Dos almas salvajes cruzándose bajo un manto de oscuridad [Privado]

Una noche de total oscuridad. Solo la tenue luz de unos pocos rayos de luna traspasaban la espesura de las nubes que tapaban la magnificencia de un astro que hasta hacía pocos días había estado en su máximo esplendor y poco a poco volvía a desaparecerse con su elegancia natural.

La misteriosa mujer caminaba con gran tranquilidad por la zona arbolada, admirando la grandeza de la naturaleza que la rodeaba, sintiéndose por unos momentos en completo relax, sin el agobio del constante murmullo del centro de la ciudad. De vez en cuando disfrutaba de la soledad que el bosque le ofrecía en cada visita, deleitándose con los sonidos de la naturaleza, una naturaleza de la que ella formaba parte de un modo que muchos no podrían ni imaginarse. Eran frecuentes las historias y leyendas sobre vampiros y licántropos, ¿pero qué se sabía de ellos? De aquellos quienes no necesitaban del influjo de la luna llena para cambiar a su voluntad en diversos animales, unos que no necesitaban ser domesticados y que podían ser tan salvajes y mortíferos como los anteriormente citados.

De repente, escuchó con total nitidez unos pasos a su espalda. El aire se impregnó de un olor muy particular, uno que a pesar del poco tiempo que llevaba consciente de su naturaleza, había aprendido a reconocer y sobre todo a no subestimar nunca. Se sentía de humor aquella noche, o mejor dicho no tan pesado como lo usual por lo que en vez de encarar al vampiro de buenas a primeras, decidió estudiarlo un poco antes.

De un ágil salto se encaramó a una de las ramas bajas de un eucalipto, subiendo un par más hasta alcanzar la altura propicia para observar sin ser vista. No tuvo que esperar demasiado hasta tener a la fémina en su campo de visión. Era una vampira elegante, dotada de movimientos gráciles y sensuales a la hora de caminar. Parecía estar alerta, buscando o acechando algo. Sabía que no se debía a la presencia de ella puesto que se había cerciorado de no dejar rastro de su presencia allí. Charlotte la miraba con sus cristalinos ojos que parecían tener luz propia en aquella oscuridad, sin perderse ningún detalle, su expresión la mantenía intrigada, tan concentrada… Aquello que la vampira buscaba era un misterio, pero seguro debía de ser lo suficientemente importante como para llevarla a altas horas de la madrugada al rincón más recóndito del bosque.

- Bonsoir Madame, ¿busca algo en particular? - Inquirió mientras mantenía un perfecto equilibrio de pie sobre la estrecha pero larga rama, caminando por ella con la misma agilidad como si del mejor de los equilibristas se tratara. Para Charlotte aquello era como caminar sobre el suelo firme. - Es curioso ver a una Dama de la Noche, en una tan oscura y lúgubre como esta… -Apoyó su espalda contra el tronco, clavando su mirada en la de la vampiresa una vez que hubo captado toda su atención, aprovecharla para examinarla al detalle, sin la mínima necesidad de bajarse, por el momento. No dijo nada más, ni siquiera se movió, solo quería su atención y ya la tenía, seguir o no quedaba de mano de la contrariada vampira que ahora parecía observarla sin perder detalle.