AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Entras, mueres. Simple (Libre)
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Entras, mueres. Simple (Libre)
La noche por fin había llegado. Es la hora extraña y dudosa donde las cortinas del cielo se cierran, en que las urbes se encienden. El gas mancha el púrpura del ocaso. Honestos o deshonestos, razonables o locos, los hombres culminan el día. Buenos y malos piensan en el placer y cada uno corre al lugar de su elección a beber la copa del olvido.
En el lugar donde yo me encontraba la luz no podría nesplandecer, no resonaba la poesía ni hormigueaba la vida, la luz era desgastada por el sueño de mi propia supervivencia. Abrí los ojos y aspiré el olor de los jazmínes que había dispuesto en la habitación para hacer de algún modo más agradable mi despertar. Mi cuerpo estaba envuelto en sábanas de seda en medio de una delicada cama de dosel ubicada excentricamente en una cámara oscura y oculta bajo el suelo de mi sobria mansión en el bosque.
La forma de llegar allí era a través de una larga y embarrada avenida flanqueada por robles gigantescos que conducía desde la carretera del dique hasta la inmensa puerta de doble hoja más allá del medio del bosque. Era un verde paisaje a pesar de la oscuridad; las ramas de los robles se hundían en la alta hierba y las ramas grises del musgo negro rozaban el techo de la mansión. No era un lugar de fácil acceso, no para un humano común, al menos.
Esa noche se había producido un corte de luz debido a la tormenta, lo cuál le confería a todo un aire encantador. Era el momento de ponerme en pie e ir en busca de aquél líquido espeso y carmesí que me proveía de vida mientras se la robaba a otros. Al tiempo que cambiaba mis ropas, escuché con atención que por la situación, mis criados humanos habrían dejado las grandes estancias iluminadas con quinqués y velas justo antes de marcharse como les solía ordenar. Escuché sus últimos pasos y voces cuando salieron y estuvieron bastante lejos de mi hogar.
Todo estaba preparado y me disponía a subir las escaleras que daban a los cerrojos ocultos bajo la casa cuando sentí una presencia desconocida caminando justo encima de donde yo me encontraba. Me quedé inmóvil y fruncí el ceño molesta, agucé mis sentidos e intenté sentir la clase de ser que estaba allí de manera indebida. Era inconcebible que ingresara así como si nada y lo que sea que estuviera arriba pagaría tal atrevimiento. Aquél ser parecía ir de un lado a otro intentando hallar algo o a alguien y eso me hizo suponer que sabía quién era yo y que esperaba encontrarme con algún fin.
Aguardé unos segundos a que caminara hacia otra instancia de la mansión para salir en su búsqueda. Necesitaba que se quitara de allí porque de lo contrario no podría atacarle como tenía pensado. Aquél ser desconocido movió sus pasos hacia la habitación del lado y yo me dispuse a salir con fiereza y sin emitir sonido hasta que la sorpresa le saludara a la cara al tiempo que su muerte. Estaba en mis dominios, sin permiso alguno y yo no huiría como una rata. La rata era el intruso y su cabeza estaría bajo mis pies en apenas unos segundos.
En el lugar donde yo me encontraba la luz no podría nesplandecer, no resonaba la poesía ni hormigueaba la vida, la luz era desgastada por el sueño de mi propia supervivencia. Abrí los ojos y aspiré el olor de los jazmínes que había dispuesto en la habitación para hacer de algún modo más agradable mi despertar. Mi cuerpo estaba envuelto en sábanas de seda en medio de una delicada cama de dosel ubicada excentricamente en una cámara oscura y oculta bajo el suelo de mi sobria mansión en el bosque.
La forma de llegar allí era a través de una larga y embarrada avenida flanqueada por robles gigantescos que conducía desde la carretera del dique hasta la inmensa puerta de doble hoja más allá del medio del bosque. Era un verde paisaje a pesar de la oscuridad; las ramas de los robles se hundían en la alta hierba y las ramas grises del musgo negro rozaban el techo de la mansión. No era un lugar de fácil acceso, no para un humano común, al menos.
Esa noche se había producido un corte de luz debido a la tormenta, lo cuál le confería a todo un aire encantador. Era el momento de ponerme en pie e ir en busca de aquél líquido espeso y carmesí que me proveía de vida mientras se la robaba a otros. Al tiempo que cambiaba mis ropas, escuché con atención que por la situación, mis criados humanos habrían dejado las grandes estancias iluminadas con quinqués y velas justo antes de marcharse como les solía ordenar. Escuché sus últimos pasos y voces cuando salieron y estuvieron bastante lejos de mi hogar.
Todo estaba preparado y me disponía a subir las escaleras que daban a los cerrojos ocultos bajo la casa cuando sentí una presencia desconocida caminando justo encima de donde yo me encontraba. Me quedé inmóvil y fruncí el ceño molesta, agucé mis sentidos e intenté sentir la clase de ser que estaba allí de manera indebida. Era inconcebible que ingresara así como si nada y lo que sea que estuviera arriba pagaría tal atrevimiento. Aquél ser parecía ir de un lado a otro intentando hallar algo o a alguien y eso me hizo suponer que sabía quién era yo y que esperaba encontrarme con algún fin.
Aguardé unos segundos a que caminara hacia otra instancia de la mansión para salir en su búsqueda. Necesitaba que se quitara de allí porque de lo contrario no podría atacarle como tenía pensado. Aquél ser desconocido movió sus pasos hacia la habitación del lado y yo me dispuse a salir con fiereza y sin emitir sonido hasta que la sorpresa le saludara a la cara al tiempo que su muerte. Estaba en mis dominios, sin permiso alguno y yo no huiría como una rata. La rata era el intruso y su cabeza estaría bajo mis pies en apenas unos segundos.
Última edición por Lara Karstein el Miér Ene 09, 2013 10:10 am, editado 1 vez
Lara Karstein- Vampiro Clase Alta
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Re: Entras, mueres. Simple (Libre)
El lobo seguía aullando de una extraña manera, y un resplandor rojizo comenzó a moverse por entre los cipreses, como siguiendo el sonido. Cuando las voces se acercaron, el lobo aulló más fuerte y más rápidamente.
Bram Stoker
Bram Stoker
La oscuridad se plantaba sobre mi cabeza; al fin la anterior noche había terminado, dándole paso al esperado próximo anochecer; al fin podía empezar a caminar con mis piernas y no con garras peludas y olorosas, al fin entendía lo que hacía! Al fin podía hacer las cosas por mi propia voluntad! Sin perder el control! No recordaba nada, ni como había llegado y mucho menos como volvería. Claro estaba que la noche anterior había sido luna llena y como todas las malditas lunas gigantes y redondas me convertía en un ser horrible, primero salían mis colmillos, flamantes y con saliva por los lados, iban cayendo repulsivas gotas casi sólidas. Mis manos y pies se convertían en garras. Mi cuerpo se arqueaba, hasta que parecía que la columna se me partía al medio. Luego el pelo salía descomunalmente de mi cuerpo, mi nariz se hacía un gran hocico y la trasformación se terminaba de completar con una larga y desagradable cola color negra. Así era como me describía mi primo; al cual no veía hacía mucho, mucho tiempo. Pero esas eran sus descripciones, las cuales no podría olvidar jamás en todos mis días de vida. Si es que "Vida" era como se podía llamar.
Había llegado a una mansión enorme y hermosa, en las profundidades del bosque, donde casi nadie puede ir y volver a menos que sea lo suficientemente fuerte como para sobrevivir. El olor allí era horrible, sangre con muerte. Una sensación escalofriante. Se me erizaba la piel y pude notar que era la cueva de un maldito vampiro.
"Maldito sean seres desquiciados, que solo me hacen enfurecer, no tengo idea por que me hacer sentir así. Los odio y me odio a mi por odiarlos! No los conozco, nunca he hablado con ninguno y solo se que hacer que mis colmillos salgan un poco hacía afuera"
Pensaba con tristeza, pues realmente desde que me había convertido, además de haber perdido mis dotes de gitano y poseer mucho mas fuerza, resistencia y destreza. Había surgido un gran desprecio a aquellos seres. Por alguna razón que realmente no comprendía y me preguntaba si alguna vez podría uno de aquellos seres de marfil caerme bien.
Empecé a husmear en la casa, en busca de algún ser humano; sabía que muchos vampiros los tenían como criados. Y quizá alguno me podría indicar en que parte del bosque estábamos, para poder empezar a salir a la civilización. Aparte que necesitaba al menos una manta y de poder ser algo de agua, sería demasiado agradecido.
Estaba desnudo, completamente a piel descubierta, cada vez que la transformación surgía quedaba sin nada que ponerme, pues mis ropas quedaban destruidas y pocas veces podía encontrar el retorno donde había estado, para al menos ponerme los arrapos. Mi piel estaba de un color oliva tostado, mis cabellos oscuros y mis ojos de un color miel oscuro. Aunque algunas veces se ponían negros y profundos. Mi cuerpo emanaba puro calor. Era una fuente de fuego, al contrario que los vampiros, que eran de un frío terrible, helados como la misma nieve.
-Bonjour...? Mm Hey!!
Me giré descomunalmente al sentir el olor a muerte llegar y me vi de frente con una hermosa y despiadada mujer vampiro. Era terriblemente perfecta, con sus facciones demasiado cuadradas para ser humana y ese sentimiento que me producía... Pero estaba demasiado cerca y solo pude dar un paso hacía atrás, avergonzándome tardíamente de mi no ropa. Pero del mismo modo, intentando intimidarla un poco, para que la cercanía no se prolongue.
"No emanes de mi molestia, mi naturaleza me dice que te ataque, mi sentido humano me dice que me aparte, solo dame un momento; calma calma. O la oscuridad nos fundirá a ambos. Como quien dice del horror, también dicen del amor. El odio es una línea perfecta"
Usser: Soy Usser Hero, espero que no te moleste que me meta aqui XD
Imara Rákóczi- Cazador Clase Alta
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Re: Entras, mueres. Simple (Libre)
Últimamente la luna había sido generosa y daba al cielo un brillante tono azul metálico. Había sido noche de luna llena, noche de lobos, incluso los escuché aullar desesperados hasta que la luna cambió de nuevo y el silencio reinó otra vez en los bosques por donde merodeaban. Yo salí de cacería varias de esas noches pero no me crucé con ninguno, supuse que aunque para ellos sería fácil encontrar mi morada en ese estado lupino, algo les hacía retroceder o tal vez ni siquiera se percataban de mi presencia.
Cuando esa criatura, sea lo que fuere se movió, avancé hacia él teniendo en cuenta sus pisadas secas. No era un humano común, no había podido entrar así. Sólo podría hacerlo un vampiro, un licántropo o algún cambiaformas. La primera opción estaba descartada, el olor que emitía este ser era más fuerte, era un olor a animal sudoroso expuesto bajo la lluvia. Pero lo que confirmaba lo que realmente era él, era ese calor expansivo que emitían los licántropos.... justo uno en mi casa, pobre desdichado.
Estaba en su forma humana de espaldas a mí, como explorando con la mirada hasta que me sintió y volteó con rapidez yéndose hacia atrás. Me miró por unos segundos con un aire estupefacto y sentí la sangre agolparse en sus sonrosadas mejillas ahora avergonzadas por su desnudez. Lo observé con cierta gracia mientras pensaba como matarlo por entrar así, sin vergüenza alguna y con osadía. No me sería difícil acabar con él, aunque agradable a la vista era un licántropo joven, tal vez incluso era ese punto donde ellos intentan luchar con sí mismos intentando aceptar lo que son.
- Vaya vaya- Dije con tono burlón y frío- Un perro como intruso. Pero lamento despedirme temprano, no estoy buscando mascota.- Y le sonreí enseñándole los colmillos con absoluta soberbia sólo para provocarlo, para conocer su temor o para provocar su furia. Sea lo que fuere, le daría diversión a mi noche y sangre que limpiar a la mañana a mis empleados más cercanos.
Tal vez no tenía motivos para odiar a este licántropo con carita de bueno, no en principio. Pero su raza me bastaba, su intromisión me era suficiente. A veces, el desprecio que nos causan ciertos rostros, es el resultado de imagen real por la alucinación que comienza. Su presencia me recordó antaño cuando los lycans mataron a los míos y continué sola hacia mi destino. Ellos habían sido la gota que faltaba para que la copa rebosara y cayera dando paso a lo demás. Debería matarlo, como a muchos de los suyos, pero ahora me parecía divertido jugar con él, era una especie de cachorrito de perro en la jaula de un león hambriento. El primer tentepie de una larga noche. El primer infortunado de la caída de la noche que daba paso al esplendor de mi ser, de mi bebedor de sangre.
Cuando esa criatura, sea lo que fuere se movió, avancé hacia él teniendo en cuenta sus pisadas secas. No era un humano común, no había podido entrar así. Sólo podría hacerlo un vampiro, un licántropo o algún cambiaformas. La primera opción estaba descartada, el olor que emitía este ser era más fuerte, era un olor a animal sudoroso expuesto bajo la lluvia. Pero lo que confirmaba lo que realmente era él, era ese calor expansivo que emitían los licántropos.... justo uno en mi casa, pobre desdichado.
Estaba en su forma humana de espaldas a mí, como explorando con la mirada hasta que me sintió y volteó con rapidez yéndose hacia atrás. Me miró por unos segundos con un aire estupefacto y sentí la sangre agolparse en sus sonrosadas mejillas ahora avergonzadas por su desnudez. Lo observé con cierta gracia mientras pensaba como matarlo por entrar así, sin vergüenza alguna y con osadía. No me sería difícil acabar con él, aunque agradable a la vista era un licántropo joven, tal vez incluso era ese punto donde ellos intentan luchar con sí mismos intentando aceptar lo que son.
- Vaya vaya- Dije con tono burlón y frío- Un perro como intruso. Pero lamento despedirme temprano, no estoy buscando mascota.- Y le sonreí enseñándole los colmillos con absoluta soberbia sólo para provocarlo, para conocer su temor o para provocar su furia. Sea lo que fuere, le daría diversión a mi noche y sangre que limpiar a la mañana a mis empleados más cercanos.
Tal vez no tenía motivos para odiar a este licántropo con carita de bueno, no en principio. Pero su raza me bastaba, su intromisión me era suficiente. A veces, el desprecio que nos causan ciertos rostros, es el resultado de imagen real por la alucinación que comienza. Su presencia me recordó antaño cuando los lycans mataron a los míos y continué sola hacia mi destino. Ellos habían sido la gota que faltaba para que la copa rebosara y cayera dando paso a lo demás. Debería matarlo, como a muchos de los suyos, pero ahora me parecía divertido jugar con él, era una especie de cachorrito de perro en la jaula de un león hambriento. El primer tentepie de una larga noche. El primer infortunado de la caída de la noche que daba paso al esplendor de mi ser, de mi bebedor de sangre.
Última edición por Lara Karstein el Miér Ene 09, 2013 12:14 pm, editado 3 veces
Lara Karstein- Vampiro Clase Alta
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Re: Entras, mueres. Simple (Libre)
"La percepción, es tan fuerte que se envuelve en sombras; tan persistente, que sientes todo, pero a la vez nada, una terrible frustración, que penetra terriblemente en tu ser; sin sentido deambulas; correr, correr y correr y luego... El olvido..."
Mi mirada estaba algo prepotente frente a la de ella, como intentando por alguna razón intimidarla. Sabía profundo en mi corazón y mente que aquello era imposible. Los malditos vampiros nunca se asustaban, se creían los reyes del mundo. Sin percatarse, muchas veces, de que en el día eran presa fácil y que apenas sabiendo donde dormían, podían morir horriblemente a manos de tanto humanos, como cualquier ser al que le caiga hermosamente el calor del sol. Pero ese no era el momento, estaba en sus terrenos, era de noche y ese, probablemente, era su lugar de reposo. Que haría? Como podría escapar? Eran preguntas, de las cuales no tenía ni siquiera una vaga idea de sus respuesta. Ella iba a matarme. No había dudas de aquello. Era una mirada que me decía que prácticamente ya estaba muerto.
-RRGG! Mademoiselle, le pido que os reservéis los comentarios de mala calidad. Tampoco estaba yo buscando un dueño!
Inquirí con desprecio y mis ligeros colmillos lobunos se mostraban a los lados de mi rostro, mis cabellos se erizaban, estaba a punto de tirarme arriba de ella. Sabía que nuestras mordidas también los debilitaban y quizá, con aquello podría al menos llegar a escapar de ese lugar. Pero, sería eso preciso? Donde iría? Ni siquiera terminaba de entender bien donde estaba. Sabía que la ciudad estaba cerca, pero tendría que ir oliéndola para llegar allí y en este estado me era demasiado vergonzoso como para hacerlo, amen de que podrían arrestarme por andar desnudo en las calles.
"Desprecio, tristeza y soledad. Por que duele tanto? Tan profundo en la desesperación de encontrarme conmigo mismo..."
-No os acerquéis mas vampireza. Decidme donde nos encontramos, decidme la salida; vuestros ojos me dicen que deseáis matarme; no dejaré que aquello pase. Expliqué con la misma cortesía de siempre, por alguna razón, aún estando en las situaciones mas peligrosas, mi hermosa y sutil habla, jamás se perdía. Estaría presente, aún, en mi lecho de muerte. Cerrando los ojos fui hacia atrás , buscando con una mano algo para protegerme de aquellos colmillos que me mostraba, aquellos colmillos que me harían mas del daño que yo podía causarle. Pues no solo contenían su esencia de vampiro, sino que me succionarían toda la sangre que ella quisiera. Y pensar que tan hermosa mujer era la que me mataría, jamás lo había imaginado...
Mirando a lado y lado empecé a morder mis labios, sentía los colmillos y la saliva empezaba a caer por las comisuras, cual perro callejero. No había dudas, eramos como perros desagradables. Cuando estábamos convertidos, ninguno podía conservar compostura y aún en la rabia entre razas tampoco controlábamos los instintos. Yo no podía hacer que la saliva deje de caer y lo único que pude hacer por contenerme fue cubrir con uno de mis brazos color oliva mis labios. Pero rápidamente me aventé a un lado, con ambas piernas y manos estiradas; como un ser de cuatro patas y con una rapidez, sobre-humana, pero probablemente incapaz de superar la ajena, fui directo a romper una de las puertas de madera que se encontraban a un lado y una carrera empezó a formarse. Tiraba algunas cosas hacía el lado de la hermosa vampireza de piel casi traslucida y buscaba con desesperación una ventana donde arrojarme. Para así poder saltar hacia los bosques.
"Aún no se como, pero lograré escapar de tus garras, no me matarás, debo hacer demasiadas cosas antes de que ello suceda"
Imara Rákóczi- Cazador Clase Alta
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Re: Entras, mueres. Simple (Libre)
"Yo soy todo, todo es yo."
Podríamos lanzarnos al combate, nuestras armas residían en nuestros cuerpos, nuestro veneno corría por las venas de cada uno. Salpicaría el aire de fulgor y de sangre. Esos fuegos, chasquidos de huesos que sonarían como metal, serían un estruendo de fatal mocedad que despertaría el odio hacia las especies contrarias...
En su respuesta hubo temor aunque me miró de la forma más intimidante que le fue posible. Sin embargo, yo di un paso hacia él con la mirada firme en sus ojos y sin reparar en su descortés desnudéz en territorios ajenos. Intentaba asediarlo y le seguí la mirada cuando observó alrededor para buscar escape. Por lo visto no pensaba atacarme, era joven como creí, eso lo noté cuando a pesar de la situación respondió con cierta cortesia, "Mademoiselle" ¿Era esto una burla o realmente mantenía la educación? Me fue imposible determinar su clase social por la ausencia de sus ropas, pero finalmente eso era lo de menos, era un lycan y eso debía bastarme para acabar con él.
Él intentó buscar algo para su defensa, pero incluso las espadas se romperían frente a mi pétreo cuerpo de edad avanzada. Las armas para matarme, aunque existían, no estaban en mi casa. En su estado sus uñas se mostraban ya aceradas y sus dientes forsejerían conmigo, era probable también que luego los suyos vengaran su cuerpo desmembrado si es que finalmente me determinaba matarlo.
-¿Qué dónde estamos? - Solté una carcajada burlona y corta. -Está en la que podrá ser su tumba, está donde jamás debió poner sus pies.-E incliné el rostro sin dejar de mirarlo, más bien parecía más amenazante.
En algún momento empezó a caer esa baba gruesa propia de los suyos y antes de poder hacer una mueca de desagrado, él se cubrió y salió a correr con energía rompiéndo unas de las puertas de mi casa. Lo pagaría, cubriría ese faltante y su piel sería un tapete a la entrada de la misma, pondría de pasadores sus colmillos y con lo demás vería que hacer. Salí de inmediato tras él y salté sobre su cuerpo, presionando su cuello hacia el suelo y hablándole entre dientes.
-¿Quién te crees para entrar en mi casa y hacer lo que se te la gana?- Presioné con fuerza su rostro hacia la tierra. -Anda, responde!-
¿Que clase de respuesta esperaba? No estoy segura, no sé si prefería que pidiera perdón o que se transformara y me diera pelea, una lucha no vendría mal, pero tal vez resultará respondiendo algo opuesto a lo que yo creía. De por sí que ya me venía sorprendiendo. Llamo infierno a esa sima donde habitan las especies. Inhumanos que llaman a los abismos para así eternizar el ardor de nuestro odio. Estando tan cerca respiré sin escape su fétido olor, era nauseabundo y enmohecido. Respiré la ranciedad de su desolación. Ya no habían medidas para la noche, faltaba mucho para el amanecer y dependiendo de la luna eso le jugaría a favor o en contra. No lo sabía con certeza, aún no había llegado la media noche.
Lara Karstein- Vampiro Clase Alta
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Re: Entras, mueres. Simple (Libre)
"Pero yo no quiero, no me obligues, no quieras que intente golpearte! Déjame! No corras tras de mi! Déjame huir!"
El pensamiento de ser un humano común o no, de ser fuerte o no. Realmente eso tenía importancia? No me interesaba la palea, no me interesaba ser lo que era. Solo me conformaba con vivir. "Vivir un día mas, vivir hasta encontrar la felicidad" Para que viven los hombres? Cual es la última necesidad? La necesidad fundamental? La felicidad! Eso era lo que todos buscábamos. Humanos, vampiros, lycanes, cambiaformas, no importaba, simplemente, todos deseábamos tener una sonrisa en nuestros rostros. Aún sabiendo que no nos la merecíamos.
Y ella seguía! Ella corría detrás de mi, no paraba de querer atacarme. Y tenía que correr, correr y correr. Sus palabras eran de ácido puro y como si ya me quemara no pude responderle, solo mordí mis labios y chasqueé los dientes, o mas bien colmillos, pues de seguir allí me convertiría en mitad hombre mitad lobo, pues solo en las lunas llenas podía ser un lobo por completo; un enorme y hermoso lobo de pelaje suave. Y eso era lo único que tenía de suave. Y en todos los otros momentos, solo podía mostrar mis colmillos, mi piel se podía volver mas áspera y peluda y mis manos se convertían en garras. Dolía, cuando pasaba aquello dolía demasiado; pues las deformaciones comían la piel y al mismo tiempo el cerebro daba vueltas y vueltas y luego costaba recordar gran parte de lo sucedido. Maldita maldición que es como si el espíritu de un lobo endemoniado se hubiese metido en mi cuerpo.
-Ah! Maldición... Ya le he dicho! Aparecí aquí! ARGHG! No es mi intención, no calculo mi fuerza en este estado. Ahh! Dejadme mmrgh! AH!
Y con un zarpazo le pude clavar las uñas en esa mano que me agarraba violentamente. Como había ella llegado hacía mí con tal velocidad? Que tan vieja era? Era increíble, ella era maravillosa, pero no podía dejarme engañar por esa belleza y dureza femenina. Ese tipo de mujeres fuertes que me atraían inconscientemente. Era una vampiresa y quería matarme. Y me mataría. Me dejaría en ocho pedazos si no escapaba de allí con urgencia. Empecé a tirar manotazos a los lados, buscando algún pedazo de madera que clavarle, parecía una rata forcejeando contra un león, pero era la única forma de escapar. Al menos herirla, clavarle los colmillos. Pero como movería mi cabeza?
En un movimiento completamente canino me fui girando, retorciéndome en sus brazos, hasta que con la cabeza algo roja del apretón que quedé mirando a sus ojos, respirando con ganas, sintiéndome mareado. Exhausto.
"Dejadme la muerte de una vez, si no deseáis que me escape. No me torturéis. Es que no tenéis valor humano?" Y pensé "No, no lo tiene, es un vampiro"
-No dejaréis que me va...ya? Si os pido... Disculpas? Le reparare la puerta Mademoiselle... Ah!
Y me moví con fuerzas, buscando tomar una bocanada de aire, necesitaba respirar, maldita sea! Mi baba salía a un lado pues mi lengua estaba algo afuera, jadeando por oxigeno en mi cuerpo. Busqué patearla un poco, girarla al menos. No quería morir allí, aún había mucho para hacer. Y como si mi llamado fuese el llamado de la luna. Mi parte lobuna salio por la mitad, mis garras se afilaron por completo y mis colmillos relucieron con una trompa mal formada. Dí un gruñido enorme, sonoro, que implicó que le echara saliva en el rostro y donde alcanzare. Pataleando aún más me desesperaba por salir de su agarre. Mi cuello era duro, muchísimo mas duro que el de un humano, era casi tan resistente como el de un vampiro de mediana edad. Por esa razón tenía mayor miedo de que me rompa el cuello. Sería doloroso y costoso, tenía miedo.
"Mi cerebro se inunda de desesperación, mi capacidad del habla se vuelve nula. Llévame al fondo de tu fuente y déjame beber como si de tu especie fuese"
pd: perdón por tardar soy una mierda xD
Imara Rákóczi- Cazador Clase Alta
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Re: Entras, mueres. Simple (Libre)
"La muerte es misericordiosa, ya que de ella no hay retorno; pero para aquel que regresa de las cámaras más profundas de la noche, extraviado y consciente, no vuelve a haber paz."
Desdichado aquel a quien los recuerdos de antaño no traen sino miedo y tristeza. Mísero del que vuelve la vista para reencontrar horas solitarias en grandes y tétricas estancias donde su humanidad rememora espantadas esperas... Tal es lo que los dioses nos otorgaron... a él, el turbado, el decepcionado, el yermo, el quebrantado. A mí, la frívola, también decepcionada buscando venganza, la soberbia, la dominante. Y no obstante me siento extrañamente contenta y me aferro con desesperación a esos marchitos recuerdos cuando mi mente amenaza por momentos con llegar más allá, al otro, a mi víctima. Aquellos recuerdos se avivan como las llamas y recuerdo que abajo de mí tengo a uno de esos a los que deseo matar. Hago oídos sordos a sus súplicas y me concentro en mi razón de odiarlos.
Sin embargo, sus súplicas se sentían reales, creí sentir su confusión y desespero por no reaccionar tal vez como quería, por no poder escapar con sólo lastimar mis manos con sus enormes garras. Este hecho me produjo ira, su confusión hacía que suplicara y atacara simultáneamente y esto no era para nada convincente. Me miraba confuso y al tiempo iracundo mientras su cuerpo se debatía bajo el mio en una pelea con el suyo propio. ¿Cuánto tiempo más duraría aquello? su dolor se potenciaba por mi presión en su cuerpo y por la tardía transformación que se operaba en él. Agité mi mano lastimada y luego presioné de nuevo su cuerpo mientras me sanaba, no me importaba el dolor, no pensaba darle espacio ni oportunidad alguna de escape. Pensé mientras tanto como es que iba a matarlo, pero se me ocurrió algo mejor cuando él se ofreció a enmendar su daño. Le permitiría pagarlo, sí, pero a mi modo. Con rapidez e intentando ignorar lo que llevaba de transformación, le dí la vuelta a su cuerpo y sostuve sus manos con las mías haciéndo mayor presión sobre las muñecas, intentaba inmovilizarlo como me fuera posible y mantenía sus colmillos lejos de mi piel, sobre todo la de mi rostro. Ahora, tras el movimiento que hice, estaba sobre él con evidente resolución. Lo miré y le dejé ver mis colmillos en una socarrona sonísa..
-Shhh, calma joven intruso, vas a enmendar lo que has hecho, descuida-
Mis palabras no podían contener mayor cinismo, y a pesar del riesgo evidente me gustaba la situación. Incliné mi torso sobre él y recorrí un cuarto de su cuello aún visiblemente humano con mi fría lengua ¿Que provocaría esto en él? tenía dos opciones: Que se diera reversa a su transformación y accediera fácilmente, o, que se transformara más pronto airado y que tuviera que obligarlo a ser mi prisionero. Sea como fuere iba a subyugarlo, quería tenerlo bajo mi dominio y disfrutar en primera fila sus transformaciones para luna llena con todo lo que ello implicaba. No sería mala idea, esclavizar lycans, sería mucho mejor que matarlos. Experimentar a costa de lo que sea sus debilidades sería un bonus extra a mi venganza y un aliciente de diversión para mis años de existencia, tenerlos cerca podría empezar a fascinarme, pero más que nada, sería una especie de señuelo para atraer a los otros. Interesante. Retomé mi postura sin soltar sus manos y esperé con ansias a ver la transformación, sea cual fuere que se diera en él, para tomar así mis medidas y llevar a cabo mis movimientos certeros. Le presioné un poco más las muñecas sin lastimarlo, pero dejándole lo suficientemente claro que podría quebrarle los huesos si acaso él no era tan agil como para noquearme a tiempo. Le miré con una curiosa soberbia y la ansiedad aceleró mi anhelo de ver correr con rapidez el reloj para saber los resultados de mi experimental jugada. Tic tac tic tac, mi mente pareció hacer más lentos los segundos.
Off: Creo que yo tardé más, lo siento.
Desdichado aquel a quien los recuerdos de antaño no traen sino miedo y tristeza. Mísero del que vuelve la vista para reencontrar horas solitarias en grandes y tétricas estancias donde su humanidad rememora espantadas esperas... Tal es lo que los dioses nos otorgaron... a él, el turbado, el decepcionado, el yermo, el quebrantado. A mí, la frívola, también decepcionada buscando venganza, la soberbia, la dominante. Y no obstante me siento extrañamente contenta y me aferro con desesperación a esos marchitos recuerdos cuando mi mente amenaza por momentos con llegar más allá, al otro, a mi víctima. Aquellos recuerdos se avivan como las llamas y recuerdo que abajo de mí tengo a uno de esos a los que deseo matar. Hago oídos sordos a sus súplicas y me concentro en mi razón de odiarlos.
Sin embargo, sus súplicas se sentían reales, creí sentir su confusión y desespero por no reaccionar tal vez como quería, por no poder escapar con sólo lastimar mis manos con sus enormes garras. Este hecho me produjo ira, su confusión hacía que suplicara y atacara simultáneamente y esto no era para nada convincente. Me miraba confuso y al tiempo iracundo mientras su cuerpo se debatía bajo el mio en una pelea con el suyo propio. ¿Cuánto tiempo más duraría aquello? su dolor se potenciaba por mi presión en su cuerpo y por la tardía transformación que se operaba en él. Agité mi mano lastimada y luego presioné de nuevo su cuerpo mientras me sanaba, no me importaba el dolor, no pensaba darle espacio ni oportunidad alguna de escape. Pensé mientras tanto como es que iba a matarlo, pero se me ocurrió algo mejor cuando él se ofreció a enmendar su daño. Le permitiría pagarlo, sí, pero a mi modo. Con rapidez e intentando ignorar lo que llevaba de transformación, le dí la vuelta a su cuerpo y sostuve sus manos con las mías haciéndo mayor presión sobre las muñecas, intentaba inmovilizarlo como me fuera posible y mantenía sus colmillos lejos de mi piel, sobre todo la de mi rostro. Ahora, tras el movimiento que hice, estaba sobre él con evidente resolución. Lo miré y le dejé ver mis colmillos en una socarrona sonísa..
-Shhh, calma joven intruso, vas a enmendar lo que has hecho, descuida-
Mis palabras no podían contener mayor cinismo, y a pesar del riesgo evidente me gustaba la situación. Incliné mi torso sobre él y recorrí un cuarto de su cuello aún visiblemente humano con mi fría lengua ¿Que provocaría esto en él? tenía dos opciones: Que se diera reversa a su transformación y accediera fácilmente, o, que se transformara más pronto airado y que tuviera que obligarlo a ser mi prisionero. Sea como fuere iba a subyugarlo, quería tenerlo bajo mi dominio y disfrutar en primera fila sus transformaciones para luna llena con todo lo que ello implicaba. No sería mala idea, esclavizar lycans, sería mucho mejor que matarlos. Experimentar a costa de lo que sea sus debilidades sería un bonus extra a mi venganza y un aliciente de diversión para mis años de existencia, tenerlos cerca podría empezar a fascinarme, pero más que nada, sería una especie de señuelo para atraer a los otros. Interesante. Retomé mi postura sin soltar sus manos y esperé con ansias a ver la transformación, sea cual fuere que se diera en él, para tomar así mis medidas y llevar a cabo mis movimientos certeros. Le presioné un poco más las muñecas sin lastimarlo, pero dejándole lo suficientemente claro que podría quebrarle los huesos si acaso él no era tan agil como para noquearme a tiempo. Le miré con una curiosa soberbia y la ansiedad aceleró mi anhelo de ver correr con rapidez el reloj para saber los resultados de mi experimental jugada. Tic tac tic tac, mi mente pareció hacer más lentos los segundos.
Off: Creo que yo tardé más, lo siento.
Lara Karstein- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/10/2012
Edad : 1212
Localización : Milán, Italia
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Re: Entras, mueres. Simple (Libre)
"Tu odio es tan grande que no logro entenderlo. Es como odiar a una piedra por que cayó en tu zapato. Por ello odiarás a todas las piedras?"
Una fuerza increíble era la que me apresaba. Como si tuviese mil kilos arriba, simplemente contraatacaba, no le importaba que la dañe, no me dejaba ni un momento para escapar. No entendía como alguien podía tener tanta fuerza, era una vampiresa, eso lo sabía. Pero que tantos años tenía para poder ser tan fuerte? Al fin y al cabo era una mujer y debería tener menos fuerza que un hombre de su edad. Entonces, era tan vieja que hacía mas que triplicar mi edad? Pues simplemente no entendía, tampoco sabía demasiado de vampiros como para poder darme alguna idea. Un jadeo salió de mis labios y al mismo tiempo un grito de dolor, me sujetaba como si no hubiese un mañana, mis dedos se quebraban sobre el piso y directamente mis, ahora, garras, no tenían percepción alguna del dolor. Solo era una picazón, tan fuerte, que me provocaba retorcerme en sus brazos.
-Y de que forma será... Perderé la conciencia en breves; ah! Mmmrg! RAGH!
Daba un alarido en lo que mi hocico se deformaba y a medida que iba respirando mas calladamente, el pelaje color dorado y amarronado empezaba a salir. Mis ojos se volvían color dorado, un miel brillante. Estaba a medio transformar, en lo que ella iba deleitándose extrañamente con mi piel. Pero ya no entendía, iba perdiendo el sentido. Mi cuerpo se volvía mas grande, mis encías chorreaban sangre y mi piel iba cambiando, las uñas se salían y las garras entraban al ataque. Sangre por todos lados era lo que se podía apreciar de mi figura. Con mi mirada perdida y al no poder salir, empecé a gruñirle, tanto que sus cabellos quedaron empapados en babas y como si fuese viento lo que dejaba salir, también se desparramaban un poco. Era un lobo feroz, enojado y un tanto miedoso por tener a un brutalmente enemigo sobre él. Pero no me importaba, no estaba consciente para distinguir quien era ella, solo quería, en su defecto. Comerla.
"Mi cuerpo duele, la transformación esta hecha, mi mente se ha ido y todo lo que queda de ella es perdición y una sensación animal resquebrada"
Mis colmillos resplandecían en la luna y gruñía aún mas, pegando una patada con toda la musculatura de mi cuerpo. Una patada que probablemente, le quebraría algo. Mi hermoso pelaje estaba brilloso y nuevo, húmedo por haber salido recién. Tenía las fuerzas tan nuevas que mis movimientos hacían mas que triplicar los que tenía como un humano. Daba zarpasos con las patas. La arañaba en lo que intentaba morderle. Mi hocico una y otra vez se abría y cerraba. Me movía frenéticamente. Hasta que en un momento de "lucidez" miré hacía la luna y di un largo y gran aullido, llamando a los lobos de la noche. A los animales a todos los que me pudiesen escuchar. Retorciéndome aullaba y aullaba. No veía otra forma de escapar y a pesar de no estar consciente de quien era ella. Tenía los instintos suficientes para saber que estaba en peligro.
Imara Rákóczi- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 122
Fecha de inscripción : 22/12/2012
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Re: Entras, mueres. Simple (Libre)
"El odio alimenta a mi alma, y por ahora no necesito nada más."
Su respiración agitada me hacía sentir sed, pero no sed para beber su sangre, sino de verle morir, quería verlo agonizando mientras suplicaba. La muerte lucía encantadora en cuerpos ajenos al mío, era un espectáculo que amaba si odiaba a la víctima. Sé bien que el licántropo frente a mí puede ser inocente de cualquier confabulación contra vampiros o algo similar, pero eso me tiene sin cuidado. Yo me encargo de disfrutar, no de investigar. Me deleito con la venganza, no con la misericordia. Tomo la justicia como se me da la gana, tal como hicieron con los míos.
-Pierde la conciencia, pierde el juicio, que luego me encargaré de que pierdas más que tus garras.- Emití una risa fría que pareció retumbar en medio de la soledad aparente del bosque. Ahora eramos sólo él y yo, con la luna como cómplice y como testigo.
Su transformación concluía frente a mis ojos, sus gruñidos eran de dolor por un momento pero luego fue la rabia del lobo la que salía de sus fauces. Su asquerosa saliva cayó sobre mí y eso me irritó sobre manera. El olor era más que nauceabundo, ya no quería tenerlo cerca, ya sólo me interesaba que fuera la sangre la que saliera de su boca, de todo su cuerpo luego de haberlo reventado internamente a causa de los golpes. Yo no necesitaba transformaciones, mi carácter era lo único que iba cambiando y eso me enceguecía de tal forma que lograría acabarlo a pesar que costara cualquier cosa.
Mis pensamientos me distrajeron por un instante y aquél licántropo bajo mi cuerpo me propino un buen golpe, una patada que me movilizó un par de metros lejos de él. Tiempo que aprovecho para incorporarse a la vez que mi cuerpo chocaba de espaldas con un árbol cercano en un golpe seco. Me incorporé con rapidez y le miré a los ojos. No sabía si él recordaba algo de lo hecho o no, pero esperé que comprendiera que iba a matarlo. Ambos nos movimos con rapidez, su cuerpo era más grande que el mío pero no por eso más fuerte. Intenté inmovilizarlo para medir su fuerza y sus garras encontraron mis ropas y mi piel en sus intentos. No era tan débil como supuse, por alguna razón tenía más fuerza de la que tuvieron otros licántropos jovenes a los que me enfrenté antes. Su enorme mandíbula se acercaba con desespero a mí como intentando decapitarme de una sola mordida. Me moví y utilicé mi fuerza para hacerlo caer, forsejeaba por ello mientras cuidaba mi cabeza. Lo mantendría lejos de los árboles, ya sabía que lo usaban como impulso y no iba a permitirselo.
Por unos segundos su fuerza cambio y lanzó aquél aullido que podría significar que más de los suyos vendrían. Necesitaba callarlo pronto, a pesar de mi fuerza no era tan estúpida como para arriesgarme por nada. Fue entonces cuando le propiné tal golpe que hubiera volado la mandíbula de un humano cualquiera.
-Cállate, cobarde perro salvaje- Le dije en un tono que pareció más bien cínico que iracundo. -Vamos, dame pelea, levántate y lucha por tu vida.- Le dije retándolo a continuar, a levantarse luego del golpe y proseguir hasta cansarse, hasta que alguien muriera.
Lara Karstein- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/10/2012
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Re: Entras, mueres. Simple (Libre)
Un disparo perturbó el caldeado ambiente, y una sombra apareció de entre las tinieblas, un hombre, con un uniforme que representaba un honorable pasado, ya ensombrecido y destrozado. El ser mostraba un aspecto descuidado y su barba ya asomaba entre sus carrillos y su mentón. La pistola con la que había disparado al aire mismo, estaba en buenas condiciones, como si de una tradición se tratase el cuidarla.
No había nada mejor que una buena pelea, y menos entre aquellos asquerosos seres...pero...había algo...ella.
-Maldita sea, ¿vengo desde el mismísimo culo del mundo y te encuentro a ti?-señaló con el cañón, ya descargado, a la chica. Qué recuerdos tenía de aquella extraña conversación en el patio de su mansión. ¿Qué habrá sido de su mansión? ¿Y la chica seguiría tan perturbadora como siempre? Aunque ahora no había tiempo para una conversación interesante, eso pintaba mal, pero Lecrerc lo sabía, aunque no lo mostrara en su descuidado aspecto y su tranquila forma de estar.
Avanzó hacia los dos sujetos, manteniéndose a una distancia prudencial, e hizo una reverencia.
-A vuestro servicio y el de vuestras familias...Colmillitos ya sabe quién soy.Pero..¿y tú? Tienes una cara muy seria.
No había nada mejor que una buena pelea, y menos entre aquellos asquerosos seres...pero...había algo...ella.
-Maldita sea, ¿vengo desde el mismísimo culo del mundo y te encuentro a ti?-señaló con el cañón, ya descargado, a la chica. Qué recuerdos tenía de aquella extraña conversación en el patio de su mansión. ¿Qué habrá sido de su mansión? ¿Y la chica seguiría tan perturbadora como siempre? Aunque ahora no había tiempo para una conversación interesante, eso pintaba mal, pero Lecrerc lo sabía, aunque no lo mostrara en su descuidado aspecto y su tranquila forma de estar.
Avanzó hacia los dos sujetos, manteniéndose a una distancia prudencial, e hizo una reverencia.
-A vuestro servicio y el de vuestras familias...Colmillitos ya sabe quién soy.Pero..¿y tú? Tienes una cara muy seria.
Teniente Lecrerc- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/10/2012
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