AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Viejos amigos o amigos viejos
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Viejos amigos o amigos viejos
((Espero a Annette :face:))
Era una mañana fresca y tranquila cuando Nathan salió de la cabaña donde vivía para dirigirse a la ciudad, iba en la carreta que era llevada por un par de buenos caballos que adquirió a un precio razonable. Llevaba en la carreta algunas de sus cosechas que vendería en el mercado a cambio de monedas contantes y sonantes, con eso compraría algo de pan y queso, sardinas y unas velas para alumbrar durante la noche. La semana pasada compro un librillo de cuentos que había estado leyendo en las noches, tenía que practicar el idioma porque si bien ya se le daba bien hablarlo en cuanto a leerlo y escribirlo aun no estaba del todo educado.
Llegando al pueblo descargo sus cosechas y las vendió rápidamente, no le era difícil porque con el empeño que le ponía todo lo que producía en esa tierra tenia buena pinta. Con monedas en su bolsillo paso a comprar lo que necesitaba y luego paseo un rato en el centro de la ciudad viendo algunos escaparates donde las cosas costaban mucho más de lo que el vería en su vida, se preguntaba si existirían personas de verdad tan ricas en el mundo y en realidad que si las habían, la clase alta, la realeza podía permitirse esos lujos pero también se había dado cuenta que muchos de ellos no eran felices en sus vidas fabricadas de oro.
Desde ahí donde estaba una bandera le llamo la atención en una cúspide que le era más que conocida, la carpa de un circo. Nate sonrió para sí mismo y se encamino al circo pensando en que tal vez encontraría a alguno de sus conocidos, los anteriores años los paso en ese lugar conociendo mucha gente entre los distintos países por los que viajo con los gitanos. Como lo pensó, se encontró con algunos conocidos, la mujer barbuda le invito a comer poco mas allá del medio día y el acepto estando en media comida contando bromas y escuchando las historias de Berta, esa mujer bonachona y de buen carácter que de toda la barba que tenia no le aparecía ni un pelo de tonta.
Se paso toda la tarde allí, luego le ayudo a darse un baño a las siamesas africanas, unas chicas muy amables que siempre que lo veían le apretaban las mejillas. Nate como tímido que era solo les ayudaba lavándoles el cabello y luego salía aunque ellas argumentaban que no les importaba que él las viera desnuda pero a él si le importaba, nunca vio una mujer desnuda en su vida. En agradecimiento le dieron tickets para la función de esa semana, esa noche era invitado de la mujer barbuda así que se quedo entre los espectadores después de que el dueño del circo le saludara como si fuera un familiar.
Paso la primera función entre actos de fuego, leones y payasos, se acordó que algunas ocasiones el hacía de león y se ganaban muchos aplausos por los trucos que hacia bajo esa forma, por un momento extraño esa parte de su vida pero antes de que la melancolía le invadiera algo, más bien alguien, capto su entera atención justo cuando estaban para el intermedio y algunos se paraban para estirar las piernas. Ella era, no, no era, tal vez si era, no sabía si acercarse y preguntarle pero supuso que si se equivocaba solo pediría perdón, se acerco a la mujer que estaba a algunos pasos lejos de él cerca hacia una de las entradas y salidas de la carpa “Annette?” preguntó casi tartamudeando pero con una sonrisa de ceja a oreja.
Era una mañana fresca y tranquila cuando Nathan salió de la cabaña donde vivía para dirigirse a la ciudad, iba en la carreta que era llevada por un par de buenos caballos que adquirió a un precio razonable. Llevaba en la carreta algunas de sus cosechas que vendería en el mercado a cambio de monedas contantes y sonantes, con eso compraría algo de pan y queso, sardinas y unas velas para alumbrar durante la noche. La semana pasada compro un librillo de cuentos que había estado leyendo en las noches, tenía que practicar el idioma porque si bien ya se le daba bien hablarlo en cuanto a leerlo y escribirlo aun no estaba del todo educado.
Llegando al pueblo descargo sus cosechas y las vendió rápidamente, no le era difícil porque con el empeño que le ponía todo lo que producía en esa tierra tenia buena pinta. Con monedas en su bolsillo paso a comprar lo que necesitaba y luego paseo un rato en el centro de la ciudad viendo algunos escaparates donde las cosas costaban mucho más de lo que el vería en su vida, se preguntaba si existirían personas de verdad tan ricas en el mundo y en realidad que si las habían, la clase alta, la realeza podía permitirse esos lujos pero también se había dado cuenta que muchos de ellos no eran felices en sus vidas fabricadas de oro.
Desde ahí donde estaba una bandera le llamo la atención en una cúspide que le era más que conocida, la carpa de un circo. Nate sonrió para sí mismo y se encamino al circo pensando en que tal vez encontraría a alguno de sus conocidos, los anteriores años los paso en ese lugar conociendo mucha gente entre los distintos países por los que viajo con los gitanos. Como lo pensó, se encontró con algunos conocidos, la mujer barbuda le invito a comer poco mas allá del medio día y el acepto estando en media comida contando bromas y escuchando las historias de Berta, esa mujer bonachona y de buen carácter que de toda la barba que tenia no le aparecía ni un pelo de tonta.
Se paso toda la tarde allí, luego le ayudo a darse un baño a las siamesas africanas, unas chicas muy amables que siempre que lo veían le apretaban las mejillas. Nate como tímido que era solo les ayudaba lavándoles el cabello y luego salía aunque ellas argumentaban que no les importaba que él las viera desnuda pero a él si le importaba, nunca vio una mujer desnuda en su vida. En agradecimiento le dieron tickets para la función de esa semana, esa noche era invitado de la mujer barbuda así que se quedo entre los espectadores después de que el dueño del circo le saludara como si fuera un familiar.
Paso la primera función entre actos de fuego, leones y payasos, se acordó que algunas ocasiones el hacía de león y se ganaban muchos aplausos por los trucos que hacia bajo esa forma, por un momento extraño esa parte de su vida pero antes de que la melancolía le invadiera algo, más bien alguien, capto su entera atención justo cuando estaban para el intermedio y algunos se paraban para estirar las piernas. Ella era, no, no era, tal vez si era, no sabía si acercarse y preguntarle pero supuso que si se equivocaba solo pediría perdón, se acerco a la mujer que estaba a algunos pasos lejos de él cerca hacia una de las entradas y salidas de la carpa “Annette?” preguntó casi tartamudeando pero con una sonrisa de ceja a oreja.
Invitado- Invitado
Re: Viejos amigos o amigos viejos
Aquél día era un tanto extraño para Annette por el simple hecho de que no se sentía ella misma, se sentía extraña ¿melancolía? Si de por si era excelente recordando el pasado ese día era más de lo normal, tenía ganas de salir corriendo tan rápido como sus pies pudieran e ir donde sus padres, donde sus amigos…donde su niñez. Pero no podía y lo sabía, se quedó en su cama unos minutos más “maldito burdel” “malditos guardias” “malditos todos” era lo único que se le podía pasar por la mente al mismo tiempo que agradecía el que aún fuera temprano ya que aún quedaba cierto tiempo para “trabajar”.
Se levantó despacio como si no tuviera nada que hacer, la pereza la corroía y ella estaba sentada tranquilamente frente a un espejo cepillándose el cabello aunque había escuchado muchas veces que tocaban la puerta, ella no se paró a abrir ¿Qué importaba? De todas formas no le podían dañar porque a pesar de todo cumplía con el trabajo y era bien requerida ¿Qué más le podía importar a unos dueños de un burdel? Obviamente nada.
Cuando por fin terminó de cepillarse escuchó que volvían a tocar la puerta ¿en serio tenían que molestarla tanto ese día? Abrió la puerta de manera seria y poco le importó que fuera la “Madame” hizo una sonrisa forzosa y una leve reverencia “Este día estas rara, no vaya a ser que estés enferma y contagies a alguno de tus clientes, tómate el resto de la tarde libre y más vale que para mañana estés mejor” Creía que esa era la primera y única vez en que podría decir que “amaba” a la Madame ¿darle lo que quedaba del día libre? ¡Primera vez! ¡Quizá y hasta leía mentes! Sonrió más relajada y volvió a cerrar la puerta, graciosamente justo la noche anterior un cliente había regalado unos pocos tickets para la función de ese día a ella y unas cuantas de sus compañeras.
Fue a tomar una ducha rápida y salió casi corriendo del burdel, su ropa era “normal” nada llamativo, nada con mucho color. Quería pasar desapercibida y sabía que en un circo pocos podrían reconocerla, eso era lo que realmente necesitaba. Varios se habían ofrecido a llevarla pero se había negado a todos solo quería caminar porque aún le quedaba tiempo, iba distraída con la brisa que jugaba con su cabello despeinándolo y mirando el paisaje a su alrededor ¿hace cuanto que no lo hacía? No tenía idea pero siempre sus días libres solían ser bastante estresantes.
Paso a paso caminaba hasta acercarse ya a la carpa de circo, el cielo comenzaba a tornarse de muchos colores trayendo así el atardecer, ella iba caminando sonriente con sus manos en la espalda mirando el cielo y apreciando los bellos colores ¡hace tanto que no se sentía así! Sentía que volvía a ser niña, se sentía liberada…qué bien se sentía. Entró al circo que estaba por comenzar su espectáculo y se sentó en el primer puesto vacío y miró el show con sus ojos iluminados, como cual niña.
Una sonrisa se había posado en su rostro hasta que vio un león, se sintió mareada por culpa de muchos recuerdos que querían entrar en su cabeza, pero dolía como si de mil agujas se trataran. La primera función había terminado y se levantó con una de sus manos en la cabeza, necesitaba aire y lo necesitaba ahora. Se disponía a salir de aquél lugar que le habían traído tantos recuerdos sin razón “aun” para ella hasta que escuchó una voz ¿Alguien llamándola en el circo? ¿Uno de sus clientes?...No, es voz no le recordaba a un cliente. Se volteó para ver quien era y por un momento se sintió congelada “¿Nate, de verdad era él? Sintió como sus ojos querían llenarse de lágrimas y los apretó con fuerza abriéndolos de nuevo para ver que era verdad - ¡¿Nate?!, ¡Nate! ¡Nate! – repitió una y mil veces y se le lanzó encima dándole un gran abrazo, rozaba su mejilla con la de él y las tontas lágrimas no tardaron en salir – Dime que en verdad estás aquí y esto no es un sueño…- No le importaba hacer el ridículo ya que por fin podía tener un viaje a su pasado con su amigo más querido.
Se levantó despacio como si no tuviera nada que hacer, la pereza la corroía y ella estaba sentada tranquilamente frente a un espejo cepillándose el cabello aunque había escuchado muchas veces que tocaban la puerta, ella no se paró a abrir ¿Qué importaba? De todas formas no le podían dañar porque a pesar de todo cumplía con el trabajo y era bien requerida ¿Qué más le podía importar a unos dueños de un burdel? Obviamente nada.
Cuando por fin terminó de cepillarse escuchó que volvían a tocar la puerta ¿en serio tenían que molestarla tanto ese día? Abrió la puerta de manera seria y poco le importó que fuera la “Madame” hizo una sonrisa forzosa y una leve reverencia “Este día estas rara, no vaya a ser que estés enferma y contagies a alguno de tus clientes, tómate el resto de la tarde libre y más vale que para mañana estés mejor” Creía que esa era la primera y única vez en que podría decir que “amaba” a la Madame ¿darle lo que quedaba del día libre? ¡Primera vez! ¡Quizá y hasta leía mentes! Sonrió más relajada y volvió a cerrar la puerta, graciosamente justo la noche anterior un cliente había regalado unos pocos tickets para la función de ese día a ella y unas cuantas de sus compañeras.
Fue a tomar una ducha rápida y salió casi corriendo del burdel, su ropa era “normal” nada llamativo, nada con mucho color. Quería pasar desapercibida y sabía que en un circo pocos podrían reconocerla, eso era lo que realmente necesitaba. Varios se habían ofrecido a llevarla pero se había negado a todos solo quería caminar porque aún le quedaba tiempo, iba distraída con la brisa que jugaba con su cabello despeinándolo y mirando el paisaje a su alrededor ¿hace cuanto que no lo hacía? No tenía idea pero siempre sus días libres solían ser bastante estresantes.
Paso a paso caminaba hasta acercarse ya a la carpa de circo, el cielo comenzaba a tornarse de muchos colores trayendo así el atardecer, ella iba caminando sonriente con sus manos en la espalda mirando el cielo y apreciando los bellos colores ¡hace tanto que no se sentía así! Sentía que volvía a ser niña, se sentía liberada…qué bien se sentía. Entró al circo que estaba por comenzar su espectáculo y se sentó en el primer puesto vacío y miró el show con sus ojos iluminados, como cual niña.
Una sonrisa se había posado en su rostro hasta que vio un león, se sintió mareada por culpa de muchos recuerdos que querían entrar en su cabeza, pero dolía como si de mil agujas se trataran. La primera función había terminado y se levantó con una de sus manos en la cabeza, necesitaba aire y lo necesitaba ahora. Se disponía a salir de aquél lugar que le habían traído tantos recuerdos sin razón “aun” para ella hasta que escuchó una voz ¿Alguien llamándola en el circo? ¿Uno de sus clientes?...No, es voz no le recordaba a un cliente. Se volteó para ver quien era y por un momento se sintió congelada “¿Nate, de verdad era él? Sintió como sus ojos querían llenarse de lágrimas y los apretó con fuerza abriéndolos de nuevo para ver que era verdad - ¡¿Nate?!, ¡Nate! ¡Nate! – repitió una y mil veces y se le lanzó encima dándole un gran abrazo, rozaba su mejilla con la de él y las tontas lágrimas no tardaron en salir – Dime que en verdad estás aquí y esto no es un sueño…- No le importaba hacer el ridículo ya que por fin podía tener un viaje a su pasado con su amigo más querido.
Creo que me alargué un poco o.o ... perdón ...?
Última edición por Annette Lagarde el Dom Jul 24, 2011 1:25 am, editado 1 vez
Annette Lagarde- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 10/02/2011
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Re: Viejos amigos o amigos viejos
((Todo bien me gusto el post :face:))
Nathan aún no estaba seguro de que esa mujer fuera Annette, a veces al memoria podía fallarle pero nunca olvidaría ese rostro que conocía desde niño, un rostro que se veía por lo cierto mucho más hermoso con los años si es que resultara estar en lo cierto y esa mujer fuera ella, ¡cuántas ganas tenia de verla! Y allí estaba caminando entre las personas camino a encontrar si sus dudas eran ciertas. Cuando se dio la vuelta todo le quedo claro, era su Annie, la niña, la mujer ahora pero después de todo ella, lo reconoció, al parecer tampoco había cambiado mucho y una sonrisota se le dibujo en el rostro cuando la recibió con los brazos abiertos estrechándola por todo el tiempo que no se vieron “Por Dios Annie! Ya eres toda una mujer hecha y derecha” y sintió algo húmedo en su cara, como la sensación que a uno le da cuando la lluvia le cae pero no era lluvia eran las lágrimas de Annie y el se alarmó “Tranquila Annie estoy aquí, ¿te pasa algo?” se puso serio de pronto pero entre tanta gente no podía pensar así que la tomó media abrazada aunque los miraran raro y la llevó hacia la salida sin decirle más aún.
Fuera se alejo de las personas con Annie y saco un pañuelo viejo, apenas tenía un par de ellos y el mismo le seco las lágrimas que caían por sus mejillas dándoselo después “Toma” dijo y luego trato de hacer pasar ello con una sonrisa, lo único que sabía hacer bien en los buenos y malos momentos, poner la buena cara. Algo le decía que algo no andaba bien con su amiga y pensó que estando allí y encontrándola después de años lo mínimo que podía hacer era animarla “Annie, las lágrimas de felicidad son bien aceptadas pero la próxima vez que me recibas prefiero que me des un beso” se rió y perfilo el rostro a un lado porque no sabía de dónde saco el valor para decir eso, nunca le pidió un beso a una mujer, parecía que su lengua tenia vida propia como para que se le saliera eso “Ves, aquí” señalo su mejilla como el único lugar donde esperaría un beso de ella, internamente sin reconocerlo deseaba que fuera diferente pero no tenía la experiencia ni el valor de besar a una chica, siempre había sido el amigo, nunca el enamorado y constaba que era más por propia decisión fundamentada en el miedo a lo desconocido y más que nada al ridículo que podría llegar a hacer sin tener la experiencia que a su edad muchos ya le llevaban por leguas.
“Tengo una mejor idea” volvió a mirarla y la tomo de la mano dándole un beso en ella “Así es como los caballeros de la corte lo hacen, que nunca se diga que por lo menos tengo idea de algunas conductas caballerosas” se rió de su propia afirmación, el estaba tan lejos de ser un caballero de la corte, de todo título, o lo que le dijeran aunque tampoco le importaba eso porque se daba cuenta que esa gente no era feliz con las muchas riquezas que poseían. Lo que si le hubiera gustado ser era gitano, la vida de los viajes, los circos, pero no estaba de acuerdo con la política de los gitanos acerca de robar, no se le daba, las veces que lo intento regreso lo robado con muchas disculpas e incluso trabajo gratuito para contrarrestar la afrenta.
Annete sin embargo parecía que le iba mejor, vestía como dama o por lo menos mejor de lo que las condiciones de vida de niños les permitían. El tenía la ropa vieja, la camisa con algunos remiendos que el mismo le hizo y esperaba que ella no se diera cuenta porque no quería avergonzarla con su compañía, quien sabe y Annie ya fuera una dama que escalo en la sociedad de la época lo que menos le hacía bien eran las amistades de la clase baja. “¿Estas mejor?, eso espero Annie, ¡Cuánto me alegra verte!” volvió a abrasarla como si se la fueran a arrebatar del momento y sintió gran alivio y satisfacción de hacerlo, como después de estar tanto tiempo sin querer tener lazos con alguien se le presentara este pedacito de su pasado para rememorarle su niñez cuando aún su familia estaba viva “Lo siento, perdón, perdón, es que a veces me dejo llevar por, es que, perdón” dijo sonriendo algo nervioso y dejándola respirar porque el abrazo fue efusivo.
Nathan aún no estaba seguro de que esa mujer fuera Annette, a veces al memoria podía fallarle pero nunca olvidaría ese rostro que conocía desde niño, un rostro que se veía por lo cierto mucho más hermoso con los años si es que resultara estar en lo cierto y esa mujer fuera ella, ¡cuántas ganas tenia de verla! Y allí estaba caminando entre las personas camino a encontrar si sus dudas eran ciertas. Cuando se dio la vuelta todo le quedo claro, era su Annie, la niña, la mujer ahora pero después de todo ella, lo reconoció, al parecer tampoco había cambiado mucho y una sonrisota se le dibujo en el rostro cuando la recibió con los brazos abiertos estrechándola por todo el tiempo que no se vieron “Por Dios Annie! Ya eres toda una mujer hecha y derecha” y sintió algo húmedo en su cara, como la sensación que a uno le da cuando la lluvia le cae pero no era lluvia eran las lágrimas de Annie y el se alarmó “Tranquila Annie estoy aquí, ¿te pasa algo?” se puso serio de pronto pero entre tanta gente no podía pensar así que la tomó media abrazada aunque los miraran raro y la llevó hacia la salida sin decirle más aún.
Fuera se alejo de las personas con Annie y saco un pañuelo viejo, apenas tenía un par de ellos y el mismo le seco las lágrimas que caían por sus mejillas dándoselo después “Toma” dijo y luego trato de hacer pasar ello con una sonrisa, lo único que sabía hacer bien en los buenos y malos momentos, poner la buena cara. Algo le decía que algo no andaba bien con su amiga y pensó que estando allí y encontrándola después de años lo mínimo que podía hacer era animarla “Annie, las lágrimas de felicidad son bien aceptadas pero la próxima vez que me recibas prefiero que me des un beso” se rió y perfilo el rostro a un lado porque no sabía de dónde saco el valor para decir eso, nunca le pidió un beso a una mujer, parecía que su lengua tenia vida propia como para que se le saliera eso “Ves, aquí” señalo su mejilla como el único lugar donde esperaría un beso de ella, internamente sin reconocerlo deseaba que fuera diferente pero no tenía la experiencia ni el valor de besar a una chica, siempre había sido el amigo, nunca el enamorado y constaba que era más por propia decisión fundamentada en el miedo a lo desconocido y más que nada al ridículo que podría llegar a hacer sin tener la experiencia que a su edad muchos ya le llevaban por leguas.
“Tengo una mejor idea” volvió a mirarla y la tomo de la mano dándole un beso en ella “Así es como los caballeros de la corte lo hacen, que nunca se diga que por lo menos tengo idea de algunas conductas caballerosas” se rió de su propia afirmación, el estaba tan lejos de ser un caballero de la corte, de todo título, o lo que le dijeran aunque tampoco le importaba eso porque se daba cuenta que esa gente no era feliz con las muchas riquezas que poseían. Lo que si le hubiera gustado ser era gitano, la vida de los viajes, los circos, pero no estaba de acuerdo con la política de los gitanos acerca de robar, no se le daba, las veces que lo intento regreso lo robado con muchas disculpas e incluso trabajo gratuito para contrarrestar la afrenta.
Annete sin embargo parecía que le iba mejor, vestía como dama o por lo menos mejor de lo que las condiciones de vida de niños les permitían. El tenía la ropa vieja, la camisa con algunos remiendos que el mismo le hizo y esperaba que ella no se diera cuenta porque no quería avergonzarla con su compañía, quien sabe y Annie ya fuera una dama que escalo en la sociedad de la época lo que menos le hacía bien eran las amistades de la clase baja. “¿Estas mejor?, eso espero Annie, ¡Cuánto me alegra verte!” volvió a abrasarla como si se la fueran a arrebatar del momento y sintió gran alivio y satisfacción de hacerlo, como después de estar tanto tiempo sin querer tener lazos con alguien se le presentara este pedacito de su pasado para rememorarle su niñez cuando aún su familia estaba viva “Lo siento, perdón, perdón, es que a veces me dejo llevar por, es que, perdón” dijo sonriendo algo nervioso y dejándola respirar porque el abrazo fue efusivo.
Invitado- Invitado
Re: Viejos amigos o amigos viejos
Después de años sin ver a nadie, después de estar encerrada en un burdel sin poder salir sola por culpa de los guardias que le enviaban en cada día “libre” que tenía sintió un alivio enorme al ver que su amigo estaba ahí a su lado y ella lo abrazaba como si el mundo se fuera acabar en ese mismo instante, en ese mismo momento. No lo podía terminar de creer ¿SU amigo ahí? Quizá y hasta su imaginación le jugaba una broma y se fijó un tanto en su rostro para verificar que si era él, sonrió ampliamente entremedio de lágrimas – Y tu estás todo un guapetón…- Se fijó con atención en el rostro de Nate ya que bien sabía era bastante tímido y vergonzoso, siempre le había gustado molestarlo para que se sonrojara y esperaba que este fuera el momento de nuevo. Ante su pregunta negó suavemente con su cabeza e intentó en vano secarse las lagrimas que aún no terminaban de dejarla en vergüenza.
Solo se dejó llevar entre sus brazos, eran brazos tan protectores para ella y hace tanto que no lo sentía algo así…todos tan llenos de lujuria y pasión pero sin ninguna otra intención, ella sabía que en su “profesión” nadie se preocuparía si ella se sentía sola o triste, nadie la abrazaría como lo haría su Nate, su amigo, su mejor amigo. Tomó el pañuelo esbozando una pequeña sonrisa luego de impresionarse que se atreviera a secarle las lágrimas – Gracias…- dijo con un tono suave, casi un susurro y lo tomó entre sus manos con su vista fijada en el pañuelo. Un leve sonrojo apareció en sus mejillas al escuchar oír lo del beso ¿Él diciéndole eso? Eso parecía increíble, lo miró de reojo con los labios entreabiertos al estar sorprendida si le preguntaran sinceramente ella encantada le habría besado en ese mismo instante pero él podría pensar cosas extrañas, cosa que no quería. Su rostro cambió con rapidez al notar cómo se señalaba la mejilla mordiendo su labio inferior y soltando un suspiro ¿qué cosas se le pasaban por la cabeza? Era casi ridículo pensar en besarle en otro lugar, no a el era su amigo ¿no?.
Lo observaba con ternura mientras el besaba su mano, sabía que Nate tenía claro que al ser de clase baja poco podían relacionarse con realeza u otros pero para ella siempre él había sido el más caballero ya que el jamás pagaría por tener sexo con ella o al menos de eso estaba segura. Sonrió ampliamente ahora sin lágrimas – Nate…para mi siempre serás el más caballero de todos - Lo tomó por su rostro y le besó con suavidad la mejilla sin separarse de inmediato, era el beso más tierno que había dado hace mucho tiempo, era un beso con sentimiento y a pesar de que hubiera preferido besarlo en otro lado lejos era su beso favorito. No sabía bien en qué estaba pensando ni mucho menos la reacción que tendía Nate, tal vez se asustaría y la dejaría ahí o quizá simplemente quedaría congelado a su lado pero nada de eso le importaba. Solo era el, solo era ella … solo eran ellos besándose ingenuamente en la mejilla.
Siempre recordaba cómo de pequeños ambos jugaban a ser de clase alta y hasta de realeza, hablando de mejor modo, vistiéndose con lo que mejor tenían sabiendo ambos que solo era un sueño. Jamás pasó por la mente de Annie ser cortesana ni mucho menos ser reconocida ella hubiese preferido siempre quedarse en el anonimato y mejor sin dinero pero junto a sus padres, nada mas le importaba y comenzaba a pensar en escaparse junto a Nate ¿qué podía pasar? Los guardias se suponía que no la seguían y no había ningún cliente por ahí. Pero todo su pensamiento se esfumó al escuchar de nuevo la voz de su amigo y más al sentir su abrazo, ella correspondió sonriente acomodándose en sus brazos - ¿Cómo no voy a estar mejor si tu estas aquí Nate? - Sus palabras eran tan sinceras y se sentía tan tranquila estando abrazada a él. Su abrazo fue fuerte y lleno de sentimientos ¿Y qué importaba si se quedaba sin aire? ¡No le importaba! Por ella habría muerto ahí mismo en los brazos de él si con no volver al burdel se trataba. Al sentir como se alejaba negó con su cabeza y lo miró a los ojos – No tienes nada de qué disculparte…- se acercó a el nuevamente y lo abrazó con fuerza dándole a entender que no la soltara – Por mi estaría así todo lo que queda del día, no me sueltes Nate…por favor no me sueltes - mordió su labio inferior ya que las lágrimas amenazaban con salir nuevamente, no quería volver a preocupar a su amigo que con tanto esfuerzo la había hecho sonreír, quería disfrutar lo que quedaba del día hasta que tuviera que volvera a su nefasta realidad.
Solo se dejó llevar entre sus brazos, eran brazos tan protectores para ella y hace tanto que no lo sentía algo así…todos tan llenos de lujuria y pasión pero sin ninguna otra intención, ella sabía que en su “profesión” nadie se preocuparía si ella se sentía sola o triste, nadie la abrazaría como lo haría su Nate, su amigo, su mejor amigo. Tomó el pañuelo esbozando una pequeña sonrisa luego de impresionarse que se atreviera a secarle las lágrimas – Gracias…- dijo con un tono suave, casi un susurro y lo tomó entre sus manos con su vista fijada en el pañuelo. Un leve sonrojo apareció en sus mejillas al escuchar oír lo del beso ¿Él diciéndole eso? Eso parecía increíble, lo miró de reojo con los labios entreabiertos al estar sorprendida si le preguntaran sinceramente ella encantada le habría besado en ese mismo instante pero él podría pensar cosas extrañas, cosa que no quería. Su rostro cambió con rapidez al notar cómo se señalaba la mejilla mordiendo su labio inferior y soltando un suspiro ¿qué cosas se le pasaban por la cabeza? Era casi ridículo pensar en besarle en otro lugar, no a el era su amigo ¿no?.
Lo observaba con ternura mientras el besaba su mano, sabía que Nate tenía claro que al ser de clase baja poco podían relacionarse con realeza u otros pero para ella siempre él había sido el más caballero ya que el jamás pagaría por tener sexo con ella o al menos de eso estaba segura. Sonrió ampliamente ahora sin lágrimas – Nate…para mi siempre serás el más caballero de todos - Lo tomó por su rostro y le besó con suavidad la mejilla sin separarse de inmediato, era el beso más tierno que había dado hace mucho tiempo, era un beso con sentimiento y a pesar de que hubiera preferido besarlo en otro lado lejos era su beso favorito. No sabía bien en qué estaba pensando ni mucho menos la reacción que tendía Nate, tal vez se asustaría y la dejaría ahí o quizá simplemente quedaría congelado a su lado pero nada de eso le importaba. Solo era el, solo era ella … solo eran ellos besándose ingenuamente en la mejilla.
Siempre recordaba cómo de pequeños ambos jugaban a ser de clase alta y hasta de realeza, hablando de mejor modo, vistiéndose con lo que mejor tenían sabiendo ambos que solo era un sueño. Jamás pasó por la mente de Annie ser cortesana ni mucho menos ser reconocida ella hubiese preferido siempre quedarse en el anonimato y mejor sin dinero pero junto a sus padres, nada mas le importaba y comenzaba a pensar en escaparse junto a Nate ¿qué podía pasar? Los guardias se suponía que no la seguían y no había ningún cliente por ahí. Pero todo su pensamiento se esfumó al escuchar de nuevo la voz de su amigo y más al sentir su abrazo, ella correspondió sonriente acomodándose en sus brazos - ¿Cómo no voy a estar mejor si tu estas aquí Nate? - Sus palabras eran tan sinceras y se sentía tan tranquila estando abrazada a él. Su abrazo fue fuerte y lleno de sentimientos ¿Y qué importaba si se quedaba sin aire? ¡No le importaba! Por ella habría muerto ahí mismo en los brazos de él si con no volver al burdel se trataba. Al sentir como se alejaba negó con su cabeza y lo miró a los ojos – No tienes nada de qué disculparte…- se acercó a el nuevamente y lo abrazó con fuerza dándole a entender que no la soltara – Por mi estaría así todo lo que queda del día, no me sueltes Nate…por favor no me sueltes - mordió su labio inferior ya que las lágrimas amenazaban con salir nuevamente, no quería volver a preocupar a su amigo que con tanto esfuerzo la había hecho sonreír, quería disfrutar lo que quedaba del día hasta que tuviera que volvera a su nefasta realidad.
Annette Lagarde- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 10/02/2011
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Re: Viejos amigos o amigos viejos
Ann provoco que Nathan se pusiera un tanto vergonzoso en su presencia, no podía creer que la niña de juegos se hubiera convertido en una mujer tan guapa y que podía hacerle sentir de esa manera después de tantos años sin verse, lo que llamaban atracción y lo que él quería reprimir ya que creía que no estaba bien que pensara en Ann como en la mujerona que se estaba imaginando cada vez que se daba cuenta en el busto esplendoroso de la chica o en sus caderas bien torneadas. Se rasco la cabeza nerviosamente mientras desviaba la mirada riendo como tonto y le respondió: “Que va, lo único que ha cambiado en mi es el tamaño” pero de pronto se dio cuenta que hasta pensaba mal de sus propias palabras y complemento: “Tu sabes, la altura y eso”
Le sonaba a Nathan que cada cosa de la que hablaba la empeoraba cuando quería arreglarla, a veces era preferible quedarse callado sin decir nada pero con Ann era inevitable hacer conversación. Le seco las lágrimas como lo hubiera hecho siempre y como lo haría si fuera necesario cada vez que ella lo necesitase, solo hasta entonces se dio cuenta de que los años habían pasado, sus vidas habían cambiado y que seguramente ellos también pero una vez más se volvían a reencontrar como antes y no la volvería a perder de vista a menos que ella lo quisiera, cosa que el dudaba. Ann no sabía lo que él era, no tuvo tiempo de contárselo en el pasado pero creyó que bajo su forma gatuna alguna vez podría presentarse ante ella pero no sabía donde vivía ni donde trabajaba así que estaba resuelto a preguntarle antes de dejarla ir de nuevo. Hace años solo eran unos niños que se movían al gusto de los padres pero ahora que eran adultos podían decidir sobre sus vidas y sus acciones.
La sonrisa de Ann le saco otra sonrisa a él, prefería verla así de guapa y alegre a verla triste y llorando, haría lo que fuera por la sonrisa de Ann, bajo ambas manos y sin darse cuenta se quedo agarrado de la mano de Ann cuando le respondió: “El más caballo querrás decir, creo que un campesino como yo solo puede aspirar a tener la sonrisa de una hermosa chica como tú pero no lo tomes como algo malo, en verdad es una recompensa que no todos tienen”. Entonces ella lo tomó por el rostro y le dio un beso en la mejilla, se quedo como petrificado y atontado por la sensación que le dejo. Los pensamientos pecaminosos de la primera vez que la había visto aquel día volvieron a su mente y estaba decidido a golpearse la cabeza en una roca con tal de que se le quitara de la cabeza la estúpida idea de sentirse atraído a su mejor amiga, no porque ella no fuera increíblemente hermosa, sino porque pensaba que no tenía ningún chance en esta vida de que algo así ocurriera.
La mano empezó a sudarle y gracias al abrazo que nuevamente se dieron pudo ser capaz de sujetar a Ann con ambos brazos sin que ella se diera cuenta que la había estado tocando largo rato. Su cuerpo parecía tan delicado a comparación del suyo, Ann tenía la figura de una dama refinada y él era macizo y alto, los músculos por las horas trabajadas estaban bien formados y duros, pensó que si la abrazaba más fuerte quizá podría lastimarla así que bajo un poco los brazos sosteniéndola con la mayor delicadeza con la que le era posible pero ella le dijo que no la soltara y se abrazo aun más fuertemente de él. Nathan volvió a rodearla y olio su cabello mientras si quijada rozaba con la frente de Ann, se inclinó un poco y le dio un beso en la frente ya que no se atrevía a dárselo en otro lugar y por lo menos sintió la textura de flor de la piel de aquella joven que de pronto lo tenía tan confundido a la vez de feliz.
Era un gato cariñoso, no quería soltarla y podría estar así horas de horas sin cansarse pero tarde o temprano los echarían del circo. En el interior de la carpa se escucho que el acto empezaba una vez mas y aunque era la segunda parte tenían por lo menos un tiempo más para estar allí y el podría disfrutar de la sensación de abrazarla sin sentirse obligado a separarse de su cuerpo. “No te dejare Ann, si quieres puedes quedarte conmigo el tiempo que desees ¿estás sola aquí en Paris?” preguntó aún abrazado a ella esperando quizá que ella le dijera que si y así poder ofrecerle una vivienda, la de él, por lo menos por un tiempo para tenerla a su lado y poder protegerla porque sentía que Ann no estaba bien y no sabía el por qué.
Le sonaba a Nathan que cada cosa de la que hablaba la empeoraba cuando quería arreglarla, a veces era preferible quedarse callado sin decir nada pero con Ann era inevitable hacer conversación. Le seco las lágrimas como lo hubiera hecho siempre y como lo haría si fuera necesario cada vez que ella lo necesitase, solo hasta entonces se dio cuenta de que los años habían pasado, sus vidas habían cambiado y que seguramente ellos también pero una vez más se volvían a reencontrar como antes y no la volvería a perder de vista a menos que ella lo quisiera, cosa que el dudaba. Ann no sabía lo que él era, no tuvo tiempo de contárselo en el pasado pero creyó que bajo su forma gatuna alguna vez podría presentarse ante ella pero no sabía donde vivía ni donde trabajaba así que estaba resuelto a preguntarle antes de dejarla ir de nuevo. Hace años solo eran unos niños que se movían al gusto de los padres pero ahora que eran adultos podían decidir sobre sus vidas y sus acciones.
La sonrisa de Ann le saco otra sonrisa a él, prefería verla así de guapa y alegre a verla triste y llorando, haría lo que fuera por la sonrisa de Ann, bajo ambas manos y sin darse cuenta se quedo agarrado de la mano de Ann cuando le respondió: “El más caballo querrás decir, creo que un campesino como yo solo puede aspirar a tener la sonrisa de una hermosa chica como tú pero no lo tomes como algo malo, en verdad es una recompensa que no todos tienen”. Entonces ella lo tomó por el rostro y le dio un beso en la mejilla, se quedo como petrificado y atontado por la sensación que le dejo. Los pensamientos pecaminosos de la primera vez que la había visto aquel día volvieron a su mente y estaba decidido a golpearse la cabeza en una roca con tal de que se le quitara de la cabeza la estúpida idea de sentirse atraído a su mejor amiga, no porque ella no fuera increíblemente hermosa, sino porque pensaba que no tenía ningún chance en esta vida de que algo así ocurriera.
La mano empezó a sudarle y gracias al abrazo que nuevamente se dieron pudo ser capaz de sujetar a Ann con ambos brazos sin que ella se diera cuenta que la había estado tocando largo rato. Su cuerpo parecía tan delicado a comparación del suyo, Ann tenía la figura de una dama refinada y él era macizo y alto, los músculos por las horas trabajadas estaban bien formados y duros, pensó que si la abrazaba más fuerte quizá podría lastimarla así que bajo un poco los brazos sosteniéndola con la mayor delicadeza con la que le era posible pero ella le dijo que no la soltara y se abrazo aun más fuertemente de él. Nathan volvió a rodearla y olio su cabello mientras si quijada rozaba con la frente de Ann, se inclinó un poco y le dio un beso en la frente ya que no se atrevía a dárselo en otro lugar y por lo menos sintió la textura de flor de la piel de aquella joven que de pronto lo tenía tan confundido a la vez de feliz.
Era un gato cariñoso, no quería soltarla y podría estar así horas de horas sin cansarse pero tarde o temprano los echarían del circo. En el interior de la carpa se escucho que el acto empezaba una vez mas y aunque era la segunda parte tenían por lo menos un tiempo más para estar allí y el podría disfrutar de la sensación de abrazarla sin sentirse obligado a separarse de su cuerpo. “No te dejare Ann, si quieres puedes quedarte conmigo el tiempo que desees ¿estás sola aquí en Paris?” preguntó aún abrazado a ella esperando quizá que ella le dijera que si y así poder ofrecerle una vivienda, la de él, por lo menos por un tiempo para tenerla a su lado y poder protegerla porque sentía que Ann no estaba bien y no sabía el por qué.
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Re: Viejos amigos o amigos viejos
Sus ojos viajaban disimuladamente a través del cuerpo de Nate, recorría cada rasgo, cada curva y cada límite de él ¿y cómo no hacerlo si había cambiado tanto? Ya no era un niño sino un hombre hecho y derecho, además de convertirse en uno bastante guapo. Al escuchar sus palabras no pudo evitar sonrojarse y mal pensar desviando su mirada con rapidez para que él no lo notara, luego solo rió con una suave carcajada – Claro, claro…¿cómo crees que pensaría otra cosa? - Si había algo que siempre le había encantado de él, era intentar arreglar algo y terminar empeorándola más, era algo que para ella era tan especial y siempre terminaba por robarle una sonrisa.
Siempre se había preguntado en qué pensaban sus padres por la desaparición repentina de su hogar, si bien había escrito una carta explicando que eran cosas del amor tenía la duda de si ellos habían creído o no, prefería que lo creyeran así ya que al menos no estarían preocupados pero tenía claro que sus padres no eran tontos ni nada por el estilo. No quería tocar el tema con Nate ya que podría hacer que él se preocupara y sabía que era bueno para eso y tampoco quería contarle a qué se dedicaba o más bien a qué le habían obligado a trabajar. Suspiró despacio para intentar que todos sus pensamientos se alejaran de su cabeza y poder disfrutar de aquél momento que quizá no se volvería a repetir.
No se percató demasiado en la unión de ambas manos, quizá y ninguno de los dos se había dado cuenta del asunto. Ann hizo una pequeña mueca tras escuchar las barbaridades que decía – Para mi eres el más caballero y punto…Sabes que bien poco me importa si fueras pobre, campesino o de realeza - Sus palabras sonaban mas bien serias pero él ya la conocía, yo iba a discutir un tema tan infantil en ese momento. Una sonrisa divertida no tardó en aparecer, siempre se había dado cuenta cuando Nate se ponía nervioso o avergonzado y más sabía que cuando se acercaba demasiado a él se ponía inclusive más torpe, pero era el encanto de ese gato, le gustaba verlo así y por ello, cuando eran más pequeños, solía molestarlo acercándose a él.
Al abrazarse nuevamente pudo sentir recién la contextura que ahora tenía su gran amigo, si bien de pequeño siempre fue más delgado ahora era todo un hombre. Bajó sus manos por los brazos de él sintiendo cada músculo que ahora componía aquellos brazos delgados que ella recordaba, no entendía bien la razón pero sentía como su cuerpo comenzaba a jugarle en contra, primero era su estómago que parecía tener cosquillas las cuales intentó ignorar mordiendo su labio ¿por qué al estar abrazada a su mejor amigo de la infancia comenzaba a ponerla nerviosa? Se sentía mal hasta con solo pensar en besar los labios de Nate, Nate su amigo, su mejor amigo... El beso en la frente había logrado despejar todo pensamiento que ella creía poco adecuado y solo sonrió abrazándose más fuerte a él.
Escuchó a lo lejos cómo avisaban que el segundo acto comenzaba pero a ella no le importaba en lo absoluto, solo se preocupaba de que su compañero no la soltara ni ahora y ojala nunca, ni siquiera quería pensar en lo que sucedería una vez terminara el show, ella no quería volver al burdel, no quería estar más revolcándose con desconocidos en una cama, no quería saber más de dinero de esa forma, quería volver a ser la que era antes y no una experimentada en el sexo. Un escalofríos recorrió toda su espalda tras la pregunta ¿qué podía responder? Quizá si le contaba la verdad él saldría corriendo y la dejaría ahí, pero tampoco tenía ánimos de mentirle porque de seguro se daría cuenta – No estoy sola exactamente…pero no quiero volver al lugar donde me…- hizo una pequeña pausa donde suspiró hondo – Donde me estoy quedando…- Apartó un poco su cabeza para buscar la mirada del gato, su mirada era suplicante y dejaba en evidencia que se sentía hasta desesperada – Llévame contigo Nate…llévame lejos de todo…yo no quiero esto, nunca lo quise…solo no me dejes…- Sabía que su amigo no entendería nada de lo que ella hablaba y apretó su mano con fuerza formándola en puño ¿cómo explicarle sobre su trabajo? Se sentía ansiosa y nerviosa, lo que menos necesitaba era que él la dejara sola ya que era el único amigo en quién podía confiar a ciegas.
Siempre se había preguntado en qué pensaban sus padres por la desaparición repentina de su hogar, si bien había escrito una carta explicando que eran cosas del amor tenía la duda de si ellos habían creído o no, prefería que lo creyeran así ya que al menos no estarían preocupados pero tenía claro que sus padres no eran tontos ni nada por el estilo. No quería tocar el tema con Nate ya que podría hacer que él se preocupara y sabía que era bueno para eso y tampoco quería contarle a qué se dedicaba o más bien a qué le habían obligado a trabajar. Suspiró despacio para intentar que todos sus pensamientos se alejaran de su cabeza y poder disfrutar de aquél momento que quizá no se volvería a repetir.
No se percató demasiado en la unión de ambas manos, quizá y ninguno de los dos se había dado cuenta del asunto. Ann hizo una pequeña mueca tras escuchar las barbaridades que decía – Para mi eres el más caballero y punto…Sabes que bien poco me importa si fueras pobre, campesino o de realeza - Sus palabras sonaban mas bien serias pero él ya la conocía, yo iba a discutir un tema tan infantil en ese momento. Una sonrisa divertida no tardó en aparecer, siempre se había dado cuenta cuando Nate se ponía nervioso o avergonzado y más sabía que cuando se acercaba demasiado a él se ponía inclusive más torpe, pero era el encanto de ese gato, le gustaba verlo así y por ello, cuando eran más pequeños, solía molestarlo acercándose a él.
Al abrazarse nuevamente pudo sentir recién la contextura que ahora tenía su gran amigo, si bien de pequeño siempre fue más delgado ahora era todo un hombre. Bajó sus manos por los brazos de él sintiendo cada músculo que ahora componía aquellos brazos delgados que ella recordaba, no entendía bien la razón pero sentía como su cuerpo comenzaba a jugarle en contra, primero era su estómago que parecía tener cosquillas las cuales intentó ignorar mordiendo su labio ¿por qué al estar abrazada a su mejor amigo de la infancia comenzaba a ponerla nerviosa? Se sentía mal hasta con solo pensar en besar los labios de Nate, Nate su amigo, su mejor amigo... El beso en la frente había logrado despejar todo pensamiento que ella creía poco adecuado y solo sonrió abrazándose más fuerte a él.
Escuchó a lo lejos cómo avisaban que el segundo acto comenzaba pero a ella no le importaba en lo absoluto, solo se preocupaba de que su compañero no la soltara ni ahora y ojala nunca, ni siquiera quería pensar en lo que sucedería una vez terminara el show, ella no quería volver al burdel, no quería estar más revolcándose con desconocidos en una cama, no quería saber más de dinero de esa forma, quería volver a ser la que era antes y no una experimentada en el sexo. Un escalofríos recorrió toda su espalda tras la pregunta ¿qué podía responder? Quizá si le contaba la verdad él saldría corriendo y la dejaría ahí, pero tampoco tenía ánimos de mentirle porque de seguro se daría cuenta – No estoy sola exactamente…pero no quiero volver al lugar donde me…- hizo una pequeña pausa donde suspiró hondo – Donde me estoy quedando…- Apartó un poco su cabeza para buscar la mirada del gato, su mirada era suplicante y dejaba en evidencia que se sentía hasta desesperada – Llévame contigo Nate…llévame lejos de todo…yo no quiero esto, nunca lo quise…solo no me dejes…- Sabía que su amigo no entendería nada de lo que ella hablaba y apretó su mano con fuerza formándola en puño ¿cómo explicarle sobre su trabajo? Se sentía ansiosa y nerviosa, lo que menos necesitaba era que él la dejara sola ya que era el único amigo en quién podía confiar a ciegas.
Annette Lagarde- Mensajes : 45
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Re: Viejos amigos o amigos viejos
Ann siempre lo había visto como más de lo que era, los dos sabían muy bien sus orígenes y aunque no tuvieran idea de la vida que llevaban en la actualidad, cualquier palabra entre ellos resultaba familiar como si nunca hubieran estado separados. Nathan la abrazó sin pensar en soltarla más, algo le decía que no debía hacerlo y por otra parte se negaba a dejarla ir para perderla de nuevo a menos que supiera con certeza donde poder encontrarla y verla a diario. Hasta entonces no se había dado cuenta de la soledad en la que estaba viviendo desde su llegada a Paris, si bien un tiempo estuvo bien acompañado por las caravanas de los circos y de los gitanos, su vida actual estaba en medio del campo en una cabaña donde él vivía solo y a veces frecuentaba la ciudad donde tenía muchos conocidos pero ningún amigo o amiga.
Aprendió a escuchar el sonido del viento, a sentirse cómodo con el silencio, a hablar con los animales de su establo aunque pareciera loco sabía que no era nada del otro mundo ya que el también era un animal cuando quería transformarse en uno. Aquel instinto de protección tanto de su parte humana como animal se incremento cuando vio a Ann llorando, lo único que quería era protegerla y llevársela consigo donde ella quisiera. ¿La quería como a una hermana?, posiblemente sentía un cariño parecido a ello en la infancia, Nathan siempre fue un chico inocente e incluso en su adolescencia no se atrevía a hablarle a una chica con una segunda intención. Se sentía nervioso con las mujeres pero desde que su lado animal se estableció completamente en el nunca pudo refrenar la atracción por lo que podrían decirse las ‘hembras’, para el mujeres y ahora empezaba a sentir esa atracción por Ann, era su amiga, su mejor amiga pero era inevitable que su propia naturaleza hiciera que la viera como algo más, como lo que en realidad era, una mujer adulta y hermosa.
Permanecieron abrazados sin importar que pasara alrededor, un elefante podía pasar por su lado, un payaso podría intentar sacarles una risa pero ya no estaban allí, se encontraban en un mundo aparte donde su reencuentro había escarbado memorias y provocado atracciones que parecían contradictorias, el cariño versus la atracción. Un beso, ojala hubiera podido dárselo en los labios y en el momento en el que lo pensaba se recriminaba a sí mismo por aquel pensamiento. Si aquello fuera tan fácil como en el mundo animal, el asumiría su forma de león y si ella fuera una leona no abría tiempo para las palabras, todo sería cuestión de instinto. Se sintió aliviado de poder controlar sus instintos animales reprimiéndolos pero no se sintió conforme consigo mismo al darse cuenta que no era solo su parte animal de la que salía aquella atracción. Él, que ya era una hombre adulto, se dio cuenta que Annette no sería nunca más su amiga de la infancia sino un amor que acababa de descubrir que él podía sentir.
Volvió a la realidad cuando ella respondió a sus preguntas, la noto nerviosa, evadiendo una verdad que gritaba por salir de sus labios y él se daba cuenta porque ella siempre había sido así. Recordó un episodio de su niñez, estaban los dos jugando en el granero cuando Annette se cayó, se había lastimado el brazo ya que la caída se propició de una altura considerable pero ella trataba de disimular que no le dolía nada aunque se sujetara el brazo. Ella nunca lo quiso preocupar, en realidad nunca quiso preocupar a nadie y se tragaba las cosas para ella misma. Sonrió y la aparto un poco solo para poder mirarla a los ojos para luego decirle: “No tienes que ocultarme nada Ann, ya no somos niños y ahora podemos solucionar nuestras vidas o por lo menos intentarlo. Aún así, si no quieres hablar no te obligare pero si te obligare a ir conmigo, no puedo ofrecerte un palacio pero comida y techo no te faltara”.
Algo no estaba bien, no sabía si Ann se lo diría o no pero aquel encuentro más allá de ser una casualidad los había llevado a los dos a rescatar parte de sus vidas, a encontrar una oportunidad para aspirar a los días felices del pasado. El no la dejaría ir hasta saber que todo estaba bien y que ella estaba segura, no le importaban los berrinches que ella podía llegar a mostrar con tal de hacerle creer que estaba bien. Los años pasaron, la vida los curtió, las cosas eran diferentes y el ahora tenía una responsabilidad de la que ni ella podía librarlo y esa era: lograr que Ann volviera a ser feliz de cualquier forma.
Aprendió a escuchar el sonido del viento, a sentirse cómodo con el silencio, a hablar con los animales de su establo aunque pareciera loco sabía que no era nada del otro mundo ya que el también era un animal cuando quería transformarse en uno. Aquel instinto de protección tanto de su parte humana como animal se incremento cuando vio a Ann llorando, lo único que quería era protegerla y llevársela consigo donde ella quisiera. ¿La quería como a una hermana?, posiblemente sentía un cariño parecido a ello en la infancia, Nathan siempre fue un chico inocente e incluso en su adolescencia no se atrevía a hablarle a una chica con una segunda intención. Se sentía nervioso con las mujeres pero desde que su lado animal se estableció completamente en el nunca pudo refrenar la atracción por lo que podrían decirse las ‘hembras’, para el mujeres y ahora empezaba a sentir esa atracción por Ann, era su amiga, su mejor amiga pero era inevitable que su propia naturaleza hiciera que la viera como algo más, como lo que en realidad era, una mujer adulta y hermosa.
Permanecieron abrazados sin importar que pasara alrededor, un elefante podía pasar por su lado, un payaso podría intentar sacarles una risa pero ya no estaban allí, se encontraban en un mundo aparte donde su reencuentro había escarbado memorias y provocado atracciones que parecían contradictorias, el cariño versus la atracción. Un beso, ojala hubiera podido dárselo en los labios y en el momento en el que lo pensaba se recriminaba a sí mismo por aquel pensamiento. Si aquello fuera tan fácil como en el mundo animal, el asumiría su forma de león y si ella fuera una leona no abría tiempo para las palabras, todo sería cuestión de instinto. Se sintió aliviado de poder controlar sus instintos animales reprimiéndolos pero no se sintió conforme consigo mismo al darse cuenta que no era solo su parte animal de la que salía aquella atracción. Él, que ya era una hombre adulto, se dio cuenta que Annette no sería nunca más su amiga de la infancia sino un amor que acababa de descubrir que él podía sentir.
Volvió a la realidad cuando ella respondió a sus preguntas, la noto nerviosa, evadiendo una verdad que gritaba por salir de sus labios y él se daba cuenta porque ella siempre había sido así. Recordó un episodio de su niñez, estaban los dos jugando en el granero cuando Annette se cayó, se había lastimado el brazo ya que la caída se propició de una altura considerable pero ella trataba de disimular que no le dolía nada aunque se sujetara el brazo. Ella nunca lo quiso preocupar, en realidad nunca quiso preocupar a nadie y se tragaba las cosas para ella misma. Sonrió y la aparto un poco solo para poder mirarla a los ojos para luego decirle: “No tienes que ocultarme nada Ann, ya no somos niños y ahora podemos solucionar nuestras vidas o por lo menos intentarlo. Aún así, si no quieres hablar no te obligare pero si te obligare a ir conmigo, no puedo ofrecerte un palacio pero comida y techo no te faltara”.
Algo no estaba bien, no sabía si Ann se lo diría o no pero aquel encuentro más allá de ser una casualidad los había llevado a los dos a rescatar parte de sus vidas, a encontrar una oportunidad para aspirar a los días felices del pasado. El no la dejaría ir hasta saber que todo estaba bien y que ella estaba segura, no le importaban los berrinches que ella podía llegar a mostrar con tal de hacerle creer que estaba bien. Los años pasaron, la vida los curtió, las cosas eran diferentes y el ahora tenía una responsabilidad de la que ni ella podía librarlo y esa era: lograr que Ann volviera a ser feliz de cualquier forma.
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Re: Viejos amigos o amigos viejos
Flashasos sobre su pasado volvían una y otra vez sin poder controlarlos, no era agobiante pero si bastante emocionante. Muchas imágenes de ellos dos jugando, de Ann cayéndose y aguantando sus lágrimas para no preocupar a nadie por mucho que doliera, imágenes de ambos sucios por completos con la mirada de los padres de ellos algo severos, pero terminaban por sonreír de todos modos. Nunca habían sido niños malos ni traviesos, eran respetuosos y también aventureros, bien recordaba como siempre iban juntos a todos lados disfrutando los dos de la compañía del otro.
¿Era necesario pasar por todo ello para darse cuenta que las que consideraba sus amigas realmente no lo eran? Bien sabía que si se presentaba un cliente interesante todas intentarían llevárselo y si no funcionaba se sentían frustradas y llenas de envidia, pero Ann jamás había sido así, siempre fue de desearle bien a todos y hasta se ponía feliz si a sus compañeras les iba bien. Muchas veces tras las puertas había escuchado como ellas mismas decían que era la peor pensando que era una cínica, lo que significaba para Annie lágrimas de tristeza. Pero ahora todo era distinto, estaba junto a quien la conocía de toda la vida y recién ahí se dio cuenta lo infeliz que era.
Ella sabía lo espectacular que era su mejor amigo, a el no le importaría pelear si alguien la molestaba, no le importaría quedar con muchos golpes por defenderla aunque sabía bien que no le gustaba mucho pelear. Tenía claro que en sus brazos no tendría que preocuparse por sentirse sola, desprotegida ni tener que estar siempre a la defensiva ya que él le brindaba la tranquilidad y la paz que necesitaba. No podría desaprovechar el momento que se le presentaba y solo esperaba que ningún guardia los hubiese seguido aunque muy en el fondo sabía que se exponía ella y a Nate. Su estómago aún no la dejaba en paz sintiendo como las “mariposas” seguían revoloteando en él y ella no quería, sentía que no era lo correcto pero a pesar de ello no quería evitarlo.
Ahora su corazón comenzaba a latir a mil por hora creyendo que hasta sería capaz de escapar de su pecho, tragaba saliva constantemente sin encontrar las palabras adecuadas con la cual explicar su situación actual ¿cómo le iba a decir que era una puta? No era algo fácil de contar, menos si había sido obligada a serlo. Sintió los ojos de Nate en los suyos y comprendió que sus palabras iban en serio y que no era ninguna broma, él tenía razón…ya no eran niños y no tenía por qué ocultarle su historia, menos ahora que él podía ayudarle de alguna manera. Respiró hondo para juntar todo el valor necesario y comenzó a recordar como había sido todo. – Nate…escúchame con atención - Suspiró aún nerviosa, pero estaba dispuesta a contarle todo y sin ocultarle nada. – Ocurrió hace dos años ya…-
Flash back:
Annie caminaba junto a un hombre de mayor edad, tenía alrededor de unos 40 años, estaba vestido formalmente y muy bien arreglado.
Jean Pierre: No se preocupe mademoiselle, le aseguro que con este trabajo podrá ayudar a su familia sin ningún contratiempo, ellos estarán muy felices.
Annie: ¿Y de qué trata monsieur? Pregunto para saber a qué debo dedicarme y poder lograrlo con excelencia…
Jean Pierre: No se preocupe, estoy seguro que será una muy buena alumna, aprenderá con las mejores…
Se subieron a un carruaje bastante elegante como Jean Pierre, el camino había sido más bien largo y ella había dormido todo el trayecto. Cuando al fin llegaron bajó con cuidado del carruaje y se dirigió al salón que era enorme, el hombre llamó a la puerta con sutiles golpes que parecían más bien una contraseña, pero Ann estaba tan concentrada en el enorme lugar que no se percató de ello. Fue cuando aparecieron cuatro hombres más y la tomaron a la fuerza, ella no entendía nada e intentaba safarse con todas sus fuerzas pero cualquier movimiento quedaba inmune con la fuerza de todos los hombres. No luchó más y miró suplicante a Jean Pierre.
Annie: ¿Por qué hace esto?
Jean Pierre: Porque eres preciosa, serás una buena cortesana querida…aprende a hacer tu trabajo con excelencia o sino no nos quedará otra que matarte.
Justo luego de terminar de hablar una sonrisa irónica escapó de sus labios mientras que los cuatro hombres, que sujetaban por cada extremidad a Annie, la cargaban para llevarla a su nueva habitación, ella por más que intentaba gritar…nadie la ayudaba.
Ann bajó su mirada con lágrimas en sus ojos, cada vez que lo recordaba sentía un dolor indescriptible, no quería mirar a Nate a la cara pues le daba vergüenza tener un indicio de que su amigo podía sentirse asqueado y prefiriera salir corriendo, tenía miedo, se sentía indefensa y confusa, lo único que no quería es que en ese momento no la dejara sola. – Es eso lo que sucedió Nate…por eso me desaparecí y no volví más, le dije a mis padres que había sido por un amor que en realidad nunca existió ¿cómo le iba a explicar que era una puta?...habrían sentido vergüenza y decepción de mi…- Su mirada seguía fija en el piso, esperando la respuesta de su amigo que en realidad no tenía idea el cómo podía reaccionar.
¿Era necesario pasar por todo ello para darse cuenta que las que consideraba sus amigas realmente no lo eran? Bien sabía que si se presentaba un cliente interesante todas intentarían llevárselo y si no funcionaba se sentían frustradas y llenas de envidia, pero Ann jamás había sido así, siempre fue de desearle bien a todos y hasta se ponía feliz si a sus compañeras les iba bien. Muchas veces tras las puertas había escuchado como ellas mismas decían que era la peor pensando que era una cínica, lo que significaba para Annie lágrimas de tristeza. Pero ahora todo era distinto, estaba junto a quien la conocía de toda la vida y recién ahí se dio cuenta lo infeliz que era.
Ella sabía lo espectacular que era su mejor amigo, a el no le importaría pelear si alguien la molestaba, no le importaría quedar con muchos golpes por defenderla aunque sabía bien que no le gustaba mucho pelear. Tenía claro que en sus brazos no tendría que preocuparse por sentirse sola, desprotegida ni tener que estar siempre a la defensiva ya que él le brindaba la tranquilidad y la paz que necesitaba. No podría desaprovechar el momento que se le presentaba y solo esperaba que ningún guardia los hubiese seguido aunque muy en el fondo sabía que se exponía ella y a Nate. Su estómago aún no la dejaba en paz sintiendo como las “mariposas” seguían revoloteando en él y ella no quería, sentía que no era lo correcto pero a pesar de ello no quería evitarlo.
Ahora su corazón comenzaba a latir a mil por hora creyendo que hasta sería capaz de escapar de su pecho, tragaba saliva constantemente sin encontrar las palabras adecuadas con la cual explicar su situación actual ¿cómo le iba a decir que era una puta? No era algo fácil de contar, menos si había sido obligada a serlo. Sintió los ojos de Nate en los suyos y comprendió que sus palabras iban en serio y que no era ninguna broma, él tenía razón…ya no eran niños y no tenía por qué ocultarle su historia, menos ahora que él podía ayudarle de alguna manera. Respiró hondo para juntar todo el valor necesario y comenzó a recordar como había sido todo. – Nate…escúchame con atención - Suspiró aún nerviosa, pero estaba dispuesta a contarle todo y sin ocultarle nada. – Ocurrió hace dos años ya…-
Flash back:
Annie caminaba junto a un hombre de mayor edad, tenía alrededor de unos 40 años, estaba vestido formalmente y muy bien arreglado.
Jean Pierre: No se preocupe mademoiselle, le aseguro que con este trabajo podrá ayudar a su familia sin ningún contratiempo, ellos estarán muy felices.
Annie: ¿Y de qué trata monsieur? Pregunto para saber a qué debo dedicarme y poder lograrlo con excelencia…
Jean Pierre: No se preocupe, estoy seguro que será una muy buena alumna, aprenderá con las mejores…
Se subieron a un carruaje bastante elegante como Jean Pierre, el camino había sido más bien largo y ella había dormido todo el trayecto. Cuando al fin llegaron bajó con cuidado del carruaje y se dirigió al salón que era enorme, el hombre llamó a la puerta con sutiles golpes que parecían más bien una contraseña, pero Ann estaba tan concentrada en el enorme lugar que no se percató de ello. Fue cuando aparecieron cuatro hombres más y la tomaron a la fuerza, ella no entendía nada e intentaba safarse con todas sus fuerzas pero cualquier movimiento quedaba inmune con la fuerza de todos los hombres. No luchó más y miró suplicante a Jean Pierre.
Annie: ¿Por qué hace esto?
Jean Pierre: Porque eres preciosa, serás una buena cortesana querida…aprende a hacer tu trabajo con excelencia o sino no nos quedará otra que matarte.
Justo luego de terminar de hablar una sonrisa irónica escapó de sus labios mientras que los cuatro hombres, que sujetaban por cada extremidad a Annie, la cargaban para llevarla a su nueva habitación, ella por más que intentaba gritar…nadie la ayudaba.
Ann bajó su mirada con lágrimas en sus ojos, cada vez que lo recordaba sentía un dolor indescriptible, no quería mirar a Nate a la cara pues le daba vergüenza tener un indicio de que su amigo podía sentirse asqueado y prefiriera salir corriendo, tenía miedo, se sentía indefensa y confusa, lo único que no quería es que en ese momento no la dejara sola. – Es eso lo que sucedió Nate…por eso me desaparecí y no volví más, le dije a mis padres que había sido por un amor que en realidad nunca existió ¿cómo le iba a explicar que era una puta?...habrían sentido vergüenza y decepción de mi…- Su mirada seguía fija en el piso, esperando la respuesta de su amigo que en realidad no tenía idea el cómo podía reaccionar.
Annette Lagarde- Mensajes : 45
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Re: Viejos amigos o amigos viejos
Un pasado pobre pero honrado, días en los que el lujo solo era una palabra lejana en sus vidas pero donde la felicidad era una constante, horas que no fueron perdidas porque la memoria las recordaba de tal forma que la emoción volvía a dominar su corazón cuando recordaba los momentos de dicha junto a Ann. Sus padres se sentían felices de saber que sus hijos eran amigos y quizá en secreto anhelaban que algún día su unión fuera más fuerte pero no ocurrió así. Ann desapareció de las tierras donde se encontraban las granjas vecinas y para ese entonces Nathan se encontraba luchando contra sus propias fuerzas pues acababa de enterarse que era un cambiaformas. Cada uno de ellos siguió un camino diferente del que hubieran pensado, Natthan se vio convertido por muchos años en un nómada pero nunca había olvidado la carita tierna y dulce de la chica que en el presente tenía en brazos.
Si tan solo todo hubiera sido diferente, si los designios de la vida no los hubieran apartado quizá ellos…de todas formas no tenía caso pensar en lo que no sucedió sino mas bien en lo que podría el hacer en adelante para no volver a perder a su amiga, no quería volver a estar solo, no le había molestado esta condición hasta que se dio cuenta de que realmente necesitaba a alguien en su vida, a ella que precisamente llegó cuando menos se lo esperaba. La tenía en los brazos como una delicada ilusión en medio del desierto, tanto miedo a la vez de perderla que ello provocaba que la sujetara mas fuerte aún. Ella parecía acurrucarse hasta que decidió tomar la palabra no sin antes parecer algo indecisa de hacerlo, Nathan la miro atentamente pero sobre todo la escucho, como ella había pedido, cada palabra encontró un eco en su interior, sintió caer en un profundo túnel y toda su mente quedo en blanco.
Cuando ella finalmente terminó de contar su historia el pobre de Nathan se quedo pálido y bruto, quizá no podía procesar toda la información que acababa de recibir. De pronto aparecieron las imágenes mentales de la historia de Ann, se imagino al tal Jean Pierre dándole falsas promesas, obligándola a meterse a un burdel y quizá…no, no quería pensar más, era inconcebible y ella lloraba y el solo pudo soltarla y apretar con fuerza ambos puños ya que la impotencia de no haber hecho nada para evitarlo lo consumía como el fuego consume a las ramas secas. Un paso atrás, la mirada reflejaba un odio creciente como nunca antes lo había sentido por nadie, hasta ese momento se creyó incapaz de poder odiar a alguien. El animal que llevaba dentro rugía de ira, sintió un gran poder correr por sus venas y si no hubiera sido aún de día seguramente se hubiera transformado en el acto. Le fue difícil reprimirse, solo el rostro de Ann hizo que se calmara, ella no necesitaba aquello, ella necesitaba alguien que la apoyara pero Nathan nunca olvidaría ese nombre, Jean Pierre, no lo olvidaría ni descansaría hasta verlo muerto.
Nathan volvió a acercarse a ella, la abrazó y la bestia interior dejo de rugir. En el mismo momento en que la volvió a tener protegida entre sus brazos se prometió que nunca más dejaría que algo malo le sucediera. Una vez Nathan había creído que Ann se enamoró de un buen hombre y que por él se iba de la casa de sus padres, esa era la explicación que ella acababa de desmentir. En ese entonces tal vez se sintió algo celoso, ella era su mejor amiga y se iba con un hombre que ni él conocía, pensó traicionada su confianza de años pero se culpo así mismo por haberlo creído así. Ann fue usada solo por una causa, necesidad, la eterna carencia de quienes nacen pobres y están condenados a morir pobres, eso era lo que usualmente se pensaba. No era necesario más sacrificio, haría lo que sea, lo que sea porque ella no tuviera que volver a esa vida. Trabajaría todo el día ya la noche si era necesario para darle una buena vida, ella se lo merecía, él la amaba.
Después de estar un momento en silencio reflexionando, finalmente fue capaz de hablar y decir: “Vergüenza jamás Ann, tu no elegiste esa vida solo caíste en una trampa” tragó saliva para poder seguir hablando, de pronto sentía los labios, la lengua y la garganta secas como si no hubiera bebido una gota de agua en días. Se recompuso rápidamente y continuo: “Tú no eres una puta, eres Annette, eres mi Annette y a partir de hoy quiero que lo recuerdes cada día porque la vida que saliste a buscar hace dos años empieza hoy” se la llevaría con él, estaba decidido, le importaba prácticamente una mierda si alguien se oponía, si fuera uno o diez hombres a los que tuviera que enfrentarse el lo haría. Sabía que Ann se preocuparía como siempre y antes de que le refutara lo que acaba de decir se apresuro a complementar: “No me importa quién se oponga a que vengas conmigo porque si vienes conmigo, es mi última palabra Annette” se separo un poco del abrazo y la miro seriamente para que ella supiera que hablaba en serio. Él, el chico que solía hacer bromas y sonreír siempre, el que no buscaba problemas de ninguna clase, el que consideraba a todo ser humano y no humano con todo el respeto, acababa de darse cuenta de algo, no tendría consideración con nadie que se atreviera a dañar a las personas que él amaba. El gato acababa de crecer y darse cuenta que a veces no bastaba con ser un gato y que en esta vida se le dio un don pues en adelante sería un león.
Si tan solo todo hubiera sido diferente, si los designios de la vida no los hubieran apartado quizá ellos…de todas formas no tenía caso pensar en lo que no sucedió sino mas bien en lo que podría el hacer en adelante para no volver a perder a su amiga, no quería volver a estar solo, no le había molestado esta condición hasta que se dio cuenta de que realmente necesitaba a alguien en su vida, a ella que precisamente llegó cuando menos se lo esperaba. La tenía en los brazos como una delicada ilusión en medio del desierto, tanto miedo a la vez de perderla que ello provocaba que la sujetara mas fuerte aún. Ella parecía acurrucarse hasta que decidió tomar la palabra no sin antes parecer algo indecisa de hacerlo, Nathan la miro atentamente pero sobre todo la escucho, como ella había pedido, cada palabra encontró un eco en su interior, sintió caer en un profundo túnel y toda su mente quedo en blanco.
Cuando ella finalmente terminó de contar su historia el pobre de Nathan se quedo pálido y bruto, quizá no podía procesar toda la información que acababa de recibir. De pronto aparecieron las imágenes mentales de la historia de Ann, se imagino al tal Jean Pierre dándole falsas promesas, obligándola a meterse a un burdel y quizá…no, no quería pensar más, era inconcebible y ella lloraba y el solo pudo soltarla y apretar con fuerza ambos puños ya que la impotencia de no haber hecho nada para evitarlo lo consumía como el fuego consume a las ramas secas. Un paso atrás, la mirada reflejaba un odio creciente como nunca antes lo había sentido por nadie, hasta ese momento se creyó incapaz de poder odiar a alguien. El animal que llevaba dentro rugía de ira, sintió un gran poder correr por sus venas y si no hubiera sido aún de día seguramente se hubiera transformado en el acto. Le fue difícil reprimirse, solo el rostro de Ann hizo que se calmara, ella no necesitaba aquello, ella necesitaba alguien que la apoyara pero Nathan nunca olvidaría ese nombre, Jean Pierre, no lo olvidaría ni descansaría hasta verlo muerto.
Nathan volvió a acercarse a ella, la abrazó y la bestia interior dejo de rugir. En el mismo momento en que la volvió a tener protegida entre sus brazos se prometió que nunca más dejaría que algo malo le sucediera. Una vez Nathan había creído que Ann se enamoró de un buen hombre y que por él se iba de la casa de sus padres, esa era la explicación que ella acababa de desmentir. En ese entonces tal vez se sintió algo celoso, ella era su mejor amiga y se iba con un hombre que ni él conocía, pensó traicionada su confianza de años pero se culpo así mismo por haberlo creído así. Ann fue usada solo por una causa, necesidad, la eterna carencia de quienes nacen pobres y están condenados a morir pobres, eso era lo que usualmente se pensaba. No era necesario más sacrificio, haría lo que sea, lo que sea porque ella no tuviera que volver a esa vida. Trabajaría todo el día ya la noche si era necesario para darle una buena vida, ella se lo merecía, él la amaba.
Después de estar un momento en silencio reflexionando, finalmente fue capaz de hablar y decir: “Vergüenza jamás Ann, tu no elegiste esa vida solo caíste en una trampa” tragó saliva para poder seguir hablando, de pronto sentía los labios, la lengua y la garganta secas como si no hubiera bebido una gota de agua en días. Se recompuso rápidamente y continuo: “Tú no eres una puta, eres Annette, eres mi Annette y a partir de hoy quiero que lo recuerdes cada día porque la vida que saliste a buscar hace dos años empieza hoy” se la llevaría con él, estaba decidido, le importaba prácticamente una mierda si alguien se oponía, si fuera uno o diez hombres a los que tuviera que enfrentarse el lo haría. Sabía que Ann se preocuparía como siempre y antes de que le refutara lo que acaba de decir se apresuro a complementar: “No me importa quién se oponga a que vengas conmigo porque si vienes conmigo, es mi última palabra Annette” se separo un poco del abrazo y la miro seriamente para que ella supiera que hablaba en serio. Él, el chico que solía hacer bromas y sonreír siempre, el que no buscaba problemas de ninguna clase, el que consideraba a todo ser humano y no humano con todo el respeto, acababa de darse cuenta de algo, no tendría consideración con nadie que se atreviera a dañar a las personas que él amaba. El gato acababa de crecer y darse cuenta que a veces no bastaba con ser un gato y que en esta vida se le dio un don pues en adelante sería un león.
Invitado- Invitado
Re: Viejos amigos o amigos viejos
Su mejor amigo, sus padres, su mascota…eran todas cosas que extrañaba de una manera inimaginable pero al menos tenía a Nate con ella. Cuando era pequeña siempre le gustó estar junto a él ya que lo pasaba bien, se sentía protegida y querida. Muchas veces de pequeña deseo estar siempre con él, que Nate fuera a trabajar en lo que sea y ella esperarlo ansiosamente en casa con su comida favorita. Con el paso del tiempo se sintió atraía por él pero jamás se atrevió a decirlo por temor que no fuera correspondido y por temor a que su gran amistad cambiara. Recordó como un día le contaba a su madre lo que sentía por su amigo…o al menos lo intentó, y ella dibujaba una gran sonrisa en su rostro “Es un niño que sé que te dará mucha felicidad hija mía, y eso es muchísimo más importante que estar con alguien que te asegure un buen futuro pero no lo ames” ¿Cómo era posible que hubiera olvidado aquellas palabras de su madre? Y lo peor de todo es que apenas ahora se había acordado de las palabras, de los sentimientos y de los momentos.
Mientras pasaba el tiempo y la noche llegaba de forma melancólica a su habitación una vez que por fin se podía ir a dormir, siempre pensaba en su familia, en la de Nate y en él mismo, siempre se imaginaba una linda historia con todos ellos a su alrededor, felices como siempre y como si jamás se hubiesen alejado pero cuando despertaba una tristeza enorme la invadía y se levantaba corriendo al baño para encerrarse y llorar tranquilamente. No le gustaba despertar así pero sus sueños no eran algo que ella podía controlar y era algo que le afectaba en su día puesto que andaba con un ánimo más bajo de lo normal y todos lograban darse cuenta por la sencilla razón de que por más triste que ella estaba intentaba siempre tener una sonrisa y hacer su trabajo con excelencia aunque luego de terminar se sentía utilizada y sucia.
Luego de unos segundos de haberle contado su historia sintió como Nate la soltó y apretó fuertemente sus puños, en esos momentos pensó que había sido una mala idea quizá el contarle toda la razón por la cuál ella había desaparecido. Lo miró a los ojos algo temerosa apoyando su mano en el pecho mientras su corazón latía más fuertemente por culpa del nerviosismo, notó como su mirada cambiaba por una que jamás había visto por lo que no le gustó para nada ¿debería decirle algo? Sus labios se movían intentando articular alguna palabra pero por más que intentó jamás logró pronunciar algo, ni siquiera susurros o balbuceos. Simplemente se quedó cabizbaja pensando que había tenido una mala idea ya que además de haberla pasado mal ella lograba que su amigo se pusiera mal.
No creyó que la volvería a abrazar y tampoco podía imaginar qué era lo que sentía él respecto a todo lo que había sucedido, el silencio la estaba de cierta forma matando aunque solo eran unos segundos, pero para ella se sentían como largos minutos interminables. Una vez sintió sus brazos nuevamente alrededor pudo suspirar tranquila sintiéndose como una niña pequeña siendo protegida y recordó una imagen donde ambos estaban pequeños, no sabía la razón pero él también la había protegido. No sentía ganas de hablarle ni que le explicara lo que sucedía o sentía puesto que no quería hacerlo sentir presionado ni mucho menos, al menos no había salido corriendo y seguía junto a ella.
Acomodó ambos brazos alrededor de él para abrazarlo también esperando que jamás la fuera a soltar, no quería estar sola de nuevo ya que todo el tiempo en la que estuvo en el burdel nunca sintió un abrazo así y mucho menos tenía un par de oídos que la escucharan atentamente y todo lo que le contaba sabía que en realidad a ellas no les importaba ni en lo más mínimo, por lo mismo poco a poco Annette se convirtió cada vez en una persona más retraída con sus problemas, pensamientos y sentimientos.
Se sintió algo más tranquila una vez de que él por fin habló, no le habría importado si le decía que era una puta, una tonta o lo que fuera ya que al menos se habría abierto y le habría dicho lo que sentía, es más, esa clase de cosas eran las que realmente esperaba y se sorprendió cuando lo escuchaba con atención, para él no era una puta sino que era simplemente Annette. Sus ojos se llenaron de lágrimas apenas lo escuchó y lo miró a los ojos buscando su mirada ¿Qué la vida que había estado buscando empezaba hoy? Sonrió ante ello y comenzó a recordar el por qué sentía un gran cariño por su amigo, ahora lo entendía mejor que antes y sabía que no se equivocaba con él. No tenía ganas siquiera de refutarle su idea ya que era lo que más quería, quería salir de esa vida y mejor aún si era con alguien a quien siempre había querido demasiado, sabía que estaría bien a su lado a pesar de todo.
Miró atentamente la mirada de Nate y notaba que le hablaba en serio aunque en el fondo sabía que siempre lo había dicho de forma seria y que jamás la dejaría volver al burdel, cosa que la hacía estar demasiado feliz y tranquila. El mundo desapareció de su lado y ya no le importaba quien pasaba o quien los veía, solo estaba enfocada en él y no en todo el circo y la gente que lo rodeaba, lejos era su mejor día y no quería que terminara jamás. Suspiró hondamente ahora más tranquila sintiendo que se había sacado ya una gran cruz de la espalda y ahora podía respirar en paz, secó sus lágrimas sabiendo que no tenía por qué seguir llorando, ya no. Se le acercó en silencio apoyando su frente en el mentón de él ya que siempre fue más alto que ella y sonrió – Gracias Nate…no sabes cuán agradecida estoy con todo esto…no sabes lo feliz que estoy porque aparecieras…- cerró sus ojos y suspiró algo sonrojada – Eres mi heroe…como el de las historias…eres mi príncipe Nate…- Se atrevió a mirarlo a los ojos ahora con una sonrisa en su rostro y un notorio rubor en sus mejillas – Y por favor no me digas lo contrario que para mi un príncipe no tiene que estar vestido con grandes lujos…ya que por lo general solo demuestra su carencia de alma…- Rodeó con ambos brazos el cuello de Nate para acercarse totalmente a él, se apegó a su cuerpo como si se quisiera fusionar y lo besó en la mejilla pero más cercano a la comisura de los labios, su estómago se revolvió por completo por los nervios y ganas tenía de besarlo, pero no sabía si el quería o se asustaría por ello y solo se quedó ahí, nerviosa y con sus labios cercanos a los de su mejor amigo.
Mientras pasaba el tiempo y la noche llegaba de forma melancólica a su habitación una vez que por fin se podía ir a dormir, siempre pensaba en su familia, en la de Nate y en él mismo, siempre se imaginaba una linda historia con todos ellos a su alrededor, felices como siempre y como si jamás se hubiesen alejado pero cuando despertaba una tristeza enorme la invadía y se levantaba corriendo al baño para encerrarse y llorar tranquilamente. No le gustaba despertar así pero sus sueños no eran algo que ella podía controlar y era algo que le afectaba en su día puesto que andaba con un ánimo más bajo de lo normal y todos lograban darse cuenta por la sencilla razón de que por más triste que ella estaba intentaba siempre tener una sonrisa y hacer su trabajo con excelencia aunque luego de terminar se sentía utilizada y sucia.
Luego de unos segundos de haberle contado su historia sintió como Nate la soltó y apretó fuertemente sus puños, en esos momentos pensó que había sido una mala idea quizá el contarle toda la razón por la cuál ella había desaparecido. Lo miró a los ojos algo temerosa apoyando su mano en el pecho mientras su corazón latía más fuertemente por culpa del nerviosismo, notó como su mirada cambiaba por una que jamás había visto por lo que no le gustó para nada ¿debería decirle algo? Sus labios se movían intentando articular alguna palabra pero por más que intentó jamás logró pronunciar algo, ni siquiera susurros o balbuceos. Simplemente se quedó cabizbaja pensando que había tenido una mala idea ya que además de haberla pasado mal ella lograba que su amigo se pusiera mal.
No creyó que la volvería a abrazar y tampoco podía imaginar qué era lo que sentía él respecto a todo lo que había sucedido, el silencio la estaba de cierta forma matando aunque solo eran unos segundos, pero para ella se sentían como largos minutos interminables. Una vez sintió sus brazos nuevamente alrededor pudo suspirar tranquila sintiéndose como una niña pequeña siendo protegida y recordó una imagen donde ambos estaban pequeños, no sabía la razón pero él también la había protegido. No sentía ganas de hablarle ni que le explicara lo que sucedía o sentía puesto que no quería hacerlo sentir presionado ni mucho menos, al menos no había salido corriendo y seguía junto a ella.
Acomodó ambos brazos alrededor de él para abrazarlo también esperando que jamás la fuera a soltar, no quería estar sola de nuevo ya que todo el tiempo en la que estuvo en el burdel nunca sintió un abrazo así y mucho menos tenía un par de oídos que la escucharan atentamente y todo lo que le contaba sabía que en realidad a ellas no les importaba ni en lo más mínimo, por lo mismo poco a poco Annette se convirtió cada vez en una persona más retraída con sus problemas, pensamientos y sentimientos.
Se sintió algo más tranquila una vez de que él por fin habló, no le habría importado si le decía que era una puta, una tonta o lo que fuera ya que al menos se habría abierto y le habría dicho lo que sentía, es más, esa clase de cosas eran las que realmente esperaba y se sorprendió cuando lo escuchaba con atención, para él no era una puta sino que era simplemente Annette. Sus ojos se llenaron de lágrimas apenas lo escuchó y lo miró a los ojos buscando su mirada ¿Qué la vida que había estado buscando empezaba hoy? Sonrió ante ello y comenzó a recordar el por qué sentía un gran cariño por su amigo, ahora lo entendía mejor que antes y sabía que no se equivocaba con él. No tenía ganas siquiera de refutarle su idea ya que era lo que más quería, quería salir de esa vida y mejor aún si era con alguien a quien siempre había querido demasiado, sabía que estaría bien a su lado a pesar de todo.
Miró atentamente la mirada de Nate y notaba que le hablaba en serio aunque en el fondo sabía que siempre lo había dicho de forma seria y que jamás la dejaría volver al burdel, cosa que la hacía estar demasiado feliz y tranquila. El mundo desapareció de su lado y ya no le importaba quien pasaba o quien los veía, solo estaba enfocada en él y no en todo el circo y la gente que lo rodeaba, lejos era su mejor día y no quería que terminara jamás. Suspiró hondamente ahora más tranquila sintiendo que se había sacado ya una gran cruz de la espalda y ahora podía respirar en paz, secó sus lágrimas sabiendo que no tenía por qué seguir llorando, ya no. Se le acercó en silencio apoyando su frente en el mentón de él ya que siempre fue más alto que ella y sonrió – Gracias Nate…no sabes cuán agradecida estoy con todo esto…no sabes lo feliz que estoy porque aparecieras…- cerró sus ojos y suspiró algo sonrojada – Eres mi heroe…como el de las historias…eres mi príncipe Nate…- Se atrevió a mirarlo a los ojos ahora con una sonrisa en su rostro y un notorio rubor en sus mejillas – Y por favor no me digas lo contrario que para mi un príncipe no tiene que estar vestido con grandes lujos…ya que por lo general solo demuestra su carencia de alma…- Rodeó con ambos brazos el cuello de Nate para acercarse totalmente a él, se apegó a su cuerpo como si se quisiera fusionar y lo besó en la mejilla pero más cercano a la comisura de los labios, su estómago se revolvió por completo por los nervios y ganas tenía de besarlo, pero no sabía si el quería o se asustaría por ello y solo se quedó ahí, nerviosa y con sus labios cercanos a los de su mejor amigo.
Annette Lagarde- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 10/02/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Viejos amigos o amigos viejos
La sensación de familiaridad entre ambos era indescriptible, él lo sentía más que nunca en esos momentos en los que la abrazaba porque una vez hace mucho tiempo lo había hecho de la misma forma cuando eran niños, cuando los juegos suplantaban la realidad, cuando la inocencia de sus mentes no preveía que en algún momento ambos llegarían a ser adultos y que todo cambiaria porque el cariño se vio convertido el amor. El pensaba en ella en las noches estrelladas cuando viajaba y tenía que dormir a la intemperie, se preguntaba si ella estaría bien, donde estaría, con quien y si había encontrado una persona que la amara como ella merecía. No la veía en tanto tiempo que casi fue imposible reconocerla, el maquillaje, la ropa, aquella era una mujer, la niña que él conoció ahora solo podía encontrarla en los ojos de Ann aunque estos estuvieran tristes.
Los pensamientos se le cruzaban, no sabía si ella lo vería de una forma diferente o si lo seguía viendo como a un hermano, luego abandono toda posibilidad y ocurrencia loca de que se fijara en un hombre que no tenía futuro y quizá ni pasado. Nathan vivía al día, lo único que podía ofrecerle era una comida diaria y techo pero aun así todo lo ponía a su disposición, todo lo haría para que ella pudiera sentirse segura, todo porque ella volviera a sonreír como la niña que el recordaba. Estaba claro que aquel encuentro no fue una casualidad, el apareció en el momento en el que ella lo necesitaba y como esto era de su conocimiento prometió en secreto nunca más abandonarla a su suerte, no la dejaría marchar como antes ni mucho menos seguir en una mala vida, de solo imaginarlo la bestia salvaje en su interior se revolvía en una ira que nunca antes creyó poseer.
No le gusto que ella bajara la mirada, siempre debía llevarla en alto pues aun conservaba su dignidad, el lo sabía, Ann nunca sería como una de esas mujeres de los burdeles porque no nació para ello. La tomó del rostro con ambas manos soltándola del abrazo y la miro a los ojos, entonces sonrió como cuando eran niños y algo iba mal, siempre había tratado de sonreír hasta en las peores circunstancias porque no le daría el gusto a la vida de reírse de su desgracia sin reírse el primero de la banalidad de la vida. No estaba seguro de contagiar este sentimiento a Ann pero en adelante no quería mas lamentos, el se encargaría de todo a su tiempo, incluso de los hombres que habían obligado a Ann a aquello, pero ella no lo sabría porque Nate solo se esforzaría por cambiarle el mundo sin que vea los horrores de los que estaba poblado.
Seguido borro las lagrimas que le estaban empezando a brotar con las yemas de los dedos y le dijo: “Solo se derraman lagrimas si son de alegría, mejor regálame una sonrisa”, él volvió a sonreír y se sintió seguro de poder protegerla cuando ella también respondió con una sonrisa. Miro alrededor y todo estaba vacío, las personas regresaron a ver el espectáculo y ellos se encontraban solos, sería más fácil irse así sin que nadie los viera porque no quería empezar a pelear en aquel lugar si se le interponía cualquier persona en el camino, Annette se iría con él, estaba decidido. Ella se acerco en ese instante y apoyo su frente en el mentón de Nate, el le acaricio el cabello y la escucho mientras lo hacía, por un momento soltó una risa cuando ella pidió que no la contrariara pero aunque era justo que lo hiciera se abstuvo de ello y solo le dijo: “Entonces tu seras mi princesa, no tenemos reino ni coronas pero nos tenemos el uno al otro y por ello mismo poseemos una riqueza mayor al de cualquier emperador que haya pisado esta tierra”.
Y luego, ¡y luego! Ella acercó sus labios para depositar un beso en su mejilla pero se acerco a la comisura de sus labios. Nate empezó a sudar la gota gorda de los nervios y se puso tan colorado que quien lo viera pensaría que tenía fiebre. Sintió un magnetismo incontrolable hacia ella, como si no pudiera alejarse por nada y la verdad era que no quería separarse ni un milímetro, ni un pelo de rana calva quería que se interpusiera entre sus cuerpos ni entre sus labios que casi rozaban. No sabía qué hacer, no se atrevía a besarla porque tenía miedo, ¿y si ella pensaba que se quería aprovechar de la situación?, ¿y si terminaba escapando y repudiando el gesto de su amigo?, ¿si pensaba que el también la había decepcionado?. La presión del momento era excesiva, luchaba contra el mismo y contra sus instintos salvajes, no podía permitirse el equivocarse y asustarla, a duras penas se fue separando de ella centímetro a centímetro y ni el mismo Atlas hubiera podido contra esa fuerza que lo jalaba hacia ella pero Nate lo logró. Trato de curvar una sonrisa nerviosa y miro a todas partes tratando de disimular su nerviosismo, no quería mirar a Ann pero tenía que hacerlo y tenía que decir algo rápido o se vería como un tonto. Se tuvo que obligar a controlarse una vez más para regresar la mirada a Ann y le dijo: “Creo que debemos apresurarnos a irnos antes de que salgan de la función”, ni bien término de hablar una gota de sudor descendió por el contorno de su rostro.
“Tengo mi carreta afuera, vivo en los campos a las afueras de la ciudad, prometo que hare que te sientas lo más cómoda posible” continuó y las palabras se le tropezaban una tras otra, algunas se ahogaban en su garganta y empezó a dar dos pasos a la derecha luego a girar, mirar al otro lado, había perdido el sentido de la orientación por un momento así que le dio las espaldas a Ann, tomó una enorme bocanada de aire y recobro la compostura. Se giro y disimulo una sonrisa tierna para que ella no se diera cuenta que no importaba el momento incomodo ese, esta vez cuerdo y atento a sus palabras le hablo: “Vamos Ann, no tiene sentido estar más tiempo en este lugar, recuerda que hoy empiezan nuestras vidas” le guiño y le extendió la mano para que ella lo siguiera. Caminaron cinco minutos a lo mucho y se encontraron frente a la carreta de Nate, el le ayudo a Ann para que pudiera subir, no era un carro de lujo por lo que era difícil para alguien como ella que llevaba vestido. Nate subió después y puso en marcha a los caballos, en el camino hablaron de sus recuerdos de la niñez, de lo bella que era Inglaterra y lo mucho que ambos extrañaban su tierra, del clima, de cualquier cosa que no fuera de un pasado cercano porque solo buscaban poder ver el horizonte y encontrar aquello que muchos ansían pero que pocos encuentran: la felicidad.
Los pensamientos se le cruzaban, no sabía si ella lo vería de una forma diferente o si lo seguía viendo como a un hermano, luego abandono toda posibilidad y ocurrencia loca de que se fijara en un hombre que no tenía futuro y quizá ni pasado. Nathan vivía al día, lo único que podía ofrecerle era una comida diaria y techo pero aun así todo lo ponía a su disposición, todo lo haría para que ella pudiera sentirse segura, todo porque ella volviera a sonreír como la niña que el recordaba. Estaba claro que aquel encuentro no fue una casualidad, el apareció en el momento en el que ella lo necesitaba y como esto era de su conocimiento prometió en secreto nunca más abandonarla a su suerte, no la dejaría marchar como antes ni mucho menos seguir en una mala vida, de solo imaginarlo la bestia salvaje en su interior se revolvía en una ira que nunca antes creyó poseer.
No le gusto que ella bajara la mirada, siempre debía llevarla en alto pues aun conservaba su dignidad, el lo sabía, Ann nunca sería como una de esas mujeres de los burdeles porque no nació para ello. La tomó del rostro con ambas manos soltándola del abrazo y la miro a los ojos, entonces sonrió como cuando eran niños y algo iba mal, siempre había tratado de sonreír hasta en las peores circunstancias porque no le daría el gusto a la vida de reírse de su desgracia sin reírse el primero de la banalidad de la vida. No estaba seguro de contagiar este sentimiento a Ann pero en adelante no quería mas lamentos, el se encargaría de todo a su tiempo, incluso de los hombres que habían obligado a Ann a aquello, pero ella no lo sabría porque Nate solo se esforzaría por cambiarle el mundo sin que vea los horrores de los que estaba poblado.
Seguido borro las lagrimas que le estaban empezando a brotar con las yemas de los dedos y le dijo: “Solo se derraman lagrimas si son de alegría, mejor regálame una sonrisa”, él volvió a sonreír y se sintió seguro de poder protegerla cuando ella también respondió con una sonrisa. Miro alrededor y todo estaba vacío, las personas regresaron a ver el espectáculo y ellos se encontraban solos, sería más fácil irse así sin que nadie los viera porque no quería empezar a pelear en aquel lugar si se le interponía cualquier persona en el camino, Annette se iría con él, estaba decidido. Ella se acerco en ese instante y apoyo su frente en el mentón de Nate, el le acaricio el cabello y la escucho mientras lo hacía, por un momento soltó una risa cuando ella pidió que no la contrariara pero aunque era justo que lo hiciera se abstuvo de ello y solo le dijo: “Entonces tu seras mi princesa, no tenemos reino ni coronas pero nos tenemos el uno al otro y por ello mismo poseemos una riqueza mayor al de cualquier emperador que haya pisado esta tierra”.
Y luego, ¡y luego! Ella acercó sus labios para depositar un beso en su mejilla pero se acerco a la comisura de sus labios. Nate empezó a sudar la gota gorda de los nervios y se puso tan colorado que quien lo viera pensaría que tenía fiebre. Sintió un magnetismo incontrolable hacia ella, como si no pudiera alejarse por nada y la verdad era que no quería separarse ni un milímetro, ni un pelo de rana calva quería que se interpusiera entre sus cuerpos ni entre sus labios que casi rozaban. No sabía qué hacer, no se atrevía a besarla porque tenía miedo, ¿y si ella pensaba que se quería aprovechar de la situación?, ¿y si terminaba escapando y repudiando el gesto de su amigo?, ¿si pensaba que el también la había decepcionado?. La presión del momento era excesiva, luchaba contra el mismo y contra sus instintos salvajes, no podía permitirse el equivocarse y asustarla, a duras penas se fue separando de ella centímetro a centímetro y ni el mismo Atlas hubiera podido contra esa fuerza que lo jalaba hacia ella pero Nate lo logró. Trato de curvar una sonrisa nerviosa y miro a todas partes tratando de disimular su nerviosismo, no quería mirar a Ann pero tenía que hacerlo y tenía que decir algo rápido o se vería como un tonto. Se tuvo que obligar a controlarse una vez más para regresar la mirada a Ann y le dijo: “Creo que debemos apresurarnos a irnos antes de que salgan de la función”, ni bien término de hablar una gota de sudor descendió por el contorno de su rostro.
“Tengo mi carreta afuera, vivo en los campos a las afueras de la ciudad, prometo que hare que te sientas lo más cómoda posible” continuó y las palabras se le tropezaban una tras otra, algunas se ahogaban en su garganta y empezó a dar dos pasos a la derecha luego a girar, mirar al otro lado, había perdido el sentido de la orientación por un momento así que le dio las espaldas a Ann, tomó una enorme bocanada de aire y recobro la compostura. Se giro y disimulo una sonrisa tierna para que ella no se diera cuenta que no importaba el momento incomodo ese, esta vez cuerdo y atento a sus palabras le hablo: “Vamos Ann, no tiene sentido estar más tiempo en este lugar, recuerda que hoy empiezan nuestras vidas” le guiño y le extendió la mano para que ella lo siguiera. Caminaron cinco minutos a lo mucho y se encontraron frente a la carreta de Nate, el le ayudo a Ann para que pudiera subir, no era un carro de lujo por lo que era difícil para alguien como ella que llevaba vestido. Nate subió después y puso en marcha a los caballos, en el camino hablaron de sus recuerdos de la niñez, de lo bella que era Inglaterra y lo mucho que ambos extrañaban su tierra, del clima, de cualquier cosa que no fuera de un pasado cercano porque solo buscaban poder ver el horizonte y encontrar aquello que muchos ansían pero que pocos encuentran: la felicidad.
Invitado- Invitado
Re: Viejos amigos o amigos viejos
Había algo en aquél muchacho que la hacía sentir tan bien, tanto así que podía perderse en el universo con tan solo un roce de su piel. No entendía el cómo ni el por qué, simplemente sucedía ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Aunque hace tiempo pensaba que solo se trataba de un cariño de niños, de amigos, luego de ese encuentro comprendió que solo lo quería a él y a nadie más, no le importaba cuan difícil fuera conseguir estar a su lado, no le importaba vivir bajo un puente, no le importaba tener que comer tres días lo mismo. Nada de eso era significativo si estaba a su lado además el tenerlo a su lado era mil veces…no, ¡MILLONES! De veces mejor que estar amarrada a un burdel en el que jamás quiso participar.
Nathan le hacía sentir tantas cosas que no podía explicar y que hasta un día atrás no podía recordar, todo lo que la rodeaba tenía que ver con cama, sexo, dinero y lujuria y bien sabía que él no sería así ¿Había probabilidad que él la mirara con otros ojos? El joven había aparecido en el momento más indicado quizá el no imaginaba cuantas veces rogó por las noches que alguien fuera corriendo a buscarla para sacarla de aquél lugar, siendo valiente e imponiéndose ante toda adversidad, solo por ella…solo por verla bien. Siempre imaginó que eran fantasías que no venían a lugar puesto que esas cosas solo ocurrían en los libros de romances ¿Quién sería su tan anhelado príncipe azul? Era obvio que ninguno de sus clientes. Y así todas las esperazas estaban desapareciendo hasta este día, lejos el mejor día para Annette.
Aquél amigo de años le robaba otra vez una sonrisa y es que siempre lo lograba simplemente con su forma de ser, Annie jamás volvió a ser la niña feliz y optimista desde que entró al burdel, desde que le arrebataron algo preciado para ella…su virginidad. Comenzó a volverse retraída, desconfiada, insegura, pesimista y hasta en sus ojos se notaba ya que no brillaban como antes ¿Y ahora? Sentía que el tiempo había retrocedido de una manera brusca sin darle tiempo de adaptarse y solo estaba segura de que no era un sueño ¿no lo era verdad?. Sonrió, sonrió ampliamente agradeciendo que por fin sus plegarias fueran escuchadas enviándole así a la mejor persona del mundo.
Asintió feliz al escuchar que por fin no la contrariaba y pareciéndole justo que si él era su príncipe azul, ella sería su princesa encantándole la idea, pero estaba segura que Nate no estaba comprendiendo el real sentido de sus palabras a lo que solo sonrió tal vez aún no era el momento adecuado, quizás ninguno de los dos sentía que era el tiempo indicado para expresar todo lo que sentía el uno por el otro y eso mismo era lo que hacía dudar tanto a Annie ¿qué sentía realmente Nate por ella? Como si no fuera de cierto modo obvio, ella no quería sacar sus propias conclusiones.
Y de pronto, al estar sus labios tan cerca sintió enormes deseos de acercarse los milímetros que los separaban pero no quería espantarlo al final ella no podía ofrecerle nada sino ¿qué podría darle a él una cortesana? Y no es que le importara seguir en ello. Se sintió algo extraña y avergonzada luego de que se alejó de ella ¿quizá Nate no sentía nada por ella? Ninguno de los dos era demasiado bueno para expresar sus sentimientos directamente (Si fuera por ello, nada de esto estaría sucediendo). Asintió con una sonrisa algo forzada para que él no notara su vergüenza – Creo que tienes razón – Se limitó a decir en un susurro, sonriente. No dejaría que nada arruinara ese momento tan especial.
Posó una mano en su mejilla y luego pasó su dedo índice por el contorno de su rostro, siguiendo la gota de sudor la cual la hizo sonreír – Donde sea Nate, estando contigo todo bastará, no me importará nada más, se que de alguna forma solucionaremos todo - Luego de sus palabras notó como se comportaba de forma extraña y no entendió muy bien el por qué, pero no le dio mayor importancia manteniendo su sonrisa. Ganas de saltar por felicidad le dieron al escuchar sus siguientes palabras – Hoy empiezan, por fin - Suspiró notoriamente relajada, sentía una paz que hace años no sentía, una felicidad que la llenaba por completo, era algo indescriptible.
Asintió y rió ante su guiño y tomó su mano, donde fuera que la llevara sabía que sería un lugar muchísimo mejor que cualquiera de todas las mansiones, casas y parcelas en las que había estado. Caminaron un par de minutos y él la ayudó a subir, sentía mariposas en el estómago recordándole lo nerviosa que se sentía. Subió luego Nate y partieron, ella no tenía idea donde pero poco le importaba. Sabía que mientras estuviera junto a él nada malo podía ocurrir sintiéndose segura y feliz, todo estaba saliendo bien y ella no sabía como agradecería todo aquél día. Pero claro, no todo podía ser tan perfecto y como dicen “era demasiado bueno para ser verdad” ya que ninguno de los dos se había fijado que justo detrás de ellos estaban las personas que convertirían sus vidas en una pesadilla.
Nathan le hacía sentir tantas cosas que no podía explicar y que hasta un día atrás no podía recordar, todo lo que la rodeaba tenía que ver con cama, sexo, dinero y lujuria y bien sabía que él no sería así ¿Había probabilidad que él la mirara con otros ojos? El joven había aparecido en el momento más indicado quizá el no imaginaba cuantas veces rogó por las noches que alguien fuera corriendo a buscarla para sacarla de aquél lugar, siendo valiente e imponiéndose ante toda adversidad, solo por ella…solo por verla bien. Siempre imaginó que eran fantasías que no venían a lugar puesto que esas cosas solo ocurrían en los libros de romances ¿Quién sería su tan anhelado príncipe azul? Era obvio que ninguno de sus clientes. Y así todas las esperazas estaban desapareciendo hasta este día, lejos el mejor día para Annette.
Aquél amigo de años le robaba otra vez una sonrisa y es que siempre lo lograba simplemente con su forma de ser, Annie jamás volvió a ser la niña feliz y optimista desde que entró al burdel, desde que le arrebataron algo preciado para ella…su virginidad. Comenzó a volverse retraída, desconfiada, insegura, pesimista y hasta en sus ojos se notaba ya que no brillaban como antes ¿Y ahora? Sentía que el tiempo había retrocedido de una manera brusca sin darle tiempo de adaptarse y solo estaba segura de que no era un sueño ¿no lo era verdad?. Sonrió, sonrió ampliamente agradeciendo que por fin sus plegarias fueran escuchadas enviándole así a la mejor persona del mundo.
Asintió feliz al escuchar que por fin no la contrariaba y pareciéndole justo que si él era su príncipe azul, ella sería su princesa encantándole la idea, pero estaba segura que Nate no estaba comprendiendo el real sentido de sus palabras a lo que solo sonrió tal vez aún no era el momento adecuado, quizás ninguno de los dos sentía que era el tiempo indicado para expresar todo lo que sentía el uno por el otro y eso mismo era lo que hacía dudar tanto a Annie ¿qué sentía realmente Nate por ella? Como si no fuera de cierto modo obvio, ella no quería sacar sus propias conclusiones.
Y de pronto, al estar sus labios tan cerca sintió enormes deseos de acercarse los milímetros que los separaban pero no quería espantarlo al final ella no podía ofrecerle nada sino ¿qué podría darle a él una cortesana? Y no es que le importara seguir en ello. Se sintió algo extraña y avergonzada luego de que se alejó de ella ¿quizá Nate no sentía nada por ella? Ninguno de los dos era demasiado bueno para expresar sus sentimientos directamente (Si fuera por ello, nada de esto estaría sucediendo). Asintió con una sonrisa algo forzada para que él no notara su vergüenza – Creo que tienes razón – Se limitó a decir en un susurro, sonriente. No dejaría que nada arruinara ese momento tan especial.
Posó una mano en su mejilla y luego pasó su dedo índice por el contorno de su rostro, siguiendo la gota de sudor la cual la hizo sonreír – Donde sea Nate, estando contigo todo bastará, no me importará nada más, se que de alguna forma solucionaremos todo - Luego de sus palabras notó como se comportaba de forma extraña y no entendió muy bien el por qué, pero no le dio mayor importancia manteniendo su sonrisa. Ganas de saltar por felicidad le dieron al escuchar sus siguientes palabras – Hoy empiezan, por fin - Suspiró notoriamente relajada, sentía una paz que hace años no sentía, una felicidad que la llenaba por completo, era algo indescriptible.
Asintió y rió ante su guiño y tomó su mano, donde fuera que la llevara sabía que sería un lugar muchísimo mejor que cualquiera de todas las mansiones, casas y parcelas en las que había estado. Caminaron un par de minutos y él la ayudó a subir, sentía mariposas en el estómago recordándole lo nerviosa que se sentía. Subió luego Nate y partieron, ella no tenía idea donde pero poco le importaba. Sabía que mientras estuviera junto a él nada malo podía ocurrir sintiéndose segura y feliz, todo estaba saliendo bien y ella no sabía como agradecería todo aquél día. Pero claro, no todo podía ser tan perfecto y como dicen “era demasiado bueno para ser verdad” ya que ninguno de los dos se había fijado que justo detrás de ellos estaban las personas que convertirían sus vidas en una pesadilla.
Annette Lagarde- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 10/02/2011
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