AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Asalto a los tomates asesinos (Anuar)
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Asalto a los tomates asesinos (Anuar)
Tengo hambre, no recuerdo cuando fue la última vez que comí, chocolates tal vez, unos caramelos y un poco de agua ¿Cuándo fue? No lo recuerdo. ¿Lo recuerdas Juana? Aquel Gitano solo me dio sus ojos sin pelear. Miro con confusión una nota que me ha dado mi padre. Camino entre la gente y me quedo parada donde está una gran variedad de pescados sobre una capa de hielo, sus ojos son vidriosos, los miro detenidamente, tienen un velo brillante, me miran y siento mucho asco. Sus corazones de los comerciantes son delicias exquisitas que me abren más el apetito... un comerciante pasa a mi lado, y tiene esa piel brillante tostada. Me alejo de la pescadería, no soporto ese olor de pescados bailarines... Juana está escondida y mi sombrero de copa oculta mi rostro, junto con mi levita que tiene el cuello levantado, tal vez piensan qué soy hombre, por mi vestuario masculinizado.
Me gusta el color de las manzanas, rojo y su forma que parece un corazón. Las miro maravillada, son hermosas, perfectas, quisiera qué esos corazones de manzana sean reales, qué mi flauta los atraviese a la mitad. Me adelanto unos pasos más y hay tantos tomates qué me da sed. El comerciante tiene unos ojos preciosos que quiero sacárselos en un movimiento, me sonríe y le sonrío, las habilidades de los vampiros pueden ser terribles cuando ellos lo desean. Detrás de aquel puesto logro seducir al hombre qué cree que soy hombre. Pero todos los instintos se hacen ilusiones, se pierden en un corazón qué late en mi mano, mi manzana, disfruto de su corazón tibio y me mancha los labios con ese dulce sabor carmesí.
Salgo de la trastienda más satisfecha, los sabores diferentes se dispersan y me detengo detrás de una persona, de un chico qué tiene un olor diferente, huele tan humano que podría darle una mordida... pero mi padre me dice muchas veces, hay que siempre permanecer con la mascarada... mi sombrero de copa amenaza con caer y le miro solo con curiosidad. Detente Juana que hay mucha gente.
Me gusta el color de las manzanas, rojo y su forma que parece un corazón. Las miro maravillada, son hermosas, perfectas, quisiera qué esos corazones de manzana sean reales, qué mi flauta los atraviese a la mitad. Me adelanto unos pasos más y hay tantos tomates qué me da sed. El comerciante tiene unos ojos preciosos que quiero sacárselos en un movimiento, me sonríe y le sonrío, las habilidades de los vampiros pueden ser terribles cuando ellos lo desean. Detrás de aquel puesto logro seducir al hombre qué cree que soy hombre. Pero todos los instintos se hacen ilusiones, se pierden en un corazón qué late en mi mano, mi manzana, disfruto de su corazón tibio y me mancha los labios con ese dulce sabor carmesí.
Salgo de la trastienda más satisfecha, los sabores diferentes se dispersan y me detengo detrás de una persona, de un chico qué tiene un olor diferente, huele tan humano que podría darle una mordida... pero mi padre me dice muchas veces, hay que siempre permanecer con la mascarada... mi sombrero de copa amenaza con caer y le miro solo con curiosidad. Detente Juana que hay mucha gente.
Última edición por Dana Luminita el Mar Mar 01, 2011 8:21 am, editado 1 vez (Razón : Contexto.)
Dana Luminita- Vampiro Clase Alta
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Re: Asalto a los tomates asesinos (Anuar)
Se dispuso una vez el sol se había escondido en la lejanía a salir en búsqueda de comida, aquella que queriendo o no había tenido que aprender a preparar, verduras hervidas y carne salada, sopas aguadas y ensalada mas trechas de frutos oxidados y sabores aun más extraños que sus colores y composiciones, papas, quizás, el único tubérculo, legumbre, vegetal o cual fuese su procedencia que podia asegurar preparaba con decencia y en búsqueda de aquello estaba con algunos francos en sus bolsillos, ganados honrosamente por la mañana después de llevar a cuestas cajas y costales y caminar kilómetros en el mismo lugar recibiendo y entregando recados y mercancía. Sus manos no lucían ya como las de un pintor y comenzaba a temer que dejarían de servir a la causa, un sueño pisoteado por la necesidad humana, decadencia del alma.
Comenzó a andar entre los puestos observando las verduras y regateando en los precios, conversando rápidamente con los vendedores que como plaga se cernían entorno a él y cualquier prospecto de comprador con sonoras y poco melódicas rimas que enganchar pretendían su atención. No se percato entonces de la extraña mujer que yacía a sus espaldas observando con curiosidad y algo más que no podría ni él ni nadie descifrar.
Se viro con lentitud para proseguir con su andar en búsqueda de la mejor papa, dos, si necesitaba dos y cual felino reflejo sus manos se apresuraron al sombrero de copa que resbalaba de la cabeza ajena y sobre sus manos –lo lamento- susurro con sus melados ojos fijos en aquel objeto de la negrura de la noche, extendió su mano hacia la persona dueña de aquel sombrero y la curiosidad afloro de sus adentros al verle en aquel lugar ¿no pertenecían los seres como aquel a los libros y cortes?
Remedio en su rostro unos instantes, unos segundos que fueron eternidad y con prontitud desarrugo y limpio el sombrero antes de ofrecerlo nuevamente. Escucho un extraño ruido alorar de sus adentros y no supo bien si era el monstruo de la curiosidad o el hambre -¿es suyo doamna?- le cuestiono con obviedad más bien para entablar una posible conversación.
Comenzó a andar entre los puestos observando las verduras y regateando en los precios, conversando rápidamente con los vendedores que como plaga se cernían entorno a él y cualquier prospecto de comprador con sonoras y poco melódicas rimas que enganchar pretendían su atención. No se percato entonces de la extraña mujer que yacía a sus espaldas observando con curiosidad y algo más que no podría ni él ni nadie descifrar.
Se viro con lentitud para proseguir con su andar en búsqueda de la mejor papa, dos, si necesitaba dos y cual felino reflejo sus manos se apresuraron al sombrero de copa que resbalaba de la cabeza ajena y sobre sus manos –lo lamento- susurro con sus melados ojos fijos en aquel objeto de la negrura de la noche, extendió su mano hacia la persona dueña de aquel sombrero y la curiosidad afloro de sus adentros al verle en aquel lugar ¿no pertenecían los seres como aquel a los libros y cortes?
Remedio en su rostro unos instantes, unos segundos que fueron eternidad y con prontitud desarrugo y limpio el sombrero antes de ofrecerlo nuevamente. Escucho un extraño ruido alorar de sus adentros y no supo bien si era el monstruo de la curiosidad o el hambre -¿es suyo doamna?- le cuestiono con obviedad más bien para entablar una posible conversación.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Asalto a los tomates asesinos (Anuar)
Me relamo los labios quitando la tintura carmesí de la sangre tibia de aquel corazón latiente. Y solo de pie, como una estatua, no puedo definir el aroma especiado, tal vez su aroma es canelas... y sudor.... el sombrero cae de mi cabeza y se revela mi cabello lacio color platinado qué tiene unas tinturas rosas en las puntas y mis ojos cetrinos de color azul mar brillan al ver mi bombín en las manos del humano... Toda mi ropa es de un caballero, hasta podría parecer un “mago” de los grandes teatros. Pero también se ve mi maquillaje elaborado por una maquillista experta qué ha contratado mi padre. Un maquillaje de un arlequín, sin tantos corazones y rombos en los ojos, simplemente, todo sencillo en blanco, rojo y negro.
-Sus ojos –murmuro cuando mis ojos hicieron un enlace con los suyos, tenían ese color de la miel qué en ese momento me pregunté si sabrían igual. Hago una reverencia de época al tomar el sombrero con mis dedos qué tienen unos guantes blancos y de un giro lo pongo sobre mi cabeza, ahora mi cabello se revela sobre mis hombros, no me importa, mi sonrisa inquietante saluda al humano y le digo:
-Merci Monsieur... Oui c’est moi... –le extiendo mis dedos para qué mire y luego después de unos movimientos como si fuera magia, saco un billete de 10 francos, cosa qué no es muy común por esos lugares... ¿Eres generosa Juana?... no, ya sé... me gustan sus ojos...-¿Tiene hambre Monsieur?...
-Sus ojos –murmuro cuando mis ojos hicieron un enlace con los suyos, tenían ese color de la miel qué en ese momento me pregunté si sabrían igual. Hago una reverencia de época al tomar el sombrero con mis dedos qué tienen unos guantes blancos y de un giro lo pongo sobre mi cabeza, ahora mi cabello se revela sobre mis hombros, no me importa, mi sonrisa inquietante saluda al humano y le digo:
-Merci Monsieur... Oui c’est moi... –le extiendo mis dedos para qué mire y luego después de unos movimientos como si fuera magia, saco un billete de 10 francos, cosa qué no es muy común por esos lugares... ¿Eres generosa Juana?... no, ya sé... me gustan sus ojos...-¿Tiene hambre Monsieur?...
Dana Luminita- Vampiro Clase Alta
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Re: Asalto a los tomates asesinos (Anuar)
Le observaba con curiosidad, cada detalle de su aspecto le parecía una negación de la sociedad, no antes había conocido ningún arlequín quizás porque ningún otro le había hecho sentir aquella malsana necesidad de encontrar la verdad mas allá de lo que sus ojos le permiten ver. El maquillaje en el rostro ajeno opaca o quizás realza sus facciones, grandes ojos azulados y cabellos teñidos ¿teñidos? Creía no conocer a otra persona con aquellas cualidades y se le antojo haberla leído antes en algún cuento infantil aunque bien pudiendo pertenecer a una sonata de niños podría también ser la protagonista de una sátira.
Dio un leve respingo negando ante la presencia de los francos –la sufro todos los días, como las demás personas pero no ha de preocuparse que mis bolsillos no vienen vacios- asevero negando afablemente porque quizás no llevaba la misma cantidad más la necesaria para comprar lo que buscaba y si tenía suerte algunas zanahorias y lechuga con que acompañar. Carne, no, aquel día no era de abundancia para malgastar el dinero pues la renta se aproximaba y le faltaban aun conseguir la tercera parte de lo necesario.
Hizo un asentimiento con la cabeza, en una especie de reverencia para presentarse a si mismo y conocer al mismo tiempo el nombre que su interlocutor poseía por propio –Anuar Dutuescu doamna- le indico extendiendo su mano por educación, si porque la educación era una motivación arraigada firmemente a sus valores, valores que a veces decidía olvidar cuando la situación lo ameritaba y la educación no tendría lugar ni visto bueno mas en aquella ocasión le resultaba necesaria y no sobrante.
Escucho a sus espaldas la aguda voz de la vendedora pidiendo de un modo si bien directo no amable que se hicieran a un lado pues le impedían a los cobradores acercarse a regatear los precios y manosear las frutas, el mismo debía confesar hundía y a veces sus dedos en aquellos costales de semillas, los hundía para recordar y olvidar.
Avanzo algunos pasos intentando no perderse y no perder al arlequín entre el gentío que como embravecido oleaje se dispersaba en todas direcciones -¿Qué le ha traído hasta aquí? Quizás pueda ayudarle en algo-asevero porque si bien no era ya su tiempo de trabajo acostumbrado estaba ya a cargar las pertenencias de otros sobre su hombro, acostumbrado estaba ya.
Dio un leve respingo negando ante la presencia de los francos –la sufro todos los días, como las demás personas pero no ha de preocuparse que mis bolsillos no vienen vacios- asevero negando afablemente porque quizás no llevaba la misma cantidad más la necesaria para comprar lo que buscaba y si tenía suerte algunas zanahorias y lechuga con que acompañar. Carne, no, aquel día no era de abundancia para malgastar el dinero pues la renta se aproximaba y le faltaban aun conseguir la tercera parte de lo necesario.
Hizo un asentimiento con la cabeza, en una especie de reverencia para presentarse a si mismo y conocer al mismo tiempo el nombre que su interlocutor poseía por propio –Anuar Dutuescu doamna- le indico extendiendo su mano por educación, si porque la educación era una motivación arraigada firmemente a sus valores, valores que a veces decidía olvidar cuando la situación lo ameritaba y la educación no tendría lugar ni visto bueno mas en aquella ocasión le resultaba necesaria y no sobrante.
Escucho a sus espaldas la aguda voz de la vendedora pidiendo de un modo si bien directo no amable que se hicieran a un lado pues le impedían a los cobradores acercarse a regatear los precios y manosear las frutas, el mismo debía confesar hundía y a veces sus dedos en aquellos costales de semillas, los hundía para recordar y olvidar.
Avanzo algunos pasos intentando no perderse y no perder al arlequín entre el gentío que como embravecido oleaje se dispersaba en todas direcciones -¿Qué le ha traído hasta aquí? Quizás pueda ayudarle en algo-asevero porque si bien no era ya su tiempo de trabajo acostumbrado estaba ya a cargar las pertenencias de otros sobre su hombro, acostumbrado estaba ya.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Asalto a los tomates asesinos (Anuar)
Mis ojos se quedaron mirando la miel qué derramaban sus ojos, quise morderlos con mis colmillos qué oculto bajo mis labios, qué maquillados con ese rojo carmín disimulan la sangre de mi víctima. Una ilusión para que mis mejillas parezcan reales, para qué me vea completamente humana ante los ojos de ese mortal qué su corazón me amamanta.
–Tomates –digo con un acento ruso en un francés extraño, le miro con curiosidad, estas criaturas son exquisitas... más cuando son plebeyos, cuando tienen esa mirada de miel qué las abejas dejaron caer en estrellas infinitas. Quiero adivinar sus ojos, quiero adivinar su recuerdos, sus recuerdos podrían decirme cosas qué no conozco de él, podría mostrarme algo más qué solo cuentos, qué solo esa mirada de dolor y mejillas sucias, de manos curtidas por el trabajo, de ropa vieja y de ese corazón lleno de avidez que grita.
-Enchantée Monsieur ... - le doy la mano de igual manera haciendo una reverencia, aun con ese traje de catrín que traigo puesto, con todos estatos y la etiqueta de vampiro antiguo, le sonrío con educación, una educación marcada que no tienen otros arlequines de la clase baja. No soy de circo, no soy un payaso. Únicamente soy... ¿Qué soy Juana?... Un arlequín destinado a las pesadillas. - La luna y las noches que se convierten en voces, las qué encantaron los versos me nombraron Luminita.
La voz de la vendedora me causa repugnancia no me deja mirar aquellos cristales divinos de ese humano que podría admirarle como una escultura... ¿Cómo sería su muerte? ¿Sus lamentos? ¿Me contaría un cuento? ¿Sería capaz de correr hasta que le ardieran los pulmones por un vaso de vino? ¿Podría ser un trovador de sonetos? ¿Quién eres?...
Giro el billete en mis dedos y lo desaparezco en un instante con esa predistigitacion de un maestro, se levanta una ceja en mi rostro campante y divertida, acompañada de una sonrisa traviesa, le miro con curiosidad.
-Tal vez pueda ayudarme Monsieur Dutuescu- ignorando a la mujer camino con tranquilidad, como si fuese una estatua de piedra empujando a los que se atreven a rosar mi fino traje.- Quiero un jugo de tomates...¿Puede ayudarme a conseguir uno?....
–Tomates –digo con un acento ruso en un francés extraño, le miro con curiosidad, estas criaturas son exquisitas... más cuando son plebeyos, cuando tienen esa mirada de miel qué las abejas dejaron caer en estrellas infinitas. Quiero adivinar sus ojos, quiero adivinar su recuerdos, sus recuerdos podrían decirme cosas qué no conozco de él, podría mostrarme algo más qué solo cuentos, qué solo esa mirada de dolor y mejillas sucias, de manos curtidas por el trabajo, de ropa vieja y de ese corazón lleno de avidez que grita.
-Enchantée Monsieur ... - le doy la mano de igual manera haciendo una reverencia, aun con ese traje de catrín que traigo puesto, con todos estatos y la etiqueta de vampiro antiguo, le sonrío con educación, una educación marcada que no tienen otros arlequines de la clase baja. No soy de circo, no soy un payaso. Únicamente soy... ¿Qué soy Juana?... Un arlequín destinado a las pesadillas. - La luna y las noches que se convierten en voces, las qué encantaron los versos me nombraron Luminita.
La voz de la vendedora me causa repugnancia no me deja mirar aquellos cristales divinos de ese humano que podría admirarle como una escultura... ¿Cómo sería su muerte? ¿Sus lamentos? ¿Me contaría un cuento? ¿Sería capaz de correr hasta que le ardieran los pulmones por un vaso de vino? ¿Podría ser un trovador de sonetos? ¿Quién eres?...
Giro el billete en mis dedos y lo desaparezco en un instante con esa predistigitacion de un maestro, se levanta una ceja en mi rostro campante y divertida, acompañada de una sonrisa traviesa, le miro con curiosidad.
-Tal vez pueda ayudarme Monsieur Dutuescu- ignorando a la mujer camino con tranquilidad, como si fuese una estatua de piedra empujando a los que se atreven a rosar mi fino traje.- Quiero un jugo de tomates...¿Puede ayudarme a conseguir uno?....
Dana Luminita- Vampiro Clase Alta
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Re: Asalto a los tomates asesinos (Anuar)
Tomates, quizas también seria buena idea que el buscase algunos cuantos, solo para sazonar las papas y futuras sopas aunque no era buena idea guardar por mucho tiempo aquellas cosas ya que tendían a descomponerse con rapidez y después tendría la habitación repleta de aquellas molestas y diminutas moscas que como ratas o conejos se reproducían en la jugosidad ennegrecida de la comida.
-Luminita- repitió sintiendo como su lengua viajaba para terminar en el mismo punto, contra sus dientes. Un nombre inusual y aun asi entonado a la perfeccion como dicho en antaño por algún dios de la fertilidad y la música, perfecto aun en su extrañeza y quizás era su rareza de donde provenía aquella belleza –es un nombre inusual y no por ello aberrante, de hecho es agradable pronunciarlo- confeso asintiendo con tranquilidad, alejándose de la voz de la comerciante y dando paso a los demás transeúntes que, apurados, intentaban conseguir las frutas mas recientes y menos golpeadas, los precios mas bajos y las cantidades mas grandes.
Dio un suave respingo al escucharle pedir aquello y se cuestiono a si mismo unos instantes antes de siquiera pensar en contestar a aquella cuestión ¿vendían aquellas cosas en aquel lugar? No lo creía pero el mismo podría hacerla ¿Qué tan difícil seria sacarle el jugo a algunos tomates? –seria mas fácil comprar los tomates y hacer el jugo usted misma, oh si lo prefiere lo he de hacer yo- asevero asintiendo con calma y parsimonia, aquel letargo que acompañaba a su rostro en todo momento como un sino plantado en su frente, producto del pasado y la sociedad.
Le siguió entre la muchedumbre procurando ignorar los codazos y empujones que recibía de vez en cuando -¿Cuál será entonces su decisión?- le cuestiono desde atrás, observando con fijeza aquel sombrero inusual y no mas inusual que su maquillaje o traje. Como salido de un libro.
-Luminita- repitió sintiendo como su lengua viajaba para terminar en el mismo punto, contra sus dientes. Un nombre inusual y aun asi entonado a la perfeccion como dicho en antaño por algún dios de la fertilidad y la música, perfecto aun en su extrañeza y quizás era su rareza de donde provenía aquella belleza –es un nombre inusual y no por ello aberrante, de hecho es agradable pronunciarlo- confeso asintiendo con tranquilidad, alejándose de la voz de la comerciante y dando paso a los demás transeúntes que, apurados, intentaban conseguir las frutas mas recientes y menos golpeadas, los precios mas bajos y las cantidades mas grandes.
Dio un suave respingo al escucharle pedir aquello y se cuestiono a si mismo unos instantes antes de siquiera pensar en contestar a aquella cuestión ¿vendían aquellas cosas en aquel lugar? No lo creía pero el mismo podría hacerla ¿Qué tan difícil seria sacarle el jugo a algunos tomates? –seria mas fácil comprar los tomates y hacer el jugo usted misma, oh si lo prefiere lo he de hacer yo- asevero asintiendo con calma y parsimonia, aquel letargo que acompañaba a su rostro en todo momento como un sino plantado en su frente, producto del pasado y la sociedad.
Le siguió entre la muchedumbre procurando ignorar los codazos y empujones que recibía de vez en cuando -¿Cuál será entonces su decisión?- le cuestiono desde atrás, observando con fijeza aquel sombrero inusual y no mas inusual que su maquillaje o traje. Como salido de un libro.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Asalto a los tomates asesinos (Anuar)
Solo me imagino a una danza de tomates bailando can-can, la tonada se queda en mi cabeza y los tomates están abrazados, danzando, danzando, danzando en una tabla de madera como escenario. ¿No es cierto Juana? Es muy divertido aquello, no puedo evitar formar algo parecido a una sonrisa por pensamientos. Asiento levemente cuando escucho mi nombre, levanto la punta de mi sombrero de copa.
-Mi padre dice qué soy la luz de sus pesadillas... –comento con una sonrisa como si fuese un comentario común, no develo lo qué soy, pero mis ojos brillan de forma inquietante, mis ojos cetrinos son de color azul igual a un océano frío. Mis pasos se adelantan al joven qué vengo siguiendo, por su aroma, por sus ojos, le sigo con el sonido de mis botas de piel y apoyándome de mi bastón con galanura.
Ding Dong...
-¿Podría hacerlo con sus manos? Me gustaría beber un jugo de tomate hecho con sus manos... –Me adelanto para mirarle las manos, tomo una y luego la otra, las observo con detenimiento, sin importarme la gente qué pasa a nuestro lado y el bastón, por arte de magia se queda de pie sin que nada lo sostenga. Si alguien lo quiere coger, está pegado al piso. Estoy cercana a su cuerpo mientras observo aquellas manos, siento el calor y escucho el palpitar de su corazón que parecen melodías que corren en una maratón. Me gusta mirarlos, sus ojos, pero no los miro en esos momentos, me gusta su aroma, acaricio el dorso y luego la palma como si se tratara de un objeto preciado, luego dejo sus manos. Si fuera humana, el color del tomate estaría en mis mejillas, pero no está, solo es una ilusión qué colorea mi rostro y le guiño un ojo. Asiento.
Me pregunto por un momento qué si el jugo de tomate serviría para un cuadro, para hacer un maquillaje, para una capa de mascarilla, para pintarme el cabello... comer tomates... no se me apetece mucho, solo el color rojo, tal vez ponerme uno en cada uno de de los ojos y solo sentir ese aroma dulce de esa fruta. ¿Qué opinas Juana? ¿Te gustan sus manos?...
-¿Le gusta el arte? –pregunto con una voz casi vacía, como si le hablara al tiempo que se escabulle entre las voces de los comerciantes y la gente que se empuja.- Unas manos como las suyas... pueden decir cosas aunque no mencionen ninguna palabra...
Me quedo de pie en frente de uno de los locales donde tienen muchos tomates, no hay de todos colores, aun no inventan los injertos y la modificación genética, tal vez algún día, hagan aberraciones con los vegetales y con el mundo, por el momento... solo me quedo respirando los tomates, me inclino para olerlos con detenimiento, con elegancia y luego miro de reojo al joven para saber cuáles coger. -¿Cuáles me recomienda?...
-Mi padre dice qué soy la luz de sus pesadillas... –comento con una sonrisa como si fuese un comentario común, no develo lo qué soy, pero mis ojos brillan de forma inquietante, mis ojos cetrinos son de color azul igual a un océano frío. Mis pasos se adelantan al joven qué vengo siguiendo, por su aroma, por sus ojos, le sigo con el sonido de mis botas de piel y apoyándome de mi bastón con galanura.
Ding Dong...
-¿Podría hacerlo con sus manos? Me gustaría beber un jugo de tomate hecho con sus manos... –Me adelanto para mirarle las manos, tomo una y luego la otra, las observo con detenimiento, sin importarme la gente qué pasa a nuestro lado y el bastón, por arte de magia se queda de pie sin que nada lo sostenga. Si alguien lo quiere coger, está pegado al piso. Estoy cercana a su cuerpo mientras observo aquellas manos, siento el calor y escucho el palpitar de su corazón que parecen melodías que corren en una maratón. Me gusta mirarlos, sus ojos, pero no los miro en esos momentos, me gusta su aroma, acaricio el dorso y luego la palma como si se tratara de un objeto preciado, luego dejo sus manos. Si fuera humana, el color del tomate estaría en mis mejillas, pero no está, solo es una ilusión qué colorea mi rostro y le guiño un ojo. Asiento.
Me pregunto por un momento qué si el jugo de tomate serviría para un cuadro, para hacer un maquillaje, para una capa de mascarilla, para pintarme el cabello... comer tomates... no se me apetece mucho, solo el color rojo, tal vez ponerme uno en cada uno de de los ojos y solo sentir ese aroma dulce de esa fruta. ¿Qué opinas Juana? ¿Te gustan sus manos?...
-¿Le gusta el arte? –pregunto con una voz casi vacía, como si le hablara al tiempo que se escabulle entre las voces de los comerciantes y la gente que se empuja.- Unas manos como las suyas... pueden decir cosas aunque no mencionen ninguna palabra...
Me quedo de pie en frente de uno de los locales donde tienen muchos tomates, no hay de todos colores, aun no inventan los injertos y la modificación genética, tal vez algún día, hagan aberraciones con los vegetales y con el mundo, por el momento... solo me quedo respirando los tomates, me inclino para olerlos con detenimiento, con elegancia y luego miro de reojo al joven para saber cuáles coger. -¿Cuáles me recomienda?...
Dana Luminita- Vampiro Clase Alta
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Re: Asalto a los tomates asesinos (Anuar)
La luz de sus pesadillas, quizás se refería a que alejaba a sus pesadillas o quizas que era la esencia misma de ellas, en todo caso no era ni seria jamás su asunto asi que el comentario y las posibles cuestiones al respecto quedaron de lado obscurecidas por los pensamientos referentes a los tomates ¿cómo hacer jugo de tomates? Lo fácil y lógico seria aplastarlos quizás con las manos quizás con los pies, que antihigiénico sonaba eso además no se le antojaba terminar con aquellas diminutas semillas viscosas pegadas a sus pies.
Se quedo estático, asombrado de sus acciones cuando la joven arlequina le habia sujeto las manos con tal rapidez y parecía comenzar ahora a buscar algo escondidos entre las líneas, aquellas que los gitanos decían saber leer como un ciego el braille –podría- confeso con tranquilidad y parsimonia, así como podia también machacarlos con algunos objeto pesado, colarlos por alguna tela poco fina, de aquellas que traslúcidas dejaban ver mas de lo propiamente estipulado ¿propio? ¿no habían llegado sus antepasados con la prenda del aire como único vestido?
-me gusta…antes pintaba supongo pero ya no más, la necesidad me lo impide- le confesó encogiéndose de hombros ¿y por qué le decía aquello a una extraña? Quizas porque en el fondo necesitaba que alguien escuchase su verdad y no habia verdad mas clara que la inminente ante sus ojos, sus manos eran producto de arduos meses de trabajo pesado y dudaba que volviesen a servir para pintar un cuadro.
Regreso sus pensamientos a su acompañante cuando habían llegado a un puesto de aquellos seres de rojo y jugoso cuerpo, carraspeo unos instantes ¿Cómo los elegia el? Los sujetaba entre sus manos y se fiaba entonces de sus sentidos para colaborar que su interior no fuese de papilla y sus colores ajenos a la gama de rojos, las primeras veces al partirlos su interior era verde o casi negro, ahora, solian ser precisos.
-como este- le indico colocándole uno entre las manos.
Se quedo estático, asombrado de sus acciones cuando la joven arlequina le habia sujeto las manos con tal rapidez y parecía comenzar ahora a buscar algo escondidos entre las líneas, aquellas que los gitanos decían saber leer como un ciego el braille –podría- confeso con tranquilidad y parsimonia, así como podia también machacarlos con algunos objeto pesado, colarlos por alguna tela poco fina, de aquellas que traslúcidas dejaban ver mas de lo propiamente estipulado ¿propio? ¿no habían llegado sus antepasados con la prenda del aire como único vestido?
-me gusta…antes pintaba supongo pero ya no más, la necesidad me lo impide- le confesó encogiéndose de hombros ¿y por qué le decía aquello a una extraña? Quizas porque en el fondo necesitaba que alguien escuchase su verdad y no habia verdad mas clara que la inminente ante sus ojos, sus manos eran producto de arduos meses de trabajo pesado y dudaba que volviesen a servir para pintar un cuadro.
Regreso sus pensamientos a su acompañante cuando habían llegado a un puesto de aquellos seres de rojo y jugoso cuerpo, carraspeo unos instantes ¿Cómo los elegia el? Los sujetaba entre sus manos y se fiaba entonces de sus sentidos para colaborar que su interior no fuese de papilla y sus colores ajenos a la gama de rojos, las primeras veces al partirlos su interior era verde o casi negro, ahora, solian ser precisos.
-como este- le indico colocándole uno entre las manos.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Asalto a los tomates asesinos (Anuar)
Frente a ese local miro aquel vendedor que su corazón late tibio y me deleita de ese aroma de su sangre, pero no había sangre más dulce que la del joven Anuar. No dije nada sobre el método del jugo de tomate, realmente solo me recuerda que no comemos nada que no sea un elixir exquisito, vitae.
Sus manos hablan más de lo que dicen sus labios y me parece que sus ojos tienen congruencia con aquella alma que posee, es dulce, muy dulce como si fuese un manjar que nunca me ha sido dado. Le escucho con atención y solo sonrío con gracia, pero en el fondo está esa malicia que me carcome el cuerpo.
-Entonces su necesitad es más importante...– murmuro sin mirar aquellos ojos de miel – ¿Y si alguien pagase por ver un cuadro suyo?...-ahora le miro a los ojos y me cuelo en sus recuerdos. El olor de los tomates es dulce, pero no tiene comparación al olor de la sangre de los seres humano ¿Estás de acuerdo conmigo Juana?... sí, lo sé, me he fijado en ellos, también en sus manos... tomo el tomate que me da y lo aspiro delicadamente, como su fuese un objeto delicado. –Llevaremos algunos de estos-Le digo al despachador para que nos dé los tomates y pago con algunos billetes- Lo dije enserio –vuelvo a mirar al muchacho, no sé su edad, la edad es muy subjetiva, la gente puede aparentar una edad cuando tiene, otra, como yo que tengo diez y siete y aparento más de estos, imito un perfecto suspiro- Podría pagar un cuadro suyo... uno o varios... –Extraño, era un vampiro con una bolsa de tomates para un jugo, ¿Gracioso? ¡Cállate Juana!, tomo mi bastón y le miro cuestionándole- ¿Dónde podremos hacer jugo de tomate?
Sus manos hablan más de lo que dicen sus labios y me parece que sus ojos tienen congruencia con aquella alma que posee, es dulce, muy dulce como si fuese un manjar que nunca me ha sido dado. Le escucho con atención y solo sonrío con gracia, pero en el fondo está esa malicia que me carcome el cuerpo.
-Entonces su necesitad es más importante...– murmuro sin mirar aquellos ojos de miel – ¿Y si alguien pagase por ver un cuadro suyo?...-ahora le miro a los ojos y me cuelo en sus recuerdos. El olor de los tomates es dulce, pero no tiene comparación al olor de la sangre de los seres humano ¿Estás de acuerdo conmigo Juana?... sí, lo sé, me he fijado en ellos, también en sus manos... tomo el tomate que me da y lo aspiro delicadamente, como su fuese un objeto delicado. –Llevaremos algunos de estos-Le digo al despachador para que nos dé los tomates y pago con algunos billetes- Lo dije enserio –vuelvo a mirar al muchacho, no sé su edad, la edad es muy subjetiva, la gente puede aparentar una edad cuando tiene, otra, como yo que tengo diez y siete y aparento más de estos, imito un perfecto suspiro- Podría pagar un cuadro suyo... uno o varios... –Extraño, era un vampiro con una bolsa de tomates para un jugo, ¿Gracioso? ¡Cállate Juana!, tomo mi bastón y le miro cuestionándole- ¿Dónde podremos hacer jugo de tomate?
Dana Luminita- Vampiro Clase Alta
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Re: Asalto a los tomates asesinos (Anuar)
Por algunos años se habia engañado a si mismo creyendo que su pasión por el arte era mayor y más relevante que en efecto las sensaciones que su cuerpo tenia al no ingerir alimento alguno por días, que la emoción de pintar un cuadro no era comparable con el desvelo de un cuerpo débil o que las ojeras que teñian su rostro no eran producto de la falta de recursos, la falta de dinero para sustentar su comida. Ahora sabia que habia cosas primordiales y la alimentación podia ser una de ellas como bien, podia no serlo.
-le diría que ahora no soy un artista- no era como que uno fuese artista un día y al siguiente toda la magia de crear y vivir se esfumase de su cuerpo como si exudase de sus poros todo aquel angelical milagro y sus manos no pudiesen mas que trazar líneas sin sentido, irregulares y temblorosas sobre un lienzo. Lo que sucedia era que, ahora no tenia con que pintar y dudaba enormente acceder de cualquier manera a pintar algo para alguien porque el talento que se prostituía por dinero no valia la pena poseerlo ¿cierto?
-ahora mismo no tengo ninguno- asevero sin pretender observar el instante en que el billete viajo de su bolsillo a las manos del vendedor pues aquel señor pareció asombrado de la cantidad de francos que resultaban compresos en aquel diminuto objeto que fácilmente podría volar de sus manos, y como si adivinase sus pensamientos lo introdujo entre sus prendas otorgándoles la bolsa con la decena de tomates rojos y duros que se exhibían ahora en brazos de tan inusual doncella.
Se apresuro a sujetarlos el, con un rápido movimiento aprendido en aquellos meses trabajando como burro de carga, sonrió, pues nunca antes lo había pensado de aquella manera. Abrio los parpados observando el suelo bajo sus pies, no podia llevarla a su piso no importaba que no lograba aun aquella confianza en las personas -¿en su vivienda?- le cuestiono y aunque debía sonar como una aseveración no pudo sino emerger como una incógnita de sus labios.
-o quizás algun vendedor tenga de aquellos artefactos que usan para moler cosas…e olvidado como les llaman pero lo han traído del otro lado del mar – asevero asintiendo con calma.
-le diría que ahora no soy un artista- no era como que uno fuese artista un día y al siguiente toda la magia de crear y vivir se esfumase de su cuerpo como si exudase de sus poros todo aquel angelical milagro y sus manos no pudiesen mas que trazar líneas sin sentido, irregulares y temblorosas sobre un lienzo. Lo que sucedia era que, ahora no tenia con que pintar y dudaba enormente acceder de cualquier manera a pintar algo para alguien porque el talento que se prostituía por dinero no valia la pena poseerlo ¿cierto?
-ahora mismo no tengo ninguno- asevero sin pretender observar el instante en que el billete viajo de su bolsillo a las manos del vendedor pues aquel señor pareció asombrado de la cantidad de francos que resultaban compresos en aquel diminuto objeto que fácilmente podría volar de sus manos, y como si adivinase sus pensamientos lo introdujo entre sus prendas otorgándoles la bolsa con la decena de tomates rojos y duros que se exhibían ahora en brazos de tan inusual doncella.
Se apresuro a sujetarlos el, con un rápido movimiento aprendido en aquellos meses trabajando como burro de carga, sonrió, pues nunca antes lo había pensado de aquella manera. Abrio los parpados observando el suelo bajo sus pies, no podia llevarla a su piso no importaba que no lograba aun aquella confianza en las personas -¿en su vivienda?- le cuestiono y aunque debía sonar como una aseveración no pudo sino emerger como una incógnita de sus labios.
-o quizás algun vendedor tenga de aquellos artefactos que usan para moler cosas…e olvidado como les llaman pero lo han traído del otro lado del mar – asevero asintiendo con calma.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Asalto a los tomates asesinos (Anuar)
Mis movimientos felinos por más masculinizados que quiero lograrlos, son extraños para el atuendo que tengo puesto. Apoyándome con el bastón de león con los tomates en una mano.
Sus palabras suenan en mi cabeza, aunque en el momento que lo dice no le puse mucha atención “ahora no soy artista” no recuerdo haber escuchado eso antes, siempre los artistas, son artistas en tiempo fijo, sin importar en crear o no crear. Le entiendo a un simple humano que camina por estas urbes de plebeyos, el es un plebeyo. Imito un suspiro. El alimento hace crecer el alma y el alma... se plasma en arte. A veces el alimento... no viene como quisiéramos ¿Cambiaría alimento por unos versos?.... ¿Versos por unas monedas?
Dejo que el agarre los tomates. No insisto más sobre el arte, lo respeto, también soy una artista y para mí eso es algo sagrado. Hago arte para mi padre. Hago arte para él o la que me place. Pero no estoy segura si pudiera cambiar mi arte por unas monedas.
-Podemos ir a Arkadia –murmuro mientras sigo mis pasos entre la multitud- Vamos... claro, si no tiene algo más que hacer... le pagaré por sus servicios señor Anuar... – Y pienso que sería un jugo de tomate costoso, aunque en realidad no me importa el dinero, en ese momento me encamino a la salida- Seguramente hay algo de ello en Arkadia algo para extraer el jugo. –comento pensando que la casa que me había dado mi padre, siempre tenía de todo para los humanos que servían el lugar y es posible que esté equipada con todo ese tipo de artefactos.
Es extraño, no puedo profundizar aun en sus recuerdos. Y en el momento que pisamos unos metros lejos del mercado ambulante, un carruaje se detiene frente a nosotros, y un hombre corpulento de más de dos metros abre la puerta. Entro y espero que mi invitado lo haga también. Me siento con la misma postura sujetándome de mi bastón. Dentro del carruaje está forrado todo de color rojo con negro, con unas cortinas gruesas de color dorado con el emblema del clan de Ajedrez, el piso tiene una alfombra con rombos rojos y negros.
Sus palabras suenan en mi cabeza, aunque en el momento que lo dice no le puse mucha atención “ahora no soy artista” no recuerdo haber escuchado eso antes, siempre los artistas, son artistas en tiempo fijo, sin importar en crear o no crear. Le entiendo a un simple humano que camina por estas urbes de plebeyos, el es un plebeyo. Imito un suspiro. El alimento hace crecer el alma y el alma... se plasma en arte. A veces el alimento... no viene como quisiéramos ¿Cambiaría alimento por unos versos?.... ¿Versos por unas monedas?
Dejo que el agarre los tomates. No insisto más sobre el arte, lo respeto, también soy una artista y para mí eso es algo sagrado. Hago arte para mi padre. Hago arte para él o la que me place. Pero no estoy segura si pudiera cambiar mi arte por unas monedas.
-Podemos ir a Arkadia –murmuro mientras sigo mis pasos entre la multitud- Vamos... claro, si no tiene algo más que hacer... le pagaré por sus servicios señor Anuar... – Y pienso que sería un jugo de tomate costoso, aunque en realidad no me importa el dinero, en ese momento me encamino a la salida- Seguramente hay algo de ello en Arkadia algo para extraer el jugo. –comento pensando que la casa que me había dado mi padre, siempre tenía de todo para los humanos que servían el lugar y es posible que esté equipada con todo ese tipo de artefactos.
Es extraño, no puedo profundizar aun en sus recuerdos. Y en el momento que pisamos unos metros lejos del mercado ambulante, un carruaje se detiene frente a nosotros, y un hombre corpulento de más de dos metros abre la puerta. Entro y espero que mi invitado lo haga también. Me siento con la misma postura sujetándome de mi bastón. Dentro del carruaje está forrado todo de color rojo con negro, con unas cortinas gruesas de color dorado con el emblema del clan de Ajedrez, el piso tiene una alfombra con rombos rojos y negros.
Dana Luminita- Vampiro Clase Alta
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Re: Asalto a los tomates asesinos (Anuar)
Supuso entonces que al referirse a Arkadia se refería a una diminuta comunidad, un lugar quizás al cual solia asistir con regularidad, quizás el suelo que le habia visto crecer o el lugar en el cual habia nacido, quizás su hogar y entonces no con certeza debía ser el mismo que en los casos anteriores. Podria tratarse de igual manera de una tienda o lugar, un lugar donde habría lo necesario para moler tomates y conseguir jugo de los mismos, jugo rojo y suave, no era amante de aquel liquido que surgía cuando el tomate quedaba reducido a una pastosidad rojiza.
-claro- contesto con parsimonia y ensoñación, si iban a pagarle no era quien para negar el trabajo y si sus anteriores opciones eran correctas habría mas gente en aquel lugar y entonces no correría el riesgo de que aquella peculiar e inusual mujer pudiese en la medida de lo ilógico serle un peligro.
Subio en el carruaje no sin antes percatarse de aquel adornado que se exponía imponente en el piso del carruaje, habia escuchado alguna vez de aquel juego de estrategia y lógica que se habia creado en antaño y seguía hoy dia agobiando la mente de amateurs y renombrados personajes. Se cuestiono entonces si era una especie de emblema familiar o tenia una connotación diferente.
¿Debia o no preguntar? Que mas daba en algunos momentos la educación debía olvidarse y en aquel instante le abria las puertas a la curiosidad -¿a que se debe el tapete? – le cuestiono con curiosidad procurando no aplastarlo con sus pies.
-claro- contesto con parsimonia y ensoñación, si iban a pagarle no era quien para negar el trabajo y si sus anteriores opciones eran correctas habría mas gente en aquel lugar y entonces no correría el riesgo de que aquella peculiar e inusual mujer pudiese en la medida de lo ilógico serle un peligro.
Subio en el carruaje no sin antes percatarse de aquel adornado que se exponía imponente en el piso del carruaje, habia escuchado alguna vez de aquel juego de estrategia y lógica que se habia creado en antaño y seguía hoy dia agobiando la mente de amateurs y renombrados personajes. Se cuestiono entonces si era una especie de emblema familiar o tenia una connotación diferente.
¿Debia o no preguntar? Que mas daba en algunos momentos la educación debía olvidarse y en aquel instante le abria las puertas a la curiosidad -¿a que se debe el tapete? – le cuestiono con curiosidad procurando no aplastarlo con sus pies.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Dana Luminita- Vampiro Clase Alta
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