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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Lucien Greymark Dom Feb 13, 2011 3:02 am

El burdel… Un club nocturno, una taberna llena de alcohol y olor aplacer derramándose por las cuatro paredes, debía de estar loco para pasarme por aquí después de la última vez que estuve. Tres años sin haber visto este lugar y aun así cada silla, cada lámpara y cada vaso seguía exactamente en el mismo sitio, de no ser por que las mujeres que se exhibían en esta ocasión eran totalmente diferentes a las de la ultima vez casi habría pensado que retrocedía en el tiempo. Aunque claro, en esta ocasión no buscaba compañía, solo buscaba poder solucionar las cosas de una manera rápida y sin complicaciones. “¿Y no es eso lo que quieren todos los que vienen aquí? Hacer cosas sin complicaciones…” Resultaba irónico que después de haber pasado tanto tiempo en Paris, aun hubiese cosas capaces de hacerme pensar como si tuviese veinte años.

Aquella tarde todo había salido bien, el informe trimestral de mis tierras había mejorado muchísimo, y la comida casi sobraba entre las gentes de las que era responsable, nunca esa región había dispuesto de tantos víveres, cosa de la que me enorgullecía. Hasta que llamaron a mi despacho. – Mi señor disculpe las molestias pero… tenemos un problema. – Cuando levante la vista de los documentos y vi la cara de preocupación que tenia supe que el buen día se había terminado. - ¿Qué clase de problema? – Mi secretario no era un hombre que se anduviese por las ramas, decía lo que pasaba y listo, un detalle que me gustaba bastante de él, y que se pusiese nervioso al hablarme de algo… dejémoslo en que nunca traía nada bueno. – Mario Callard, uno de nuestros hombres ha sido arrestado… Por lo visto estaba en el burdel anoche y no quiso pagar a una… bueno ya sabe, después de que le hubiese atendido. – El suspiro tan grande que me dio seguro que lo oyeron todos en la casa, como si no tuviese bastante.

Y ahí estaba, entrando por la puerta del burdel intentando encontrar a una mujer que no conocía con la esperanza de poder resolver esto lo antes posible. Es cierto, podría haber enviado a alguien a por la chica o incluso haber ido a los calabozos y haber pagado una indemnización por Mario, aunque si ciertamente no había pagado por unos servicios que había recibido se merecía pasarse un par de días en una mazmorra, eso le enseñaría a comer con la boca y no con los ojos. Nada más entrar por la puerta, deje que una cortesana me quitase la capa y se los llevase a un ropero donde tenían todas las pertenencias de los clientes, y avance por las sala llena de mesas con hombres medio borrachos, o borrachos del todo dando nalgadas en el trasero de las camareras y mirando a las mujeres como si fuesen el próximo cerdo que despellejar y comérselo. Aproveche que una de las mesas de reservados estaba libre, allí no me verían demasiado y al mismo tiempo me quedaría un poco al margen de todo lo demás. Necesitaba encontrar a esa cortesana y ver que había pasado.


Última edición por Lucian Greymark el Miér Mayo 18, 2011 2:55 pm, editado 2 veces
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Mensaje por Claire Quartermane Mar Feb 15, 2011 10:21 am

Una gota de sudor caía por su espalda. Y unas carcajadas salían de sus labios. La respiración se hacía aún más difícil por el ejercicio recién realizado. No era cualquier ejercicio, era otro cliente satisfecho y un nuevo collar de diamantes en su mesa de noche. El motivo de las risas era la cara del hombre bajo ella, ese rostro con una mezcla entre incredulidad y profunda satisfacción. Jamás se cansaría de verla, porque en todos era diferente, incluso algunos habían salido corriendo acusándola de brujería. ¿Era su culpa que ellos jamás hubieran conocido el verdadero placer hasta encontrarla? Se bajó de la cama para volver a vestirse, el tiempo ya se había acabado aunque él parecía sin querer reaccionar. Tres golpes en la puerta modificaron su humor. Todos sabían que no debía ser interrumpida, a menos que fuera por algo realmente muy importante.

-Levántate, vístete y ándate…- dijo mirando a su cliente. – No vuelvas hasta en al menos un mes, no tengo tiempo antes… - le dio la espalda y sonrió satisfecha, no era del todo una mentira, los minutos disponibles siempre estaban, pero las ganas de volver a verlo no. Era un hombre rico, quizás muy rico, que le ofrecía lo que quisiera cada vez que venía, ella ponía condiciones, peticiones algo ridículas y él siempre accedía, siempre, incluso después que su esposa se enterara que los juegos con los amigos nunca habían existido. Tres golpes más y la madera crujía, ahora no podía ignorarlos, el ceño fruncido y el corsé recién puesto eran su acompañante, - ¿Qué quieres? – la voz quizás algo agresiva y un muchacho tembloroso al otro lado, - Mademoiselle Claire… un hombre la busca…- ella rodó los ojos haciendo notar lo obvio de sus palabras, - quiero decir… un hombre la busca por lo que pasó ayer… ¿qué le digo?-

Sonrió al muchacho, después de todo apenas llevaba unos días en el burdel, aún no conocía como funcionaba todo. Con un movimiento de cabeza le indicó que ella iría a encargarse personalmente del problema. Sólo por diversión le dio un suave beso en la mejilla y notó el automático enrojecimiento que tomaron sus mejillas, ese tipo de sonrisas tan puras no era algo que viera todos los días, realmente esperaba que ese chico no se pervirtiera, al menos no tan pronto. – Cuando vuelva quiero que ya estés afuera… - el cliente abrió los ojos con evidente sorpresa, ella aún no podía entender por qué soportaban sus ordenes, ellos se suponen debían ser quienes mandaran pero siempre resultaba al revés, y los clientes jamás se quejaban, por el contrario, parecían disfrutarlo. Ahora tenía otro problema en el que pensar. ¿Cómo sabían ellos que el hombre sentado afuera andaba en eso? No había pedido a ninguna mujer, además, las noticias vuelan rápido, especialmente las malas.

El carmesí de su ropa interior y el negro del corsé contrastaban perfecto contra su piel pálida, caminar por el burdel así de lleno siempre tenía ese efecto. Hombres que volteaban a mirarla y cortesanas preocupadas de que no les quitara algún cliente, Claire jamás lo había hecho, ciertos códigos se respetaban en esa profesión y ella por sobre todo, amaba su trabajo. – Claire Delacroix… creo que me busca… - dijo estirando una mano para presentarse, - ¿desea beber algo mientras hablamos? No se preocupe, la casa invita. – Le dio una sonrisa amplia y relajada, el hombre frente a ella emanaba seguridad y confianza, estaba bien vestido y le parecía bastante atractivo, pero los años de experiencia le indicaban que algo diferente había en él y su curiosidad comenzaba a llenarle la cabeza con ideas, necesitaba saber qué, lo necesitaba y lo descubriría como fuera.
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Mensaje por Lucien Greymark Mar Feb 15, 2011 3:09 pm

La espera resultaba tediosa, pero al mismo tiempo también instructiva. La mayor parte de la clientela del burdel se podía ver con mucho detalle desde mi posición. Había hecho bien en escoger aquel reservado, estaba igual de cerca de la puerta que de la escalera que, por lo que había deducido, conducía a las habitaciones donde se saciaban las… necesidades de cada cliente. Aun así había varios que no eran tan discretos, y manoseaban a las prostitutas y camareras por igual. Ellas lanzaban grititos inocentes y sonrisas descaradas desde aquellos rostros jóvenes y cubiertos de maquillaje, siempre con la vana intención de que alguno decidiese dejarse una buena cantidad de su bolsa de monedas en ella, además de algún obsequio que pudiese obtener poco después con algo de roce y amistad duradera. Con solo cinco minutos en aquel lugar ya había llegado a la conclusión de porque la mayoría de las mujeres que no tenían nada se dedicaban a este oficio: los hombres eran estúpidos.

No pasaron más de cinco minutos hasta que llego un joven, un muchacho a medio camino de la adolescencia y que sin duda todavía conservaba la suficiente inocencia como para pensar que aquellas mujeres podían enamorarse de alguien como él. “Como si pudiesen enamorarse de los hombres que las tratan como objetos durante todo el día.” Le solicite hablar con la mujer que buscaba. Balwer había dicho que, según lo que contaban los hombres que habían venido al burdel, Claire Dalacroix era toda una leyenda, una diosa de perfecciones inalcanzables para los humanos. Y también la mujer más cara del burdel. El joven me dijo que estaba ocupada con un cliente pero, en cuanto presione un poco y solté una moneda de plata, atravesó el burdel a toda prisa, subió por las escaleras y fue a buscarla.

Me quede mirando mas al local, esperando el momento es que esa mujer decidiese bajar y reunirse conmigo. Si había algo que había aprendido en estos años es que a una mujer jamás se la podía forzar a hacer lo que uno quería, siempre conseguía que cambiaras de opinión y te pusieses de su lado. Fue en aquel momento, abstraído en mi propia ocurrencia, cuando una mujer empezó a bajar las escaleras del piso superior. Su rostro perfilado, joven y, lo que muchos hombres considerarían exquisito, iba acompañado de una figura exuberante, ajustada y realzada por un corsé negro y una simple porción de lencería roja como parte baja de su vestimenta. Caminaba como si el mundo fuese a cámara lenta a su alrededor, hasta el último de los clientes se viraba para verla mejor y más de cerca. Sonreí ante la ironía de la cuestión, hace solo unos segundos me preguntaba cómo era posible que un hombre perdiese la cabeza de forma tan vergonzosa por una mujer, y ahora me dedicaba a mirar a una mujer de la misma manera, si es que estaba claro que los varones no teníamos remedio.

- Enchanté madmoiselle. – Dije levantándome en cuanto llego. Mi mirada se centro solo es sus ojos, no estaba allí para pasar un rato como los demás clientes, sino por obligación, y ahora mismo no me interesaba nada más. – Así es. Esperaba que pudiese robarle un poco de su tiempo. Por favor siéntese. – Negué con una mano cuando me invito a beber algo, aunque llame al camarero para que, en caso de que ella quisiese algo, no dudase en pedirlo. – Antes que nada, permítame presentarme. Me llamo Lucian y, como ya se habrá imaginado, estoy aquí por lo que paso la otra noche. Fue un incidente muy desafortunado. – Era una forma discreta de decir que había sido un absoluto desastre, lo más ridículo que se podía hacer al respecto. Sin embargo, estaba allí para arreglar los problemas con aquella mujer y que esto no volviese a repetirse. – Soy consciente de que usted le brindo un servicio a mi amigo. Y el que no quisiera pagarle fue una absoluta descortesía por su parte. Por eso… - Metí la mano en el interior de mi chaqueta y saque una bolsa de monedas, varias de ellas de oro. Como ya había dicho, era la mujer de mayor tasa del burdel. – Esta todo lo que le debía, incluido intereses por el altercado y el retraso. – Coloque la bolsa sobre la mesa y me incline sobre esta, apoyando los codos, y sin dejar de mirarla a los ojos. – Se que no tiene motivos para hacer lo que le pido, pero mi amigo es un buen hombre… y creo que usted sabe muy bien, que los hombres hacemos estupideces, por muy buenos que seamos.
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Mensaje por Claire Quartermane Vie Feb 18, 2011 12:56 pm

El ruido del piano comenzaba a molestarle, aunque se suponía era música. Ella conocía cada nota de la canción que interpretaban y sentía como sus dedos querían acariciar aquel instrumento para darle un mejor tono. Quizás si fuera otra mujer, en otras circunstancias, dedicaría tardes enteras a perfeccionarse en música, pero ella prefería trabajar, ganar y ganar dinero, juntarlo para no tener que jamás depender de alguien, decidir cada uno de sus pasos y poder tener aquello que le había sido negado incluso desde antes de nacer. Sonrió al escuchar que Lucian, ahora conocía su nombre, le hablaba, aquellos blancos dientes llamaron su atención de inmediato, sí, sería un buen cliente.

Movió una mano en un gesto despreocupado, su humor, antes bastante distendido ahora estaba algo denso, quizás hasta se encontraba algo molesta, sabía que el tipo de la otra noche intentaría solucionar su problema y sabía que tendría que lidiar con eso, pero no esperaba que enviara a alguien más, así que además de tacaño y arrogante era un cobarde. Frunció el ceño mientras miraba la bolsita de dinero frente a ella, contó hasta mil casi intentando no saltar de la mesa y ordenar que alguien sacara al hombre de su vista, él sólo intentaba ayudar a alguien que conocía, era una lástima que no supiera como en verdad era Claire, se habría ahorrado un poco de tiempo.

-¡No! – dijo claramente cruzando una de sus piernas, - No recibo dinero por trabajo que no he hecho…- negó con la cabeza cuando llegó el camarero con un vaso de algo que claramente no tenía alcohol, apenas una mirada bastó para que comprendiera que necesitaba algo más fuerte, - Señor Lucian… el día en que usted me pague será cuando disfrute de mis… servicios, como le llama… antes no, quien debe pagar es ese otro señor. – suspiró como si hubiera explicado esto un montón de veces y aún así nadie le entendiera. El único agradecimiento fue un movimiento de cabeza cuando recibió la copa y bebió de un trago la mitad de su contenido.

-Quien tiene que pagar es él… - dijo poniendo el vaso sobre la mesa sin ninguna delicadeza, - y más que una descortesía, es una estupidez… quien viene a mí sabe como trabajo, sabe que a los clientes nuevos les pido la mitad al comienzo y la mitad luego… pero parece que su ¿amigo? sólo traía el dinero suficiente como para esa primera mitad… - resopló aún molesta y bebió el resto del trago mientras miraba al camarero para que volviera a llenarla, - Lucian… quizás tuve algo de culpa, en no darme cuenta a tiempo que él no tenía lo que yo pedía… lo reconozco, pero no intercederé para que lo liberen antes de tiempo, esa es mi última palabra. – sonrió creyendose ganadora mientras miraba alrededor a las otras cortesanas con una mueca de asco.

Recibió una nueva copa y luego de darle un trago se inclinó en la mesa para estar más cerca de Lucian, - Y se que los hombres hacen estupideces… por lo que le propongo un trato… - Claire siempre hacía eso, siempre terminaba intentando dar vuelta las cosas para su propia diversión, lo peor es que generalmente lo conseguía, ese brillo de travesura volvía a llenar sus ojos, - si acepta, el otro tipo sale libre y me aseguraré que lo dejen volver a entrar al burdel aunque no pueda acercarse a mí… pero si no acepta, bueno, las cosas quedan como están y su amiguito seguirá en la cárcel por un largo tiempo más.-

Los codos sobre la mesa y su trasero apuntando al aire, esa pose era capaz de muchas cosas, esperaba que también sirvieran con él. Era casi un secreto a voces el tipo de tratado que podría ofrecerle, pero algo había en Lucian, algo tenía que le llamaba profundamente la atención, algo que no la dejaría concentrarse hasta descubrirlo. No tenía planeado pensar en él en el futuro, por lo que todo debía hacerse lo antes posible, la ambición y la curiosidad eran sensaciones casi imposibles de controlar para Claire, sabía que algún día le pasarían la cuenta, quizás Lucian se encargaría de eso, pero pese a todo, estaba totalmente segura que valdría la pena, nunca se arrepentía de lo hecho, esta no sería la primera vez.
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Mensaje por Lucien Greymark Vie Feb 18, 2011 5:34 pm

Aquel lugar se estaba convirtiendo en autentico hervidero. Parecía que, a medida que avanzaba la noche, mas clientes entraban en el establecimiento. ¿Cuántos hombres pasaban por las camas de estas mujeres en una noche? No me sorprendía que el negocio fuese tan bien teniendo en cuenta que todos se aproximaban a este lugar al caer la noche como abajas a la miel. Sin embargo, a pesar de la enorme multitud, mi atención solo estaba centrada en la mujer al otro lado de la mesa. Su estado de ánimo era bastante fácil de percibir, no era una persona cuya supervivencia dependiese de esconder lo que pensaba. Eso lo hacía todo más fácil y más difícil al mismo tiempo, además podía notar algo extraño, desde que se había sentado podía percibir lo más normal en alguien como ella, se olía. No solo había seguridad, consciencia de sus virtudes y por supuesto, olía a placeres de alcoba de tal manera que me sorprendía que los demás no lo notasen, a pesar de estar camuflado por el perfume. Sin embargo había algo mas, un olor sutil, descompuesto entre los demás, expectación ¿quizás?

No hizo falta ni siquiera que hablase para darme cuenta de que mi intención de solucionar las cosas de forma rápida y civilizada se estaban viendo truncadas por lo que ella consideraba un insulto o una falta de respeto. La situación no estaba como para andarse buscando soluciones rápidas, así que me vi obligado a pensar. ¿Por qué se ofendía por darle lo que se merecía? Solo era un pago por un servicio que había prestado, el que el dinero no fuese de ese hombre era irrelevante. Aunque por lo visto no para ella.- No se equivoque madmoiselle, no pretendía ofenderla. En ningún momento estaba sugiriendo esto como algo que usted no se mereciese. Por lo que tenía entendido, el servicio se llevo a cabo. – Eso era lo que me habían dicho, pero si la información resulto ser incorrecta sí que es probable que se tomase esto como un insulto. Que una mujer vendiese su cuerpo para vivir no significaba que vendiese todo lo demás. En cuanto a que yo disfrutase de sus servicios, eso no era un tema a tratar ahora mismo. – Como supongo que comprenderá, el no puede venir a pagar en persona, puesta que está en prisión. Mi intención es únicamente resolver un problema que no tiene por qué hacerse más grande.

La copa para de Claire llego sin muchas más tardanzas, y a medida que bebía me daba la impresión de que se ofuscaba mas con el pobre hombre encerrado en un calabozo. No estaba dispuesta a ceder en lo que al pago se refería y tampoco me dejaría insistir mucho más en el asunto. Mire el vaso con indiferencia mientras lo golpeaba contra la superficie pulida de la mesa de madera. – Cierto, fue una estupidez por su parte. Supongo que él no conocía esas condiciones, del mismo modo que no las conocía yo hasta hace cinco segundos. – Bueno al menos estaba dispuesta a aceptar sus errores, eso demostraba otra cosa, y es que era una persona capaz de ser razonable con los que era verdad y lo que no. “Es increíble. Normalmente me hubiese esperado que una cortesana aceptase el dinero e incluso pidiese mas por los problemas.” No la habría culpado si hubiese sido así, pero esta mujer me tenia del todo sorprendido. Para ser tan joven se comportaba como si hubiese vivido cuarenta años. – Agradezco que acepte su parte de culpabilidad, pero espero que entienda que ese hombre no pretendía hacer nada ilegal, y no se merece estar en prisión. Ya ha pasado una noche por la borrachera. ¿De verdad es necesario más?

Esperaba que apelando a su compasión fuese capaz de cambiar de opinión, pero en realidad solo pareció cambiar las cosas. Se incorporo sobre la mesa y, justo en ese momento volvió a llegar, ese olor a expectación, a curiosidad era como si estuviese jugando al juego más interesante de su vida. – Así que un trato… - La mayoría de los hombres se habrían dedicado a mirarle el escote o su trasero, ligeramente levantado y enmarcado por su ropa interior ajustada. Sin embargo, yo no era como la mayoría, y no aparte la vista de su rostro en ningún momento. Mi rostro era una máscara de indiferencia, pues esto me olía a quemado y por lo general, si huele a quemado es que el bosque esta ardiendo. – Cualquiera diría que está intentando ponerme entre la espada y la pared madmoiselle. – O jugaba a su manera o dejaba que uno de los míos se pudriese en prisión durante un mes. Me recosté en el sillón del reservado, creía entender por donde iban sus ideas pero prefería ver con que me salía. - ¿Qué clase de trato? – Ahora sí que me daban ganas de pedirme una copa.
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Mensaje por Claire Quartermane Sáb Feb 19, 2011 10:40 am

Una de las cosas que más odiaba Claire era la debilidad, en sí misma, en sus acciones, pero especialmente en otros, en hombres que debían ser siempre fuertes, incluso en las adversidades. Se imaginaba al tipo ese rogando en el calabozo, suplicando por una libertad que a su juicio no merecía. Aquel tipo de actos desesperados sólo tenían cabida cuando era absolutamente necesario, especialmente en dos escenarios, uno, estar entre la vida o la muerte, el otro, estar entre las sábanas de una cama. Y era porque no estaba frente a ninguno de los dos casos que la situación le molestaba aún más, tanto que volvió a estar de pie para luego sentarse sobre la mesa, cruzando descaradamente las piernas frente a Lucian.

Ella jamás había sentido compasión por nadie, y si es que alguna vez lo había sentido no lo había expresado públicamente, para el mundo ella seguiría siendo una mujer fría y con carácter, casi como una intocable estatua de hielo, reservando los momentos de calidez para contadas personas que realmente la conocían. – Sí acepta mi trato, avisaré para que suelten a ese hombre… tendrá el tiempo suficiente para reunir el dinero y traerlo al burdel la noche siguiente, preguntará por la cortesana que no haya recibido clientes esa jornada y a ella le entregará cada moneda.- A veces se sorprendía de sus propias palabras, otras, llegaba a pensar que ese era su deber, que amaba su trabajo y que le encantaría que todas las mujeres que lo ejercieran tuvieran claro el poder que conllevaba.

No era una obra de caridad, era darle un mejor destino a un pago que ella no necesitaba, ella obtendría algo muchísimo mejor, - Permítame diferir con usted monsieur… - dijo usando también un tono algo formal para su gusto, - pero si quisiera ponerlo contra algo sería entre mi propio cuerpo y la pared… me parece una idea mucho más agradable… - soltó una risa juguetona que contagió incluso al camarero parado junto a ellos, aunque más parecía haber reído por obligación que por gusto. – En condiciones normales simplemente le exigiría que respondiera a mi pregunta… que decidiera si acepta o no… pero está claro que estas no son condiciones normales…- terminó de beber su trago y le indicó al joven junto a ella que se llevara la copa y los dejara a solas.

-Un trato que se le va a encantar…- siguió jugando al misterio, aunque eso también le ayudaría a probar la paciencia, - usted vino aquí por un motivo y quiero que se vaya con otra impresión de mi trabajo… quiero que pasemos una noche juntos… - sonrió y se inclinó hacia él para acariciar su mejilla con un dedo, - no quiero unas pocas horas, quiero una noche completa… y escuche mis palabras, en ningún momento he dicho que quiero acostarme con usted, yo no obligo a los hombres a que estén conmigo, así que si desea compartir la cama conmigo, lo haremos… de otra forma, me quedaré con las ganas y las horas pasarán más lento. – Retiró su mano y se quedó de pie junto a él, estirándola luego para sellar el acuerdo con ese gesto. Casi veía una pequeña victoria para sumar a la larga lista que poseía hasta el momento.

Definitivamente Lucian le atraía, pero no era el mismo tipo de atracción que sentía por otros hombres, tenía la gran ventaja de ser muy guapo, pero lo más atractivo en él era su confianza, su decisión y esa fuerza de querer hacer las cosas por si mismo para que salgan bien, justo el mismo tipo de pensamiento que Claire tenía, además de un extraño misticismo que no la dejaba identificar cuantos años tendría realmente o si había algo más escondido detrás de aquel rostro al parecer imperturbable. Ella conocía sus fortalezas y sabía que era atractiva a los ojos de hombres y mujeres, pero también conocía que muchas veces un cuerpo hermoso no garantizaba nada si no eras capaz de mantener una conversación o controlar las situaciones para su beneficio. Con una sonrisa menos falsa que de costumbre miró directo hacia los ojos de Lucian y supo que no se quedaría tranquila hasta no conseguir lo que deseaba, - ¿Y? ¿Aceptas? –
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Mensaje por Lucien Greymark Dom Feb 20, 2011 4:26 am

Por mucho que quisiese admitir que aquello no me venía de sorpresa, y por mucho que fingiese que así era de cara al resto, había cosas que no se podían ocultar. Me sentía como en una trampa, un callejón del que no tenia salida. “¿Qué demonios trama?” Una persona no se dedicaba a hacer tratos de esa índole, y mucho menos cuando la recompensa era el dinero. Y ella estaba hablando de que le diese el dinero a otras cortesanas en vez de a ella. Se trataba sin duda de una mujer con orgullo, además de tener las ideas claras. Pocas mujeres eran capaces de hacer algo así sin más, y de hombres ya no hablemos. En mi vida pocas personas me habían dejado impresionado, y esta era una de esas ocasiones.

Claire era una mujer que, entre otras cosas, parecía fría, orgullosa… ahora bien, ¿se trataba de la realidad o era solo una máscara? Nadie es capaz de ser completamente insensible y seguir estando vivo, puede que esa fuese la razón de esta extraña oferta, el deseo de tener algo más interesante que un simple hombre seboso y sudoroso queriendo disfrutar de ella. Aunque claro, tal como estaba la situación, ya no sabía que pensar. – Un gesto muy considerado por tu parte. ¿Puedo preguntar a que es debido? Cuando podrías tener algo más de dinero en tu bolsillo vas y se lo cedes a otros. ¿Por qué? - Entiendo que entre las cortesanas existiese una cooperación mínima. Nada de robarse los clientes, nada usar la habitación de otra, pero aquello… Si antes había percibido su curiosidad, ahora el que estaba expectante era yo, no se trataba de una mujer de placeres común, que hacia su trabajo y dejaba su verdadera vida al margen de todo esto. No… en esta ocasión era distinto.

Intente disimular una risa al escuchar su comentario, pero me temo que, como tantas otras cosas esta noche, aquello se escapo a mi control. Incluso en esta situación, seguía pretendiendo ser más seductora que cualquier otra mujer presente, y lo conseguía sin duda, cualquiera estaría ya rogando porque le concediese una noche, solo la más mínima oportunidad de saborear esa piel blanca no disimulada por la escasa ropa. – Vaya… un piropo muy redondo. Me siento alagado, y tiene razón, sin duda tener una mujer como tu arrinconándome es mejor que cualquier otra posibilidad. - Correspondí su risa juguetona con otra de rebeldía. A pesar de que iba medio desnuda y que su postura sentada encima de la mesa era muy provocativa, en ningún momento mi vista se perdió en sus curvas. La tentación era un peligro, y pocas cosas eran más tentadoras que lo que tenía delante ahora mismo. Antes de que el camarero se fuese agarre una de las copas que llevaba, siempre con tranquilidad y manteniendo el cuerpo controlado, no quería parecer que necesitase con urgencia llevarme beber algo que me relajase la garganta.

Los tratos no siempre encantaban. En mi mundo, los tratos servían para hacer que una persona creyese que estaba ganando algo cuando, en comparación, lo que yo ganaba era muchísimo más relevante. Ese concepto tan básico, tan instintivo, solo me daba a pensar que Claire también lo aplicaba, y que era bastante buena en ello, lo demostraba haciéndome esperar, intentando ver cuando mi curiosidad estallaría y querría saber. Bebí un trago de vino, esperando pacientemente a que hablase, y cuando por fin lo hizo, levante una ceja como quien no entiende. – Déjame aclarar dos cosas: primero, ¿Cuál crees que es exactamente mi impresión de tu trabajo? Lo veo como precisamente eso, un trabajo, que disfrutes practicándolo o no es cosa tuya, pero no desprecio a mujeres como tú, todo lo contrario, admiro que seáis capaces de dejaros tocar por hombres como esos. – Dije haciendo un ligero gesto de cabeza a varios clientes, considerablemente viejos, que se divertían con un grupo de chicas. – Y en segundo lugar. ¿Por qué querrías pasar una noche conmigo? – Aquel dedo en mi mejilla era desconcertante, su tacto, amplificado por mis sentidos, era suave y sedoso, acompañado de una familiaridad y un afecto que casi parecían reales. – Podrías tener a cualquier hombre de Paris Claire, incluso al rey si se dignase a salir de las cuatro paredes que son su palacio, y sin embargo me pides esto a mí, alguien que no tiene nada que ofrecerte.– Y no se refería a compartir sabanas con ella, sino que lo dejaba como algo a mi elección, pero en realidad no me dejaba muchas alternativas. Si decía que no, un hombre que no se merecía estar en la cárcel se quedaría encerrado, y si decía que si, ella ganaba. “Chica lista.”

Qué demonios, estaba claro que no tenía más opciones, me había puesto entre la pared y su cuerpo, como ella bien decía, y antes o después me cogería desprevenido. Además, por mucho me que molestase perder, tenía que admitir que había jugado sus cartas con mucha astucia, consiguiendo lo que se quería. No había tiempo para remordimientos, lo único inteligente que se podía hacer ahora, era intentar que no volviese a cogerme. – Muy bien… - Me levante del sillón, quedando de nuevo por encima de ella, y mirándola hacia abajo mientras estrechaba su mano.- Trato hecho.
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Mensaje por Claire Quartermane Dom Feb 20, 2011 11:48 am

Jugaba con mechones sueltos de su cabello, jugaba con el dobladillo de su ropa, jugaba con un trato y con un hombre que evidentemente estaba complicado con la propuesta. Los 19 años de Claire parecían reducirse cuando un juego estaba presente, los amaba, tanto que estaba dispuesta a todo con tal de ganar. Movía su lengua mojando sus labios, escuchaba cada pregunta, respuesta y palabra que Lucian daba con la atención que merecía, sin querer perder algún detalle que le sirviera para mover las piezas más adelante, después de todo, siempre la vida funcionaba como una partida de ajedrez, con los movimientos indicados la victoria estaba segura, y con un error, aunque fuera el más mínimo todo terminaba ahí, derrotada y humillada.

Asintió haciéndole entender que respondería a cada una de las dudas que tuviera, su paciencia no era mucha, pero sabía usarla cuando era necesario, - Claro que puedes preguntar… lo que quieras… - sonrió cada vez más natural, él no era su cliente, no tenía que fingir, al menos no totalmente, - No necesito dinero, tengo más que suficiente… si trabajo es porque amo hacer esto… - respiró profundo y cerró los ojos un par de segundos, ordenando las ideas de forma que pudieran salir correctamente, - hay mujeres en este lugar que necesitan el dinero más que yo, ellas aún no aprenden el poder que esto tiene, cómo usar a su favor sus propios cuerpos, la sociedad es desigual y si quiero que eso cambie debo comenzar donde puedo ayudar… - sonrió de lado, ese tipo de discurso no era primera vez que lo daba, ya antes había hablado cosas así con su mejor amigo, ese vampiro torpe y que tanto quería, - como dicen… la caridad comienza por casa…-

Era simplemente adorable, al menos para ella, verlo mantener esa actitud distante y serena, ¿sería realmente así o fingía para no mostrar vulnerabilidad? Entrecerró los ojos cuando llevó una copa a sus labios, Claire tenía ahora otras ideas de que hacer con esa boca, ideas mejores, ideas que pretendía poner en práctica, él fingía, ella lo sabía, ella no había pasado tanto tiempo con hombres para nada. – Lo se…- fue todo lo que dijo y miró luego hacia la dirección que él le apuntaba, hace tiempo había dejado de atender a cualquiera que llegara al burdel, ahora eran clientes seleccionados, algunos esperando semanas para ser atendidos, otros escogidos simplemente porque ofrecían un poco más, sus favoritos, para ellos siempre tendría tiempo, y para uno más que para otros, para ese que hacía que un calor infantil se formara en el centro de su pecho, las facciones de Claire se suavizaron y esperó que Lucian no lo notara volviendo a cambiarla rápidamente. – No todas trabajamos de la misma forma, no todas necesitan hacer ese tipo de cosas, pero es un trabajo y como en muchos casos, no todo lo que hay que hacer es totalmente… placentero…-

Una suave risa llenó el ambiente mientras ella volvía a pasar un dedo por la piel de Lucian, ahora era por su cuello, la calidez de aquel sector la sobrecogía, la incitaba a llevar a cabo lo que deseaba, lo antes posible, - ¿Por qué no querría pasar una noche contigo? No creo que seas del tipo que se subestima… - adoraba que él hubiese dejado de tratarla de usted, el cambio, quizás imperceptible para él a ella le indicaba que estaba un paso más adelante, más cerca de su objetivo, - No quiero a cualquier hombre de París Lucian… te quiero a ti, ¿es muy difícil de creer? No eres mi cliente, no necesito que ofrezcas algo más que no sea a ti mismo, es eso lo que quiero esta noche, en eso consiste el trato, te quiero a ti, una noche completa, sin interrupciones, sin limitaciones… Claire y Lucian, no la cortesana y lo que sea que hagas…-

Volvió a reír y sus ojos se abrieron milésimas de segundos ante la sorpresa de su rápida aceptación, el trato estaba listo, él estaba de acuerdo, en un recóndito lugar de si misma deseó que él tuviera la idea de en qué se estaba metiendo, pero el factor sorpresa era siempre mucho más satisfactorio. – Trato hecho… - repitió apretando su mano. Dio un paso atrás y se giró sin soltarlo, dejando que ese contacto entre ellos fuera la guía para conducirlo hasta donde comenzaría todo, no avanzó aún, necesitaba estar segura que él no se arrepentiría en último momento, - Me imagino que no te molesta que comencemos lo antes posible ¿verdad? – la niña traviesa volvió a salir y con la mano libre llamó al mismo muchacho que la había interrumpido antes, si Lucian respondía lo que ella esperaba daría el mensaje para que el hombre fuera liberado, de otra forma la cárcel sería su única compañía por otra noche más.
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Mensaje por Lucien Greymark Miér Feb 23, 2011 3:08 pm

¿Cómo demonios se había complicado todo en tan poco tiempo? Había pasado de acudir a aquel lugar solo para intentar resolver un problema lo más rápido posible y evitar un montón de inconvenientes y había acabado metiéndome en una situación en la que me veía arrastrado a un trato que no terminaba de entender del todo. Pasar una noche con Claire era una idea tentadora sin duda, cualquiera ya se habría lanzado a dar todo su dinero con tal de tener esta oportunidad, y no quería un par de horas, quería la noche entera. Un montón de preguntar se agolpaban en mi cabeza, entre ellas la que mas destacaba era el porqué, el motivo que le recorría la mente para pedirme semejante cosa. Esto era un juego, y uno en el que evidentemente estaba en desventaja. Desconocía las normas y el juego en si mismo, pero era evidente que los errores se pagan caro. Siempre se pagan caros.

El que amase su trabajo solo reforzaba más mi teoría, no necesitaba el dinero y en realidad el hombre cuya vida se estaba jugando en esto era algo completamente irrelevante para ella, hubiese dado igual que le pagase por los problemas o no. “¿Habría retirado las acusaciones si no hubiese venido?” Tal y como se estaba comportando esa era la impresión que me daba. – El poder… Si, supongo que la influencia que se tiene entre las sabanas puede ser muchísima más sutil y al mismo tiempo más convincente que cualquier otra. – Malditos inútiles, eran capaces de hacer Dios sabe que cosas solo porque estaban tan embobados con la mujer que tenían delante que no eran capaces de ver que hacer lo que ella les pedía podía llevarles a la perdición. – Una forma interesante de ver las cosas… Así que de esta forma, tu consigues lo que quieres poniendo además al resto de las chicas del local en deuda contigo por haberles conseguido un dinero extra. – Un movimiento muy inteligente por su parte, se aseguraba la lealtad de otras mujeres sin perder su condición de primera dama del burdel, y al mismo tiempo satisfacía su curiosidad.

Era arrogancia lo que se veía de trasfondo en esa afirmación, o tal vez fuese solamente la aceptación de algo que veía como la simple realidad. Ya fuese de una forma o de otra, estaba claro que esta chica sabía lo que hacía, no era una simple prostituta entrenada en el arte de la seducción, se trataba de alguien con capacidad de manipular a la gente de forma que pensasen que todo lo que pasaba era idea suya. “Cuidado amigo. Sera una mujer joven pero no por ello se comporta como tal.” – No todo… pero por lo que dices si hay partes que lo son. ¿Es que tienes un cliente especial? – Ese era un golpe un tanto bajo, pero se veía que era una persona que solo tenía sexo con sus clientes, pero se notaba que había algo… no sabría decir exactamente que es, pero juraría que no es trabajo.

¿Quizás porque no me conocía? - Eso no es una respuesta, es una evasiva. – Si creía que podía hacer el truco de responder a una pregunta con otra pregunta es que no me conocía. No es que me subestimase a mi mismo ni que me menospreciase, pero siempre había un motivo para todo, fuese banal o no. – En cierto modo, si. Si no me quieres de cliente, si no quieres mi dinero, que puedes querer de mí. No creo que le ofrecieses a un hombre lo que me ofreces solo porque te parezca atractivo. – Mi curiosidad por sus motivos podía esperar a mas arde quizás, pero ese olor que había percibido antes en ella delataba que había algo que quería de mi, aunque aun no sabía exactamente qué. El sexo era algo que podría tener con cualquiera, incluso admitía que me había parecido atractiva desde el primer momento. Sin embargo, existía un viejo dicho: “Si algo es demasiado bueno para ser cierto, es que no lo es.”

Cuando puso esa sonrisa y me estrecho la mano cerrando el trato no sabía si tenía muy claro donde estaba metiéndose, las mujeres que se acercaban a mi siempre acababan mal, lo quisiese yo o no. Por segunda vez en mi vida me estaba saltando mis normas, estaba a punto de pasar una noche entera con una cortesana, aunque , a diferencia de aquella primera vez, en esta ocasión no estaba pagando, se trataba de algo entre Claire y yo, como ella misma decía, ella no era una cortesana, y yo no era… “¿El qué? ¿Un noble? ¿Un licántropo? ¿Un asesino?” - No, supongo que da igual que empecemos ahora mismo. Pero espero que te ocupes de cumplir tu parte del trato. – No me metería en esto si no iba a servir para ayudar a aquel hombre. Aunque confieso que hacer las cosas de esta manera no me causaba demasiado entusiasmo.
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Mensaje por Claire Quartermane Vie Feb 25, 2011 12:26 am

Abrió la boca para reclamar pero sabía debía controlarse. Ahora no estaba en un escenario donde pudiera mover las fichas sin pensar antes, Claire era impulsiva y eso siempre le había traído problemas, pero algunos decían que los años traían experiencia y ella realmente esperaba que sus cortos 19 sirvieran de algo. Las mejillas sonrojadas del muchacho eran algo que realmente le fascinaba, parecían dos pequeñas cerezas en esa piel blanca y demasiado joven para estar ahí. Le sonrió logrando captar aún más su atención mientras le daba las indicaciones que debía re-transmitir al encargado del burdel, él sabría que hacer y que pasos seguir, el hombre estaría libre en lo que se demoraran las noticias en llegar al lugar adecuado. Lucian no podía quejarse, ella era más eficaz de lo que muchos hubiesen pensando en una puta.

Claire se acercó donde otro, quizás muy guapo, cliente la miraba fijo, no lo conocía, pero le bastó sólo una vista de él para confirmarle que no tendría el dinero para pagar una noche con ella, una lástima, él era bastante agradable como para ser desperdiciado en alguna otra furcia más barata. Le susurró unas palabras al oído y unas monedas salieron de su bolsillo terminando en la mano de Claire, ella volvió a sonreír y depositó un beso en su mejilla como agradecimiento, no miró atrás aunque sabía que el hombre luciría como si estuviera a punto de tener un ataque cardíaco o algo parecido. Esas eran las ventajas de saber hacer bien las cosas.

El dinero no era para ella, el dinero era para el muchacho que toda esa noche había actuado como mensajero, ella sabía que quizás no recibiría nada más en varios días, ¿desde cuando la puta más cara y solicitada tenía tan buen corazón? No más libros revolucionarios para ti Claire Delacroix, se auto recriminó mientras le ordenaba al niño que hiciera lo pedido en el menor tiempo posible. - ¿No acabamos de comprobar que las cortesanas tienen una gran influencia no sólo entre las sábanas? – dijo retomando lo que habían hablado momentos antes, sonrió y miró alrededor, él tenía razón, pero ella no iba a aceptarlo, - me está dejando como una manipuladora, creo que si yo fuera otra mujer me sentiría ofendida. – soltó una risa mientras comenzaba a caminar, con un destino fijo en la mente.

Se infiltró en un pasillo estrecho lleno de puertas desde donde se escuchaban ruidos algo indecorosos saliendo, mujeres trabajando, eso era todo. El lugar al que ellos se dirigían estaba más alejado, -No estamos hablando de mis clientes… - su cara parecía de piedra, no dejando que ningún tipo de emoción que pudiera delatarla se formara en ella, - no eres mi cliente Lucian, por lo que no veo que ese sea un tema adecuado… - él ni ninguno de los otros hombres tenía que saber que sólo pensar o recordar a Nigel hacía que su mundo se diera vuelta, nadie sabría aún que ella lo había amado durante años pero que sólo hace poco tiempo se había dado cuenta. Mantendría el secreto de tantas peticiones que él le había hecho, de los ofrecimientos, de los ruegos pero por sobre todo, escondería al mundo, por ahora, esas ganas enfermas de decirle que sí a cada una de sus súplicas.

Dobló en una esquina desde donde un grito masculino salía y dio vueltas un rato en la cabeza las dudas que él parecía tener, -En realidad sí… por lo general obtengo lo que quiero, esta noche te quiero a ti, es así de simple…- siguió caminando y se detuvo frente a la puerta de la habitación que ocupaba para atender a sus clientes, aquella no era donde dormía cada noche, donde sólo dos hombres habían entrado, esta era una que pese a ser exclusiva para Claire era la que sus clientes conocían, lujosa pero usada, quizás demasiado. Abrió la puerta y esperó a que él entrara para cerrarla con suavidad, velas los iluminaban y unas sábanas limpias estaban sobre la cama, incluso parecía como si no hubiese estado otro hombre ahí minutos atrás, la servidumbre del burdel si que sabía hacer su trabajo, - Bienvenido… - le dijo abriendo los brazos como para mostrarle todo el lugar, - ¿Tienes claro que lo que hagamos o no hagamos será todo decisión tuya verdad? -
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Mensaje por Lucien Greymark Dom Feb 27, 2011 3:03 pm

Una respuesta rápida y parecía que ya estaba todo hecho. Por un momento me dio que pensar si realmente la que mandaba en aquel lugar era la madame o era la mujer que tenía delante, o puede que incluso ambas fuese la misma persona. El joven con el que hablaba parecía comportarse diligentemente, como si las palabras suaves que le dedicaba Claire fuesen lo único importante de este mundo y nada más resultase relevante. El trato al menos estaba sellado, ahora solo era cuestión de tiempo que llegase hasta los oídos indicados y todo este problema desaparecería. Y luego decían que eran los políticos los que gobernaban este mundo cuando, en realidad, quienes lo gobernaban eran las mujeres que compartían sus sabanas, una idea un tanto aterradora teniendo en cuenta la situación.

De camino hacia la parte de mas al fondo del burdel, donde se encontraban las escaleras que llevaban a las habitaciones individuales, propiedad de las chicas con mayores ingresos y una lista de clientes un poco más exquisita, Claire se paró a hacerle una carantoña a un pobre chico que la miraba con ojos embobados, ¿Cuántos de los cientos o miles de hombres que pasaban por allí habían deseado verla desnuda? Mucho me temo que saber la respuesta a eso podría hacer que me explotase la cabeza, aun así, lo importante no era eso, tenía que buscar una forma de despejar mi mente y hacer todo esto con mucho cuidado. Actuaba como una niña ante un juego, uno que sabía que podía ganar, eso no me decía mucho sobre quién era, pero si me daba como garantía que todo lo que hacía no lo hacía porque si.

- Nunca dude de esa afirmación. – Aunque la influencia llevase a que un chiquillo estúpido se gastase quizás el poco dinero que tenía en una simple sonrisa. Antes de seguir caminando deje sobre la mesa la bolsa de monedas que hasta hacia solo un segundo le habría dado a Claire, seguramente se lo gastaría todo en prostitutas y bebidas pero al menos seria una inversión que le daría mucho más que la sonrisa de mi acompañante, además yo no lo necesitaba. – Si fueras otra mujer no habría dicho eso. Creo que el que te consideren una experta en las artes amatorias además de en la práctica de la palabrería es algo que te complace. Dime una cosa: ¿Cuántos de esos niños sin seso han apreciado algo más de ti que tu cuerpo? – Seguramente ninguno. Los hombres no venían aquí a descubrir la brillante personalidad de las chicas, lo único que les importaba era que le hiciesen pasar un buen rato.

En cuanto entramos en el pasillo de camino a la habitación supe que por fin había encontrado algo, algo mucho más relevante que todo lo demás y que la había calado más adentro que cualquier respuesta mordaz. Aunque ella se molestaba bastante en ocultarlo, y muy bien dicho sea de paso, una humana no podía engañar a los sentidos de alguien de mi especie, había dado un ligero respingo en cuanto mencione al cliente y también el corazón le latía mas fuerte de lo normal, una percepción que a un humano se le escaparía. – Oooh!! ¿Así que he dado en el clavo? Interesante… - Después de todo sí que hay un corazón escondido ahí debajo, y yo que pensaba que su sensibilidad estaba limitada a los momentos de alcoba y nada más. Una sonrisa de satisfacción se dibujo en mi cara, no negaría que me complacía saber cosas que nadie más sabia, y en cuanto a Claire más que con la mayoría, escondía demasiado bien sus secretos. – No te preocupes tu secreto está a salvo conmigo.

En cuanto a su respuesta no podía decir que fuese lo que yo esperaba oír, pero de todas maneras ya no había necesidad de darle más vueltas al asunto, lo hecho, hecho estaba, y ahora solo me quedaba cumplir con mi parte del trato del mismo modo que ella había cumplido la suya. Entramos en la habitación poco despues, no era como me la esperaba, parecía un poco mas lujosa que el resto del edificio, pero allí habia muchos olores, demasidos como para separalos todos. Camine bordenado la cama de matrimonio mientras la oia hablar, mis dedos rozando las sabanas recién puestas. Se notaba el olor a perfume, intenso y descontrolado, mezclado con sudor, uno un tanto brusco y destartalado junto a otro más fino lleno de satisfacción, la habitación entera gritaba a sexo. – Lo dices como si no supiese donde me estoy metiendo. – Me senté a los pies de la cama y me quede mirándola, aun de pie junto a la puerta. Yo no era una persona que contratase a mujeres para tener sexo, me gustaba que las mujeres estuviesen conmigo porque lo deseasen, no porque se viesen obligadas. – Creo que la pregunta más concreta seria ¿Qué quieres tú de mí? Me has pedido una noche y te la daré, solo tienes que decirme que es lo que deseas.
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Mensaje por Claire Quartermane Miér Mar 09, 2011 9:20 pm

Estaba ahora aún más sumergida en su ambiente, era su hábitat, conocía cada rincón de donde ambos se movían, tenía el control, o al menos eso quería creer. No era algo que pudiera siquiera pensar, el perder el poder que su trabajo le daba, aunque tenía claro que no era su oficio lo que la hacía ser o actuar así, era ella misma, su personalidad, era lo que la definía y lo que al mismo tiempo la motivaba. Ver a Lucian sentado en su cama hizo que millones de imágenes, unas más prohibidas que otras se acumularan en su mente, afortunadamente para ella, todas incluían a ese hombre desnudo. Se giró hacia él como si pudiera observar su cuerpo debajo de su ropa, sonriente aún aunque Lucian no supiera por qué sonreía.

-Es mi cuerpo lo que vendo, no me interesa si aprecian algo más o no, sólo me interesa si tienen dinero en el bolsillo para pagar lo que significa estar conmigo.- evitó volver a referirse al tema de Nigel, al menos sólo ella sabía que hablaban de él, para Lucian era otro cliente más, para Claire jamás lo había sido, las aletas de su nariz se enanchaban cuando respiraba más agitada, ahora lo hacía intentando calmarse, alejando la idea de saltar sobre el hombre que estaba con ella y pedirle que jamás en su vida volviera siquiera a tocar el tema del hombre que amaba. Podía llegar a ser salvaje, especialmente porque generalmente actuaba y luego pensaba

Caminó hasta él y lo miró desde arriba, admirando como la luz jugaba con su piel, no era pálido como sus adorados vampiros, no había intentado jugar con su mente, así que era muy probable que no fuera brujo, de seguro era un humano común y corriente, pero al creer que un simple humano no le podía atraer tanto recordó que amaba a uno, sintió mariposas en el estómago y transformó su rostro en una máscara que usaba constantemente. -No tienes idea Lucian, de verdad no sabes que has aceptado, ni donde te has metido, creo que acabas de ingresar en la boca del lobo… - dejó escapar una risa que no tenía ni un ápice de coquetería, alguien podría catalogarla como malvada, como burlesca, como si en realidad estuviera disfrutando tener el control y manejar todo de la mejor forma posible.

Se giró dándole la espalda y al mismo tiempo una excelente vista de su parte posterior, sabía que la estaba mirando, podía casi sentir sus ojos clavados en su espalda y también más abajo, llevó sus dedos a la parte inferior de su corsé donde el nudo podía desatarse y así lo hizo, lentamente, soltando las cintas que lo ataban como si se moviera más despacio de lo que el tiempo transcurría. Sólo una vez se atrevió a mirar sobre su hombro para comprobar que él siguiera ahí, aunque era algo ilógico, no podría moverse sin que ella lo notara, seguía con una pierna a cada uno de sus lados como queriendo atraparlo entre ella, pese a que ya había aceptado el trato, exhibiéndola a la vez, dándole la imagen que sabía debía tener, quedando casi sin darse cuenta de en qué minuto exacto, sin corsé y con ahora sus pechos al aire, Lucian no podía verlos, aún.

Fácilmente soltó su cabello dejando que las ondas chocolate tomaran la posición que quisieran, el aire parecía alivianarse haciendo que todo luciera como si estuviera en el lugar preciso. – Quiero la verdad, eso quiero de ti… - dejó caer su cuerpo calculando exactamente para quedar sentada en el regazo de él pegando su espalda al torso de él, sintiendo como la molesta ropa le raspaba la piel, como los músculos de Lucian subían y bajaban con cada respiración. Él parecía transmitir más calor de lo normal, o quizás era sólo que Claire se sentía como si estuviera necesitando cada vez más aire, sedienta, acalorada… no era nada de eso, estaba total y absolutamente excitada. – O quizás debería decir… quiero al verdadero, al que realmente eres tú… yo estoy literalmente expuesta para ti… al menos quiero obtener lo mismo ¿no? – sabía que tenía una vista completa de ella, estaba mostrándose, aprovechando muy bien lo que sabía hacer.

-Se que escondes algo Lucian… algo que no quieres enseñarme o que no le muestras a todo el mundo… - arqueaba su espalda con cada palabra, seguía semi desnuda, pero su seguridad de basaba en estar cómoda con eso, - no quiero que me digas que es, quiero descubrirlo, ser yo quien me de cuenta de qué se trata… tenemos horas, la noche entera para eso… sólo déjame hacerlo, déjame encontrar lo que hay en ti… - cambió su posición dejando ambas piernas al mismo lado, sentada de costado sobre sus piernas, agradeciendo que la dejara hablar, era imprescindible captar su atención. Le regaló una sonrisa y luego acercó su rostro para robarle un beso, sólo al hacerlo descubrió lo mucho que lo había deseado, como si algo se hubiese encendido en ella, sin querer detenerse, - ¿vas a dejarme Lucian? ¿Me permitirás descubrir lo que hay en ti? -
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Mensaje por Lucien Greymark Miér Mar 16, 2011 4:21 pm

De todas las mujeres que había conocido en mi vida, y no habías sido precisamente pocas, esta era sin duda la más extraña. Fascinante y tentadora desde luego, pero extraña a pesar de todo, parecía sentir un inmenso impulso de poseer a todo aquel que le llamase la atención, de doblegarle como si se tratase de una mascota mas, y al mismo tiempo dejarse doblegar y entregarse plenamente a ellos, una contradicción bastante intensa y descontrolada, pero a pesar de todo hacía de ella la mujer que todo hombre podía desear, posesiva para incitarte pero sumisa si conseguías complacerla. Otra de las razones era que, a pesar de que nunca había pensado en una mujer de esta manera, ella conseguía que esas ideas se colasen en mi mente y me hiciesen mirar, tantear e incluso desear. “Sabe muy bien lo que hace.” Entendía cómo es que era la mujer más cara del burdel, y también la más perseguida, era complaciente, pero no tenía ni un pelo de tonta.

- Claro… - Dije como cediendo ante el tema, era evidente que el que un hombre le interesase más que un simple cliente o un pasatiempo como estaba claro que estaba resultando ser yo la incomodaba. Aunque claro que persona se siente receptiva a dejar a la vista todos sus secretos y emociones con un desconocido. ¿No era yo el primero que se molestaba en ocultarlo todo con una máscara de seriedad? Precisamente por eso no insistí, se lo que molestan los cotillas. – Entonces tu clientela debe ser muy selectiva, otra de las razones de que me pregunte que hago aquí. – Dije sacando a relucir la primera sonrisa de que tenía en toda la noche.

Empezaba a entender a esa mujer, se trataba de alguien que satisfacía su curiosidad y sus caprichos sin pensar en las consecuencias, pero al mismo tiempo, sus caprichos no eran cosas banales y sin importancia, tenían un significado más profundo y oscuro, guardado en algún rincón de su mente donde nadie salvo ella tenía acceso, se notaba por su evidente enfado al hablar de ese cliente y por un ligero cambio en el olor de su cuerpo, aunque debía admitir que conservando la calma era bastante buena. En cuanto hizo alusión a la boca del lobo no pude evitar reírme a carcajadas, resultaba irónica esa expresión, cuando en realidad la que quería meterse en algún sitio con un lobo era ella. – Discúlpame, es que cualquiera diría que eso debería suponer un problema. ¿Cómo sabes que la peligrosa eres tú y no al revés?

Es muy probable que su respuesta nunca llegase, o más bien dicho que su respuesta fuese precisamente esa, el darse la vuelta de esa manera y desatando las lazadas de su corsé tan lentamente, quería que mirase, que perdiese por completo la noción de toda coherencia al perderme en la perfección de su desnudez, una táctica efectiva la verdad, porque sin tener muy claro el porqué, me resultaba imposible apartar la vista de sus manos, de cada cordón que se deslizaba y de la suave tela que cubría la parte inferior de sus intimidades, acariciando una piel blanca y sin duda más suave que la mejor seda. En cuanto se sentó en mi regazo sentí como un escalofrió me recorría la espalda, había conseguido que mi mente se embotara, no tanto como para perder el control, pero la bestia que había en mi deseaba alzar la mano y tocarla, paladear el sabor de su piel.

¿La verdad? Es que había visto algo que no se creyese, ¿creía que había algo más de lo que se veía? Es posible que si, los orientales creían que dentro de cada persona había un sinfín de corazones distintos, una multitud de personalidades, pero que solo una era de verdad. – No creo que la verdad te gustase… - Decía muy tranquila que estaba expuesta, pero exponer sus deseos y su cuerpo no era lo mismo que exponer lo que era realmente era. No le mentía, simplemente era lo que pensaba, la verdad no solía gustar a la gente, se sentía curiosidad por ella pero no siempre acababa gustando. Aquella voz resultaba incitante, cada palabra que decía pretendía entrar en mi mente y apoderarse de mí, notaba los colmillos marcándose, deseando salir a la fuerza. Mientras se encorvaba el olor de su pelo entraba a raudales en mi, casi parecía diseñado para hacer perder el juicio. Una de mis manos pareció moverse sola, tomándola de la cintura, sentirla era como tocar una superficie lisa y pulida como el mármol, sin la más mínima imperfección. La mano se desplazo hacia la parte delantera y subió lentamente por su abdomen hasta la curvatura que formaban sus pechos, cubiertos por su melena oscura. Aparte los mechones de pelo como si se tratase de una prenda de ropa, viendo todo su cuerpo por primera vez.

- Dices que yo escondo cosas, pero tú haces lo mismo. Veo indecisión en ti, no en lo que haces esta noche, sino en la idea de tener que renunciar a lo que más te gusta. No sabes si eso podrás soportarlo. - A pesar de su seguridad, de su gran capacidad de seducción, se que había cosas que ocultaba al mundo, pero sobre todo a sí misma. – ¿Quieres la verdad? Está bien, puedes mirar cuanto quieras, pero yo también mirare. – Aquel beso era apasionado, como fuego liquido, podía sentir el ansia, la necesidad, pocas veces me había ocurrido algo así. La sujete por las piernas y la alce para acto seguido tumbarla en la cama, era un visión casi divina, como de otra vida. Ahora mismo yo también quería algo, y era ver hasta qué punto estaba dispuesta a dejarme disfrutar de su mirada por saber la verdad.
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Mensaje por Claire Quartermane Lun Abr 04, 2011 3:28 am

Hoy, Claire Delacroix se levantó no queriendo estar despierta, se acercó a la ventana y respiró el aire frío de Paris, dos imágenes llegaron a ella. En la primera, sentía ese mismo frío pero estaba en otra ciudad, en otro país, frente a una sencilla chimenea mirando fijo los ojos de una pequeña niña que lucía casi exactamente como ella, aquella que pestañeara primero debía ir a hacer la siguiente labor que su madre les encomendara. Escucharon una voz desconocida y ambas batieron sus pestañas al mismo tiempo, las carcajadas salieron fáciles y hacer el trabajo resultó más liviano. En la segunda, estaba en esa misma habitación, un año atrás casi, otras sábanas y otros ojos la miraban, una boca que había besado ya muchas veces y una garganta que repetía ‘Se sólo mía’ volvía a hacer la misma petición y ella sólo esperaba que esas palabras se las llevaba esa ráfaga de aire frío.

Ahora, Claire sabía que se acostaría acompañada, aunque al despertar volviera a estar sola, - Estamos en mi territorio Lucian… todo lo que pase o no pase acá es algo que está en mis manos, incluso, si me mataras ahora mismo, todos sabrían que fuiste tú y serías condenado antes aún de tener un juicio justo… - sonreía sabiendo que cada una de las palabras que salían de su boca no tenían ni un ápice de mentira, - Me acuesto con el juez que dictaría tu sentencia… - susurraba intentando controlar las risas, todo era tan divertido para ella, jugar como si él fuera el tablero y no otro participante, mover las piezas a su favor corriendo el riesgo de que el contrincante tuviera suerte.

-¿Qué sabes tú de mi vida Lucian si me conoces desde hace sólo minutos? – sonrió pero dejando en claro con su tono que no le gustaba cuando se metían en ese terreno, - Puedes preguntar, puedes intentar descubrir lo que quieras, pero finalmente seré yo quien decida, quien abra o no la puerta, si dejaré que eso se quede en un intento o lo hagas realidad… - ya no era un advertencia, ahora se había transformado en un desafío, uno que incluso aquel gemido delator que se escapó de sus labios no podía acallar. La mano de Lucian era la de un hombre que no sólo conocía lo que hacía, también no disimulaba nada, era decidido, tal como a Claire le gustaba.

Como una fresa madura al ponerla entre los labios, ella era aquel jugo que caía por una piel representada por Lucian, deslizándose como si estuviera hecha para aquella función, ocupándolo todo y captando todo. Era ese beso el comienzo para algo, que ahora comprobaba, ambos deseaban desde el primer momento en que Claire había propuesto el trato. Estaba claro, él le atraía, ahora más por atreverse a tomarla para llevarla hasta la cama, que él tomara la iniciativa hizo que otro gemido incitante saliera de sus labios y que sus piernas se separaran como si no pudiera controlarlas, mantenía los ojos abiertos y fijos en él, si quería conocerla esta era la mejor forma, porque era aquí cuando haciendo su trabajo, entregaba detalles que bajo los ojos correspondientes significarían mucho.

No estás trabajando Claire, él no es un cliente, él no te va a llenar aún más los bolsillos, a él no puedes pedirle diamantes ni telas importadas. No aún. Como si fuera un alma sedienta del desierto más seco dio caza a sus labios, a ese lugar que sólo había saboreado una vez, - Quiero la verdad, antes de que sigas quiero que me digas la verdad… ¿Qué eres Lucian? No creas que voy a temerte por la respuesta, no tienes idea todo lo que conozco, se las cosas que esconde la noche en París, lo he visto y lo he probado… dime Lucian, dime que es aquello que te hace especial, o si quieres muéstralo… sabes que te voy a creer, no lo dudes… - conocía cada rincón de esa cama como si fuera una extensión de si misma, sabía cuanto estirarse para alcanzar el respaldo o que había en las mesitas a los costados, ahora sabía también que esa cama lo conocería. Usó sus ágiles y expertas manos para comenzar a desabotonar su camisa, no pedía permiso ni dudaba, sólo sonreía mientras comenzaba a ver nuevos sectores de su piel.
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Mensaje por Lucien Greymark Miér Abr 20, 2011 6:58 am

Sonreí con sarcasmo, ¿de verdad se pensaba que porque se acostase con un juez iba a conseguir algo? Si es cierto que no se trataba de una mala influencia, mas bien todo lo contrario. Desde que había entrado en este establecimiento me había dado cuenta de una cosa, una que tal vez me diese la llave para saber más de lo que ningún hombre sería capaz de saber, y es que todos teníamos el mismo defecto, hablábamos demasiado en la cama, cuando teníamos a una mujer encima de nosotros tendíamos a pensar que el que le dijésemos cosas que solo nosotros sabíamos era una fuente mayor de excitación para ellas, cuando en realidad era todo lo contrario. En cualquier caso, su contacto en los tribunales podría decir mucho y agitar las manos como un poseso pero, ¿Qué haría si le contase a sus colegas y familiares lo que hacía en este edificio en sus solitarias noches en las que debería estar en su despacho trabajando? – Me temo que lo que entiendes tú por justicia no es exactamente real, pero no te preocupes me alegra que tengas tus amigos. No tienes ni idea de cuánto… - Una sonrisa un tanto misteriosa apareció en mi rostro, esa era precisamente la indicación que necesitaba para terminar de decidirme, y quizá, solo quizás, Claire Dalacroix me fuese mucho más útil en ese aspecto de lo que ella creía.

- Me preguntas que es lo que sé… te sorprendería saberlo mi hermosa dama. – Mucho cuidado, esto debía manejarse ahora con muchísimo tacto, es obvio que esta chica no era una alma inocente, tanto en los placeres humanos como en todo en general, pero sobre todo era consciente de que existía algo distinto, no sabía cómo expresarlo pero estaba seguro de que así era. ¿Conocería los detalles de mi especie? Si era así, quizás debiese mantener oculta la condición el máximo tiempo posible. – Se que hubo un hombre en esta habitación esta misma noche, se que las sabanas están recién limpias, así que he de suponer que te tomas tu trabajo con diligencia y también de una forma bastante impersonal, por mucho que lo disfrutes. – Oh si que lo disfrutaba, podía oler el sudor y la excitación desde que entre en la habitación, por no mencionar que esos ojos mostraban siempre un brillo de picardía, un desenfrenado deseo de probar que apenas podía contener hasta recibir el pago. – Pero también se, que has ocultado una parte de ti, veo un rincón de tu personalidad oculto en lo más profundo de tu alma, una fracción que cree que el amor no esta tan sobrevalorado como deberías de pensar, y sé que ese pensamiento se acentúa ante la presencia de alguien en concreto. – El cómo reacciono cuando mencione a ese cliente en especial resultaba una prueba palpable, pero al mismo tiempo esto también era una prueba, el querer meter a un hombre que no era el que quería en su habitación, de forma gratuita, no solo era por curiosidad, sino por el deseo de que esa otra parte de sí misma quedase relegada a un segundo plano. – Puedes negarlo y “cerrar la puerta” como has dicho, pero se ver a la gente.

Su beso fue apasionado, desmedido y con ansia que llevaba a la perdición, la perdición por cualquier cosa que pudiese ocurrir en esa habitación sin importar las consecuencias de después, aquel cuerpo pedía a gritos ser complacido, que tomasen de el todo lo que fuese posible, toda la esencia, todo su olor, entraba por mi nariz como nunca, todos mis sentidos se perdían ante el tacto de aquella piel de miel y unos ojos que, a pesar de ocultar toda realidad verdadera, no se preocupaban en disfrazar lo que sentía respecto a aquel momento. Sus piernas se separaron en el momento en que la tumbe en la cama y la bestia que había en mi deseaba devorarla, saborear hasta la última onza de de carne perfumada. Cuando mis labios se encontraron con los suyos, todo recuerdo de mis normas, las mismas que me habían impedido aceptar el trato, se desvanecían como si nada. Explore su boca sin reparos, saboreando su lengua mientras mis manos recorrían sus muslos. Los pulmones me abrasaban, pidiendo a gritos una bocanada de aire, pero aun así los ignore el máximo tiempo posible hasta que muy a mi pesar me vi obligado a hacerlo.

– Quieres saber… - Esa era la prueba definitiva, sabía lo que existía en la noche, solo faltaba que dijese la palabra vampiro en voz alta. Sin embargo, era mejor que si averiguaba lo mío, fuese porque no pudiese evitarlo, no porque se lo dijese yo. – Brilla la luna vestida de blanco. Creia que deseabas averiguar, dudo que sepas todo lo que puede saberse. No me preguntes cosas que no sabes si son ciertas, simplemente déjate llevar por esto… ¿es lo que querías desde el principio no? - Un destello color verde surco mis ojos, dandole un brillo nocturno como solo las noches de luna podian darle. Veremos si es tan valiente y ha visto tanto como ella piensa.
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Mensaje por Claire Quartermane Sáb Mayo 07, 2011 11:07 pm

No muchas cosas molestaban a Claire tanto como no conseguir lo que quería en el menor tiempo posible, ser caprichosa había sido básicamente gracias a que siempre había alguien que cumpliera cada uno de esos caprichos, sin siquiera pedirle un por favor. Ahora venía alguien que recién conocía, alguien que le atraía absolutamente y le negaba algo, ¿qué se creía? ¿acaso pensaba que tenía el derecho de hacer eso? Él intentaba provocarla con cada palabra, que ella se molestara y tomara uno de los dos caminos, o dejar todo ahí tirado y pedirle que se fuera o seguir con eso luchando contra él en una batalla que en realidad no era más que un tonto pero también muy divertido juego. - ¿Amigos? Tú y yo sabemos que esa palabra es demasiado para llamarlos… mis amigos son como las putas vírgenes… prácticamente no existen.-

Apenas frunció el ceño cuando él nombro cada detalle que ella ya conocía, o era muy observador y se aventuraba a tirar algunos datos al azar o realmente tenía la capacidad de percibir esas cosas que un humano normal ni siquiera notaría. – No eres vampiro… - lo dijo no como pregunta, si no como un hecho que no tenía discusión, se atrevía a nombrar a esos seres aún con el riesgo a que él no supiera de su existencia y se riera de ella por salir con algo que para muchos no eran más que mitos. Tenía que intentarlo al menos, ya que él seguía con la idea de meterse en un territorio donde ella ya le había dicho en casi todos los tonos que no debía hacerlo. Claire no hablaría de Nigel con otro cliente, ni tampoco con otro hombre aunque no fuera su cliente, ni siquiera se lo había dicho a Soren que era su mejor amigo, mucho menos lo haría con Lucian a quien recién conocía.

-Y tú puedes ver lo que quieras, intentar averiguar lo que quieras, pero ¿cómo sabes que no miento? Dame pruebas y te creeré, de otra forma no insistas, hagámonos los ciegos y sordos… cállate Lucian… - la mejor forma siempre de evitar que siguiera hablando era con más besos, aunque en realidad era sólo una excusa que buscaba para hacerlo las veces que quisiera, mientras más palabras y preguntas salieran de su boca, ella más besos le daba y del mismo modo más rápido intentaba deshacerse de su ropa. Quería con una desesperación casi obsesiva que ambos estuvieran desnudos, como si eso le fuera a dar alguna pista de la respuesta que buscaba, Lucian no se entregaría tan fácil como ella lo hacía, no soltaría las respuestas simplemente porque ella usara sus manos en recorrer su cuerpo, él no era como los otros idiotas que había tenido en su cama y que sin pedirlo le habían revelado hasta sus más profundos secretos.

Bajó su mano para llegar a su pantalón y comenzó a tironear de él como si fuera una orden para que la ayudara a que desapareciera, se estaba cansando de las palabras, pero más de no poder conseguir lo que quería, aunque desde hace rato sólo lo que quería era a él, - Es imposible saberlo todo… nadie lo lograría, pero yo quiero saber lo máximo de ti, quiero saber que escondes y que temes dejar que vea… - mordió su labio como en una especie de castigo, él se atrevía a hablarle así y por mucho que ella quisiera hacerse la molesta en realidad eso la encendía aún más, él era diferente, él no cedía a la primera, no le obedecía incluso antes de que ordenara algo, Claire sabía que si no mantenía las cosas en cierto nivel Lucian podría convertirse en su obsesión, - No intentes hacerme creer que sólo yo quiero esto, es tan mutuo como el interés que tenemos por saber los secretos del otro…-

Cerró los ojos como si obedeciera a sus palabras, se dejaría llevar pero su idea no se iría, no la sacaría de su mente hasta poder escuchar las palabras que tanto anhelaba. El cabello ya no le tapaba los pechos y su cuerpo responde al llamado que hace el de Lucian, su espalda se arquea pidiendo a gritos que esa piel sea recorrida, puede quizás dejar todo a un lado por los minutos en que estén juntos, puede cambiar las palabras por gemidos cargados de ideas lujuriosas, puede intentarlo todo con él en esa cama, pero sólo si ambos se rigen por las mismas reglas. Ella nunca estará en desventaja, no mientras estén ahí donde ella lo ha decidido, en esa habitación informal que usa cada noche con tantos hombres distintos, porque de alguna forma ella necesita sentirse segura, se muestra fuerte y decidida pero si todo lo que controla se cae ella también puede hacerlo, es sólo una marioneta de si misma.
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Mensaje por Lucien Greymark Mar Mayo 17, 2011 4:12 pm

Que comparación más práctica, teniendo en cuenta que en realidad ella también era prostituta. Por lo visto tenía una tendencia muy aguda de denominarse a sí misma como un puta, como si solo fuese un pedazo de carne que usaban aquellos que pagaban y que eso la hacía feliz por el mero capricho de desinhibirse cuando quisiese y como quisiese. Era consciente de que en realidad le molestaba que no respondiese a sus preguntas tal y como haría cualquier otro. No se trataba de un juego, más bien era una forma de equilibrar la balanza, este trato había sido propuesto y controlado por ella desde el primer momento, haciendo ver que no solo jugábamos con sus reglas, sino que además lo hacíamos en un terreno que seguramente ella dominaba ostensiblemente más que yo, su curiosidad era el único `punto a mi favor y que podía explotar para mantener el equilibrio. Además, tenía curiosidad por saber que estaba dispuesta a dar con tal de obtener una satisfacción a su capricho. – Llámalos amigos, llámalos clientes, sea como sea, está claro que eres una persona que sabe convencer a la gente.

Había dado en el clavo, su respiración variaba, sus facciones tenían ciertos matices distintos, todos ellos encajados dentro de la perfección de un rostro joven como el suyo, y sin embargo tan delatores como los de cualquier humano. En cuanto menciono a aquella especie pútrida, despojada de todo carácter que podría considerarse como humano casi se me revuelven las tripas, el que hubiese considerado que era vampiro solo me indicaba dos cosas: una es que estaba al tanto de nuestras especies, para ella no era simple folclore o leyendas, sabía que existíamos; y segundo, que no sabía diferenciar a unos de otros, al menos no a simple vista. Sonriendo como si acabase de hacer un chiste escogí las palabras con cuidado. – No me digas… me hubieses decepcionado si me comparas con esas… cosas. – Que forma tan sutil tenía de dejar mis observaciones a un lado, no quería que nadie reventase su armadura, y podía entenderlo, a veces lo mejor que te puede ocurrir es tener una pesada coraza cubriéndote.

- Tal vez yo me calle… pero quiero que tú no lo hagas… si vamos a estar aquí toda la noche, prefiero que lo hagas sintiendo solo placer. – Aquellos labios resultaban adictivos, las palabras ya sobraban, no eran necesarias ahora mismo. Mi camisa salió despedida en cuanto tuve la ocasión de mandarla lejos, y por primera vez mi cuerpo rozo el suyo, de forma íntima y ardiente, un contacto que hacía años que no tenía con una mujer, puede que fuese por eso, o puede que fuese que en realidad había tenido ganas de hacer esto desde el mismo momento que en que la vi bajar por las escaleras, con su figura despampanante. Acogí de buen grado su boca, jugando con su lengua en una lucha frenética por devorarla, mis manos subían lentamente pos sus muslos aproximándose peligrosamente al borde de su ropa interior, casi al mismo tiempo que ella llevaba sus manos al mío. – Solo hay una cosa que necesitas saber… y es que lo que sientes ahora mismo, solo es el principio. – Mi mano rozaba con los dedos la parte superior de su ropa íntima, algo que ahora mismo solo era un aliciente para ir con calma, tenía que desearlo despacio, hasta que ya no pudiese soportarlo más. Lentamente fui introduciendo los dedos, uno por uno, dentro de la prenda hasta llegar al calor de su entrepierna. Aquello me excitaba, el verla desesperada en parte por saber en parte por tener, era exactamente lo que sentía por dentro exteriorizado a través de ella. Mi mano se movía con ritmo acompasado, frotando de adelante a detrás, de adelante a detrás, de adelante a detrás… entonces se detuvo, y con un último aliento susurrado sobre sus labios pronuncie: - Solo quiero que grites… - Un dedo entro en ella, notando la humedad que le corría por dentro.

Por una vez, solo por un momento, mi cuerpo tomaba las decisiones por sí mismo, la razón podía dejarse al margen, el control no era necesario, no mientras estuviésemos recluidos en aquellas cuatro paredes, dejaríamos que nuestros cuerpos fuesen los que hablasen, que se comunicasen de la mejor manera posible. Una sucesión de deseos y pensamientos eróticos, el pensamiento de recorrer a aquella mujer centímetro a centímetro, y saborear su piel de caramelo hasta el último segundo. Mi mano libre agarro el cabello de color del chocolate y jalo ligeramente hacia atrás, dejando a la vista el cuello, tenso y libre. Deslice la punta de la lengua desde el mentón a la clavícula, besando hasta el último recodo a la vista, antes de volver a su oreja y susurrarle las últimas palabras. – Se para mi esta noche, y yo seré todo tuyo. – Quid Procuo, eso es lo que buscamos los dos
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Mensaje por Claire Quartermane Miér Jun 08, 2011 7:53 am

Se consideraba a si misma como alguien amante de las palabras, conocía el poder que podían tener cuando salían de la boca o la pluma de la persona adecuada, sabía también que para aquel que dijera las equivocadas en un mal momento podían significar la sentencia incluso si fuera inocente. Era por esa misma razón que escribía, leía, buscaba, intentaba aprender, porque la cama le daba un poder que quería ver reflejado en otras cosas, personajes influyentes de la clase importante parisina pasaban por ahí y pedían una noche con ella, podía incluso descaradamente considerarse a sí misma como influyente también, ¿no era ella la que muchas veces terminaba dando ideas, tomando decisiones, asesorando a quienes luego lo harían ley o palabra para muchos más? Claire conocía todo aquello pero de todas formas le parecía insuficiente, lo que Lucian intentaba hacer ahora con ella, enredándola, le parecía insuficiente.

Ilógicamente aquella que debe satisfacer a otros esa noche sólo quería ser el objeto de la atención de otro, no de cualquiera, del hombre que tenía sobre ella y a quien deseaba tener dentro de ella. La ansiedad le hace arder la piel ¿o era Lucian? Todo en esa muchacha que parece a ratos mayor y a ratos menor de lo que es parece encenderse como si su cuerpo hubiese estado bañado en combustible y ahora alguien prendiera la mecha que propagaría las llamas. La boca de Claire parece seca y los labios de Lucian son el único pozo en el desierto que representan sus sábanas, ella lo busca como si pudiera morir por dejar de probarlo un minuto, como una moribunda desesperada descubre en el resto de su cara más fuentes que saciaran su sed. Se siente sobrepasada por un deseo que pocas veces ha experimentado, una mezcla de la lujuria y la respuesta de las peticiones que le hace su propio sexo y la eterna curiosidad que aquel ha representado para ella desde que lo vio buscando ayuda para alguien más.

Abre la boca intentando decir algo pero él la asalta, él se adentra en su intimidad sin siquiera pedir autorización, con otro el reproche ya habría salido desde su garganta seguido quizás de algún golpe, con él sólo un gemido delator abandona sus labios, uno a continuación del otro, uno cada vez que él mueve su mano haciéndole sentir lo que muchos de aquellos que pagan creen haber logrado. Cierra y abre los ojos, los parpados caen pesados y ella por varios minutos parece haber perdido la vida, pero sólo perdió la fuerza de voluntad, se siente doblegada por el poder que exuda Lucian y que la tiene no muy lejos de comenzar a rogar para que la tome como sea, donde sea, todo mientras lo haga y de algún modo termine con la agonía que él mismo genera. El pecho de Claire se eleva y cae, inhala, exhala, sigue el mismo ritmo que comienzan a tener sus caderas, una petición muda a algo que él le pide grite, - Te necesito… - un susurro lastimero abandona sus labios, - Te necesito Lucian… - otro y este parece más cargado de valor.

Se detuvo sabiendo que si no lo hacía ahora después sería demasiado tarde, con la habilidad que sólo puede entregarle su profesión abrió el pantalón de Lucian ahora definitivamente y tiró de él, - Quítatelo… - era una clara orden que utilizaba casi toda la poca fuerza que le quedaba, - Desnúdame… - otra orden esta más fácil de cumplir, quizás no respondería a todas sus peticiones de inmediato, pero requería al menos de una, sus pechos contra la piel de aquel hombre estaban duros y preparados para ser tomados, tal como lo estaba ella y tal como él sabía que lo estaba, se movía arriba y abajo para rozarlos contra su torso, una tentación constante que no se había detenido pese a que el movimiento de la parte más baja de su cuerpo si lo había hecho, Claire conocía lo que era capaz de hacer en aquel lugar, sabía que la clave para hacer todo de forma correcta para una cortesana era primero tener absoluta consciencia de su cuerpo y luego saber usarlo para satisfacer a otros. Lucian no era su cliente y ella no quería hacer todo de forma correcta con él.

-Seré tuya… esta noche, soy tuya… - tenía que desterrar de su memoria por las horas que estuvieran juntos el recuerdo que le traían aquellas palabras, saber que se las había dicho a otro hombre que realizaba la misma petición cada vez que la veía, sólo que la intención detrás de la respuesta no era la misma. No mentía, nunca lo hacía a menos que le pagaran por eso, esta noche Claire pertenecía a Lucian sólo si él pertenecería a ella, ese era el primer paso necesario para describirlo, luego vendría la oportunidad para saber más de él, para averiguar lo que tenía detrás de aquella fachada que parecía impenetrable, la vulnerabilidad podía ser lo que necesitaba el problema era como conseguirla. - ¿Serás mío esta noche Lucian?-
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Mensaje por Lucien Greymark Mar Jul 12, 2011 1:48 pm

Todo tiene su hora… era algo que había aprendido con el paso del tiempo, y es que las cosas no ocurrían en un momento dado porque fuese acto del azar o porque simplemente las cosas fuesen así, sino que había un momento exacto para cada persona, para cada situación, e incluso para cada acción. Desde el momento en que entre en aquella habitación me había preguntado si no me había convertido en aquello que había aborrecido, en uno de esos viejos ricos que solamente pagaban por sentirse un poco más jóvenes y satisfechos consigo mismos. Sin embargo, aquella ocasión era exactamente lo que parecía, era un momento en que los deseos físicos que siempre había llevado y contenido por mantener la educación salían a la luz, y no porque mi condición me hubiese delatado, ni porque por un momento la luna me hubiese hecho perder todo rastro de mi anterior faceta humana. No, solo era un hombre que se sentía atraído por un mujer, nada más. ¿Era eso lo que ella planeaba desde el principio? La verdad es que no me atrevería a preguntárselo, pues temía la respuesta más que cualquier otra cosa en ese momento.

De alguna manera todo había surgido sin más, y el tener su cuerpo desnudo delante de mí era algo… indescriptible, incontrolable, y sobre todo, deseable. Al ver su reacción solo podía desear terminar de arrancarle la ropa, poseer su cuerpo de mil millones de maneras imaginables, y otras no tan imaginables. Ahora mismo, todo concepto de control moralidad, simplemente toda idea quedaba desechada por las sensaciones que me recorrían todo el cuerpo. Poco a poco, a medida que mi mano se mueve en su entrepierna, su cuerpo va reaccionando, y todos aquellos olores que había percibido en un inicio se habían desvanecido: seguridad, tranquilidad… todo reemplazado por aquella expresión de placer y, al mismo tiempo, sorpresa. No pretendía que fingiese, es más sabia que no lo hacía, sus labios podían mentir, e incluso sus ojos también, pero mis sentidos captaban su corazón desbocado, un sonido que aumentaba mi excitación, sintiendo como los pantalones ya me apretaban demasiado.

“Te necesito.” Qué curioso sonaba oírlo de alguien, una expresión que durante un momento podía hacer que todos los problemas de un hombre desapareciesen, dos simples palabras, y ya nada más importaba salvo esa habitación. Su segunda petición fue bastante más sencilla, y no duda en responder como ella quería. Ayudado por unas ganas irrefrenables de estar dentro de ella, de poseerla allí mismo, termine de quitarme los pantalones los cuales se perdieron en la oscuridad de la habitación, pues no existía ahora mismo mas mundo que el colchón en el que yacía tumbada. – No tengas prisa… quiero que lo notes todo. – Mis labios se estrellaron contra los suyos, tomando hasta el último suspiro que emanaba de su boca, saboreando su lengua, para poco después bajar por su cuello. Un fuerte aroma a lavanda y a sudor dibujaba un camino hacia la parte delantera de su cuerpo, y mi lengua seguía un camino a través del canal que formaban sus pechos.

Aquellas formas ovaladas, firmes, colocadas en el lugar y la forma correcta, eran el foco de una tentación que ya se había acentuado previamente con el solo roce, ahora era prácticamente imposible no prestarles atención. Las manos masajearon sus turgentes senos, intentando aumentar esa sensación hasta que mi boca hizo el resto. Poco a poco, mi lengua se fue acercando hacia el pezón de su pecho izquierdo, estaba duro, excitado, firme… Saborearlo fue un placer, la delicia de todo paraíso perdido. A cada segundo que pasaba sentía mi miembro más duro, un escalofrío me subía por la espalda pidiéndome a gritos que entrar en aquel cuerpo perfecto. Mis manos bajaron hasta su ropa interior y me separe sin haber perdido detalle de su rostro ni un momento, antes de agarrarle la prenda y quitársela por los pies. – Lo eres… y sería capaz de comerte… - Lo curioso de esa afirmación es que era verdad. Desde hacía un rato la bestia estaba deseosa de salir, le agarraba las piernas a Claire mientras los colmillos asomaban ligeramente. Luche por controlarlo, por doblegarlo, hasta que me di cuenta de que lo que quería la bestia era lo mismo que quería yo, y así, sin más dilación, me introduje entre sus piernas rozando su intimidad con la mía poco a poco, como haciendo amagos de entrar.

- Lo seré… por una noche, puedes hacer lo que quieras conmigo, pero yo primero… - Solo hizo falta un pequeño empujón, un ligerísimo movimiento y el calor me inundo, más incluso que el que pudiese sentir cualquier lobo por naturaleza, el penetrar en su cuerpo fue algo indescriptible, como una oleada de descontrol y poder, el poder que hacía que todo hombre se arrodillase como un niño ante la mujer que tenía enfrente. Los pulmones me abrasaban, amenazando con salir de mi cuerpo. Era incluso mejor que lo que había esperado.

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Mensaje por Claire Quartermane Jue Jul 14, 2011 9:12 pm

¿Qué tenía que notar? ¿Cómo podría siquiera creer que ella tendría algún mínimo de cordura para siquiera enfocarse en algo en específico? Su cabeza no obedecía y su cuerpo tomaba el mando de lo que hacía o no hacía, en realidad era Lucian, él y su boca, él y su cuerpo, todo lo que él quisiera, hiciera, todo él eran los hilos y Claire era una títere moviéndose a la voluntad de otro. Si esta fuera la primera vez que una de sus ideas tomaba un giro no esperado ella estaría sorprendida, si esto no lo hubiera vivido antes tendría los ojos abiertos y lo miraría sin creerlo, pero por primera vez se lamentaba que no fuera así. Luces insuficientes, minutos que no alcanzan, ella no olvida que lo que tiene que hacer es descubrir que es él, con cada gesto sabe que no es humano, al menos no del todo, con los sonidos que salen de su garganta va comprobándolo, ¿importa realmente ahora? No mucho pero ella sólo lo acalla y no lo deja a un lado, está en pausa mientras él va de a poco quitando las capas que ella creó casi con esfuerzo, la despedaza y le quita todo lo que construyó apenas lo vio, la imagen de tener todo bajo su mando se destruye y sabe que ahora es un juego que cualquiera puede ganar, todo se decide en un solo movimiento. Maldito Lucian, maldito porque acabo de perder y soy capaz de gritarlo.

A Claire le gustaba sentirlo, completo, todo dentro de ella como siempre pareció debió haber estado, con sólo minutos de conocerse era más que claro que una definición de hogar era lo único que podría asemejarse a lo que estaba sucediendo. Allí pertenecía, allí tenía que estar aunque todo se redujera a las horas que la noche les permitiera para estar juntos. Lo recibía caliente, húmeda, lista para él, con un gemido que sin dudarlo le indicaba lo mucho que le gustaba lo que Lucian hacía, ¿dónde había quedado todo lo que tuvo preparado? ¿Lo que pensaba hacer para conseguir algún objetivo? Todo desaparecía y a ella simplemente le daba igual, porque eran otras cosas lo que llenaba su cabeza, en realidad era otro y era ese que tenía frente y dentro de ella, ese al que no podía dejar de besar casi con una necesidad desesperada, moviéndose hacia él, empujando sus caderas en esa dirección, intentaba articular alguna palabra pero la lengua de él en su boca le quitaba toda la poca cordura que le quedaba luego de que se introdujera en ella de esa forma.

La forma en que decía cada palabra, esos sonidos guturales, parecía como si casi le estuviera gruñendo y lejos de asustarla eso la encendía más, se arqueaba para él entregándose como si ya no lo hubiera hecho desde que lo vio abajo pidiendo ayuda para otro. Sí cómeme, desgárrame la piel si es necesario, muerde cada uno de los pedazos que me componen, lo que quieras Lucian, haz conmigo lo que quieras. No podía, simplemente aunque lo quisiera esas palabras se quedarían en su cabeza donde siempre debían estar, curvaba las caderas hacia él, retrocediendo, empujando, repitiendo ese movimiento una y otra vez, las manos que a ratos parecían inútil por no ser capaz de captarlo todo ahora se enredaban entre su cabello corto, ella dejaba que su cabeza se hundiera en el hueco de su cuello, con los labios recogiendo ese aroma y dejando que sus dientes dieran pequeños mordiscos a la piel que ardía bajo su contacto, todo él estaba sobre ella y Claire simplemente podía decir que le encantaba, ¿seguro que Lucian no era como ella un experto en lo que hacía? Porque le parecía que sí y quería agradecer a quienes fueran las que pasaran antes que ella por sus brazos para lograr una cosa así. No. Nadie tendría que haber estado antes que ella, porque sólo ella tendría que haber sido siempre la que disfrutara de él, nadie más y nunca nadie más debería hacerlo. Mío.

Sus manos encontraron la piel de su espalda y se enterraron ahí, empujaba de él hacia ella como si su propio movimiento no fuese suficiente, ¿Qué lo sería después de conocerlo? Claire sabía la respuesta y la dejó en lo más profundo de su cabeza, por el contrario abrió los ojos y los enfocó en los de él, lo que encontró de algún modo no la sorprendía, en la cama, haciendo lo que ellos estaban haciendo, hasta el hombre más recatado terminaba siendo casi un animal y el brillo que vio en Lucian le parecía altamente seductor, como si estar desnuda no fuera suficiente y él se encargara de arrancarle la piel sin siquiera usar las manos. – Lucian… - ¿lo llamaba? ¿Por qué justo ahora pronunciaba su nombre con una voz que ni ella misma reconocía? Respira una y otra vez, varias veces, como si tuviera que recordar que debía hacerlo, agitada no alcanzaba para describir como sentía su propio pecho bajando y subiendo, el aire tenía que entrar y salir, entrar y salir, - Lo que quieras, cuando quieras, ¿primero? ¿Después? Da igual Lucian, sólo hazlo.- la paciencia nunca había sido su fuerte, ni siquiera parte de su personalidad o de su corta lista de virtudes, muchas veces incluso se preguntó si conocía siquiera lo que significaba esa palabra. Iba a culparlo, de todas formas era gracias a Lucian que ella se sentía de ese modo, era por su culpa que ahora le daba igual continuar respirando, mantener la consciencia o algo similar, sólo lo quería a él y esperaría lo que fuera necesario para conseguirlo.
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