AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Laberintos Mentales {Eliz} +18
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Laberintos Mentales {Eliz} +18
- No me toques. Los brazos de la vampiresa fueron despedidos fuera de su hombro. - Mierda, ¿no puedes captar el puto mensaje? La perra con la que había cogido se encontraba manoseando dentro de su pantalón. El ronroneo de la hembra le hizo gruñir pero lejos de estar excitado, estaba hasta la madre de ella, malditamente enfurecido de tener que lidiar con lo que despedía su entrepierna. La vampiresa siguió los hilos de sangre de su desgarrado pecho, llegando hasta su pelvis, acariciando su verga. Darren sabía lo que vendría, no porque había jodido con su mente, sino porque el hambre se leía en su mirada, en ese par de colmillos que brillaban, deseosos de morder la carne que se le presentaba. Pero Darren había tenido humanas que berreaban mucho mejor y la mamaban mucho mejor. La hembra se arrodilló sobre el charco de sangre que estaba bajo ellos y con sus labios cubrió su sexo. Darren no tardó en tomarle del cabello, obligándole a doblar su cuello. - No lo repetiré de nuevo. El cuello de la hembra crujió, sus labios soltaron un gemido, excitada por el dolor. Darren dobló su cabeza, dejando su boca sobre la de ella. – Tendrás un poco mas de esto. Su boca se torció en una mueca de desprecio. - ¿Sabes lo que significa? ¿Lo que viene ahora? Los ojos de la mujer brillaron con anticipación, Darren podía predecir el tumulto de imágenes que se suscitaban en su mente, todas ellas con él lastimándole y cogiéndole en distintos ángulos. - ¿Lo sabes? La mordida que le siguió, desgarró su labio inferior, la sangre cayendo sobre sus pechos. Cuando el vampiro no recibió respuesta, le jaló el cabello con más fuerza. La vampiresa movió su cabeza de un lado a otro.
Los ojos de Darren llamearon, la Luna le daba a sus cristalinos ojos una apariencia plateada. Le besó con furia, penetrando con su lengua, golpeando el interior de sus mejillas. Cuando se cansó de aquél beso, bajó hasta su cuello y como el malnacido que era, en un rápido y fluido movimiento, desgarró su garganta, cortando sus cuerdas vocales. La sangre que corría por las venas era tan excitante, ese líquido carmín que había recolectado de cientos de humanos. - No lo echarás de menos. Soltó su cabello y su cabeza cayó hacia abajo, como si se tratara de trapo. - Osas no responder, aún cuando soy yo el que te está cuestionando. Considéralo un regalo. La hembra cayó sobre su espalda, sus piernas flexionadas y su mano cubriendo tontamente la herida. - La próxima vez que nos encontremos, puede que tenga consideración de tu condición. “Si sobrevives.” Añadió en su mente. Aún tenía algo que hacer... La humana que había hipnotizado su ahora molesta compañera, se había adentrado en el laberinto que con sus enormes setos, se alzaba en medio de aquél pintoresco lugar que, seguramente, era bañado por un sinfín de colores cuando el Sol iluminaba. Pero nada de eso era importante para Darren. Nunca le había importado esa mierda. Se acomodó su verga bajo el pantalón y sin echarle un último vistazo a la vampiresa con la que había pasado un buen rato, sus pies se movieron, llevándole hasta la entrada de su nuevo tablero. La humana ya se había perdido... arrinconar a su presa, jugar, coger y finalmente cazar, era su especialidad.
Los ojos de Darren llamearon, la Luna le daba a sus cristalinos ojos una apariencia plateada. Le besó con furia, penetrando con su lengua, golpeando el interior de sus mejillas. Cuando se cansó de aquél beso, bajó hasta su cuello y como el malnacido que era, en un rápido y fluido movimiento, desgarró su garganta, cortando sus cuerdas vocales. La sangre que corría por las venas era tan excitante, ese líquido carmín que había recolectado de cientos de humanos. - No lo echarás de menos. Soltó su cabello y su cabeza cayó hacia abajo, como si se tratara de trapo. - Osas no responder, aún cuando soy yo el que te está cuestionando. Considéralo un regalo. La hembra cayó sobre su espalda, sus piernas flexionadas y su mano cubriendo tontamente la herida. - La próxima vez que nos encontremos, puede que tenga consideración de tu condición. “Si sobrevives.” Añadió en su mente. Aún tenía algo que hacer... La humana que había hipnotizado su ahora molesta compañera, se había adentrado en el laberinto que con sus enormes setos, se alzaba en medio de aquél pintoresco lugar que, seguramente, era bañado por un sinfín de colores cuando el Sol iluminaba. Pero nada de eso era importante para Darren. Nunca le había importado esa mierda. Se acomodó su verga bajo el pantalón y sin echarle un último vistazo a la vampiresa con la que había pasado un buen rato, sus pies se movieron, llevándole hasta la entrada de su nuevo tablero. La humana ya se había perdido... arrinconar a su presa, jugar, coger y finalmente cazar, era su especialidad.
Darren Ralph- Vampiro/Realeza
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Re: Laberintos Mentales {Eliz} +18
Las gotas de sangre corren por sus labios, hacen un maldito camino hasta su barbilla y se suicidan, lanzándose al vacío. Bebe con desdén, está completa y totalmente desesperada. Se mancha el piso de carmín, la respiración de alguien disminuye, al igual que esos movimientos forzosos para impedir semejante acto, una vida es arrancada. Suelta el cadáver, el estrepitoso sonar se escucha hueco, a lo lejos las aves nocturnas solo aprecian tal crueldad. Sus dedos limpian los restos de sangre quedados en sus labios, boca y barbilla. – Insípido – Comenta despectiva. No le gusto en lo absoluto la sangre que bebió, la verdad es que ya estaba bastante desgastada, jodidamente envenenada, ni siquiera la dulzura de un amorío se logro identificar en ese líquido carmín. Se sienta en la orilla de una banca, justo al lado del maldito cuerpo. – Que absurda suena la noche después de… - Ruge, el tiempo le ha convertido en una maldita amargada. Nada que pudiese presentarse en el momento llamaría lo suficiente su atención como para distraerse y correr por pura curiosidad. Sabe y esta consiente de que las cosas no se repiten, ni los segundos, ni los minutos, las horas, los días, los años, los siglos… Es cierto, no hay cosa alguna que se sujete a las leyes del espejo, los hechos no ocurren del mismo modo dos veces, pero aún así se puede tornar de un color gris toda una existencia.
Quedada allí, en el silencio sepulcral de ese maldito jardín, suspira y se contornea en la maldita banca. Las flores que a su alrededor se han marchitado al ver su belleza infernal. Sonríe con humor negro y espera que por lo menos un idiota con cuerpo decente se aproxime hasta ella. Las horas pasan y cada vez se aburre más, se ha cansado de joderle a la vida sin recibir nada a cambio. Todo parece tan fácil, todo lo obtiene sin ningún esfuerzo – ¡Ser Dios es una mierda! – Exclama con furia, se pone de pie y comienza a caminar sin rumbo fijo. Arranca las espinas a su paso, aplasta a las flores que aún viven. Nadie puede ser más hermosa que ella, nadie puede oler a perfume si no es ella. Hubiese querido escribirle versículos a la noche, pero no tiene la cabeza suficiente como para realizar rimas estúpidas que nadie comprenderá realmente. Sus ojos están cansados, su cuerpo pide a gritos el sentir de la adrenalina, el vértigo, desgraciadamente Eliz está vacía.
Las faldas de su vestido vuelan con cada maldito paso que da, el viento sopla fuerte, golpea su cuerpo, se restriega contra ella. Quiere, la desea, la llama ¿Quién puede resistírsele? Las carcajadas de Eliz resuenan en el silencio, es como escuchar a un ente en medio del cementerio lamentarse, fúnebre, tenebroso y que eriza la piel de quien la escucha. – ¡No seas estúpida Elizabeth! – Termina por escupir la frase con otra carcajada infernal. Danza por encima de los muros hechos de maleza, es una ninfa diabólica que tiene tatuado en su vestido unas manchas de sangre, es la aparición fantasmal de la arboleda. Regresa hasta el cadáver femenino del cual se alimento, corta la cabeza para chutarla mientras sale del laberinto. ¿Quién era la humana? No le pregunto cuando la vio pasar por allí buscando el refugio para perderse y sobrevivir a la cosa que le asechaba. ¿Sería una puta? ¿Sería de clase alta, de clase baja? Como sea, la sangre de la infeliz no era lo que Eliz esperaba. Con la cabeza bajo sus pies recorrió gran parte del laberinto hasta que cruzo la vista con un demonio. – ¿Así que huías de él chère? – Le pregunta a la cabeza cercenada con una nota musical en su voz y un juego infernal en su mente. – Te lo dije linda, la única salida era tu muerte -
Quedada allí, en el silencio sepulcral de ese maldito jardín, suspira y se contornea en la maldita banca. Las flores que a su alrededor se han marchitado al ver su belleza infernal. Sonríe con humor negro y espera que por lo menos un idiota con cuerpo decente se aproxime hasta ella. Las horas pasan y cada vez se aburre más, se ha cansado de joderle a la vida sin recibir nada a cambio. Todo parece tan fácil, todo lo obtiene sin ningún esfuerzo – ¡Ser Dios es una mierda! – Exclama con furia, se pone de pie y comienza a caminar sin rumbo fijo. Arranca las espinas a su paso, aplasta a las flores que aún viven. Nadie puede ser más hermosa que ella, nadie puede oler a perfume si no es ella. Hubiese querido escribirle versículos a la noche, pero no tiene la cabeza suficiente como para realizar rimas estúpidas que nadie comprenderá realmente. Sus ojos están cansados, su cuerpo pide a gritos el sentir de la adrenalina, el vértigo, desgraciadamente Eliz está vacía.
Las faldas de su vestido vuelan con cada maldito paso que da, el viento sopla fuerte, golpea su cuerpo, se restriega contra ella. Quiere, la desea, la llama ¿Quién puede resistírsele? Las carcajadas de Eliz resuenan en el silencio, es como escuchar a un ente en medio del cementerio lamentarse, fúnebre, tenebroso y que eriza la piel de quien la escucha. – ¡No seas estúpida Elizabeth! – Termina por escupir la frase con otra carcajada infernal. Danza por encima de los muros hechos de maleza, es una ninfa diabólica que tiene tatuado en su vestido unas manchas de sangre, es la aparición fantasmal de la arboleda. Regresa hasta el cadáver femenino del cual se alimento, corta la cabeza para chutarla mientras sale del laberinto. ¿Quién era la humana? No le pregunto cuando la vio pasar por allí buscando el refugio para perderse y sobrevivir a la cosa que le asechaba. ¿Sería una puta? ¿Sería de clase alta, de clase baja? Como sea, la sangre de la infeliz no era lo que Eliz esperaba. Con la cabeza bajo sus pies recorrió gran parte del laberinto hasta que cruzo la vista con un demonio. – ¿Así que huías de él chère? – Le pregunta a la cabeza cercenada con una nota musical en su voz y un juego infernal en su mente. – Te lo dije linda, la única salida era tu muerte -
Eliz Aldridge- Vampiro Clase Alta
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Re: Laberintos Mentales {Eliz} +18
Los largos y afilados colmillos destellaban bajo el baño nocturno de la Luna. Era una maldita lástima que esos rayos que le perforaran no fueran más que luz en la oscuridad que arrastraba. De ser capaz, se habría deshecho de esa maldita bola en el cielo, reemplazándole por un puto arco con flechas y la suficiente munición para atravesar su pecho y cualquier parte de su cuerpo. Pensándolo bien, el regalo que le había dado a su puta no había sido justo. No. No cubría el gasto por la decepción que se había llevado. Darren siguió con sus dedos la carne viva en su pecho, la piel había sido desgarrada por completo y, sin chistar, hundió las uñas de sus dedos en la parte donde debería latir su jodido corazón. ¡ARG! Gruñó con sonora fuerza, sin duda, ese pequeño placer era el equivalente al que sentían las hembras cuando se masturbaban con fiereza. La primera gota cayó sobre su pie desnudo, la segunda sobre sus dedos, la tercera sobre la tierra y... Una a una, empezaron a caer con pulcritud, alimentando al diablo y a sus perros. Las uñas solo le habían perforado, permitiendo a sus dedos unírsele a su corazón negro. ¡Puta que la parió! Darren se detuvo abruptamente, estaba gruñendo como un felino, mostrando todos sus dientes ante el intenso y diabólico placer que recorrían sus bolas, amenazándole con hacerlas estallar; pero eso era tan imposible como jugar más allá. Sacó los dedos, observando como los agujeros se llenaban de un rojo tan encendido que bien podía pasar como negro. Levantó su cabeza abruptamente al escuchar sonidos provenir desde lo que debería ser, el centro del laberinto. No. No se trataba de su humana. Alguien jodía con su presa, se metía a jugar en el tablero y movía las piezas.
La carcajada que se escuchó por los rosales negros y espinosos, desataron a las mascotas de Satán en su mente. Éstas no pensaban, solo atacaban. Darren corrió, sus pies descalzos seguían el olor que despedía la vampiresa y, ¡Maldita perra! Le acompañaba el olor de la sangre humana. ¿Tenía que lamentarse? - Y tu salida soy yo, completó. Darren no daba ni un céntimo por el culo de una hembra, así que no importaba dónde perforara. El vampiro detuvo con su pie la cabeza cercenada, los ojos vacíos de aquél recipiente mirando a la nada. – Mismas reglas, mismo tablero... Las miradas se cruzaron y Darren se habría puesto a hablar sobre lo hermosa que era si le importaran esas mamadas. Era hermosa como cualquier vampiresa, pero eso no importaba. Darren podría estar cogiéndose a un palo, a un animal o a un gnomo, hasta ahora no había ni una puta diferencia, así que... Al diablo. Un segundo estaba a unos metros ante ella y al otro la tenía tirada sobre el césped, con su cuerpo reteniéndole. - Aunque me gustaría empalar algo, no tengo interés alguno en empalar mi verga en una cabeza. Sí. Esa mujer iba a darle batalla, el fuego en sus ojos escocía y estaba sobreexcitado por el dolor que bien podría infligirle si movía, por aquí y por allá, esos cables en su cabeza. Se zafaría pronto, estaba estudiando sus movimientos y, aunque su enorme cuerpo le obligaba a mantenerle bajo él, no sería así por mucho tiempo. – Me amarás después de esto. No. No se conocían, pero ese atisbo a su mirada le decía todo lo que necesitaba. Iba a marcarla y ella iba a odiarlo lo suficiente como para darle su juego tan ansiado. Alargó sus colmillos y... Oh, aquí era donde ella buscaba... Sus colmillos perforaron y ya no importaba si ella giraba o le golpeaba... Le tenía bien agarrada.
La carcajada que se escuchó por los rosales negros y espinosos, desataron a las mascotas de Satán en su mente. Éstas no pensaban, solo atacaban. Darren corrió, sus pies descalzos seguían el olor que despedía la vampiresa y, ¡Maldita perra! Le acompañaba el olor de la sangre humana. ¿Tenía que lamentarse? - Y tu salida soy yo, completó. Darren no daba ni un céntimo por el culo de una hembra, así que no importaba dónde perforara. El vampiro detuvo con su pie la cabeza cercenada, los ojos vacíos de aquél recipiente mirando a la nada. – Mismas reglas, mismo tablero... Las miradas se cruzaron y Darren se habría puesto a hablar sobre lo hermosa que era si le importaran esas mamadas. Era hermosa como cualquier vampiresa, pero eso no importaba. Darren podría estar cogiéndose a un palo, a un animal o a un gnomo, hasta ahora no había ni una puta diferencia, así que... Al diablo. Un segundo estaba a unos metros ante ella y al otro la tenía tirada sobre el césped, con su cuerpo reteniéndole. - Aunque me gustaría empalar algo, no tengo interés alguno en empalar mi verga en una cabeza. Sí. Esa mujer iba a darle batalla, el fuego en sus ojos escocía y estaba sobreexcitado por el dolor que bien podría infligirle si movía, por aquí y por allá, esos cables en su cabeza. Se zafaría pronto, estaba estudiando sus movimientos y, aunque su enorme cuerpo le obligaba a mantenerle bajo él, no sería así por mucho tiempo. – Me amarás después de esto. No. No se conocían, pero ese atisbo a su mirada le decía todo lo que necesitaba. Iba a marcarla y ella iba a odiarlo lo suficiente como para darle su juego tan ansiado. Alargó sus colmillos y... Oh, aquí era donde ella buscaba... Sus colmillos perforaron y ya no importaba si ella giraba o le golpeaba... Le tenía bien agarrada.
Darren Ralph- Vampiro/Realeza
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Re: Laberintos Mentales {Eliz} +18
“¿Pero qué demonios?” Es la pregunta que se le viene a la mente mientras es embestida por el estúpido vampiro. Era de esperarse, en sus pupilas se encontraba la maldad, se leía en ellas la miseria y la decadente demencia que le acompañaba. Resopla los labios con cierto toque de ira en el acto, nadie, NADIE la trataba de esa manera, pero ya era muy tarde para reaccionar. El extraño profano su piel y Elizabeth dejo caer un bramido por el placer que encontró en ese tacto tan feroz. Pero eso no quitaba el hecho de que se haya atrevido a tocarla. Lo mira con recelo, una ceja en lo alto y bosteza. Es una mujer bastante exigente que se aburre fácil. Sí, sí, sabe que fue interesante su actuación e incluso se la aplaudiría, pero ¿Para qué carajo alentar el ego de alguien que es menor a ti? Sea quien sea, sin importar el status o cualquier otra cosa, no pueden sentirse superiores a Elizabeth ¿Por qué? Bien, nadie es lo suficientemente viejo como para tratar de superar su maldita existencia, al menos no conoce a alguien que pueda enseñarle algo nuevo, nada que pueda valorar o envidiar de los demás, todo lo ha vivido, todo le ha aburrido por igual.
Deja que el neófito sacie su sed con su pútrida sangre, después de todo es lo mejor que tendrá antes de morir. Puede sentir su lengua acariciar la desnuda piel, sus manos sujetarla con fuerza, el césped quejarse bajo sus cuerpos, el viento rugía con rudeza. Toda la maldita noche es una lira diabólica en su honor. Se cansa de ser el cáliz dorado. Aparta el débil cuerpo del inmortal, lo hace a un lado sin el mayor esfuerzo, es cálida, es gentil, es delicada, es Elizabeth. Su brazo sujeta el pecho del condenado e impide que se levante. No es necesario jugar a tener una guerra sin tregua, ya conoce el resultado. Ella siempre gana. - ¿Te saciaste? ¡Cállate! no me importa, me largo – Se pone de pie, mientras lo mira despectiva, no es más que un simple y decadente vampiro que bien podría cenarse si en verdad tuviese ganas de joder un poco, más en ese estado en el que se encontraba, no deseaba hacer nada, no le apetece. Pisotea el cuerpo del demonio, con su zapatilla para no dejarle levantarse. Lo mira, lo analiza, rodea los ojos y se despide con una pretenciosa sonrisa. Da dos pasos entre la penumbra, coge la cabeza cercenada, su trofeo, su juguete personal.
La música siempre ha sido una de sus mejores pasiones, así que por ende disfruta el tararear melodías fúnebres, su voz le hace ver como el fantasma perdido en el bosque, ese espíritu que roba el alma de los amantes y se sacia con su cuerpo ¿Fantasías? No, todo era real. Esa mujer no es una damisela en peligro, tampoco puede presumirse un maldito demonio, no tiene corazón… pero si piensa las cosas, a su estilo, quizá… La mirada de Elizabeth se clava en la penumbra, resopla los labios y juega como una estúpida infante con esa cabeza. La sujeta entre sus manos la mira fijamente a los ojos – La muerte no es el fin – Hace un puchero y después sonríe con la malicia marcada en su rostro – Hay ocasiones en las que me hubiese gustado ser como tú – Esa maldita melancolía ¿Por qué ahora? ¿Por qué esta noche? – ¡Pero entonces tú no habrías muerto! – Encolerizada aplasta el cráneo entre sus manos. El crujir de los huesos es una cantata infernal que despierta la locura en Lucifer, las carcajadas de los monstruos no se hacen esperar, es el aquelarre de los muertos, Elizabeth lo despertó, es ella quien lo tiene que callar, pero la pregunta es ¿Lo hará o simplemente usará a la muerte para distraer a su jodida mente?
Deja que el neófito sacie su sed con su pútrida sangre, después de todo es lo mejor que tendrá antes de morir. Puede sentir su lengua acariciar la desnuda piel, sus manos sujetarla con fuerza, el césped quejarse bajo sus cuerpos, el viento rugía con rudeza. Toda la maldita noche es una lira diabólica en su honor. Se cansa de ser el cáliz dorado. Aparta el débil cuerpo del inmortal, lo hace a un lado sin el mayor esfuerzo, es cálida, es gentil, es delicada, es Elizabeth. Su brazo sujeta el pecho del condenado e impide que se levante. No es necesario jugar a tener una guerra sin tregua, ya conoce el resultado. Ella siempre gana. - ¿Te saciaste? ¡Cállate! no me importa, me largo – Se pone de pie, mientras lo mira despectiva, no es más que un simple y decadente vampiro que bien podría cenarse si en verdad tuviese ganas de joder un poco, más en ese estado en el que se encontraba, no deseaba hacer nada, no le apetece. Pisotea el cuerpo del demonio, con su zapatilla para no dejarle levantarse. Lo mira, lo analiza, rodea los ojos y se despide con una pretenciosa sonrisa. Da dos pasos entre la penumbra, coge la cabeza cercenada, su trofeo, su juguete personal.
La música siempre ha sido una de sus mejores pasiones, así que por ende disfruta el tararear melodías fúnebres, su voz le hace ver como el fantasma perdido en el bosque, ese espíritu que roba el alma de los amantes y se sacia con su cuerpo ¿Fantasías? No, todo era real. Esa mujer no es una damisela en peligro, tampoco puede presumirse un maldito demonio, no tiene corazón… pero si piensa las cosas, a su estilo, quizá… La mirada de Elizabeth se clava en la penumbra, resopla los labios y juega como una estúpida infante con esa cabeza. La sujeta entre sus manos la mira fijamente a los ojos – La muerte no es el fin – Hace un puchero y después sonríe con la malicia marcada en su rostro – Hay ocasiones en las que me hubiese gustado ser como tú – Esa maldita melancolía ¿Por qué ahora? ¿Por qué esta noche? – ¡Pero entonces tú no habrías muerto! – Encolerizada aplasta el cráneo entre sus manos. El crujir de los huesos es una cantata infernal que despierta la locura en Lucifer, las carcajadas de los monstruos no se hacen esperar, es el aquelarre de los muertos, Elizabeth lo despertó, es ella quien lo tiene que callar, pero la pregunta es ¿Lo hará o simplemente usará a la muerte para distraer a su jodida mente?
Eliz Aldridge- Vampiro Clase Alta
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Re: Laberintos Mentales {Eliz} +18
¡¿Qué carajo?! Darren sostuvo su cabeza hacia uno de los lados, obligándole a que le dejara despejado el área para que su boca mamara tras la demencial brutalidad con que sus colmillos se habían disparado. Le importó un comino el cuerpo de ella no presentara ninguna determinación para liberarse de su firme agarre. ¿Estaba decepcionado? En parte. El placer que encontraba cuando se retorcían en jodidos deseos de brindar batalla, realmente provocaba que la mierda que fuera a hacerle se intensificara. El hecho de abrirle las piernas para encontrar ese agujero tan estrecho que haría que sus pelotas se retorcieran, provocó que sus colmillos rasgaran el manto de la vena. El gruñido que abandonó las fauces de Darren era impresionante, la puta demostración de un terremoto arrastrando los cuerpos por esa tierra pisada por mortales e inmortales en pleno celo. El olor metálico de la sangre era como el jodido corsé de una dama, apretando sus entrañas, succionando el poco aire que sus pulmones devoraban. - No es suficiente. Su voz no era una demanda ni tampoco una respuesta a la pregunta que recién había sido formulada. ¿Por qué habría de molestarse en contestar? Era mas escalofriante cuando las preguntas eran escupidas por su boca y las respuestas obtenidas a través de dolor infligido y placer corrompido. Sus ojos cristalinos marcaban el ultimátum de los juegos. El Diablo miraba a través de su iris, las sombras de sus demonios arrastrándose y enrollándose como culebras a través de sus muñecas y tobillos, clavaban sus colmillos. El veneno que se esparcía por sus venas era tan bestial como lo que despertaba la hembra que obligaba a la Luna a vestirla con su belleza.
Con la espalda sobre el pasto verde y la mirada saboreando los muslos que guardaban el tesoro de la vampiresa, Darren se retorció bajo la mano que apoyaba sobre su pecho. No estaba forcejeando, era solo el regocijo bestial previo a lo que tomaría. La mirada despectiva que ella le regalaba, era una caricia a su sexo, un apretón que le forzaba a gruñir y esperar por más. ¿Realmente creía que era la primera que se le negaba? Jah. Joder era una palabra que cualquiera practicando sexo utilizaba, pero que Darren realmente practicaba. ¿Extremo? Nada jamás era suficiente y esta noche estaba mas que tentado a esparcir el olor de la vampiresa por todo su cuerpo. No movió sus músculos, ¿para qué? Lamió con su lengua el rastro de sangre que había dejado tras haber sido apartado. – No puedo esperar por arrancarte esa prenda y lamer hasta que sientas que mi lengua forma parte de tu entrepierna. La sangre que correría por ahí, seguro como la mierda que sería un manjar si lo sabía trabajar. La sonrisa que esgrimía no desapareció ni cuando ella se alejó dándole la espalda. Se levantó con agilidad, su fuerza parecía haber aumentado tras cada bocanada de sangre. Darren no era un tipo que andaba tras las faldas de las hembras, lo que encontraba en una bien podría encontrarla en otra; pero ella no solo había jodido con su presa (aunque a esas alturas no daba ni un cojón por la víctima que había orillado a las entrañas del laberinto) sino que la quería para esta noche, ¡por supuesto que la quería! – Voy a joderte hasta que la Luna caiga. Arrancó una rosa negra que crecía solitaria entre los altos setos, su voz era fluida y ronca, zigzagueando. Era un gong siendo golpeado. - Puedes jugar a la adulta y aceptarlo, o jugar a correr. No importa un carajo. Ese será el resultado. Los movimientos de caderas de la vampiresa eran una danza erótica que le obligaría a practicar sobre su desnudo y fornido cuerpo.
Darren Ralph- Vampiro/Realeza
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Re: Laberintos Mentales {Eliz} +18
Como el coyote le aúlla a la luna por su insólita presencia en lo alto del cielo, perlada con una belleza descomunal y un deseo irrefutable por ser consagrada, profanada, besada y desquebrajada; el vampiro lloriquea la despedida de Elizabeth frente a sus pupilas. Los neófitos como él son tan estúpidamente predecibles que a la fémina le parece realmente absurdo prestarle un poco de atención. Su forma de hablar, lo directo que era para ese tipo de cosas, solo la vampiresa sabía a cuantos había escuchado de la misma manera que él y cada uno, a su modo, suplicaban por la piedad desquebrajada en la memoria de la condenada. Detiene su andar como si el mismísimo demonio le obstruyera el paso, no por temor a enfrentarlo en una batalla eterna, donde el dolor, la agonía y la muerte incitaban la libido de los entes depravados que se bañan y tragan la basura dentro de su propia inmundicia; si no por el deseo irrefragable de probar su sabia. La chispa de su existencia, se estaba extinguiendo al igual que la llama en el farol de la calle, pero de la misma manera en la que esa frágil lengua de fuego puede avivarse, los pensamientos que en antaño disfrutó con la leyenda del placer inscrito en cada una de sus acciones; podrían quizá, encenderse nuevamente “¡oh, Elizabeth! ¿Realmente estás tan urgida como para detenerte y caer en los brazos de aquel imbécil?” Se cuestiona a si misma encontrándose con una respuesta más que obvia “Hasta el Dios mismo tuvo el error de crear a la humanidad ¿Por qué yo no habría de darme ese lujo?” – Porque soy más grande que él – Su maldito ego no había desaparecido con el pasar de los años. Estaba dispuesta a marcharse del lugar sin dirigirle ni una sola palabra al infeliz que se revolcaba en la putrefacción de su sangre muerta, cuando lo escucha hablar, tan seguro de si mismo que le recordó… No, se proyecta en él.
Una carcajada socarrona, tan cruel y despiadada que el lamento de Satanás al ser atravesado por la espada de Miguel era tan solo un simple mormullo; resuena a lo largo y ancho del maldito jardín. Se gira sobre sus talones y saborea la carne que ha de arrancar de su cuerpo, las pupilas de Elizabeth se llenan de ese goce sombrío, fúnebre, mortuorio… Basta una simple palabra para que abalance contra él y demuestre que no es una de sus rameras, a ella se le habla con respeto o de lo contrario… - Dudo que “joder” sea una de tus cualidades y con esto… – Susurra con sus aires de grandeza. Su destreza es incuestionable, su rapidez por igual y en un solo movimiento ya se encuentra frente a él sujetando la mínima cosa que le colgaba en su pelvis. Lo aprieta importándole muy poco si le duele o no, aunque a decir verdad y a juzgar por el tamaño de la partícula, ella misma dudaba que se pudiese producir el dolor en esa parte de su cuerpo – ¡maldición! ¡Ya te lo arrancaron! – Se mofa en su cara. “Si quieres jugar, tienes que estar dispuesto a bailar con el demonio y pagar la cuota” Miles de juguetes había tenido a lo largo de su camino, siempre encontrando que con el paso del tiempo se vuelven obsoletos y hace tanto tiempo que no experimenta con uno nuevo. Degenerado, pérfido, valemadrista, indecente, depravado, blasfemo, temerario… ¿Estúpido? ¿Cuántas cualidades podrían formar parte de él? Elizabeth no esta lo suficientemente segura pues en sus locos intentos por resumir aún más el poder de su miembro, encontró una develación de carácter descomunal.
Palpando más allá de lo que sostenía en su delgada, fina y gélida mano, se da cuenta que su juicio sobre su cuerpo había errado. Sí, la “cosa” que al tipo le cuelga y le baila entre la ropa interior, crece, tal vez por la excitación, quizá porque lo tenía bien escondido entre las piernas ¡No importa a que mierda se deba! pero de que Elizabeth cometió un error, estaba hecho. La extremidad del vampiro es desgarradora, la hembra puede sentir como le atraviesa con ella hasta partirle el cuerpo en dos y salirse por su garganta. Imágenes bastante gráficas que desconciertan a su propia razón, aún cuando su ser ruge por semejante epifanía, el rostro de la lamia no cambia en lo absoluto, continúa siendo el mismo, ese inexpresivo, inescrutable, aquel que no demuestra otra cosa que no sea su superioridad. Arquea una ceja, sus uñas se clavan en la estaca del infeliz, desgarran parte de su piel y a ella le es indiferente, “oh, no finjas… puedes saborear la excitación en él al igual que en ti” No lo pudo haber dicho mejor. Y pensar que ella solo vagaba entre las calles para confundirse en la penumbra, jugando a que la monotonía no había tocado a su puerta… ¿Será que ese neófito con creencias más absurdas que las inscritas en el sagrado testamento, podría llenarle esta noche? Si una enseñanza le ha dejado su andanza en la tierra durante un milenio es que, las cosas más extraordinarias no se esperan y cuando se espera mucho, terminas por decepcionarte ¿Qué hacer? Solo existe una forma de comprobar su teoría, si le satisface lo dejará vivir, si no, simple… lo matará al igual a otros incautos y continuará con su desgraciada eternidad, por los siglos de los siglos. Amén.
Una carcajada socarrona, tan cruel y despiadada que el lamento de Satanás al ser atravesado por la espada de Miguel era tan solo un simple mormullo; resuena a lo largo y ancho del maldito jardín. Se gira sobre sus talones y saborea la carne que ha de arrancar de su cuerpo, las pupilas de Elizabeth se llenan de ese goce sombrío, fúnebre, mortuorio… Basta una simple palabra para que abalance contra él y demuestre que no es una de sus rameras, a ella se le habla con respeto o de lo contrario… - Dudo que “joder” sea una de tus cualidades y con esto… – Susurra con sus aires de grandeza. Su destreza es incuestionable, su rapidez por igual y en un solo movimiento ya se encuentra frente a él sujetando la mínima cosa que le colgaba en su pelvis. Lo aprieta importándole muy poco si le duele o no, aunque a decir verdad y a juzgar por el tamaño de la partícula, ella misma dudaba que se pudiese producir el dolor en esa parte de su cuerpo – ¡maldición! ¡Ya te lo arrancaron! – Se mofa en su cara. “Si quieres jugar, tienes que estar dispuesto a bailar con el demonio y pagar la cuota” Miles de juguetes había tenido a lo largo de su camino, siempre encontrando que con el paso del tiempo se vuelven obsoletos y hace tanto tiempo que no experimenta con uno nuevo. Degenerado, pérfido, valemadrista, indecente, depravado, blasfemo, temerario… ¿Estúpido? ¿Cuántas cualidades podrían formar parte de él? Elizabeth no esta lo suficientemente segura pues en sus locos intentos por resumir aún más el poder de su miembro, encontró una develación de carácter descomunal.
Palpando más allá de lo que sostenía en su delgada, fina y gélida mano, se da cuenta que su juicio sobre su cuerpo había errado. Sí, la “cosa” que al tipo le cuelga y le baila entre la ropa interior, crece, tal vez por la excitación, quizá porque lo tenía bien escondido entre las piernas ¡No importa a que mierda se deba! pero de que Elizabeth cometió un error, estaba hecho. La extremidad del vampiro es desgarradora, la hembra puede sentir como le atraviesa con ella hasta partirle el cuerpo en dos y salirse por su garganta. Imágenes bastante gráficas que desconciertan a su propia razón, aún cuando su ser ruge por semejante epifanía, el rostro de la lamia no cambia en lo absoluto, continúa siendo el mismo, ese inexpresivo, inescrutable, aquel que no demuestra otra cosa que no sea su superioridad. Arquea una ceja, sus uñas se clavan en la estaca del infeliz, desgarran parte de su piel y a ella le es indiferente, “oh, no finjas… puedes saborear la excitación en él al igual que en ti” No lo pudo haber dicho mejor. Y pensar que ella solo vagaba entre las calles para confundirse en la penumbra, jugando a que la monotonía no había tocado a su puerta… ¿Será que ese neófito con creencias más absurdas que las inscritas en el sagrado testamento, podría llenarle esta noche? Si una enseñanza le ha dejado su andanza en la tierra durante un milenio es que, las cosas más extraordinarias no se esperan y cuando se espera mucho, terminas por decepcionarte ¿Qué hacer? Solo existe una forma de comprobar su teoría, si le satisface lo dejará vivir, si no, simple… lo matará al igual a otros incautos y continuará con su desgraciada eternidad, por los siglos de los siglos. Amén.
Eliz Aldridge- Vampiro Clase Alta
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Re: Laberintos Mentales {Eliz} +18
El uso que se le daba a una rosa valía una mierda. ¿Qué mas daba donde diablos terminara? Una vez marchita a nadie le interesaba. La mayoría de las que recibían ese tipo de presentes alababan la suavidad de sus pétalos e incluso su color intenso. Pero... ¿y sus espinas? Esas pequeñas zarzas que brotaban no parecían cautivar a nadie. Maldiciones se exclamaban ante un improvisto roce. Son unas putas baratas que imploran lágrimas de sangre. Darren se ha pinchado con la que sostiene en su mano, su apenas perceptible aguijonazo le ha astillado. Ríe ante la gota que se cristaliza y en silencio le susurra que los labios que le alimentaran se abrirán una vez los haya desnudado. “Tu uso jamás debe ser sobrevalorado” ¿Qué es el placer sin dolor? Un juego de niños. ¿Qué es el dolor sin placer? ¡La misma belleza! Sus pensamientos actúan como un correcaminos, echan un vistazo a todo lo que ha de reclamar; las largas piernas que siguen su andar coqueto, en ese trasero que se agita como solo una ramera sabe moverlo, en el fuego que se propaga por sus pulmones y se extingue en su carpa. La sonrisa burlesca del vampiro es tan pronunciada como los colmillos que se afilan bajo su labio. - Te diría que te metas esas provocaciones por tu enorme culo pero mi falo quiere reclamar ese derecho. Sus dedos ya retorcían las hebras de su cabello, un jalón equivalía a un contraproducente juego. Cara a cara, nariz contra nariz, colmillos contra colmillos, miradas que se afilaban y cortaban el aire en trocitos. Los feroces grisáceos-azulados ojos de Darren se derrapan en los labios que escupen mentira tras mentira. El ansia de arrancarlos y devorarlos se vuelve insoportable. “¿Por qué puta madre he de refrenarme?” Motivo que solo le hace regocijarse. Esa verga que ella pretende dejar en “ridículo” ha sido bañada en sangre de vampiresas, de vírgenes y putas por igual. El hecho de que Darren presuma no es solo debido a su ego. “Las bocas son cerradas por sí solas... o por mi taladro”
Sin soltar la rosa, desliza su mano y el tallo sobre la mejilla de la hembra. Ésta funciona exactamente igual que las uñas que se entierran sobre su pantalón. Los arañazos en su rostro son el canal para que su sangre corra libremente. - Sigue así y dejaré que te alimentes de esas venas. La voz gutural de Darren dejaba muy en claro a qué venas hacía referencia. En su rostro se lee el placer que le atormenta al sentir como sus bolas son oprimidas por su mano, pero el deleite no es tan palpable hasta que la piel de su miembro se desprende tras ser rasguñado. El hecho de que el cierre del pantalón roce la carne viva... ¡ARGH! La cabrona parece entender lo que le excita. La atrae con fuerza del cabello, lo mueve unos grados... lo suficiente como para desgarrar la piel bajo su oreja. – Vas a volver a hacerlo. La sangre bañaba sus labios, sus colmillos, su brazo. – Pero antes voy a sacarlo. Le soltó el cabello solo para oprimirse los testículos por sí mismo. El ardor era una delicia. Gruñó una vez más, su mano sacando su enorme mástil a través de la bragueta. Se masturba ante ella en un rápido frenesí, arriba, abajo, arriba, abajo. Encierra parte de su tronco en la palma de su mano, las venas están tan remarcadas que representan baches para sus caricias. Pero no importa que sea todo un espectáculo, si quisiera darse placer por su cuenta no estaría buscando someter a la vampiresa. Aleja su mano, la rosa ha caído en algún lugar a los pies de ella o los de él, no está ahí para averiguarlo; le da la vuelta, se mete bajo las faldas de su vestido y con su dedo y la tela que cubre su sexo, se abre paso en su cueva. – Mmm, demasiado estrecha. El dedo que había usado fue relamido por sus labios, solo para ir a por más... - Me dirás tu nombre o dejarás que te bautice con uno que se me antoje. Su lengua lamió la sangre en la mejilla de la hembra antes de envolver los dedos que sabían a ELLA...
Sin soltar la rosa, desliza su mano y el tallo sobre la mejilla de la hembra. Ésta funciona exactamente igual que las uñas que se entierran sobre su pantalón. Los arañazos en su rostro son el canal para que su sangre corra libremente. - Sigue así y dejaré que te alimentes de esas venas. La voz gutural de Darren dejaba muy en claro a qué venas hacía referencia. En su rostro se lee el placer que le atormenta al sentir como sus bolas son oprimidas por su mano, pero el deleite no es tan palpable hasta que la piel de su miembro se desprende tras ser rasguñado. El hecho de que el cierre del pantalón roce la carne viva... ¡ARGH! La cabrona parece entender lo que le excita. La atrae con fuerza del cabello, lo mueve unos grados... lo suficiente como para desgarrar la piel bajo su oreja. – Vas a volver a hacerlo. La sangre bañaba sus labios, sus colmillos, su brazo. – Pero antes voy a sacarlo. Le soltó el cabello solo para oprimirse los testículos por sí mismo. El ardor era una delicia. Gruñó una vez más, su mano sacando su enorme mástil a través de la bragueta. Se masturba ante ella en un rápido frenesí, arriba, abajo, arriba, abajo. Encierra parte de su tronco en la palma de su mano, las venas están tan remarcadas que representan baches para sus caricias. Pero no importa que sea todo un espectáculo, si quisiera darse placer por su cuenta no estaría buscando someter a la vampiresa. Aleja su mano, la rosa ha caído en algún lugar a los pies de ella o los de él, no está ahí para averiguarlo; le da la vuelta, se mete bajo las faldas de su vestido y con su dedo y la tela que cubre su sexo, se abre paso en su cueva. – Mmm, demasiado estrecha. El dedo que había usado fue relamido por sus labios, solo para ir a por más... - Me dirás tu nombre o dejarás que te bautice con uno que se me antoje. Su lengua lamió la sangre en la mejilla de la hembra antes de envolver los dedos que sabían a ELLA...
Darren Ralph- Vampiro/Realeza
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Re: Laberintos Mentales {Eliz} +18
La perra llamada depravación no es un juego de niños, no es para cualquier idiota con aires de grandeza que quiera hacerse pasar por un paria de la perversidad en su mente. Este instinto sodomita acompaña a las putas del demonio para revolcarse entre el fango de la promiscuidad y el deseo, mientras los sátiros las observan, excitándose y masturbándose a carcajadas con cada maldito gemido que derrocha su placer, el sadomasoquismo es opcional… pero a la gran mayoría parece fascinarle la jodida idea que combinar la lascivia con el ardor a carne viva. ¡Que espectáculo! Para la ramera de Elizabeth la sangre no es incentivo que haya que derramarse, si quiere joder lo hará con o sin sacrificios inútiles que ni siquiera el más imbécil de los demonios aceptaría, en esta situación el cabrón quiere follar como es debido, perfecto… Lo complacerá. Sus pérfidos bramidos la enloquecen y el trato que le intenta dar, lo único que consigue es que su inferioridad se vea plagada de idioteces sin sentido ¿Cómo mierdas pretende someterla con tan poca fuerza? Si fingir un orgasmo es fácil, jugar a que le duele también. Las espinas de la puta rosa se clavan en su rostro dejando senderos de sangre, tan apetecibles que puede observar como es que su libido parece incrementar tras el estallido descomunal en el olor de la hembra. Sus palabras no le interesan, a lo único que ella le presta atención es a la verga que sostiene en su mano, esa que parece un mástil emergiendo desde las profundidades del maldito infierno.
¿Cuánto tiempo más lo soportará? Es un juego que depende de ambas partes, no todo será color rosa para él y por supuesto, ella no espera que se la ponga tan fácil “He aquí un verdadero reto” Adivina en el color de sus pupilas toda esa indecencia acumulada con el pasar de los siglos, ninguna de las zorras con las que él se ha revolcado se podría comparar con ella y de él… pues vergas existen muchas y de todos los tamaños, lo importante aquí es ver el desempeño que el desgraciado tiene a la hora de follar. Su cuerpo gira en un descuido “Prometedor, no pierde su tiempo” sonríe con altanería. Su cavidad es profanada por su dedo ¡¿Estrecho?! ¡Maldita sea! Para eso está la metida y la sacada, además del estímulo para dilatar el agujero. Observa por el rabillo del ojo como es que él lame con obscenidad su propio dedo, impregnado con la sabia femenina, el veneno justo para que pierda la cabeza si es que no ha sucumbido ya ante la locura ¿A quién engaña? Ese chulo, no posee cordura alguna. Perdiendo su paciencia, la vampiresa gira sobre sus talones quedando frente a él, sus pupilas marcan cada línea en su rostro, sus manos acarician vertiginosamente su cuerpo de mármol, muerde su labio inferior y sonríe con zángana dicha. Esas faldas que anteriormente cubrieron sus largas, albinas y torneadas piernas, ahora son desgarradas por ella misma para así tener una mejor agilidad. Un salto imprevisto, coloca las piernas de Elizabeth en los hombros de Darren, la vista que él posee es la puerta hacia el paraíso y eso es incuestionable, pero no hizo eso con el afán de entregarle la visión más perfecta a un pendejo cualquiera. Las manos de la fémina rodean su cabeza, levanta la mirada al cielo, gime en un orgasmo imaginario, entre berridos se escucha su nombre – Elizabeth – Una carcajada acompaña el susurro y después el “crack” de su cuello hecho pedazos.
La muy desgraciada ha roto el cuello del vampiro que pretendía follársela, su cuerpo se queda inerte durante un par de segundos y al final cae al suelo con ella encima de él. Cierto es que no lo mató, un vampiro no perece tan fácilmente y un perro como él menos. Esa hazaña le regala los minutos suficientes como par preparar el terreno. “¿Qué tenemos aquí? Un maldito jardín con escoria pretendiendo ser rosas” Piensa para sus adentros rugiendo con el desagrado que encontró en ese estúpido lugar. Estarían mejor en las mazmorras de su mansión en donde tiene… -¡Brillante!- Exclama al toparse de frente con un árbol frondoso. El laberinto que se abre paso es un deleite lleno de enredaderas y espinas… Hubiese deseado que fuesen algo más como… -Esto te va a encantar- Le dice al inconsciente vampiro, arrastra al hipotético cadáver tomándolo por una pierna y dejando que su nuca golpee con las rocas que se encuentran en el camino. De pie frente al inmenso árbol que parece ser un gigante imponente de esos que ya no existen más; su sonrisa se extiende hasta lo inverosímil. Deja el cuerpo en el suelo sin importarle su comodidad y destroza una rama del mismo árbol. Con el mínimo esfuerzo pone de pie a Darren recargado contra el árbol, levanta sus manos por encima de su cabeza, las une por las muñecas y clava allí una estaca hecha con uno de los trozos de la rama, otra más se incrusta en sus pies y la tercera la guarda. Es una magnifica crucifixión improvisada. –oh, vamos despierta… no te querrás perder esto-
¿Cuánto tiempo más lo soportará? Es un juego que depende de ambas partes, no todo será color rosa para él y por supuesto, ella no espera que se la ponga tan fácil “He aquí un verdadero reto” Adivina en el color de sus pupilas toda esa indecencia acumulada con el pasar de los siglos, ninguna de las zorras con las que él se ha revolcado se podría comparar con ella y de él… pues vergas existen muchas y de todos los tamaños, lo importante aquí es ver el desempeño que el desgraciado tiene a la hora de follar. Su cuerpo gira en un descuido “Prometedor, no pierde su tiempo” sonríe con altanería. Su cavidad es profanada por su dedo ¡¿Estrecho?! ¡Maldita sea! Para eso está la metida y la sacada, además del estímulo para dilatar el agujero. Observa por el rabillo del ojo como es que él lame con obscenidad su propio dedo, impregnado con la sabia femenina, el veneno justo para que pierda la cabeza si es que no ha sucumbido ya ante la locura ¿A quién engaña? Ese chulo, no posee cordura alguna. Perdiendo su paciencia, la vampiresa gira sobre sus talones quedando frente a él, sus pupilas marcan cada línea en su rostro, sus manos acarician vertiginosamente su cuerpo de mármol, muerde su labio inferior y sonríe con zángana dicha. Esas faldas que anteriormente cubrieron sus largas, albinas y torneadas piernas, ahora son desgarradas por ella misma para así tener una mejor agilidad. Un salto imprevisto, coloca las piernas de Elizabeth en los hombros de Darren, la vista que él posee es la puerta hacia el paraíso y eso es incuestionable, pero no hizo eso con el afán de entregarle la visión más perfecta a un pendejo cualquiera. Las manos de la fémina rodean su cabeza, levanta la mirada al cielo, gime en un orgasmo imaginario, entre berridos se escucha su nombre – Elizabeth – Una carcajada acompaña el susurro y después el “crack” de su cuello hecho pedazos.
La muy desgraciada ha roto el cuello del vampiro que pretendía follársela, su cuerpo se queda inerte durante un par de segundos y al final cae al suelo con ella encima de él. Cierto es que no lo mató, un vampiro no perece tan fácilmente y un perro como él menos. Esa hazaña le regala los minutos suficientes como par preparar el terreno. “¿Qué tenemos aquí? Un maldito jardín con escoria pretendiendo ser rosas” Piensa para sus adentros rugiendo con el desagrado que encontró en ese estúpido lugar. Estarían mejor en las mazmorras de su mansión en donde tiene… -¡Brillante!- Exclama al toparse de frente con un árbol frondoso. El laberinto que se abre paso es un deleite lleno de enredaderas y espinas… Hubiese deseado que fuesen algo más como… -Esto te va a encantar- Le dice al inconsciente vampiro, arrastra al hipotético cadáver tomándolo por una pierna y dejando que su nuca golpee con las rocas que se encuentran en el camino. De pie frente al inmenso árbol que parece ser un gigante imponente de esos que ya no existen más; su sonrisa se extiende hasta lo inverosímil. Deja el cuerpo en el suelo sin importarle su comodidad y destroza una rama del mismo árbol. Con el mínimo esfuerzo pone de pie a Darren recargado contra el árbol, levanta sus manos por encima de su cabeza, las une por las muñecas y clava allí una estaca hecha con uno de los trozos de la rama, otra más se incrusta en sus pies y la tercera la guarda. Es una magnifica crucifixión improvisada. –oh, vamos despierta… no te querrás perder esto-
Eliz Aldridge- Vampiro Clase Alta
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Re: Laberintos Mentales {Eliz} +18
Su lengua no era más que otra verga que iba a utilizar para penetrar cada una de sus cavidades sin importunarse. Cuando terminara con ella, cada hueco llevaría su nombre impreso. No le importaba llenarse con lo que despedía su boca, sino con lo que encontraba entre las piernas y entre su trasero. Fuese quien fuese la perra que se cogería, sabía rico y olía exquisito. La rosa cayó muerta en el suelo pero haberla usado contra su mejilla no era el objetivo. ¿No servían sus colmillos para hacer las mismas marcas? ¿Entonces...? No importa. Las espinas resucitarán cuando el diablo lo dictamine porque ahora mismo está ocupado observando. No hay tiempo para rugidos, Darren lo envía hacia atrás en el mismo instante en que su lengua arremete contra los pliegues de su sexo, abriéndolos con ferocidad sin permitirle a sus dedos ir a su encuentro. Pero antes de que su boca lograra siquiera succionar... El dolor que explotó desde su cráneo y se extendió hasta su cuerpo, le hizo gruñir mientras... - ¿Dónde puta madre...? Su pregunta murió en cuanto sus ojos captaron el destello de la sangre que se deslizaba por sus costados. No. No estaba mas bajo su yugo ni con sus jugos impregnando su rostro. ¡Maldita sea! Y el dolor... - ¿Qué demonios? Su risa explotó pero esta vez era diferente a cualquiera que había dejado escapar. Ella parecía ser diferente a cualquiera que se había revolcado con él. ¿Era posible? Haber encontrado una hembra con el potencial suficiente como para hacer estallar a su verga. ¡Vamos! Los inmortales no terminaban pero estar al filo y sentir como si aquello fuese a ser posible era igual de magnífico. La verga no se le caería, de eso estaba absolutamente seguro. Las cogidas a las que la había sometido habían probado la severidad de sus palabras.
– Te aplaudiría tu hazaña pero tendrá que ser pospuesto. Su boca escupía sarcasmo conforme sus ojos perforaban el cuerpo que iba a joder en cuanto bajara. El dolor que sentía en cada músculo hacía que brotara la sonrisa más maldita e impresionante, una que ni el mismo Dios de los Infiernos podía plagiar. – Si querías que no usara las manos mientras me hacías la mamada, solo tenías que pedirlo cielo. Puedo ponerme tan tieso como la verga que te mueres por meterte en el trasero. Las espinas se clavaban en su cuerpo, ríos de sangre brotaban de sus muñecas. O sí. Sus colmillos se habían desnudado por completo, dejando ver toda la serie de filosos dientes. Iba a clavarlos en sus muslos y reclamar cada gota que desperdiciara con avidez. ¿Era eso lo que buscaba? Porque lo encontraría. Darren apreciaba una buena batalla incluso mientras tenía sexo. Por ello disfrutaba de las violaciones, al menos hasta que el llanto de sus putas les hacía querer partirles el cuello. Irónico, dado lo que Elizabeth había hecho con el suyo. – ¿Y bien Eli? Por supuesto que buscaba hacerle estallar. Si hacía este tipo de eventos cuando tan solo cruzaban un par de palabras, ni pensar en cuanto estuvieran en pleno celo. Gruñó de nuevo. Las putas espinas se incrustaban más en su espalda. Lamió con obscenidad la sangre que le bañaba de vez en cuando. Sus testículos se aplastaban contra la bragueta pero dado que su pene no se quejaba haciendo presión, eso le decía que ella no se había “molestado” en guardarlo. Lo cual era jodidamente bueno. - ¿Que esperas para inclinarte y llenarte los labios con ese enorme pedazo? Jah. Aún cuando sus pies estaban clavados y no podía defenderse en caso de que ella decidiera no mamar pero si jugar con su miembro, le excitaba ese juego.
FDR: {Disculpa la tardanza pero Eliz la puso difícil! }
– Te aplaudiría tu hazaña pero tendrá que ser pospuesto. Su boca escupía sarcasmo conforme sus ojos perforaban el cuerpo que iba a joder en cuanto bajara. El dolor que sentía en cada músculo hacía que brotara la sonrisa más maldita e impresionante, una que ni el mismo Dios de los Infiernos podía plagiar. – Si querías que no usara las manos mientras me hacías la mamada, solo tenías que pedirlo cielo. Puedo ponerme tan tieso como la verga que te mueres por meterte en el trasero. Las espinas se clavaban en su cuerpo, ríos de sangre brotaban de sus muñecas. O sí. Sus colmillos se habían desnudado por completo, dejando ver toda la serie de filosos dientes. Iba a clavarlos en sus muslos y reclamar cada gota que desperdiciara con avidez. ¿Era eso lo que buscaba? Porque lo encontraría. Darren apreciaba una buena batalla incluso mientras tenía sexo. Por ello disfrutaba de las violaciones, al menos hasta que el llanto de sus putas les hacía querer partirles el cuello. Irónico, dado lo que Elizabeth había hecho con el suyo. – ¿Y bien Eli? Por supuesto que buscaba hacerle estallar. Si hacía este tipo de eventos cuando tan solo cruzaban un par de palabras, ni pensar en cuanto estuvieran en pleno celo. Gruñó de nuevo. Las putas espinas se incrustaban más en su espalda. Lamió con obscenidad la sangre que le bañaba de vez en cuando. Sus testículos se aplastaban contra la bragueta pero dado que su pene no se quejaba haciendo presión, eso le decía que ella no se había “molestado” en guardarlo. Lo cual era jodidamente bueno. - ¿Que esperas para inclinarte y llenarte los labios con ese enorme pedazo? Jah. Aún cuando sus pies estaban clavados y no podía defenderse en caso de que ella decidiera no mamar pero si jugar con su miembro, le excitaba ese juego.
FDR: {Disculpa la tardanza pero Eliz la puso difícil! }
Darren Ralph- Vampiro/Realeza
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Re: Laberintos Mentales {Eliz} +18
Las carcajadas de Lucifer se conglomeraban en los sentidos de Elizabeth, cada blasfemia con la cual le acariciaba la piel a manera del susurrante viento, le ayuda a idear miles de locuras que compartiría con Darren, un idiota al que le gusta ser flagelado. La sangre brotaba de sus estigmas como un manantial en medio de un frondoso bosque; la frescura de la briza, se puede comparar con el hedor a sangre repugnante que él despide, la belleza de la naturaleza es inversamente proporcional a la excitación que, repentinamente se ve reflejada en el falo del vampiro, una estaca de mármol perfectamente erguida, esperando ser derribada por la tormenta en el fin del mundo. Pero Elizabeth no tiene planes de complacerlo, ella no es una perra que se agacha para esperar a que el macho le penetre hasta saciarse… no, esa mujer es mucho más que eso y él está a punto de comprobarlo. Jugando con el trozo de madera entre sus manos, escucha todo lo que Darren tiene que decirle, una vez que su boca a callado, la de la lamia sonríe con descomunal malicia… Las hojas muertas, danzan con las ráfagas de aire, se revuelcan entre oleajes de placer orgásmicos y sus bramidos se resumen a ese sigiloso chiflido. Pavoneándose, moviendo sus caderas, seduciendo las pupilas del “anticristo” se aproxima hasta él con encanto. Una vez allí desaparece la tela que le impide apreciar el arma de su puto, se arrodilla frente a él y exhala el aire alojado en sus pulmones como quien suspira frente a algo que le causa conmoción, pero no se le tiene que creer todo a esa perra, porque esa vampiresa es una maestra en la mentira. Rasga el miembro con la punta de su estaca improvisada, asciende por su pelvis con su gélido aliento chocando contra su piel, besa su vientre… hiere con sus colmillos el pecho, lame su cuello, muerde su mentón y besa con desdén sus fructíferos labios, pero rompe el inferior. Un minuto de paraíso por una eternidad de tormentos.
Un relámpago que a lo lejos es lanzado a la tierra por las manos de Zeus, captura en momento justo en que Elizabeth hace bajar su mano hasta las caderas del vampiro. Cada segundo que pasa es mortal, incluso si para ambos el tiempo no significa nada; allí frente a frente, sus fortalezas son resumidas a un pedazo de cenizas que, tras el soplo del viento, se difuminan en la nada. ¿Por qué alguien tan imponente como ella, se dejaría enloquecer por una insignificante mierda como él? Es simple, la cordura es otra falacia más dentro de la filosofía mental. Con su mano libre, toma su miembro, lo masajea para entregarle el placer de ser masturbado. Escuchando sus berridos, aún cuando no ha dicho nada, sonríe enloquecidamente – No me confundas con las otras putas que has tenido – Su uña se clava en la pálida piel – yo soy tu vicio y obsesión… - Su muñeca maniobra de tal forma que, gira y con ella el falo del vampiro – no estoy aquí para complacerte – dobla la virilidad del vampiro como si de un pedazo de tela se tratara. Le importa muy poco si le desgarra el dolor o lo hace explotar con un retorcido orgasmo famélico. Levanta su mano y libera las suyas de aquella “crucifixión” – tú lo harás conmigo – Su rodilla golpea su ingle. Restregando su cuerpo cada vez más al de Darren, lo invita a vengarse. ¿Qué le puede hacer un neófito que sea lo suficientemente insano como para sorprenderla? Dicen que es un error juzgar al libro por la portada, dicen que no se debe subestimar al loco, pero tras su paso por esta tierra, ha visto la crueldad tantas veces que hasta el mismo demonio parece ser un aficionado. Deposita un beso en la frente del cainita, de esos que cualquier madre deja en sus hijos para recordarles que los quiere, pero ese detalle, precisamente con esa fémina… ¡Maldición! Será mejor que él sea tan bueno como presume de lo contrario, lo encadenará a una gárgola para esperar que el abrasivo sol le de el beso de despedida.
Un relámpago que a lo lejos es lanzado a la tierra por las manos de Zeus, captura en momento justo en que Elizabeth hace bajar su mano hasta las caderas del vampiro. Cada segundo que pasa es mortal, incluso si para ambos el tiempo no significa nada; allí frente a frente, sus fortalezas son resumidas a un pedazo de cenizas que, tras el soplo del viento, se difuminan en la nada. ¿Por qué alguien tan imponente como ella, se dejaría enloquecer por una insignificante mierda como él? Es simple, la cordura es otra falacia más dentro de la filosofía mental. Con su mano libre, toma su miembro, lo masajea para entregarle el placer de ser masturbado. Escuchando sus berridos, aún cuando no ha dicho nada, sonríe enloquecidamente – No me confundas con las otras putas que has tenido – Su uña se clava en la pálida piel – yo soy tu vicio y obsesión… - Su muñeca maniobra de tal forma que, gira y con ella el falo del vampiro – no estoy aquí para complacerte – dobla la virilidad del vampiro como si de un pedazo de tela se tratara. Le importa muy poco si le desgarra el dolor o lo hace explotar con un retorcido orgasmo famélico. Levanta su mano y libera las suyas de aquella “crucifixión” – tú lo harás conmigo – Su rodilla golpea su ingle. Restregando su cuerpo cada vez más al de Darren, lo invita a vengarse. ¿Qué le puede hacer un neófito que sea lo suficientemente insano como para sorprenderla? Dicen que es un error juzgar al libro por la portada, dicen que no se debe subestimar al loco, pero tras su paso por esta tierra, ha visto la crueldad tantas veces que hasta el mismo demonio parece ser un aficionado. Deposita un beso en la frente del cainita, de esos que cualquier madre deja en sus hijos para recordarles que los quiere, pero ese detalle, precisamente con esa fémina… ¡Maldición! Será mejor que él sea tan bueno como presume de lo contrario, lo encadenará a una gárgola para esperar que el abrasivo sol le de el beso de despedida.
Eliz Aldridge- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/01/2011
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Re: Laberintos Mentales {Eliz} +18
El Dios ante el que los mortales se arrodillaban para redimir cada uno de sus putos pecados se estaba retorciendo en su reino, escupiendo rabia de la histeria por no haber sido él quien se encontraba en la posición del vampiro que colgaba con la verga de fuera, con esa sonrisa expandiéndose y deformando su rostro en el mismo demonio. No había mucho que pudiese hacer desde su posición, excepto esperar a que ella hiciera cualquier mierda para mantenerlo “despierto”. La sangre cae obscenamente sobre sus costillas, ríos escarlata que lamen lentamente su piel. La vampiresa debería estar hastiándose de él. ¿Con quién demonios creía estar tratando? Toda puta necesita ser azotada cuando ignora las órdenes de un cliente que paga. Su mirada destella en rojo, se inyecta en sangre, en la oscuridad más mortífera que ni el manto sin estrellas podría asemejar. La boca de un lobo, las garras de una bestia, la lengua viperina de una serpiente. Jah. Es solo el reflejo de todos los demonios arrastrándose ante la imagen de Lucifer, desnudando sus cuerpos para joder con él. Los orbes siguen de cerca a la vampiresa que se cree la reina de la noche. Darren sonríe como un demente. Es una belleza, sí, un gusto para sus ojos y, ¿qué? Solo servirá para las noches de ocio, reemplazando el trabajo de las putas que no saben hacer su trabajo. ¿Cuántas vergas había secado? Seguramente tantas como él había degustado. Eliz no necesita berrear para demostrarle que se muere por probarlo. Ese tonto orgullo solo le demuestra que se siente tan superior como él, incluso en esa posición. Estaba tan aburrido de las mujeres huecas. Incluso entre los de su raza no había alguna que valiera el recuerdo, el despliegue descomunal de sus estocadas y la jodida hasta que sangraran. Apremió a Eliz con un gruñido de su pecho. ¿No era eso lo que deseaba? ¿Sentirse con el poder de que provocaba ese maldito placer en él? Las venas de Darren se marcan profusamente. No es dolor lo que siente, sino pura satisfacción. Eliz podría arrancarle la verga y colgársela en su cuello y aún así la sonrisa de superioridad no desaparecería. Era un Dios, no cualquier mendigo limosneando por un pedazo de carne.
- Sigue gorjeando amor. Me gusta saber que te resulto tan irresistible que buscas golpear mi orgullo. Toma nota cielo, es inquebrantable. Por mucho que su verga, - ahora roja - le señalara, no era momento para usarla. Eliz no podía solo esperar que Darren acudiera a su grito de auxilio. Era simple. Estaban en una jodida encrucijada. La mano del vampiro bajó hasta la punta de su miembro, encontrando las pequeñas gotas que la herida de su estaca había provocado. La llevó hasta su boca, lamiendo su propia esencia, disfrutando del escozor que aún se arremolinaba en sus testículos. – ¿Estás tan necesitada que buscas abrirle las piernas a cualquiera, Eliz? En eso no eres diferente a todas mis putas. Si quieres a un perro que te siga, afloja tu correa primor o solo vas a conseguir que se te suba. Ahora que las espinas se habían retirado de su cuerpo, las laceraciones comenzaban a cicatrizar. Darren dio unos pasos hacia la vampiresa. La bestia dentro de él quería atacar, devolverle el pago... pero la otra parte se negaba a darle lo que quería. Ceder a sus demandas era algo que el vampiro no estaba dispuesto a permitir. Si cedía ahora... Jah. La simple idea era una aberración. – Puedes seguir “fingiendo” que tu vagina no está chorreando por esta verga que te está apuntando y dejarme entrar. O seguir esperando a que uno de los dos se arrodille ante el otro. Decide cielo, que podríamos estar produciendo en vez de perder el tiempo. Sí. ¿Quién dijo que no se puede esperar para atacar? Darren solo es una bestia sin domesticar... pero también habilitada para aguardar...
FDR: {Mátame (?) XDDDD Ya sé que mis disculpas a estas alturas ni se valoran U_U Pero disculpa, Darren me daba problemas ¬¬ }
Darren Ralph- Vampiro/Realeza
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