AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Laberintos mentales (Eric)
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Laberintos mentales (Eric)
Generalmente ambos evitaban vivir en la misma ciudad o verse muy a menudo, no presisamente porque no disfrutara de la compañía mutua, sino más bien porque disfrutaban demasiado de la soledad y en el fondo sabían que se tenían el uno a otro. Así era como había sido su relación con Soren su vastago, por más de 200 años, eran como dos amigos que se encontraban de vez en cuando el destino los cruzaba en sus azares impredesibles y disfrutaban de esos momentos para volver a continuar con sus existencias por separado. Particularmente en ese momento de su vida, el destino le había llevado a la misma ciudad de su vastago, había sido notificado su traslado al sanatorio de Paris y así mismo al hospital.
Sabía que Soren había ido a Francia, pero no tenía idea de su paradero específico, hasta que, como era de esperarse le había llamado telepáticamente para que fuera a limpiar sus desastres, no llevaba menos de un mes allí y ya había tenido que curar a ese pintorsito exasperante dos veces (y le había intentado asesinar una), había tenido que engañar al otro pintorsito neurótico (y dejarlo inconsciente de un golpe en la nuca) e inclusive había resultado cuidando de un tal vampiro Eric.
¡Y apenas llevaba un mes! meneó la cabeza mientras salía de la habitación de uno de sus pascientes, una simpática joven que sufría de lo que se conocía como Paranoia y psicosis y que era jusgada de ser poseía por demonios gracias a ello. Caminó por los corredores solitarios, a esas horas de la noche muchos de los pascientes se iban quedando dormidos (los que podían) y el sanatorio se volvía silencioso y tranquilo. Su turno duraba toda la noche, pero debido a los pocos pascientes, podía escaparse para cenar algo rápido de algún cuello por ahí.
Se dirigía al sótano del lugar para revisar las proviciones de drogas que habían llegado desde Inglaterra esa mañana, debía checarlas y clasificarlas, pues el medico de turno no había podido hacerlo gracias a una emergencia familiar. - Humanos - Murmuró bajando las escaleras perdiéndose en la oscuridad del lugar.
Sabía que Soren había ido a Francia, pero no tenía idea de su paradero específico, hasta que, como era de esperarse le había llamado telepáticamente para que fuera a limpiar sus desastres, no llevaba menos de un mes allí y ya había tenido que curar a ese pintorsito exasperante dos veces (y le había intentado asesinar una), había tenido que engañar al otro pintorsito neurótico (y dejarlo inconsciente de un golpe en la nuca) e inclusive había resultado cuidando de un tal vampiro Eric.
¡Y apenas llevaba un mes! meneó la cabeza mientras salía de la habitación de uno de sus pascientes, una simpática joven que sufría de lo que se conocía como Paranoia y psicosis y que era jusgada de ser poseía por demonios gracias a ello. Caminó por los corredores solitarios, a esas horas de la noche muchos de los pascientes se iban quedando dormidos (los que podían) y el sanatorio se volvía silencioso y tranquilo. Su turno duraba toda la noche, pero debido a los pocos pascientes, podía escaparse para cenar algo rápido de algún cuello por ahí.
Se dirigía al sótano del lugar para revisar las proviciones de drogas que habían llegado desde Inglaterra esa mañana, debía checarlas y clasificarlas, pues el medico de turno no había podido hacerlo gracias a una emergencia familiar. - Humanos - Murmuró bajando las escaleras perdiéndose en la oscuridad del lugar.
Erkki Aliranta- Vampiro Clase Media
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Re: Laberintos mentales (Eric)
Otra noche más. Otra, entre tantas como aquella. Encerrado entre las cuatro paredes de aquel sótano, con la mirada perdida en la oscuridad y oyendo apenas el agua que caía de una gotera que allí había.
Era solo otra noche donde la soledad me inundaba y el dolor ya había ganado la batalla antes de que nos enfrentásemos.
El recuerdo de Flavio, de sus últimos momentos en mis brazos, de cómo aquellos malditos bastardos abusaban de él como de un juguete de trapo, pero sobre todo, de su sonrisa y sus ojos clavándose en los míos, sin oír ninguna voz más que la del viento peinando sus cabellos.
Comenzaba a preguntarme, allí solo y con aquel silencio, si algún día llegaría a recordarle por completo, si algún día podría saber quién había sido y por qué me habían condenado a aquella vida.
¿Quieres que te recuerde por qué y cómo llegaste a esto?
-No.- murmuré arrastrando las palabras con debilidad, arruinando la magia del silencio.
Lo último que necesitaba era revivir la angustia de sentirme muerto en manos de una mujer que no recordaba ni reconocía, pero que sabía con claridad que era mi creadora. El por qué lo había hecho, quién podía saber si lo recordaría algún día.
Suspiré apoyando la cabeza en la pared, mirando un momento por una diminuta ventana, entrecerrando los ojos por el fuerte brillo de la luna. ¿Qué podría darme el mundo para acallar mi dolor? ¿Que podría darme la vida además de dolor y miedo?
Me sobresalté antes de poder responderme a todas aquellas preguntas, pues se oían unos pasos en las escaleras que daban al sótano donde llevaba tiempo ocultándome.
Fruncí el ceño molesto, esperaba que solo fueran imaginaciones mías, porque lo último que necesitaba era algún humano gritando "¡un loco se ha escapado!" o cosas así.
Era solo otra noche donde la soledad me inundaba y el dolor ya había ganado la batalla antes de que nos enfrentásemos.
El recuerdo de Flavio, de sus últimos momentos en mis brazos, de cómo aquellos malditos bastardos abusaban de él como de un juguete de trapo, pero sobre todo, de su sonrisa y sus ojos clavándose en los míos, sin oír ninguna voz más que la del viento peinando sus cabellos.
Comenzaba a preguntarme, allí solo y con aquel silencio, si algún día llegaría a recordarle por completo, si algún día podría saber quién había sido y por qué me habían condenado a aquella vida.
¿Quieres que te recuerde por qué y cómo llegaste a esto?
-No.- murmuré arrastrando las palabras con debilidad, arruinando la magia del silencio.
Lo último que necesitaba era revivir la angustia de sentirme muerto en manos de una mujer que no recordaba ni reconocía, pero que sabía con claridad que era mi creadora. El por qué lo había hecho, quién podía saber si lo recordaría algún día.
Suspiré apoyando la cabeza en la pared, mirando un momento por una diminuta ventana, entrecerrando los ojos por el fuerte brillo de la luna. ¿Qué podría darme el mundo para acallar mi dolor? ¿Que podría darme la vida además de dolor y miedo?
Me sobresalté antes de poder responderme a todas aquellas preguntas, pues se oían unos pasos en las escaleras que daban al sótano donde llevaba tiempo ocultándome.
Fruncí el ceño molesto, esperaba que solo fueran imaginaciones mías, porque lo último que necesitaba era algún humano gritando "¡un loco se ha escapado!" o cosas así.
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Re: Laberintos mentales (Eric)
(( Joder se me borró el post que llevaba Dx ))
Bajó las escaleras envuelto en la oscuridad, sus ojos acostumbados a la visión nocturna le permitieron ubicarse espacialmente y caminó gracilmente por entre las desordenadas cajas. El desorden del lugar lo recibió, así como también el fuerte olor a pescado podrido. Esperaba que el olor no viniera de la medicina o ya podía imaginar la cara de pre-infarto del director del hospital cuando supiera que las drogas habían llegado malas.
El hospital había comprado las drogas con el poco dinero que llegaba através de las donaciones de la iglesia y seamos francos, a nadie le importa mucho el destino de unos simples locos, el mejor presupuesto se iba para el hospital pricipal donde si se hacían cosas importantes como salvar vidas.
Encendió un candelabro más por apariencia que por necesidad, sería extraño si otro doctor le encontraba en la oscuridad clasificando cajas. Lo depositó en un lugar alto donde pudiera iluminar parte del lugar y se llevó las manos a la cintura - ¡Bien! Entre más rápido comencemos, más rápido terminaremos - Exclamó para si mismo y se sacó unos papeles de su bata de doctor agarrados con un gancho, se apoyó en una butaca de madera y comenzó a checar los números en serie de las cajas y a compararlos con su lista.
Entonces percibió algo inisual (además del olor a pescado, claro) allí había alguien más. Simulo continuar en lo suyo, pero con su visión de auras escaneó el lugar buscando por formas vivientes y no-vivientes. Ya lo decía la tía Lovisa, había que estar preparado...
Bajó las escaleras envuelto en la oscuridad, sus ojos acostumbados a la visión nocturna le permitieron ubicarse espacialmente y caminó gracilmente por entre las desordenadas cajas. El desorden del lugar lo recibió, así como también el fuerte olor a pescado podrido. Esperaba que el olor no viniera de la medicina o ya podía imaginar la cara de pre-infarto del director del hospital cuando supiera que las drogas habían llegado malas.
El hospital había comprado las drogas con el poco dinero que llegaba através de las donaciones de la iglesia y seamos francos, a nadie le importa mucho el destino de unos simples locos, el mejor presupuesto se iba para el hospital pricipal donde si se hacían cosas importantes como salvar vidas.
Encendió un candelabro más por apariencia que por necesidad, sería extraño si otro doctor le encontraba en la oscuridad clasificando cajas. Lo depositó en un lugar alto donde pudiera iluminar parte del lugar y se llevó las manos a la cintura - ¡Bien! Entre más rápido comencemos, más rápido terminaremos - Exclamó para si mismo y se sacó unos papeles de su bata de doctor agarrados con un gancho, se apoyó en una butaca de madera y comenzó a checar los números en serie de las cajas y a compararlos con su lista.
Entonces percibió algo inisual (además del olor a pescado, claro) allí había alguien más. Simulo continuar en lo suyo, pero con su visión de auras escaneó el lugar buscando por formas vivientes y no-vivientes. Ya lo decía la tía Lovisa, había que estar preparado...
Erkki Aliranta- Vampiro Clase Media
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Re: Laberintos mentales (Eric)
((Que mala suerte x_x Perdona la tardanza, deberes, deberes everywhere~~))
Aquellos pasos continuaron escuchándose, y la puerta se abrió dejando entrever la figura de un médico. ¿Un médico en el sótano? Nunca bajaban allí, lo sabía ya por experiencia. Observé la figura de aquel hombre desde mi lugar, sentado en el suelo, esperando que se largase pronto y no me descubriese. ¡Solo me faltaba que me encerrarsen en una cárcel para locos!
El candelabro que solía usar cuando no quería pintar a oscuras se encendió y fue depositado en lugar alto, dando luz a la estancia. Esperaba que mi figura no se distinguiese detrás de aquellas estanterías. Todo vestido de negro podía pasar como un bulto cualquiera... ¿no? Qué cosas más estúpidas tenía a veces.
-¡Bien! Entre más rápido comencemos, más rápido terminaremos .- se oyó de pronto. Arquée una ceja, aquella voz era demasiado familiar para mí.
Que bastardo eres, ¿ni siquiera recuerdas a los que te han ayudado?. Por una vez mi mente resultó realmente útil. ¡Claro! El doctor amigo de Soren, Erkki Aliranta, creía recordar. ¿Pero qué hacía allí?
Tenía unas impulsivas ganas de levantarme e ir a saludarle, ¿pero de qué podría hablar un vampiro encerrado entre las cuatro paredes de un sótano? Uno que además, vivía más en el pasado que en el presente. Negué con la cabeza y sacudí mis ropas para levantarme lentamente, sin hacer ruído, y salir de detrás de la estantería donde me ocultaba.
-No sabía que los vampiros también podían drogarse....- susurré caminando hacia él con una irónica sonrisa en los labios. Una que costaba fingir, en realidad, pero a Erkki aquello no tendría por qué interesarle. -Es agradable tener visita de vez en cuando....- continué con aquel falso tono irónico que tanto me costaba soportar. Maldita mi debilidad, maldita.
Me apoyé en el borde de la estantería metiendo las manos en mis bolsillos, más bien por cansancio, no por intentar hacerme el interesante o aquellas tonterías que hacían a veces algunos vampiros. Apoyé también la cabeza en ésta, ¿como podía estar tan débil? Ah, claro. Faltaba sangre. En realidad, lo que faltaban eran ganas de alimentarse... o quizá, faltaba una razón por la que continuar haciéndolo.
Aquellos pasos continuaron escuchándose, y la puerta se abrió dejando entrever la figura de un médico. ¿Un médico en el sótano? Nunca bajaban allí, lo sabía ya por experiencia. Observé la figura de aquel hombre desde mi lugar, sentado en el suelo, esperando que se largase pronto y no me descubriese. ¡Solo me faltaba que me encerrarsen en una cárcel para locos!
El candelabro que solía usar cuando no quería pintar a oscuras se encendió y fue depositado en lugar alto, dando luz a la estancia. Esperaba que mi figura no se distinguiese detrás de aquellas estanterías. Todo vestido de negro podía pasar como un bulto cualquiera... ¿no? Qué cosas más estúpidas tenía a veces.
-¡Bien! Entre más rápido comencemos, más rápido terminaremos .- se oyó de pronto. Arquée una ceja, aquella voz era demasiado familiar para mí.
Que bastardo eres, ¿ni siquiera recuerdas a los que te han ayudado?. Por una vez mi mente resultó realmente útil. ¡Claro! El doctor amigo de Soren, Erkki Aliranta, creía recordar. ¿Pero qué hacía allí?
Tenía unas impulsivas ganas de levantarme e ir a saludarle, ¿pero de qué podría hablar un vampiro encerrado entre las cuatro paredes de un sótano? Uno que además, vivía más en el pasado que en el presente. Negué con la cabeza y sacudí mis ropas para levantarme lentamente, sin hacer ruído, y salir de detrás de la estantería donde me ocultaba.
-No sabía que los vampiros también podían drogarse....- susurré caminando hacia él con una irónica sonrisa en los labios. Una que costaba fingir, en realidad, pero a Erkki aquello no tendría por qué interesarle. -Es agradable tener visita de vez en cuando....- continué con aquel falso tono irónico que tanto me costaba soportar. Maldita mi debilidad, maldita.
Me apoyé en el borde de la estantería metiendo las manos en mis bolsillos, más bien por cansancio, no por intentar hacerme el interesante o aquellas tonterías que hacían a veces algunos vampiros. Apoyé también la cabeza en ésta, ¿como podía estar tan débil? Ah, claro. Faltaba sangre. En realidad, lo que faltaban eran ganas de alimentarse... o quizá, faltaba una razón por la que continuar haciéndolo.
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Re: Laberintos mentales (Eric)
No esperaba encontrarse a nadie allí abajo, mucho menos a alguien conocido, no había entablado amistades con nadie en particular en el hospital, por lo que le sorprendió bastant escuchar una voz en medio de la penumbra. Pero la sorpresa fue mucho mayor al reconcoer al portador de esa voz. ¿Como era que se llamaba? ¿Casimiro? ¿Iñaki?. Pero bueno, era el vampiro de la aventurilla de Soren, parecía estár mucho mejor, aunque en la oscuridad todo el mundo se veía bien.
- Valla, valla, valla - Comentó girándose para observarle - Y yo que pensaba que me aburría aquí solo clasificando estás malditas drogas - Exclamó sin ocultar su sorpresa - ¿A que debo tan peculiar e inesperada visita? -
Se quedó observándole de arriba abajo, no recordaba que el hombre estuviera tan demacrado, claro que su memoria no era muy buena, ¿No tenía una barba también y un parche en el ojo?
No Erkki idiota, eso te lo soñaste anoche.
- Pues acomodese en una de esas butacas y hécheme una mano si no tiene algo mejor que hacer, claro está - Agregó señalándo por encima del hombro una de las butacas al fondo cerca de unos traperos y escobas - Siempre lo he dicho, dos vampiros trabajan mejor que uno - Finalizó con una sonrisa.
- Valla, valla, valla - Comentó girándose para observarle - Y yo que pensaba que me aburría aquí solo clasificando estás malditas drogas - Exclamó sin ocultar su sorpresa - ¿A que debo tan peculiar e inesperada visita? -
Se quedó observándole de arriba abajo, no recordaba que el hombre estuviera tan demacrado, claro que su memoria no era muy buena, ¿No tenía una barba también y un parche en el ojo?
No Erkki idiota, eso te lo soñaste anoche.
- Pues acomodese en una de esas butacas y hécheme una mano si no tiene algo mejor que hacer, claro está - Agregó señalándo por encima del hombro una de las butacas al fondo cerca de unos traperos y escobas - Siempre lo he dicho, dos vampiros trabajan mejor que uno - Finalizó con una sonrisa.
Erkki Aliranta- Vampiro Clase Media
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Re: Laberintos mentales (Eric)
((No he podido evitar reírme con el humor de Erkki... xD))
-Valla, valla, valla.- comenzó volteándose para mirarme.-Y yo que pensaba que me aburría aquí solo clasificando estás malditas drogas.- continuó sin dejar de lado aquella expresión de sorpresa.- ¿A que debo tan peculiar e inesperada visita?.- reí irónicamente, ¿visita? Él era la visita, no yo.-Pues acomodese en una de esas butacas y hécheme una mano si no tiene algo mejor que hacer, claro está .- continuó señalando una butaca escondida entre traperos y escobas. -Siempre lo he dicho, dos vampiros trabajan mejor que uno.- finalizó con una amable sonrisa.
-Eso debería decir yo... a fin de cuentas, esta es... ¿mi casa?.- negué con la cabeza riéndome distante, con la cabeza en todas partes menos en el lugar. Me acerqué a la butaca que me había señalado y la arrastré hasta cerca de donde él se encontraba. -Ponte cómodo.- dije intentando mostrar mi lado más amable, si es que lo tenía. -Así que tienes que clasificar drogas... ¿como puedo ayudar yo?.- le cuestioné mientras arrastraba la otra butaca con dificultad para finalmente acomodarme en ella sentándome con las piernas cruzadas sobre ésta.
No tenía ni idea de cómo podía ayudarle, pero al menos tenía compañía, una que me ayudaría a olvidarme durante un rato todos los vaivenes de mi mente y el recuerdo constante de Flavio que tanto me debilitaban. Eché la cabeza hacia atrás, apoyándola en el respaldo de la butaca, y cerré los ojos agotado mientras esperaba su respuesta. Me daba miedo domirme, pero necesitaba descansar los ojos un momento...
-Valla, valla, valla.- comenzó volteándose para mirarme.-Y yo que pensaba que me aburría aquí solo clasificando estás malditas drogas.- continuó sin dejar de lado aquella expresión de sorpresa.- ¿A que debo tan peculiar e inesperada visita?.- reí irónicamente, ¿visita? Él era la visita, no yo.-Pues acomodese en una de esas butacas y hécheme una mano si no tiene algo mejor que hacer, claro está .- continuó señalando una butaca escondida entre traperos y escobas. -Siempre lo he dicho, dos vampiros trabajan mejor que uno.- finalizó con una amable sonrisa.
-Eso debería decir yo... a fin de cuentas, esta es... ¿mi casa?.- negué con la cabeza riéndome distante, con la cabeza en todas partes menos en el lugar. Me acerqué a la butaca que me había señalado y la arrastré hasta cerca de donde él se encontraba. -Ponte cómodo.- dije intentando mostrar mi lado más amable, si es que lo tenía. -Así que tienes que clasificar drogas... ¿como puedo ayudar yo?.- le cuestioné mientras arrastraba la otra butaca con dificultad para finalmente acomodarme en ella sentándome con las piernas cruzadas sobre ésta.
No tenía ni idea de cómo podía ayudarle, pero al menos tenía compañía, una que me ayudaría a olvidarme durante un rato todos los vaivenes de mi mente y el recuerdo constante de Flavio que tanto me debilitaban. Eché la cabeza hacia atrás, apoyándola en el respaldo de la butaca, y cerré los ojos agotado mientras esperaba su respuesta. Me daba miedo domirme, pero necesitaba descansar los ojos un momento...
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Re: Laberintos mentales (Eric)
Erkki arqueó las cejas sorprendido frente a lo que Eric decía. ¿Su casa? ¿El sanatorio?
- ¿Estás siendo metafórico o es literal? ¿De verdad vives aquí? - Preguntó con curiosidad observándo como se sentaba. - Yo trabajo aquí, como ya sabes soy doctor y en realidad he sido trasladado a la unidad de psiquiatria, pero cuando uno es tan bueno... - Rie medio en broma - Me hacen ir a la hospital central a ver otros pascientes, aunque no es realmente parte de mi trabajo -
Se encogió de hombros, era bueno tener compañía a esas horas de la noche, compañía no humana y menos demente, porque dudaba que Eric estuviera tan jodido como los pobres pascientes del piso superior.
- Oh, no es complejo del todo - Comienza a decir mostrándole la lista en la hoja de papel - Esta medicina ha llegado desde Inglaterra, pero el inepto que la recibió no la chequeó porque su abuela murió... por tecera vez - Blanquea los ojos - ¡Humanos! Siempre con la muerte como excusa... - Dejó escapar un suspiro y llevó dedo al aire - Ahh si, lo que decía, hay que checar estos numeritos aquí - Continuó señalando unas etiquetas pegadas las cajas - Y en teoría deben corresponder a estos... ¿Entonces me hechas una mano Mosieur Eric -
¡Eric! ¡así era como se llamaba el condenado!
- ¿Estás siendo metafórico o es literal? ¿De verdad vives aquí? - Preguntó con curiosidad observándo como se sentaba. - Yo trabajo aquí, como ya sabes soy doctor y en realidad he sido trasladado a la unidad de psiquiatria, pero cuando uno es tan bueno... - Rie medio en broma - Me hacen ir a la hospital central a ver otros pascientes, aunque no es realmente parte de mi trabajo -
Se encogió de hombros, era bueno tener compañía a esas horas de la noche, compañía no humana y menos demente, porque dudaba que Eric estuviera tan jodido como los pobres pascientes del piso superior.
- Oh, no es complejo del todo - Comienza a decir mostrándole la lista en la hoja de papel - Esta medicina ha llegado desde Inglaterra, pero el inepto que la recibió no la chequeó porque su abuela murió... por tecera vez - Blanquea los ojos - ¡Humanos! Siempre con la muerte como excusa... - Dejó escapar un suspiro y llevó dedo al aire - Ahh si, lo que decía, hay que checar estos numeritos aquí - Continuó señalando unas etiquetas pegadas las cajas - Y en teoría deben corresponder a estos... ¿Entonces me hechas una mano Mosieur Eric -
¡Eric! ¡así era como se llamaba el condenado!
Erkki Aliranta- Vampiro Clase Media
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Re: Laberintos mentales (Eric)
¿Como no había encontrado antes aquellas butacas? ¡Eran pura comodidad comparada con el frío suelo donde solía dormir! Dedicaba tanto tiempo a sumirme en mis miserias y ocultarme del sol durante el día que ni me había parado a recorrer la estancia...
Entreabrí los ojos con dificultad para volver la vista hacia Erkki.
-¿Estás siendo metafórico o es literal? ¿De verdad vives aquí?- preguntó curioso sin dejar de mirarme mientras se sentaba. Me reí asintiendo, ¿de verdad sonaba tan raro? -Yo trabajo aquí, como ya sabes soy doctor y en realidad he sido trasladado a la unidad de psiquiatria, pero cuando uno es tan bueno... - se detuvo un momento para reír por su propia broma, haciéndome reír a mi también. - Me hacen ir a la hospital central a ver otros pascientes, aunque no es realmente parte de mi trabajo.- se encogió de hombros un momento para luego continuar.
- Oh, no es complejo del todo.- comenzó a explicar mostrándome una listado. - Esta medicina ha llegado desde Inglaterra, pero el inepto que la recibió no la chequeó porque su abuela murió... por tecera vez .- no pude evitar reírme cuando puso los ojos en blanco, ¿como alguien podía ser tan estúpido de usar tal excusa 3 veces? Negué con la cabeza aún riendo con debilidad y apoyé la cabeza en el reposacabezas de la butaca mientras continuaba escuchándole. - ¡Humanos! Siempre con la muerte como excusa... .- un largo suspiro fue la continuación a sus palabras. Luego, alzó un dedo como si acabara de recordar algo.- Ahh si, lo que decía, hay que checar estos numeritos aquí.- continuó, señalando esta vez las etiquetas que llevaban pegadas las cajas. - Y en teoría deben corresponder a estos... ¿Entonces me hechas una mano Mosieur Eric?
Observé con detenimiento una de las etiquetas que acababa de señalar mientras un aplastante sentimiento de vergüenza me abordaba. Me resultaba realmente difícil recordar el nombre de cada número y tuve que esforzarme un instante para repetir mentalmente el nombre de cada uno de ellos. Maldita sea, que estúpido me sentía. Ocupaba tanto tiempo en pensar en mis propios problemas y buscando mis recuerdos que apenas me preocupaba por cosas tan sencillas como contar o escribir. Negué con la cabeza claramente avergonzado y asentí en respuesta a la pregunta de Erkki.
Qué patético eres, no sabes ni escribir ni contar, ¿puedes dar más pena?
-Cállate....- murmuré arrastrando las cajas hacia mí para comenzar a ayudar a Erkki. -Podemos comenzar....- dije con aquella voz tan débil que me acompañaba últimamente. -Te ofrecería algo de beber, pero me temo que no tengo nada por aquí... no acostumbro a recibir muchas visitas....- reí irónicamente tomando una de las cajas sobre mis piernas para observar con detenimiento los números, comenzando a reconocerlos uno a uno con más facilidad que antes.
Entreabrí los ojos con dificultad para volver la vista hacia Erkki.
-¿Estás siendo metafórico o es literal? ¿De verdad vives aquí?- preguntó curioso sin dejar de mirarme mientras se sentaba. Me reí asintiendo, ¿de verdad sonaba tan raro? -Yo trabajo aquí, como ya sabes soy doctor y en realidad he sido trasladado a la unidad de psiquiatria, pero cuando uno es tan bueno... - se detuvo un momento para reír por su propia broma, haciéndome reír a mi también. - Me hacen ir a la hospital central a ver otros pascientes, aunque no es realmente parte de mi trabajo.- se encogió de hombros un momento para luego continuar.
- Oh, no es complejo del todo.- comenzó a explicar mostrándome una listado. - Esta medicina ha llegado desde Inglaterra, pero el inepto que la recibió no la chequeó porque su abuela murió... por tecera vez .- no pude evitar reírme cuando puso los ojos en blanco, ¿como alguien podía ser tan estúpido de usar tal excusa 3 veces? Negué con la cabeza aún riendo con debilidad y apoyé la cabeza en el reposacabezas de la butaca mientras continuaba escuchándole. - ¡Humanos! Siempre con la muerte como excusa... .- un largo suspiro fue la continuación a sus palabras. Luego, alzó un dedo como si acabara de recordar algo.- Ahh si, lo que decía, hay que checar estos numeritos aquí.- continuó, señalando esta vez las etiquetas que llevaban pegadas las cajas. - Y en teoría deben corresponder a estos... ¿Entonces me hechas una mano Mosieur Eric?
Observé con detenimiento una de las etiquetas que acababa de señalar mientras un aplastante sentimiento de vergüenza me abordaba. Me resultaba realmente difícil recordar el nombre de cada número y tuve que esforzarme un instante para repetir mentalmente el nombre de cada uno de ellos. Maldita sea, que estúpido me sentía. Ocupaba tanto tiempo en pensar en mis propios problemas y buscando mis recuerdos que apenas me preocupaba por cosas tan sencillas como contar o escribir. Negué con la cabeza claramente avergonzado y asentí en respuesta a la pregunta de Erkki.
Qué patético eres, no sabes ni escribir ni contar, ¿puedes dar más pena?
-Cállate....- murmuré arrastrando las cajas hacia mí para comenzar a ayudar a Erkki. -Podemos comenzar....- dije con aquella voz tan débil que me acompañaba últimamente. -Te ofrecería algo de beber, pero me temo que no tengo nada por aquí... no acostumbro a recibir muchas visitas....- reí irónicamente tomando una de las cajas sobre mis piernas para observar con detenimiento los números, comenzando a reconocerlos uno a uno con más facilidad que antes.
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Re: Laberintos mentales (Eric)
- No se preocupe monsieur Eric, si pudieramos predecir el futuro usted y yo, seguramente no estaríamos en este sótano reparándo el error de un humano descuidado - Comentó con esa soltura que le caracterizaba, Erkki era un personaje simpático la mayor parte del tiempo, no porque quisiera favores de los demás o le importara demasiado aparentar en sociedad, simplemente porque cuando estaba de buen humor, se sentía mejor. Después de todo ¿a quien le gustaba estar deprimido?
Sólo a los mazoquistas y él no era como Soren. Definitivamente no le iba eso de autocompadecerse.
- ¿Ya cenó? - Le preguntó a Eric mientras anotaba un par de números en su libreta - Yo me alimenté hace cuatro días... se me hace agua la boca por un buen trago de sangre amarga de mujer - Se relamió los labios y comenzó a silvar mientras seguía anotando los números que correspondían a los que traía en su lista. - Lo invito a un trago más tarde cuando terminemos con esto ¿le apetece? -
- ¡Oh! ¿Le molesta que hable tanto? seguro que si... ya me lo decía mi tía lovisa - Agregó y continuó silvando.
Sólo a los mazoquistas y él no era como Soren. Definitivamente no le iba eso de autocompadecerse.
- ¿Ya cenó? - Le preguntó a Eric mientras anotaba un par de números en su libreta - Yo me alimenté hace cuatro días... se me hace agua la boca por un buen trago de sangre amarga de mujer - Se relamió los labios y comenzó a silvar mientras seguía anotando los números que correspondían a los que traía en su lista. - Lo invito a un trago más tarde cuando terminemos con esto ¿le apetece? -
- ¡Oh! ¿Le molesta que hable tanto? seguro que si... ya me lo decía mi tía lovisa - Agregó y continuó silvando.
Erkki Aliranta- Vampiro Clase Media
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Re: Laberintos mentales (Eric)
- No se preocupe monsieur Eric, si pudieramos predecir el futuro usted y yo, seguramente no estaríamos en este sótano reparándo el error de un humano descuidado.- comentó sacándome de aquel estúpido sentimiento de vergüenza. No pude evitar dejar escapar una leve risa, me gustaba su humor. - ¿Ya cenó?.- continuó anotando algo en su libreta. ¿Cenar? Si yo ya ni comía... ni ganas de hacerlo tenía. Yo me alimenté hace cuatro días... se me hace agua la boca por un buen trago de sangre amarga de mujer.- arqueé una ceja sorprendido y me eché a reír, definitivamente tenía un carácter de lo más curioso. Sería agradable pasar un rato con él. Lo invito a un trago más tarde cuando terminemos con esto ¿le apetece?
Estuve a punto de responderle con un más que rotundo no. No tenía ganas de alimentarme, ni de salir, ni siquiera tenía ganas de ver la luz de la luna. Quizá todo aquello tuviera un denominador común, y podía ser el hambre, ¿pero para qué averiguarlo si luego volverían las visiones y el dolor? No, no tenía ganas de pasar otra vez por el mismo trago amargo, no quería otra visión con la muerte de Flavio que me llevase a cometer locuras. Prefería simplemente quedarme así, en un patético estado que me llevaba a pensar en todo y en nada. Entreabrí la boca con intención de contestar cuando su voz me interrumpió.
- ¡Oh! ¿Le molesta que hable tanto? seguro que si... ya me lo decía mi tía lovisa.- dijo para luego continuar silvando.
Negué con la cabeza divertido por aquel humor tan suyo, no era el típico vampiro trastornado... al menos, eso parecía.
-Agradezco el ofrecimiento, pero creo que voy a dejarlo pasar... aunque puedo acompañarte, para un día en el que tengo compañía no voy a perder la oportunidad....-
Tú siempre tienes compañía, estamos tú, yo, la vampiresa, Flavio... ¡ah no! Que Flavio está muerto...
Alcé una mano molesto para masajear con suavidad mi frente. Maldita, maldita sea.
-¿Quieres callarte...?.- murmuré cerrando los ojos con fuerza para sacarme sus palabras de la cabeza, pero como siempre, resultaba casi imposible. -Quizá me vendría bien ese trago....- agregué en tono algo más alto, pero igual de débil.
Estuve a punto de responderle con un más que rotundo no. No tenía ganas de alimentarme, ni de salir, ni siquiera tenía ganas de ver la luz de la luna. Quizá todo aquello tuviera un denominador común, y podía ser el hambre, ¿pero para qué averiguarlo si luego volverían las visiones y el dolor? No, no tenía ganas de pasar otra vez por el mismo trago amargo, no quería otra visión con la muerte de Flavio que me llevase a cometer locuras. Prefería simplemente quedarme así, en un patético estado que me llevaba a pensar en todo y en nada. Entreabrí la boca con intención de contestar cuando su voz me interrumpió.
- ¡Oh! ¿Le molesta que hable tanto? seguro que si... ya me lo decía mi tía lovisa.- dijo para luego continuar silvando.
Negué con la cabeza divertido por aquel humor tan suyo, no era el típico vampiro trastornado... al menos, eso parecía.
-Agradezco el ofrecimiento, pero creo que voy a dejarlo pasar... aunque puedo acompañarte, para un día en el que tengo compañía no voy a perder la oportunidad....-
Tú siempre tienes compañía, estamos tú, yo, la vampiresa, Flavio... ¡ah no! Que Flavio está muerto...
Alcé una mano molesto para masajear con suavidad mi frente. Maldita, maldita sea.
-¿Quieres callarte...?.- murmuré cerrando los ojos con fuerza para sacarme sus palabras de la cabeza, pero como siempre, resultaba casi imposible. -Quizá me vendría bien ese trago....- agregué en tono algo más alto, pero igual de débil.
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Re: Laberintos mentales (Eric)
- Entonces es en serio que vives aquí abajo - Comentá como sin poderselo creer, ¿Pero quien era él para juzgar las casas de la gente? además la casa no hablaba del dueño y ciertamente el sanatorio era su lugar favorito, entre gente más jodida que él podía encontrar más paz interior.
Iba a responder algo cuando le escuchó decir que se callara, entonces se detuvo y continuó leyendo los números de las cajas, se acaba de contradecir sobre beber y eso no le sorprendió, no era el único vampiro contradictorio que conocía. Soren también solía tener ese mismo problema, además Eric era mucho más joven y a ciertos vampiros les costaba aceptar las cosas como eran, todo dependía mucho de su forma de ser o del contexto en el cual habían sido convertidos.
- Bien, podemos tomar un trago cuando terminemos aquí - Comentó anotándo otro par de números, no muy seguro de si debía o no preguntar - Mmmm... Monsieur Eric... - Comenzó a decir sin mirarlo, con los ojos fijos en los números - ¿Logró abrir esa puerta en sumente y cruzarla? O aún continua allí perdido...-
Iba a responder algo cuando le escuchó decir que se callara, entonces se detuvo y continuó leyendo los números de las cajas, se acaba de contradecir sobre beber y eso no le sorprendió, no era el único vampiro contradictorio que conocía. Soren también solía tener ese mismo problema, además Eric era mucho más joven y a ciertos vampiros les costaba aceptar las cosas como eran, todo dependía mucho de su forma de ser o del contexto en el cual habían sido convertidos.
- Bien, podemos tomar un trago cuando terminemos aquí - Comentó anotándo otro par de números, no muy seguro de si debía o no preguntar - Mmmm... Monsieur Eric... - Comenzó a decir sin mirarlo, con los ojos fijos en los números - ¿Logró abrir esa puerta en sumente y cruzarla? O aún continua allí perdido...-
Erkki Aliranta- Vampiro Clase Media
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Re: Laberintos mentales (Eric)
Las latentes imágenes parecían el fondo de mi mente, que murmuraba una y otra vez lo solo que estaba o lo muerto que estaba Flavio, ¿creía que no lo sabía ya?
- Entonces es en serio que vives aquí abajo.- comentó tras un silencio, aún con la incredulidad en su voz. Alcé la mirada para buscar sus ojos, que seguían clavados en aquella hoja de papel. Guardó silencio durante un rato, leyendo los números de las cajas. -Bien, podemos tomar un trago cuando terminemos aquí.- continuó finalmente, anotando más números en su cuaderno. Apoyé de nuevo la cabeza en el respaldo del sofá cerrando los ojos. - Mmmm... Monsieur Eric... - comenzó a decir, haciendo que buscase su mirada - ¿Logró abrir esa puerta en su mente y cruzarla? O aún continua allí perdido...-
¿Acaso esa puerta podía traspasarse por completo? ¿Acaso existía algo después de ella?
-No he encontrado ninguna puerta.- dije sin más, encogiéndome de hombros. -Mi mente ha abierto la caja de Pandora, empieza a sacar uno por uno mis recuerdos, cada uno más doloroso que el anterior... y vivo estancado en un punto del que no sé salir... no sé porqué estoy diciendo esto....- murmuré bufando molesto, comenzaba a odiar hablar de mí mismo. Con Anuar lo hacía constantemente, ¿debía hacerlo también con Erkki? -He aprendido a vivir con el miedo, con el dolor... y aunque haya perdido mil batallas, parece que aún no he perdido la guerra, aún sigo estando vivo.- finalicé alzando la mirada para ver a través de una pequeña ventana del sótano.
Estaba ya tan acostumbrado a aquel estado de miedo y dolor constante que me daba miedo salir de él, temía lo que pasara después, temía lo que llegara a ser si cambiaba aquel miedo, aquel dolor. ¿Y si olvidaba a Flavio? ¿Y si me olvidaba de quién era y todo lo que había sufrido hasta llegar a recordar? No, no estaba dispuesto a pelear contra mi más fiel amigo. Aquello podía ser tachado de pura cobardía, sí, pero para mí lo valiente era convivir a cada momento con el miedo, convivir con el dolor y aprender de él.
- Entonces es en serio que vives aquí abajo.- comentó tras un silencio, aún con la incredulidad en su voz. Alcé la mirada para buscar sus ojos, que seguían clavados en aquella hoja de papel. Guardó silencio durante un rato, leyendo los números de las cajas. -Bien, podemos tomar un trago cuando terminemos aquí.- continuó finalmente, anotando más números en su cuaderno. Apoyé de nuevo la cabeza en el respaldo del sofá cerrando los ojos. - Mmmm... Monsieur Eric... - comenzó a decir, haciendo que buscase su mirada - ¿Logró abrir esa puerta en su mente y cruzarla? O aún continua allí perdido...-
¿Acaso esa puerta podía traspasarse por completo? ¿Acaso existía algo después de ella?
-No he encontrado ninguna puerta.- dije sin más, encogiéndome de hombros. -Mi mente ha abierto la caja de Pandora, empieza a sacar uno por uno mis recuerdos, cada uno más doloroso que el anterior... y vivo estancado en un punto del que no sé salir... no sé porqué estoy diciendo esto....- murmuré bufando molesto, comenzaba a odiar hablar de mí mismo. Con Anuar lo hacía constantemente, ¿debía hacerlo también con Erkki? -He aprendido a vivir con el miedo, con el dolor... y aunque haya perdido mil batallas, parece que aún no he perdido la guerra, aún sigo estando vivo.- finalicé alzando la mirada para ver a través de una pequeña ventana del sótano.
Estaba ya tan acostumbrado a aquel estado de miedo y dolor constante que me daba miedo salir de él, temía lo que pasara después, temía lo que llegara a ser si cambiaba aquel miedo, aquel dolor. ¿Y si olvidaba a Flavio? ¿Y si me olvidaba de quién era y todo lo que había sufrido hasta llegar a recordar? No, no estaba dispuesto a pelear contra mi más fiel amigo. Aquello podía ser tachado de pura cobardía, sí, pero para mí lo valiente era convivir a cada momento con el miedo, convivir con el dolor y aprender de él.
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Re: Laberintos mentales (Eric)
- Bueno... no se sorprenda por decir esas cosas - Comentó suavizándo su expresión, quien lo viera diría que era un doctor de verdad (aunque en teoria lo era) - Se sorprendería del número de personas que me cuentan cosas, soy psiquiatra después de todo - Finalizó anotándo otro número más mientras le escuchaba.
Perder la memoria era terrible, generaba una sensación de angustia y deshasociego espantosas, porque nunca sabías que esperar de ti mismo, era como si uno se desconciera por completo y desconocerse aterraba más que vivir en ese mundo loco y real.
- Si piensa en su existencia como un campo de guerra, se pasará el resto de sus vidas luchando - Explica, levantándose de la butaca, dando un par de pasos para alcanzar otra caja y checar el número - Si piensa en su vida como una obra de arte, se pasará sus días pintándola... - Agregó anotándo el número correspondiente - Y si piensa en la vida como un gran plato de espaguettis con Albondigas y salsa Bolognesa... - De repente pareció olvidar lo que decía -... El punto es, Monsieur Eric que uno hace de su existencia lo que uno mismo quiere que sea -
Se agachó entre unas cajas y revolvió algo entre ellas, segundos después aparecio con lo que parecía ser un pescado en descompocición en su mano derecha.
- ¿Lo ve? - Exclamó con una sonrisa a pesar del maloliente objeto - Y yo que creía que las drogas se habían hechado a perder, ¡mire nada más! - Caminó los pasos que le separaban de Eric y estiró el brazo que sostenía el pescado, casi en la cara del otro vampiro.
- A veces sólo es cuestión de encontrar lo que está podrido dentro de uno - Finalizó.
Perder la memoria era terrible, generaba una sensación de angustia y deshasociego espantosas, porque nunca sabías que esperar de ti mismo, era como si uno se desconciera por completo y desconocerse aterraba más que vivir en ese mundo loco y real.
- Si piensa en su existencia como un campo de guerra, se pasará el resto de sus vidas luchando - Explica, levantándose de la butaca, dando un par de pasos para alcanzar otra caja y checar el número - Si piensa en su vida como una obra de arte, se pasará sus días pintándola... - Agregó anotándo el número correspondiente - Y si piensa en la vida como un gran plato de espaguettis con Albondigas y salsa Bolognesa... - De repente pareció olvidar lo que decía -... El punto es, Monsieur Eric que uno hace de su existencia lo que uno mismo quiere que sea -
Se agachó entre unas cajas y revolvió algo entre ellas, segundos después aparecio con lo que parecía ser un pescado en descompocición en su mano derecha.
- ¿Lo ve? - Exclamó con una sonrisa a pesar del maloliente objeto - Y yo que creía que las drogas se habían hechado a perder, ¡mire nada más! - Caminó los pasos que le separaban de Eric y estiró el brazo que sostenía el pescado, casi en la cara del otro vampiro.
- A veces sólo es cuestión de encontrar lo que está podrido dentro de uno - Finalizó.
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Re: Laberintos mentales (Eric)
Agité la cabeza agotado, luchando contra una fuerza inexplicable e inexistente que me obligaba a pensar una y otra vez en todos mis problemas. Que agotador resultaba a veces habitar en mi mente con aquella compañera tan cruel y perturbadora.
- Bueno... no se sorprenda por decir esas cosas.- comentó rompiendo el silencio, obligándome a dirigir mi mirada hacia él. - Se sorprendería del número de personas que me cuentan cosas, soy psiquiatra después de todo.- finalizó mientras continuaba con su tarea. Asentí, pues no dudaba de que lo fuera en ningún momento, no podría cuestionar a alguien que comprendía la mente de una forma mucho más clara que yo... si él mismo me había ayudado a salir de aquel catatónico estado que mi mente había provocado. -Si piensa en su existencia como un campo de guerra, se pasará el resto de sus vidas luchando .- comenzó levantándose de la butaca para acercarse a otra caja. Alcé la mirada siguiéndole preguntándome si lo que tenía con mi mente no era una constante batalla, una constante pelea, una lucha por la supervivencia de uno de los dos. -Si piensa en su vida como una obra de arte, se pasará sus días pintándola... - continuó mientras anotaba el número. - Y si piensa en la vida como un gran plato de espaguettis con Albondigas y salsa Bolognesa... - arqueé una ceja sin poder evitar reírme, ¿qué clase de comparaciones eran aquellas? Y yo creía estar loco... al menos su humor era bastante mejor que el mío. -... El punto es, Monsieur Eric que uno hace de su existencia lo que uno mismo quiere que sea
¿Y qué quería hacer yo de la mía? ¿Qué podía desear de mi existencia si ya no tenía Flavio? Si ni siquiera recordaba quien era. Hasta el momento de mis fuertes visiones, había vivido la vida de forma despreocupada e injusto, egoísta... pero desde aquel entonces todo se había tornado más difícil, el renacer de mis propios sentimientos, o quizá simplemente el hecho de que mi mente me dejase tomar un poco más el control sobre mi mismo habían logrado que a cada momento, a cada paso, a cada mirada, me hiciera mil preguntas buscando algún significado a la vida. ¿Y lo había encontrado? No, y temía no encontrarlo.
Negando con la cabeza, volví mi mirada a Erkki, quien se había agachado para buscar entre las cajas, sacando de entre éstas un pescado en estado de descomposición.
-Agh.- murmuré con gesto de asco.
- ¿Lo ve? - exclamó con una sonrisa en los labios- Y yo que creía que las drogas se habían hechado a perder, ¡mire nada más! - caminó hasta mí con aquel pescado en su mano y estiró su brazo sosteniéndolo casi en mi cara. Aparté el rostro por la molestia que el olor de aquel pescado me producía y cubrí ligeramente mi nariz. -A veces sólo es cuestión de encontrar lo que está podrido dentro de uno
-Creo que mi interior está casi tan podrido como ese pescado... a fin de cuentas soy un muerto con vida.- murmuré cubriendo aún mi nariz, reí de forma casi absurda ante mis propias palabras y aparté la mirada. -¿Qué debo hacer yo para encontrar esa parte podrida de mi mismo si ni siquiera recuerdo quien soy? ¿Qué se supone que debo hacer con mi existencia si no tengo una razón para vivir? La única que podría tener murió hace más de cien años....- murmuré arrastrando las palabras, cerrando los ojos un momento. -A veces me pregunto si sería más fácil acabar conmigo mismo... pero soy demasiado cobarde y le temo a la muerte. O al menos esa excusa uso para no terminar con mi existencia... quizá no pueda hacerlo porque tenga una obligación en el mundo aún. Quién sabe.- susurré de forma distante, aún con los ojos cerrados. -Solo sé que tengo que vivir esta guerra conmigo mismo si quiero encontrar una razón por la que seguir existiendo... esta absurda lucha es la que me mantiene con vida.
Esa, y la necesidad de recordar a Flavio, ¿verdad?
- Bueno... no se sorprenda por decir esas cosas.- comentó rompiendo el silencio, obligándome a dirigir mi mirada hacia él. - Se sorprendería del número de personas que me cuentan cosas, soy psiquiatra después de todo.- finalizó mientras continuaba con su tarea. Asentí, pues no dudaba de que lo fuera en ningún momento, no podría cuestionar a alguien que comprendía la mente de una forma mucho más clara que yo... si él mismo me había ayudado a salir de aquel catatónico estado que mi mente había provocado. -Si piensa en su existencia como un campo de guerra, se pasará el resto de sus vidas luchando .- comenzó levantándose de la butaca para acercarse a otra caja. Alcé la mirada siguiéndole preguntándome si lo que tenía con mi mente no era una constante batalla, una constante pelea, una lucha por la supervivencia de uno de los dos. -Si piensa en su vida como una obra de arte, se pasará sus días pintándola... - continuó mientras anotaba el número. - Y si piensa en la vida como un gran plato de espaguettis con Albondigas y salsa Bolognesa... - arqueé una ceja sin poder evitar reírme, ¿qué clase de comparaciones eran aquellas? Y yo creía estar loco... al menos su humor era bastante mejor que el mío. -... El punto es, Monsieur Eric que uno hace de su existencia lo que uno mismo quiere que sea
¿Y qué quería hacer yo de la mía? ¿Qué podía desear de mi existencia si ya no tenía Flavio? Si ni siquiera recordaba quien era. Hasta el momento de mis fuertes visiones, había vivido la vida de forma despreocupada e injusto, egoísta... pero desde aquel entonces todo se había tornado más difícil, el renacer de mis propios sentimientos, o quizá simplemente el hecho de que mi mente me dejase tomar un poco más el control sobre mi mismo habían logrado que a cada momento, a cada paso, a cada mirada, me hiciera mil preguntas buscando algún significado a la vida. ¿Y lo había encontrado? No, y temía no encontrarlo.
Negando con la cabeza, volví mi mirada a Erkki, quien se había agachado para buscar entre las cajas, sacando de entre éstas un pescado en estado de descomposición.
-Agh.- murmuré con gesto de asco.
- ¿Lo ve? - exclamó con una sonrisa en los labios- Y yo que creía que las drogas se habían hechado a perder, ¡mire nada más! - caminó hasta mí con aquel pescado en su mano y estiró su brazo sosteniéndolo casi en mi cara. Aparté el rostro por la molestia que el olor de aquel pescado me producía y cubrí ligeramente mi nariz. -A veces sólo es cuestión de encontrar lo que está podrido dentro de uno
-Creo que mi interior está casi tan podrido como ese pescado... a fin de cuentas soy un muerto con vida.- murmuré cubriendo aún mi nariz, reí de forma casi absurda ante mis propias palabras y aparté la mirada. -¿Qué debo hacer yo para encontrar esa parte podrida de mi mismo si ni siquiera recuerdo quien soy? ¿Qué se supone que debo hacer con mi existencia si no tengo una razón para vivir? La única que podría tener murió hace más de cien años....- murmuré arrastrando las palabras, cerrando los ojos un momento. -A veces me pregunto si sería más fácil acabar conmigo mismo... pero soy demasiado cobarde y le temo a la muerte. O al menos esa excusa uso para no terminar con mi existencia... quizá no pueda hacerlo porque tenga una obligación en el mundo aún. Quién sabe.- susurré de forma distante, aún con los ojos cerrados. -Solo sé que tengo que vivir esta guerra conmigo mismo si quiero encontrar una razón por la que seguir existiendo... esta absurda lucha es la que me mantiene con vida.
Esa, y la necesidad de recordar a Flavio, ¿verdad?
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Re: Laberintos mentales (Eric)
- Bueno... en ese orden de ideas, todos los de nuestra clase estamos podridos - Aceptó frente a lo que decía el vampiro más joven, la verdad es que en su vida inmortal había tratado muchos casos de 'locura' en sus pascientes y luego de tanto trabajar en esos complejos temas, la locura para él había dejado de ser un mal, algo podrido dentro de la mente de alguien, sino más bien una puerta que permitía al pasciente abrirse a un universo de nuevas posibilidades.
- Mmmm - Murmuró levantándose de la butaca, gabarateándo algo en su libreta, finalmente había terminado con todas las cajas - ¿Vamos por el trago? - Le invitó con una nueva sonrisa que dejaba en evidencia sus mortiferos colmillos. Puso las cajas en orden tal y como estaban y buscó una bolsa para hechar el pescado podrido. Debía botarlo en algún otro lugar o las drogas realmente se hecharían a perder, le hizo un ademán con la mano a Eric para que lo siguiera y comenzó a subir las escaleras que comunicaban el sotano con el primer piso.
- Le confesaré algo - Comenzó a decir mientras subían - Yo tampoco recuerdo mucho de mi vida mortal, de lo que hice y lo que era... sólo se que yo trabajaba en un hospital y una buena noche me desperté en una casa abandonada en un bosque, sólo, cubierto de sangre y muerto de miedo - Explicó con un largo suspiro, no solía hablar de sus propios asuntos con nadie más que no fuera Soren, pero con Eric sentía que se lo debía por haberse metido tanto en los suyos.
- Se que era doctor, porque iba vestido de doctor - Comenta con una risita - Nunca conocí a mi mentor, nunca supe porque me convirtió o si aún existe en este mundo y por muchos años vagué de aquí para allá convertido en un monstruo descontrolado, asesinando sin razón alguna - Se rascó el puente de la nariz con la uña del dedo índice - Se como se siente joven Eric... lo viví mucho tiempo -
- Mmmm - Murmuró levantándose de la butaca, gabarateándo algo en su libreta, finalmente había terminado con todas las cajas - ¿Vamos por el trago? - Le invitó con una nueva sonrisa que dejaba en evidencia sus mortiferos colmillos. Puso las cajas en orden tal y como estaban y buscó una bolsa para hechar el pescado podrido. Debía botarlo en algún otro lugar o las drogas realmente se hecharían a perder, le hizo un ademán con la mano a Eric para que lo siguiera y comenzó a subir las escaleras que comunicaban el sotano con el primer piso.
- Le confesaré algo - Comenzó a decir mientras subían - Yo tampoco recuerdo mucho de mi vida mortal, de lo que hice y lo que era... sólo se que yo trabajaba en un hospital y una buena noche me desperté en una casa abandonada en un bosque, sólo, cubierto de sangre y muerto de miedo - Explicó con un largo suspiro, no solía hablar de sus propios asuntos con nadie más que no fuera Soren, pero con Eric sentía que se lo debía por haberse metido tanto en los suyos.
- Se que era doctor, porque iba vestido de doctor - Comenta con una risita - Nunca conocí a mi mentor, nunca supe porque me convirtió o si aún existe en este mundo y por muchos años vagué de aquí para allá convertido en un monstruo descontrolado, asesinando sin razón alguna - Se rascó el puente de la nariz con la uña del dedo índice - Se como se siente joven Eric... lo viví mucho tiempo -
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Re: Laberintos mentales (Eric)
Las propias palabras de mi mente me hicieron cerrar los ojos con fuerza y taparme la cara con ambas manos en un intento desesperado por acallar aquella maldita voz.
-Bueno... en ese orden de ideas, todos los de nuestra clase estamos podridos.- dijo su voz sacándome un momento de mi propia tortura. Descubrí mi rostro para alzar la mirada hasta sus ojos. -Mmmm.- murmuró levatándose de su butaca después de escribir algo en su libreta. - ¿Vamos por el trago?, habría respondido con un "no" rotundo, cada palabra de mi mente aniquilaba más mis ganas de alimentarme, pero ya se había levantado y caminaba a las escaleras. Demasiado tarde para decir que no. Suspiré frotándome los ojos y me levanté.
-Le confesaré algo.- comenzó a decir mientras subía las escaleras y yo le seguía con debilidad. - Yo tampoco recuerdo mucho de mi vida mortal, de lo que hice y lo que era... sólo se que yo trabajaba en un hospital y una buena noche me desperté en una casa abandonada en un bosque, sólo, cubierto de sangre y muerto de miedo.- comenzo explicando con un largo suspiro. Aquello solo logró traerme recuerdos de cómo me había despertado yo. Me mordí el labio inferior asintiendo en señal de que estaba prestando atención a sus palabras. -Sé que era doctor, porque iba vestido de doctor.- continuó con una risa. Qué suerte, al menos él tenía alguna pista de su pasado, ¿qué tenía yo? ¿Una mente que encerraba mis recuerdos y me hacía daño una y otra vez? - Nunca conocí a mi mentor, nunca supe porque me convirtió o si aún existe en este mundo y por muchos años vagué de aquí para allá convertido en un monstruo descontrolado, asesinando sin razón alguna.- añadió. - Se como se siente joven Eric... lo viví mucho tiempo.
Lo único que salió de mi boca fue un mísero Ah. Suspiré bajando la mirada, sin entender el porqué de aquel vacío que me había inundado. ¿Por qué a veces las personas se empeñaban en creer que sus experiencias eran iguales a los de los demás? ¿Por qué creían que sus sentimientos podían ser iguales a los del prójimo? Tenía la creencia de que aunque dos personas vivieran los mismo, no lo sufrirían de la misma manera, y sentía que nadie comprendía esa idea.
-Al menos.- comencé con desgana. -Supiste que eras médico... yo no sé que soy o qué fui, y no sé si algún día llegaré a saberlo..- me encogí de hombros cruzando la puerta del sótano tras él para comenzar a caminar por los pasillos del sanatorio. -Cuando me desperté, estaba en un bosque, sin fuerzas y con un dolor horrible en el cuello... no sabía que era un vampiro, y pasé días sin comer, sin hacer nada más que dar vueltas. Me costó comprender que ya no era humano... me sentí al borde de la muerte, llegó un momento que no podía caminar siquiera. Suerte que un pobre borracho me tomó por uno de los suyos y me lancé a su cuello....- me sentí extraño diciendo todo aquello con tanta naturalidad. En otro momento de mi vida había dolido tanto recordarlo... y se había convertido en una simple anécdota sin importancia, en un dolor pasajero. Lo único que dolía entonces eran mis recuerdos. -Que patético suena todo eso ahora....
Me adelanté unos pasos para caminar por aquellos pasillos que me daban tanta paz. Seguramente, aquellos locos me comprenderían más que cualquier otro ser. Entenderían mejor lo que era enfrentarse a un ser inexistente que vive en tu cabeza a cada instante.
-Bueno... en ese orden de ideas, todos los de nuestra clase estamos podridos.- dijo su voz sacándome un momento de mi propia tortura. Descubrí mi rostro para alzar la mirada hasta sus ojos. -Mmmm.- murmuró levatándose de su butaca después de escribir algo en su libreta. - ¿Vamos por el trago?, habría respondido con un "no" rotundo, cada palabra de mi mente aniquilaba más mis ganas de alimentarme, pero ya se había levantado y caminaba a las escaleras. Demasiado tarde para decir que no. Suspiré frotándome los ojos y me levanté.
-Le confesaré algo.- comenzó a decir mientras subía las escaleras y yo le seguía con debilidad. - Yo tampoco recuerdo mucho de mi vida mortal, de lo que hice y lo que era... sólo se que yo trabajaba en un hospital y una buena noche me desperté en una casa abandonada en un bosque, sólo, cubierto de sangre y muerto de miedo.- comenzo explicando con un largo suspiro. Aquello solo logró traerme recuerdos de cómo me había despertado yo. Me mordí el labio inferior asintiendo en señal de que estaba prestando atención a sus palabras. -Sé que era doctor, porque iba vestido de doctor.- continuó con una risa. Qué suerte, al menos él tenía alguna pista de su pasado, ¿qué tenía yo? ¿Una mente que encerraba mis recuerdos y me hacía daño una y otra vez? - Nunca conocí a mi mentor, nunca supe porque me convirtió o si aún existe en este mundo y por muchos años vagué de aquí para allá convertido en un monstruo descontrolado, asesinando sin razón alguna.- añadió. - Se como se siente joven Eric... lo viví mucho tiempo.
Lo único que salió de mi boca fue un mísero Ah. Suspiré bajando la mirada, sin entender el porqué de aquel vacío que me había inundado. ¿Por qué a veces las personas se empeñaban en creer que sus experiencias eran iguales a los de los demás? ¿Por qué creían que sus sentimientos podían ser iguales a los del prójimo? Tenía la creencia de que aunque dos personas vivieran los mismo, no lo sufrirían de la misma manera, y sentía que nadie comprendía esa idea.
-Al menos.- comencé con desgana. -Supiste que eras médico... yo no sé que soy o qué fui, y no sé si algún día llegaré a saberlo..- me encogí de hombros cruzando la puerta del sótano tras él para comenzar a caminar por los pasillos del sanatorio. -Cuando me desperté, estaba en un bosque, sin fuerzas y con un dolor horrible en el cuello... no sabía que era un vampiro, y pasé días sin comer, sin hacer nada más que dar vueltas. Me costó comprender que ya no era humano... me sentí al borde de la muerte, llegó un momento que no podía caminar siquiera. Suerte que un pobre borracho me tomó por uno de los suyos y me lancé a su cuello....- me sentí extraño diciendo todo aquello con tanta naturalidad. En otro momento de mi vida había dolido tanto recordarlo... y se había convertido en una simple anécdota sin importancia, en un dolor pasajero. Lo único que dolía entonces eran mis recuerdos. -Que patético suena todo eso ahora....
Me adelanté unos pasos para caminar por aquellos pasillos que me daban tanta paz. Seguramente, aquellos locos me comprenderían más que cualquier otro ser. Entenderían mejor lo que era enfrentarse a un ser inexistente que vive en tu cabeza a cada instante.
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Re: Laberintos mentales (Eric)
El joven Eric pareció no muy contento con la idea de que él pudiera entender algo de su locura, pero a decir verdad Erkki más que nadie sabía que la locura de cada individuo era algo único y complejo, díficil de disernir por otros si no lo vivías tu mismo. Caminó un poco más en silencio escuchando lo que decía el vampiro a su lado, su historia era sin duda terrible y era increiblemente parecida a la suya.
- Esto es curioso - Comentó mientras doblaban por un pasillo silencioso, a lo lejos se escuchó el grito incoherente de algún enfermo - Nuestras historias son bastante parecidas, por lo menos en esa parte... verás, yo no suelo ir contando por allí detalles de mi vida privada, pero luego de lo que pasó aquella noche en mi consultorio, siento que podemos entendernos y tener una buena conversación de vez en cuando -
¿Que era lo que realmente intentaba decir? En realidad intentaba decir que le agradaba, que le parecía simpático ¿Simpático? bueno no simpático del tipo que va por ahí sonriendo y feliz, pero agradable a su extraño modo y que, le gustaría seguir charlando de vez en cuando. ¿Significaba eso que consideraba la posibilidad de que hubiera una amistad entre ambos?
Mentiroso Erkki. No te engañes cariño. Tia Lovisa sabe que no puedes tener amigos. Somos sólo nosotros 3. Nadie más.
- Quiero decir...- Se interrumpió sacudiéndo ligéramente la cabeza -No me parece patético... y agradesco que me comparta esas cosas - Ahora se sentía patético él. Carraspeó y se llevó las manos atrás de la bata aún sosteniendo el papel con los registros de las cajas.
- Esto es curioso - Comentó mientras doblaban por un pasillo silencioso, a lo lejos se escuchó el grito incoherente de algún enfermo - Nuestras historias son bastante parecidas, por lo menos en esa parte... verás, yo no suelo ir contando por allí detalles de mi vida privada, pero luego de lo que pasó aquella noche en mi consultorio, siento que podemos entendernos y tener una buena conversación de vez en cuando -
¿Que era lo que realmente intentaba decir? En realidad intentaba decir que le agradaba, que le parecía simpático ¿Simpático? bueno no simpático del tipo que va por ahí sonriendo y feliz, pero agradable a su extraño modo y que, le gustaría seguir charlando de vez en cuando. ¿Significaba eso que consideraba la posibilidad de que hubiera una amistad entre ambos?
Mentiroso Erkki. No te engañes cariño. Tia Lovisa sabe que no puedes tener amigos. Somos sólo nosotros 3. Nadie más.
- Quiero decir...- Se interrumpió sacudiéndo ligéramente la cabeza -No me parece patético... y agradesco que me comparta esas cosas - Ahora se sentía patético él. Carraspeó y se llevó las manos atrás de la bata aún sosteniendo el papel con los registros de las cajas.
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Re: Laberintos mentales (Eric)
Los gritos desesperados y golpes varios que se oían por los pasillos me recordaban a aquellas noches de tortura que pasaba solo y perdía el control, cuando ya no podía más. Cuando mi propia mente me arrebataba las fuerzas y se sumaba otra victoria en su palmarés.
-Esto es curioso.- dijo de pronto mientras doblabámos un pasillo inundado, extrañamente, por el silencio. Se escuchó un grito en la lejanía un instante. -Nuestras historias son bastante parecidas, por lo menos en esa parte... verás, yo no suelo ir contando por allí detalles de mi vida privada, pero luego de lo que pasó aquella noche en mi consultorio, siento que podemos entendernos y tener una buena conversación de vez en cuando.
Busqué su mirada un instante, quizá llevaba razón, quizá la idea de tener a alguien que me escuchase de vez en cuando no estaría mal. Al menos, él compartía parte de mi sufrimiento, o eso decía.
Pero recuerda que siempre estarás solo, porque nadie te va a entender., suspiré negando con la cabeza ante el recordatorio de mi mente. Cómo si no supiese ya que iba a estar siempre solo por mucha gente que me rodease.
- Quiero decir....- continuó sacudiendo la cabeza. -No me parece patético... y agradesco que me comparta esas cosas.- un carraspeo acompañó a sus palabras, y se llevó las manos a la espalda sujetando aún el papel con los registros.
Me reí tontamente.
-No es algo que me guste, para ser sincero.-comencé con voz rota. -Pero después de lo sucedido en el hospital creo que conoces más que nadie los complejos de mi propia mente....- me reí amargamente y me decidí a mirar sus ojos. -¿Recuerdas al menos tu vida? Cómo o quién eras...- me atreví a cuestionarle vislumbrando la salida del sanatorio a lo lejos.
-Esto es curioso.- dijo de pronto mientras doblabámos un pasillo inundado, extrañamente, por el silencio. Se escuchó un grito en la lejanía un instante. -Nuestras historias son bastante parecidas, por lo menos en esa parte... verás, yo no suelo ir contando por allí detalles de mi vida privada, pero luego de lo que pasó aquella noche en mi consultorio, siento que podemos entendernos y tener una buena conversación de vez en cuando.
Busqué su mirada un instante, quizá llevaba razón, quizá la idea de tener a alguien que me escuchase de vez en cuando no estaría mal. Al menos, él compartía parte de mi sufrimiento, o eso decía.
Pero recuerda que siempre estarás solo, porque nadie te va a entender., suspiré negando con la cabeza ante el recordatorio de mi mente. Cómo si no supiese ya que iba a estar siempre solo por mucha gente que me rodease.
- Quiero decir....- continuó sacudiendo la cabeza. -No me parece patético... y agradesco que me comparta esas cosas.- un carraspeo acompañó a sus palabras, y se llevó las manos a la espalda sujetando aún el papel con los registros.
Me reí tontamente.
-No es algo que me guste, para ser sincero.-comencé con voz rota. -Pero después de lo sucedido en el hospital creo que conoces más que nadie los complejos de mi propia mente....- me reí amargamente y me decidí a mirar sus ojos. -¿Recuerdas al menos tu vida? Cómo o quién eras...- me atreví a cuestionarle vislumbrando la salida del sanatorio a lo lejos.
Invitado- Invitado
Re: Laberintos mentales (Eric)
Continuaron caminando y mientras le escuchaba, Erkki se detuvo en una puerta de marco de madera pintado de blanco, la pintura corroída por los años se había caído en muchas partes y lucía deteriorada y triste. Erkki paseó su mano por el borde de la puerta que tenía el número '34' en la fachada, sintiéndo su textura carrasposa y añeja.
- Bueno... conozco algo - Respondió modesto y avergonzado, nunca había sido muy bueno recibiéndo atención de la gente, siempre se sentía incómodo y no sabía como responder - Pero la mente es un lugar complejo e incomprensible para la mente humana, es por eso que en nuestra condición, podemos aprender poco a poco a disernirla -
Tocó la puerta un par de veces y por unos momentos no recibió respuesta, luego la voz de una mujer se dejó escuchar - ¿Doctor Aliranta? - Dijo ella con una voz cargada de emoción. - El mismo que canta y baila - bromeó él.
- Bien...no me gusta hablar con la gargánta seca joven Eric, así que bebamos un trago antes de continuar con nuestra conversación - Le indicó abriéndo la puerta y revelando una habitación del sanatorio, idéntica a las demás, con una cama de hierro con sábanas grisaseas, una pequeñá mesita de madera con algunos trastos y una triste ventana alta con rejas para evitar que el 'loco' se escapara.
Una mujer de cabeño enmarañado se encontraba sentada en un rincón. Vestía la ropa de todos los pascientes, verdosa y algo desgastada. Al ver a Erkki sonrió como una niña pequeña.
(( Perdona la demora pero no tenía inspiración ._. ))
- Bueno... conozco algo - Respondió modesto y avergonzado, nunca había sido muy bueno recibiéndo atención de la gente, siempre se sentía incómodo y no sabía como responder - Pero la mente es un lugar complejo e incomprensible para la mente humana, es por eso que en nuestra condición, podemos aprender poco a poco a disernirla -
Tocó la puerta un par de veces y por unos momentos no recibió respuesta, luego la voz de una mujer se dejó escuchar - ¿Doctor Aliranta? - Dijo ella con una voz cargada de emoción. - El mismo que canta y baila - bromeó él.
- Bien...no me gusta hablar con la gargánta seca joven Eric, así que bebamos un trago antes de continuar con nuestra conversación - Le indicó abriéndo la puerta y revelando una habitación del sanatorio, idéntica a las demás, con una cama de hierro con sábanas grisaseas, una pequeñá mesita de madera con algunos trastos y una triste ventana alta con rejas para evitar que el 'loco' se escapara.
Una mujer de cabeño enmarañado se encontraba sentada en un rincón. Vestía la ropa de todos los pascientes, verdosa y algo desgastada. Al ver a Erkki sonrió como una niña pequeña.
(( Perdona la demora pero no tenía inspiración ._. ))
Erkki Aliranta- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 444
Fecha de inscripción : 22/06/2010
Localización : En el hospital
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Re: Laberintos mentales (Eric)
Continuamos andando un poco más, y buscaba la mirada de Erkki aún esperando alguna respuesta. Para mi sorpresa, en lugar de abrir la boca para decir algo, se detuvo delante de una puerta de marco de madera con pintura blanca desgastada por el paso de los años. Observé la triste puerta para fijar luego mi mirada en Erkki, quien paseaba su mano por el borde de aquella puerta del cuarto 34.
- Bueno... conozco algo.- respondió finalmente, con cierta vergüenza. Parecía incómodo ante la idea de tener que hablar de su vida. -Pero la mente es un lugar complejo e incomprensible para la mente humana, es por eso que en nuestra condición, podemos aprender poco a poco a disernirla
Parpadeé agitando la cabeza sin comprender demasiado bien su respuesta. Sabía, en parte, lo enrevesada que podía llegar a ser la mente, pero había esperado una respuesta un tanto diferente... negué con la cabeza cuando oí que tocaba a la puerta un par de veces, y pareció no recibir respuesta en un principio. Finalmente, la voz de una mujer se distinguió al otro lado de la puerta.
-¿Doctor Aliranta?.- se oyó decir a la mujer emocionada al otro lado.
- El mismo que canta y baila.-bromeó él con aquel extraño humor suyo que tan poco me disgustaba. -Bien...no me gusta hablar con la gargánta seca joven Eric, así que bebamos un trago antes de continuar con nuestra conversación.- comenzó abriendo la puerta. ¿Qué pretendía con todo aquello? ¿Intentaba decir lo que me imaginaba? ¿Pretendía que nos alimentaramos de una pobre loca? Oh no, por ahí no pensaba pasar. Nunca podría hacer daño a uno de aquellos humanos, era incapaz de dañarles... igual que me ocurría con niños y vírgenes, su sangre sabía demasiado pura, demasiado dulce... y por ellos sentía una extraña piedad, quizá comprensión.
La mujer, en lugar de parecer asustada, sonrió cual niña pequeña al ver a Erkki. ¿Qué demonios estaba pasando? Clavé mi mirada en los ojos del vampiro esperando alguna respuesta.
-¿Vamos a... alimentarnos de ella?.- le cuestioné con tono incrédulo.
No me atreví a entrar en la habitación, no hasta tener una respuesta. Prefería mil veces alimentarme de uno de los guardias del sanatorio a tener que dañar a uno de aquellos pobres locos que estaban, en mi opinión, más cuerdo que cualquier humano que se hallaba fuera.
Me asomé lentamente a la habitación, para observar la reacción de la mujer al verme. Seguía con aquella expresión de niña pequeña, entre feliz y fascinada ante aquella visita. ¿Acaso Erkki se había alimentado más veces de aquella mujer? Si así era, al menos no la había matado pero... ¿pretendía hacerlo en aquella ocasión?
Que patético eres, Eric... fingiendo sentir piedad por los humanos. Habla claro, idiota. Lo haces porque esos locos te recuerdan a ti... ¿verdad? Patético.
Agité la cabeza apretando los dientes un momento y me decidí a entrar finalmente en el cuarto.
- Bueno... conozco algo.- respondió finalmente, con cierta vergüenza. Parecía incómodo ante la idea de tener que hablar de su vida. -Pero la mente es un lugar complejo e incomprensible para la mente humana, es por eso que en nuestra condición, podemos aprender poco a poco a disernirla
Parpadeé agitando la cabeza sin comprender demasiado bien su respuesta. Sabía, en parte, lo enrevesada que podía llegar a ser la mente, pero había esperado una respuesta un tanto diferente... negué con la cabeza cuando oí que tocaba a la puerta un par de veces, y pareció no recibir respuesta en un principio. Finalmente, la voz de una mujer se distinguió al otro lado de la puerta.
-¿Doctor Aliranta?.- se oyó decir a la mujer emocionada al otro lado.
- El mismo que canta y baila.-bromeó él con aquel extraño humor suyo que tan poco me disgustaba. -Bien...no me gusta hablar con la gargánta seca joven Eric, así que bebamos un trago antes de continuar con nuestra conversación.- comenzó abriendo la puerta. ¿Qué pretendía con todo aquello? ¿Intentaba decir lo que me imaginaba? ¿Pretendía que nos alimentaramos de una pobre loca? Oh no, por ahí no pensaba pasar. Nunca podría hacer daño a uno de aquellos humanos, era incapaz de dañarles... igual que me ocurría con niños y vírgenes, su sangre sabía demasiado pura, demasiado dulce... y por ellos sentía una extraña piedad, quizá comprensión.
La mujer, en lugar de parecer asustada, sonrió cual niña pequeña al ver a Erkki. ¿Qué demonios estaba pasando? Clavé mi mirada en los ojos del vampiro esperando alguna respuesta.
-¿Vamos a... alimentarnos de ella?.- le cuestioné con tono incrédulo.
No me atreví a entrar en la habitación, no hasta tener una respuesta. Prefería mil veces alimentarme de uno de los guardias del sanatorio a tener que dañar a uno de aquellos pobres locos que estaban, en mi opinión, más cuerdo que cualquier humano que se hallaba fuera.
Me asomé lentamente a la habitación, para observar la reacción de la mujer al verme. Seguía con aquella expresión de niña pequeña, entre feliz y fascinada ante aquella visita. ¿Acaso Erkki se había alimentado más veces de aquella mujer? Si así era, al menos no la había matado pero... ¿pretendía hacerlo en aquella ocasión?
Que patético eres, Eric... fingiendo sentir piedad por los humanos. Habla claro, idiota. Lo haces porque esos locos te recuerdan a ti... ¿verdad? Patético.
Agité la cabeza apretando los dientes un momento y me decidí a entrar finalmente en el cuarto.
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