambio.- Se metió la mano a uno de los bolsillos de su pantalón y sacó unos pocos billetes en él, no muchos, pero sí suficientes para poder comer bien al menos por un par de días. Extendió a él la mano empuñada, impidiendo que él viera de cuanto se trataba por si acaso sí se ofendía. Ya luego de ver -si aceptaba- podría ver si la odiaba por eso o más bien disfrutaba de lo que según ella se había ganado. -Acepte esto, por favor. No es mucho, pero es una manera de compensar el favor que me hizo. No pediré más, puedo ir sola, eso no es novedad para mí.- Finalizó la frase con el mismo tono que había usado siempre, se volvía dura cuando se trataba de hablar de sí y de justificar que no necesitaba de nadie, aunque no siempre fuera cierto. -Vamos, recibalo por favor, no le molestaré más y tampoco voy a quitarle tiempo.- Quería apresurarse, ese simple cambio aún no era garantía que no hubiera sido detectada y pudiera poner en riesgo la vida del hombre y de nuevo la suya propia.
Pero las cosas no siempre marchan como uno desea, a veces las peores sospechas se vuelven reales o los peores temores tergiversan la realidad. Fue entonces cuando una risa resonó tras de ellos, con malicia, con firmeza...
-¿Esperaba que le pidiera otra cosa? ya tengo lo que quiero, nada más me sirve.- En efecto, ella sólo quería la chaqueta e incluso a pesar de su actitud intentó no resultar ofensiva a la hora de pedirla. ¿Qué hubiera pasado si le decía que se la compraba en vez de cambiar sus prendas? es sabido que algunos se ofenden por más que necesiten el dinero y a la hora de la verdad ya ella estaba demasiado llena de problemas como para ganarse otros por meras estupideces. La cazadora cerró la boca y lo dejó hablar, finalmente él no tenía la culpa de nada y si Leigh hubiese estado en su lugar, seguramente ya se hubiese ido hace rato dejando al intruso a su suerte, y bien merecido que se lo tendría.
Ella se cruzó de brazos, como si le hallara la razón o más bien dándole valor a la sinceridad del muchacho. Está bien que Leigh era desconfiada, fría, antipática y demás, pero eso no quería decir que estuviera bien actuar así siempre. No lo conocía, no podía suponer mal siempre y ser tan obvia. Podía ser prevenida pero no grosera.
-Vale, vale, aunque no creo haber dicho que no me gusta como trata a las mujeres. La verdad me da igual y a veces prefiero que me traten como a un hombre, no a los golpes, claro, pero sí teniendo en cuenta que no quiero ser tratada como damisela en peligro que para mí es lo mismo que inútil y llorona.- Usó un tono más sereno, le miró a la cara y lo dijo con total sinceridad, sobre todo porque el tono del hombre logró hacerla sentir realmente mal, como hace mucho no sucedía. Cielos, a veces se cometen errores por dar por hechas cosas de las que no se tienen idea. ¿Porqué tantas cosas había pasado él? no sólo ella era la que había vivido situaciones del asco y la forma en que lo juzgaba era la misma en que la juzgaban a ella creyendo que vivía feliz por el hecho de tener dinero.
Dio un hondo, pesado pero rápido suspiro y decidió jugar con la suerte con una pregunta. -No quiero que se ofenda, pero... quiero compensar este cambio.- Se metió la mano a uno de los bolsillos de su pantalón y sacó unos pocos billetes en él, no muchos, pero sí suficientes para poder comer bien al menos por un par de días. Extendió a él la mano empuñada, impidiendo que él viera de cuanto se trataba por si acaso sí se ofendía. Ya luego de ver -si aceptaba- podría ver si la odiaba por eso o más bien disfrutaba de lo que según ella se había ganado. -Acepte esto, por favor. No es mucho, pero es una manera de compensar el favor que me hizo. No pediré más, puedo ir sola, eso no es novedad para mí.- Finalizó la frase con el mismo tono que había usado siempre, se volvía dura cuando se trataba de hablar de sí y de justificar que no necesitaba de nadie, aunque no siempre fuera cierto. -Vamos, recibalo por favor, no le molestaré más y tampoco voy a quitarle tiempo.- Quería apresurarse, ese simple cambio aún no era garantía que no hubiera sido detectada y pudiera poner en riesgo la vida del hombre y de nuevo la suya propia.
Pero las cosas no siempre marchan como uno desea, a veces las peores sospechas se vuelven reales o los peores temores tergiversan la realidad. Fue entonces cuando una risa resonó tras de ellos, con malicia, con firmeza...
Leigh Lezarc- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 191
Fecha de inscripción : 21/01/2012
Localización : Lyon, Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La pobreza es más que simple suciedad y hambre | Libre
Ketu observa a la mujer con el semblante serio, no puede disimularlo, de hecho se siente contrariado, muy molesto, no tolera la falta de modales, si fueran incluso los dirigentes del país, tampoco los toleraría, dicen por ahí que como tratas serás tratado, de esa forma él opera, no le importan las consecuencias, sabe que no tiene ni el dinero, ni tampoco el poder para retar a las personas de más alta importancia en la sociedad, pero de todos modos lo hace, ellos tienen que perder, él ya no lo tiene, aunque no es un hombre suicida, no le importa perder la vida con tal de defender lo que piensa. No tiene detrás a una esposa o dos hijos que puedan depender o necesitar de él, quizás por eso se arriesga tanto. Sigue observando a la chica de manera poco agradable, si su mirada pudiera asesinar, seguro la hubiera dejado mal herida, pues no, él no es un asesino, pero si le habría dado una buena lección por altanera. ¿Quién es él para educar? Nadie claramente, pero si puede hacer la diferencia en esa maldita sociedad que diariamente se pudría más y más, entonces lo haría. Aunque fuera con una desconocida que quizás no volvería a darle, ni las buenas noches.
El ceño no se le relaja ni siquiera con ese cambio tan brusco de actitud de la mujer, por el contrario, afianza un poco más sus brazos cruzados a la altura de su pecho. Ese tipo de actitudes tan cambiantes no se las pesca, la verdad es que poco las cree, pues una persona que muestra su mala cara en el primer instante, no merece ser observada en su mejor momento. El enojo, la ira, o las pocas ganas de escuchar a los demás llegan de un momento a otro, él no tiene ganas de adivinar cuando aquella mujer puede volver a parecer como la gárgola malhumorada del principio, De hecho en vez de estar perdiendo el tiempo en ese momento, él debería cuidar a sus compañeros de callejón, quienes seguramente duermen plácidamente, creyendo que él (por ser el mayor) podría cuidarles; observa el dinero, pero aunque no se sintió ofendido, en el primer momento no piensa en cogerlo, aunque la imagen de nuevo de su pandilla le azota los pensamientos, fue por eso que coge los billetes, los guarda en su bolsillo, eso no era limosna, pues él le había dado su chaqueta, y también había buscado la forma de socorrerla.
- Te recomiendo que no vuelvas a tratar mal a los demás en la calle, menos a estas horas, porque por muy hombre que quieras el trato, por muy preparada, o incluso trayendo armas, muchas personas terminan si vida por actitudes con la tuya, estás en la calle, territorio de otras personas, así que analiza tu comportamiento - Vuelve a decir de mala gana, pero al menos su semblante se reja.
- ¿Entonces la llevo al lugar para que coma algo? No está lejos, pero creo que no dejan entrar a mucha gente, especial - Con especial se refiere a ese comportamiento - Si la ven conmigo no le dirán nada al entrar, además, me he ganado hoy una sopa caliente, por lo que puedo ir a reclamarla - La sopa se la había ganado esa mañana por atrapar a todas las ratas del local y llevarlas a la coladera lejana de la ciudad, aunque no le agradan esos animales, prefieres no matarlos, por algo están con vida. Se camina pero en la primer calle dobla a la derecha, se queda parado pues espera a que la mujer lo alcance y así poder avanzar los dos, como iguales, y llegar al lugar.
El ceño no se le relaja ni siquiera con ese cambio tan brusco de actitud de la mujer, por el contrario, afianza un poco más sus brazos cruzados a la altura de su pecho. Ese tipo de actitudes tan cambiantes no se las pesca, la verdad es que poco las cree, pues una persona que muestra su mala cara en el primer instante, no merece ser observada en su mejor momento. El enojo, la ira, o las pocas ganas de escuchar a los demás llegan de un momento a otro, él no tiene ganas de adivinar cuando aquella mujer puede volver a parecer como la gárgola malhumorada del principio, De hecho en vez de estar perdiendo el tiempo en ese momento, él debería cuidar a sus compañeros de callejón, quienes seguramente duermen plácidamente, creyendo que él (por ser el mayor) podría cuidarles; observa el dinero, pero aunque no se sintió ofendido, en el primer momento no piensa en cogerlo, aunque la imagen de nuevo de su pandilla le azota los pensamientos, fue por eso que coge los billetes, los guarda en su bolsillo, eso no era limosna, pues él le había dado su chaqueta, y también había buscado la forma de socorrerla.
- Te recomiendo que no vuelvas a tratar mal a los demás en la calle, menos a estas horas, porque por muy hombre que quieras el trato, por muy preparada, o incluso trayendo armas, muchas personas terminan si vida por actitudes con la tuya, estás en la calle, territorio de otras personas, así que analiza tu comportamiento - Vuelve a decir de mala gana, pero al menos su semblante se reja.
- ¿Entonces la llevo al lugar para que coma algo? No está lejos, pero creo que no dejan entrar a mucha gente, especial - Con especial se refiere a ese comportamiento - Si la ven conmigo no le dirán nada al entrar, además, me he ganado hoy una sopa caliente, por lo que puedo ir a reclamarla - La sopa se la había ganado esa mañana por atrapar a todas las ratas del local y llevarlas a la coladera lejana de la ciudad, aunque no le agradan esos animales, prefieres no matarlos, por algo están con vida. Se camina pero en la primer calle dobla a la derecha, se queda parado pues espera a que la mujer lo alcance y así poder avanzar los dos, como iguales, y llegar al lugar.
Brandon Acklang- Humano Clase Baja
- Mensajes : 70
Fecha de inscripción : 07/03/2013
Re: La pobreza es más que simple suciedad y hambre | Libre
"La muerte es algo que no debemos temer porque,
mientras somos, la muerte no es
y cuando la muerte es, nosotros no somos."
mientras somos, la muerte no es
y cuando la muerte es, nosotros no somos."
Insoportable, comenzó a pensar ella. Definitivamente y a pesar de no haber sido un maltrato exagerado, él continuaba mirándola como si fuera a devorarla con eso. En teoría las personas que viven en la calle están acostumbradas a todo, pero según veía Leigh una cosa es estar acostumbrado y otra cosa es tolerarlo y seguir como si nada. Este hombre tenía orgullo, se le notaba con cada gesto y con cada palabra y entre más tomaba esa actitud, más rígida se ponía Leigh.
La calle seguía fría y el amanecer estaba cercano, de tanto en tanto se escuchaban pequeñas patitas arrastrarse cerca a ellos. Leigh hechó una mirada y siguió con la vista a un ratón de tamaño mediano correr por los rincones buscando su escondite. Como era de esperarse ella no se alarmaba, incluso el animal le recordó su propia vida por el hecho de tener que estar buscando escondites luego de cada pelea. Frunció los labios y volvió a la mirada al muchacho que para entonces ya había aceptado el dinero. Era evidente que seguía molesto y la cazadora no iba a hacer nada más, ella no rogaba, no se disculpaba más de una vez y creía suficiente lo que había hecho pues, según ella, no era para tanto.
-Vamos, es una completa exageración. No necesito recomendaciones y menos tengo en cuenta la hora. Sé bien lo que hago y si quiere un consejo, no siga caminando por esta calle, no a esta hora. Yo sí que sé porque se lo digo. Recuerde esto porque puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte e incluso, quizás a diferencia suya, yo no le temo a la segunda. Ahora indíqueme el camino, por favor, no me interesan las recomendaciones de cosas que yo ya sé y menos cuando parece que yo lo hubiera tratado super mal.- Respondió a pesar que de algún modo le pareció que todo lo que dijo el muchacho le permitió relajarse. -Y eso no es cierto- concluyó avanzando apenas unos pasos por delante de él.
-La verdad es que no tengo hambre, sólo necesito escabullirme, es todo.- Explicó de modo más tranquilo y se giró de nuevo. -Pero... ¿A qué se refiere con "especial"?- preguntó con el ceño fruncido intuyendo que algún adejtivo raro había de haber detrás de eso. Sin saber si esperar respuesta o no, lo siguió una vez que él avanzó, manteniendo por un rato el silencio y preguntándose si no sería mejor escapar hacia otro lado. ¿Qué tal si él tenía amigos allá que quisieran cobrarse el supuesto maltrato de Leigh hacia él? todo era probable, la sociedad era cada vez peor y a pesar de ser hábil en la lucha habrían situaciones contra las que no podría. Además, a ella no le gustaba mucho andar lastimando o matando gente sólo porque sí, era claro que Leigh sólo apuntaba a dos tipos de seres para matar: Vampiros e inquisidores. Ambos le debían algo y con los demás todo estaba tranquilo a menos que intentaran atacarla y ella se viera en la obligación de defenderse. Con disimulo tomó uno de las navajas de pequeño tamaño que tenía y la mantuvo en la mano que luego metió en el bolsillo de la chaqueta. -¿Qué es el lugar a donde vamos? no voy a tardar mucho y no quiero problemas. Guardaré silencio de ser necesario pero quiero que me diga la verdad a pesar que no lo conozco ni usted a mí. Eso sí, puedo prometerle algo... mire, si cumple con su palabra podré recompensarlo luego. Ahora no traigo mucho dinero pero después podemos arreglar. Es más, si necesita algo que hacer, puedo ayudarle con eso. Sólo necesito escabullirme durante un poco más de tiempo. Ahora dígame si acepta o tomaré mi camino ya mismo.- No le quedaba más opción que jugarselo todo ahora. Tenía que ser inteligente y precavida, sobre todo porque le faltaba mucho para terminar la venganza que venía fraguando. Sólo eso importaba, luego podría morir en paz, no tenía nada más que fuera un motor para continuar, así que hasta entonces, tenía que moverse con mayor cautela.
La calle seguía fría y el amanecer estaba cercano, de tanto en tanto se escuchaban pequeñas patitas arrastrarse cerca a ellos. Leigh hechó una mirada y siguió con la vista a un ratón de tamaño mediano correr por los rincones buscando su escondite. Como era de esperarse ella no se alarmaba, incluso el animal le recordó su propia vida por el hecho de tener que estar buscando escondites luego de cada pelea. Frunció los labios y volvió a la mirada al muchacho que para entonces ya había aceptado el dinero. Era evidente que seguía molesto y la cazadora no iba a hacer nada más, ella no rogaba, no se disculpaba más de una vez y creía suficiente lo que había hecho pues, según ella, no era para tanto.
-Vamos, es una completa exageración. No necesito recomendaciones y menos tengo en cuenta la hora. Sé bien lo que hago y si quiere un consejo, no siga caminando por esta calle, no a esta hora. Yo sí que sé porque se lo digo. Recuerde esto porque puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte e incluso, quizás a diferencia suya, yo no le temo a la segunda. Ahora indíqueme el camino, por favor, no me interesan las recomendaciones de cosas que yo ya sé y menos cuando parece que yo lo hubiera tratado super mal.- Respondió a pesar que de algún modo le pareció que todo lo que dijo el muchacho le permitió relajarse. -Y eso no es cierto- concluyó avanzando apenas unos pasos por delante de él.
-La verdad es que no tengo hambre, sólo necesito escabullirme, es todo.- Explicó de modo más tranquilo y se giró de nuevo. -Pero... ¿A qué se refiere con "especial"?- preguntó con el ceño fruncido intuyendo que algún adejtivo raro había de haber detrás de eso. Sin saber si esperar respuesta o no, lo siguió una vez que él avanzó, manteniendo por un rato el silencio y preguntándose si no sería mejor escapar hacia otro lado. ¿Qué tal si él tenía amigos allá que quisieran cobrarse el supuesto maltrato de Leigh hacia él? todo era probable, la sociedad era cada vez peor y a pesar de ser hábil en la lucha habrían situaciones contra las que no podría. Además, a ella no le gustaba mucho andar lastimando o matando gente sólo porque sí, era claro que Leigh sólo apuntaba a dos tipos de seres para matar: Vampiros e inquisidores. Ambos le debían algo y con los demás todo estaba tranquilo a menos que intentaran atacarla y ella se viera en la obligación de defenderse. Con disimulo tomó uno de las navajas de pequeño tamaño que tenía y la mantuvo en la mano que luego metió en el bolsillo de la chaqueta. -¿Qué es el lugar a donde vamos? no voy a tardar mucho y no quiero problemas. Guardaré silencio de ser necesario pero quiero que me diga la verdad a pesar que no lo conozco ni usted a mí. Eso sí, puedo prometerle algo... mire, si cumple con su palabra podré recompensarlo luego. Ahora no traigo mucho dinero pero después podemos arreglar. Es más, si necesita algo que hacer, puedo ayudarle con eso. Sólo necesito escabullirme durante un poco más de tiempo. Ahora dígame si acepta o tomaré mi camino ya mismo.- No le quedaba más opción que jugarselo todo ahora. Tenía que ser inteligente y precavida, sobre todo porque le faltaba mucho para terminar la venganza que venía fraguando. Sólo eso importaba, luego podría morir en paz, no tenía nada más que fuera un motor para continuar, así que hasta entonces, tenía que moverse con mayor cautela.
Leigh Lezarc- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 191
Fecha de inscripción : 21/01/2012
Localización : Lyon, Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La pobreza es más que simple suciedad y hambre | Libre
"La gente, siempre creyendo que son los mejores dando consejos porque lo ven desde su punto de vista". Esos fueron los pensamientos del muerto de hambre cuando escuchó hablar a la cazadora de forma tan peculiar. ¿Qué de malo tenía la noche? Para él, cuando el sol se escondían y las figuras se acurrucaban en sus mantas calientes, sobre sus camas cómodas, no había mejor momento que la carencia de luz para sentirse un igual con todos los demás. Se paseaba por las calles principales, por callejones sin problema de ser corrido, iba a lugares que los clase alta les llegaban a dar buenos tratos con tal de hacerlos callar contando sus secretos, tantas cosas. ¿Por qué venía entonces mal la noche? Tan fácil para ella, tan difícil para él. Un consejo que no va a seguir por nada del mundo.
- La noche es lo único que tengo, señorita - Comentó - A diferencia de usted, el mundo mismo es mi casa porque no tengo un techo, soy pobre, miserable, a penas puedo comer, a penas puedo vestir, incluso a penas puedo respirar por todo lo que necesito y me falta. ¿Cree que me preocupo por lo que ocurra? Estando en un techo o sin él, los peligros están, no le pida a alguien que no tiene con que resguardarse que lo haga, eso es cruel, egoísta, incluso burlón, pero sé que no lo ha dicho con mala intención - Asintió. Brandon reconoce que la mujer, muy a su manera, pero quiere ayudarle para no terminar muerto de un momento a otro. Está consciente que se está comportando demasiado a la defensiva, así que se detiene en el andar, se para recto, aclara la garganta y la mira determinante, serio, sincero - Lo lamento, no quiero parecer un traumado de la vida, sólo le comparto porque me comporto así, y porque a veces no podemos seguir tales consejos, no todos son tan pasivos como yo, algunos podrían tomarlo a mal, ¡Y Dios la libre! - Se llevó una mano a la nuca para rascarse apenado, pero como ella estaba de sincera, entonces él también lo sería.
- Señorita - Se colocó frente a ella - Yo puedo ser muy pobre, de hecho puedo ser el peor de los miserables, pero no soy mentiroso, créame - Articuló con cierto toque de desesperación, para Ketu no existía peor insulto que ese, que le creyeran de verdad un pobre mentiroso sólo para sacar provecho. Sus acciones siempre eran desinteresadas, para él no existía sensación más agradable que poder tener alimento que llevarse a la boca a raíz de su trabajo, de su esfuerzo obtenido en una jornada donde quizás, muy seguramente, el trabajo fuera más que pesado, apestoso y denigrante. ¡Pero era su trabajo! Se lo había ganado. - La llevaré a una cabaña, es una casa especial para gente con pocos recursos como yo, le aseguro que no apesta, la señora e muy limpia, porque la higiene nos evita enfermedades - Asintió pidiendo que siguiera con ella - A veces con tres francos a la semana podemos tener comida segura, es una buena persona, le agradará el lugar, hay música, comida, incluso pedazos para dormir, no se preocupe, tendrá tiempo para distraerse, escabullirse - Siguió su camino con ella - Y no necesita pagarme nada, ayudar no siempre merece recompensar monetarias, la satisfacción es buena, Dios lo recompensará después - Y no paró de caminar hasta llegar frente a ese lugar concurrido.
- Bienvenida - Comentó sonriendo, dejando de lado lo ocurrido hace minutos atrás, giró la perilla de la puerta para dejarla entrar; dentro del lugar había una gran cantidad de velas de parafina, se producía calor, pero dado que el clima estaba en otoño eso era confortable. - ¡Traje a una nueva, así que todos denle la bienvenida! - Incluso quienes tocaban la guitarra se ponían de pie para sacarse el sombrero y reverenciar - Una boca más, Madame Roberta, lo siento, pero trae francos para ayudarnos, poco o mucho pero trae - Animó a la señora detrás de la barra que tejían con cuidado una tela blanca con colores vivos, parecía una pequeña manta para un bebé.
- Ya sabes que tus amigos son bienvenidos siempre, Ketu - La Madame Roberta era la única que le llamaba así, le hacía sentir en casa, esa mujer tenía un instinto maternal que le recordaba a su adoptiva negra madre. ¡Le ponía de buenas.
- Donde quieras, incluso si deseas cantar o bailar puedes acercarte a los demás - Pero él la dejó decidir y se acercó a sentarse en el piso frente a la señora dueña del lugar.
- La noche es lo único que tengo, señorita - Comentó - A diferencia de usted, el mundo mismo es mi casa porque no tengo un techo, soy pobre, miserable, a penas puedo comer, a penas puedo vestir, incluso a penas puedo respirar por todo lo que necesito y me falta. ¿Cree que me preocupo por lo que ocurra? Estando en un techo o sin él, los peligros están, no le pida a alguien que no tiene con que resguardarse que lo haga, eso es cruel, egoísta, incluso burlón, pero sé que no lo ha dicho con mala intención - Asintió. Brandon reconoce que la mujer, muy a su manera, pero quiere ayudarle para no terminar muerto de un momento a otro. Está consciente que se está comportando demasiado a la defensiva, así que se detiene en el andar, se para recto, aclara la garganta y la mira determinante, serio, sincero - Lo lamento, no quiero parecer un traumado de la vida, sólo le comparto porque me comporto así, y porque a veces no podemos seguir tales consejos, no todos son tan pasivos como yo, algunos podrían tomarlo a mal, ¡Y Dios la libre! - Se llevó una mano a la nuca para rascarse apenado, pero como ella estaba de sincera, entonces él también lo sería.
- Señorita - Se colocó frente a ella - Yo puedo ser muy pobre, de hecho puedo ser el peor de los miserables, pero no soy mentiroso, créame - Articuló con cierto toque de desesperación, para Ketu no existía peor insulto que ese, que le creyeran de verdad un pobre mentiroso sólo para sacar provecho. Sus acciones siempre eran desinteresadas, para él no existía sensación más agradable que poder tener alimento que llevarse a la boca a raíz de su trabajo, de su esfuerzo obtenido en una jornada donde quizás, muy seguramente, el trabajo fuera más que pesado, apestoso y denigrante. ¡Pero era su trabajo! Se lo había ganado. - La llevaré a una cabaña, es una casa especial para gente con pocos recursos como yo, le aseguro que no apesta, la señora e muy limpia, porque la higiene nos evita enfermedades - Asintió pidiendo que siguiera con ella - A veces con tres francos a la semana podemos tener comida segura, es una buena persona, le agradará el lugar, hay música, comida, incluso pedazos para dormir, no se preocupe, tendrá tiempo para distraerse, escabullirse - Siguió su camino con ella - Y no necesita pagarme nada, ayudar no siempre merece recompensar monetarias, la satisfacción es buena, Dios lo recompensará después - Y no paró de caminar hasta llegar frente a ese lugar concurrido.
- Bienvenida - Comentó sonriendo, dejando de lado lo ocurrido hace minutos atrás, giró la perilla de la puerta para dejarla entrar; dentro del lugar había una gran cantidad de velas de parafina, se producía calor, pero dado que el clima estaba en otoño eso era confortable. - ¡Traje a una nueva, así que todos denle la bienvenida! - Incluso quienes tocaban la guitarra se ponían de pie para sacarse el sombrero y reverenciar - Una boca más, Madame Roberta, lo siento, pero trae francos para ayudarnos, poco o mucho pero trae - Animó a la señora detrás de la barra que tejían con cuidado una tela blanca con colores vivos, parecía una pequeña manta para un bebé.
- Ya sabes que tus amigos son bienvenidos siempre, Ketu - La Madame Roberta era la única que le llamaba así, le hacía sentir en casa, esa mujer tenía un instinto maternal que le recordaba a su adoptiva negra madre. ¡Le ponía de buenas.
- Donde quieras, incluso si deseas cantar o bailar puedes acercarte a los demás - Pero él la dejó decidir y se acercó a sentarse en el piso frente a la señora dueña del lugar.
Brandon Acklang- Humano Clase Baja
- Mensajes : 70
Fecha de inscripción : 07/03/2013
Re: La pobreza es más que simple suciedad y hambre | Libre
Leigh abrió los ojos de forma evidente y no pudo articular ni una sola palabra. Se quedó ahí, viéndolo, olvidando lo suyo propio sólo para ser consciente de una realidad distinta a la suya. Cuando empezó la noche y se encontró con él, ella sabía bien que se trataba de alguien que andaba por las calles pero, la forma en la que lo hizo ver él pareció ser más grave de lo que la cazadora se hubiera imaginado. Intentaba aclarar las ideas y se preguntaba si alguna vez él había hecho el intento de salir de su mendicidad, pero eso no se podía convertir en una pregunta que escapara de sus labios, no era su problema si él intentaba o no conseguir trabajo. Era curioso que siempre se dice que nadie sabe con la sed que otro vive, pero es como si todos supieran que es sed pero reaccionaran distinto cuando se la describen; claramente eso no tenía sentido. No obstante, no podía juzgar al desconocido y el desconocido no podía juzgarla a ella por más que hasta ahora hubieran jugado a eso. Todo parecía un singular misterio, ella iba buscando su conveniencia como siempre, andando por cualquier calle como si no pudieran detenerla y, él, aparecía como si abriera una puerta en la memoria de la cazadora logrando que su mente siguiera dando vueltas bruscas al compás de su actitud. No había duda que Leigh detestaba esto, el hombre se volvía una confrontación para ella que aunque sabía muchos secretos nocturnos, también ignoraba otros tantos que ahora eran refregados en su cara por un muchacho desconocido.
-No le digo esto por crueldad, tampoco por egoísmo, por burla y todas esas cosas que dice, pero está bien, no lo mencionaré más y espero que jamás pueda comprobar que yo tengo razón.- Su voz pareció un largo suspiro, uno pesado por la carga que representaba saber una verdad como la que vivía pero, quizás él tuviera razón, a su modo cada uno encontraba en su propia miseria algo peor que la misma muerte.
Leigh se sentía extraña, incluso había olvidado por un momento que huía y la angustia y la ira fueron reemplazadas por la duda y un "sin sabor" que no lograba identificar. ¿Era por eso que casi no hablaba con nadie? quizás el hecho de comparar situaciones con la suya propia representaba demasiado esfuerzo, era probable que el sentirse de algún modo "ablandada" le infundiera una sensación de fragilidad que no soportaba. Pero al final de todo, cada característica y cada sensación al respecto llevaba al mismo camino, a la misma palabra, al mismo hecho: Cobardía. Sin embargo, sabrá Dios si Montesquieu no tenía razón cuando dijo que la cobardía era la madre de la crueldad, aunque en Leigh se presentara de una manera tan particular. Tal vez todo eso la protegía de caer en la tentación de la bondad y del perdón al que tanto le huía.
-Ya me los crucé...- dijo entre dientes antes que él se parara frente a ella impidiéndole avanzar como ella tenía pensado. Levantó el rostro y esa firmeza que encontró en la mirada del jóven hizo que de alguna forma le creyera, poco o mucho, pero algo era. Ella dio una última mirada hacia atrás y sin más reproches decidió seguirlo mientras les escuchaba. Tenía dudas, pero Leigh era de esas que se ven más bonitas calladas, al menos en cuanto a evitar problemas se refiere. No quería cuestionar a pesar que se sorprendía sobre como alguien sobrevivía con tres francos semanales y vivía en las condiciones que el muchacho mencionaba. -Yo puedo recompensarlo. Para mí es importante- dijo sin poder evitarlo, y claro, ella era de esos que le dan una enorme importancia al honor, a la palabra dada y, por otro lado, tenía sus dudas acerca de los modos de obrar de Dios, así que sencillamente hacía su parte tanto por si existía como por si no.
El camino se hizo más corto de lo que pensó y la bienvenida de Ketu apenas logró que ella asintiera como agradecimiento y mantuviera los brazos cruzados como quien se quiere proteger del frío. Él sonreía, como si ese lugar fuera algo de mucha importancia para él. Leigh entró con cierta duda a aquella estancia y observó las velas titilantes que iluminaban de un modo particular el lugar. La gente sonreía, tocaba, cantaba e incluso cuando el muchacho dijo en tono alto que había traído a alguien, ellos saludaron de tal modo que Leigh se sintió desarmada. Asintio de nuevo, aunque hubiera valido más una sonrisa de esas que ella ya no tenía. Los miró con detalle aunque parecía asustada, tenía los ojos muy abiertos por la sorpresa y los labios muy fruncidos como si quisiera morderselos al no saber que hacer. Se sentía más confundida que nunca, más enfrentada con una realidad que, de una cachetada ,le explicaba que ella no era la única con cosas por superar. Se acercó al muchacho como empinandose un poco para lograr susurrarle que no comería, pero la situación se lo impidió por completo y de nuevo descendió dando otro vistazo alrededor. Había gente de todas las edades, jovenes, viejos y, algunos se miraban de tal forma que daba la sensación de familia sin saber si lo eran o no.
-Muchas gracias- Dijo Leigh a la señora, aunque también iba para Ketu. Ella no dejaba de mirarla, parecía tan amable que un nudo en la garganta se apoderó de la cazadora y no supo que hacer. Se sentía perdida, incoherente e incluso estúpida. No sabía como reaccionar y no tenía ni idea sobre que tenía que decir. Sin duda jamás se había sentido tan incómoda y al tiempo tan sorprendida. Tomó aire y se volteó para hablarle al joven y finalmente preguntarle y entonces él se movió con total tranquilidad y se fue a sentar en el suelo, como en el de su propia casa. Ella lo miró y pareció una chiquilla perdida, así se sentía, así se encontraba... dio unos pasos y con lentitud y una evidente duda se sentó a su lado, jugando con sus propias manos a pesar de mantener su gesto serio. Le miró admitiendo que ese era su terreno y de ese modo le habló. -No sé que debo hacer... pero no me deje equivocarme... quiero... ahmm, observar un poco más.- dijo por último dándole paso a su curiosidad como si la necesitara o como si más bien le hubieran creado la necesidad.
-No le digo esto por crueldad, tampoco por egoísmo, por burla y todas esas cosas que dice, pero está bien, no lo mencionaré más y espero que jamás pueda comprobar que yo tengo razón.- Su voz pareció un largo suspiro, uno pesado por la carga que representaba saber una verdad como la que vivía pero, quizás él tuviera razón, a su modo cada uno encontraba en su propia miseria algo peor que la misma muerte.
Leigh se sentía extraña, incluso había olvidado por un momento que huía y la angustia y la ira fueron reemplazadas por la duda y un "sin sabor" que no lograba identificar. ¿Era por eso que casi no hablaba con nadie? quizás el hecho de comparar situaciones con la suya propia representaba demasiado esfuerzo, era probable que el sentirse de algún modo "ablandada" le infundiera una sensación de fragilidad que no soportaba. Pero al final de todo, cada característica y cada sensación al respecto llevaba al mismo camino, a la misma palabra, al mismo hecho: Cobardía. Sin embargo, sabrá Dios si Montesquieu no tenía razón cuando dijo que la cobardía era la madre de la crueldad, aunque en Leigh se presentara de una manera tan particular. Tal vez todo eso la protegía de caer en la tentación de la bondad y del perdón al que tanto le huía.
-Ya me los crucé...- dijo entre dientes antes que él se parara frente a ella impidiéndole avanzar como ella tenía pensado. Levantó el rostro y esa firmeza que encontró en la mirada del jóven hizo que de alguna forma le creyera, poco o mucho, pero algo era. Ella dio una última mirada hacia atrás y sin más reproches decidió seguirlo mientras les escuchaba. Tenía dudas, pero Leigh era de esas que se ven más bonitas calladas, al menos en cuanto a evitar problemas se refiere. No quería cuestionar a pesar que se sorprendía sobre como alguien sobrevivía con tres francos semanales y vivía en las condiciones que el muchacho mencionaba. -Yo puedo recompensarlo. Para mí es importante- dijo sin poder evitarlo, y claro, ella era de esos que le dan una enorme importancia al honor, a la palabra dada y, por otro lado, tenía sus dudas acerca de los modos de obrar de Dios, así que sencillamente hacía su parte tanto por si existía como por si no.
El camino se hizo más corto de lo que pensó y la bienvenida de Ketu apenas logró que ella asintiera como agradecimiento y mantuviera los brazos cruzados como quien se quiere proteger del frío. Él sonreía, como si ese lugar fuera algo de mucha importancia para él. Leigh entró con cierta duda a aquella estancia y observó las velas titilantes que iluminaban de un modo particular el lugar. La gente sonreía, tocaba, cantaba e incluso cuando el muchacho dijo en tono alto que había traído a alguien, ellos saludaron de tal modo que Leigh se sintió desarmada. Asintio de nuevo, aunque hubiera valido más una sonrisa de esas que ella ya no tenía. Los miró con detalle aunque parecía asustada, tenía los ojos muy abiertos por la sorpresa y los labios muy fruncidos como si quisiera morderselos al no saber que hacer. Se sentía más confundida que nunca, más enfrentada con una realidad que, de una cachetada ,le explicaba que ella no era la única con cosas por superar. Se acercó al muchacho como empinandose un poco para lograr susurrarle que no comería, pero la situación se lo impidió por completo y de nuevo descendió dando otro vistazo alrededor. Había gente de todas las edades, jovenes, viejos y, algunos se miraban de tal forma que daba la sensación de familia sin saber si lo eran o no.
-Muchas gracias- Dijo Leigh a la señora, aunque también iba para Ketu. Ella no dejaba de mirarla, parecía tan amable que un nudo en la garganta se apoderó de la cazadora y no supo que hacer. Se sentía perdida, incoherente e incluso estúpida. No sabía como reaccionar y no tenía ni idea sobre que tenía que decir. Sin duda jamás se había sentido tan incómoda y al tiempo tan sorprendida. Tomó aire y se volteó para hablarle al joven y finalmente preguntarle y entonces él se movió con total tranquilidad y se fue a sentar en el suelo, como en el de su propia casa. Ella lo miró y pareció una chiquilla perdida, así se sentía, así se encontraba... dio unos pasos y con lentitud y una evidente duda se sentó a su lado, jugando con sus propias manos a pesar de mantener su gesto serio. Le miró admitiendo que ese era su terreno y de ese modo le habló. -No sé que debo hacer... pero no me deje equivocarme... quiero... ahmm, observar un poco más.- dijo por último dándole paso a su curiosidad como si la necesitara o como si más bien le hubieran creado la necesidad.
Leigh Lezarc- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 191
Fecha de inscripción : 21/01/2012
Localización : Lyon, Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La pobreza es más que simple suciedad y hambre | Libre
La vida misma ha hecho que el muerto de hambre viva el presente, no recuerde el pasado e ignore su futuro. Todo es el momento preciso que vive, nada más que eso, se lo sabe de memoria, si recuerda lo que fue se entristece, si piensa en lo que será, la incertidumbre le carcome el alma, sin embargo, vivir el ahora le pone más fuerte, incluso se siente invencible. Es un sobreviviente, quien valora la vida de una manera que muchos de los pudientes no podrían, quizás por eso olvidó tan fácil el incidente de minutos atrás, no le toma importancia a ese tipo de detalles, menos de personas desconocidas, el problema quizás es que sea un poco sentido, pero no con cosas o situaciones tan superficiales.
Dado que la mujer se había mostrado firme, segura e independiente, sin necesidad de tener ayuda ajena, le dejó sola, para él, ese era el lugar más cálido, más seguro, por esa razón ni siquiera la invitó a seguirle, pero dado que ella actuaba de otra manera, no hizo, ni siquiera dijo algo. La observó en silencio, no es que fuera un hombre analítico, pero en ese instante requería poder analizar que estaba ocurriendo; no tardó mucho tiempo observándola, a él mismo le ponía de mal humor que le miraran todo el tiempo como si tuviera una basura en el rostro, entendía que la joven necesitaba espacio para poder pensar o digerir que ocurría ¿no?
- No tiene que dar las gracias, si la vida la trajo a este momento, entonces vamos a disfrutarlo, las gracias se les deben de dar siempre a Dios, porque sabe porque la puso en este camino ¿No lo cree? - Volteó a ver a la señora encargada, la mujer se notaba cansada, sin embargo mantenía esa sonrisa radiante, muchos recuerdos iban, venían, se quedaban en su cabeza. Todo le hacía pensar en ella: su madre. Si la mujer de piel negra estuviera en ese lugar, estaría mandando a dormir a la encargada para relevarla, sin importar su cansancio propio; el miserable suspiró, el pensar un “si estuviera” le recordaba que ya no se encontraba cerca, ni siquiera en la tierra, o en ese plano de la vida, sino que en un lugar mejor. - No tiene que saber todo el tiempo que debe hacer, la vida no es un plan, se tienen planes dentro de ella, pero completamente no lo es, debes aprender a disfrutar, por lo poco que veo de ti casi no lo haces ¿O me equivoco? No quisiera ser un entrometido, tampoco ser imprudente, suelo ser un poco bruto al hablar, como lo has notado, así que me disculpas si digo algo malo - Se recostó en el piso, incluso se estiró. Lo cierto es que ya se sentía muy cansado.
- ¿De verdad no tienes hambre? La señora prepara la sopa más deliciosa que jamás he probado, aunque bueno, la verdad es que no he probado muchas, así que podría ser el peor opinando al respecto - Sonrío de forma irónica, sarcástica, con una clara muestra de tristeza, el alimento no lo tenía como era debido, todo gracias a la perdida de su madre. ¡Todo se tenía que ir desviado al tema de su madre! ¿Algún día superaría ese dolor? Ojalá que si, porque sino lo hace probablemente sería un muerto en vida. ¿Sobreviviente? ¿Muerto en vida? ¿Se nota la diferencia?
Dado que la mujer se había mostrado firme, segura e independiente, sin necesidad de tener ayuda ajena, le dejó sola, para él, ese era el lugar más cálido, más seguro, por esa razón ni siquiera la invitó a seguirle, pero dado que ella actuaba de otra manera, no hizo, ni siquiera dijo algo. La observó en silencio, no es que fuera un hombre analítico, pero en ese instante requería poder analizar que estaba ocurriendo; no tardó mucho tiempo observándola, a él mismo le ponía de mal humor que le miraran todo el tiempo como si tuviera una basura en el rostro, entendía que la joven necesitaba espacio para poder pensar o digerir que ocurría ¿no?
- No tiene que dar las gracias, si la vida la trajo a este momento, entonces vamos a disfrutarlo, las gracias se les deben de dar siempre a Dios, porque sabe porque la puso en este camino ¿No lo cree? - Volteó a ver a la señora encargada, la mujer se notaba cansada, sin embargo mantenía esa sonrisa radiante, muchos recuerdos iban, venían, se quedaban en su cabeza. Todo le hacía pensar en ella: su madre. Si la mujer de piel negra estuviera en ese lugar, estaría mandando a dormir a la encargada para relevarla, sin importar su cansancio propio; el miserable suspiró, el pensar un “si estuviera” le recordaba que ya no se encontraba cerca, ni siquiera en la tierra, o en ese plano de la vida, sino que en un lugar mejor. - No tiene que saber todo el tiempo que debe hacer, la vida no es un plan, se tienen planes dentro de ella, pero completamente no lo es, debes aprender a disfrutar, por lo poco que veo de ti casi no lo haces ¿O me equivoco? No quisiera ser un entrometido, tampoco ser imprudente, suelo ser un poco bruto al hablar, como lo has notado, así que me disculpas si digo algo malo - Se recostó en el piso, incluso se estiró. Lo cierto es que ya se sentía muy cansado.
- ¿De verdad no tienes hambre? La señora prepara la sopa más deliciosa que jamás he probado, aunque bueno, la verdad es que no he probado muchas, así que podría ser el peor opinando al respecto - Sonrío de forma irónica, sarcástica, con una clara muestra de tristeza, el alimento no lo tenía como era debido, todo gracias a la perdida de su madre. ¡Todo se tenía que ir desviado al tema de su madre! ¿Algún día superaría ese dolor? Ojalá que si, porque sino lo hace probablemente sería un muerto en vida. ¿Sobreviviente? ¿Muerto en vida? ¿Se nota la diferencia?
Brandon Acklang- Humano Clase Baja
- Mensajes : 70
Fecha de inscripción : 07/03/2013
Temas similares
» Al anochecer, un simple camarero ~Libre~
» Entras, mueres. Simple (Libre)
» El poder del hambre... (LIBRE)
» Simple y Sencillo / Libre
» En la riqueza y en la pobreza...Hasta que la muerte nos separe.
» Entras, mueres. Simple (Libre)
» El poder del hambre... (LIBRE)
» Simple y Sencillo / Libre
» En la riqueza y en la pobreza...Hasta que la muerte nos separe.
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour