AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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En la riqueza y en la pobreza...Hasta que la muerte nos separe.
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En la riqueza y en la pobreza...Hasta que la muerte nos separe.
~~~~ Este tema es la continuación de esta historia --> http://www.victorianvampires.com/t35326p50-vuelve-a-haber-carne-en-el-menu-privado ~~~~
Llegó el ansiado día de la boda de Elora con Mauritz. Ansiado por todos, para poder rubricar un bonito final en breve; ansiado por el propio Mauritz preso de los hechizos y manipulaciones de la bruja, y nada deseado por su suegra, la madre del novio, que veía como su adorado hijo se casaba con una sucia e inmunda rata de cloaca, salida de los suburbios de París, que con malas artes lo había enajenado.
En medio de ese bonito clima familiar, se había preparado una fiesta para trescientas personas. La mansión había sido un hervidero a todas horas, con lo cual nadie prestaba la menor atención a Xaryne, que era la que llevaba personalmente a madame Buisson a cualquier lugar donde ella necesitaba ir, ni a Jana, su doncella personal que la había salvado de tantas noches de agonía con aquel cerdo.
La ceremonia se oficiaría en el jardín y luego la comida se serviría dentro, en los amplios salones, tipo catering, porque no habían mesas y sillas suficientes para tanta gente. Las mesas largas allí instaladas estaban repletas hasta los topes de comida y bebida, y sólo habían despejado el salón de baile para ese menester y la biblioteca para que los caballeros se sentaran a jugar a cartas o lo que quisieran. En París no se podía contar con el tiempo como aliado, así que todo estaba preparado augurando la llovizna. Si luego salía bueno, podrían trasladar a los músicos al exterior y bailar allí, pero nunca se sabía.
Elora había elegido un vestido de cuerpo de encaje bordado en pedrería color marfil, de cuello alto y mangas largas, con polisón de seda. Su melena oscura estaba recogida en la coronilla y salpicada de pequeña perlas. Estaba guapa, pero no era para nada su estilo. Elegante y refinada, sí. Pero a ella le faltaba el toque de color, o un escote bonito. Bueno, ya tendría tiempo para vestirse como le diera la real gana, pero ahora tocaba aparentar. Después de ese día y de estampar su firma en el papel, pasaría a ser miembro de pleno derecho en la alta sociedad. Tendría un apellido "respetable" y una fortuna considerable. Si su madre pudiera verla ahora...no más hambre, ni más noches de dormir bajo puentes entre la basura, no más rechazo ni burlas. Ciertamente no sentía ningun remordimiento sobre lo que iba a hacer.
Xaryne lo estaba pasando mal, conforme avanzaban los días se ponía de peor humor. Había tratado de recordarle que ellas no podía unirse formalmente, era algo imposible. Pero así al menos, tendrían seguridad económica. En el fondo de su ser, Elora temía que Xaryne no regresase algun día. ¿Y entonces qué? ¿Qué pasaría? si al menos podía conseguir que se quedase junto a ella en una vida cómoda, el máximo de tiempo posible, podría reducir las posibilidades de un destino fatal.
Lo habían hablado infinidad de veces, y sabía que la alemana lo entendía, pero tampoco podía evitar estar de mala leche. Le advirtió por activa y por pasiva, que viera lo que viera...era mentira. Odiaba a Mauritz, y tendría que fingir delante de 300 personas que era el amor de su vida. Ella estaba lista, pero Xaryne no.
Tocaron a la puerta. Era la hora. Jana la acompañó hasta la escalera donde la esperaban las damas de honor que eran unas amigas de la familia, prestas a recogerle el velo y la cola. La bruja había elegido un velo bastante tupido para evitar que se trasluciese alguna expresión de fastidio o disgusto, y bastante cola para tener la excusa de que con tanto lo de vestido no podía bailar en condiciones.
Los músicos empezaron a tocar y ella bajó las escaleras llenando de aire los pulmones. Le había dicho a su padre que estuviera allí para recogerla. ¿Lo estaría? con Leif nunca se sabía.
Llegó el ansiado día de la boda de Elora con Mauritz. Ansiado por todos, para poder rubricar un bonito final en breve; ansiado por el propio Mauritz preso de los hechizos y manipulaciones de la bruja, y nada deseado por su suegra, la madre del novio, que veía como su adorado hijo se casaba con una sucia e inmunda rata de cloaca, salida de los suburbios de París, que con malas artes lo había enajenado.
En medio de ese bonito clima familiar, se había preparado una fiesta para trescientas personas. La mansión había sido un hervidero a todas horas, con lo cual nadie prestaba la menor atención a Xaryne, que era la que llevaba personalmente a madame Buisson a cualquier lugar donde ella necesitaba ir, ni a Jana, su doncella personal que la había salvado de tantas noches de agonía con aquel cerdo.
La ceremonia se oficiaría en el jardín y luego la comida se serviría dentro, en los amplios salones, tipo catering, porque no habían mesas y sillas suficientes para tanta gente. Las mesas largas allí instaladas estaban repletas hasta los topes de comida y bebida, y sólo habían despejado el salón de baile para ese menester y la biblioteca para que los caballeros se sentaran a jugar a cartas o lo que quisieran. En París no se podía contar con el tiempo como aliado, así que todo estaba preparado augurando la llovizna. Si luego salía bueno, podrían trasladar a los músicos al exterior y bailar allí, pero nunca se sabía.
Elora había elegido un vestido de cuerpo de encaje bordado en pedrería color marfil, de cuello alto y mangas largas, con polisón de seda. Su melena oscura estaba recogida en la coronilla y salpicada de pequeña perlas. Estaba guapa, pero no era para nada su estilo. Elegante y refinada, sí. Pero a ella le faltaba el toque de color, o un escote bonito. Bueno, ya tendría tiempo para vestirse como le diera la real gana, pero ahora tocaba aparentar. Después de ese día y de estampar su firma en el papel, pasaría a ser miembro de pleno derecho en la alta sociedad. Tendría un apellido "respetable" y una fortuna considerable. Si su madre pudiera verla ahora...no más hambre, ni más noches de dormir bajo puentes entre la basura, no más rechazo ni burlas. Ciertamente no sentía ningun remordimiento sobre lo que iba a hacer.
Xaryne lo estaba pasando mal, conforme avanzaban los días se ponía de peor humor. Había tratado de recordarle que ellas no podía unirse formalmente, era algo imposible. Pero así al menos, tendrían seguridad económica. En el fondo de su ser, Elora temía que Xaryne no regresase algun día. ¿Y entonces qué? ¿Qué pasaría? si al menos podía conseguir que se quedase junto a ella en una vida cómoda, el máximo de tiempo posible, podría reducir las posibilidades de un destino fatal.
Lo habían hablado infinidad de veces, y sabía que la alemana lo entendía, pero tampoco podía evitar estar de mala leche. Le advirtió por activa y por pasiva, que viera lo que viera...era mentira. Odiaba a Mauritz, y tendría que fingir delante de 300 personas que era el amor de su vida. Ella estaba lista, pero Xaryne no.
Tocaron a la puerta. Era la hora. Jana la acompañó hasta la escalera donde la esperaban las damas de honor que eran unas amigas de la familia, prestas a recogerle el velo y la cola. La bruja había elegido un velo bastante tupido para evitar que se trasluciese alguna expresión de fastidio o disgusto, y bastante cola para tener la excusa de que con tanto lo de vestido no podía bailar en condiciones.
Los músicos empezaron a tocar y ella bajó las escaleras llenando de aire los pulmones. Le había dicho a su padre que estuviera allí para recogerla. ¿Lo estaría? con Leif nunca se sabía.
Última edición por Elora Paine el Miér Nov 02, 2016 1:53 pm, editado 1 vez
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 04/04/2016
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Re: En la riqueza y en la pobreza...Hasta que la muerte nos separe.
Después de varios días imposibles, tras infinidad de viajes luchando contra mí misma para no estrangular a la vieja madre del cerdo que hoy iba a ser el novio y después de hacer de mula de carga para esa arpía y aguantar sus inútiles comentarios, el día había llegado. No podía estar de peor humor. Elora y yo lo habíamos hablado muchas veces, pero no podía evitarlo. El solo hecho de pensar que tendría que besarlo y fingir estar enamorada de él me sentaba como una patada en el estómago.
Había intentado controlarme en todo momento, pero en ocasiones la rabia me podía y me escapaba en plena noche a matar a cualquier monstruo que se cruzara en mi camino. Desde luego, había cubierto la cuota de muerte para varias semanas. Subí al tejado del invernadero, desde donde tenía buenas vistas al salón. No quería que me engancharan para más tareas, ya había cubierto el cupo con la arpía de la suegra.
Suspiré pasándome las manos por la cara. ¿De verdad era esto una buena idea? A cada día que pasaba, lo tenía menos claro, aunque Elora parecía muy segura de sus actos. Observé cómo acababan los preparativos desde mi posición estratégica y saqué la petaca del bosillo de mi cazadora de cuero, llena de bourbon. Iba a necesitarlo para lo que se avecinaba. Di un trago y esbocé una mueca mientras el ardor invadía mi garganta. Era cierto que podía haberme ido a cualquier otro sitio, pero no me fiaba un pelo de aquel degenerado, y no porque Elora no supiera defenderse, sino porque era retorcido y cruel, una combinación demasiado explosiva por muy hechizado que estuviera. Me aterrorizaba el pensar cómo de fácil le había resultado a Elora hechizarlo. Sacudí la cabeza, allí estaba.
Elora estaba preciosa. No era su estilo, pero preciosa de todos modos. Qué jodida era mi venada masoquista. Di otro trago a la petaca sin perder detalle y con ojos helados. ¿Aparecería el lobo en la ceremonia?
Había intentado controlarme en todo momento, pero en ocasiones la rabia me podía y me escapaba en plena noche a matar a cualquier monstruo que se cruzara en mi camino. Desde luego, había cubierto la cuota de muerte para varias semanas. Subí al tejado del invernadero, desde donde tenía buenas vistas al salón. No quería que me engancharan para más tareas, ya había cubierto el cupo con la arpía de la suegra.
Suspiré pasándome las manos por la cara. ¿De verdad era esto una buena idea? A cada día que pasaba, lo tenía menos claro, aunque Elora parecía muy segura de sus actos. Observé cómo acababan los preparativos desde mi posición estratégica y saqué la petaca del bosillo de mi cazadora de cuero, llena de bourbon. Iba a necesitarlo para lo que se avecinaba. Di un trago y esbocé una mueca mientras el ardor invadía mi garganta. Era cierto que podía haberme ido a cualquier otro sitio, pero no me fiaba un pelo de aquel degenerado, y no porque Elora no supiera defenderse, sino porque era retorcido y cruel, una combinación demasiado explosiva por muy hechizado que estuviera. Me aterrorizaba el pensar cómo de fácil le había resultado a Elora hechizarlo. Sacudí la cabeza, allí estaba.
Elora estaba preciosa. No era su estilo, pero preciosa de todos modos. Qué jodida era mi venada masoquista. Di otro trago a la petaca sin perder detalle y con ojos helados. ¿Aparecería el lobo en la ceremonia?
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
- Mensajes : 146
Fecha de inscripción : 24/04/2016
Re: En la riqueza y en la pobreza...Hasta que la muerte nos separe.
No quería ir a la boda. No quería tener que "acicalarse". Diantres, ni siquiera quería tener relación alguna con aquel circo que su hija estaba montando. Como pirata había robado, asesinado y destruido en infinidad de ocasiones... pero jamás estafó a un solo hombre. Podía ser todo lo despreciable que la gente quisiera creer, pero un pirata no jugaba con el honor y engañar a aquel hombre, por muy cruel que fuera, no terminaba de verlo bien. ¡Si habría formas de enriquecerse! En el fondo el tal Mauritz le daba un poco de pena porque él no eligió nada de aquello, fue todo producto de las dotes mágicas de su hija; ella sí que había elegido, había optado por juntarse con él con muy malas artes, de modo que la crueldad recibida por parte de su futuro y por poco tiempo marido era una especie de castigo merecido.
Algo que obviamente no diría en voz alta, suficiente había metido la pata en los últimos días.
A la pregunta de si acudiría a la boda... la respuesta era evidente por mucho que ellas dudaran. Sí. Iría. Porque se lo había prometido y jamás fallaba cuando daba su palabra. Eso no significaba que fuera a fingir estar de un humor que no sentía, por supuesto, pero hizo un esfuerzo aún cuando estaba seguro que nadie apreciaría. Se bañó, de arriba a abajo, jamás su cabello había estado más limpio. Se vistió con ropajes que robó a una pobre alma que tuvo la mala suerte de cruzar por su camino; la chaqueta le iba pequeña, de modo que optó por ir sencillo con un pantalón y una camisa, el cabello suelto y sus adornos de siempre en brazos y cuello. Aquello era lo máximo que podía ofrecer sin que sus instintos asesinos aumentaran.
Queriendo evitar conversaciones o encuentros no deseados, decidió llegar en el momento justo que su hija salía de la alcoba ya vestida de punta en blanco. La observó desde el pie de la escalera sin variar un ápice la expresión tosca de su rostro, ofreciéndole el brazo cuando llegó a su altura. - No... digas... nada... - siseó tratando que solo ella le escuchara, mirando al frente sin variar la expresión. - Solo quiero que esto acabe cuanto antes para volver a mi cueva... - Observó de reojo a la cazadora, la tenía calada desde el momento que llegó -de hecho habría pasado a verla para restregarle por la cara aquello si no fuera porque estaba igual de asqueado.
Algo que obviamente no diría en voz alta, suficiente había metido la pata en los últimos días.
A la pregunta de si acudiría a la boda... la respuesta era evidente por mucho que ellas dudaran. Sí. Iría. Porque se lo había prometido y jamás fallaba cuando daba su palabra. Eso no significaba que fuera a fingir estar de un humor que no sentía, por supuesto, pero hizo un esfuerzo aún cuando estaba seguro que nadie apreciaría. Se bañó, de arriba a abajo, jamás su cabello había estado más limpio. Se vistió con ropajes que robó a una pobre alma que tuvo la mala suerte de cruzar por su camino; la chaqueta le iba pequeña, de modo que optó por ir sencillo con un pantalón y una camisa, el cabello suelto y sus adornos de siempre en brazos y cuello. Aquello era lo máximo que podía ofrecer sin que sus instintos asesinos aumentaran.
Queriendo evitar conversaciones o encuentros no deseados, decidió llegar en el momento justo que su hija salía de la alcoba ya vestida de punta en blanco. La observó desde el pie de la escalera sin variar un ápice la expresión tosca de su rostro, ofreciéndole el brazo cuando llegó a su altura. - No... digas... nada... - siseó tratando que solo ella le escuchara, mirando al frente sin variar la expresión. - Solo quiero que esto acabe cuanto antes para volver a mi cueva... - Observó de reojo a la cazadora, la tenía calada desde el momento que llegó -de hecho habría pasado a verla para restregarle por la cara aquello si no fuera porque estaba igual de asqueado.
Leif Paine- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 223
Fecha de inscripción : 01/04/2016
Localización : Bosques
Re: En la riqueza y en la pobreza...Hasta que la muerte nos separe.
Boda. Hoy era el día de la boda, un día que toda mujer esperaba casi desde que era concebida y estaba en el útero materno. Se suponía que debía ser un día bonito, precioso y resplandeciente. Pero la boda de hoy me daba a mí que así no iba a ser. El futuro marido estaba hechizado por la novia, que además, tenía otra novia, a la cual le odiaba el padre de la novia, de la novia que se casaba. Un lío si sabías toda la trama. Visto desde fuera, como lo vería un invitado normal, era una pareja que se había enamorado y habían decidido dar el gran paso de casarse por todo lo alto.
A parte de que fuese la boda de Elora y solo eso me bastaba para asistir con una sonrisa, sabía que Xaryne estaría y que lo iba a pasar fatal, por lo que iba a resultarle un gran apoyo con el que distraerse. Elegí un traje que había utilizado anteriormente para ir a un baile de esos de la clase alta, el que utilicé para colarme. Era negro y plateado. Cogí la corbata del mismo color que la americana y me la puse.
Llegué un poco apurado, delante mía pude ver como llegaba Leif. Apreté la mandíbula tras cruzar el umbral de la puerta, tenía que encontrar cuanto antes a Xaryne, temía que cuando el cura dijese las palabras "Que alguien hable ahora o calle para siempre" se diese el siroco y rompiese la boda, y así todo el plan maléfico que tenía Elora montado. Me coloqué a su lado, ya estaba dándole a la petaca, como los típicos abuelos. Elora bajó por las escaleras, estaba preciosa con ese vestido color marfil. Al final de las escaleras, le esperaba Leif, que ya no olía a pedo de perro. -Está preciosa.- Dije susurrándole en el oído a Xaryne.
A parte de que fuese la boda de Elora y solo eso me bastaba para asistir con una sonrisa, sabía que Xaryne estaría y que lo iba a pasar fatal, por lo que iba a resultarle un gran apoyo con el que distraerse. Elegí un traje que había utilizado anteriormente para ir a un baile de esos de la clase alta, el que utilicé para colarme. Era negro y plateado. Cogí la corbata del mismo color que la americana y me la puse.
Llegué un poco apurado, delante mía pude ver como llegaba Leif. Apreté la mandíbula tras cruzar el umbral de la puerta, tenía que encontrar cuanto antes a Xaryne, temía que cuando el cura dijese las palabras "Que alguien hable ahora o calle para siempre" se diese el siroco y rompiese la boda, y así todo el plan maléfico que tenía Elora montado. Me coloqué a su lado, ya estaba dándole a la petaca, como los típicos abuelos. Elora bajó por las escaleras, estaba preciosa con ese vestido color marfil. Al final de las escaleras, le esperaba Leif, que ya no olía a pedo de perro. -Está preciosa.- Dije susurrándole en el oído a Xaryne.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
- Mensajes : 445
Fecha de inscripción : 23/12/2015
Edad : 32
Localización : Detrás de ti
Re: En la riqueza y en la pobreza...Hasta que la muerte nos separe.
Evidentemente mandar callar a Elora era mision imposible, asi que le susurró a su padre cuando lo agarró del brazo.— Estás muy guapo y hueles bien. A muchos idiotas les van a rechinar los dientes...gracias por venir, padre.— Sonrió, aunque no se le veía la cara por estar cubierta con el velo.
La gente ya había murmurado mucho esas semanas atrás, pero seguirían haciendolo incluso allí, y sabía que la situacion sería incómoda, pero ya le daba igual. Del barzo de su padre recorrio el pasillo hasta el jardín donde se iba a oficiar la ceremonia. Giró imperceptiblemente la cabeza cuando localizó a Gael y a Xaryne, y le mando un mensaje a Mordekai. El ente que siempre acompañaba a Gael se revolvió un poco y les despeinó a ambos. Era su forma de decirles que estaba allí con ellos, que aunque la situación fuera extraña y desagradable, la bruja seguía pensando en ellos, que eran su familia.
Llegaron al pie del altar instalado y el arzobispo de Poitiers, amigo de la familia Buisson, los esperaba en el centro, al igual que Mauritz, del cual se colgó del brazo soltando el de su padre. Las damas le arreglaron el vestido y la cola y se retiraron. La ceremonia empezó en latín y se alargó un rato. Elora entendía lo que decían, era una lengua que dominaba, pero el rezo no le interesaba en absoluto. Mentalmente hiló un hechizo de palabra. Cuando alguien se comprometía delante de un dios a hacer alguna cosa, si rompia esa promesa, podía influir en su viaje final. Los mortales no lo sabían a ciencia cierta, ella sí. No iba a romper una promesa, porque no iba a hacerla. El hechizo de palabra, cambiaba sus palabras por las contrarias, así que dijese lo que dijese, a efectos esotéricos, había dicho lo contrario. Ningun dios podría reclamarle nada al final, cuando atravesase el velo de la vida hacia la muerte.
Aguantó la ceremonia estoicamente y cuando llegó a los votos sintió que tenían mucho sentido.
— Yo.. Elora, te tomo a ti Mauritz en la riqueza y en la pobreza... hasta que la muerte nos separe.— Que iba a ser pronto. Tras pronunciar los votos, que no tendrían validez ninguna por el hechizo, él levantó el velo de la novia y Elora tomó aire. La mayoría pensaría que eran nervios, pero era repulsión. Tenía que aguantar. "Mordekai, haz que Xaryne se gire". Invocó al esclavo haitiano de Gael, para que estorbase a la cazadora, no quería que viera ese beso, y que se sintiera mal, o entrase en cólera.
La ceremonia tocó a su fin con el intercambio de anillos y tras unos aplausos y música de un quinteto de cuerda, empezó la fiesta. La gente fue a saludar a estrechar manos a dar la enhorabuena, y la bruja se sintió aliviada por tener que soltarse de Mauritz para atender a tanta gente.
La gente ya había murmurado mucho esas semanas atrás, pero seguirían haciendolo incluso allí, y sabía que la situacion sería incómoda, pero ya le daba igual. Del barzo de su padre recorrio el pasillo hasta el jardín donde se iba a oficiar la ceremonia. Giró imperceptiblemente la cabeza cuando localizó a Gael y a Xaryne, y le mando un mensaje a Mordekai. El ente que siempre acompañaba a Gael se revolvió un poco y les despeinó a ambos. Era su forma de decirles que estaba allí con ellos, que aunque la situación fuera extraña y desagradable, la bruja seguía pensando en ellos, que eran su familia.
Llegaron al pie del altar instalado y el arzobispo de Poitiers, amigo de la familia Buisson, los esperaba en el centro, al igual que Mauritz, del cual se colgó del brazo soltando el de su padre. Las damas le arreglaron el vestido y la cola y se retiraron. La ceremonia empezó en latín y se alargó un rato. Elora entendía lo que decían, era una lengua que dominaba, pero el rezo no le interesaba en absoluto. Mentalmente hiló un hechizo de palabra. Cuando alguien se comprometía delante de un dios a hacer alguna cosa, si rompia esa promesa, podía influir en su viaje final. Los mortales no lo sabían a ciencia cierta, ella sí. No iba a romper una promesa, porque no iba a hacerla. El hechizo de palabra, cambiaba sus palabras por las contrarias, así que dijese lo que dijese, a efectos esotéricos, había dicho lo contrario. Ningun dios podría reclamarle nada al final, cuando atravesase el velo de la vida hacia la muerte.
Aguantó la ceremonia estoicamente y cuando llegó a los votos sintió que tenían mucho sentido.
— Yo.. Elora, te tomo a ti Mauritz en la riqueza y en la pobreza... hasta que la muerte nos separe.— Que iba a ser pronto. Tras pronunciar los votos, que no tendrían validez ninguna por el hechizo, él levantó el velo de la novia y Elora tomó aire. La mayoría pensaría que eran nervios, pero era repulsión. Tenía que aguantar. "Mordekai, haz que Xaryne se gire". Invocó al esclavo haitiano de Gael, para que estorbase a la cazadora, no quería que viera ese beso, y que se sintiera mal, o entrase en cólera.
La ceremonia tocó a su fin con el intercambio de anillos y tras unos aplausos y música de un quinteto de cuerda, empezó la fiesta. La gente fue a saludar a estrechar manos a dar la enhorabuena, y la bruja se sintió aliviada por tener que soltarse de Mauritz para atender a tanta gente.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: En la riqueza y en la pobreza...Hasta que la muerte nos separe.
Aguanté estoicamente toda la ceremonia. Por una parte, porque el alcohol templaba mis nervios, por otra, porque Gael se aseguraría de que no perdiese el control y eso me tranquilizaba. Cuando llegó el "sí quiero" cerré los ojos, imaginándome la misma escena con distintos personajes, en distinto lugar. Una escena ue nunca podría producirse.
Llegó el momento del beso, noté cómo Mordekai se revolvía para intentar taparme la visión, pero no hizo falta. No miré, enterrando el rostro en el hombro de Gael aferrada como estaba a su brazo. Tenía que permanecer calmada.
La ceremonia terminó, por fin; los invitados se disponían a dar la enhorabuena a la "feliz" pareja, pero yo miré a Gael con expresión torturada. Le di un ligero apretón en el brazo y me marché sigilosamente de allí en dirección a los establos. Zaros me esperaba en su cuadra, tan tranquilo y ajeno a los asuntos mundanos que por un momento tuve envidia de su ignorancia. Le acaricié el cuello y me abracé a él como noches atrás lo había hecho Elora, escuchando su latido profundo y tranquilizador.
De alguna manera el caballo consiguió tranquilizarme. Obersevé el balcón de la habitación que Elora y yo compartíamos y me dirigí hacia él al amparo de las sombras. Subí por el canalón y me senté en la barandilla, con las piernas estiradas y la espalda contra la pared. Brindé con la petaca mirando a la Luna, no sabía si en realidad Elora dormiría conmigo esta noche o no, pero cerré los ojos, bebí y esperé.
Llegó el momento del beso, noté cómo Mordekai se revolvía para intentar taparme la visión, pero no hizo falta. No miré, enterrando el rostro en el hombro de Gael aferrada como estaba a su brazo. Tenía que permanecer calmada.
La ceremonia terminó, por fin; los invitados se disponían a dar la enhorabuena a la "feliz" pareja, pero yo miré a Gael con expresión torturada. Le di un ligero apretón en el brazo y me marché sigilosamente de allí en dirección a los establos. Zaros me esperaba en su cuadra, tan tranquilo y ajeno a los asuntos mundanos que por un momento tuve envidia de su ignorancia. Le acaricié el cuello y me abracé a él como noches atrás lo había hecho Elora, escuchando su latido profundo y tranquilizador.
De alguna manera el caballo consiguió tranquilizarme. Obersevé el balcón de la habitación que Elora y yo compartíamos y me dirigí hacia él al amparo de las sombras. Subí por el canalón y me senté en la barandilla, con las piernas estiradas y la espalda contra la pared. Brindé con la petaca mirando a la Luna, no sabía si en realidad Elora dormiría conmigo esta noche o no, pero cerré los ojos, bebí y esperé.
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
- Mensajes : 146
Fecha de inscripción : 24/04/2016
Re: En la riqueza y en la pobreza...Hasta que la muerte nos separe.
Estaba asqueado. Por la ropa, por tanta gente, por la ceremonia en sí, por verse mezclado con toda aquella parafernalia a la que siempre fue ajeno... ¿En qué momento había aceptado acudir al evento? No, más bien ¿por qué no se emborrachó para asistir? Bebía todos los días y decidía no hacerlo el único en el que realmente le sentaría bien una copa. No se vio capaz de responder a Elora sin que saliera un gruñido tosco, de modo que prefirió simplemente callar, y en cuanto la soltó para dejarla en el altar se buscó un rincón donde nadie fuera a molestarle. No se dio cuenta hasta el "sí, quiero" que por mucho que le miraran -mayormente con desaprovación- nadie parecía tener el menor deseo de acercarse a él, ni siquiera para echarle. Aquello le sentó bien, al fin un poco de respeto.
Se acercó a su hija una vez finalizó la ceremonia, apartando al novio casi de un empujón para tomar a su hija del brazo y tener intimidad. Sonrió falsamente "alegre" mientras se acercaba a su oído. - He tenido suficiente de esto, me voy. - Le dio un beso en la mejilla, el único regalo de boda que pensaba darle, fingir que era el padre que se suponía todo el mundo se esperaba que fuera. Por unos segundos, claro. En cuanto se dio la vuelta desapareció entre la gente tan rápidamente que a Elora no le dio tiempo a decir nada.
Curioseando estaba, tras haber seguido el rastro de su hija por aquella finca, cuando escuchó a alguien entrando por la ventana. Soltó lo que tenía en las manos -una manta totalmente impregnada con la esencia de Elora- y sacó la cabeza para encontrarse con esa maldita cazadora. La habría empujado con toda intención de iniciar una pelea si no fuera porque uno: su hija se cabrearía, y dos: suficiente mal debía estar pasándolo por ver a su "novia" casándose con otro. Era el momento perfecto para devolverle la falta de respeto unos días antes en la buhardilla, cuando la conoció.
-Nunca había visto a un novio tan desesperado, ¿has visto cómo sobaba a Elora? Ni mis valientes estaban tan hambrientos tras meses en alta mar... - Le quitó la petaca en cuando olió alcohol en ella y dio un buen trago. - ¿Crees que tengan sexo esta noche?
Se acercó a su hija una vez finalizó la ceremonia, apartando al novio casi de un empujón para tomar a su hija del brazo y tener intimidad. Sonrió falsamente "alegre" mientras se acercaba a su oído. - He tenido suficiente de esto, me voy. - Le dio un beso en la mejilla, el único regalo de boda que pensaba darle, fingir que era el padre que se suponía todo el mundo se esperaba que fuera. Por unos segundos, claro. En cuanto se dio la vuelta desapareció entre la gente tan rápidamente que a Elora no le dio tiempo a decir nada.
Curioseando estaba, tras haber seguido el rastro de su hija por aquella finca, cuando escuchó a alguien entrando por la ventana. Soltó lo que tenía en las manos -una manta totalmente impregnada con la esencia de Elora- y sacó la cabeza para encontrarse con esa maldita cazadora. La habría empujado con toda intención de iniciar una pelea si no fuera porque uno: su hija se cabrearía, y dos: suficiente mal debía estar pasándolo por ver a su "novia" casándose con otro. Era el momento perfecto para devolverle la falta de respeto unos días antes en la buhardilla, cuando la conoció.
-Nunca había visto a un novio tan desesperado, ¿has visto cómo sobaba a Elora? Ni mis valientes estaban tan hambrientos tras meses en alta mar... - Le quitó la petaca en cuando olió alcohol en ella y dio un buen trago. - ¿Crees que tengan sexo esta noche?
Leif Paine- Licántropo Clase Baja
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Re: En la riqueza y en la pobreza...Hasta que la muerte nos separe.
Genial, aguantar a Leif era lo único que me faltaba hoy. Observé al padre de Elora, que tenía una manta suya en la mano, supuse que para la muerte del cerdo desgraciado de su marido. Me arrebató la petaca, casi vacía, mientras le ignoraba por completo. Pero cuando me preguntó si creían que tendrían sexo esta noche, apreté los dientes.
No podía matarlo, era el padre de la bruja y sufriría si lo hacía. Por otro lado, aunque jamás lo admitiría, era un digno oponente con mucha experiencia, y en mi estado actual sin duda no saldría bien parada.
Por supuesto, estaba disfrutando con esto. Ninguno de los dos nos teníamos demasiado aprecio pero teníamos que aguantarnos. Por ella.
El solo hecho de pensar que pudiera tocarla esta noche... notaba mi corazón palpitar en las sienes, apreté los puños y respiré hondo, un intenso sufrimiento sacudió mis entrañas, pero no me mostraría débil ante el licántropo.
Me limité a mirar hacia la Luna y susurrar:
- Piérdete y déjame en paz, perro.
No podía matarlo, era el padre de la bruja y sufriría si lo hacía. Por otro lado, aunque jamás lo admitiría, era un digno oponente con mucha experiencia, y en mi estado actual sin duda no saldría bien parada.
Por supuesto, estaba disfrutando con esto. Ninguno de los dos nos teníamos demasiado aprecio pero teníamos que aguantarnos. Por ella.
El solo hecho de pensar que pudiera tocarla esta noche... notaba mi corazón palpitar en las sienes, apreté los puños y respiré hondo, un intenso sufrimiento sacudió mis entrañas, pero no me mostraría débil ante el licántropo.
Me limité a mirar hacia la Luna y susurrar:
- Piérdete y déjame en paz, perro.
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
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Re: En la riqueza y en la pobreza...Hasta que la muerte nos separe.
Elora estaba bastante agotada, llevaba todo el día mezclándose con los invitados y aparentando estar super feliz con su flamante maridito. Había tenido que aguantar besuqueos y sobeteos de Mauritz, pero lógicamente tenía que parecer que eran la pareja perfecta. Leif se había ido, Gael en algun momento debió de desaparecer junto a Xaryne, o no, no estaba segura. De pronto habían desaparecido todos. Pero bueno, no podía salir en su busca, era el centro de todas las miradas.
La fiesta se fue desarrollando como era de esperar, con baile, comida y abundante bebida. Elora se encargó de que Mauritz bebiese lo suficiente como para llegar a la noche bastante cocido. Lo dejó todo en mano de Jana, que ya sabía cual era la dosis correcta de poción para dejarlo confundido y que no notase diferencia entre ella o Elora.
La bruja finalmente se despidió de los últimos invitados y se dirigió a su cuarto. A partir de ese día iba a ser más complicado, porque tendría que dormir con Mauritz hasta que lo mataran, pero esa noche era para ella.
Abrió la puerta y la cerró tras ella dando órdenes a los entes, de no dejar que nadie se acercase ni a cinco metros. Se asomó al balcón, porque si Xaryne estaba allí o en el establo, podría verla. La cazadora estaba sentada sobre la barandilla con las piernas colgando, la abrazó por detrás pegando su mejilla a la espalda de ella.
— Todo el mundo me ha deseado una noche de bodas memorable... Creo que no les voy a defraudar.— La abrazó fuerte y se quedó un rato así, simplemente respirando, sintiendo su cercanía, su olor, su tacto. Como estaba estampado en su tatuaje, ella era su ancla, lo que la ataba a la cordura en aquel caótico mar que llamaban vida.— ya queda menos Xar...ya queda menos. Pronto tendremos las riendas de nuestro futuro, sólo tendremos que cogerlas. Lo de hoy ha sido una pantomima. Cuando todo esto pase... quiero prometerte que cuidaré de ti y que te querré siempre ante las fuerzas que de verdad importan, no ante dioses inventados. Bueno...si tu quieres.
Dejó la pregunta retórica en el aire, porque sabía que Xar estaba pasándolo mal, y quizás ella no creyese en promesas de verdad. Pero había algunas que eran de verdad para siempre y que romperlas traía consecuencias en el tránsito por el más allá.
La fiesta se fue desarrollando como era de esperar, con baile, comida y abundante bebida. Elora se encargó de que Mauritz bebiese lo suficiente como para llegar a la noche bastante cocido. Lo dejó todo en mano de Jana, que ya sabía cual era la dosis correcta de poción para dejarlo confundido y que no notase diferencia entre ella o Elora.
La bruja finalmente se despidió de los últimos invitados y se dirigió a su cuarto. A partir de ese día iba a ser más complicado, porque tendría que dormir con Mauritz hasta que lo mataran, pero esa noche era para ella.
Abrió la puerta y la cerró tras ella dando órdenes a los entes, de no dejar que nadie se acercase ni a cinco metros. Se asomó al balcón, porque si Xaryne estaba allí o en el establo, podría verla. La cazadora estaba sentada sobre la barandilla con las piernas colgando, la abrazó por detrás pegando su mejilla a la espalda de ella.
— Todo el mundo me ha deseado una noche de bodas memorable... Creo que no les voy a defraudar.— La abrazó fuerte y se quedó un rato así, simplemente respirando, sintiendo su cercanía, su olor, su tacto. Como estaba estampado en su tatuaje, ella era su ancla, lo que la ataba a la cordura en aquel caótico mar que llamaban vida.— ya queda menos Xar...ya queda menos. Pronto tendremos las riendas de nuestro futuro, sólo tendremos que cogerlas. Lo de hoy ha sido una pantomima. Cuando todo esto pase... quiero prometerte que cuidaré de ti y que te querré siempre ante las fuerzas que de verdad importan, no ante dioses inventados. Bueno...si tu quieres.
Dejó la pregunta retórica en el aire, porque sabía que Xar estaba pasándolo mal, y quizás ella no creyese en promesas de verdad. Pero había algunas que eran de verdad para siempre y que romperlas traía consecuencias en el tránsito por el más allá.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 04/04/2016
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Re: En la riqueza y en la pobreza...Hasta que la muerte nos separe.
Cuando la oí entrar, el peso que retorcía mis entrañas desde primera hora de la tarde pareció desaparecer de golpe, tanto que casi dolió. Respiré hondo, aliviada, y relajé los hombros cuando se me abrazó por detrás.
- Por un momento... pensé que no vendrías.
Eché la cabeza hacia atrás y apoyé la nuca contra su coronilla, quedándonos así unos minutos.
Sólo se escuchaba el ruido de pasos y alguna voz ahogada de los sirvientes de la mansión, recogiendo las mesas. Me di la vuelta sobre la barandilla, quedando frente a ella y abrí un poco las piernas para poder abrazarla bien. Escondí la cara en su cuello y respiré hondo, utilizando su calidez para calmarme. Le cogí la cara entre las manos al escuchar sus palabras y le dirigí una mirada entre emocionada e incrédula. Enarqué una ceja:
- ¿Me estás pidiendo que me case contigo?
Su sola presencia había borrado el manojo de nervios instalado en mi estómago desde hacía días. Aún desconocía el motivo por el que su cuerpo, su presencia, su voz... hacían tanta mella en mí y me revolvían por dentro.
- Por cierto, estás preciosa... - le solté el pelo. - aunque ahora mucho más.
- Por un momento... pensé que no vendrías.
Eché la cabeza hacia atrás y apoyé la nuca contra su coronilla, quedándonos así unos minutos.
Sólo se escuchaba el ruido de pasos y alguna voz ahogada de los sirvientes de la mansión, recogiendo las mesas. Me di la vuelta sobre la barandilla, quedando frente a ella y abrí un poco las piernas para poder abrazarla bien. Escondí la cara en su cuello y respiré hondo, utilizando su calidez para calmarme. Le cogí la cara entre las manos al escuchar sus palabras y le dirigí una mirada entre emocionada e incrédula. Enarqué una ceja:
- ¿Me estás pidiendo que me case contigo?
Su sola presencia había borrado el manojo de nervios instalado en mi estómago desde hacía días. Aún desconocía el motivo por el que su cuerpo, su presencia, su voz... hacían tanta mella en mí y me revolvían por dentro.
- Por cierto, estás preciosa... - le solté el pelo. - aunque ahora mucho más.
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 24/04/2016
Re: En la riqueza y en la pobreza...Hasta que la muerte nos separe.
La bruja sonrió con una mezcla a medio camino de malicia y diversión.
— No, casarse es de pazguatos. Yo cuando hago algo, lo hago a lo grande. Te estoy diciendo que quiero prometerte que te querré siempre, de forma que si no cumplo con eso, el infierno parecerá unas vacaciones.— Eso era literal. Las promesas antes todas las fuerzas del cosmos, eran vínculos poderosos. De no cumplirse, el paso entre planos, la ascensión de la bruja hacia el conocimiento verdadero, hacia la iluminación mística, se vería truncado. La magia se basaba en el control. Nadie que no controlase a su propia persona podía tener el control de las fuerzas superiores. Por tanto nadie que rompiera sus promesas deberia ascender a tal conocimiento.
Debía estar muy segura de eso, porque hacer una promesa así le daría más poder, pero una obligacion terrible. Y a las fuerzas Superiores no se les podía prometer gilipolleces. Era algo más peligroso que hacerse un tatuaje, pero en le fondo con el mismo significado. La quería, y no tenía ninguna duda de eso. Si ella necesitaba que se lo recordase así, lo haría, porque no había nada de malo, nada de sucio u oscuro en aquello. Ella era lo más auténtico que tenía. No había podido elegir a su padre ni a su madre, ni la infancia que tuvo, ni siquiera a su marido ficticio. Pero a ella sí la había elegido, y Xaryne la había elegido a ella. Era asombroso que con tanta gente en el planeta hubieran coincidido, se hubieran encontrado. Habia almas que vagaban por los siglos de los siglos buscando lo que jamás encontrarían. El amor.
Cuando Xaryne le soltó el pelo, elevó las manos para atrapar su cara y besarla, atrayéndola hacia ella. Quería una boda de caché y la habia tenido, pero la noche iba a ser mucho más espectacular, estaba segura de ello.
— No, casarse es de pazguatos. Yo cuando hago algo, lo hago a lo grande. Te estoy diciendo que quiero prometerte que te querré siempre, de forma que si no cumplo con eso, el infierno parecerá unas vacaciones.— Eso era literal. Las promesas antes todas las fuerzas del cosmos, eran vínculos poderosos. De no cumplirse, el paso entre planos, la ascensión de la bruja hacia el conocimiento verdadero, hacia la iluminación mística, se vería truncado. La magia se basaba en el control. Nadie que no controlase a su propia persona podía tener el control de las fuerzas superiores. Por tanto nadie que rompiera sus promesas deberia ascender a tal conocimiento.
Debía estar muy segura de eso, porque hacer una promesa así le daría más poder, pero una obligacion terrible. Y a las fuerzas Superiores no se les podía prometer gilipolleces. Era algo más peligroso que hacerse un tatuaje, pero en le fondo con el mismo significado. La quería, y no tenía ninguna duda de eso. Si ella necesitaba que se lo recordase así, lo haría, porque no había nada de malo, nada de sucio u oscuro en aquello. Ella era lo más auténtico que tenía. No había podido elegir a su padre ni a su madre, ni la infancia que tuvo, ni siquiera a su marido ficticio. Pero a ella sí la había elegido, y Xaryne la había elegido a ella. Era asombroso que con tanta gente en el planeta hubieran coincidido, se hubieran encontrado. Habia almas que vagaban por los siglos de los siglos buscando lo que jamás encontrarían. El amor.
Cuando Xaryne le soltó el pelo, elevó las manos para atrapar su cara y besarla, atrayéndola hacia ella. Quería una boda de caché y la habia tenido, pero la noche iba a ser mucho más espectacular, estaba segura de ello.
Última edición por Elora Paine el Jue Oct 27, 2016 5:48 pm, editado 1 vez
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: En la riqueza y en la pobreza...Hasta que la muerte nos separe.
Ese beso unido a sus palabras, desató mis más profundos instintos. La atraje hacia mi cuerpo devorando su boca como si quisiera por desgaste rozarle el alma. Le desaté el vestido sin dejar de besarla ni un instante y sonriendo salvajemente en sus labios. Sólo se oían nuestros jadeos en busca de aire. De un giro rápido me coloqué a su espalda y le quité el vestido, dejándolo caer al suelo y besando su nuca mientras rozaba con los labios cada una de las cicatrices de su espalda. Cuando llegué a las lumbares, murmuré contra su piel: Ich liebe dich...
Le di la vuelta y de rodillas en el suelo empecé a besar su vientre, las curvas de su cadera, el borde de esa braga de encaje negra que me estaba volviendo loca. Tenía a la bruja apoyada contra la barandilla, pero a esas alturas empezaban a darme igual muchas cosas. La necesitaba. De una vez por todas.
Le di la vuelta y de rodillas en el suelo empecé a besar su vientre, las curvas de su cadera, el borde de esa braga de encaje negra que me estaba volviendo loca. Tenía a la bruja apoyada contra la barandilla, pero a esas alturas empezaban a darme igual muchas cosas. La necesitaba. De una vez por todas.
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
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Re: En la riqueza y en la pobreza...Hasta que la muerte nos separe.
Elora llevaba las medias blancas sujetas por sendos ligueros de encaje, que evidentemente su marido no iba ni a oler. Se los quitó rápidamente y agarró a Xaryne de las muñecas, haciendola levantar y tirando de ella hacia la cama. Allí la empujó contra el colchón y se subió encima de su cintura aprisionándola con sus muslos. La agarró de las muñecas y se las lió con los ligueros, iba a impedir que se moviera, que se revolviera y que la absorbiera llevandola al centro del huracán donde ella perdía la cordura. Esa noche sería ella la que se olvidaría de su nombre, iba a conseguirlo. Enganchó los encajes al cabecero de la cama haciendo que las manos de la alemana quedaran por encima de su cabeza.
Se acercó a sus labios para susurrarle.— quieta ahí... déjame que tenga la noche de bodas que me merezco...— empezó por quitarle la ropa, acariciarla entera con las yemas de los dedos pasando después a iniciar una lenta tortura. Sabía que Xar era impaciente, volcánica, arrasadora, y que llevaba fatal la espera. Pues tendría que esperar, y desesperar. Su lengua la recorrió a lametones y bocados desde el lóbulo de la oreja hasta la cara interna de los muslos. Mordisqueó y aprisionó con los labios cada centímetro de apetecible piel que se le antojó hasta perderse en los entresijos privados que nadie tocaba desde que ella era la dueña. Se obligó a no correr, a saborearla despacio, a regodearse en cada pliegue y cada valle, apretando más cuando ella se arqueaba, resistiéndose a caer en la locura del extásis.
— ¿cómo.. te... llamas..?mmmm...- Usurró sonriendo y acariciandola de nuevo, imprimiendo ritmo. Normalmente era al revés y esta vez quería vengarse de tanta tortura recibida por obra y gracia de sus labios. Su boca continuó el lento baile que tenía contra su sexo y le dio más candela hasta que la sintió retorcerse. ¡Oh, si! iba a hacerla sufrir un poco con su propia medicina.
Se acercó a sus labios para susurrarle.— quieta ahí... déjame que tenga la noche de bodas que me merezco...— empezó por quitarle la ropa, acariciarla entera con las yemas de los dedos pasando después a iniciar una lenta tortura. Sabía que Xar era impaciente, volcánica, arrasadora, y que llevaba fatal la espera. Pues tendría que esperar, y desesperar. Su lengua la recorrió a lametones y bocados desde el lóbulo de la oreja hasta la cara interna de los muslos. Mordisqueó y aprisionó con los labios cada centímetro de apetecible piel que se le antojó hasta perderse en los entresijos privados que nadie tocaba desde que ella era la dueña. Se obligó a no correr, a saborearla despacio, a regodearse en cada pliegue y cada valle, apretando más cuando ella se arqueaba, resistiéndose a caer en la locura del extásis.
— ¿cómo.. te... llamas..?mmmm...- Usurró sonriendo y acariciandola de nuevo, imprimiendo ritmo. Normalmente era al revés y esta vez quería vengarse de tanta tortura recibida por obra y gracia de sus labios. Su boca continuó el lento baile que tenía contra su sexo y le dio más candela hasta que la sintió retorcerse. ¡Oh, si! iba a hacerla sufrir un poco con su propia medicina.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: En la riqueza y en la pobreza...Hasta que la muerte nos separe.
Esa beuja me estaba volviendo completa e irremediablemente loca. Casi se me salen los ojos de las órbitas cuando me ató las muñecas con los ligueros y me sujetó al cabecero de la cama. No podía más que luchar contra las ganas de arrancar el cabecero y hacerla mía de nuevo. Me costaba coger aire por los jadeos, su boca me devoraba con tanta lentitud que apenas podía soportar aquella dulce y excitante tortura. Se estaba vengando por todas las noches en las que le sometía a una intensa espera antes de que sus uñas se clavaran en mi espalda y se abandonara al placer.
Su boca me quemaba, hacía que me retorciera bajo su lengua que luchaba implacable entre mis piernas. Jamás había sufrido aquel grado de excitación y no quería nada más que poner los ojos en blanco, pero cada vez que iba a caer en aquel pozo de placer, Elora lo alargaba más y más, haciendo que casi quisiera suplicarle que acabara o terminaría enloqueciendo.
¿Que cuál era mi nombre? Jadeé susurrando:
- Nombre... no... tengo... nombre... - la miré a los ojos, borracha de placer y gemí musitando: por... favor...
Su boca me quemaba, hacía que me retorciera bajo su lengua que luchaba implacable entre mis piernas. Jamás había sufrido aquel grado de excitación y no quería nada más que poner los ojos en blanco, pero cada vez que iba a caer en aquel pozo de placer, Elora lo alargaba más y más, haciendo que casi quisiera suplicarle que acabara o terminaría enloqueciendo.
¿Que cuál era mi nombre? Jadeé susurrando:
- Nombre... no... tengo... nombre... - la miré a los ojos, borracha de placer y gemí musitando: por... favor...
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
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Re: En la riqueza y en la pobreza...Hasta que la muerte nos separe.
Elora sonrió triunfal y avanzó, remolona, frotando su cuerpo contra el de Xaryne, hasta llegar a su labios.
— oh... así que no tienes nombre...yo te daré uno...eres...MÍA.— Aprisionó sus labios con hambre y después secuestró su lengua obligándola a ceder a su avance y a sus deseos, descendiendo la mano por su ombligo hasta encontrar los puntos delicados que pulsaría como si fueran los botones de un harmonium. Apenas la dejó seprarase para tomar aire y jadear. Esta vez no habría tregua, no habría escapatoria y acabaría por descomponerse como si estuviera hecha de agua al alcanzar la cima del placer.
La vio enloquecer y explotar y se quedó sobre ella, flanqueandola con sus muslos, observándola divertida.
— no debería soltarte... sé que tu venganza será terrible. ¿Y si te dejo así para siempre? atada a mi cama? me parece un plan estupendo!!.— Cuando vio su mirada cambió el gesto de inmediato.— ooooooo... puedo desatarte y aquí no ha pasado nada...¿lo ves? listo!.— soltó las ligaduras que la sujetaban a la cama y le dio un beso en la frente.
— oh... así que no tienes nombre...yo te daré uno...eres...MÍA.— Aprisionó sus labios con hambre y después secuestró su lengua obligándola a ceder a su avance y a sus deseos, descendiendo la mano por su ombligo hasta encontrar los puntos delicados que pulsaría como si fueran los botones de un harmonium. Apenas la dejó seprarase para tomar aire y jadear. Esta vez no habría tregua, no habría escapatoria y acabaría por descomponerse como si estuviera hecha de agua al alcanzar la cima del placer.
La vio enloquecer y explotar y se quedó sobre ella, flanqueandola con sus muslos, observándola divertida.
— no debería soltarte... sé que tu venganza será terrible. ¿Y si te dejo así para siempre? atada a mi cama? me parece un plan estupendo!!.— Cuando vio su mirada cambió el gesto de inmediato.— ooooooo... puedo desatarte y aquí no ha pasado nada...¿lo ves? listo!.— soltó las ligaduras que la sujetaban a la cama y le dio un beso en la frente.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: En la riqueza y en la pobreza...Hasta que la muerte nos separe.
Me parece a veces que mi sangre corre a raudales,
Cual una fuente con rítmicos sollozos.
La escucho bien que corre con un prolongado murmullo,
Pero, me palpo en vano para encontrar la herida.
A través de la ciudad, como en un campo cercado,
Se marcha, transformando los adoquines en islotes,
Saciando la sed de cada criatura,
Y en todas partes colorando de rojo la natura.
He implorado frecuentemente a los vinos capitosos
Adormecieran sólo un día el terror que me consume;
¡Qué el vino hace ver más claro y afina más el oído!
He buscado en el amor un sueño olvidadizo;
Mas el amor no es para mí sino un colchón de agujas
¡Hecho para dar de beber a esas crueles mujeres!
Charles Budelaire. La fuente de sangre.
Cual una fuente con rítmicos sollozos.
La escucho bien que corre con un prolongado murmullo,
Pero, me palpo en vano para encontrar la herida.
A través de la ciudad, como en un campo cercado,
Se marcha, transformando los adoquines en islotes,
Saciando la sed de cada criatura,
Y en todas partes colorando de rojo la natura.
He implorado frecuentemente a los vinos capitosos
Adormecieran sólo un día el terror que me consume;
¡Qué el vino hace ver más claro y afina más el oído!
He buscado en el amor un sueño olvidadizo;
Mas el amor no es para mí sino un colchón de agujas
¡Hecho para dar de beber a esas crueles mujeres!
Charles Budelaire. La fuente de sangre.
La boda fue bastante sonada, hubo incluso nota de prensa en los periódicos parisinos. Los días posteriores actuaron como una pareja normal, dejándose ver en algunos actos y planeando la luna de miel. Por las noches, Elora se había encargado de no coincidir con su marido, alternando compromisos para no verse a la hora de la cena y llegar sólo cuando él estaba ya dormido o drogado.
Llegó el día. Todo estaba dispuesto, todos tenían claro lo que tenían que hacer. Esa noche no había dormido apenas, repasando mil veces el plan: a Mauritz le llegaría una carta misteriosa que lo emplazaría en una casa de campo a las afueras de la ciudad, enclavada en el bosque, donde Leif podría alcanzarlo y matarlo. La puta que había sido citada allí también, sería un daño colateral. Las cartas que en teoría Mauritz había recibido de su amante, descansaban en una caja del despacho de Elora, y convenientemente serían trasladadas a los cajones privados de su marido, y cuando la policía lo investigase, aparecerían para dejar desolada a la viuda que se enteraría por ella de que su marido se veía a escondidas con otra.
La bruja tenía un compromiso social, el 16 cumpleaños de la hija de la marquesa de Threnadiers, así que la verían en la celebración, y no levantaría ninguna sospecha. Gael tenía instrucciones de ser visto en público también, y Xaryne lo mismo. Todo estaba listo, acababa de empujar la primera ficha del dominó y con el transcurrir de las horas irían cayendo las demás fichas.
Su suegra estaba en el salón cuando Elora bajó vestida para la fiesta.
— Me voy a casa de la marquesa... le daré recuerdo de tu parte, querido. Una lástima que no se encuentre bien, Delphine, descanse.— La vieja suegra estaba algo revuelta porque la bruja le había puesto un poco de bulbo de narciso a su té. Salió por la puerta principal y se perdió con el carruaje por el entramado de calles de París.
Apenas media hora después de que Elora se marchase, un mensajero trajo la carta a Mauritz. Como la había escrito Elora falsificando otra caligrafía, y él estaba hechizado para hacer su voluntad, no podría negarse a la petición de la dama que lo reclamaba en la casa del bosque.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: En la riqueza y en la pobreza...Hasta que la muerte nos separe.
Los tambores habían empezado a sonar en las profundidades de su mente desde media tarde, cuando aún deambulaba por los límites de la ciudad buscando ser visto; botella en mano, llena de agua para no provocar todavía más a la bestia aletargada que esperaba impaciente su escape del silencio. Al caer el sol un fuego en crescendo empezó a arder en sus entrañas, impulsando su carrera hacia el bosque para huir de más problemas. No había dejado de preguntarse qué consecuencias le traería el azar por lo que estaba a punto de hacer, qué otras venganzas y consecuencias caerían sobre su cabeza, sin embargo fue incapaz de fallar a Elora. Aunque solo fuera por propio egoísmo, por huir de la soledad, no la dejaría en la estacada.
La oscuridad le engulló cuando el primer rayo de luna se abrió paso entre los árboles, bañando su espalda e iniciando la danza del dolor. De rodillas y a gritos, todo su cuerpo se retorció sucumbiendo a los espasmos que atormentaban cada músculo. La piel se abrió como tela hecha jirones; sangre bañando su cuerpo maltrecho, empapando el pelo negro que crecía por doquier. Perdió la ropa y la consciencia, adiós a la poca humanidad de la que hiciera gala momentos antes. Era la bestia quien mandaba ahora y poniéndose en pie anunció su llegada con un fuerte aullido dirigido al cielo oscuro. El revuelo de los pájaros dio inicio a la cacería.
Echó a correr hocico al viento, rastreando cualquier vestigio humano que anduviera alrededor. La bestia estaba hambrienta y no habría nada que le frenara... excepto un olor. La estela fugaz de un aroma conocido que impregnó cada sentido erizándole el bello. Conocía aquel olor, estaba grabado a fuego en su híbrida memoria. Era el dulzor de una mano cálida, la caricia de una mirada... era el olor de su propia sangre en aquella bruja que desde el primer día hizo compañía a sus fantasmas. Se dirigió hacia el origen de aquel rastro cruzando el bosque a cuatro patas con feroz agilidad, esquivando árboles y rocas sin prestar atención al resto de criaturas que deambulaban en -así consideraba- SU territorio. Los ropajes de Elora que dejaron a modo anzuelo estaban surgiendo su efecto, el lobo se veía incapaz de evitar el acercamiento.
Encontró una casa en su destino, una pequeña cabaña donde el olor se mezclaba con la leña quemada. La serenidad de un esperado encuentro se vio sacudida por la presencia de alguien más: dos almas que no entraban en su rango de tolerancia. Debía eliminarlas, alejarlas de la bruja, nadie sería jamás merecedor de ella a ojos del descontrolado lobo. Quizás fuera el único vínculo que le ataba a su humanidad cuando la luna hacía su magia.
Rodeó la cabaña buscando un plan de ataque como buen depredador, y cuando sus ambarinos ojos se fijaron en la ventana frontal no tardó ni un segundo en saltar a través de ella haciéndola estallar. La lluvia de cristales y la súbita entrada desorientó a las dos almas, que víctimas del pánico quedaron estáticas sin poder despegar la mirada de tan horrible destino. Un grito abrió en canal la noche, la voz rota del que atestigua una siniestra carnicería. El lobo se abrió paso a dentelladas por el torso del varón, rompiendo sus huesos como si no fueran más que simples ramas de pino. Con el corazón de Mauritz aún en la boca saltó hacia la hembra evitando que escapara, sesgando una de sus piernas con la facilidad que un cuchillo corta la mantequilla.
La sangre tiñó rápidamente toda la cabaña. Las paredes salpicadas, una alfombra en el suelo... nada quedó libre de aquella salvajada. La mujer tiritaba, débil por la pérdida, mientras observaba aterrada al lobo regresar a su primer manjar. Aparentemente manso no despegaba la mirada de ella, una silenciosa amenaza de que iba a convertirla en el postre cuando acabara con el menú principal. Incluso disfrutó el verla arrastrándose hacia la puerta alejándose de su inminente destino, con el muslo cual pincel dibujando un camino sangriento. No llegó a tocar la hierba cuando sintió las garras clavándose cruelmente en su espalda, arrastrándola de vuelta al interior donde se ahogó en su propia sangre cuando los dientes se hundieron en su cuello.
Minutos después, el lobo abandonó la escena satisfecho y más calmado tras haber comprobado que la bruja no se encontraba en el lugar. De su boca empapada en sangre colgaban los ropajes que usaron como anzuelo, premio que pensaba llevar a su recóndita cueva, y en el interior de la cabaña no quedaban más que dos amasijos irreconocibles de carne y hueso, cuyos miembros seccionados esparcidos por la estancia formaban el más grotesco rompecabezas jamás visto en aquel lugar.
La oscuridad le engulló cuando el primer rayo de luna se abrió paso entre los árboles, bañando su espalda e iniciando la danza del dolor. De rodillas y a gritos, todo su cuerpo se retorció sucumbiendo a los espasmos que atormentaban cada músculo. La piel se abrió como tela hecha jirones; sangre bañando su cuerpo maltrecho, empapando el pelo negro que crecía por doquier. Perdió la ropa y la consciencia, adiós a la poca humanidad de la que hiciera gala momentos antes. Era la bestia quien mandaba ahora y poniéndose en pie anunció su llegada con un fuerte aullido dirigido al cielo oscuro. El revuelo de los pájaros dio inicio a la cacería.
Echó a correr hocico al viento, rastreando cualquier vestigio humano que anduviera alrededor. La bestia estaba hambrienta y no habría nada que le frenara... excepto un olor. La estela fugaz de un aroma conocido que impregnó cada sentido erizándole el bello. Conocía aquel olor, estaba grabado a fuego en su híbrida memoria. Era el dulzor de una mano cálida, la caricia de una mirada... era el olor de su propia sangre en aquella bruja que desde el primer día hizo compañía a sus fantasmas. Se dirigió hacia el origen de aquel rastro cruzando el bosque a cuatro patas con feroz agilidad, esquivando árboles y rocas sin prestar atención al resto de criaturas que deambulaban en -así consideraba- SU territorio. Los ropajes de Elora que dejaron a modo anzuelo estaban surgiendo su efecto, el lobo se veía incapaz de evitar el acercamiento.
Encontró una casa en su destino, una pequeña cabaña donde el olor se mezclaba con la leña quemada. La serenidad de un esperado encuentro se vio sacudida por la presencia de alguien más: dos almas que no entraban en su rango de tolerancia. Debía eliminarlas, alejarlas de la bruja, nadie sería jamás merecedor de ella a ojos del descontrolado lobo. Quizás fuera el único vínculo que le ataba a su humanidad cuando la luna hacía su magia.
Rodeó la cabaña buscando un plan de ataque como buen depredador, y cuando sus ambarinos ojos se fijaron en la ventana frontal no tardó ni un segundo en saltar a través de ella haciéndola estallar. La lluvia de cristales y la súbita entrada desorientó a las dos almas, que víctimas del pánico quedaron estáticas sin poder despegar la mirada de tan horrible destino. Un grito abrió en canal la noche, la voz rota del que atestigua una siniestra carnicería. El lobo se abrió paso a dentelladas por el torso del varón, rompiendo sus huesos como si no fueran más que simples ramas de pino. Con el corazón de Mauritz aún en la boca saltó hacia la hembra evitando que escapara, sesgando una de sus piernas con la facilidad que un cuchillo corta la mantequilla.
La sangre tiñó rápidamente toda la cabaña. Las paredes salpicadas, una alfombra en el suelo... nada quedó libre de aquella salvajada. La mujer tiritaba, débil por la pérdida, mientras observaba aterrada al lobo regresar a su primer manjar. Aparentemente manso no despegaba la mirada de ella, una silenciosa amenaza de que iba a convertirla en el postre cuando acabara con el menú principal. Incluso disfrutó el verla arrastrándose hacia la puerta alejándose de su inminente destino, con el muslo cual pincel dibujando un camino sangriento. No llegó a tocar la hierba cuando sintió las garras clavándose cruelmente en su espalda, arrastrándola de vuelta al interior donde se ahogó en su propia sangre cuando los dientes se hundieron en su cuello.
Minutos después, el lobo abandonó la escena satisfecho y más calmado tras haber comprobado que la bruja no se encontraba en el lugar. De su boca empapada en sangre colgaban los ropajes que usaron como anzuelo, premio que pensaba llevar a su recóndita cueva, y en el interior de la cabaña no quedaban más que dos amasijos irreconocibles de carne y hueso, cuyos miembros seccionados esparcidos por la estancia formaban el más grotesco rompecabezas jamás visto en aquel lugar.
Leif Paine- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 223
Fecha de inscripción : 01/04/2016
Localización : Bosques
Re: En la riqueza y en la pobreza...Hasta que la muerte nos separe.
Todos teníamos nuestra coartada. Miré al cielo, quedaba poco para el amanecer. A esas alturas y si el bastardo de Leif había conseguido controlarse, el desgraciado del marido de Elora estaría descuartizado en una cabaña en el bosque. Inspiré hondo con media sonrisa, los olores de los barrios bajos de París parecían atenuados por el aire que trae consigo un nuevo día.
De todas maneras, teníamos que asegurarnos. Si algo salía mal y culpaban a Elora de conspirar contra un noble y de asesinarlo, todo se iría al garete. Mierda, Gael y yo tendríamos que ir para ver si había quedado alguna prueba que pudiera incriminarnos. COmo cazadores, éramos expertos en rastrear pistas y seguir rastros de bestias, por lo que sería una tarea sencilla. Pero cuatro ojos siempre ven más que dos.
Me dirigí al restaurante de Gael, a esas horas ya habría terminado y estaría recogiendo. Entré por la puerta sin llamar y me quedé en la barra, esperando a que saliera mientras intentaba decidir cómo sentirme, si aliviada, eufórica por la muerte de aquel cerdo, o con pocas ganas de ver el casi seguro estropicio que habría causado el bestia de su padre.
Tamborileé con los dedos en la barra, la paciencia no era mi fuerte.
De todas maneras, teníamos que asegurarnos. Si algo salía mal y culpaban a Elora de conspirar contra un noble y de asesinarlo, todo se iría al garete. Mierda, Gael y yo tendríamos que ir para ver si había quedado alguna prueba que pudiera incriminarnos. COmo cazadores, éramos expertos en rastrear pistas y seguir rastros de bestias, por lo que sería una tarea sencilla. Pero cuatro ojos siempre ven más que dos.
Me dirigí al restaurante de Gael, a esas horas ya habría terminado y estaría recogiendo. Entré por la puerta sin llamar y me quedé en la barra, esperando a que saliera mientras intentaba decidir cómo sentirme, si aliviada, eufórica por la muerte de aquel cerdo, o con pocas ganas de ver el casi seguro estropicio que habría causado el bestia de su padre.
Tamborileé con los dedos en la barra, la paciencia no era mi fuerte.
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
- Mensajes : 146
Fecha de inscripción : 24/04/2016
Re: En la riqueza y en la pobreza...Hasta que la muerte nos separe.
Llevaba todo el día de hoy nervioso, desde que me había levantado. Ni siquiera le había dado unas cuantas caricias a Gato, cosa que ahora echaba en falta. Tampoco había querido hacer nada importante hoy, ni siquiera entrenar a Jane, hoy le había dado el día libre para que hiciera sus cosas y yo había ido al restaurante desde por la mañana. No quería pensar en lo que iba a permitir que sucediese hoy, aunque fuese por Elora, era un tema que tocaba bastante mis principios, algo que nunca pensé que iba a permitir que pasase. Pero Elora era Elora, y era especial.
Así pues, llevaba como dieciséis horas trabajando, algo que no era muy habitual que hiciera, siempre solía hacer solamente unas seis o así, Gerard bien lo sabía. Los últimos clientes hacía un rato que se habían marchado y habían dejado buena propina, por lo que el jefe estaba contento. Él también se marchó y yo me quedé solo en todo el local.
Escuché la puerta y coloqué el trapo con el que estaba secando los últimos platos sobre mi hombro. Salí a ver de quién se trataba y vi a Xaryne sentada donde la barra. Sonreí, estaba nerviosa perdida, al igual que yo. — Hola. ¿Quieres que vayamos? Aquí poco tenemos que hacer. Ya no hay nadie. ¿Te has dejado ver por ahí?— Me quité el mandil y lo dejé sobre la barra. Tenía todo lo que usaba como cazador en la parte de atrás, donde las verduras, era mi escondite favorito si tenía que ir a cazar después de trabajar aquí o de imprevisto. ¿Leif lo habría hecho ya? Hacía un rato que se había hecho de noche, así que esperaba que sí. ¿Cómo estaría Elora? Si yo fuese ella, estaría que me subía por las paredes, pese a tener todo controlado por la magia. Nunca te podías fiar de lo que podía salir mal.
Así pues, llevaba como dieciséis horas trabajando, algo que no era muy habitual que hiciera, siempre solía hacer solamente unas seis o así, Gerard bien lo sabía. Los últimos clientes hacía un rato que se habían marchado y habían dejado buena propina, por lo que el jefe estaba contento. Él también se marchó y yo me quedé solo en todo el local.
Escuché la puerta y coloqué el trapo con el que estaba secando los últimos platos sobre mi hombro. Salí a ver de quién se trataba y vi a Xaryne sentada donde la barra. Sonreí, estaba nerviosa perdida, al igual que yo. — Hola. ¿Quieres que vayamos? Aquí poco tenemos que hacer. Ya no hay nadie. ¿Te has dejado ver por ahí?— Me quité el mandil y lo dejé sobre la barra. Tenía todo lo que usaba como cazador en la parte de atrás, donde las verduras, era mi escondite favorito si tenía que ir a cazar después de trabajar aquí o de imprevisto. ¿Leif lo habría hecho ya? Hacía un rato que se había hecho de noche, así que esperaba que sí. ¿Cómo estaría Elora? Si yo fuese ella, estaría que me subía por las paredes, pese a tener todo controlado por la magia. Nunca te podías fiar de lo que podía salir mal.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
- Mensajes : 445
Fecha de inscripción : 23/12/2015
Edad : 32
Localización : Detrás de ti
Re: En la riqueza y en la pobreza...Hasta que la muerte nos separe.
Elora estaba en la fiesta de cumpleaños de la hija de la marquesa, y reartió sonrisas, alabanzas por el buen gusto de todo y trató de parecer muy ilusionada con su próxima luna de miel, sin parar de nombra a su flamante marido, enseñar el anillo con el pedrusco que le había regalado y las joyas que adornabas su cuello. Nadie podría decir que la cazafortunas no estuviera realmente contenta con su reciente boda.
Parte de su felicidad fingida era real, porque esa noche se ponía punto final a un capítulo doloroso de su libro de la vida. Esa noche se resarcían los agravios, y la justicia, demoledora en las garras de Leif, se cobraría el tributo evadido. Los culpables debían pagar. Los infectos debían morir. La astilla debía ser extraída de la carne con dolor y sangre, antes de que se pudriese y causara más daño. Los seres humanos como Mauritz sólo aportaban caos y ponzoña al planeta tierra y alguien tenía que segarlos como trigo maduro. Su nombre estaba en la lista negra y San Martín, vestido con pieles de lobo, se cobraría hoy su vida.
En su fuero interno estaba inquieta, si algo salía mal, cualquiera de sus seres queridos podría sufrir las consecuencias. Pero no tenía por qué. Todo estaba bien planeado, los rastros cubiertos y las bocas silenciadas. Con aquellos que tenían algun grado de implicación en sus planes, se había asegurado sus lealtades. Jana y su hermano no hablarían, no les interesaba, pues ahora su familia vivía bien gracias a Elora y la propia chica había abandonado la prostitución para siempre. Höor tenía un negocio a medias, si quería contar con su ayuda tendría que cerrar la boca, lo cual no sería muy difícil porque él tenía mucho más que callar. El contable estaba bien pagado y hechizado. Y Leif, Gael y Xar, eran su familia y contaría con ellos en la salud y en la enfermedad hasta el fin de los tiempos.
Respiró hondo. Todo iría bien.
La velada transcurrió sin incidentes y llegada la hora de finalizar la fiesta, el cochero la llevó a casa, alrededor de la medianoche. Se hizo la extrañada cuando el servicio la informó de que el señor había salido precipitadamente, pero actuó restándole importancia, comentando que algun negocio importante o algun cliente lo habría reclamado. Dio orden al servicio para que informaran a su marido cuando llegase que ella se había ido a dormir, porque estaba cansada. Se desvistió en la habitación que se suponía que compartía con Mauritz, y después atravesó los pasadizos secretos del servicio hasta el despacho, para esperar a Xaryne, quería saber cómo había ido.
En el bosque, cerca de la cabaña donde había "cenado" Leif, dos sombras se movían rápidas por la espesura. Delphine, la madre de Mauritz había hecho tratos con vampiros para deshacerse de Elora, pero no lo había conseguido. Y como buena arpía que era, había comprado a dos chupasangres de baja estofa para que fueran de guardaespaldas por las noches. Iban a intervenir en la masacre pero se dieron cuenta de que el licántropo estaba salvaje, en frenesí sangriento, y que tenían mucho que perder. A fin de cuentas, qué más daba un humano insignificante menos. Pero ahora captaban el delicioso olor de la sangre de dos humanos que se iban acercando, quizás pudieran darse el festín y no quedar del todo mal con su sire, el que los alquilaba a humanos richachones para su protección.
Parte de su felicidad fingida era real, porque esa noche se ponía punto final a un capítulo doloroso de su libro de la vida. Esa noche se resarcían los agravios, y la justicia, demoledora en las garras de Leif, se cobraría el tributo evadido. Los culpables debían pagar. Los infectos debían morir. La astilla debía ser extraída de la carne con dolor y sangre, antes de que se pudriese y causara más daño. Los seres humanos como Mauritz sólo aportaban caos y ponzoña al planeta tierra y alguien tenía que segarlos como trigo maduro. Su nombre estaba en la lista negra y San Martín, vestido con pieles de lobo, se cobraría hoy su vida.
En su fuero interno estaba inquieta, si algo salía mal, cualquiera de sus seres queridos podría sufrir las consecuencias. Pero no tenía por qué. Todo estaba bien planeado, los rastros cubiertos y las bocas silenciadas. Con aquellos que tenían algun grado de implicación en sus planes, se había asegurado sus lealtades. Jana y su hermano no hablarían, no les interesaba, pues ahora su familia vivía bien gracias a Elora y la propia chica había abandonado la prostitución para siempre. Höor tenía un negocio a medias, si quería contar con su ayuda tendría que cerrar la boca, lo cual no sería muy difícil porque él tenía mucho más que callar. El contable estaba bien pagado y hechizado. Y Leif, Gael y Xar, eran su familia y contaría con ellos en la salud y en la enfermedad hasta el fin de los tiempos.
Respiró hondo. Todo iría bien.
La velada transcurrió sin incidentes y llegada la hora de finalizar la fiesta, el cochero la llevó a casa, alrededor de la medianoche. Se hizo la extrañada cuando el servicio la informó de que el señor había salido precipitadamente, pero actuó restándole importancia, comentando que algun negocio importante o algun cliente lo habría reclamado. Dio orden al servicio para que informaran a su marido cuando llegase que ella se había ido a dormir, porque estaba cansada. Se desvistió en la habitación que se suponía que compartía con Mauritz, y después atravesó los pasadizos secretos del servicio hasta el despacho, para esperar a Xaryne, quería saber cómo había ido.
En el bosque, cerca de la cabaña donde había "cenado" Leif, dos sombras se movían rápidas por la espesura. Delphine, la madre de Mauritz había hecho tratos con vampiros para deshacerse de Elora, pero no lo había conseguido. Y como buena arpía que era, había comprado a dos chupasangres de baja estofa para que fueran de guardaespaldas por las noches. Iban a intervenir en la masacre pero se dieron cuenta de que el licántropo estaba salvaje, en frenesí sangriento, y que tenían mucho que perder. A fin de cuentas, qué más daba un humano insignificante menos. Pero ahora captaban el delicioso olor de la sangre de dos humanos que se iban acercando, quizás pudieran darse el festín y no quedar del todo mal con su sire, el que los alquilaba a humanos richachones para su protección.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 04/04/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
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