Pánico [Zhelenka Hristova]

En más de una ocasión, Zhelenka rozaba un comportamiento infantil puesto que le encantaba averiguar y descubrir nuevas cosas. Si bien, su hermano muchas veces se enojaba con ella de sobremanera, pero en esa ocasión simplemente le dijo que tuviera cuidado y que se encontrarían en la residencia. Usualmente cuando el mayor pronunciaba aquellas palabras quería decir que estaba tan enojado que no se molestaría más por las maneras de la joven rusa, por lo tanto le daba cierta "libertad" con un dejo manipulador emocional para que ella entendiera lo muy decepcionado que él estaba de ella. Más, a Zhelenka le importaba poco, para ella era el pan de cada día que él se enojara y la dejara abandonada en mitad de las calles, de modo que después ella se las tenía que arreglar para llegar a casa; cosa que no se lo tomaba a mal, sino más bien era una especie de triunfo ya que a la final se escapaba con la suya.

Por eso mismo justo antes de que la función en el Teatro diera fin, le llamó la atención los bastidores y se adentró hacia lugares que tal vez estaban prohibidos para los espectadores. Pasó por pasillos oscuros y totalmente desprotegidos ya que los actores estaban en escena. Vio el maquillaje que utilizaban una vez que había conseguido entrar en los camerino, así como los trajes. Todo era realmente fascinante y así, por más extraña que fuese era su forma de aprender, hasta de entender cómo era la vida de un actor. Sin duda parecía algo realmente inspirador.

Siguió explorando, hasta que escuchó a lo lejos múltiples aplausos y ovaciones. Eso sólo quería decir que ya había terminado la función. Rápidamente se escondió en un armario mientras escuchaba la puerta abrirse y los pasos danzar de un lado a otro por la habitación acompañado de las voces, discutiendo los errores que, aunque pasaron desapercibidos por el público hacían que los actores se sintieran defraudados de su actuación... y en contraste, habían otros que estaban siendo halagados por la increíble actuación que habían tenido el día de hoy.

No supo cuanto tiempo pasó, pero ella se quedó en el armario dormida cansada de tanto esperar. Y una vez que sus ojos abrieron, salió del armario rapidamente. Estaba oscuro, pero era lo que menos le temía, caminó hasta la puerta pero estaba cerrada. Movió la perilla un par de veces y nada, estaba cerrada... quizá para una persona común indicaría que tenía que esperar hasta el día siguiente o si tenía la suficiente suerte, ser escuchada por las personas del aseo. Pero Zhelenka fue lo menos que le preocupó ya que al tener aquella condición tenía ciertas ventajas como fuerza sobrehumana. Así que de un halón arrancó la perilla y de una patada abrió la puerta. Todavía no canalizaba bien su fuerza pero al menos le había servido de algo.

Salió por fin de la habitación en busca de la salida y gracias a su gran memoria sabía donde estaba. Más algo le hizo detenerse, algo que le era irresistible poder evadir. Sus sentidos que estaban más desarrollados de la cuenta le permitieron escuchar un maullido a lo lejos. ¡Amaba a los gatos!, lamentablemente ellos sabía de alguna forma que ella no era "normal" por lo tanto se erizaban y se ponían en posición de defensa de una vez. Aunque eso realmente le detenía, por lo tanto se giró y fue hacia aquel felino, todavía tenía esperanzas de que algún gato obviara su licantropía y estuviera realmente sumiso al momento de acariciarlo.

- ¡Es naranja!, Que tierno - Exclamó una vez que estuvo cerca del felino y muy entusiasmada acercó su mano para acariciarlo.

Ya sabía como era la reacción de cada gato cuando tenía en frente su presencia: erizarse, ponerse a la defensiva, con las garras en alto si se atrevía a acercarse más de lo usual. Siempre era lo mismo, pero aquel gato era quizá diferente ya que parecía como si estuviera vacilando si atacarla o no; lo cierto del asunto es que se enredó con la tela de las cortinas al intentar huir, pero después pareciera como que había entendido que no le iba a hacer daño y se acercó para que le acaricase su cabeza. ¡Bingo! había conseguido que un gato no le temiera, tenía que recompensarle por aquel acto por lo tanto sus caricias se duplicaron y de una manera más suave, quizá hasta relajante.

Se terminó sentando, para gozar más de la cercanía con el animal de forma que le podía acariciar no solo la cabeza sino todo el cuerpo. Zhelenka es principal amante de los gatos, cosa que en su natal Rusia no podía quedarse con si quiera alguno puesto que sus padres no le gustaban los animales, pero aún así, en el patio, en secreto tenía su propio refugio donde cuidaba a los felinos que se le cruzaran en el camino. Más sin embargo, luego de salir despavoridos de su país y redirigirse a Francia no había tenido la oportunidad de cuidar a alguno, ya que luego de tener su condición ninguno se le acercaba.

Sonrió de manera amena mientras dejaba que el animal estuviera sucumbido por los mimos que le estaba dando. Escuchó a lo lejos unos pasos que se acercaban, su instinto le decía que no era ninguna amenaza, pero si tenía que cuidarse las espaldas. Fue entonces cuando una mujer con una escoba se había acercado a ella o por lo menos lo suficientemente cerca de donde estaba ella, poniendo sus manos en su cintura.

- Señorita, ya hemos cerrado el teatro. Tiene que retirarse inmediatamente - Le había dicho la mujer en tono severo.

Ella simplemente se paró y limpió su vestido, agarrando al gato entre brazos, para luego inclinarse en señal de disculpa.

- Mil perdones, señora. Lo que pasa es que mi gato se escapó y vine a buscarlo. Ya me retiro - Dijo en tono cordial mientras se retiraba poco a poco del sitio. Realmente poco le importaba si estaba en un lugar indebido o no, pero estaba realmente contenta de conseguirse un gato. Sin duda pensaba en quedárselo, estaba más decida a hacerlo que cualquier otra cosa.

- ¿Cómo te llamaré? - Dijo alzando al felino para verle bien su cara y así idealizar un nombre con respecto a lo que veía. Se quedó pensando, puesto que también se dio cuenta que ese gato era hembra, así que no podía ser cualquier nombre - Humm... ya sé, te llamaré Musa, ya que te encontré en el Teatro. Te queda bien ¿eh? - Le dijo al felino, muchas personas pensarían que ella estaba demente por el simple hecho de hablar con los animales, pero a ella le agradaba tener una especie de comunicación, sentía que de cierta forma le podían entender.

Pasó a un lado y vio unas ropas tiradas al piso. Pero lo más que se le pudo ocurrir fue que muchos de los actores que pisaban ese teatro eran bastante desorganizado, fue así que a paso de vencedor se acercaba a la salida con una nueva mascota y no le interesaba en lo más mínimo que pensara Mikhail al respecto, ella pensaba quedársela.

Mi corazón se acelero si ya latía con gran fuerza en pánico entraba en cada pelo de mi anaranjado pelaje y todo en un segundo se me erizo, no podía permitir que me llevara a menos.. no, no podía pensar eso tenia un hogar, le debía mucho al pintor y ya le tenia mucho cariño. - Meaaw - dije mientras saltaba de sus brazos e iba hacia donde estaban mis ropas las olfatee un poco y volví a maullar para que la joven me viera y acudiera a mi llamado. Di algunas vueltas sobre mis vestidos y luego me recosté entre ellos, de verdad me agradaba en parte aquella joven de cabellera amarillenta y ojos prominentes.

¿Que se suponía que hiciera? ¿dejar mi vestido ahí tirado e ir con la niña? no, claro que no podía, si me llevaba iría con el vestido si o si... todos teníamos secretos y si era necesario dar a conocer el mio, lo haría mas nada por que todo me costaba en la vida y deshacerme de un traje como ese así como así, me senté y mire con la carita mas tierna que podía tener en ese momento, dilate mis pupilas a mas no poder y mire a la joven licantropo. En ese momento me puse a pensar en el nombre que me había dado Musa, ¿a caso podría ser yo la musa de alguien? de seguro ese alguien estaría loco, yo no soy normal, era una cosa que sobrepasaba los limites de lo imaginable. ¿En que cabeza caía que un gato podía transformarse en humano? en ese mismo momento las preguntas y inundaron mi cabeza, ¿que era en realidad?. No habían respuestas, el silencio comenzó inundarme y mi corazón latía de una forma que se podría escuchar a metros de donde me encontraba.

Sin que me pudiera dar cuenta un ruido provino de la parte de adelante del escenario, del lugar donde los de la clase alta solían venir a ver disfrutar de alguna buena obra que estuviera de moda, yo... yo nunca había presenciado aquellos espectáculos pero me los podía imaginar, historias de aventuras, dramas, comedias un sin fin de obras que se presentaban y con el paso del tiempo eran olvidadas... Olvidadas... eso era precisamente lo que yo no quería ser pasar por la vida de las personas y después quedar en el olvido. Mi cuerpo se estremeció y la escasa luz que había en esa parte del escenario se apago por completo y por primera vez en mucho tiempo sentí que la soledad inundo cada partícula de mi ser, cada sentido me decía que no tenia a nadie y que lo que mas temía en ese momento se llevaría a cabo quedar en el olvido. A pesar de poder ver en la oscuridad no encontraba al licantropo y eso en cierto modo me puso muy triste. Me acomode sobre las telas que ya no tenían la misma importancia para mi en ese momento. Quería llorar pero como gato era solo un dolor silencioso cerré mis ojos y me deje llevar por los sentimientos que mi corazón albergaba. Todo comenzó a cambiar, mi respiración se volvió mas lenta, mis latidos se recudieron a la mitad y el frió comenzó a cubrirme lentamente. Una lagrima rodó por mi mejilla y no pude quedarme en silencio, tome el vestido y lo apreté contra mi cara -¿Porque, Por que tenia que saltar de los brazos de aquella dama, por que tenia que venir y sentarme sobre este mugroso vestido? - dije casi gritando sin que se escuchara mucho pero me sentía sola y era en ese momento el peor sentimiento del mundo.

Off: Disculpa la tardanza, pero no me llego notificación de la respuesta . Espero podamos seguir roleando