AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Simple y Sencillo / Libre
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Simple y Sencillo / Libre
Y el cielo se puso de color rojo intenso cuando la muerte fue el final, Laura murió en manos de aquellos hombres que querían quitarle su corazón para obtener un mundo mejor. Todo se nublo por completo las nubes anaranjadas comenzaron a llorar y la lluvia se intensificó cuando el cuerpo de Laura cayó en el manto de césped tiñendo todo de un color rojo carmín… – mi voz sonó como si de una muerte real se tratara, ahí estaba yo concluyendo con mi historia para los niños, bueno ellos no eran tan pequeños sino más bien de mi edad, era primera vez que les contaba a ellos historias, ya que mi historias siempre eran para los infantes (de 5 a 10 años) – El viento comenzó a correr trayendo consigo los aromas de las violetas que tanto le gustaban a la niña que al ser cubierta por ese aroma su cuerpo se levantó y estirando los brazos a la lluvia y el viento hicieron que se desvaneciera por completo… y en ese momento del suelo brotó un rosal color rojizo con tintes violetas, ahí el rey mandó hacer un altar en honor a su hija, la del buen corazón.– los aplausos se intensificaron, mis cuentos no tenían mucho sentido pero me craneaba la cabeza para que sonaran a veces terroríficos, dulces, tristes, alegres, en fin ningún cuento lo repetía dos veces porque eran historias que se me ocurrían en esos momentos, pensé un instante mientras acudía con Jeanne, - ¿Es necesario que tengan sentido? – le pregunté a lo que ella me dio una larga charla por sobre como contar las historias, pero la mayoría de las cosas ya las sabia.
Fui hasta donde los niños esperando que me hubieran dejado algo de comer a lo que me encontré con el plato lleno de migajas, suspire y sin reclamar las junte guardandolas en mis bolsillos, ya era hora de irme al refugio y de ahí al mercado para vender algunas cajitas musicales que me había robado, necesitaba dinero así que sacrificaría tres de mis cajas de música. Salí de la corte de los milagros con la frente en alto intentando pensar en mi próxima historia, quizás iría a la biblioteca a ver algún libro, eso si es que me dejaban entrar a ese lugar. Suspire y seguí mi camino por los callejones de la ciudad, me los conocía mejor que a mí mismo rostro, sabia en qué lugar estaba aunque fuera con los ojos cerrados.
Doble en una esquina y unas damas bien vestidas me pasaron a llevar – ¡Hey! Tengan más cuidado- les dije y seguí mi camino balbuceando – Todo porque tienen esos trajes, esos vestidos… hay sí, si se ven tan bellas – comencé a burlarme de ellas mientras yo caminaba con dirección sur, recogí mi cabello en una coleta mirando mi reflejo en un ventanal inmenso, me detuve por completo y logre verme, mi cabellera tomada, hacia que mi rostro se viera fino, sin maquillaje, sin nada, mis ropajes el de cualquier niño, unos pantaloncillos que no eran de mi talla y estaban afirmados con un cordel de zapatos, arriba una camisa amarillenta antes era blanca, que le había hecho unas costuras para que se ajustara a mi delgada figura, mis zapatos uno de un tipo y el otro totalmente diferente. Me quedé ahí mirando, pensando en lo que era, en lo que veían los demás, sentí una angustia tremenda… y solté mi cabellera, escuche unas risas del otro lado y note que detrás del cristal había unas damas del buen vivir riéndose de mí, les saque la lengua y les hice unas vulgaridades y continúe mi camino, pensando. Necesitaba ir donde los niños al orfanato ahí me sentía segura… Sin más comencé a caminar, con la mirada en el suelo ya en ese momento no me importaba nada. Los vestidos no se hicieron para que una niña como yo los ocupara, pensaba mientras metía en mi cabeza la idea que a final de cuentas lo que importaba no eran las apariencias sino lo que uno era como persona ¿Cómo era yo? Deje que mis hombros parecieran abatidos, realmente tenía de los dos polos… una ladrona, trabajadora, encantadora, cuentacuentos, vendedora de manzanas no era lo mejor del mundo pero… eso era yo… no necesitaba de vestidos ni cosas caras… me conformaba con lo simple y sencillo, repetí lo último varias veces – Simple y sencillo , no necesito de esos vestidos para que… no los necesito… mi ropa es cómoda y cómoda – tome aire contuve la respiración unos segundos y seguí caminando…
Fui hasta donde los niños esperando que me hubieran dejado algo de comer a lo que me encontré con el plato lleno de migajas, suspire y sin reclamar las junte guardandolas en mis bolsillos, ya era hora de irme al refugio y de ahí al mercado para vender algunas cajitas musicales que me había robado, necesitaba dinero así que sacrificaría tres de mis cajas de música. Salí de la corte de los milagros con la frente en alto intentando pensar en mi próxima historia, quizás iría a la biblioteca a ver algún libro, eso si es que me dejaban entrar a ese lugar. Suspire y seguí mi camino por los callejones de la ciudad, me los conocía mejor que a mí mismo rostro, sabia en qué lugar estaba aunque fuera con los ojos cerrados.
Doble en una esquina y unas damas bien vestidas me pasaron a llevar – ¡Hey! Tengan más cuidado- les dije y seguí mi camino balbuceando – Todo porque tienen esos trajes, esos vestidos… hay sí, si se ven tan bellas – comencé a burlarme de ellas mientras yo caminaba con dirección sur, recogí mi cabello en una coleta mirando mi reflejo en un ventanal inmenso, me detuve por completo y logre verme, mi cabellera tomada, hacia que mi rostro se viera fino, sin maquillaje, sin nada, mis ropajes el de cualquier niño, unos pantaloncillos que no eran de mi talla y estaban afirmados con un cordel de zapatos, arriba una camisa amarillenta antes era blanca, que le había hecho unas costuras para que se ajustara a mi delgada figura, mis zapatos uno de un tipo y el otro totalmente diferente. Me quedé ahí mirando, pensando en lo que era, en lo que veían los demás, sentí una angustia tremenda… y solté mi cabellera, escuche unas risas del otro lado y note que detrás del cristal había unas damas del buen vivir riéndose de mí, les saque la lengua y les hice unas vulgaridades y continúe mi camino, pensando. Necesitaba ir donde los niños al orfanato ahí me sentía segura… Sin más comencé a caminar, con la mirada en el suelo ya en ese momento no me importaba nada. Los vestidos no se hicieron para que una niña como yo los ocupara, pensaba mientras metía en mi cabeza la idea que a final de cuentas lo que importaba no eran las apariencias sino lo que uno era como persona ¿Cómo era yo? Deje que mis hombros parecieran abatidos, realmente tenía de los dos polos… una ladrona, trabajadora, encantadora, cuentacuentos, vendedora de manzanas no era lo mejor del mundo pero… eso era yo… no necesitaba de vestidos ni cosas caras… me conformaba con lo simple y sencillo, repetí lo último varias veces – Simple y sencillo , no necesito de esos vestidos para que… no los necesito… mi ropa es cómoda y cómoda – tome aire contuve la respiración unos segundos y seguí caminando…
Amy Defoe- Humano Clase Baja
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Re: Simple y Sencillo / Libre
Su aparición fue demasiado repentina, o al menos eso entendió al ver como la joven de los pantaloncillos se quedaba sin saber como responder ante sus palabras. Quizás llegar de una manera tan abrupta no era lo mejor, pero en la situación de Fagan era simplemente lo único que podía hacer, pues por nada del mundo pensaba llegar hasta sus zonas prohibidas, aquellas zonas que alguna vez recorriera con Saskia. La joven cuentacuentos sin embargo, encontró la manera de volver en si misma y ser capaz de articular frases completas, lo que quitó un peso de encima al lobo.
– Es así… – suspiró al escuchar que aquel día no era día de cuentos. Que bien que le hubiera sentado al licántropo distraer su mente escuchando a aquella muchacha pero no había nada que se pudiera hacer y menos cuando ella aseguraba que su ronda de cuentos llegó a su fin por la mañana. Si tan solo la hubiera encontrado antes. – Es una lastima entonces, me he perdido de escucharte por hoy así que, tendrá que ser otro día – y lo sería, porque él no pensaba darse por vencido. Rondaría por las mañanas aquellos lugares donde ella pudiera estar, no iba a quedarse con las ganas de escuchar un cuento, por más ridículo que fuera que un adulto quisiera oír cuentos para niños.
Dispuesto entonces a volver sobre sus pasos y encontrar alguna otra distracción, la voz de la joven le hizo detenerse pero antes de que fuera capaz de responderle, ella ya se encaminaba en dirección a la pastelería. La manera de actuar de la muchacha era bastante peculiar, pues después de ofrecerse a contarle un cuento terminaba por alejarse, aún así, como Fagan no fue capaz de responder al ofrecimiento, la siguió. Al entrar tras de ella a la pastelería, el licántropo se percato de la presencia de las mujeres que antes se hubieran burlado de la ropa de la cuentacuentos. Las damas, si es que podía llamárseles así, comenzaron a hacer comentarios desagradables nuevamente y si bien al lobo no le agradaba meterse en asuntos ajenos, tampoco le gustaba la actitud de aquellas mujeres. Estaba por defender a la joven cuando la voz de ella hizo alusión a lo que Fagan antes le dijera. Una risita se le escapo cuando sin recaer en su presencia, la muchacha salió de la pastelería con la cabeza en alto, dejando al grupo de mujeres sin saber que responder y sumamente avergonzadas al ver como es que la niña-niño como la llamarán antes, las dejaba humilladas frente a él y al pastelero. Con educación, el licántropo dejó la pastelería, encontrándose con la mirada de la jovencita que rápidamente se alejó de la suya.
Se encogió de hombros ante la pregunta.
– Me dijiste que podías contarme un cuento si quería, por eso es que te seguí – Amy, así se presentaba la cuentacuentos – Fagan y es un gusto conocerte Amy – lanzó una mirada al interior de la pastelería, desde donde el grupo de mujeres les observaba con curiosidad, como si fuera realmente extraño que ellos estuvieran juntos y hablando – pero más gusto me ha dado ver como pusiste en su lugar a ese grupo de engreídas – dijo sin despegar la mirada de la pastelería hasta que las mujeres dejaron de mirarlos, solo entonces volvió sus ojos a la muchacha – ¿Te gustaría que camináramos a otro sitio? – no quería tener que estar lidiando con las miradas curiosas y mucho menos que Amy escuchara más comentarios despectivos por parte de seres humanos tan repulsivos.
– Es así… – suspiró al escuchar que aquel día no era día de cuentos. Que bien que le hubiera sentado al licántropo distraer su mente escuchando a aquella muchacha pero no había nada que se pudiera hacer y menos cuando ella aseguraba que su ronda de cuentos llegó a su fin por la mañana. Si tan solo la hubiera encontrado antes. – Es una lastima entonces, me he perdido de escucharte por hoy así que, tendrá que ser otro día – y lo sería, porque él no pensaba darse por vencido. Rondaría por las mañanas aquellos lugares donde ella pudiera estar, no iba a quedarse con las ganas de escuchar un cuento, por más ridículo que fuera que un adulto quisiera oír cuentos para niños.
Dispuesto entonces a volver sobre sus pasos y encontrar alguna otra distracción, la voz de la joven le hizo detenerse pero antes de que fuera capaz de responderle, ella ya se encaminaba en dirección a la pastelería. La manera de actuar de la muchacha era bastante peculiar, pues después de ofrecerse a contarle un cuento terminaba por alejarse, aún así, como Fagan no fue capaz de responder al ofrecimiento, la siguió. Al entrar tras de ella a la pastelería, el licántropo se percato de la presencia de las mujeres que antes se hubieran burlado de la ropa de la cuentacuentos. Las damas, si es que podía llamárseles así, comenzaron a hacer comentarios desagradables nuevamente y si bien al lobo no le agradaba meterse en asuntos ajenos, tampoco le gustaba la actitud de aquellas mujeres. Estaba por defender a la joven cuando la voz de ella hizo alusión a lo que Fagan antes le dijera. Una risita se le escapo cuando sin recaer en su presencia, la muchacha salió de la pastelería con la cabeza en alto, dejando al grupo de mujeres sin saber que responder y sumamente avergonzadas al ver como es que la niña-niño como la llamarán antes, las dejaba humilladas frente a él y al pastelero. Con educación, el licántropo dejó la pastelería, encontrándose con la mirada de la jovencita que rápidamente se alejó de la suya.
Se encogió de hombros ante la pregunta.
– Me dijiste que podías contarme un cuento si quería, por eso es que te seguí – Amy, así se presentaba la cuentacuentos – Fagan y es un gusto conocerte Amy – lanzó una mirada al interior de la pastelería, desde donde el grupo de mujeres les observaba con curiosidad, como si fuera realmente extraño que ellos estuvieran juntos y hablando – pero más gusto me ha dado ver como pusiste en su lugar a ese grupo de engreídas – dijo sin despegar la mirada de la pastelería hasta que las mujeres dejaron de mirarlos, solo entonces volvió sus ojos a la muchacha – ¿Te gustaría que camináramos a otro sitio? – no quería tener que estar lidiando con las miradas curiosas y mucho menos que Amy escuchara más comentarios despectivos por parte de seres humanos tan repulsivos.
Fagan Walsh- Licántropo Clase Alta
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Re: Simple y Sencillo / Libre
Victoriosa ante mi actuación la sonrisa en mi rostro no me la quitaría nadie, pero el crédito no era solo mío, sino más bien de aquel joven pues solo había replicado sus palabras en defensa propias, yo tal vez le hubiera dicho alguna barbaridad y con eso me hubiera ganado no se quizás una noche en el calabozo o quién sabe. En ningún momento le sostuve la mirada al joven, no me gustaba que me miraran a los ojos mucho menos cuando estábamos en plena calle, además me gustaba no llamar la atención de las personas acomodadas, ya que así era más fácil robarles sin que se dieran cuenta. – Fagan que nombre más extraño – dije mientras asentía con la cabeza y nos pusimos a caminar en dirección contraria a la que venía anteriormente. – Te contaré una historia solo si respondes unas preguntas – entrecerró los ojos mientras hacía que mi cabeza formulara las preguntas de buena manera, digamos que era mi método de defensa ante Violadores - ¿Por qué un hombre con clase quiere escuchar historias de una niña? ¿Qué gano yo en contarte un cuento? – en realidad la última pregunta era la que menos me importaba, por el contrario la primera era la que me interesaba, mis cuentos eran dirigidos a niños a los cuales les permitía soñar e imaginar cuentos de fantasía, nada real… mi idea era simplemente sacarlos del diario vivir y mostrarles que no todo es como tiene que ser…
Hice una pausa entre la última pregunta para hacer otra - ¿No te molesta que te acompañe? - a muchos de la clase alta no les gustaba que la gente como yo les anduviera rondando, ya sea porque eso le podría bajar el perfil o porque podrían sufrir el robo de alguna de sus especies, al final todo era un puro egoísmo, seguí caminando mientras esperaba las respuestas - ¿Sabes que mis cuentos carecen de sentido? Cierto – tenía que asegurarme que el anteriormente me hubiera escuchado porque de lo contrario quedaría como una tonta frente a él. - ¿Me has dejado algún franco alguna de las veces que has oído mis cuentos? – esta pregunta era de esas con pillerías, porque me daba lo mismo el hecho de los francos, porque no lo hacía con ese fin, sino con el fin de entretener a los pequeños…
Doblamos por varias esquinas mientras le escuchaba ante las respuestas que me daba, llegamos a una especie de plaza, no era la principal esta estaba más arruinada y se notaba que poco la cuidaban, en una de las bancas tome asiento mientras imaginaba que historia podría contarle al joven, normalmente siempre contaba algo que me había pasado mezclado con la fantasía que pudiera salir de mi cabeza, en realidad era más difícil pensar en que contar que solo abrir la boca y dejar que las palabras fluyeran como siempre lo hacían, pero yo sabía porque lo hacía, el no quedar como una tonta era una de esas posibilidades, tenía que ser algo no muy elaborado ya que lo mejor de todo era lo simple y lo sencillo – ¿Preparado para un cuento? - dije al fin mientras me levantaba de un salto de la banca y girando en mis talones intentaba ponerme seria- Había una vez…
Hice una pausa entre la última pregunta para hacer otra - ¿No te molesta que te acompañe? - a muchos de la clase alta no les gustaba que la gente como yo les anduviera rondando, ya sea porque eso le podría bajar el perfil o porque podrían sufrir el robo de alguna de sus especies, al final todo era un puro egoísmo, seguí caminando mientras esperaba las respuestas - ¿Sabes que mis cuentos carecen de sentido? Cierto – tenía que asegurarme que el anteriormente me hubiera escuchado porque de lo contrario quedaría como una tonta frente a él. - ¿Me has dejado algún franco alguna de las veces que has oído mis cuentos? – esta pregunta era de esas con pillerías, porque me daba lo mismo el hecho de los francos, porque no lo hacía con ese fin, sino con el fin de entretener a los pequeños…
Doblamos por varias esquinas mientras le escuchaba ante las respuestas que me daba, llegamos a una especie de plaza, no era la principal esta estaba más arruinada y se notaba que poco la cuidaban, en una de las bancas tome asiento mientras imaginaba que historia podría contarle al joven, normalmente siempre contaba algo que me había pasado mezclado con la fantasía que pudiera salir de mi cabeza, en realidad era más difícil pensar en que contar que solo abrir la boca y dejar que las palabras fluyeran como siempre lo hacían, pero yo sabía porque lo hacía, el no quedar como una tonta era una de esas posibilidades, tenía que ser algo no muy elaborado ya que lo mejor de todo era lo simple y lo sencillo – ¿Preparado para un cuento? - dije al fin mientras me levantaba de un salto de la banca y girando en mis talones intentaba ponerme seria- Había una vez…
Amy Defoe- Humano Clase Baja
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Re: Simple y Sencillo / Libre
Enarco la ceja y una sonrisa se asomo a sus labios, una que la muchacha aquella no podía ver al estar evadiendo lo más posible el mirarlo.
- Si, mi nombre no es muy común – observo nuevamente dentro de la pastelería al grupo de mujeres que ya ni siquiera se atrevían a girarse para contemplarlos – Creo que a mi madre le agradaba saber que tenía un hijo único en todos los sentidos – mencionó ponerle atención real a sus palabras. Un nombre era simplemente la manera de diferenciar a las personas y nada más que eso, una manera de poder presentarte a los otros y si bien esa manera de pensar le dejaba la opción de mentir sobre su nombre, la realidad es que a Fagan le gustaba el suyo.
Aceptada su propuesta de caminar lejos de donde se encontraban, ambos se encaminaron, no sin que antes la joven de nombre Amy pusiera ciertos términos para contarle al lobo un cuento. El licántropo no creyó que existiera la necesidad de asegurar a la muchacha que respondería sus preguntas, después de todo, de no haber pensado en hacerlo no se hubiese molestado en continuar avanzando a su lado. Las preguntas salían una tras otra y Fagan debió prestar mucha atención a cada una de ellas ya que deseaba responderlas apropiadamente. Ciertas preguntas hechas por Amy le hicieron pensar bastante mientras que otras, simplemente le hicieron reírse por lo bajo; y no fue sino hasta que el silencio se hizo entre ambos que el lobo supo que su momento de responder había llegado.
- La clase a la que pertenezco poco tiene que ver cuando se trata de cuentos, después de todo sé que te escuchan personas de todas las clases sociales, las he visto. Niños pobres y ricos sentados a tu alrededor escuchándote, al igual que sus padres o los cuidadores – sonrió – Desconozco los motivos de todas esas personas pero en mi caso, quiero escuchar tus historias porque son entretenidas y eres buena contándolas – hizo una pausa entonces antes de responder a la siguiente interrogante que Amy había hecho – Con respecto a lo que ganarías, puedo darte cualquier cosa que quieras además de mi sincera gratitud – y en lo último hablaba muy en serio pues la compañía de la muchacha desviaba sus pensamientos de las zonas prohibidas y del dolor que le significaba estar en París sin Saskia a su lado.
Enarcó la ceja desconcertado juntos antes de soltar una carcajada.
- Si me molestaras, ¿Crees que te hubiera seguido? – negó con firmeza – Apreció más tu compañía que la de personas tan desagradables como las mujeres de la pastelería – hizo una mueca – ni siquiera sé como pueden soportarse ellas mismas – carraspeó después de hacer aquel comentario que de cierta manera estaba un poco fuera de lugar – pero bueno, volviendo a tus preguntas. Sé muy bien que tus cuentos son diferentes aunque no creo que carezcan de sentido, al menos no del todo – sonrió entonces pensando en su respuesta a la última pregunta – Lo he hecho. He dejado francos para ti porque verdaderamente los mereces y mira que no digo eso de cualquier cuenta cuentos.
Los pasos de ambos les llevaron hasta calles más humildes, más solitarias pero sobre todo más abandonadas. Muchas personas de la clase alta huían de aquella clase de sitios pues temían ser robados en el instante menos esperado, sin embargo para Fagan era como andar en sus territorios. Como licántropo aprendió que para no llamar demasiado la atención lo mejor era usar rutas alternas y solitarias, sitios inesperados y potencialmente peligrosos, precisamente porque pocas personas los transitaban viviéndolos de manera irónica en zonas seguras para sobre naturales. Cuando una nueva plaza apareció ante ellos y Amy tomó asiento en una maltrecha banca, Fagan se sentó a su lado, manteniéndose en silencio en lo que esperaba saber si sus respuestas habían sido convincentes para la muchacha.
- Completamente preparado – aseguró en el instante que su acompañante se levantaba de un salto y se ponía frente él. Los ojos del lobo se mantuvieron fijos en la frágil figura de la muchacha y su cuerpo entero se relajo mientras que escuchaba el inicio del relato, uno que sería solo para él.
Fagan Walsh- Licántropo Clase Alta
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Re: Simple y Sencillo / Libre
Cada persona era un verdadero laberinto ninguna en todo el mundo era igual a la otra y aunque aquel joven había prestado su atención en mis cuentos, me traía el recuerdo de uno de mis amigos de infancia que también poseía un nombre bastante extraño, a cada pregunta que hice le había dado una respuesta, tan o más inteligente mente respondida se había ganado y merecido el cuento que le contaría a continuación, entre todas las historias carentes de sentido solo se me vino a la cabeza un pájaro… una jaula y una persona… tome aire inflando mi pecho con una sonrisa en mis labios y luego de un giro completo de mi cuerpo le puse delante de él, muchas veces habían dicho que poseía una expresión corporal nata, la verdad no entendía mucho que quería decir eso, pero como fuera… era el momento de un cuento y siempre necesitaba mucho espacio para recrear la historia…
Había una vez un pájaro – moví mi brazos de manera que fueran alas para el espectador - adornado con un par de alas perfectas y plumas relucientes, coloridas y maravillosas. - dije con entusiasmo y energía, mostrando mis delgados brazos. - En fin, un animal hecho para volar libre e independiente ,- rodee el lugar donde se encontraba Fagan - para alegrar a quien lo observase. – Me hice apreciar como si de un maniquí fuera- Un día una mujer lo vio y se enamoró de él. – Mi voz sonó un poco más seria de lo normal, para dar suspenso a la historia - Se quedó mirando su vuelo con la boca abierta de admiración, con el corazón latiéndole más de prisa, con los ojos brillantes de emoción. Lo invitó a volar con ella, y los dos viajaron por el cielo en completa armonía. – moví mi cuerpo como si estuviera volando por los aires, con una sonrisa que reflejaba libertad.- Ella admiraba, veneraba, adoraba al pájaro. – me detuve mientras decía aquellas palabras. Y acercándome al más de lo necesario y mirándolo directamente a los ojos continué -Pero entonces pensó: ¡Tal vez quiera conocer algunas montañas distantes! – Me aleje de el mientras daba una vuelta y volvía a tomar distancia. - Y la mujer tuvo miedo. Miedo de no volver a sentir nunca más aquello con otro pájaro. – mi rostro enmarcaba el espanto y el miedo - Y sintió envidia, envidia de la capacidad de volar del pájaro – mi voz se tornaba seria y fuerte… - Y se sintió sola - me detuve y me acerque a él sentándome a su lado.
Y pensó: Voy a poner una trampa. La próxima vez que el pájaro venga, no volverá a marcharse. – dije con desaire, simulando que sostenía una jaula en mi mano y simulando un rostro malévolo. - el pájaro que también estaba enamorado, volvió al día siguiente, cayó en la trampa y fue encerrado en la jaula. – hice un pequeño puchero, semejando la tristeza del encierro.
Todos los días ella miraba al pájaro. Allí estaba el objeto de su pasión, y se lo enseñaba a sus amigas, que comentaban:- Eres una persona que lo tiene todo- Sin embargó, empezó a producirse una extraña transformación: como tenía al pájaro, y ya no tenía que conquistarlo, fue perdiendo el interés. - mientras hablaba hacia las mímicas correspondientes de interés y a la ves de desinterés. Me quede en completo silencio mirando el vacío. De un brinco me levanto y tomo asiento en el suelo frente al único espectador de aquel cuento. - El pájaro sin poder volar ni expresar el sentido de su vida, se fue consumiendo, perdiendo el brillo, se puso feo, - encogí mis hombros, tratando de poner el rostro apagado, sin brillo sin vitalidad - y la mujer ya no le prestaba atención, excepto para alimentarlo y limpiar la jaula. – moví mis manos como si estuviera barriendo basura.
Un buen día, el pájaro murió. - aguarde silencio unos instantes, con mi rostro triste – y la mujer se puso muy triste, y no dejaba de pensar en él. – hice un puchero mientras volvía a sentarme a su lado - Pero no recordaba la jaula, recordaba sólo el día que lo había visto por primera vez, volando contento entre las nubes. – moví mis brazos sin mover mi cuerpo como si volara… me quede en silencio pensando en el cuento que acababa de contar… no sabía cómo terminar… baje mis brazos y mire mis propias manos un momento en silencio – A veces no vemos lo simple y bello de la vida – le dije hablando con él, más que contándole el cuento – Fin – termine por decir.
Había una vez un pájaro – moví mi brazos de manera que fueran alas para el espectador - adornado con un par de alas perfectas y plumas relucientes, coloridas y maravillosas. - dije con entusiasmo y energía, mostrando mis delgados brazos. - En fin, un animal hecho para volar libre e independiente ,- rodee el lugar donde se encontraba Fagan - para alegrar a quien lo observase. – Me hice apreciar como si de un maniquí fuera- Un día una mujer lo vio y se enamoró de él. – Mi voz sonó un poco más seria de lo normal, para dar suspenso a la historia - Se quedó mirando su vuelo con la boca abierta de admiración, con el corazón latiéndole más de prisa, con los ojos brillantes de emoción. Lo invitó a volar con ella, y los dos viajaron por el cielo en completa armonía. – moví mi cuerpo como si estuviera volando por los aires, con una sonrisa que reflejaba libertad.- Ella admiraba, veneraba, adoraba al pájaro. – me detuve mientras decía aquellas palabras. Y acercándome al más de lo necesario y mirándolo directamente a los ojos continué -Pero entonces pensó: ¡Tal vez quiera conocer algunas montañas distantes! – Me aleje de el mientras daba una vuelta y volvía a tomar distancia. - Y la mujer tuvo miedo. Miedo de no volver a sentir nunca más aquello con otro pájaro. – mi rostro enmarcaba el espanto y el miedo - Y sintió envidia, envidia de la capacidad de volar del pájaro – mi voz se tornaba seria y fuerte… - Y se sintió sola - me detuve y me acerque a él sentándome a su lado.
Y pensó: Voy a poner una trampa. La próxima vez que el pájaro venga, no volverá a marcharse. – dije con desaire, simulando que sostenía una jaula en mi mano y simulando un rostro malévolo. - el pájaro que también estaba enamorado, volvió al día siguiente, cayó en la trampa y fue encerrado en la jaula. – hice un pequeño puchero, semejando la tristeza del encierro.
Todos los días ella miraba al pájaro. Allí estaba el objeto de su pasión, y se lo enseñaba a sus amigas, que comentaban:- Eres una persona que lo tiene todo- Sin embargó, empezó a producirse una extraña transformación: como tenía al pájaro, y ya no tenía que conquistarlo, fue perdiendo el interés. - mientras hablaba hacia las mímicas correspondientes de interés y a la ves de desinterés. Me quede en completo silencio mirando el vacío. De un brinco me levanto y tomo asiento en el suelo frente al único espectador de aquel cuento. - El pájaro sin poder volar ni expresar el sentido de su vida, se fue consumiendo, perdiendo el brillo, se puso feo, - encogí mis hombros, tratando de poner el rostro apagado, sin brillo sin vitalidad - y la mujer ya no le prestaba atención, excepto para alimentarlo y limpiar la jaula. – moví mis manos como si estuviera barriendo basura.
Un buen día, el pájaro murió. - aguarde silencio unos instantes, con mi rostro triste – y la mujer se puso muy triste, y no dejaba de pensar en él. – hice un puchero mientras volvía a sentarme a su lado - Pero no recordaba la jaula, recordaba sólo el día que lo había visto por primera vez, volando contento entre las nubes. – moví mis brazos sin mover mi cuerpo como si volara… me quede en silencio pensando en el cuento que acababa de contar… no sabía cómo terminar… baje mis brazos y mire mis propias manos un momento en silencio – A veces no vemos lo simple y bello de la vida – le dije hablando con él, más que contándole el cuento – Fin – termine por decir.
Amy Defoe- Humano Clase Baja
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Re: Simple y Sencillo / Libre
Desconocía si algo de lo que había dicho o hecho en el transcurso de las calles juntos convenció a la muchacha de contarle un cuento, pero fuera lo que fuera que la llevó a decidirse a hacerlo, Fagan lo agradecía. Un cuento no era algo que la mayor parte de las personas estuvieran buscando oír, sin embargo, quizás un cuento era justamente lo que el licántropo necesitaba para sacarse de la mente aquellos recuerdos que no hacían más que entorpecer su regreso a París.
Expectante y deseoso de escuchar lo que aquella muchacha tenía para contarle, el lobo se recargó tranquilamente sin que sus ojos perdieran de vista a la cuenta cuentos que le dio la espalda unos segundos, todo para volverse nuevamente a él transformada en algo más que una simple persona. Los movimientos efectuados por Amy, su voz y hasta su mirada cambiaban por completo cuando se concentraba en contar un cuento; aquello era algo que Fagan había notado desde la primera vez en que se detuvo a escucharle, sin embargo, ahora que la veía de más cerca le parecía aún más sorprendente todo lo que la cuenta cuentos era capaz de hacer.
Con la mirada fija en ella, siguiéndole incluso cuando giraba a su alrededor y se acercaba o alejaba de él, Fagan puso enteramente su atención en el cuento que era relatado por la muchacha, ese que de cierta manera le traía nuevamente a la mente el recuerdo de Saskia. Con aquella vampiro habían tenido una relación extraña, un tanto parecida a la que Amy relataba en su cuento. Ambos habían tratado de poseer al otro y en ese intento terminaron matando su amor por el otro. Una sonrisa nostálgica apareció en los labios del licántropo. Aquel cuento aparentemente contado al azar era parte de lo que necesitaba para decirse que las cosas quizás habían terminado mal entre él y la vampiresa, pero que mientras duró fue muy bueno. Como la cuenta cuentos decía, no siempre se veía lo simple y bello de la vida.
En cuanto la palabra fin salió de los labios de la joven, Fagan se puso de pie y comenzó a aplaudir.
– No paras de sorprenderme Amy. No eres solo una muchacha con quien se disfruta hablando, además eres sumamente talentosa – la elogió porque la muchacha lo merecía – tu cuento me ha hecho pensar en mi mismo – se encogió de hombros, mirando a otro lado – tus cuentos siempre que los escucho me hacen pensar en mi mismo – y como la nostalgia amenazaba con atacarle nuevamente, desvió su atención a algo que parecía ser más interesante y prometedor – Bueno, te dije que te daría lo que quisieras a cambio del cuento, así que dime Amy ¿Qué puedo darte a cambio de tu historia?
Expectante y deseoso de escuchar lo que aquella muchacha tenía para contarle, el lobo se recargó tranquilamente sin que sus ojos perdieran de vista a la cuenta cuentos que le dio la espalda unos segundos, todo para volverse nuevamente a él transformada en algo más que una simple persona. Los movimientos efectuados por Amy, su voz y hasta su mirada cambiaban por completo cuando se concentraba en contar un cuento; aquello era algo que Fagan había notado desde la primera vez en que se detuvo a escucharle, sin embargo, ahora que la veía de más cerca le parecía aún más sorprendente todo lo que la cuenta cuentos era capaz de hacer.
Con la mirada fija en ella, siguiéndole incluso cuando giraba a su alrededor y se acercaba o alejaba de él, Fagan puso enteramente su atención en el cuento que era relatado por la muchacha, ese que de cierta manera le traía nuevamente a la mente el recuerdo de Saskia. Con aquella vampiro habían tenido una relación extraña, un tanto parecida a la que Amy relataba en su cuento. Ambos habían tratado de poseer al otro y en ese intento terminaron matando su amor por el otro. Una sonrisa nostálgica apareció en los labios del licántropo. Aquel cuento aparentemente contado al azar era parte de lo que necesitaba para decirse que las cosas quizás habían terminado mal entre él y la vampiresa, pero que mientras duró fue muy bueno. Como la cuenta cuentos decía, no siempre se veía lo simple y bello de la vida.
En cuanto la palabra fin salió de los labios de la joven, Fagan se puso de pie y comenzó a aplaudir.
– No paras de sorprenderme Amy. No eres solo una muchacha con quien se disfruta hablando, además eres sumamente talentosa – la elogió porque la muchacha lo merecía – tu cuento me ha hecho pensar en mi mismo – se encogió de hombros, mirando a otro lado – tus cuentos siempre que los escucho me hacen pensar en mi mismo – y como la nostalgia amenazaba con atacarle nuevamente, desvió su atención a algo que parecía ser más interesante y prometedor – Bueno, te dije que te daría lo que quisieras a cambio del cuento, así que dime Amy ¿Qué puedo darte a cambio de tu historia?
Fagan Walsh- Licántropo Clase Alta
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