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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Juliette Blackwood Sáb Ene 22, 2011 9:31 pm

No podía decir cuántos días habían pasado exactamente desde el encuentro con aqueel vampiro que había cambiado mi vida, desde ese momento los minutos habían parecido horas y los días, semanas, no sabía porque me sentía así, ni tampoco lograba determinar qué era lo que sentía, solo sabía que sus caricias habían quedado grabadas en mi ser. Esa noche había trastocado cada noche que le siguió, nada había vuelto a ser lo mismo, había quedado tan débil debido a la pérdida de sangre que me había desmayado apenas había llegado al burdel, me había costado bastante recuperarme, pero eso no había sido impedimento para que noche tras noche saliese a pasear con la intensión de verlo de nuevo, tentaba a las criaturas de la noche con la finalidad de verle de nuevo. En ese momento no importaba la debilidad que me impedía trabajar, no podía evitar el instinto suicida de buscarlo, pero mis esfuerzos fueron en vano, me había encontrado con otros vampiros, pero de él nada.

Las marcas de mi cuello habían desaparecido por completo, dando paso a finas cicatrices, había llevado todo ese tiempo el cuello cubierto con un fino pañuelo de seda, varios clientes habían preguntado por mí en el lapsus de tiempo que no había trabajado, me habían regalado flores esperando ganar mi favores y la posibilidad de una noche entre mis sabanas, mientras yo había estado tocando el piano mientras las chicas cantaban y bailaban. Mientras mil dudas se arremolinaban en mí ser, nada sabía de él, salvo su nombre y los detalles de su cuerpo, pero quería saberlo todo. “Dorian Windsor” ese nombre resonaba en mis oídos, ese nombre me sonaba de algo más pero no sabía de que, lo cual no era raro ya que yo parecía vivir un mundo aparte.

Llegó un momento que decidí que era hora de recuperar la cordura y rendirme en aquella búsqueda inútil, ese encuentro había sido una coincidencia que no se volvería a repetir, no podía seguir así, con mi vida girando en función de algo improbable. Quizás aquello no había significado tanto para él como para mí, tenía que volver a mi vida, volver al trabajo y dejar ir el recuerdo de aquel vampiro, no podía vivir en base a un recuerdo de una noche fugaz. No había sido solo la debilidad lo que me había mantenido lejos de mi oficio, una parte de mi se negaba a vender nuevamente mi cuerpo, que otras manos reemplazaran las caricias que él había dejado en mi cuerpo, decidí que ya era suficiente, ya era hora de volver al trabajo. Me arreglé y me puse hermosa, tenía varios clientes a la espera de que regresara a lo mío.

No tuve ni siquiera que bajar al bullicio del burdel, mi cliente iría a mí, era un cliente antiguo y bien conocido por mí, un hombre un tanto mayor pero bien conservado, que quería ser el primero en gozar de mis servicios en tanto regresara al trabajo. No me mataba la idea de volver a la actuación, de volver a fingir como una muñeca, pero si quería cumplir mis sueños debía volver a ello, apartar la imagen de Dorian de mi mente y dibujarme una sonrisa en los labios. Mientras enfundaba mi cuerpo desnudo en una bata de seda llamaron a mi puerta, suspiré y comencé a fingir, quizás pronto el trabajo distraería mi mente –Pase, monsieur Lefebvre- dije con voz suave e incitante, la puerta se abrió dejando ver su figura alta y bien vestida, me quedó mirando a los ojos con una mirada pícara y un tanto pervertida, se me acercó y tomó mi mano para besarla, sin apartar su mirada de mi. –Zaphire, estás hermosa, como siempre, mi pequeña mariposa- le oí decirme mientras ponía sus manos alrededor de mi cintura, besando mi cuello aun cubierto por el pañuelo, ahora todo se sentía distinto, no era ni siquiera comparable, no existía punto de comparación, era como haber estado en el cielo y ahora tener que conformarme con placeres terrenales. –Y usted tan encantador como siempre, monsieur- dije educadamente mientras sentía sus caricias que me sabian a nada, vacías y comunes. No debía seguir en ello, debía dejar de pensar, no me hacía bien torturarme de ese modo, debía superarlo pronto antes de enloquecer. –Me alegra que te encuentres bien de nuevo, me has hecho esperar demasiado para este encuentro…- deslizó la bata por mis hombros dejándola caer al piso, sería como siempre, no debía pensar ya más en él, no le volvería a ver el seguiría siendo un hombre importante y yo una puta bien pagada. “Aquí vamos de nuevo…”


Última edición por Juliette Delacroix el Miér Ene 26, 2011 12:56 am, editado 1 vez
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Mensaje por Invitado Mar Ene 25, 2011 3:40 pm

Pasaron las noches, en mi caso no podía decir que los 'días', desconocía de ellos. Mi mente aun agitada desde aquella vez no había encontrado descanso las horas que le siguieron a su partida. Desperté aquella noche, regrese a mi habitación donde la cama ya había sido arreglada, me aproxime a la almohada en busca del olor de su perfume, la única prueba de que ella había estado allí antes. Me recrimine a mi mismo por siquiera pensar en que quisiera volverla a ver, ese no era yo. Salí de allí, me dirigí a la ciudad e intente distraerme en una de las fiestas del Royal Palace, aun así aquello me aburrió, entre las máscaras de los danzantes creí ver su rostro. La noche siguiente volví a mi habitación, me quede parado al lado de la cama viendo el vacio de ella, una vez mas pensé que estaba empezando a perder la cabeza así que salí de la casa para ir al teatro, un lugar aburrido, parecía que nada de lo que me entretenía antes lo hacía ahora.

Decidí que un viaje no me haría nada mal, regrese a Londres por unos días, pensé que así despejaría mi mente. Me metí de lleno en mis responsabilidades, trataba de tener todos mis pensamientos ocupados en lo que debería tenerlos y no en una mujer a la que solo había tratado una noche, no la conocía, conocía solo su cuerpo y sabía que era una cortesana, su nombre fue un buen tino saberlo, aparte de ello no sabía nada mas de ella, lo más seguro es mientras yo estaba allí, en el Castillo Windsor, ella estuviera empezando su noche de trabajo. -Mi Lord, su correspondencia- interrumpió uno de mis sirvientes cuando me había quedado divagando como últimamente me pasaba cada noche. Agradecí y el se retiro, leí algunas cartas, audiencias, tome algunas decisiones. Después de ello tuve un par de reuniones pero todo se termino rápido, lo que tenía que hacer lo había terminado antes de lo que pensaba y otra vez me encontré sin saber con qué ocupar mi mente, a pesar de no estar más en Paris sentí el deseo de regresar y así lo hice, no sin antes enviar una carta urgente a uno de mis guardias, debía realizar una búsqueda mientras yo llegaba.

En el camino decidí que era hora de rendirse a ese deseo, una palabra que no estaba en mi vocabulario pero no podía evitarlo, tenía que volver a verla. No eran ganas de verla, era la necesidad en sí de verla. Llegue a Paris y me instale una vez más en la abadía, una vez más entre a esa habitación, había ordenado que nadie entrara mas hasta que yo dijera lo contrario. Allí estaba otra vez, ese espacio vacío donde ella había estado una vez, ya no sentía su aroma, la cama estaba fría desde su partida como lo había estado por más de quinientos años debido a mi propio estilo de vida, un ir y venir de amantes insignificantes. La puerta de la habitación se abrió -La he encontrado- dijo él, seguido dejo un papel sobre la mesa y se retiro en silencio. Mire el papel de reojo, salí hacia el balcón de la habitación y me apoye en la terraza mirando hacia la nada. Aun estaba con la capa de viaje, no había pensado en nada más que saber dónde encontrarla desde que llegue y allí estaba ese papel, donde una dirección estaba anotada.

No había nada más que pensar, fue todo un impulso y aquí íbamos de nuevo. A paso rápido fui a tomar el papel y salí de la habitación, el guardia que la había encontrado estaba esperando afuera de la casa con el carruaje preparado, al parecer se había adelantado a mi decisión lo cual no me causo más que un bien puesto que así perdía menos tiempo. El camino se me hizo corto, a pesar de que fuimos a una velocidad normal sabia que la vería dentro de poco pero ¿Que le iba a decir?, ¿Que me vendiera su cuerpo, su alma?, no, eso era a lo que ella estaba acostumbrada, y ella no era más una cortesana, no para mí. Fue hasta que el coche paro que me rendí también en eso, no sabría que decirle cuando la viera nuevamente y decidí dejarlo a la suerte. Resulto ser uno de los mejores burdeles de Paris, en el pasado había visitado ese lugar una de esas noches en que me desligaba de ser rey y me convertía solo en hombre buscando entretenimiento pagado.

Entre al lugar seguido de Bryan, uno de los guardias de rango de la familia, el lugar estaba lleno y las mujeres estaban en pleno espectáculo de can can con todos los hombres mirando atentamente, tanto que nadie se percataba de si alguien entraba o salía así que no tenía que cubrir apariencias a pesar de que mi capa llevaba el emblema de la familia real. Una mujer vino a preguntar que se nos ofrecía, al ver el emblema trato de acomodarnos de inmediato en algún lugar privilegiado ofreciéndonos solo el mejor servicio pero Bryan la detuvo diciéndole que no íbamos a quedarnos -Juliette Delacroix- dije mirando a la mujer por un momento pensó bien su respuesta –Querrá decir Zaphire, ella está ocupada, puedo ofrecerle a otra mujer aquí todas son hermosas – respondió ella que miraba nerviosa entre sus bailarinas. El solo hecho de que pronunciara esas palabras me lleno de ira, ocupada…

Le dirigí una mirada a Bryan quien ya estaba acostumbrado a entender mi silencio -Donde esta- más que una pregunta le di un mandato de que me dijera dónde estaba ella, la mujer a quien le brillaban los ojos me tomo del brazo y me llevo por una puerta fuera del salón a un pasillo que conducía a una escalera -Subiendo las escaleras, tercera puerta a la izquierda- dijo y nos miro preocupada -Quiero que ahora regreses al salón y olvides que nos has visto- ordene y la mujer asintió, con la mirada perdida salió del lugar, mi habilidad para manipular la mentes había sido fácil con aquella humana quien por supuesto no podía resistirse a ello. Ordene a que el me esperara al pie de la escalera y que si algo sucedía impidiera que otras personas se acercaran. Subí las escaleras y camine por un amplio pasillo hasta la tercera puerta, escuchaba solo voces del otro lado que luego fueron calladas, sujete el pomo y lo gire para entrar a la habitación donde ella estaba desnuda de pie mientras un hombre mucho mas mayor que ella se atrevía a besarla.

Impulso, con una rapidez obviamente sobrehumana lo empuje de un golpe y termino rebotando en la pared, el hombre sin entender que había pasado no pudo reaccionar, seguido lo tome de la garganta levantándolo de ella contra la pared haciendo que sus pies se despegaran del suelo mientras se movían por la desesperación de quedarse sin aire. Sus manos buscaban en vano tratar de golpear mu brazo y mis dedos solo hacían más presión en sus huesos del cuello sintiendo como se quebraban poco a poco hasta que la ira no se contuvo mas y lo aplaste en un solo golpe dejando después que su cuerpo inerte cayera sobre el suelo. Espere un par de minutos antes de girarme y encontrarme, ya lo podía adivinar, con el rostro horrorizado de Juliette.
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Mensaje por Juliette Blackwood Sáb Ene 29, 2011 12:02 am

Intenté convencerme de que volver al trabajo sería lo mejor, a pesar de lo que sentía, que quizás si otra decena de hombres pasaran por mi cama podría lograr sacarlo de mis pensamientos, o al menos ocultarlos en algún rincón de mi mente, juntos aquellos difíciles recuerdos de niñez. Pero ¿a quién engañaba? Sabía que aquello no sería tan fácil, repentinamente me sentía más débil de lo que me había sentido nunca desde que estaba en Paris. Desde que estaba en la ciudad luz me sentía ascendiendo a la cima del mundo poco a poco, en busca de mis sueños, ahora era como si hubiese mirado hacia abajo desde una altura desde la cual ya no era posible volver a bajar, y mis únicas opciones eran seguir hacia la cima en pos de cumplir mis sueños o me lanzarme al vacio a la busca de un imposible, como era aquel hombre. La respuesta a ese cuestionamiento era sencilla, mas llevarla a cabo… ahí estaba la complicación.

Era estúpido solo intentarlo, podía ser que un clavo sacase a otro, pero en este caso era distinto, ¿cómo podría olvidarlo en brazos de un cliente? Eso no era posible, los sentimientos no formaban parte del trabajo, mezclarlos significaría mi ruina, había visto a muchas prostitutas sucumbir deslumbradas por los regalos y el amor de sus clientes, por eso había tenido cuidado de que eso nunca ocurriese. Noche tras noche, todo volvería a ser lo mismo, hombre tras hombre, sería como una mariposa que va de flor en flor, vendiendo mi cuerpo, más no mi alma, ni mi corazón, que estaban encerrados al fondo de un baúl.

Todo de lo que había estado intentando convencerme se vino al suelo cuando estuve en brazos de Monsieur Lefebvre, con sus manos sobre mi cuerpo. Aquel hombre maduro y bien conservado, al cual nunca me había molestado tener entre mis sabanas, había sido uno de mis primeros clientes con quien había comenzado a aprender los misterios de las artes amatorias, me pagaba muy bien, me tenía algo de cariño y me enviaba hermosos regalos, más de alguno de mis libros había sido regalo de él. Pero ahora sus cercanía me incomodaba, sus caricias y sus besos sobre mi piel eran como arena en el desierto, más de lo mismo, mientras yo necesitaba algo fresco que saciara mi sed, mi deseo, y calmase mi alma atribulada, y al parecer en eso se había convertido Dorian para mí, sin saber como se había convertido en lo que es el agua en desierto, para quien muere de sed.

Le quité la chaqueta con un gesto sugerente, haciendo de tripas corazón, yo era buena en lo mío y había aprendido bien el arte de fingir, él nunca se enteraría que en mi cabeza había otro hombre. –Lamento haberle hecho esperar, pero ya estoy de vuelta y estoy sana, y tenemos la noche entera por delante- le susurré al oído, le mordí el lóbulo de la oreja sensualmente, mientras mis manos bajaban por su pecho desabrochando los botones de su camisa, para deshacerme de ella, mientras él recorría mis curvas deleitándose con ellas, de seguro recordaba cuando era solo una muchachita flacuchenta. –Mariposa de ensueño, que revoloteas bajo la luna, elévame hasta el cielo infinito- me dijo mirándome con lascivia, echando mano a cuanta piel podía alcanzar, no había sutilezas, no había lugar para miramientos. Mientras él comenzaba a buscar el placer en mi cuerpo, y mis manos instintivamente le tocaban para otorgárselo, yo pensaba el olvido, desesperadamente ansiaba beber las aguas del río del olvido, el río Lete, del cual hablaban Dante y Shakespeare en sus obras, lo necesitaba con desesperación sino me volvería loca. Benditos griegos, si todo fuese tan fácil…

Y él se deshizo de la única prenda que cubría mi cuerpo, el pañuelo atado delicadamente alrededor de mi cuello, este cayó al suelo como una hoja cae de su rama en otoño, rozando mis senos. Besó la piel de mi cuello y se encontró frente a frente con las cicatrices en este, se detuvo y alzó su mirada sorprendida hacia mi rostro, y yo fingí no saber qué ocurría –Creo que la cama es un lugar más cómodo- le sugerí pasando por alto el recién ocurrido, él volvió a lo suyo con algo de recelo. Pero no llegamos siquiera a acercarnos a la cama, porque la puerta se abrió de golpe, no alcancé a quejarme ni nada, todo fue demasiado rápido para mí y mis ojos humanos. De pronto estaba de pie en medio de la habitación, sola, pues mi acompañante había sido azotado contra la pared por… Destino malicioso que conspiras en nuestras contra, ¿Por qué nos haces esto? Dorian volvió a mi vida justo en la noche que me propuse olvidarlo en brazos de otro. No podía creer lo que veía, era Dorian. Era él quien en ese preciso instante intentaba ahorcar a Monsieur Lefebvre –Mon dieu, detente, por favor- grité sobresaltada, una vez que pude reponerme del shock inicial.

Me acerqué a él para intentar que lo soltara, pero ya era tarde, oí el sonido de de su cuello rompiéndose cual una frágil ramita entre sus manos, solté un grito, casi en el mismo insta que la vida de aquel hombre se esfumó en manos del vampiro que… ¿quería? ¿Acaso Cupido me había flechado a primera vista? Lo miré y miré él cuerpo inerte de uno de mis mejores clientes con expresión shockeada, más no temerosa, no le temía, desde que lo había conocido había olvidado el significado de aquella palabra. Yo que había estado vuelta loca buscándole, no sabía qué hacer ahora que lo tenía en frente, ya no podía correr a sus brazos. ¿Qué haría ahora? Ese tipo de incidentes era lo que sepultaba la carrera de una cortesana, las peleas y los celos eran nuestra ruina. Si, estaba molesta, sentía que en ese momento mi vida se desmoronaba como un castillo de cartas azotado por una ráfaga de viento, que esta vez tenía nombre y apellido.

Cuando me miró a los ojos, yo estaba en el otro extremo de la habitación cerrando la puerta, antes de que algún chismoso se asomara y aquello se convirtiese en un escándalo. Le miré molesta –¿Por qué lo has hecho?- le pregunté moviéndome como leona enjaulada en la habitación mirando con lastima el cuerpo de que había sido mi cliente –Has arruinado mi carrera ¿por qué? ¿por qué me haces esto? ¿es acaso que me odias?- le recriminé con un dejo de dolor en mi voz, como si me hubiese lastimado directamente a mí, me acerqué a él. La única posibilidad de alcanzar mis sueños se escapaba como agua entre mis dedos. No temía a su ira, tenía que sacarme de dentro lo que sentía –¡TU! ¿Ahora te dignas a parecer? Vuelves ahora y matas a aquel con quien iba a compartir el lecho, te busqué, te busqué por todo París, y apareces justo ahora, de la manera más violenta- grité increpándole, tocándole el pecho desafiante, me alejé y me di la vuelta apretando los puños. Aquello no era lo que había imaginado. Quería besarle, quería sentirle, pero estaba molesta, él sabía lo que era, había sido sincera con él. En ese momento era un torbellino de emociones, como solo pensaba que podía ser Claire.
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Retomando mi vida [Dorian] Empty Re: Retomando mi vida [Dorian]

Mensaje por Invitado Dom Ene 30, 2011 8:17 pm

No podía describirlo, no podía explicarlo...esa reacción. Solo había sido una noche, solo una y de pronto tenía esa sensación irrefrenable de que esa mujer no perteneciera a nadie más que a mí. En el pasado no me había importado donde fueran a parar mis amantes, eran mujeres con las que me gustaba estar una vez y luego seguir por mi camino, sin promesas, sin ataduras, ellas lo sabían bien pero por esta vez me importaba y no quería entender el porqué. Me había dado el trabajo de mandarla a buscar después de varios días sin poder sacármela de la cabeza, había llegado hacia ella y lo primero que hice al verla fue algo que ni yo mismo comprendía.

Un hombre había entrado al burdel aquella noche y pago por tener a una hermosa mujer, esa mujer era ella quien acostumbrada al ir y venir de amantes lo recibió como a cualquier otro que pudiera pagar su precio, aquel hombre cuya garganta ahora yacía destrozada en el piso y cuya sangre salía de su boca en una hilera que se perdía por las ranuras de la madera del piso...nunca pensó que encararía a la muerte cuando visitara a una cortesana. Aquel hombre que a simple viste no merecía una muerte por tal motivo para mi si la merecía, el por qué no me lo respondí de inmediato pero sin vergüenza alguna mis labios se torcieron en una sonrisa conforme por lo que acababa de hacer, no había remordimiento, solo satisfacción y luego....ella, presente desde mi llegada y testigo de lo que acababa de hacer.

Cuando gire para verla ella ya se encontraba cerrando la puerta y lo primero que me encontré fueron sus reclamos los que me parecieron encantadores, me había imaginado una escena diferente, tal vez ella asustada por presenciar un asesinato como cualquier otro mortal lo estaría pero no, ella sabía lo que yo era, ella aceptaba esa naturaleza y lo único que podía hacer ahora era reclamar. Reí, tenía ganas de reír mientras la miraba caminando por la habitación acercándose un momento de esos a observar el cadáver que reposaba con la mirada perdida en el terror -Si te odiara tu serias la que estaría en su lugar, ¿preferías eso?- le respondí aun con una sonrisa marcada en el rostro.

Por un momento me hizo dudar, no note un signo de sorpresa en su rostro cuando supo que era yo, como si inconscientemente ella hubiera estado esperando que aquel momento llegara. Me moví hacia ella pasando por encima del cadáver, quise alcanzarla para que dejara de moverse de un lado para el otro pero ella se fue sobre mí golpeándome en el pecho mientras me reclamaba ahora una cosa diferente. Tras escucharla no tuve nada más que pensar, aquella había sido la decisión correcta y asumí una expresión seria mientras la tomaba entre mis brazos para abrazarla fuertemente y detenerla, no era necesario que se moviera mas, ni era necesario que dijera más.

Su búsqueda y la mía, yo cuestionándome si volverla a ver o no, ella había sido más valiente saliendo a buscarme entre los peligros de la noche. Por un momento mientras la tenía en mis brazos nuevamente pensé en esos días, yo tratando de alejarla de mi mente cuando ella trataba de acercarse hasta aquel día, ¿sería que se habría rendido a aquella búsqueda al no encontrarme?, obviamente como solía hacer ninguna promesa había salido de mi boca aquella noche con ella, no le dije que quería volver a verla ni que iría a buscarla, pensaba que sería como tantas veces fue antes, que me olvidaría de su rostro y de su voz más a mi pesar estaba equivocado. Con los días pasar resolví que solo volviéndola a ver podría encontrar la respuesta a esa inusitada necesidad de tenerla, ahora que la tenía en frente creía haber aplacado la duda, ella era una extraña adicción.

Su cuerpo no tenía otro olor más que el de ella por lo que supuse que había llegado en el momento indicado antes de que su ahora muerto cliente fuera capaz de tocarla. Me quite la capa y se la puse sobre sus hombros aun desnudos, ni le había dado tiempo de vestirse cuando después de cubrirla la tome del rostro y sin permiso ni más tiempo que perder la bese con la pasión desbordada que solo ella provocaba en mi, tocar nuevamente sus labios me llevo a recordar cada beso que había dejado sobre su piel, yo conocía cada parte de su cuerpo, la había tocado por toda la extensión de su piel y por este mismo motivo había caído en una lujuria total hacia ella. El beso estaba lleno de ello, de lujuria, de deseo, de placer...de satisfacción al tenerla una vez mía porque ya no importaba que ella estuviera en un burdel, no importaba que hubiera asesinado a su cliente ni que alguien en el piso hubiera escuchado porque nada de eso tenía influencia de ahora en adelante.

Me costó separarme de sus labios pero lo hice, volví a sonreír y acaricie su cuello hasta llegar a sus hombros donde mi capa empezaba a resbalar por ellos -¿Porque saliste a buscarme Juliette?, ¿No acabas de decirme que llegue a arruinar tu carrera, si me encontrabas antes acaso no lo hubiera hecho igual?- pregunte tranquilo mirándola como si me percatara de que se encontrara en el mismo estado en que la recordaba. Tal vez podía adivinar sus respuestas, tal vez ella también ya se diera cuenta de porque yo estaba allí pero hasta entonces había estado yo lleno de suposiciones, muchas de ellas no válidas y prefería escucharla antes de formular prejuicios sin embargo antes prefería hablar yo -Pero antes que me des tus motivos debes saber los míos. Claramente estoy aquí por ti, no tengo una razón clara y válida para dártela, solo puedo decir que...- dije pero no pude seguir, no imaginaba que sería tan complicado pues no estaba acostumbrado a actuar de ese modo, por un momento dude de quien hablara fuera yo pero así era y aunque no recordaba haberlo hecho nunca antes me obligue a decirlo -Solo puedo decir que no has salido de mi mente desde aquella noche y que no sé cómo sacarte de ella, por eso estoy aquí- finalice.
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Mensaje por Juliette Blackwood Mar Feb 01, 2011 11:53 am

Su reacción me había dejado sorprendida, helada, porque sin duda no me esperaba algo así de su parte, no dejaba de preguntarme ¿Por qué había actuado así? Yo no era más que una simple y bien pagada cortesana, y él lo sabía, sabía bien cual mi trabajo, yo nunca le había mentido, fiel a mi esencia había sido sincera con él. Así como él conmigo, fuese lo que fuese lo que había surgido esa noche, había nacido en medio de total sinceridad, pero eso no hacía que fuese más fácil de comprender, al menos para mí, que nunca había sentido algo similar. Aun así todo eso no quitaba que estuviese enojada hasta cierto punto por lo que había hecho, mientras más oculto dentro de mí y sin que lo llegara a admitir, me sentía casi halagada su reacción.

Estaba tan molesta, ofendida, mirado alternativamente al vampiro y al cadáver –Si me odiases… No necesariamente deberías acabar así conmigo, ¿por qué matarme? ¿Si puedes torturarme? ¿No es acaso el último paso al cual recurrir? Yo no interfiero por lo que matarme no sería una prioridad- le dije en un cuestionamiento reflexivo, aunque un tanto frio y carente de sentimientos. Había oído a tantos hombres hablar de odio y de sus enemigos en el burdel, había leído tantos libros, que era capaz de pensar como un estratega sin mancharme de odio, pero aquello no era mucha novedad, las cortesanas también éramos estrategas, estrategas de la vida y del amor, astutas como pocas mujeres se atrevían a ser. –Además… No ha sido necesario que me asesinases, acabar con mi carrera es un buen truco- sugerí con un dejo de ironía, rodando los ojos. Me acerqué al cuerpo inerte de Monsieur Lefebvre y me arrodillé a su lado, estremeciéndome al ver su expresión, y en un gesto respetuoso de mi parte le cerré los ojos, tomé el pañuelo de seda que hasta hace poco había tenido al cuello, que estaba al lado mío, para limpiar la sangre que salía de sus labios. No podía rezar por alma, pues no creía en dios alguno, aquello era lo único que podía hacer por él.

No podía parar de moverme, el movimiento me ayudaba a tranquilizarme un poco, ya que me costaba creer que todo lo que estaba ocurriendo fuese real. ¿Sería acaso un juego de mi mente imaginativa? No, no lo era, lo comprobé al sentir mis puños chocando en su pecho y luego aquel abrazo, que a la vez era paz y era tormenta, que era el cielo y a la vez el infierno, por no lograr comprender aquello que nos ocurría, y tenía miedo de descubrirlo. Lo que sentía era cálido como un día de verano, con esa sensación abrasadora y dulce, y a la vez como sintiese una daga clavada en el pecho, quise olvidar esa sensación y abandonarme en sus brazos. Le rodeé con los míos disfrutando al fin del contacto tan esperado entre los dos.

Había olvidado completamente mi desnudez, estaba tan acostumbrada a ella que ya me era natural, por lo que me pareció algo curioso que él me cubriese con su capa, me acurruqué en ella como una oruga en su crisálida, pero me vi interrumpida por su beso. Mis labios respondieron con prontitud y desesperación, como si hubiese esperado por siglos ese momento, sus labios eran tan perfectos como recordaba y esos besos despertaban las cenizas del primer encuentro, la pasión y la lujuria, dormidas hasta ese entonces despertaron. Pegué mi cuerpo al suyo, acariciando su pecho, esperando que aquello no acabase nunca, mientras en mi interior luchaba el enojo, que no quería apaciguarse. Y él se alejó justo cuando yo me comenzaba a quedar sin aire, pues había puesto todo de mí en ese beso, suspiré como no solía hacer.

Oí su pregunta y quedé algo desconcertada pues me di cuenta que no había pensado en eso, lo había buscado sin pensar en lo que ocurriría después, sin ningún tipo de cuestionamiento sobre lo que seguiría, solo pensaba en el momento de verlo, sin siquiera pensar si me echaría a sus brazos como una tonta. Lo quedé mirando a los ojos, a una distancia demasiado corta como para no distraerme y perderme en ellos, oyendo con atención cada palabra que salía de su boca. Mientras oía sus palabras mi corazón dio un vuelvo al darme cuenta que él estaba igual que yo, algo contrariado con lo que nos ocurría, era algo demasiado fuerte, demasiado intenso, como para llegar a comprenderlo. ¿Cómo podía decirle que había vivido dando tumbos en busca de algo que no sabía que era hasta que lo había conocido? No, sin duda, no podía decirle eso.

Le acaricié el rostro con un dejo de timidez, no era que yo fuese tímida, ni mucho menos, pero aquella situación era un tanto… novedosa para mí. Tracé una de sus mejillas en una caricia, hasta sus labios en tanto pensaba como responder su pregunta –Te busqué sin pensar que podría llegar a pasar luego, sin llegar a alcanzarte. Te busqué como un niño la calidez del hogar, y sobre todo sin temer a nada. Pero no pensé podía llegar a ocurrir algo como esto. Y no es tu presencia lo que arruina mi carrera, es el cadáver en mi habitación- seguí recriminándole, miré de reojo el cuerpo de mi difunto cliente, antes de volver mi vista a él, siguiendo con mis suaves caricias hasta su cuello. –Yo tampoco puedo precisar que es lo que ocurre, solo se lo mismo que tú, que no puedo sacarte de mi mente, que tu caricias marcaron mi piel. Que no pude trabajar hasta hoy, cuando pensé que ya eras un imposible. Y justo hoy decides volver a mi vida como un torbellino- respiré profundo luego de hablar, como si hubiese esperado todo este tiempo para desahogarme, mis últimas palabras fueron duras, seguía estando molesta, ¿Cómo no estarlo? Si sentía peligrar mi futuro. Me paré en la punta de mis pies, para alcanzar sus labios en un lento beso, dejando de lado las recriminaciones.

–¿Dónde estabas? Moría por volver a verte, y si tu tampoco pudiste olvidarme. ¿Por qué no me buscaste antes? Podríamos habernos olvidado esta tragedia- grité de repente, alejándome y desviando la mirada a un punto indeterminado en el suelo, volviendo a sentir la ira, la preocupación. –Dime ¿Qué haré ahora? Ya nadie querrá recurrir a una cortesana en cuya habitación ronda la muerte- le pregunté sin mirarlo, entre abatida y molesta, ni yo misma sabía que sentía. Oí como alguien tocaba con vehemencia la puerta de mi habitación –¿Zaphire? ¿Ocurre algo?- me removí poco por la habitación lanzándole una mirada a Dorian, había olvidado que en el burdel las paredes tenían oídos por decirlo de algún modo –Todo está bien, no me molesten que estoy ocupada- dije molesta, fingiendo gemidos que sonaban muy reales como para que dudaran de mi, aunque fuese otra cortesana, no me había alterado demasiado pero me relajé al oír los pasos alejarse. Puse mis manos en mi frente, pensando que sería lo mejor que podíamos hacer con aquel cuerpo.
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Retomando mi vida [Dorian] Empty Re: Retomando mi vida [Dorian]

Mensaje por Invitado Jue Feb 03, 2011 10:17 pm

Su enojo me causaba gracia aunque no propiamente quería mostrar lo que estaba sintiendo no pude evitar que una que otra sonrisa se me escapara en algunos momentos, ella creía que yo estaba allí para destruir su carrera cuando tenía el poder de dejar su carrera tal cual estaba si ella así lo quería. Mi verdadero motivo para estar allí era otro, era ella, no su carrera pues yo mismo me había impedido ir antes por el hecho de que ella fuera una cortesana a quien tuviera que pedirle la única respuesta que me estaba siendo tan difícil encontrar en toda mi existencia, que demonios me había hecho, porque diablos no podía sacarme su piel, su perfume, toda ella entera de la cabeza y dejarla pasar como bien estaba acostumbrado. Podía aclarárselo en ese momento, interrumpir su berrinche y decirle la verdadera razón de mi presencia pero decidí dejarla decir todo lo que su enojo quería decirme, después de todo estaba en su derecho, acababa de matar a uno de sus clientes delante de ella.

Cuando finalmente dejo de quejarse fui capaz de pasar al otro lado de la habitación hacia donde ella estaba y abrazarla, besarla, pedirle sin permiso y solo tomar lo que había ido a buscar, ella. Correspondió, sus labios...el sabor era aun mejor de lo que mis vagos recuerdos podían rememorar, si pudiera haber explicación para la satisfacción que sentí al volver a tenerlos como míos tal vez podría darla pero no lo había, era solo aquello, una completa satisfacción que había estado ausente desde aquella noche en que la tuviera y la misma que solo pude recuperar hasta el momento de volverla a besar. Ella se pego a mi cuerpo mientras la abrazaba, en ese momento tuve ganas de olvidarlo todo una vez más, olvidar el burdel, su vida, mi vida, nuestros nombres...todo, lo que quería era hacerla mía allí, en ese momento y volver a sentir su piel como volver a sentirme dentro de ella hasta perder la cordura.

Lastimosamente no era así, tuve que separarme de ella, volver a acomodar mi capa que resbalaba por sus hombros para cubrir su desnudes, la que solo me instigaba a desearla más. Era ese deseo un ardor más profundo que el que me provocaba la necesidad de sangre. Antes de que ella volviera a enojarse por lo que acababa de pasar decidí hablarle, aclarar el motivo de mi presencia muy extrañamente se me ocurrió ser honesto con ella, por un momento creí que no era yo el que hablaba pero la verdad es que tenía que hacerlo, tenia averiguar por qué ese impulso de buscarla y, con lo que me fui a enterar de sus propios labios, por qué el impulso de que ella me buscara a mí. A pesar de que nos habíamos separado del beso aun estábamos cerca, tan cerca que podía sentir su respiración, una de sus manos acaricio mi rostro mientras yo aun la rodeaba con ambos brazos y después de concluir lo que dije me llego su respuesta. Una sonrisa se curvo en mis labios tras escucharla, no había vuelto a trabajar después de aquella noche hasta ahora que yo había interrumpido, me había buscado y nos encontrábamos en una situación similar sin poder dejar de pensar....siempre pensar. Ella se acerco a darme un beso que enseguida respondí mas no tanto como hubiera deseado al alejarse enseguida volviendo al reclamo, el que esta vez no me pareció gracioso sino halagador.

-No es tan fácil Juliette...- empezó a decir pero ella me interrumpió aun quejándose por el hecho de su carrera, no pensé que le importaría tanto pero parecía que así era. Espere a que terminara para poder responderle pero alguien toco a la puerta, la voz de una mujer que preguntaba si todo estaba bien. Ella respondió muy...convincente al actuar gemidos como si adentro estuviera pasando algo completamente diferente a lo que pintaba la escena, quise reír por un momento pero me contuve de hacerlo, la otra mujer pareció creerlo y se fue, escuche el sonar de una puerta al final del pasillo, seguro de allí venia pues de lo contrario mi guardia la hubiera detenido antes de que llegara al segundo piso. Juliette aun miraba el cuerpo preocupada y me interpuse entre ella y su mirada, ahora me tocaba hablar -Si ya has terminado con tu berrinche ahora déjame explicarte. Te decía que no es fácil, no lo fue y ahora tampoco ha cambiado, esto de verte, buscarte en este lugar representa algo que un hombre en mi posición no haría, tal vez cuando no estaba en donde estoy ahora no tendría problema en hacerlo- le dije señalando en la capa que le había dado un broche donde estaba la insignia real de la corona inglesa.

-Lamento que me hayas tenido que buscar tanto, no hubieras llegado a encontrarme puesto que estuve en Londres. También te pido disculpas por no haber venido antes, es cierto, me negué a la idea de tener que pensar en ti, me negué al hecho de desear volver a verte pero aquí estoy y lo único que quiero es a ti- proseguí y entonces me moví dándole paso a que pudiera ver el cadáver de nuevo. Desvié mi mirada hacia la puerta, luego me gire al lado contrario donde había una ventana semi abierta a la que me acerque. Ya había dicho todo lo que tenía que decir aquella noche, ahora podría irme y dejarla continuar con esa vida ya que ella parecía querer eso. le eche un vistazo fugaz al cadáver -No te preocupes por él, tengo el poder de hacer como que nada paso aquí, el cuerpo desaparecerá, tu carrera no quedara arruinada y puedes dejar de preocuparte. Creo que no tengo nada más que hacer aquí- dije acercándome a la puerta, estaba resuelto a bajar las gradas, mandar a mi guardia por el cuerpo, a alguien más para que limpiara la sangre del suelo que como estaba fresca no sería imposible de quitar y perderme una vez más porque tal vez...tal vez esa había sido una de las cosas mas estúpidas que haría en mi vida, decirle a una cortesana que la quería, realmente estaba mal de la cabeza.

Me quede sujetando el pomo de la puerta por un momento, casi paralizado, mi mente me decía lo que tenía que hacer pero mi cuerpo no respondía, no era tan fácil salir de allí, no eran tan fácil dejarla atrás y olvidarla como había tratado ya tantos días antes de aquella infructuosa visita. Un último momento de debilidad no me mataría, me volví a acercar a ella, me quede frente a frente observándola como si quisiera grabar cada facción de su hermoso rostro en mi memoria y seguido sin previo aviso la bese sosteniéndola fuertemente entre mis brazos, la bese como si realmente fuera la última vez que lo haría, degustando cada milímetro de sus labios, masajeando con mi lengua la suya para llevarme su sabor, haciendo que mis manos pasearan por su cuerpo para que no confundieran nunca esas curvas suyas, esa piel.
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Mensaje por Juliette Blackwood Vie Feb 04, 2011 11:07 pm

Miré hacia el cielo nocturno a través de la ventana entre abierta, la cortina que ondeaba al compás del viento rozando mis pies, la brisa acariciaba mi rostro, esperaba que eso me relajase un poco. Tenía mucho que pensar y muchos sentimientos por aclarar, por segundos me sentía incapaz de sobrellevar todo aquello que sucedía. Había presenciado un asesinato, y eso era lo que menos me importaba, quizás mis prioridades se encontraban alteradas por la presencia de aquel vampiro en mi vida, que había llegado a revolverlo todo, y a sacarme del letargo en el que estaba sumergida, antes de él… cada día era igual al anterior, ahora estaba segura de no saber lo que vendría.

Había desahogado todo aquello que llevaba guardándome, aquello que no había confesado a nadie, ni siquiera a mi hermana gemela, había permanecido en un silencio sepulcral, refugiada en mis libros, queriendo guardarme todo aquello solo para mi, mis dudas, mis temores, mis sentimientos con respecto a él, todo aquello era solo mío. En ningún momento había logrado alejarlo de mi mente, incluso en mis sueños, día a día estaba él estaba presente en ellos, cada amanecer que veía estaba teñido por su presencia, cuantas veces como podría compartirlos con él y narrárselos como si fuesen un cuento, con lujo de detalles.

Sabíamos que estábamos unidos inevitablemente y sin saber por qué desde aquella noche, ahora ambos lo sabíamos, habíamos dejado de lado las suposiciones para pasar a las confesiones, lo miré a los ojos casi con desesperación, quería sacarme la rabia que sentía para intentar pensar con claridad. Sus besos sabían más dulces de lo recordaba, y mi cuerpo en sus fríos brazos encontraba una calidez que añoraba, luego de haberme desahogado, el enojo se diluyó en sus brazos, sus besos apaciguaron a la fiera que se había desatado, como las música calma a las bestias. Eso era lo quería, por ello era lo que había vagado noche tras noche sin rumbo fijo. Besos, abrazos y caricias, contenidos, recatados, cortesana de corazón agitado, no quería cometer algún error, él despertaba mis pasiones como ningún otro hombre antes de él lo había logrado. Pero me reprimía, aunque sabía cómo clasificar lo que sentía, no quería ensuciarlo en aquel lugar, aquel lecho, que había sido mancillado una y otra vez por muchos hombres antes él, no podía permitirme arruinarlo y hacer todo aun mas difícil.

Decidí oírlo en silencio y sin interrumpir nuevamente sus palabras, sentía curiosidad de lo que tenía por decir, y sentía miedo… por primera vez desde que lo había conocido. No me aparté de él, no quería alejarme demasiado, ya me daba igual el mundo, solo tenía ojos y oídos para él, solo rogaba que nadie más que llegase a molestar. Tuve que morderme la lengua para no reclamarle cuando dijo aquello del berrinche, intenté mantenerme serena. Miré el broche y lo que tenía grabado cuando me lo enseñó estaba segura de haber visto blasón en algún sitio antes, pero no recordaba donde, mi memoria solía fallar en ese tipo de cosas. Pero comencé a recordar cosas que parecían ocultas en mi mente, parecía que hubiese sido hacia tanto tiempo que había oído que el rey de Inglaterra estaba en Paris, las cosas pronto comenzaron a cuadras como piezas de un curioso rompecabezas que era nuestras vidas. Su nombre, sabía que lo había oído antes, sus palabras, aquel blasón… y recordé donde lo había visto, lo había visto al dejar Inglaterra cuando era apenas una niña. Trastabillé y pestañé varias veces, con una expresión de profunda confusión –El rey de Inglaterra- balbuceé por lo bajo, mirándolo avergonzada por no haber caído en cuenta antes de aquello.

Me sentía profundamente contrariada, acababa de recriminarle un montón de cosas al monarca inglés, yo una simple cortesana. Él tenía razón las cosas no eran, ni llegarían a ser fáciles, nunca lo sería, pensaba que el destino estaba siendo especialmente cruel conmigo. El sonido de mi corazón desbocado parecía resonar en mis oídos, sus palabras me parecían confusas, no podía creerlas, un rey diciendo que lo único que quería era a mí, me resultaba ilógico, pero sabía bien que le corazón a veces no sabía de razones, lo había visto con mis compañeras. Además tenía claro que los reyes y las prostitutas tenían relaciones cercanas desde tiempos inmemoriales.

Aquella situación me superaba, iba más rápido de lo que yo podía llegar procesar. Lo vi alejarse hacia la puerta, quise gritarle, quise llorar, sabía que si él salía por esa puerta no podría volver a reponerme. Di unos pasos hacia él, antes de que se devolviese hacia mí, lo miré a los ojos y supe que no podía dejarlo ir, que no me lo perdonaría a mí misma. Respondí a su beso con desesperación y miedo a perderlo, pasando mis brazos por alrededor de su cuello, dejando que su capa resbalase por mis hombros. Separé mis labios de los suyos solo unos centímetro, mientras acariciaba su cuello –No te vayas, por favor. No me dejes de nuevo sumida en esta oscuridad- le rogué con voz angustiada, intentando mantenerme fuerte, firme, pero no podía, yo siempre había sido las más débil y más sentimental de las dos, sentía que estaba a punto de llorar. –No me importa quién seas, no me importan tus títulos, solo se una cosa, surgió sin saber nada de ti, se que también lo único que quiero es a ti- susurré con sinceridad, esperando que él creyese en mis palabras, lo besé queriendo demostrarle lo que sentía, con dulzura, con cariño, con amor…

Si él había sido sincero en sus palabras, no podía sino retribuirle de la misma manera, necesitaba explicarle algunas cosas para que pudiese entender el por qué de mi reacción. Respiré profundo antes de volver a hablar –He estado en el infierno, el purgatorio y el paraíso en vida. Por años este ha sido mi paraíso, la única forma honrada y digna en la que yo podía salir adelante. ¿Qué mas queda para una pobre bastarda de noble? En Inglaterra a penas teníamos para comer, esto es todo cuanto tengo, es mi mundo- abrí mis brazos enseñándole la habitación, mientras una lagrima solitaria bajaba por mi mejilla, mantuve la cabeza en alto, en actitud orgullosa y digna –Por eso me aterré, el solo pensar que esa muerte afectase mi carrera, me preocupa, no es porque no quiera dejarlo, no es porque no te quiera a ti, es solo que este ha sido mi medio para surgir, y quizás algún día llegar a cumplir todos mis sueños- dije con una sonrisa inocente, como si fuese la misma que tenía hacía 7 años cuando llegué a Paris, y esa mirada soñadora, que nadie salvo mi hermana conocía. –No sabes cuánto soñé con volver a verte, cuanto lo esperé, llegó un momento en que pensé que sería imposible. Pensé que si te volvía a ver sería en otras circunstancias, en otro lugar- reconocí desviando la mirada que hasta ese momento había permanecido fija en sus hermosos ojos azules. "¿Por qué es tan difícil vivir? ¿Por qué es tan difícil sentir?" me pregunté antes de cerrar los ojos, ahora estaba en sus manos. Esa era yo, la que pocos conocían, desnuda en cuerpo y alma, solo para él.
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Retomando mi vida [Dorian] Empty Re: Retomando mi vida [Dorian]

Mensaje por Invitado Sáb Feb 05, 2011 4:12 pm

Una explicación, tal vez dos, lo único que importaba era lo último que había dicho. Ella en uno de esos momentos se fijo en el símbolo del broche de mi capa y balbuceo algo reconociéndolo de alguna forma aunque no esperaba que lo hiciera directamente pues no era realeza de su país, a la que seguramente había visto más que a un extranjero que había llegado de la nada a su vida, irrumpiéndola, reclamando sus besos, pero ¿acaso ella no había hecho lo mismo en mi vida?. Podía hacerlo cuando quisiera, no me importaba porque como acababa de decirle lo único que realmente me importaba en ese lugar era ella, nada mas en Paris entonces era más relevante, no hubiera regresado de Londres si no fuera para volverla a ver. Sin embargo, una vez mas había actuado por impulso, sin saber que decirle, sin saber qué hacer, sin saber siquiera porque no podía sacarla de mis pensamientos me presenté aquella noche solo teniendo presente una verdad, la quería.

Otro impulso mas, la razón actuaba otra vez y me decía que no tenía nada que hacer allí, que había perdido la cabeza por una noche con una cortesana y que eso era ridículo. Pensando en que hice suficiente, sin estar seguro aun de que hacer, que mas decir, quedarme o irme decidí optar por esto último, era lo más fácil que podía hacer en ese caso, tratar de dejar atrás ese episodio, regresar a Londres, sacar de mi cabeza esas tontas suposiciones y seguir como siempre lo había hecho hasta ahora, negando que alguien como yo podría querer a una sola mujer. Solo tenía que girar la perilla, abrir la puerta y salir, no era tan difícil...si, si lo era, solo un instante...solo un momento de contemplación mas y me obligaría a salir de allí, solo una vez más como quienes son adictos a un elixir del que no pueden prescindir.

Esa adicción venció a la razón, me voltee para acercarme a ella antes de pensar en olvidarla, no quería hacerlo, era la criatura más hermosa que había visto y es que cada vez que la miraba descubría nuevamente su belleza, una belleza oculta que se revelaba solo para mí. Fue el tocar sus labios, el sentir su correspondencia a aquel beso que hizo que me olvidara de todo, después de décadas, cientos de años...un atisbo de humanidad surgía, tal vez por una milésima de segundo había dejado de ser un vampiro para volver a sentir como un mortal. La sujete con delicadeza pero rodeándola por completo con ambos brazos, toque su piel desnuda pues acababa de quedar así al ella abrazarme por el cuello, su piel tan suave reaccionaba ante el frio de mi piel buscando mas abrigo en mi cuerpo. Si no estuviera allí...si no hubiera un cadáver allí, si no existiera su preocupación entonces me hubiera librado de la ropa que llevaba para sentir una vez más su piel rozando a la mía.

Nos separamos un momento, ella hablo, le acaricie el rostro mientras lo hacia dándole intervalos de besos que eran seguidos de sus palabras, mis besos descendieron a su cuello, a sus hombros, como si no tuviera tiempo para besarlos, una vez mas después de cientos de años sentía que el tiempo no me era suficiente lo cual era irónico -Importa solo esto, aquí, ahora...te quiero- sonreí y me dispuse a besarla de nuevo pero ella se adelanto, otro beso...con menos desesperación y miedo de perdida que el primero pero con la misma energía depositada en él. Empecé a acariciarle la espalda bajando hasta la curvatura de sus perfectos glúteos pero ella se separo de mí y mis brazos la dejaron ir para verla allí, como una hermosa y lejana visión de la cual pensaba era una frágil ilusión que al volverla a tocar se perdería.

Su reacción, ahora ella quería explicarme, baje los brazos y me quede observándola tranquilamente, escuche todo, su vida, sus razones, su mundo, aquel que acababa de invadir sin previo aviso, aquel que la había albergado y mediante el cual fuera capaz de soñar en algo mejor a futuro. Era un mundo muy diferente del mío, un mundo que no había entendido hasta que ella misma me lo describió con sus palabras. Entendí entonces su reacción, aquello era todo lo que tenia, esa habitación era su castillo, aquel hombre que acababa de morir había sido uno de los muchos que alimentaron durante años la esperanza de una mujer que no estaba hecha para esa vida por más que ella pensara que si lo estaba, la costumbre era más fácil de aceptar sin embargo ella levanto la cabeza en medio de lo que hacía, un trabajo que soportaba con dignidad. Vi la lagrima caer por su mejilla, ella me conto de sus sueños...alguien como yo no era capaz de comprender en su totalidad ese concepto, en mi mundo no existían sueños, solo una eterna realidad y una vida rutinaria que se modificaba a medida que pasaban los años y se adoptaban las nuevas tendencias. Los vampiros no teníamos sueños, teníamos pesadillas, vivíamos provocando una eterna pesadilla a los mortales, lo poseíamos todo lo que en vida se anhelaba, inmortalidad, salud, dinero, mujeres, comodidades...todo esto era parte de mi vida, todo menos ella.

Me agache a recoger mi capa, la que acomode mejor sobre sus hombros, esta vez asegurando el broche para que no volviera a caer, la agarre de los hombros mirándola fijamente -Tu no perteneces aquí Juliette, lo sabes. Sin embargo me disculpo, no tenía el derecho de venir y arruinar la vida que hasta ahora te había dado la oportunidad de crecer y como dices...soñar- respondí y di un paso más hacia ella, apoye su cabeza sobre mi pecho y con la otra la abrace por la cintura -No sé lo que es un sueño, me temo que nuestros mundos nos han dado diferentes lecciones y nos han hecho quienes somos hoy pero si entre todos tus sueños estaba el de volverme a ver ahora que estoy aquí permíteme...permíteme intentar cumplir tus otros sueños, déjame llevarte conmigo- susurre a su oído, desde donde estaba ella me escuchaba claramente. Le di un beso en la frente y acaricie su cabello -No te dejare en esta oscuridad porque tú me has sacado de la mía, para mí que siempre es de noche ahora el cielo tiene un nombre, tu nombre, supongo que la inmortalidad vale la pena ahora- dije y la tome del rostro para volver a besarla, sin prisa, esta vez estaba seguro que el tiempo volvía a su lugar, al lugar en que se congelaba y jugaba de mi lado.
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Mensaje por Juliette Blackwood Dom Feb 06, 2011 11:51 am

Tenía miedo, miedo de que él saliese por esa puerta para ya no volver jamás a mis brazos, tenía miedo abrir mi alma y que no comprendiera mis razones, temía mas perderlo de lo que temía a los seres de la noche y a la muerte, por que perderlo sería morir en vida, sería volver al vacio en el que estaba sumergida, volver a ser una mariposa destinada a ir de flor en flor, de hombre en hombre, que se deslizaban por mi lecho en una sucesión interminable, destinada seguir siendo una muñeca de porcelana, que poco a poco se desgastaba entre las sabanas, la belleza y la juventud se desvanecerían en algún momento, era consciente de eso. Él era para mí un remanso de agua dulce, la paz que anhelaba y desconocía, había presenciado como en un arranque de ¿celos? había asesino a un hombre, pero eso no afectaba lo sentía, el amor surgía en mí como un manantial cristalino, sincero y fresco. Sentí un escalofrío con solo pensarlo, no quería que se alejara, no quería resignarme a perderle.

No tenía a quien implorarle que me ayudara a que él se quedase conmigo. No creía en dioses, no creía en nada, además hubiese sido absurdo pedirle a Dios que me ayudase con aquella criatura de la noche, que iba contra todos los postulados de su iglesia, por otro lado yo además era una pecadora sin remedio, una pecadora que no se arrepentía de nada. Los pecados habían hecho nido en mi ser, la lujuria habitaba en cada centímetro de mi piel y había permeado a mi alma; la codicia había sido lo que me había mantenido en aquel burdel a pensar de que ya tenía ahorrado dinero suficiente para subsistir cómodamente, pero quería cumplir mis sueños, quería viajar por el mundo, no por podían culparme por ello; la ira, la envidia y la soberbia teñían los muros de aquel burdel, ninguna de nosotras estaba libre de ellos, eran casi propios de la profesión.

Dios no existía para seres como nosotros, sus oídos eran sordos a las plegarias de aquellos que vivían de la noche y el pecado, por ellos el providencialismo estaba lejos de ser mi corriente de pensamiento ¿entonces que nos quedaba? No creer en nada y andar a tientas en la oscuridad de la vida o quizás creer en el destino, un destino que cada uno forjaba por sí mismo, lejos de la concepción fatalista clásica, para la cual el destino estaba escrito con letra de hierro y era movido por las moiras, mientras yo pensaba que en cierto modo aun podíamos auto determinarnos. Aunque ello no quitaba que lo que existía entre nosotros era una potencial tragedia griega, pero eso no importaba, no temía a nada que no fuese perderle. Esta consciente de lo difícil que ello sería, un rey y una cortesana, un vampiro y una humana, aquello no podía ser fácil.

Agradecí que se devolviese hacia mí, no sabía que habría hecho si él hubiese salido por esa puerta alejándose de mí. ¿Habría corrido tras él? Supongo que así habría sido, pero los supuestos dejaban poco a poco de ser parte de la escena. Cada beso sabía más dulce que el anterior, mientras la incertidumbre se alejaba, nada complementaba mejor los silencios que los besos, que expresaban lo que las palabras callaban. Mi vida parecía reordenarse en un nuevo panorama, en torno a él –El aquí y el ahora, nunca me habían sonado tan prometedores, yo también te quiero- murmuré con el corazón acelerado por aquella confesión, rozando mis labios con los suyos. Mis caricias se mezclaban con las suyas, era difícil diferenciar unas de otras porque en las venas mías su ser se habrá confundido, nuestras vidas estaban entrelazadas sin remedio.

Sinceridad, eso era todo lo que podía ofrecerle, a mi misma tan cual era, sin velos cubriendo mi ser, esa era yo, la que sentía, la que soñaba, la que callaba. Porque si, era buena tragándome lo que sentía, la única persona a que me conocía realmente no necesitaba que las palabras fluyera de mis labios, con mi gemela el entendimiento iba más allá de de las palabras. Ahora tenía que hacer de tripas corazón y buscar las palabras precisas para expresarle lo que pensaba y sentía. Sus palabras llegaban a mí como un remolino, envolviéndome, liándome, calando hondo en mí y dejándome sin palabras, mientras abrochaba su capa para que me cubriera del frio que se colaba por la ventana. Sus palabras desataron una duda en mi, sino pertenecía a ese lugar ¿entonces donde? Ese era el único lugar del cual me había sentido parte, era obvio que no pertenecía al campo, nunca me había sentido a gusto en él, yo quería algo más y eso era lo que había conseguido en el mejor burdel de Paris. ¿Tendría él razón y ese nunca había sido mi lugar? Él tenía razón en una cosa, no pertenecía a ese lugar, sin embargo había pertenecido a él durante mucho tiempo, al menos eso creía yo –Tienes razón, ya no pertenezco más aquí, dejé de hacerlo la noche que te conocí, antes de eso este sin duda era mi lugar- dije acurrucándome en su pecho, entre sus brazos me sentía a gusto, como encontrase irónicamente entre sus fríos brazos la calidez del hogar.

-Sí, nuestras vidas y nuestros mundos opuestos, nos han hecho ser quienes somos. Por eso no me arrepiento de nada, en tu país el destino que me esperaba era desgarrador y sombrío, como el de mi madre, no sería ni la mitad de lo que soy hoy. Los sueños fueron los que me ayudaron a sobrevivir en esa época, los sueños me ha ayudado a sobrellevarlo todo- susurré hablando con vehemencia y convicción, llena de vida y fuera mientras intentaba comprender del todo sus palabras que eran tan simples pero a las vez tan difíciles de comprender. Quería llevarme con él, el rey del reino en el cual había nacido y sufrido, aquello no podía ser, el mundo no lo permitiría. Posé mi mano en su mejilla, con una sonrisa triste, dolida producto de la realidad –Yo contigo iría al fin del mundo, con eso sería suficiente para cumplir mis sueños. Pero tú mismo has visto el problema en ello, pertenecemos a esferas distintas, tú eres un rey, y yo una cortesana, y nada cambiará eso. Mi cuerpo, mi ser grita lo que soy, todos lo saben ¿Qué podría hacer yo en tu mundo?- dije siendo realista, yo no pertenecía a su mundo, ¿qué diría el mundo al enterarse de aquello? Sería un escándalo lo sabía estaba segura de no querer causar daño a su vida. Recibí su beso intentando controlar las lagrimas luchaban por nacer, parar ir a morir en mi piel, sus labios me dieron paz y supe que nuestra lucha sería interminable –Supongo que la vida vale la pena ahora- susurré mirándolo a los ojos, sin saber que ocurriría ahora, aquello no era ni sería fácil…


Había una vez una pequeña niña que un campo vivía, inocente y de mirada perdida, en su mundo de sueños se refugiaba día a día, soñaba con el mundo recorrer, soñaba con el amor de un príncipe cautivar. Esa niña creció con sus sueños rotos, con sus esperanzas escondidas, esa niña se convirtió en mujer y siguió un camino difícil de llevar, que la acercaba al mundo que ella quería conocer, y que la alejaba del amor que en el fondo de su corazón anhelaba. Curiosos juegos de la vida, muchachita de mirada soñadora, mariposa en arrullo, de la noche a la mañana había conseguido más de lo que deseaba, ¡había conseguido el amor de un rey! Estúpida soñadora, ¿cómo sobrevivirás ahora? Tienes lo que querías, pero la realidad no es tan fácil como los sueños.
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Retomando mi vida [Dorian] Empty Re: Retomando mi vida [Dorian]

Mensaje por Invitado Mar Feb 08, 2011 2:56 pm

La habitación en la abadía estaba vacía, cinco inmortales mas habitaban en esa casa, tal vez un par de ellos preguntándose donde estaba él y porque en las últimas semanas su comportamiento había sido diferente a como siempre lo había sido, la respuesta ahora se reflejaba en mis pupilas, una mujer. Aquella mujer, la que menos pensaba y mucho menos imaginaba llegar a conocer, una copa de vino después de conocerla la invite a mi casa donde ella sabía lo que esperaría pues era su trabajo y yo sabía lo que era. Una transacción, dar placer y recibir dinero, ese era el papel del cliente y la cortesana que al principio ambos habíamos asumido mas tras llegar al lecho todo aquello quedo perdido. Dos cuerpos desnudos y la lujuria apoderándose de ellos, caricias besos y mas deseo...no quedo tiempo para las palabras porque un gemido tras otro se apoderaba de sus voces, era placer carnal, beber su sangre fue un placer diferente. Posterior a ello que quedaba...pagar los servicios, olvidar la aventura de esa noche y seguir como si nada hubiera sucedido, aun no entendía en que momento esa noche todo eso había cambiado. Ella dejo de ser cortesana y se convirtió en mi amante, una miel fabricada solo para mis labios, un éxtasis del que no quería despedirme.

Allá estaba Juliette, la misma mujer amante de esa noche ahora ya tan lejana, en la cercanía entre nuestros cuerpos reconocí las marcas que deje en su cuello, la prueba de su entrega total a un vampiro quien en otro caso no hubiera dudado en quitarle la vida. Sin embargo esta no era la Juliette que llegara a conocer, la nueva persona que tenía delante de mí se mostro más que desnuda, esa era la Juliette que me faltaba conocer y ahora que lo hacia creí que incluso podría llegar a....amarla. Un concepto en el que ni yo mismo creía, solo palabras de poetas, de trovadores y de músicos cuya musa llevaba ese nombre o el nombre de una mujer. No creía tener la capacidad de amar, no era algo que le podía prometer con palabras al aire pero si sabía algo, la quería en mi vida, quería besarla, tocarla, sentirla, sacarla de ese mundo donde ya había cumplido su tiempo mas no tenia porque seguir en él, la quería a ella, la quería para mí de una forma egoísta podría decirse, como quien está acostumbrado a tener todo lo que quiera a cualquier precio aunque algo había de diferente allí, solo lo querría si ella también lo hacía pues de lo contrario no podría raptarla en contra de su voluntad aunque tuviera la capacidad de hacerlo.

Aquí, ahora, estábamos de acuerdo en lo que queríamos pero de pronto...otra vez, la razón entraba en juego, esta vez la suya. Entre besos y caricias, de mi parte y de su parte lo siguiente provoco que la llevara hacia la ventana mientras ella me hablaba -No te culpo por lo que piensas, tal vez este fue tu lugar antes pero no lo es ahora, ¿acaso no recuerdas que te dije que cuando estás conmigo no eres más que quien quieras ser?- le dije y me acerque a darle un beso a los labios. Recorrí la cortina de la ventana que daba a la calle principal, allí afuera se veía el carruaje que una vez ella había montado para irse conmigo, me preguntaba si esta vez lo haría de nuevo -Puedo intentar cambiar tu vida Juliette, en Londres no serás una cortesana, tu cuerpo no gritara lo que fuiste, gritara lo que quieras ser...caminaras a mi lado...es lo que te puedo ofrecer- fueron mis palabras mi desvié la mirada hacia el carruaje que esperaba. La decisión era suya, yo ya había tomado la mía y esa era la de quererla a mi lado. No...no podría amar a una cortesana, ella no lo era más, pero si podría amar a esa mujer quien por si misma descubriría quien quería ser.

Tal vez me estaba adelantando, tal vez mis impulsos de dominaran una vez mas y no estuviera pensando todo claramente ni las repercusiones que habrían por querer llevarla conmigo, una humana entre vampiros, una desconocida para mi cerrada familia la cual por cualquier lado que viera aquella situación tendría que quedarse callada puesto que las decisiones las tomaba yo. Estaba cansado de escuchar, de pensar con frialdad, de hacer lo correcto, mis obligaciones como monarca nadie podría reprochármelas porque las cumplía a cabalidad, mis obligaciones como hermano se basaban en ver siempre por el bien de los míos y así había sido siempre aunque nunca pudiera llevarme del todo bien con mis hermanos, en especial con el menor, ellos sabían que nunca me verían en contra de ellos. El libertinaje, la vida oculta indecorosa de un rey eran solo los escapes que me daba para esa constante presión, mis propios demonios lo solicitaban, no podía dejar de lado que era un vampiro y que como tal tenia tantos secretos macabros, ocultos y sepultados que ni la misma Juliette debería algún día saber pero eso no era lo que me importaba.

El hombre que cambiaba de mujer a diario, quien se burlaba de los romanticismos y cuya frialdad se interiorizaba más que solo en su piel dejaba de ser yo por un momento, el momento en que estaba con ella. Una vez más egoísta, buscando respuestas para mi propia existencia queriendo tomar la suya para experimentar que esta tuviera finalmente una razón más allá de los vicios en los que me veía sumergido. Pensando solo en mi, en lo que quería, en lo que ella hacía por mi y en como ese sentimiento me hacía dudar había olvidado por un momento lo que ella quería, sus sueños, uno era estar conmigo, del que mi deseo egoísta se aprovechaba, ¿cuáles eran los otros?. Con solo palabras había solucionado la vida de los dos, sin preguntarle que quería, sin pensar en que ella también podría tener familia, amigos a los que dejar todo por un hombre al que solo conocía de una noche y casi una hora más en aquel burdel.

Volví a mirarla, la tome del mentón levantando su rostro hacia el mío para darle otro beso, esta vez más prolongado que los anteriores. Porque sería que cada vez que sus labios eran míos olvidaba mi sano juicio y solo pensaba en llevármela quisiera o no, luego de separarme de ellos, de volver a quedarme prendido de su mirada entendí que debía hacer lo correcto -Te quiero pero no te voy a exigir que me acompañes, será tu decisión...si eliges quedarte aquí, si eliges venir conmigo, de todas formas ya abras conocido la verdad de lo que te dije- finalice y volví a cubrir la ventana con la cortina para luego acercarme a la puerta una vez más, sin abrirla aun me apoye de espaldas a esta desviando mi mirada de ella al cadáver -De cualquier forma en la que elijas tengo que hacer desaparecer al pobre desgraciado- fue más un comentario mientras ella se decidía. Ya no había mucho tiempo, alguien mas podría llegar a tocar la puerta tal vez advirtiéndole a Juliette de la llegada de un nuevo cliente y seria mas difícil sacar al cadáver.
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Retomando mi vida [Dorian] Empty Re: Retomando mi vida [Dorian]

Mensaje por Juliette Blackwood Sáb Feb 12, 2011 4:23 pm

El bullicio del burdel y de las habitaciones cercanas llegaba atenuado a mis oídos, estaba ajena a lo que ocurría fuera de las cuatro paredes de esa habitación, aun más que de costumbre. Tenía tanto en la cabeza, que toda la algarabía del piso inferior me era ajena, mi vida estaba empezando a cambiar inevitablemente, aun cuando me opusiera el mundo seguiría avanzando a mi pesar, pero yo no me oponía, me dejaba llevar como una hoja al viento, como un barco de papel empujado por las aguas. Suspiré, con mi atención puesta en él y en la enorme cantidad de pensamientos que revoloteaban como pajarillos en mi cabeza, trinando en mi cerebro. Me sentía abrumada, era como si todo lo que siempre había querido hubiese llegado de repente derribando todo lo existente hasta ese momento, como si fuese un simple castillo de cartas, dejándome abrumada y algo shockeada, todo había llegado fácilmente a mi vida, pero en una situación tan compleja, como una suave brisa de verano, cálida y reconfortante, pero a la vez asfixiante.

Lo miré a los ojos queriendo ver más allá de ellos, era inevitable perderme en el azul de esos ojos mientras quería más allá de lo evidente, quería saber más de él, tenía tantas dudas sobre su persona que se diluían en el torbellino de ideas que tenía en la cabeza antes de atreverme a exteriorizarlas. Estaba siendo completamente autentica, la que estaba frente a él era todo lo que era, estaba siendo más transparente de lo que nunca había sido con un hombre, le había hablado de mi vida y mis sueños, cosas que solo me reservaba para mi, quizás era porque nunca había sentido lo que sentí cuando lo conocí. Me abracé a él, apoyando una mano sobre su pecho para acariciarlo –Lo que ves, es lo que soy, Juliette Éloïse Delacroix, esta soy yo sin caretas, desprovista de temores. Mírame, ¿puedes ver más allá de mis ojos?- le susurré suavemente al oído y le robé un rápido beso, para luego volver verlo a los ojos, para que pudiese ver lo sincero y cristalino de los míos, sonriendo apenas –Yo quisiera poder ver más de los tuyos, quisiera saber más de ti, pues nada más se de ti que tu nombre y tu titulo- mi petición fue respetuosa, casi dulce, es que realmente anhelaba saber más del hombre detrás del rey del Inglaterra.

Sentía que entre sus brazos tenía un refugio del cual no quería apartarme, me sentía bien siendo yo misma, si tener ya que fingir. Caminé hacia la ventana con él, apoyándome en su pecho, oyéndolo en silencio, a la espera de algo que no sabía que era. Quizás él tenía razón y yo nunca había pertenecido a aquel lugar, a diferencia de Claire, aunque seguía cuestionándomelo era demasiado orgullosa para admitirlo en voz alta. Respondí a su beso con avidez, como si fuese el aire que necesitaba para respirar –Contigo me limito a ser yo misma, es lo único que quiero ser a tu lado- confesé mirando a través de la ventana, luego de que él abriera las cortinas, vi el carruaje y luego lo miré a él, así varias veces, me costaba creerlo, podría dejar esa vida para irme con él, la decisión estaba en mis manos, ¿podía dejar la seguridad de la rutina en el burdel para internarme una vida desconocida, que sin duda sería difícil?, ¿podría dejar a mi gemela en aquel lugar, para irme en busca de mis sueños? Volví mi mirada al suelo, había soñado tanto tiempo que llegase un hombre a quien no le importase mi pasado y me sacase de esa vida, que ahora que era una realidad no sabía que decir.

Me alejé de él y me dejé caer en la cama, pensando en aquella decisión que tenía por tomar. ¿Qué me esperaría si aceptaba su propuesta? Sabía que nada sería fácil si lo hacía, el mundo hablaría, no serían ajenos al hecho de que una cortesana acompañase al rey inglés. ¿Sus cercanos me aceptarían? ¡Ja! Eso era prácticamente imposible, ¿quién creería que había quedado prendada de aquel vampiro aun antes de saber quién era realmente? Estaba consciente de que era difícil de creer, pero así habían sido las cosas. Más sabía que era soportable, más de alguna cortesana había vivido antes lo mismo que a mí me esperaba. Aun así me parecía que el riesgo merecía la pena, estaba segura. Podría volver al reino que en mi niñez había dejado, por miedo a correr el mismo destino que mi madre, dejándola sola. Podría mirar de frente y con desprecio a mi padre, si es que ese hombre podía llamarse padre.

Tendría que dejar atrás las luces, el espectáculo y los aplausos, daría vuelta la página, para irme con un rey. Sopesé ambas cosas, podía vivir sin todo eso, no importaba, podía una anécdota en mi vida si yo así lo quería, pero ¿podría volver a vivir sin él? La respuesta era sencilla, me había sentido en un abismo en esos días sin él, buscándole como el adicto busca el opio, como el enfermo busca su medicina, quizás aquello rozaba un poco en lo obsesivo de parte de ambos, pero que mas daba, yo le quería y él me quería a mí. Una frase resonó en mis oídos “Blackbird singing in the dead of night, take these broken wings and learn to fly” ¿Era eso lo que debía hacer, alzar el vuelo aun con las alas rotas? Algo en mi me decía que debía avanzar, y correr hacía él, mi corazón gritaba su nombre, latiendo acelerado por la posibilidad de marchar con él.

Lo vi alejarse en dirección a la puerta y me quedé en silencio, pensando en todo aquello y me sinceré conmigo misma, y reconocí que la decisión estaba tomada aun antes de que la interrogante fuese formulada en voz alta, yo lo sabía y probablemente él también lo sabía, aun cuando la razón se oponía férreamente a los designios de mi corazón, todo aquello poco importaba, por una que vez quería dejarme llevar por el corazón y no por la razón, por primera vez tenía la opción de hacerlo, tenía la opción de sentir, de ser yo misma. –Toma mi cuerpo, toma mi corazón, toma mi alma, ya no los necesito más desde que te tengo cerca… Caminaré a tu lado, dejaré este lugar, dejaré esta profesión. No sé qué deparará el futuro, pero estoy dispuesta a arriesgarme, no tengo miedo a ello- dije con decisión yendo hacia la puerta también, me paré en la punta de mis pies para darle un largo y significativo beso, me iría con él, lo dejaría todo. –Pero hay alguien con quien debo hablar antes, mi hermana, mi gemela- hice una pequeña mueca de dolor, no quería pensar en aquel momento. Cerré los ojos unos segundos, para luego volver a la realidad con lo que decía, abrí los ojos y vi el cadáver, casi había olvidado su presencia ahí –Si, hay que sacarlo lo antes posible- le dediqué una mirada condescendiente, mientras me mordía el labio inferior, preguntándome que harían con aquel cadáver, aunque supuse que era de esas cosas que era mejor no saber.
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Retomando mi vida [Dorian] Empty Re: Retomando mi vida [Dorian]

Mensaje por Invitado Mar Feb 15, 2011 8:40 pm

Desnuda ante mí, lo único en lo que pensaba era en reconfortarla y besarla para luego alejarla de aquella vida. Hubiera sido fácil tenerla de amante, visitarla o mandarla a llamar cuando sintiera el deseo por su piel y luego volver a mi vida, sin embargo estaba consciente de que nada había vuelto a la normalidad después de conocerla y la quería incluso mas allá de lo que podía admitir, existía una frontera para mí en cuanto a ello y estaba seguro que no podría cruzarla, mi propia naturaleza me lo impedía. Así también me sería imposible, yo creía, contarle todo sobre mi existencia, entre más alejada la mantuviera de ello estaría mucho más segura. La sentí pegada a mi cuerpo con una de sus manos sobre mi pecho, sus ojos encontraron mi mirada la cual no pudo distraerse de la de ella, esos ojos suyos habían sido la primera razón por la que llegue a conocerla una noche ya muy lejana, esos bellos ojos -Veo una mujer que quiere ser amada, si, han amado tu cuerpo...pero Juliette Eloise Delacroix sueña con algo mas- dije respondiéndole después con otro beso que no fue tan prolongado como los anteriores -No es necesario que veas mas allá de los míos, por favor...solo acepta el hecho de que te quiero a mi lado- le respondí finalmente acariciando su rostro.

Podía ser llamado injusto, podía ser llamado arrogante por no querer develar mi vida a ella, era una vida muy larga y complicada, no estaba orgulloso de todo lo que había hecho y algunas cosas ella no las entendería , decidí dejar que con el tiempo ella iría conociendo, sumergiéndose en los secretos de la noche y aunque la tenia allí, dispuesta y dándome toda su vida para llevarla conmigo por ahora no podría compensarla de la misma forma, ella tendría mi presente, mi futuro quizá pero no podía hacerla conocedora de mi pasado a menos que compartiera la maldición en la que vivía noche a noche pero ese día no llegaría, Juliette, la hermosa mujer una vez cortesana seria siempre hermosa, siempre...humana -Tu misma es a quien quiero, sin caretas, ten algo por seguro, el que tienes frente a ti se presenta en este momento aquí de la misma forma. No estoy seguro de reconocer quien soy en este momento, nunca me había comportado así...solo sé porque lo hago, la razón eres tú y con ello no me importa llegar a descubrir quien fui o quien soy ahora, me importa estar contigo- fueron mis palabras y por un momento desvié la mirada de la suya, sabía que ella quería un Dorian por completo pero era alguien que no existía, solo podía tener a quien estaba en esa habitación aquella noche.

Una mujer que se merecía ser correspondida de la misma forma, tal vez si la vida le hubiera llevado un humano, un hombre sin secretos, todo hubiera sido diferente pero ella estaba en manos de un vampiro. Se alejo hacia la cama, seguramente pensando en lo que acababa de decirle, en la propuesta, una oferta en la que solo le aseguraba poder estar a su lado, llevarla conmigo, lo que pasara después de ello era un enigma que nos tocaría vivir pero eso era lo que quería, vivir y no pasar un día más pensándola sintiéndome sin vida alguna. Yo estaba frente a la puerta, esperando una respuesta, esperando una reacción, tal vez ella se arrepentiría y pensara en que si quería a ese vampiro su vida podía ser más difícil y yo lo respetaría pero una vez más esperaba que la suerte se dignara en acompañarme y que me diera la oportunidad de darle todo lo que tenia, lo que ella quisiera, después de todo le dije que cumpliría sus otros sueños, aquellos por los que estuviera luchando y mismos que solo podían ser alimentados hasta entonces en ese lugar.

La observe mientras pensaba, la observe cuando se puso de pie una vez más para ir hacia mí y darme una respuesta que me tranquilizo más de lo que pensaba, respondí a su beso con el deseo de hacerla mía en ese mismo instante, en ese mismo lugar sin embargo tendría que esperar un poco más. Un beso tras otro, mas deseo, mas satisfacción de saberla mía de la misma forma en que ella quisiera que fuera suyo, podía pedirlo, el hombre que ella había transformado con su dulzura estaba dispuesto a tratarla como a su reina, no había nada más que pensar -Te tomare como mi mujer, como mi reina, como mi vida...lo eres de ahora en adelante- respondí después de besarla una vez más. Ella dejaba ese mundo, dejaba su vida, yo había decidido olvidarme de los obstáculos, tal vez una vez más por ser impulsivo pero estaba decidido a que nadie de quienes me rodearan podría opinar al respecto, era mi decisión y estaba tomada, era mi vida y ahora ella era parte de la misma.

La deje un momento y me dirigí a un guardarropas donde solo vi vestidos atrevidos, escogí el mas 'normal' entre ellos y se lo alcance mientras ella mencionaba que antes tenía que hablar con su hermana -Vístete- le dije torciendo una sonrisa mientras observaba su escultural cuerpo, creo que esa sería la primera y última vez que le diría que se vistiera pues prefería verla desnuda, en su esplendor, mucho más hermosa que una Venus -Bien, puedes ir a hablar con ella mientras yo me ocupo de él- señale al cadáver, deje ese vestido sobre su cama y finalmente abrí la puerta, antes había agudizado los sentidos para saber si había alguien cerca pero no lo había. Salí un momento dejándola en la habitación y baje las escaleras para llamar a Bryan quien acudió a paso veloz, en el camino de regreso le explique que quería que sacara el cadáver por la parte trasera del burdel, durante la noche saldría a un oscuro callejón desolado donde le daría el tiempo de llamar al carro y ocultar el cadáver en el baúl de este.

Antes de entrar a la habitación me fije si Juliette ya estaba vestida, le dije al guardia que esperara en la puerta, si alguien aparecía el ya sabía qué hacer, más bien llevaba conmigo de guardia alguien que también poseía la habilidad de control mental por lo que era fácil poder controlar a los humanos. Cerré la puerta después de entrar y me acerque a ella dándole un beso en el cuello -Tal vez necesites tiempo para hablar con tu hermana, preparar tus cosas, despedirte de tus compañeras...si deseas puedo esperar afuera o venir dentro de unas horas- le dije quitando un mechón de su cabello de su rostro. Si ella deseaba ese mismo día me la llevaba para la abadía, dentro de unos días podía llevármela a Londres, allí podría olvidar Paris y empezar a vivir sus sueños, estaría a mi lado y haría lo posible por hacerla feliz ¿acaso no se lo merecía?, algo irónico que un vampiro pudiera otorgar felicidad a un humano pero eso estaba por verse -Solo te pediré un favor, no le cuentes a tu hermana quién soy- finalice, Juliette seria inmersa en mi mundo, no era necesario nadie más para ello lo que de por si resultaría desde el principio difícil.
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Retomando mi vida [Dorian] Empty Re: Retomando mi vida [Dorian]

Mensaje por Juliette Blackwood Vie Feb 18, 2011 10:09 am

Era ilógico todo lo que ocurría, no le veía ningún sentido a nada, y por eso lo valoraba aun más, había tantas opciones posibles para mi relación con Dorian y fue la que parecía más lejana e imposible la que se volvió inevitable. Es que era inútil seguir luchando contra ello, seguir torturándose intentando negar lo innegable, lo mejor era dejarse llevar, como la corriente de los ríos arrastra las hojas caídas de los árboles a su paso, probaríamos nuestro propio curso, probaríamos intentar un camino en común, en el que yo avanzaría a tientas y con los ojos vendados, sin saber por dónde caminaba, porque no sabía nada de él, y por lo visto no sabría mucho más. Mis mejillas se sonrojaron visiblemente cuando él dijo lo que con tanto recelo me había esmerado en guardar de ojos ajenos –Me has leído a la perfección, has visto lo que nunca nadie había visto de mi- susurré recibiendo su beso y llenándolo de caricias. Mientras yo no sabía nada más de su persona, él podía leerme como su fuese un libro abierto, y yo no me negaba a que eso fuese así, aun así había cosas que estaban guardadas en el fondo de mi ser, detalles, detalles que era mejor olvidar por una u otra razón, en cierto punto le entendía, pero eso no quitara cierta angustia que sentía por no saber nada. Me limité a asentir en silencio, desviando la mirada hasta el suelo –Lo acepto- añadí más tarde.

Suspiré intentando poner lo que sentía en orden para dejar atrás esa angustia, preguntándome si algún día llegaría a saber algo de su vida, aunque fuese un mínimo de su existencia, decidí dejar de pensar en ello y respetar su voluntad, a pesar de no compartirla. No sacaba nada con seguir dándole más vueltas al asunto en mi cabeza, solo conseguiría amargarme, cosa que no ayudaría a nadie, estaba segura que ya surgirían muchas cosas más importantes de las cuales debería preocuparme y en las cuales centrar mi atención. Me apoyé en su pecho –Las caretas quedan fuera de este juego, solo seremos tu y yo, seremos nuevas personas jugando a descubrirse poco a poco cada noche- dije algo más tranquila, buscando seguridad en lo más profundo de mí mientras hablaba y le sonreí dulcemente –Es la primera vez que soy causa de algo que no sea una pelea- reconocí algo avergonzada antes de robarle un beso.

Mi vida había cambiado desde que lo había conocido aquella noche lejana, ajena, y distante, la vorágine de la vida se había encargado de dejarla atrás, volviéndola el punto de partida de algo mucho mayor. Dejaría todo, dejaría el burdel y la profesión más antigua del mundo, dejaría mi vida y a mi única familia, y por sobretodo renunciaría voluntariamente a la luz del día, para acompañarlo a él en sus noches. Era distinto a lo que vivía hasta ese momento, obligada por mi trabajo a vivir de noche, ahora sería una opción, una decisión tomada por mi misma y no dudaba de ella, sería una humana compartiendo las noches de un vampiro, me parecía una decisión acertada, quizás estaba cegada por mis emociones y mis sentimientos, pero no quería pensar en ello. Ya me había decidido, no cambiaría de opinión.

Sellé a base de besos aquella trascendental decisión, besos llenos de pasión contenida que esperaba algo para ser desatada, firmándola con dulces caricias, la frialdad de su piel me era reconfortante en aquel momento. Cerré los ojos sintiendo su cercanía, disfrutándola, era eso lo que quería, me gustaba la sensación que me provocaba. Me costó procesar sus bellas palabras, sorprendiéndome, era muy fuerte para mí ya que le daban sentido a todo aquello que estaba ocurriendo, cada una de sus palabras calaron fuerte en cada fibra de mi ser. Me quería como su mujer, aquellas palabras cambiaron mi mundo, no lo podía creer, le miré algo abrumada –Tu mujer… tu reina… tu vida. ¿Y qué puedo ofrecerte yo?- pregunté más para mí misma que para él, con el corazón latiendo como vuelto loco. No me imaginaba a mi misma como una reina, era una simple puta, que sabía yo de protocolo, de clase, no tenía ni la mas mínima idea, no tenía ni siquiera educación –Solo puedo ofrecerte mi ser y mi corazón, nada más tengo- le dije rozando mis labios con los suyos, aceptando lo que decía, sintiendo como si cada palabra enredase más y más las cosas, volviéndolas cada vez más hermosas y complejas.

Lo vi ir al armario y revisarlo en busca de algo apropiado, sin embargo sabía que no lo encontraría en ese lugar, era solo ropa que utilizaba para el trabajo, nada era apropiado para la mujer en la que me convertiría, eso era algo que debía asumir, debería cambiar mi forma de vestir, debería hacer muchas cosas para estar a la altura de aquella nueva situación que tenía por delante. El proceso sería un cambio tanto interno como externo, por que debería además dejar atrás la mentalidad de prostituta, la ropa y la apariencia eran una mera superficialidad y eso yo lo sabía. Asentí cuando me tendió el vestido y me quité su capa, dejándola estirada sobre la cama –Creo que tengo algo más recatado- sugerí yendo hasta uno de los baúles que estaban al pie de la ventana, me arrodillé para rebuscar en su contenido y saqué un sencillo vestido azul claro. Me puse de pie enseñándoselo –¿Te parece mejor?- le pregunté sonriendo nerviosa, la perspectiva de despedirme de Claire me tenía así, no dije nada al respecto, la conocía bien sabía que aquello sería un drama de aquellos. Paso a paso sentía que me iba sumergiendo en una tragedia griega…

Lo vi salir de la habitación y busque ropa interior para comenzar a vestirme en silencio, empecé a enfundar la ropa en mi piel intentando no pensar por algunos minutos, me despedía de aquel lugar preparándome para dejar todo aquello. Me puse finalmente el vestido, sentándome frente al tocador para peinar mis cabellos, ¿qué haría? ¿cómo se lo contaría a mi gemela? Me quedé ahí pegada en mis pensamientos, pasando una y otra vez el peine por mis cabellos, por lo que no noté cuando él volvió a la habitación hasta que me sobresalté al sentir sus fríos labios en mi cuello. Me mordí el labio inferior mientras lo oía –Vamos ahora, llevemos las cosas y salgamos de aquí, mientras más lo extienda más duro será, sería extender la agonía. Mañana puedo venir en el carruaje a hablar con ella. Te aseguro que no se lo tomará nada de bien, Claire es algo… sobreprotectora. Por eso es preferible que hable sola con ella, si vengo mañana al menos no estarás aquí para que te culpe- dije con seriedad mirándolo de reojo y dejando el peine sobre el tocador, acaricié la mano que tenia sobre mi rostro. La decisión estaba tomada y ya no había vuelta atrás volvería a aquel burdel solo para despedirme de mi hermana, tenía toda una nueva vida por delante, al lado de un hombre encantador que quería cumplir mis sueños y que se preocupaba por mí, y lo más importante era que me quería y que era a quien yo quería. Asentí a su petición –No te preocupes no le diré nada, seré cuidadosa en ello. Pero…- jugueteé con mi cabello, si era estábamos siendo sinceros era mejor advertirle –Que no le diga no significará que no se entere, lo más probable es que logre por sus propios medios, y créeme que no se demorará mucho en hacerlo- me preguntaba cuanto le tomaría averiguarlo, y cómo reaccionaría al saberlo. No podía anticiparme a ella, ella tenía sus medios para conseguir las cosas y eran bastante efectivos.

Había ocurrido lo mismo que en aquel primer encuentro, nuevamente el comienzo de aquella noche en brazos de un cliente parecía lejano, la decisión de volver al trabajo se había convertido en la de dejarlo finalmente. Nuevamente una noche cambiaba toda mi existencia, esa noche era comienzo de una nueva vida, esa noche me sumergiría en un nuevo mundo desconocido para mi, afrontaba todo aquello sin miedos, decidida a hacer las cosas bien.
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Retomando mi vida [Dorian] Empty Re: Retomando mi vida [Dorian]

Mensaje por Invitado Vie Mar 04, 2011 9:15 pm

Me plació escuchar de sus labios que ella aceptaba la única verdad irrefutable, el que yo la quería y eso era lo que debía importarle, no como así mi pasado, unos cientos de años más oscuros que la noche. Las ideas aun no las tenía bien claras, ni siquiera había planeado todo lo que estaba sucediendo, hace ya casi una hora que había llegado a ese lugar solo con el deseo de verla y ahora tenía el deseo de llevármela, de raptarla de ese mundo y llevarla al mío, no era una gran proposición la de entrar al mundo de un vampiro pero solo dentro de él estaba todo lo que yo podía ofrecerle -Lo que descubras podría aturdirte es por eso que solo te pido que tengas presente quién soy hoy, no soy un príncipe Juliette, mi vida es la de un rey pero no todo es tan bueno como podrías verlo a simple vista- respondí entre algunas caricias que le daba pensando en que con el tiempo ella iría entendiendo a que me refería, no era necesario decir más por ahora. Lo que me importaba mas era ella, poderla adaptar y hacer que se sintiera cómoda en la nueva vida que le esperaba -Lamento que estés equivocada, has sido causa de una pelea conmigo mismo y me alegro que hayas ganado en ella- dije después de responderle al beso.

Noches enteras las había pasado en esa lucha, el pelear contra el deseo de volverla a ver y aun mas, de aceptar que podía llegar a sentir algo por aquella mujer, aquella que una vez pensé podría ser algo tan pasajero como cualquier otra mujer que hubiera tenido en mi vida, tan equivocado estaba que recién podía darme cuenta de la relevancia de su sola presencia en mi vida. Un beso tras otro se hacían sentir sus labios en los míos y viceversa, caricias que iban y venían, mas deseo, más tiempo que recuperar en segundos por los días perdidos. Nos deteníamos solo para decirnos algunas palabras, aquello que era necesario decir aunque en adelante el tiempo era nuestro para pasar largas horas de nuestras vidas conversando, sin embargo lo que tenía que ser dicho fue dicho en el tiempo y lugar exactos por más irónico que esto pareciera -Tu ser, tu corazón, tu compañía, tu Juliette eres todo, no necesito nada más de ti que a ti- respondí torciendo una leve sonrisa admirándola de cerca ya que casi no existía ninguna distancia entre nuestros rostros.

Ella sería mi mujer, una humana que había doblegado la voluntad de un vampiro, ella por quien la maldición de vivir cientos de años había encontrado la mejor de las razones en mucho tiempo, haber esperado todo ese tiempo para encontrar algo como ella, un diamante ocultando su propio brillo, una luz tenue y delicada en medio de esta inmensa oscuridad que yo solía llamar existencia. Ella misma anteriormente hundida en la suya, alimentando sueños que parecían lejanos, yo que sabía de esto, mis sueños eran espacios vacios en medio de la nada. Decidí que al ofrecerme ella su ser yo haría lo mismo, dedicando en adelante cada noche a alimentar sus sueños por todos los medios por los que me fuera posible hacerlo. Tiempo de hacerlo, de darle a una reina el tratamiento de una reina, de darle a una compañera el lugar que le correspondía al lado de quién más anhelaba su felicidad. Ella no poseía la eternidad pero con su sola mirada podía detener el tiempo, hacer que por un momento fuera aquel a quien las arenas del tiempo habían sepultado con su muerte mortal.

La hora de partir era aquella, su cuerpo desnudo se vería por última vez allí. En su guardarropa solo se encontraban vestidos de cortesana, reconocí aquel con el que la había conocido, tome ese para extenderlo hacia ella pero ya no estaba donde la había dejado parada. Mi mirada la busco encontrándola al pie de un baúl de donde ella sacaba otra ropa, me mostro algo y yo asentí -Ponte aquello con lo que te sientas más cómoda- respondí y luego me retire dejándola para que se vistiera. Al estar en el pasillo una extraña sensación me invadió, aquella que por una parte me emocionaba en haber tomado la decisión final de ir a ese lugar y por otro lado ese temor a lo desconocido, a volver a algo de lo que tantas veces jure olvidarme y dejar con mi humanidad. Baje las escaleras pensando en ello, tratando aun de mantener en la oscuridad esa parte de mi vida y lo logre, Bryan se dio cuenta de mi presencia y corrió a darme encuentro, al subir le di las instrucciones sobre el cuerpo y que también debía mandar a alguien a limpiar la sangre del suelo, apenas unas gotas pero era necesario que lo hicieran.

Al llegar nuevamente a la puerta del dormitorio el guardia se quedo esperando y vigilando allí, yo entre y me la encontré arreglándose el cabello, para cuando me acerque a besarla una vez más ella me afirmaba querer partir de inmediato, no podría decir que esa respuesta no me satisfizo, era justamente lo que esperaba escuchar -Entonces toma tus posesiones más valiosas, es hora de irnos...si ella llega a enterarse o no después no importa ya, estaremos lejos para cuando se dé cuenta- le dije y la deje terminar de arreglarse, regrese a la puerta y la abrí para que Bryan entrara, saludo a Juliette como a una dama haciéndole una venia y seguido se ocupo del cadáver envolviéndolo en una de las sabanas de la cama y luego saliendo por la puerta cargado de él revisando antes si el camino estaba despejado -Llévalo al baúl del carro, nos desharemos de él en el camino- le instruí antes de que saliera y el obedeció.

Deje la puerta abierta, espere a que Juliette terminara de estar lista y cuando vi que lo estaba decidí darle un par de minutos más para que se despidiera de aquel lugar, después de todo lo vería por última vez -Está bien que sientas tristeza pero piensa que este es el día que has estado esperando, no huyas de él, no huyas de mí- dije mirándola con ternura y le extendí la mano. Llevaba mi capa en la otra mano preparada para volverla a poner sobre sus hombros cuando ella se acercara y así lo hice cuando nos encontramos en el marco de la puerta. Unos pasos se escucharon cercanos, una mujer apareció en medio del pasillo oscuro, llevaba un balde con agua y un trapo en la mano, su mirada estaba perdida por lo que me di cuenta que Bryan la había hipnotizado tomando el control de su mente como le había dicho, para que alguien limpiara la sangre del piso. Paso en medio de los dos como si no estuviéramos allí, se agacho y empezó a fregar el piso con el trapo después de remojarlo en el balde de agua.

Sin decir nada la tome de la mano, y la conduje a través del oscuro pasillo para luego bajar las escaleras. Un corredor adyacente nos llevo a la puerta trasera del lugar donde el carruaje ya esperaba al final del callejón, Bryan ya había abierto la puerta al vernos salir por el callejón y tendió la mano para ayudar a que Juliette subiera al carruaje mientras se encargaba de guardar su equipaje en la parte delantera. Subí detrás de ella y Bryan cerró la puerta. Una noche hace algún tiempo había sido la misma escena, ella iba con los ojos vendados, yo acabando de conocerla -Esta vez no serás una visitante de una sola noche, esta vez tus ojos no estarán cegados pero si serán testigos de una eterna oscuridad- dije tomándola de la mano y dándole un beso en esta.

El carruaje empezó la marcha, recorrimos las calles de Paris y a las afueras hicimos una parada donde Bryan se quedo con el cuerpo del pobre desafortunado, debía convertirlo en ceniza y luego regresar a la abadía. Nosotros continuamos nuestro rumbo, el mismo camino, el mismo destino que aquella noche pero consientes que esa noche no terminaría ni hoy ni mañana, esa noche que siempre era eterna para mí se convertiría en la eternidad para ella. Así fue la historia, había una vez una niña nacida en Inglaterra cuya fortuna no le sonrió al nacer, viajo a Paris para convertirse en cortesana soñando con que algo mas grande llegara un día a su vida, en el carruaje estaba el cadáver de una cortesana y una niña que acababa de renacer, regresando pronto a su patria a tomar su lugar de condesa habiendo conquistado el corazón, aunque inerte, de un rey. También había una vez un vampiro que perdió su humanidad en la oscuridad de la eternidad, su vida era un misterio y aunque amaba a aquella mujer estaba seguro de algo, el misterio siempre seria misterio.
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Retomando mi vida [Dorian] Empty Re: Retomando mi vida [Dorian]

Mensaje por Juliette Blackwood Mar Mar 22, 2011 8:39 pm

En aquel momento íntimo, era como si el tiempo nos hubiese otorgado la dicha de detenerse solo para que nosotros disfrutásemos de aquel efímero instante, el veleidoso tiempo por primera vez estaba a nuestro favor, todo a nuestro alrededor parecía detenido en función nuestra. ¿O era acaso que ya más nada importaba? Fuese como fuese, me quería aferrar a ese instante final en el burdel, quería poder atesorarlo en algún momento más adelante, pues no era un evento cualquiera, sino que marcaba un quiebre en lo que hasta entonces había sido mi vida, así como conocerlo se había transformado en una coyuntura, que marcaría el devenir de mi existencia. Lo oí con atención, sabía que sus palabras podían llegar a ser de vital importancia de ahora en más, asentí silenciosa, mientras meditaba cada una de ellas, pensando un poco antes de contestar -No te preocupes, estoy consciente de ello, se quien eres y tengo claro que nada será fácil. Pero también tengo clara otra cosa, estoy segura de poder sobrellevarlo- exclamé con vehemencia y decisión, antes de robarle un rápido beso.

Me apoyé en su pecho, sintiendo la frialdad aun a través de la ropa, sentía la paz, la seguridad que me otorgaban sus brazos, era como si un rompecabezas al fin comenzara a tomar forma y las últimas piezas desaparecidas hacía ya mucho tiempo, encontraran su lugar. ¿Cuántas veces había soñado despierta con el momento de dejar por fin el burdel? Habían sido tantas que había perdido la cuenta, pero no se parecían en nada a lo que estaba ocurriendo en ese instante, era mejor de lo que uno vez pude soñar, a pesar de que aquel momento cargaba con el peso de un inocente que había muerto para que pudiésemos estar juntos, pero no sentía culpa. Le acaricié las mejillas y le sonreí, un beso y otro más –Eso será lo que tendrás entonces, no te fallaré, no te faltaré- Le ofrecía todo lo que tenía y todo lo que podría llegar a ofrecerle a alguien, aunque supiera que el mundo podía catalogarlo como una locura de parte de ambos, mía por irme así como así con un vampiro dejando todo cuanto tenía y suya por llevar a una ramera a vivir con él.

Di unos pasos por alrededor de la habitación como si quisiera grabar en mi mente cada detalle de aquel lugar en que había pasado tanto tiempo. Conocía cada grieta de esas paredes, cada tabla de ese suelo, toqué la cama y las sabanas, ¿Con cuantos hombres había estado en ellas? Mi mente iba y venía, lo miré a él como excusándome por aquello, pero eran varios años de mi vida los que dejaba atrás, y toda una forma de vida. “Adiós Zaphire” pensé alejándome de esa cama, ahora era Juliette la que tomaba al fin las riendas de su vida, viviría siendo yo, ya no tendría que ocultarme tras una careta, tras un disfraz. Tendría que descubrirme a mi misma, por que con suerte sabía cual era la verdadera yo, pero lo cierto es que sabía me tenía demasiado por delante, tenía mucho que estudiar y mucho que pulir. Durante años había asumido con actitud digna y orgullosa la profesión más antigua del mundo, y seguiría con el mismo orgullo asumiendo mi pasado, aunque esperaba que eso no le costase demasiado caro a Dorian.

Lo miré con curiosidad, pues dejaba en mi la difícil decisión de cómo me vestiría, era un decisión poco trascendental que en nada afectaría el resto de mi existencia, pero aun así no sabía que usar, podría intentar acostumbrarme desde ya a vestir como una dama recatada o tomarme la licencia de vestir por una ultima vez como la puta que había sido hasta ese día, una bien pagada, que se encontraba fuera del alcance del común de los hombres. Opté por el vestido más tradicional, debería acostumbrarme a ellos, solo por probar.

Más besos y más caricias, asentí a sus palabras y una pregunta surgió en mi “¿Qué llevo? ¿Qué es lo suficientemente valioso para rescatarlo de esa vida?” Saludé con un sutil gesto de cabeza a Bryan y me sentí algo extraña con su respetuoso saludo, no podía negar lo raro que era que alguien me saludara. Tomé el espejo y el cepillo del tocador, me los había regalado mi madre hacía ya mucho tiempo, era uno de los pocos recuerdo que guardaba de ella, me acerqué al baúl y rebusqué en él, tomé unos libros viejos y desgastados, y varias bolsitas llenas de dinero y joyas, aquellas cosas tenían un importante valor sentimental, eran el fruto de mi esfuerzo, de todo mi trabajo, metí todo en una caja más pequeña, que ya contenía algunas cosas en su interior. Cerré los ojos y derramé una solitaria lágrima, cerré el baúl así como cerraba aquel capitulo de mi vida. Alcé la vista y sacudí la cabeza, emprendí camino hacia la puerta aferrándome a las cosas que me llevaría, le dediqué una mirada a Dorian y le sonreí.

Estaba preparada para ese momento, tomé su mano y la estreché con la mía, sus palabras me tranquilizaron y derramé algunas lágrimas más en silencio y miré por sobre mi hombro la habitación –No huyo, no quiero hacerlo, he estado lista para este día desde antes de saberlo- susurré e intenté dejar de llorar, dejándolo poner la capa sobre mis hombros, sentí el peso de esta sobre mis hombros, quizás era el peso del mundo en el que desde ahora me involucraba. No tomé demasiado en cuenta a la mujer que entraba, era una de las camareras del burdel, simplemente me deje guiar fuera del lugar, silenciosa y espectante, cada paso me hacia sentir un poco mas libre, como si poco a poco se soltaran las ataduras que me ligaban a ese burdel, a mi trabajo… Salí al callejón sintiendo la fría brisa sobre mi piel, miré el carruaje y suspiré “Aquí vamos”, tomé la mano que Bryan me tendía para subir al vehiculo –Gracias- le susurré con un hilo de voz.

Me acomodé para esta vez ser testigo del viaje a mi nueva morada, emprendimos camino –Un nuevo rumbo, una nueva vida, este es un comienzo- y nos alejamos del que hasta entonces había sido mi mundo, nos alejamos para nunca más volver. Mi más oculto sueño esa noche se hacía realidad, un hombre había visto más allá de mi profesión, y me había sacado de esa vida como tanto había anhelado. Ya no era más una prostituta, ahora noche tras noche sería para un mismo hombre, me había confinado por voluntad propia a vivir de noche, lo cierto era que nunca había tenido tantas esperanzas como en ese entonces... "Adios burdel" A partir de aquella noche mi mundo era otro, a partir de aquella noche todo sería distinto.


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