AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Retomando viejos caminos
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Retomando viejos caminos
“Es imposible tenerlo todo, sin embargo,
es indispensable aspirar a ello”
10:30 PM/Plaza de Paris.
Ya era hora para regresar a la posada donde se hospedaba, pero Milo se preguntaba si importaba realmente que lo hiciera. No tenia ni hambre ni sueño, y la noche Parisina congeniaba con el clima para ser un espectáculo hipnotizador, como el mirar de los vampiros. El teniente se abstraía paseando por las callejuelas principal de la capital, montado sobre su semental: Un humilde Alazán, de color rojizo muy saludable. Como lo había hecho de mas joven, tiro de las riendas para que el animal cambiara su destino, dando vuelta en un boulevard vació que tenia como único destino la plaza principal de París. Se dirigió a ella, preguntándose que había pasado con los bulliciosos Parisinos. Para ser tan temprano había muy pocos andantes nocturnos alrededor.
Disminuyo el trote del corcel, rodeando la plaza como quien inspecciona la escena del delito. Un suspiro largo se escucho de pronto. Aquel silencio podía resultar una delicia, aunque no sabia que fuera mejor: Si esa paz momentánea y mágica, o la euforia del desenfreno, posiblemente ambas se daban la mano pues sus sabores eran como el agrio y el dulce. Un vagabundo se acerco pidiendo y limosna, rompiendo el momento de ensimismamiento del Teniente. Con el ademan de su mano en invitación a que se acercara, saco de su bolsillo un par de monedas que le ofreció, tenia cierta debilidad por esas ruines y miseras personas.
No escucho los agradecimientos del parisino, pues sus ojos se posaron en una dama que caminaba unos metros mas adelante.
Disminuyo el trote del corcel, rodeando la plaza como quien inspecciona la escena del delito. Un suspiro largo se escucho de pronto. Aquel silencio podía resultar una delicia, aunque no sabia que fuera mejor: Si esa paz momentánea y mágica, o la euforia del desenfreno, posiblemente ambas se daban la mano pues sus sabores eran como el agrio y el dulce. Un vagabundo se acerco pidiendo y limosna, rompiendo el momento de ensimismamiento del Teniente. Con el ademan de su mano en invitación a que se acercara, saco de su bolsillo un par de monedas que le ofreció, tenia cierta debilidad por esas ruines y miseras personas.
No escucho los agradecimientos del parisino, pues sus ojos se posaron en una dama que caminaba unos metros mas adelante.
Milo Van Dyck- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/02/2011
Edad : 33
Re: Retomando viejos caminos
Aquel par de ojos grises observaba la casa de donde acababa de salir. La chica se preguntaba si de verdad nadie la veía al salir o simplemente la veían pero no le decían nada. Observó cada detalle, incluso intento ver un poco más de tiempo las ventanas y la puerta, aquello le indicaría si alguien la veía desde adentro o no, pero nadie aparecía, nadie se podía percibir ni con la tenue luz de la luna. Sonrió ampliamente mientras se giraba con suavidad y comenzaba a caminar por aquellas calles solitarias de París. Para una chica cualquiera hacer ese tipo de cosas probablemente era arriesgar su vida, pero para la castaña aquello le resultaba un poco tranquilo y normal. Después de ser atacada por un hombre lobo, conocer a varios vampiros y cuidar de un cambia formas creía que las cosas no podrían empeorar así que corría los riesgos de la noche para poder maravillarse aun más con la ciudad, para poder conocer y sentirse libre. No tardó mucho tiempo en encontrar una de las calles principales, la chica daba gracias a ver la gran iluminación de la ciudad a pesar del vació. Sonrió para si misma y se froto los brazos por encima de su abrigo negro. De vez en cuando una que otra mirada se posaba en ella y esta solo dedicaba una hermosa sonrisa y seguía caminando, sin parar hasta poder llegar a aquel punto de reunión de ricos y pobres, negros y blancos, donde solo aquellos que sabían apreciar y ver con amor la ciudad podían llegar y disfrutar de cada pequeño detalle.
Dentro de aquella plaza Doreen observaba a su alrededor queriendo saber que había tras cada color, cada pared y cada mirada con solo contemplarlos, pero aquello lamentablemente no era posible por eso se sentó en una de las bancas del lugar para poder dibujar lo primero que llamará su atención. En medio del parque pudo captar a una pareja, el hombre traía en manos a un pequeño de cabellos rubios que este a su vez traía un carrito de madera colgando de su brazo dormido ya en brazos de su padre. La mujer los miraba con amor, con devoción. Doreen capto esa imagen en sus hojas, haciendo una de sus obras más hermosas. Al poco tiempo después de acabar aquel retrato observo a un hombre ensillado, que avanzaba con elegancia y caballerosidad por la plaza, aquel rostro se lo hizo conocido pero tal vez no lo era y para no cometer alguna imprudencia la chica decidió levantarse de su asiento y caminar. Su curiosidad fue mayor que su miedo a no hacer lo correcto. Había dado la media vuelta caminando de manera "despreocupada" hacía el caballero que se acercaba. Quería verle, necesitaba verle para poder reconocerlo pero su timidez era mayor. De pronto no pudo seguir más, observo las patas del animal que tenía enfrente y no pudo evitar subir su mirada hasta encontrarse con aquellos hermosos ojos que había visto en otra ocasión - Buenas noches joven Van Dyck - Musitó la chica dando unos pequeños pasos hacía un lado para dejarlos pasar.
Dentro de aquella plaza Doreen observaba a su alrededor queriendo saber que había tras cada color, cada pared y cada mirada con solo contemplarlos, pero aquello lamentablemente no era posible por eso se sentó en una de las bancas del lugar para poder dibujar lo primero que llamará su atención. En medio del parque pudo captar a una pareja, el hombre traía en manos a un pequeño de cabellos rubios que este a su vez traía un carrito de madera colgando de su brazo dormido ya en brazos de su padre. La mujer los miraba con amor, con devoción. Doreen capto esa imagen en sus hojas, haciendo una de sus obras más hermosas. Al poco tiempo después de acabar aquel retrato observo a un hombre ensillado, que avanzaba con elegancia y caballerosidad por la plaza, aquel rostro se lo hizo conocido pero tal vez no lo era y para no cometer alguna imprudencia la chica decidió levantarse de su asiento y caminar. Su curiosidad fue mayor que su miedo a no hacer lo correcto. Había dado la media vuelta caminando de manera "despreocupada" hacía el caballero que se acercaba. Quería verle, necesitaba verle para poder reconocerlo pero su timidez era mayor. De pronto no pudo seguir más, observo las patas del animal que tenía enfrente y no pudo evitar subir su mirada hasta encontrarse con aquellos hermosos ojos que había visto en otra ocasión - Buenas noches joven Van Dyck - Musitó la chica dando unos pequeños pasos hacía un lado para dejarlos pasar.
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Re: Retomando viejos caminos
Si algo había salvado a Milo en las guerras donde lucho y en las cacerías de media noche era precisamente su excelente visión. Esa noche, por supuesto, no se había equivocado, desde la lejanía había reconocido a la dueña de esos ojos sinceros. Sin embargo no hizo ademan alguno de reconocimiento, permitió que fuera ella la que observara y sospechara, que incluso llegara a dudar. Siguió con una sonrisa muy discreta el temor de sus pasos y seguidamente el valiente saludo.
- Resulta siempre como una grata aparición, Señorita Doreen – Saludo, incluso también dejo a su sonrisa ser mas abierta. La naturaleza de su compañera tan suave y delicada en contraste con su reacio temperamento hacían de ella alguien del agrado del Teniente. No llevaba demasiado conociéndola, con suerte uno que otro encuentro casual sin embargo ya podía dar por sentado aquel humilde afecto.
Un par de pasos mas del caballo y se detuvo aun lado de la dama. Con una gracia natural Milo se bajo en un ligero salto, el caballo se removió un poco pero basto el tironeo de las riendas para que volviera a mostrarse dócil y majestuoso ahí donde lo dejo.
- ¿Puedo este caballero suyo saber que hace usted paseando sola por estas calles?- No puedo evitar preguntar, mostrando una expresión curiosa y afable.
Milo Van Dyck- Humano Clase Alta
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Re: Retomando viejos caminos
Algo que la chica podía resaltar de su acompañante era la manera tan galante y recta que siempre poseía, la manera tan caballerosa como la trataba incluso podía sentir que aquel caballero la protegería de cualquier peligro. Ella podía ver ese brillo en los ojos de Milo que la hacían verse a ella misma. Aquel joven viajero se había vuelto parte de sus pensamientos, se había descubierto torpemente pensar en él lo atribuía a las buenas platicas que ambos sostenían, a lo misterioso que él podía ser para ella, ese mundo por querer conocer. Al notarlo bajar dio varios pasos para atrás temiendo que el caballo se alebrestara y pudiera lastimarla, ya tenía suficiente con lo que le había pasado con aquel hombre lobo, suficiente con aquella caída cerca del vampiro, otro accidente ya no sería para nada agradable, pero su acompañante parecía tener una facilidad para poder controlar a aquel animal que hizo que la chica volviera a acercarse. Se atrevió a acercarse a depositar un beso suave en su mejilla pero no duro mucho ya que la cercanía con él la ponía nerviosa y prefería no mostrar aquella parte de ella, escuchó su pregunta con atención y sonrió - Me gusta poder conocer París de noche - Confesó la chica mientras sacaba su libreta de dibujos y se la enseñaba - Además... He tomado nuevos retratos, la gente de aquí es tan interesante - Giró su rostro esperando buscar a aquella pareja con su hijo, pudo notar a lo lejos el carrito cayendo aun de la mano del niño pero ya era una imagen algo borrosa, se imaginó que tal vez era hora de volver a casa. Volvió a girar su rostro hacía su acompañante, ese par de ojos que parecían imanes para ella aun seguían contemplando su rostro. Se preguntó ¿Qué pesaría Milo en realidad de ella? Eso le daba curiosidad, querer saber aquello despertaba mucho interés tal vez algún día se lo preguntaría.
De pronto Doreen subió la mirada al cielo y esta señalo la gran luna que se mostraba de manera imponente sobre ellos - Ella me acompaña, todas las noches, así como su acompañante de caminos - Fue entonces cuando la chica estiro su mano temblorosa hacía el caballo que Milo tenía bien domado. De primer momento la chica pensó que el caballo rechazaría su cercanía, pero este solo miraba a Milo y ella pudo acariciarlo con suavidad. - Parece que le agrado - Por primera vez en su vida Doreen había podido tocar un caballo, eso era completamente vergonzoso de confesar pero su padre siempre la mantenía encerrada, ni siquiera la dejaba ir a comprar a las ciudades cercanas, solo la educaba para servir de buena manera a su futuro esposo. - ¿Qué hacía usted a estas horas? ¿No es peligroso? - Pero después de hacer esas preguntas se mordió la lengua. La noche era más peligrosa para una señorita que para un caballero que tenía todas las de ganar en una pelea. - Nuestros encuentros han sido pocos, pero incluso más de los que imaginé tener con usted joven viajero, y parecen ser cada día más agradables - Sus palabras sinceras salieron sin ni siquiera ser pensadas. Aquel carmín ataco sus mejillas delatando su situación, dejo de acariciar al caballo y entrelazo sus dedos frente a ella intentando con esto permanecer quieta y no mostrar nervios.
De pronto Doreen subió la mirada al cielo y esta señalo la gran luna que se mostraba de manera imponente sobre ellos - Ella me acompaña, todas las noches, así como su acompañante de caminos - Fue entonces cuando la chica estiro su mano temblorosa hacía el caballo que Milo tenía bien domado. De primer momento la chica pensó que el caballo rechazaría su cercanía, pero este solo miraba a Milo y ella pudo acariciarlo con suavidad. - Parece que le agrado - Por primera vez en su vida Doreen había podido tocar un caballo, eso era completamente vergonzoso de confesar pero su padre siempre la mantenía encerrada, ni siquiera la dejaba ir a comprar a las ciudades cercanas, solo la educaba para servir de buena manera a su futuro esposo. - ¿Qué hacía usted a estas horas? ¿No es peligroso? - Pero después de hacer esas preguntas se mordió la lengua. La noche era más peligrosa para una señorita que para un caballero que tenía todas las de ganar en una pelea. - Nuestros encuentros han sido pocos, pero incluso más de los que imaginé tener con usted joven viajero, y parecen ser cada día más agradables - Sus palabras sinceras salieron sin ni siquiera ser pensadas. Aquel carmín ataco sus mejillas delatando su situación, dejo de acariciar al caballo y entrelazo sus dedos frente a ella intentando con esto permanecer quieta y no mostrar nervios.
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Re: Retomando viejos caminos
Suaves son siempre las caricias de las damas, especialmente de aquellas que son cándidas. Con una sonrisa de costado recibió Milo el gentil roce de sus labios y deslumbrarse con la sonrisa sincera. Por mas hermosas que fueran las calles de Paris, especialmente de noche, siempre había pensado que por ningún motivo las había considerado seguras. Había demasiados vándalos impulsados por el hambre, el frio o la codicia, dispuestas a rebanaros el cuello a la menor incitación… mas aun el peligro para una mujer como Doreen. Que además de ser una mujer hermosa tenía como único instrumento de defensa su cuaderno y pluma.
- La luna es una muy hermosa compañía, pero ¿no la considera muy engañosa? – Pregunto en tono algo retorico – La seduce a salir al peligroso exterior pero no le asegura protección---. Dando un paso atrás, le permitió acariciar al corcel que paciente se mantenía ya a su lado---. Si, se encuentra halagado de provocarle esa expresión emocionada– Sonrió solicito ---. ¿Le gustan estos animales?
El teniente enredo la cuerda en su muñeca, mientras que con la otra mano acariciaba el pelaje pelirrojo del animal. Era un caballo recién comprado y bastante bien entrenado ha decir verdad, sin embargo aun le faltaba mucho para poder tenerle la confianza suficiente para llamarlo “Su caballo”. Si algo había aprendido era que los animales no importa que tan domesticados estuvieran, podrían caer en el instinto al primer paso en falso. Tanto como los seres humanos, si lo pensaba bien.
- Por muy buenos que podrán ser sus dibujos hechos ahora, señorita Doreen, que por cierto ya tendrá que mostrármelos – Rio - para la próxima debería considerar la idea de salir acompañada. Y si, yo tampoco esperaba toparme con su persona tantas veces y en tampoco tiempo pero ciertamente no me molesta.
- La luna es una muy hermosa compañía, pero ¿no la considera muy engañosa? – Pregunto en tono algo retorico – La seduce a salir al peligroso exterior pero no le asegura protección---. Dando un paso atrás, le permitió acariciar al corcel que paciente se mantenía ya a su lado---. Si, se encuentra halagado de provocarle esa expresión emocionada– Sonrió solicito ---. ¿Le gustan estos animales?
El teniente enredo la cuerda en su muñeca, mientras que con la otra mano acariciaba el pelaje pelirrojo del animal. Era un caballo recién comprado y bastante bien entrenado ha decir verdad, sin embargo aun le faltaba mucho para poder tenerle la confianza suficiente para llamarlo “Su caballo”. Si algo había aprendido era que los animales no importa que tan domesticados estuvieran, podrían caer en el instinto al primer paso en falso. Tanto como los seres humanos, si lo pensaba bien.
- Por muy buenos que podrán ser sus dibujos hechos ahora, señorita Doreen, que por cierto ya tendrá que mostrármelos – Rio - para la próxima debería considerar la idea de salir acompañada. Y si, yo tampoco esperaba toparme con su persona tantas veces y en tampoco tiempo pero ciertamente no me molesta.
Milo Van Dyck- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/02/2011
Edad : 33
Re: Retomando viejos caminos
Por alguna extraña razón se sentía un tanto regañada aunque supiera que su tono de voz no era severo, podía ver preocupación en los ojos azules que tenía frente a ella. La chica no pudo evitar sonreír suavemente sin voltear a verle, en realidad se sentía completamente halagada por su preocupación, pocos eran aquellos que querían cuidar de su persona aunque para Doreen las palabras vienen y van es más importante la demostración que todo lo demás, pero suponiendo que ni ella misma se sentía algo estable en su vida en ese momento no podía exigir y las palabras serían lo mejor en este momento. Soltó un suspiro suave mientras dejaba de acariciar al acompañante del viajero - ¿Cree entonces que esta halagado? Entonces yo estoy el doble por ser tan dócil conmigo - La chica volvió a ver al caballo de reojo y luego siguió observando la expresión sería de Milo, no pudo evitar ver a la luna y por primera vez en su vida había pensado que la luna si era engañosa después de todo. - Tal vez sea engañosa pero me acompaña nunca me ha dejado - Sonrió con un aire de melancolía, si bien desde que había escapado de casa nunca había permanecido mucho tiempo con alguna persona en general, es decir un amigo, una amiga, alguien con quien platicar sin temor a que al día siguiente no volviera a regresar. Aquel animal se movió un poco inquieto y esta salto un poco en dirección al caballero, él la hacía sentir tan segura. Tomo su mano sin darle cuenta y después la soltó al verse muy cerca, su timidez era demasiado grande aunque quisiera poder seguir tomando su mano . - Si, me gustan, pero parece que ya lo puse inquieto - La chica sonrió con nerviosismo observando al animal con emoción, la verdad era que al no estar nunca cerca de uno no le ayudaba por completo a poder saber que hacer en esos casos así que era mejor apartarse un poco más por eso dio la vuelta y se paro en la banqueta invitando a Milo a acercarse un poco y no interrumpir el paso en aquellas hermosas calles parisinas. La noche sin duda era hermosa, demasiado clara, dejando ver por completo la luna y sus acompañantes las estrellas, el clima era agradable por lo que andar no era ningún problema y para Doreen la compañía ahora era perfecta.
Doreen observó la libreta entre sus manos al notar el interés de su acompañante, él siempre tan atento con ella por eso la chica siempre quería esmerarse en aquello para en su próximo encuentro mostrarle las cosas mejor elaboradas. Lo volteo a ver curiosa no pudiendo evitar la sonrisa nerviosa en su rostro - ¿Que a hecho con su retrato y el mio? - Sin duda alguna esa pregunta le interesaba demasiado, ya que ella había creado una imagen más de él dejándola en su baúl de recuerdos valiosos pero eso no lo tendría que saber al menos no ahora. Negó con la cabeza y esperando a que no se ofendiera mostró una sonrisa un tanto burlona en su rostro - Joven, ¿A quien puedo llamar para que me haga compañía plácidamente? ¿Con quién puedo contar sabiendo que dejará todo lo que esta haciendo para poder proteger mi cuerpo, mi mente, mi corazón de muchas cosas que puedan pasar en la noche? - Y por más que la chica de cabellos castaños claros se planteara aquellas preguntas en su interior no encontraba respuesta alguna. Tenía amigos pero no sabía a ciencia cierta si correrían a su llamaba de auxilio sin importar los peligros de la vida. Sin duda Doreen era una chica muchísimo muy frágil y delicada, pero en realidad podía ser fuerte, terca y bastante persistente. - Las burbujas Milo, siempre volvemos a la burbuja del otro - Sonrió recordando aquella palabra que este había dicho en una de las tantas noches que se habían encontrado - ¿Cómo va su llegada a París? ¿Es placentera? - Lo miro con curiosidad. - ¿Quiere acompañarme a caminar o tiene prisa? - Pregunto con algo de curiosidad mientras avanzaba un poco por la pequeña banqueta del lugar, Doreen observo como las calles empezaban a quedar solitarias.
Doreen observó la libreta entre sus manos al notar el interés de su acompañante, él siempre tan atento con ella por eso la chica siempre quería esmerarse en aquello para en su próximo encuentro mostrarle las cosas mejor elaboradas. Lo volteo a ver curiosa no pudiendo evitar la sonrisa nerviosa en su rostro - ¿Que a hecho con su retrato y el mio? - Sin duda alguna esa pregunta le interesaba demasiado, ya que ella había creado una imagen más de él dejándola en su baúl de recuerdos valiosos pero eso no lo tendría que saber al menos no ahora. Negó con la cabeza y esperando a que no se ofendiera mostró una sonrisa un tanto burlona en su rostro - Joven, ¿A quien puedo llamar para que me haga compañía plácidamente? ¿Con quién puedo contar sabiendo que dejará todo lo que esta haciendo para poder proteger mi cuerpo, mi mente, mi corazón de muchas cosas que puedan pasar en la noche? - Y por más que la chica de cabellos castaños claros se planteara aquellas preguntas en su interior no encontraba respuesta alguna. Tenía amigos pero no sabía a ciencia cierta si correrían a su llamaba de auxilio sin importar los peligros de la vida. Sin duda Doreen era una chica muchísimo muy frágil y delicada, pero en realidad podía ser fuerte, terca y bastante persistente. - Las burbujas Milo, siempre volvemos a la burbuja del otro - Sonrió recordando aquella palabra que este había dicho en una de las tantas noches que se habían encontrado - ¿Cómo va su llegada a París? ¿Es placentera? - Lo miro con curiosidad. - ¿Quiere acompañarme a caminar o tiene prisa? - Pregunto con algo de curiosidad mientras avanzaba un poco por la pequeña banqueta del lugar, Doreen observo como las calles empezaban a quedar solitarias.
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Re: Retomando viejos caminos
De soslayo recorrió el parque cerciorándose si la paz aun se mantenía: La misma noche oscura y vacía, divorciada totalmente del bullicioso matinal, una pareja andándose a lo lejos y un anciano esforzándose en adelantar el paso a su destino. Ya era una costumbre tomar siempre las medidas necesarias por mantener la seguridad, sus sentidos se habían resignado a estar siempre atentos del más mínimo ruido o detalle sin justificación. Estar en una guerra te enseña esas cosas, más de las que quizás a uno podría gustarle.
- Solo esta inquieto, este caballo llevaba 3 semanas sin salir de los establos. Debe de parecerle una delicia este paseo al enigmático mundo urbano de Paris. - Distraídamente el Teniente jalo las correas en gesto de imposición, el animal en sumisión silenciosa pareció cantar el mensaje y se resistió a mas relinchos comenzando a dar unos pasos según la reciente caminata que Milo guiaba- Sus obras artísticas – Comenzó a hablar, invitándole con un ademan a acompañarle en su paseo - Se encuentran en la casa donde me estoy quedando estos días. Los he colocado en la sala de estar, mis compañías no han dejado de preguntarme quien es el autor. Lo que me obliga a preguntar: ¿Ha pensado en la propuesta que le hice?
Escruto el rostro de Doreen al preguntar, pues ya había tenido suficientes visitas con ella como para a interpretar bien sus gestos. No era difícil, la candidez, inocencia y espontaneidad de Doreen era delatadoras, delataban cada uno de sus sentires. Era la alegría el mas obvio, y el nervio lo mas fácil de incitar y Milo había descubierto un desconocido placer por provocarle.
- Paris sigue siendo una amante muy complaciente. Solo encuentro comodidades y placeres a donde voltee, se vuelve complicado mantener en uno el interés en el deber – Atendió explicativo a las preguntas de la señorita – Demos una vuelta.
Milo Van Dyck- Humano Clase Alta
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Re: Retomando viejos caminos
El dominio del poderoso contra el que se cree débil. Aquella imagen era la que Milo le daba a Doreen en aquellos momento al mantener tan sumiso al caballo. Aquello por alguna extra razón no lo tomaba como un hecho malo, el joven viajero necesitaba del animal para transportarse y el animal lo necesitaba a el para tener una vida digna y no salvaje como muchos. En algunos casos el mandato no es malo, pero dado a los tiempos que vivía la chica sintió una gran nostalgia al recordar como aquellos que tenían el dinero, el poder, el gobierno abusaban y maltrataban de aquellos con necesidades fuertes. Desde el primer momento en que la chica había visto a su acompañante le había parecido una persona única ya que le había dado un trato de igual, con el tiempo le había dado un trato especial pero se preguntaba si así era en realidad con todos los demás. Si Milo veía a todos como personas de la misma condición sin importar su rango de importancia al trabajar, al fin de cuentas todos eran trabajos dignos con los cuales se podían ganar la vida. - ¿Lo trata bien verdad? - Pregunto con inocencia buscando sus mirada, le sonrió de forma encantadora mientras avanzaba a su lado a paso lento, disfrutando de cada paso que daba alado de su acompañante. La chica tenía la maña de hacerse mil y un preguntas sobre las cosas que le pasaban en el día, incluso preguntas para sus acompañantes con tal de conocer hasta el mínimo detalle de las cosas con Milo no era la excepción pero la gran diferencia es que disfrutaba de cada acción que hacía sin sentir que estaba haciendo las cosas mal, lo disfrutaba porque su compañía le era incluso emocionante, sonrió para él de manera manera más hermosa, amplia y encantadora.
Recordó aquellos retratos que había hecho con tanto esmero, la manera en que había trazado las primeras líneas, la manera en que iba juntando cada una y el retrato formaba lo que ahora era una magnifica representación de ambos por separado. - Aquellos retratos eran algo íntimos - La chica hizo una especie de mueca. No estaba enojada en realidad pero era la primera vez que exponía en realidad sus trabajos con alguien y le hacía sentir rara que ese alguien las compartiera con el mundo en el que convivía. Se pregunto las caras de las personas que los observaban, si eran de agrado o desagrado, de aprobación o no y empezó a mortificarse al tal vez no estaba preparada para poder enseñarle al mundo lo que podía hacer, pero aquella mirada de Milo la tranquilizaba y en cierta parte la ayudaba a que sintiera más seguridad. - ¿Le preguntan por que son buenos? - Siguió avanzando intentando evitar su mirada para no ponerse nerviosa el tema de sus retratos ese pequeña pasión que tenía ahora más de uno la admiraba y sentía una especie de emoción con terror que no sabía como explicarlo - Si lo he considerado... Y me gustaría... ¿Me ayudara? - La chica se notaba nerviosa, Milo sabía ponerla nerviosa y no es que fuera algo malo simplemente no sabía como manejar tantas buenas atenciones, no sabía como manejar todo aquello que el le estaba dando.
La chica se quedo pensativa por unos momentos. En realidad no sabía bien porque todos los temas que trataban Milo prefería llevarlos a ella, es decir que se trataran de ella. Su vida había sido muy simple y no le parecía ser una chica lo suficiente interesante que tuviera mucho que contar, pero él le hacía creer que lo era. Esa noche la chica quería que las cosas fueran un tanto diferente, necesitaba enfocarse en él - ¿Cómo le van los días Milo? ¿Algo que rescatar? ¿Algo de lo cual arrepentirse? ¿Algo que me quiera contar? - En realidad no sabía que pregunta hacerle para intentar concentrarse o hablar solo de él por eso había soltado varias al mismo tiempo. Doreen quería saber todo acerca de Milo, pero estaba consiente que no podía obligar a que le contara más de lo que ya le había contado, sabía que solo conocería lo que él quisiera mostrarle y no más. Le presto atención desde su porte hasta su manera de caminar, la manera en que sostenía el caballo e incluso la mirada que le dirigía a ella, esta última le causaba emoción y nervio al mismo tiempo.
Recordó aquellos retratos que había hecho con tanto esmero, la manera en que había trazado las primeras líneas, la manera en que iba juntando cada una y el retrato formaba lo que ahora era una magnifica representación de ambos por separado. - Aquellos retratos eran algo íntimos - La chica hizo una especie de mueca. No estaba enojada en realidad pero era la primera vez que exponía en realidad sus trabajos con alguien y le hacía sentir rara que ese alguien las compartiera con el mundo en el que convivía. Se pregunto las caras de las personas que los observaban, si eran de agrado o desagrado, de aprobación o no y empezó a mortificarse al tal vez no estaba preparada para poder enseñarle al mundo lo que podía hacer, pero aquella mirada de Milo la tranquilizaba y en cierta parte la ayudaba a que sintiera más seguridad. - ¿Le preguntan por que son buenos? - Siguió avanzando intentando evitar su mirada para no ponerse nerviosa el tema de sus retratos ese pequeña pasión que tenía ahora más de uno la admiraba y sentía una especie de emoción con terror que no sabía como explicarlo - Si lo he considerado... Y me gustaría... ¿Me ayudara? - La chica se notaba nerviosa, Milo sabía ponerla nerviosa y no es que fuera algo malo simplemente no sabía como manejar tantas buenas atenciones, no sabía como manejar todo aquello que el le estaba dando.
La chica se quedo pensativa por unos momentos. En realidad no sabía bien porque todos los temas que trataban Milo prefería llevarlos a ella, es decir que se trataran de ella. Su vida había sido muy simple y no le parecía ser una chica lo suficiente interesante que tuviera mucho que contar, pero él le hacía creer que lo era. Esa noche la chica quería que las cosas fueran un tanto diferente, necesitaba enfocarse en él - ¿Cómo le van los días Milo? ¿Algo que rescatar? ¿Algo de lo cual arrepentirse? ¿Algo que me quiera contar? - En realidad no sabía que pregunta hacerle para intentar concentrarse o hablar solo de él por eso había soltado varias al mismo tiempo. Doreen quería saber todo acerca de Milo, pero estaba consiente que no podía obligar a que le contara más de lo que ya le había contado, sabía que solo conocería lo que él quisiera mostrarle y no más. Le presto atención desde su porte hasta su manera de caminar, la manera en que sostenía el caballo e incluso la mirada que le dirigía a ella, esta última le causaba emoción y nervio al mismo tiempo.
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Re: Retomando viejos caminos
- Tan bien como puede tratarse a un caballo de servicio – Respondió el varón con la indiferencia palpable en lo referido al animal pero con una sonrisa correspondiente a la que le regalaban. No podía decirse que guardara un aprecio o interés por esas criaturas pese a que toda su vida se dedico a convivir con ellas a la hora de entrenarlas. Para el varón, los animales solo servían para cubrir las necesidades del hombre y así era como debían ser tratados. Los hombres y la naturaleza en cambio, debían ser tratados como iguales, porque tanto nos servíamos uno del otro. Y el trato con Doreen, era evidente en sus particularidades. No sabía en que momento de los encuentros, pero las charlas habían dado pauta a que Milo pudiese ver en Doreen a la dama con la que definitivamente estuviese dispuesto a invitarla a formar parte de su mundo. Un collar con un anillo en dije eran la prueba mas grande de hasta que niveles había alcanzado semejante invitación.
Era hasta interesante como la corriente de los argumentos de Doreen iban de uno a otro, hilándose por el hilo más fino y cortes que sus vocablos voluntariosos pero tiernos pudiesen permitirse. El teniente había aprendido entonces que cualquier palabra que pronunciara era tomada en cuenta, siempre había que tener cuidado a la hora de expresarse con ella. Nada parecía escapársele.
- ¿Le molesta que los haya mostrado? – Con asombro pregunto – No lo tome como algo que mereciera ocultarse y a la gente le ha encantado, no ha habido visita alguna que no halague hasta el ultimo de sus trazos. Es por ello que la voy a apoyar en la galería, mañana si gusta puedo visitarla a prudente hora para comenzar a buscar un local. - De reojo aprecio la deslumbrante sonrisa de la rubia, soltando una risilla entretenida con la demanda de preguntas que vinieron a abalanzarse sobre el. Era esa impaciencia precisamente otra característica de la doncella. - ¿Puedo ir respondiendo las preguntas una por una? – Añadió en una burla educada. – No hace mucho que acabamos de vernos asi que encontrara a mis respuestas bastante breves. Los días me van bien, demasiado cortos para mi gusta, pero andan. Y rescatado muchos recuerdos en cada esquina de la ciudad, pero ningun arrepentimiento que los acompañe.
Era hasta interesante como la corriente de los argumentos de Doreen iban de uno a otro, hilándose por el hilo más fino y cortes que sus vocablos voluntariosos pero tiernos pudiesen permitirse. El teniente había aprendido entonces que cualquier palabra que pronunciara era tomada en cuenta, siempre había que tener cuidado a la hora de expresarse con ella. Nada parecía escapársele.
- ¿Le molesta que los haya mostrado? – Con asombro pregunto – No lo tome como algo que mereciera ocultarse y a la gente le ha encantado, no ha habido visita alguna que no halague hasta el ultimo de sus trazos. Es por ello que la voy a apoyar en la galería, mañana si gusta puedo visitarla a prudente hora para comenzar a buscar un local. - De reojo aprecio la deslumbrante sonrisa de la rubia, soltando una risilla entretenida con la demanda de preguntas que vinieron a abalanzarse sobre el. Era esa impaciencia precisamente otra característica de la doncella. - ¿Puedo ir respondiendo las preguntas una por una? – Añadió en una burla educada. – No hace mucho que acabamos de vernos asi que encontrara a mis respuestas bastante breves. Los días me van bien, demasiado cortos para mi gusta, pero andan. Y rescatado muchos recuerdos en cada esquina de la ciudad, pero ningun arrepentimiento que los acompañe.
Milo Van Dyck- Humano Clase Alta
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Re: Retomando viejos caminos
Si bien la chica se había interesado por el tema de aquel hermoso caballo era porque en su casa le habían dicho que era mejor amarlos así servían mejor, pero de mascota personal solo había tenido un conejo que con el tiempo fue olvidando. Nunca había tenido mucho apego a ellos, a los animales por más que les tuviera ese respeto así que dejo a un lado aquel tema por la paz y se centro en todo el paquete que portaban esos hermosos ojos que tanto le gustaban contemplar. Se dedico a pensar en la manera en que ahora todo indicaba que era el mejor de los momentos para poder sonreír a alguien sabiendo que su vida ahora con él dependía de paciencia, tiempo y una respuesta. Recordó sonriente la primera vez en que conoció a Milo. El inquietante interés que había sentido por él desde que lo vio aunque hubiera sido solo para intercambiar palabras. Palabras que en el transcurso del tiempo se había vuelto una cercanía que los había invitado a bailar sin importar que la música careciera aquella noche. El tiempo que invertían juntos había sido el más provechoso, sin que Milo se diera cuenta le enseñaba a Doreen muchas cosas entre ellas a quererse un poco más, a tener seguridad en si misma y en él formando parte importante de su vida. El compromiso que era algo importante y que sin duda no se le hacía a cualquier persona. Doreen no pudo evitar tomar su mano dando y suave apretón en esta y luego soltarla con suavidad, cada vez sentía que le costaba más trabajo apartar el contacto de su piel con la de su acompañante, se estaba volviendo una especie de vicio inevitable, una especie de placer sana y la vez se querían volver caricias coquetas insinuantes y atrevidas.
La rubia prestaba atención a cada una de las palabras de su acompañante al igual que de sus gestos y movimientos, había aprendido a descifrarlo gracias al interés y los sentimientos que tenía por él. Pero ella daba gracias a que Milo fuera un mundo por conocer tanto en pensamientos como en acciones, era misterioso y eso llamaba su atención, los dos eran tan diferentes que hacían que se atrajeran como imanes ante la necesidad de conocer aprender y querer al otro. Pronto negó un poco al escuchar su pregunta - Es un poco extraño que vean retratos míos, en realidad nunca tuve planeado hacerlo, usted tiene una fe ciega en mí es hermosa y perturbadora al mismo tiempo ya que no sé como manejar eso - Sonrío sincera recordando la manera tan natural de hacerlos, la satisfacción de ser gusto de él. - ¿Me recuerda sin necesidad de ver mi auto retrato? - Preguntó sintiendo como sus mejillas tomaban un tono carmín encantador que siempre salía a la luz cuando el estaba presente, para ella aquella sensación al estar sonrojada por él no era para nada malo al contrario era agradable. - Lo esperaré mañana con ansia para poder terminar con eso lo antes posible - Sonrío un poco, por extraño que pareciera sus sonrisas tenían un tinte distinto a cada platica que tuviera con él pero sin duda alguna todas eran encantadoras, capaces de robar el aliento a cualquiera.
-Es una alegría que el arrepentimiento no asome por sus recuerdos, sería una pena sin duda alguna, cada detalle de nuestra vida vale la pena por que nos trae a este momento - Un travieso mechón de cabello fue a molestar la vista de la chica, esta lo enredo en su dedos deslizándolo para poder ser acomodado bien. - No nos damos tiempo para extrañarnos y sin embargo lo hago con usted - Sus palabras eran sinceras Doreen no podía guardarse pensamiento, pregunta o lo que fuera a su lado. - Debo recordar que no ha ido por el cuadro para su hermana, ¿Acaso será retirado de mi casa el día en que vayamos a dejarlo? - En otras circunstancias hubiera tenido pena de hacer aquella pregunta casi afirmación incluyendose en el viaje, pero Milo había dicho que la llevaría que los viajes serían a su lado, que le enseñaría y presentaría a su hermana por eso mismo podía ser libre de expresarse en aquel tema - Es tan raro encontrarnos solos - La chica sonrío con suavidad sin quitar ese color de sus mejillas, no era que le molestara tenerlo solo para ella, simplemente la sensación de querer estar entre sus brazos crecía.
La rubia prestaba atención a cada una de las palabras de su acompañante al igual que de sus gestos y movimientos, había aprendido a descifrarlo gracias al interés y los sentimientos que tenía por él. Pero ella daba gracias a que Milo fuera un mundo por conocer tanto en pensamientos como en acciones, era misterioso y eso llamaba su atención, los dos eran tan diferentes que hacían que se atrajeran como imanes ante la necesidad de conocer aprender y querer al otro. Pronto negó un poco al escuchar su pregunta - Es un poco extraño que vean retratos míos, en realidad nunca tuve planeado hacerlo, usted tiene una fe ciega en mí es hermosa y perturbadora al mismo tiempo ya que no sé como manejar eso - Sonrío sincera recordando la manera tan natural de hacerlos, la satisfacción de ser gusto de él. - ¿Me recuerda sin necesidad de ver mi auto retrato? - Preguntó sintiendo como sus mejillas tomaban un tono carmín encantador que siempre salía a la luz cuando el estaba presente, para ella aquella sensación al estar sonrojada por él no era para nada malo al contrario era agradable. - Lo esperaré mañana con ansia para poder terminar con eso lo antes posible - Sonrío un poco, por extraño que pareciera sus sonrisas tenían un tinte distinto a cada platica que tuviera con él pero sin duda alguna todas eran encantadoras, capaces de robar el aliento a cualquiera.
-Es una alegría que el arrepentimiento no asome por sus recuerdos, sería una pena sin duda alguna, cada detalle de nuestra vida vale la pena por que nos trae a este momento - Un travieso mechón de cabello fue a molestar la vista de la chica, esta lo enredo en su dedos deslizándolo para poder ser acomodado bien. - No nos damos tiempo para extrañarnos y sin embargo lo hago con usted - Sus palabras eran sinceras Doreen no podía guardarse pensamiento, pregunta o lo que fuera a su lado. - Debo recordar que no ha ido por el cuadro para su hermana, ¿Acaso será retirado de mi casa el día en que vayamos a dejarlo? - En otras circunstancias hubiera tenido pena de hacer aquella pregunta casi afirmación incluyendose en el viaje, pero Milo había dicho que la llevaría que los viajes serían a su lado, que le enseñaría y presentaría a su hermana por eso mismo podía ser libre de expresarse en aquel tema - Es tan raro encontrarnos solos - La chica sonrío con suavidad sin quitar ese color de sus mejillas, no era que le molestara tenerlo solo para ella, simplemente la sensación de querer estar entre sus brazos crecía.
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Re: Retomando viejos caminos
Una de las razones que Van Dyck no entendía de Doreen era esa timidez férrea con la que solía tratarlo. Le miraba de reojo con el nerviosismo de una doncella, y apretaba su mano y la soltaba como si el sostenerle fuera un acto que requiriera el valor de un héroe de guerra y el triunfo de la victoria solo pudiese saborearse de forma breve, como si jamás hubiesen pasado más de una noche clandestina entre las sabanas del lecho. El hombre no comento nada pues no era necesario averiguar la cuestión, pero si ofreció su brazo para incitarle a ella a tomarlo y caminara a su lado como era debido.
- Ha sido un desperdicio de tiempo todo aquel que pasaron sus dibujos siendo encerrados. Basta con ver la expresión del espectador que los ve, me sorprende que usted no pueda ver aquello que resulta tan evidente para todos. – Con acento razonador defendió Milo su causa. – Pero ya se dará cuenta después de ello. Basta con elegir una galería y prepararla, su talento hará el resto.
Bajando el rumbo de su mirar presto atención al rostro de Doreen, que seguía manteniendo una sonrisa alegre y un rubor adornando los pómulos. La ventaja y desventaja de Doreen es que con verla ya podías conocerla, no tenia dobles intenciones lo cual aunque muy virtuoso y encantador. El problema era que algún día esa virtud iba a volverla un blanco frágil, si no es que ya lo era. Era necesario pues, el protegerla.
- Faltan dos semanas para el cumpleaños de mi hermana, preferiría que hasta entonces se quedaracon usted. – Suspiro. - Creo que dos semanas son suficientes para acabar los preparativos de la galería y luego partir a su festividad, ya de ahí el rumbo podrá decidirlo usted. – Sonrió de costado al fin – Tengo su rostro mas presente que el cuadro, eso puede tenerlo claro y ¿no es sorprenderte? Ya hablamos de vanalidades, negocios y gentiles complicidades. Solo cuando nos encontramos en privacidad podemos avanzar mas de lo que se espera.
- Ha sido un desperdicio de tiempo todo aquel que pasaron sus dibujos siendo encerrados. Basta con ver la expresión del espectador que los ve, me sorprende que usted no pueda ver aquello que resulta tan evidente para todos. – Con acento razonador defendió Milo su causa. – Pero ya se dará cuenta después de ello. Basta con elegir una galería y prepararla, su talento hará el resto.
Bajando el rumbo de su mirar presto atención al rostro de Doreen, que seguía manteniendo una sonrisa alegre y un rubor adornando los pómulos. La ventaja y desventaja de Doreen es que con verla ya podías conocerla, no tenia dobles intenciones lo cual aunque muy virtuoso y encantador. El problema era que algún día esa virtud iba a volverla un blanco frágil, si no es que ya lo era. Era necesario pues, el protegerla.
- Faltan dos semanas para el cumpleaños de mi hermana, preferiría que hasta entonces se quedaracon usted. – Suspiro. - Creo que dos semanas son suficientes para acabar los preparativos de la galería y luego partir a su festividad, ya de ahí el rumbo podrá decidirlo usted. – Sonrió de costado al fin – Tengo su rostro mas presente que el cuadro, eso puede tenerlo claro y ¿no es sorprenderte? Ya hablamos de vanalidades, negocios y gentiles complicidades. Solo cuando nos encontramos en privacidad podemos avanzar mas de lo que se espera.
Milo Van Dyck- Humano Clase Alta
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Re: Retomando viejos caminos
Todo era como si el mundo fuera simplemente de ellos dos, como si el mundo quisiera ser conquistado por ellos, todo se prestaba para esa interpretación cuando ella podía estar sola con el caballero platicando sobre sus vidas, sus gustos, sus deseos y su manera de querer encarar lo que se venía pronto para ambos. Si bien tenían historias que contarse de poder compartirse ahora podían ir formando nuevas vivencias compartidas, de ese tipo de historias que podías compartir con los demás tomada de la mano con orgullo del otro participante. La rubia tomo con cuidado el brazo de Milo enredando su mano en el de manera elegante y suave, le gustaba ser bastante delicada con él aunque supiera que no lo necesitaba pero para ella no simplemente se le tenía que tratar con respeto también con cierto cuidado, con amor. - Recuerdo cuando hice mi primer retrato, en realidad lo hice por un momento de diversión, la primera vez en la que pude hacer algo con alguien, donde era yo por primera vez, no imaginaba lo que podría lograr hacer y al final del día el observarlo me hizo sonreír como nunca antes ese día me di cuenta que tenía una clase de don, pero siempre tuve miedo de enseñarlo, la manera en que hablas de mi talento Milo hace que pierda ese miedo y que de verdad quiera ver que puedo lograr, me has dado armas... - Un suspiro prolongado salió de sus labios para después formar una sonrisa sincera. Miro sus hermosos ojos azules y se perdió por un momento en ellos sin apartar esa felicidad que se mostraba en ella.
Era claro que la noche se había hecho presente de manera más profunda, mucha gente prefería permanecer en casa encerrada, dormir temprano y volver a retomar su vida tan temprano como pudieran para aprovechar aquella luz del sol. Pero para Doreen era bastante fascinante poder conocer París de aquella manera, para empezar no tenía tanto problema con el trafico de gente y podía conocer un poco más los lugares sin interrupción. Por esta ocasión no podía negar que se sentía mejor acompañada, que tal vez entrando la noche le preguntaría un poco de la historia de Milo sobre esas calles. Aquellos ojos verdes tenían una sed inmensa por querer aprender, por querer hacer esa historia parte de la suya y disfrutar de los recuerdos de Milo con emoción, de poder saber lo que ha vivido, si bien ella no había vivido lo suficiente sabía que aparte de un amor tenía con él un maestro, un excelente maestro.
Se detuvo el paso de ella disfrutando de la brisa que golpeaba su rostro, camina soltando el brazo de Milo y después caminó unos pasos para colocarse frente a él. - Quiero ir a algún lugar donde no tengas que estar cargando esto - Su mano se deslizo con cuidado por el cinturón de él dando a entender que se refería a sus armas - Un lugar donde seas solo Milo y no necesites que recordar siempre que eres un caballero ante la sociedad, dónde puedas relajarte... - La chica sonrió y se colocó de puntitas para poder depositar un beso en su mentón con comodidad. Arqueo una ceja y sonrió con cierta coquetería sin importar el rojo de sus mejillas - La privacidad es más cómoda para ambos, siento que puedo tocarlo sin presión. En ocasiones siento que gusta que estemos rodeados y otros cuando su sonrisa es demasiado amplía me doy cuenta que aprecia demasiado nuestra privacidad - Dio varios pasos más para pegar su cuerpo al de él y poder darle un abrazo intimo y cariñoso, aspiro su aroma y subió su rostro para poder verlo - ¿A donde se dirigía antes de toparse conmigo? -
Era claro que la noche se había hecho presente de manera más profunda, mucha gente prefería permanecer en casa encerrada, dormir temprano y volver a retomar su vida tan temprano como pudieran para aprovechar aquella luz del sol. Pero para Doreen era bastante fascinante poder conocer París de aquella manera, para empezar no tenía tanto problema con el trafico de gente y podía conocer un poco más los lugares sin interrupción. Por esta ocasión no podía negar que se sentía mejor acompañada, que tal vez entrando la noche le preguntaría un poco de la historia de Milo sobre esas calles. Aquellos ojos verdes tenían una sed inmensa por querer aprender, por querer hacer esa historia parte de la suya y disfrutar de los recuerdos de Milo con emoción, de poder saber lo que ha vivido, si bien ella no había vivido lo suficiente sabía que aparte de un amor tenía con él un maestro, un excelente maestro.
Se detuvo el paso de ella disfrutando de la brisa que golpeaba su rostro, camina soltando el brazo de Milo y después caminó unos pasos para colocarse frente a él. - Quiero ir a algún lugar donde no tengas que estar cargando esto - Su mano se deslizo con cuidado por el cinturón de él dando a entender que se refería a sus armas - Un lugar donde seas solo Milo y no necesites que recordar siempre que eres un caballero ante la sociedad, dónde puedas relajarte... - La chica sonrió y se colocó de puntitas para poder depositar un beso en su mentón con comodidad. Arqueo una ceja y sonrió con cierta coquetería sin importar el rojo de sus mejillas - La privacidad es más cómoda para ambos, siento que puedo tocarlo sin presión. En ocasiones siento que gusta que estemos rodeados y otros cuando su sonrisa es demasiado amplía me doy cuenta que aprecia demasiado nuestra privacidad - Dio varios pasos más para pegar su cuerpo al de él y poder darle un abrazo intimo y cariñoso, aspiro su aroma y subió su rostro para poder verlo - ¿A donde se dirigía antes de toparse conmigo? -
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Re: Retomando viejos caminos
- Las mejores cosas son aquellas que se hacen por placer. Y es de admirar que podamos volver un arte aquello que nos deleitan. – Reconoció el teniente con una sonrisa permisiva- No deje de apreciar el trabajo y el esfuerzo de lo que hace como tampoco los resultados del mismo. No tiene idea de lo que valen. - Escolto a Doreen a seguir por la cera que ya estaba por acabarse y les obligaba a girar hacia la derecha continuando con el recorrido de la plaza Terthe sin embargo Doreen se detuvo y lo detuvo a el mismo, que busco en los ojos de la fémina las razones de ello. Con pasos danzantes ella se situó delante de su persona, dejando que el hombre disimuladamente la contemplara de pies a cabeza. De estatura promedio, piernas largas, cintura estrecha y pechos pronunciados. Era tremendamente hermosa. Había adoptado como nuevo placer el estudiar las expresiones cariñosas de su dama asi como también aprovechar los minutos robados para apreciar sus formas, tan perfectamente proporcionadas y que destacaban más por su forma tan recatada de vestir y de andar, dejándonos al misterio lo sublime de sus formas perfectas.
- En realidad no tenia ningún destino mas que el de pasear por las calles antesconocidas – Se encogió ligeramente de hombros.- Pero el destino que usted me ofrece me resulta sumamenteatractivo – Se inclino a tomar sus labios aprovechando la cercanía, reteniendo los mismos para disfrutarlos a placer. Rodeando su cintura para acercarlas acentuando la intención de la caricia, teniendo cuidado de no mover mucho el cinturón tan particular antes referido por la dama. - ¿La llevo a su residencia o tenemos mejores opciones? – Torció la sonrisa.
- En realidad no tenia ningún destino mas que el de pasear por las calles antesconocidas – Se encogió ligeramente de hombros.- Pero el destino que usted me ofrece me resulta sumamenteatractivo – Se inclino a tomar sus labios aprovechando la cercanía, reteniendo los mismos para disfrutarlos a placer. Rodeando su cintura para acercarlas acentuando la intención de la caricia, teniendo cuidado de no mover mucho el cinturón tan particular antes referido por la dama. - ¿La llevo a su residencia o tenemos mejores opciones? – Torció la sonrisa.
Milo Van Dyck- Humano Clase Alta
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Re: Retomando viejos caminos
Había aprendido a que su teniente no era ese hombre completamente cariñoso, no cuando tenían los reflectores de luz encima y todos se encargaban de criticar el momento, pero Doreen disfrutaba demasiado de aquella tranquilidad y soledad que los acompañaba como en esa noche, Milo se acercaba más, la complacía, sonreír más e incluso Doreen sentía como su mirada no se dirigía a otra parte que no fuera su pequeña figura. A pesar de sentir cierta timidez le gustaba que fuera así, que existiera esa complicidad entre ambos, que las palabras de afecto y las caricias suaves fueran solo de ella, podrían llamarla egoísta si querían pero estos placeres provenientes del teniente de aquella manera, los cuidaba con recelo, con amor. Sintió como Milo la tomaba con firmeza de la cintura y aprovecho ese roce de labios para enredar sus manos en su nuca. Extrañaba el sabor de sus labios por lo que prolongo el beso con cierta emoción presionando su cuerpo un poco más al caballero, lo había extrañado de muchas formas de eso no había duda en ese momento. - Si yo pudiera escoger un destino... - Se quedó pensativa por unos momentos, no quería sonar tan atrevida - Me perdería en la oscuridad con usted, así nadie podría contemplar la manera en que aprovechamos del poco tiempo a solas que tenemos - Sus delicadas manos se desenredaron, una permaneció en su lugar y la otra se deslizo hasta llegar al borde de su camisa. - Aprovecharía para que pudiera contemplarme de mejor manera - Había descubierto a Milo recorrer su figura y en realidad no le molestaba. Una mujer ansia respecto, amor, pero cuando esta con el hombre amado, necesita sentirse deseada.
Los labios de ambos apenas se habían separado mientras ella hablaba. Esta vez y casi a regañadientes se separo un poco para contemplar de nuevo ese par de ojos azules que la hipnotizaban - Pero en realidad no sé si eso desea, y cual sería el destino apropiado - Se encogió de hombros. El color carmín aun no desaparecía y la delataba. Delataba el hecho que Doreen estaba nerviosa, también los deseos por no separarse de la presencia del caballero esa noche como ninguna otra pero sabía los sacrificios que tenía que hacer en el tiempo. - ¿Que le placería a usted hacer con esta su dama? - Hace días que ella no había ido a casa del conde para verles y saber más con respecto al "plan", se había dado un tiempo para aprender un poco más de carpintería o ayudar a la señora de la casa con algunos deberes, por eso no tenía idea de como estarían las cosas ya que sabiendo la profesión de su acompañante y tomando en cuenta que al día siguiente abría luna llena tal vez Milo tenía los tiempos limitados. Cerró los ojos por uns momentos y luego alzo la vista al cielo de manera suave buscando la luna. Para ella sus movimientos eran torpes, pero en realidad la chica tenía una coquetería y sensualidad muy natural que podía encantar a cualquiera, al no darse cuenta de aquello ponía cierto empeño para encantar a Milo, desde el mirar de sus ojos hasta la caricia más "inocente" - Aun queda tiempo para la luna llena así que puedo tenerlo disponible para mi todo ese tiempo - El cielo se veía hermoso, imponente con la luna de aquella manera. La mano que se encontraba en el cuello del teniente se alzo mostrando una estrella caer - Pida un deseo teniente, pida y después de hacerlo, cuentemelo así podré ayudarle a cumplirlo acompañada de la buena suerte de la estrella - Sin bajar la vista del cielo, la chica cerró los ojos para pedir su deseo propio.
Los labios de ambos apenas se habían separado mientras ella hablaba. Esta vez y casi a regañadientes se separo un poco para contemplar de nuevo ese par de ojos azules que la hipnotizaban - Pero en realidad no sé si eso desea, y cual sería el destino apropiado - Se encogió de hombros. El color carmín aun no desaparecía y la delataba. Delataba el hecho que Doreen estaba nerviosa, también los deseos por no separarse de la presencia del caballero esa noche como ninguna otra pero sabía los sacrificios que tenía que hacer en el tiempo. - ¿Que le placería a usted hacer con esta su dama? - Hace días que ella no había ido a casa del conde para verles y saber más con respecto al "plan", se había dado un tiempo para aprender un poco más de carpintería o ayudar a la señora de la casa con algunos deberes, por eso no tenía idea de como estarían las cosas ya que sabiendo la profesión de su acompañante y tomando en cuenta que al día siguiente abría luna llena tal vez Milo tenía los tiempos limitados. Cerró los ojos por uns momentos y luego alzo la vista al cielo de manera suave buscando la luna. Para ella sus movimientos eran torpes, pero en realidad la chica tenía una coquetería y sensualidad muy natural que podía encantar a cualquiera, al no darse cuenta de aquello ponía cierto empeño para encantar a Milo, desde el mirar de sus ojos hasta la caricia más "inocente" - Aun queda tiempo para la luna llena así que puedo tenerlo disponible para mi todo ese tiempo - El cielo se veía hermoso, imponente con la luna de aquella manera. La mano que se encontraba en el cuello del teniente se alzo mostrando una estrella caer - Pida un deseo teniente, pida y después de hacerlo, cuentemelo así podré ayudarle a cumplirlo acompañada de la buena suerte de la estrella - Sin bajar la vista del cielo, la chica cerró los ojos para pedir su deseo propio.
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Re: Retomando viejos caminos
Para Milo, las actitudes de Doreen siempre estaban en constante contradicción: Como podía reaccionar de determinada forma por determinado incidente, al día siguiente podía hacerlo de otra forma, lo cual complicaba la tarea de comprenderla de verdad, pero no por ello significada que Milo dejara de intentarlo. Y sus intentos ciertamente habían logrado algunos frutos, como por ejemplo la correspondencia absoluta de Doreen a su persona. Torcio los labios, gestos natural en el y reteniéndola de la cintura insistió en el afán de sus labios aun cuando esta le hablaba. Al igual que el cuerpo femino que le abrazaba y se le restregaba, las palabras de la chica refulgían de aceptación, deseo y romance atrevido que motivaban al hombre que se le ocultaba bajo la fachada del caballero.
- ¿Me esta proponiendo que la secuestre esta noche y vayamos a un lugar donde podamos retozar cual amantes? --- Pregunto con un descaro que intentaba hacerla sonrojar, como a Milo fervientemente le encantaba. Rio con brevedad, deslizando sus labios a su cuello cuando esta le hablo a las estrellas—Los deseos que se piden a luna o las estrellas no se dicen en voz alta aun cuando solo vaya a escucharte la persona para quien es destinada el deseo, se deben mantener en secreto hasta verse realizados, o corren el riesgo de no hacerlo. - El moreno se guardo su silencio para que ella pidiera su deseo, no hacia falta leer la mente para imaginarse cual podía ser este. – No se cual es su deseo, ni le estoy pidiendo que me lo diga, aun asi le deseo suerte con este. Es muy noche, permítame llevarla a su casa para que pueda retozar, dependiendo de la situación del lugar, quizás pueda hacerle compañía. – Sugirió soltando su cintura para tomar su mano y besar su reverso con galantería.
- ¿Me esta proponiendo que la secuestre esta noche y vayamos a un lugar donde podamos retozar cual amantes? --- Pregunto con un descaro que intentaba hacerla sonrojar, como a Milo fervientemente le encantaba. Rio con brevedad, deslizando sus labios a su cuello cuando esta le hablo a las estrellas—Los deseos que se piden a luna o las estrellas no se dicen en voz alta aun cuando solo vaya a escucharte la persona para quien es destinada el deseo, se deben mantener en secreto hasta verse realizados, o corren el riesgo de no hacerlo. - El moreno se guardo su silencio para que ella pidiera su deseo, no hacia falta leer la mente para imaginarse cual podía ser este. – No se cual es su deseo, ni le estoy pidiendo que me lo diga, aun asi le deseo suerte con este. Es muy noche, permítame llevarla a su casa para que pueda retozar, dependiendo de la situación del lugar, quizás pueda hacerle compañía. – Sugirió soltando su cintura para tomar su mano y besar su reverso con galantería.
Milo Van Dyck- Humano Clase Alta
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Re: Retomando viejos caminos
Por más que la señorita quisiera resistir le era imposible mostrar aquellas mejillas de color carmín que siempre resaltaban cuando se encontraba alado del teniente. Doreen disfrutaba de la cercanía que este le ofrecía, lo disfrutaba tanto como al caballero. La diferencia es que la joven sentía una especie de emoción recorrer su delicada figura al sentir aquel tipo de roces. Desvió la mirada mordiendo su labio inferior evitando que la mirara de aquella manera. Ella reconocía que sus movimientos habían sido demasiado atrevidos, por eso había ocultado su rostro un breve momento en el pecho del caballero. - Mi propuesta era no separarme de usted en la noche... - Suspiro mientras caminaba con cuidado por las calles de vuelta a la realidad. Estaba todo tan solitario que Doreen imaginaba que en efecto la noche se había apoderado de todo, lo raro es que para ella el tiempo había sido breve, como si apenas hubieran pasado 30 minutos. "Cuando se disfruta del lugar y la compañía el tiempo pasa volando" Se dijo a si misma. Hizo una mueca notoría cuando su acompañante dejo de hablar - ¿Quizás? - Repitió con un tono melancólico, intentando que no fuera neutro para no dejar ver la decepción que aquella palabra pues le habría gustado que este le afirmara su permanencia absoluta a su lado por lo menos aquella noche.
La rubia sabía que aquel hombre no era el más expresivo, pero aun así deseaba estar a su lado, aun así lo amaba. Soltó un suspiro mientras caminaban tomados de la mano. Reconocía cada una de las calles por las que pasaba pues cerca del lugar donde se habían encontrado estaba la casa donde una amable señora la había acogido como su hija. Alzo el rostro observando la casa, de sus labios había salido una sonrisa. Las ventanas no reflejaba ninguna luz eso indicaba o que estaban dormidos dentro del lugar o simplemente no estaban. Aquellos viajes que la "madre" de Doreen hacía para visitar a su hijo mayor a las afueras de París. Tiro de la mano del teniente, no pudo evitar mirarlo de reojo sonrojada al recordar aquel camino que estaban tomando y que había sido el mismo de aquella noche especial. Subió las escaleras de la entrada. La chica dio varios golpecitos con su puño en la puerta. No recibió señal alguna por lo que sacó una llave de entre sus ropas. Soltó la mano de Milo abriendo la gran puerta del lugar. Se adentro mucho antes que él para ir prendiendo algunas velas - Tal vez estén dormidos. ¿Quiere tomar algo? - Susurro de manera un poco melodiosa colocando una mano en su cadera.
La rubia sabía que aquel hombre no era el más expresivo, pero aun así deseaba estar a su lado, aun así lo amaba. Soltó un suspiro mientras caminaban tomados de la mano. Reconocía cada una de las calles por las que pasaba pues cerca del lugar donde se habían encontrado estaba la casa donde una amable señora la había acogido como su hija. Alzo el rostro observando la casa, de sus labios había salido una sonrisa. Las ventanas no reflejaba ninguna luz eso indicaba o que estaban dormidos dentro del lugar o simplemente no estaban. Aquellos viajes que la "madre" de Doreen hacía para visitar a su hijo mayor a las afueras de París. Tiro de la mano del teniente, no pudo evitar mirarlo de reojo sonrojada al recordar aquel camino que estaban tomando y que había sido el mismo de aquella noche especial. Subió las escaleras de la entrada. La chica dio varios golpecitos con su puño en la puerta. No recibió señal alguna por lo que sacó una llave de entre sus ropas. Soltó la mano de Milo abriendo la gran puerta del lugar. Se adentro mucho antes que él para ir prendiendo algunas velas - Tal vez estén dormidos. ¿Quiere tomar algo? - Susurro de manera un poco melodiosa colocando una mano en su cadera.
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Re: Retomando viejos caminos
Un sonrojo viene a adornar los pómulos pálidos de la hermosa Doreen Caracciolo, seguido de el aparece la sonrisa ansioso, los nervios y la melancolía ante la idea de una futura separación. Milo admiro sus formas, sus reacciones y acepto para si mismo que Doreen aun era una niña. Tenía sueños románticos, ideales utópicos y la inocencia para creer de verdad en ellos, el mundo aun no dejaba la suciedad de su sistema o su realidad en ella. La pureza aun le acompañaba aunque noches anteriores Milo hubiese había creído arrebatársela. Doreen era una niña que misteriosamente había venido a embrujar al supuestamente maduro soldado. Los ojos de Milo la siguen en el fluir de sus pensamientos, la admiran en el silencio de su presencia y la sonrisa oculta en la imparcialidad de su semblante.
-Comprendo la propuesta, Doreen. – Hace amago de asentir y aprieta el agarre de sus manos siguiéndola por las callejuelas oscuras, el caballo también los sigue a ambos: Tan dócil como el mismo Milo. Reconoce el camino y lo admira mejor que antes. No es una mala manzana, incluso se atrevería a decir que es segura. Llegan a la casa y mientras Doreen se dedicaba a tocar, Milo amarra su caballo a los postes de la misma y le entrega unas cuantas libras al Policía de horario nocturno, encomendándole al animal. Vuelve sus pasos hacia el rumbo que toman los de su dama, adentrándose a la humilde casa que parece una vez más en soledad. Una vez solos y dentro de los confines del hogar de Doreen Milo se relaja tanto como su talante le permite exteriorizar y le dedica una sonrisa permisiva. – ¿Tendrás un poco de agua?
Con educación se quita el saco colgándolo en el escaparate de la puerta, se acerca a ella posando la mano masculina sobre la femenina que descansaba sobre la cadera, inclina su rostro para tomar los labios de Doreen con brevedad. - ¿Crees que les moleste a tus misteriosos acompañantes de casa que me quede a acompañarte entonces, señorita Doreen? - Adorna a sus palabras con una educación que su sonrisa torcida parece burlarse, deslizando despues sus dedos sobre los de ella y entrelazándolos.
Milo Van Dyck- Humano Clase Alta
- Mensajes : 86
Fecha de inscripción : 16/02/2011
Edad : 33
Re: Retomando viejos caminos
No fue mucho el tiempo en que los labios de ambos se habían unido. La jovencita bajo a mirada hasta toparse con las manos de ambos. Era clara la diferencia de tamaños, el color de piel de ambos, la suavidad de estás, más sin embargo sentía comodidad al sentir la unión. Le gustaba el roce de Milo, fuera la manera que fuera, era algo especial que disfrutaba por completo el breve tiempo que se podían ver debido a las actividades de la revolución. En su rostro se formó una sonrisa amplia y su mano libre se extendió para permitirle que acaricia la mejilla de su acompañante con delicadeza. Cerró los ojos guardando aquella escena en su mente, cada que quería hacer un cuadro con algo que vivía hacia eso y trataba de captarlo. No tardó mucho en abrir los ojos topándose con los hermosos ojos del teniente. Le sonrió con cierta ternura ladeando el rostro - ¿Agua? - Lo miro extrañada sin dejar de sonreír - Pensé que disfrutaría del jerez - Se encoge de hombros, de manera renuente soltó el agarre de las manos para dar una vuelta y dirigirse a la cocina, lo invito a acompañarla con un movimiento de manos, ese que Doreen siempre hacía para que se acercara. En la cocina busco un vaso y sirviò agua fresca acercándose al caballero para entregar el vaso. Soltó un suspiro - Si nadie esta en casa quiere decir que no volverán hasta en varios días, eso pasa cada mes, puede quedarse conmigo, no quiero estar sola, al menos no esta noche, y ya extrañaba su presencia - Le sonrió dando varios pasos hacía él
Habían perdido de la hora de la cena al estar en las calles de París por lo que la chica quiso atenderlo como era debido. - Gusta algo de cenar? ¿O prefiere el descanso en mi cama?- Preguntó con aquella emoción que la caracterizaba cada que lo tenía presente, siempre atenta, siempre pendiente, siempre complaciente con él, le gustaba verlo contento, disfrutaba de aquellas sonrisas galantes del caballero. La noche estaba completamente tranquila pero de igual manera la soledad de la casa era un arma de doble filo. Las ventanas de la casa se encontraban abiertas por lo que una brisa fuerte hizo que varias cosas se cayeran y las velas se apagaran. Doreen soltó un brinco asustada y es que estaba demasiado concentrada en su caballero. El susto hizo que se pegara por completo a él refugiándose. Soltó una risa al darse cuenta de su reacción y alzo la mirada para poder contemplar el rostro del caballero, se puso de puntitas y sin poder evitarlo ya lamió aquellos labios y después presionó los suyos contra ellos besándolo de manera delicada sintiendo como el calor de su cuerpo volvía a sus mejillas dejando el sonrojo a causa de su atrevimiento.
Habían perdido de la hora de la cena al estar en las calles de París por lo que la chica quiso atenderlo como era debido. - Gusta algo de cenar? ¿O prefiere el descanso en mi cama?- Preguntó con aquella emoción que la caracterizaba cada que lo tenía presente, siempre atenta, siempre pendiente, siempre complaciente con él, le gustaba verlo contento, disfrutaba de aquellas sonrisas galantes del caballero. La noche estaba completamente tranquila pero de igual manera la soledad de la casa era un arma de doble filo. Las ventanas de la casa se encontraban abiertas por lo que una brisa fuerte hizo que varias cosas se cayeran y las velas se apagaran. Doreen soltó un brinco asustada y es que estaba demasiado concentrada en su caballero. El susto hizo que se pegara por completo a él refugiándose. Soltó una risa al darse cuenta de su reacción y alzo la mirada para poder contemplar el rostro del caballero, se puso de puntitas y sin poder evitarlo ya lamió aquellos labios y después presionó los suyos contra ellos besándolo de manera delicada sintiendo como el calor de su cuerpo volvía a sus mejillas dejando el sonrojo a causa de su atrevimiento.
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/03/2011
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