encuentro (gilles)

El “plop” de una gota al chocar contra el suelo se escucho, y el grito desesperado de una mujer irrita el oído de Gilles. Placer sobre placer, la sangre estaba bañando su cuerpo, el cuerpo de la prostituta cuelga desde el barandal de una ventana, su cabeza oscila entre golpearse contra la pared o ser atravesada por una lanza en la mano del vampiro. Las heridas en su muñeca sangraban descomunalmente, dejando charcos en el piso que de no ser por que se encontraba saciado de sangre, Gilles se habría arrojado a la tierra para beber la sangre. Las suplicas de la ramera le fueron bastante atractivas, adictivas y cada vez que ella rogaba por su vida una nueva idea era disparada en sus pensamientos, tantas formas de torturarla, de ponerla para que su miembro le atravesará y sentir entonces su libido hasta la garganta. Imposible, su raquítico cuerpo no soportaría el trato que ese maldito depravado idealizo en su mente.

La puta gemía y Gilles se canso de sus plegarias, paso los dedos por sus pliegues y en el momento en el que ella alucino por el placer otorgado el vampiro la decapito. ¡Que muerte tan maravillosa! Tener un orgasmo y después abrazar al ángel encapuchado. Ese fue el tipo de fantasía que él tenía para antes de morir, pero la perra de Lady Dubois, pensó que sería más interesante el que él viviera como el engendro que es. Rugió al recordar esa noche en la que ella se atrevió a decidir por él, la estúpida jamás lo imagino, su creación le arrancaría de un suspiro la existencia de antaño –Una vez puta, siempre puta- Comenta entre dientes, no había nada más que hacerle al cadáver, puede que el se excitara con la muerte pero esta vez, se encontraba jodidamente fastidiado de eso.

Comienzo por caminar sin rumbo entre los callejones de París, soñaba con tantas cosas, divagaba y nada de lo que su mente le ofrecía, le hacía sentirse complacido “¿Entonces que mierda quieres Gilles?” –joder sin reparo, pero ¡Maldición!- Se distrajo durante un par de segundos, algo en la penumbra le observaba, con lo que le encabrona que le acechen, solo él podía hacer eso… ¡Solo él! –Tú… ¿Qué coño me vez?- Pregunta al bulto en medio de las tinieblas, se acerco hasta la silueta esperando una respuesta a su pregunta, si la cosa no le contestaba…

Se detuvo a pensar, estaba loco y al parecer aquel engendro también. No aceptaría que se le mirase de esa manera, pero cada quien estaba en su derecho de hacerlo, algo que realmente no tomaba en cuenta. Bramo por detrás de los dientes, bajando la mirada y sonriendo de medio lado crispo sus palmas en puños, tenía tangas ganas de partirle la cara a ese idiota que no se de limito a cuestionar sus acciones. Se abalanzo contra él sujetándolo del cuello y justo en el instante en sus nudillos se incrustarían en el rostro del extraño su demencia le llamo a la puerta “Es otro incomprendido como tú” frunció el ceño y espero a que esa tonta voz continuara con sus habladurías pero no fue así, simplemente susurro aquello y desapareció –Tu nombre… ¿Cómo mierda te llamas? Pregunto con una voz gutural, clavando sus mirad café en las celeste de él. Sus ojos se entrecerraron por un par de segundos para después abrirse de sopetón “Maldito pervertido” Escucho en su interior y una carcajada socarrona irrumpe el silencio ya engendrado entre ambos.

Sí, era un pervertido que puede oscilar de un lado a otro sin sentirse culpable, total la mierda siempre ha sido mierda y se corea entre ella como la peste que es. Pero de entre tanta maldita porquería ¿Dónde es exactamente que Gilles se encontraba? En el principio y en el final, el lo acaparaba todo. Los pensamientos de un vampiro sádico siempre alrededor de la sangre y el dolor de los demás, la mente de un depravado divaga entre putas y rameras a las cuales follarse… ¿Y Gilles? Bueno, este malnacido es diferente -¿Tienes hambre?- Una pregunta completa y totalmente fuera de contexto, hostilidad, amabilidad, perversión o benevolencia. No se sabe que esperar, aunque lo regular sería que ya esté fornicando con alguien. ¿Predecible? Quizá.

-Te habrás dado cuenta que las etiquetas no son lo mío- Respondió el comentario de su semejante. Ya sabía que era una falta de educación preguntar el nombre sin ofrecer el propio, pero ¡Al demonio con todo aquello! Hace lo que se le da su regalada gana y no tiene porque poner una buena cara ante tanta maldita pendejada ¡Es una reverenda estupidez! Asientio con su cabeza una vez, ya se estaban entendiendo, si el otro coopera sería más fácil que hacerlo hablar por las malas, aunque no iba a negar que su mente imploraba porque el otro se le pusiese hostil, así sería más divertido jugar a Satanás “¿Quién dijo que es un juego?” otra vez vuelve la burra al trigo. Esa voz idiota solo llegaba hasta su cabeza para sacarlo de quicio, es lo que más le agrada de estar demente. –Maek, escucha… se aproxima una puta que aparte de coger pésimo, tiene amarga la sangre por estar tan vieja, pero por ahora es lo que te ofrezco- colocó su dedo índice sobre los labios del nosferatu –shhh…ahora regreso mi jodido amigo- Se alejó de él para ir en la búsqueda de su ramera, a mitad del camino prefirió hacerle una seña para que le siguiera –ahora que lo pienso bien, no soy el esclavo de nadie, así que si tienes hambre allí esta- le señalo el camino.

Fue raro encontrarse a si mismo intimidado por las palabras que alguien más le decía. Pero era eso o tan solo se sentía extraño por no ser el hijo de puta que esté jodiendo al contrario. Se quedo quieto, frunció el ceño y se dispuso a pensar, estaba organizando sus ideas, la vorágine existente entre su realidad y la demencia que sentía emerger desde lo más profundo de su ser, si es que aún guardaba una profundidad sensata entre tanta mierda que guardaba. Torció los labios en una mueca indescriptible, era como ver a una gárgola en medio de un cementerio bajo la poca luz de la luna, con una apariencia espectral que no sabes bien si te sonríe con amabilidad para mostrarte las puertas del infierno o con malicia para hacerte ver la peor de tus agonías en el paraíso. -No, porque su putrefacción podría causarte traumas que ni en mil años pudieses haber imaginado pero si lo que quieres es la sangre de mi cuerpo sin importar más nada… perfecto- Un único movimiento en el silencio inmediato de esa terrible obscuridad y ya estaba tras él, el aliento de Gilles chocaba contra su nuca, gélido, fúnebre, misterioso, depravado… Le hizo girar su cuello lo suficiente como para que su cuerpo quedase con la espalda sobre su propio pecho, pero sus labios pegados a los suyos, en ese instante el maldito demente mordió su propia lengua arrancando un pedazo de esta para que su hermano nocturno bebiese del veneno inmortal.

Fue jodidamente entretenido aquel maldito beso mortífero que Gilles le había regalado a un completo desconocido. En su mente se retorcían pensamientos repugnantes en donde se veía a si mismo masturbándole al otro, era realmente una imagen asquerosa, pero que sin lugar a dudas a él le excitaba intensamente. Mientras su lengua batallaba contra la de él y tragaba su propia sangre combinada con la saliva del otro vampiro, el placer le hacía carraspear, jadeaba como un maldito engendro a que es lacerado por las lenguas del mismísimo Satanás. Todo lo que inicia tiene un final, aunque hubiese deseado continuar profanando su boca, agradeció la separación. Sí, sí, lo sabía, él no era el loco –Lo sé, el loco aquí soy yo- Una carcajada socarrona, demencial, truena en su garganta para hacer que las ratas escondidas entre la inmundicia, salieran disparadas hacia todas partes, fue una risa tan estruendosa y maléficamente bien pronunciada que hasta las nubes en el firmamento rugieron al sentir la presencia de Gilles en las calles, fue un augurio de muerte.

Se quedó observando el rostro del demonio en aquella terrible obscuridad, los relámpagos en el cielo resplandecieron de tal manera que iluminaron el rostro de Maek haciéndole fúnebremente hermoso. Fue un develación en la que Gilles caída a un abismo denigrante, repulsivo, desagradable, promiscuo, indecente, depravado… Sodomizante. Aspiró profundamente el olor que despedía aquel sujeto y se embriagó con su dulce néctar. La lascivia que recorría por su cuerpo llegó hasta su miembro quién se elevó de entre sus pantaloncillos como un fénix lo hace de sus cenizas. Una mueca en los labios de Gilles se abrió paso al ver y sentir como su libido proclamaba un poco de atención.

Maldita sea! Se repetía una y otra vez. La reacción que provocó en Maek la habían tenido infinidad de bestias antes que él. Gilles sabía perfectamente la droga que él representaba para los demás, un loco que juega con el fuego y pretende quemarse para así sentir el más deshonrado de los placeres. La mirada del cabrón bajó hasta su miembro quien ardía como el mismísimo infierno esperando ser aplacado con una penetración decadente. "¿Quieres follar?" Esa fue una pregunta estúpida, por supuesto que lo quería, más que desearlo, en ese instante el follar se había convertido en una puta necesidad a la cual complacerían valiendo madre todo lo demás.

La mano de su "compañero" aprisionó el mástil que a Gilles le colgaba entre las piernas, no... no le colgaba, estaba más erecto de lo que hubiese esperado, era como ver un hasta elevándose con orgullo para cargar con la bandera de la maldita depravación. El desgraciado rugió, se mordió los labios en una suplica silenciosa por que Maek masajeara esa parte tan sensible de él, sus ojos cafés se clavaron en las pupilas del vampiro, una sonrisa descomunal apareció en el rostro -No seas imbécil ¿Tú, dejaras que te folle? Igual lo iba a hacer con tu consentimiento o no- La tentación de ir a por las putas, era realmente devastadora pero Gilles tenía la urgencia de clavar esa maldita estaca en el culo de alguien lo más pronto posible y el único que tendría esa dicha era él.

Las manos del prisionero entre Maek y el muro, tocaron las mejillas de seda frente a él, las sedujeron en un vals de caricias obscenas, su maldita lengua viajo desde el arco en su cuello hasta los labios del vampiro, sus caninos desgarraron parte de la comisura y trago la sangre putrefacta que se derramó en el acto. Una mueca apareció en sus labios y con la fuerza guardada en los siglos de su jodida existencia, hizo girar ambos cuerpos, esta vez fue el enemigo quien quedo encarcelado. En un movimiento rápido, lo tomó por el cuello y lo inclino hacía adelante. Su maldita verga fue sacada del pantalón con intentos desesperados por cumplir esa repugnante fantasía.

Las cosas estaban resultado como él las esperaba, nada mejor que coger a la mitad de la noche con un puto desconocido, si le gusta como la mama, es seguro que lo busque después, si no pues simplemente olvidará el error que cometió o quien sabe... También podría llamarle solo para fastidiar su morbo un rato. Algo no esta bien, frunció su ceño, se colocó las manos en la cintura y suspiró. Lo quería ver desnudo, sí, eso alimentaría más su ferviente deseo por fornicar, bajo el resplandor de una promiscuidad inapelable, sus garras arañaron las ropas que Maek vestía, en algunas ocasiones logro rasgar su piel y era cuando Gilles llevaba sus dedos hasta su boca para lamerlos con lujuria, una vez desnudo -¡Voltéate!- Le ordenó.