AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Laberintos mentales (Eric)
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Laberintos mentales (Eric)
Recuerdo del primer mensaje :
Generalmente ambos evitaban vivir en la misma ciudad o verse muy a menudo, no presisamente porque no disfrutara de la compañía mutua, sino más bien porque disfrutaban demasiado de la soledad y en el fondo sabían que se tenían el uno a otro. Así era como había sido su relación con Soren su vastago, por más de 200 años, eran como dos amigos que se encontraban de vez en cuando el destino los cruzaba en sus azares impredesibles y disfrutaban de esos momentos para volver a continuar con sus existencias por separado. Particularmente en ese momento de su vida, el destino le había llevado a la misma ciudad de su vastago, había sido notificado su traslado al sanatorio de Paris y así mismo al hospital.
Sabía que Soren había ido a Francia, pero no tenía idea de su paradero específico, hasta que, como era de esperarse le había llamado telepáticamente para que fuera a limpiar sus desastres, no llevaba menos de un mes allí y ya había tenido que curar a ese pintorsito exasperante dos veces (y le había intentado asesinar una), había tenido que engañar al otro pintorsito neurótico (y dejarlo inconsciente de un golpe en la nuca) e inclusive había resultado cuidando de un tal vampiro Eric.
¡Y apenas llevaba un mes! meneó la cabeza mientras salía de la habitación de uno de sus pascientes, una simpática joven que sufría de lo que se conocía como Paranoia y psicosis y que era jusgada de ser poseía por demonios gracias a ello. Caminó por los corredores solitarios, a esas horas de la noche muchos de los pascientes se iban quedando dormidos (los que podían) y el sanatorio se volvía silencioso y tranquilo. Su turno duraba toda la noche, pero debido a los pocos pascientes, podía escaparse para cenar algo rápido de algún cuello por ahí.
Se dirigía al sótano del lugar para revisar las proviciones de drogas que habían llegado desde Inglaterra esa mañana, debía checarlas y clasificarlas, pues el medico de turno no había podido hacerlo gracias a una emergencia familiar. - Humanos - Murmuró bajando las escaleras perdiéndose en la oscuridad del lugar.
Generalmente ambos evitaban vivir en la misma ciudad o verse muy a menudo, no presisamente porque no disfrutara de la compañía mutua, sino más bien porque disfrutaban demasiado de la soledad y en el fondo sabían que se tenían el uno a otro. Así era como había sido su relación con Soren su vastago, por más de 200 años, eran como dos amigos que se encontraban de vez en cuando el destino los cruzaba en sus azares impredesibles y disfrutaban de esos momentos para volver a continuar con sus existencias por separado. Particularmente en ese momento de su vida, el destino le había llevado a la misma ciudad de su vastago, había sido notificado su traslado al sanatorio de Paris y así mismo al hospital.
Sabía que Soren había ido a Francia, pero no tenía idea de su paradero específico, hasta que, como era de esperarse le había llamado telepáticamente para que fuera a limpiar sus desastres, no llevaba menos de un mes allí y ya había tenido que curar a ese pintorsito exasperante dos veces (y le había intentado asesinar una), había tenido que engañar al otro pintorsito neurótico (y dejarlo inconsciente de un golpe en la nuca) e inclusive había resultado cuidando de un tal vampiro Eric.
¡Y apenas llevaba un mes! meneó la cabeza mientras salía de la habitación de uno de sus pascientes, una simpática joven que sufría de lo que se conocía como Paranoia y psicosis y que era jusgada de ser poseía por demonios gracias a ello. Caminó por los corredores solitarios, a esas horas de la noche muchos de los pascientes se iban quedando dormidos (los que podían) y el sanatorio se volvía silencioso y tranquilo. Su turno duraba toda la noche, pero debido a los pocos pascientes, podía escaparse para cenar algo rápido de algún cuello por ahí.
Se dirigía al sótano del lugar para revisar las proviciones de drogas que habían llegado desde Inglaterra esa mañana, debía checarlas y clasificarlas, pues el medico de turno no había podido hacerlo gracias a una emergencia familiar. - Humanos - Murmuró bajando las escaleras perdiéndose en la oscuridad del lugar.
Erkki Aliranta- Vampiro Clase Media
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Re: Laberintos mentales (Eric)
Erkki sonrió afablemente y se acercó a la chica que podría tener unos 27 años o quizás más, pero su rostro era aniñado, quizás en parte por su expresión inocente y por la mirada que le había dedicado al vampiro, la mujer se puso de pie y observó a Eric con curiosidad.
- Si de ella - Respondió tranquilamente el vampiro más viejo - Me alimento de todos mis pacientes, yo les ofresco alivio a sus atormentadas mentes, les presto toda mi atención, les escucho y les entiendo - Explica observando a la chica con una sonrisita que debería que parece tan inocente como la de la mujer misma - Y a cambio... - Dejó la frase inconclusa y su mano acarició el cuello de la dama.
A cambio bebemos de ellos. Tia Lovisa está satisfecha. Sangre, más sangre cada vez, deliciosa sangre llena de locura.
La mujer cerró los ojos con una expresión casi en extasis, como si estuviera anticipándose al placer de lo que venía a continuación, una entrega voluntaria que pocas veces podia verse en ese mundo oscuro - Sin importar lo mucho que pensemos, sin importar los cientos de años que vivamos en este mundo intentando entender sus ilógicos misterios... seguimos siendo vampiros, no podemos negar lo que somos -
Y con estas palabras, sus labios se cerraron en el cuello de la mujer en un mordisco certero. La chica apenas si frunció el ceño al sentir los colmillos atravesándo la piel como si fuera mantequilla, Erkki cerró los ojos también, perdiéndose por unos instantes en la delicia delirante que esa sangre provocaba en su paladar, apretó a la mujer por los hombros conteniéndose en la fuerza para no irlos a romper y segundos después retiró los labios.
Erkki lamió la herida y esta había comenzado a cicatrizar casi inmediatamente, otro truco que había aprendido en su largo trasegar por el tiempo. La chica suspiró, su rostro en éxtasis total. El vampiro más viejo levantó el rostro y se limpió algo de exceso que le resbalaba por el labio con el dorso de la mano - Querida Katherine, este Monsieur es mi amigo - La mujer pareció entender a que se refería sin que tuviera que decirlo porque caminó hacia Eric mirándole a los ojos.
- Si de ella - Respondió tranquilamente el vampiro más viejo - Me alimento de todos mis pacientes, yo les ofresco alivio a sus atormentadas mentes, les presto toda mi atención, les escucho y les entiendo - Explica observando a la chica con una sonrisita que debería que parece tan inocente como la de la mujer misma - Y a cambio... - Dejó la frase inconclusa y su mano acarició el cuello de la dama.
A cambio bebemos de ellos. Tia Lovisa está satisfecha. Sangre, más sangre cada vez, deliciosa sangre llena de locura.
La mujer cerró los ojos con una expresión casi en extasis, como si estuviera anticipándose al placer de lo que venía a continuación, una entrega voluntaria que pocas veces podia verse en ese mundo oscuro - Sin importar lo mucho que pensemos, sin importar los cientos de años que vivamos en este mundo intentando entender sus ilógicos misterios... seguimos siendo vampiros, no podemos negar lo que somos -
Y con estas palabras, sus labios se cerraron en el cuello de la mujer en un mordisco certero. La chica apenas si frunció el ceño al sentir los colmillos atravesándo la piel como si fuera mantequilla, Erkki cerró los ojos también, perdiéndose por unos instantes en la delicia delirante que esa sangre provocaba en su paladar, apretó a la mujer por los hombros conteniéndose en la fuerza para no irlos a romper y segundos después retiró los labios.
Erkki lamió la herida y esta había comenzado a cicatrizar casi inmediatamente, otro truco que había aprendido en su largo trasegar por el tiempo. La chica suspiró, su rostro en éxtasis total. El vampiro más viejo levantó el rostro y se limpió algo de exceso que le resbalaba por el labio con el dorso de la mano - Querida Katherine, este Monsieur es mi amigo - La mujer pareció entender a que se refería sin que tuviera que decirlo porque caminó hacia Eric mirándole a los ojos.
Erkki Aliranta- Vampiro Clase Media
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Re: Laberintos mentales (Eric)
Sería demasiado extraño entrar en el cuarto y no sentir miedo. Allí dentro cualquier humano quedaría a solas con su locura... ¿qué podía dar más miedo que aquello? Nada, y lo sabía bien, pues vivía en constante soledad con mi propio miedo.
Me quedé allí quieto observando cómo Erkki sonreí y se acercaba a la chica, quien no dejaba de mirarle con aquella extraña expresión inocente, dándole a su rostro un aspecto aniñado. Finalmente se puso de pie para observarme con curiosidad.
-Si de ella.- respondió sin más y con completa tranquilidad. -Me alimento de todos mis pacientes, yo les ofresco alivio a sus atormentadas mentes, les presto toda mi atención, les escucho y les entiendo.- continuó con la misma tranqulidad, observando a la joven con una sonrisa. -Y a cambio...- dejó la frase incompleta, pero no fue difícil comprender cual sería el final. Tragué saliva con cierto nerviosismo. -Sin importar lo mucho que pensemos, sin importar los cientos de años que vivamos en este mundo intentando entender sus ilógicos misterios... seguimos siendo vampiros, no podemos negar lo que somos.- y dicho aquello, sus labios se cernieron sobre el cuello de la mujer en un fuerte mordisco.
Aparté la mirada con molestia y por un momento deseé no estar allí. Aquello me parecía demasiado cruel, demasiado... egoísta. Ya sabía que el ser humano, y por lo tanto los vampiros también, era egoísta por naturaleza, pero aquel precio a pagar me parecía demasiado por parte de humanos que en muchos casos, no sabían ni quién eran realmente.
Admítelo, te da miedo.... Negué con la cabeza rápidamente ante aquella voz, ¿por qué iba a darme miedo? Quizá me recordase a mi creadora... quizá simplemente, podía sentir piedad por aquellos pobres dementes.
Volví la mirada hacia ellos cuando escuché los labios de Erkki separándose del cuello de la joven, lamiendo luego la herida y lograr así que la chica suspirase en un extraño éxito de éxtasis incomprensible. Bajé la mirada incómodo, ¿cómo podía sentir plácer aquella mujer con algo así? Me negué a pensarlo demasiado.
-Querida Katherine, este Monsieur es mi amigo.- dijo finalmente a modo de presentación.
La mirada de la mujer me puso más nervioso de lo que ya estaba. ¿Pretendía que también me alimentase de ella? No, no sería capaz.
-Yo... .- comencé titubeante. -Creo que prefiero no hacerlo...
¿Prefieres seguir en este patético estado antes de tener un poco de paz? Eres un estúpido masoca
Negué con la cabeza rápidamente y me apoyé con una mano sobre una de las paredes de la estancia, sintiéndome mareado casi por orden de mi mente.
Me quedé allí quieto observando cómo Erkki sonreí y se acercaba a la chica, quien no dejaba de mirarle con aquella extraña expresión inocente, dándole a su rostro un aspecto aniñado. Finalmente se puso de pie para observarme con curiosidad.
-Si de ella.- respondió sin más y con completa tranquilidad. -Me alimento de todos mis pacientes, yo les ofresco alivio a sus atormentadas mentes, les presto toda mi atención, les escucho y les entiendo.- continuó con la misma tranqulidad, observando a la joven con una sonrisa. -Y a cambio...- dejó la frase incompleta, pero no fue difícil comprender cual sería el final. Tragué saliva con cierto nerviosismo. -Sin importar lo mucho que pensemos, sin importar los cientos de años que vivamos en este mundo intentando entender sus ilógicos misterios... seguimos siendo vampiros, no podemos negar lo que somos.- y dicho aquello, sus labios se cernieron sobre el cuello de la mujer en un fuerte mordisco.
Aparté la mirada con molestia y por un momento deseé no estar allí. Aquello me parecía demasiado cruel, demasiado... egoísta. Ya sabía que el ser humano, y por lo tanto los vampiros también, era egoísta por naturaleza, pero aquel precio a pagar me parecía demasiado por parte de humanos que en muchos casos, no sabían ni quién eran realmente.
Admítelo, te da miedo.... Negué con la cabeza rápidamente ante aquella voz, ¿por qué iba a darme miedo? Quizá me recordase a mi creadora... quizá simplemente, podía sentir piedad por aquellos pobres dementes.
Volví la mirada hacia ellos cuando escuché los labios de Erkki separándose del cuello de la joven, lamiendo luego la herida y lograr así que la chica suspirase en un extraño éxito de éxtasis incomprensible. Bajé la mirada incómodo, ¿cómo podía sentir plácer aquella mujer con algo así? Me negué a pensarlo demasiado.
-Querida Katherine, este Monsieur es mi amigo.- dijo finalmente a modo de presentación.
La mirada de la mujer me puso más nervioso de lo que ya estaba. ¿Pretendía que también me alimentase de ella? No, no sería capaz.
-Yo... .- comencé titubeante. -Creo que prefiero no hacerlo...
¿Prefieres seguir en este patético estado antes de tener un poco de paz? Eres un estúpido masoca
Negué con la cabeza rápidamente y me apoyé con una mano sobre una de las paredes de la estancia, sintiéndome mareado casi por orden de mi mente.
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Re: Laberintos mentales (Eric)
Había claramente duda en los ojos de Eric. No sólo duda, también vislumbró miedo. Llevaba demasiado tiempo observando el miedo en las personas como para no reconocer sus pupilas ligéramente dilatadas mientras observaba a la mujer y para finalizar su negativa. Cuando había entrado en la mente de Eric por primera vez, había tenido la impresión de que había mucha oscuridad en él, que era un vampiro desalmado que había cometido muchas atrocidades.
Sin embargo viéndole allí en silencio, aún parado frente a la puerta sin atreverse a beber de una mujer ofrecida voluntariamente, luchando interiormente contra el olor de la sangre y sus propios deseos. Su percepción de él cambió. ¿Cuanta luz quedaba en Eric? No pudo evitar pensar en el tonto de su vastago. Soren siempre se había negado a beber irresponsablemente y sólo lo hacía bajo su estricto código moral. ¿Tendría Eric también un codigo moral dentro? ¿Que tanta humanidad quedaba?.
- Querida - Llamó a la mujer y esta detuvo su avance hacía Eric y se giró para observar con devoción a Erkki - Ha sido un placer, volveré luego a visitarte - Finalizadas sus palabras la expresión decepcionada de la mujer fue demasiado obvia, pero no dijo nada y volvió a sentarse en su rincón. Erkki caminó hacía Eric y le pasó una mano por el hombro, apretándolo ligéramente.
- Todas las personas con un universo en miniatura - Comentó saliéndo de la habitación - Lo olvidé por un momento y no tuve en cuenta su opinión, mis disculpas - Agregó casi con solemnidad.
(( Soy un idiota, me equivoqué y posteé esto en el lugar equivocado Dx ))
Sin embargo viéndole allí en silencio, aún parado frente a la puerta sin atreverse a beber de una mujer ofrecida voluntariamente, luchando interiormente contra el olor de la sangre y sus propios deseos. Su percepción de él cambió. ¿Cuanta luz quedaba en Eric? No pudo evitar pensar en el tonto de su vastago. Soren siempre se había negado a beber irresponsablemente y sólo lo hacía bajo su estricto código moral. ¿Tendría Eric también un codigo moral dentro? ¿Que tanta humanidad quedaba?.
- Querida - Llamó a la mujer y esta detuvo su avance hacía Eric y se giró para observar con devoción a Erkki - Ha sido un placer, volveré luego a visitarte - Finalizadas sus palabras la expresión decepcionada de la mujer fue demasiado obvia, pero no dijo nada y volvió a sentarse en su rincón. Erkki caminó hacía Eric y le pasó una mano por el hombro, apretándolo ligéramente.
- Todas las personas con un universo en miniatura - Comentó saliéndo de la habitación - Lo olvidé por un momento y no tuve en cuenta su opinión, mis disculpas - Agregó casi con solemnidad.
(( Soy un idiota, me equivoqué y posteé esto en el lugar equivocado Dx ))
Erkki Aliranta- Vampiro Clase Media
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Re: Laberintos mentales (Eric)
Patético, así me sentía cuando la mirada de Erkki se clavó en la mía intentando leer en ella. ¿Qué vampiro rechazaría una gota de sangre? Ninguno, ninguno lo haría. Yo sólo era un estúpido masoca que se negaba a hacerlo por piedad. ¿Piedad? ¿Podía albergar aún ese sentimiento en mí? ¿Qué tonterías estaba pensando?
Bajé la mirada y quise desaparecer por un momento, quise cambiar aquel momento. Quise cambiar mi forma de pensar. Quise olvidarme del dolor y volver a ser el de antes... pero fue tan corto aquel deseo... tanto, que sólo me sentí más estúpido al darme cuenta de ello. ¿Cómo podía preferir aquel estado de autodestrucción? ¿Por qué prefería convertirme en un masoquista?
Flavio, me respondí en silencio. Él era la razón de todo, era el porqué de todas las cosas. Y para una parte de mí, aquello no tenía sentido aún. Para la otra, era la perfecta explicación a cada uno de mis actos.
Cuan vacío me podía sentir en aquel momento, cuan miserable. Más incluso que aquella mujer de la que Erkki se había alimentado, que con toda seguridad, viviría en su locura, viviría en su mundo irreal que la mantenía alejada de su propia realidad. ¿No hacía yo algo parecido? ¿No me escudaba en mis escasos recuerdos para vivir mi triste realidad? ¿No acudía a ellos para seguir adelante? O fingir que podía hacerlo...
-Querida.- escuché que decía Erkki a la mujer, quien detuvo sus pasos. Alcé la mirada para ver como la mujer desviaba la mirada a Erkki con plena devoción. ¿Tanto le daba aquel vampiro? ¿Tanto podía calmar sus penas? -Ha sido un placer, volveré luego a visitarte.- la expresión de la mujer cambió precipitadamente, volviéndose gris y decepcionada. Erkki dirigió sus pasos hacia mí y posó su mano sobre mi hombro, apretando con suavidad. - Todas las personas con un universo en miniatura.- comenzó saliendo de la habitación. - Lo olvidé por un momento y no tuve en cuenta su opinión, mis disculpas.- agregó con tono solemne.
Sentí la vergüenza invadirme y aguardé unos segudos antes de seguirle. Lancé una última mirada a la mujer, intentando comprender sus razones para ceder voluntariamente a que Erkki se alimentara de ella. Agité la cabeza evadiendo aquellos pensamientos y salí del cuarto cerrando la puerta con suavidad.
-Lo siento....- murmuré guardando las manos en los bolsilos. -Agradezco el ofrecimiento y... pero... no puedo.- añadí torpemente bajando la cabeza. -No puedo, no sé porqué, pero no puedo....- alcé la mirada para buscar sus ojos antes de continuar. -Ya no soy el mismo de la fiesta... no soy ni la sombra de lo que era
Y eres así porque lo permites. Podrías olvidar a Flavio, podrías olvidarte de esta tontería y ser el de siempre. Incluso peor. ¿No sería maravilloso?
Apreté los dientes con fuerza y golpée con suavidad la pared más cercana. No. No. No. Mil veces no.
-No voy a olvidar a Flavio....- susurré dolorosamente, arrastrando cada palabra.
Admite que le recuerdas porque es la única manera que tienes de mantenerle vivo.
-¡Cállate!.- exclamé rompiendo el silencio del lugar, echándome las manos a la cabeza desesperado para luego agitarla varias veces intentando acallar aquella voz de una maldita vez.
Bajé la mirada y quise desaparecer por un momento, quise cambiar aquel momento. Quise cambiar mi forma de pensar. Quise olvidarme del dolor y volver a ser el de antes... pero fue tan corto aquel deseo... tanto, que sólo me sentí más estúpido al darme cuenta de ello. ¿Cómo podía preferir aquel estado de autodestrucción? ¿Por qué prefería convertirme en un masoquista?
Flavio, me respondí en silencio. Él era la razón de todo, era el porqué de todas las cosas. Y para una parte de mí, aquello no tenía sentido aún. Para la otra, era la perfecta explicación a cada uno de mis actos.
Cuan vacío me podía sentir en aquel momento, cuan miserable. Más incluso que aquella mujer de la que Erkki se había alimentado, que con toda seguridad, viviría en su locura, viviría en su mundo irreal que la mantenía alejada de su propia realidad. ¿No hacía yo algo parecido? ¿No me escudaba en mis escasos recuerdos para vivir mi triste realidad? ¿No acudía a ellos para seguir adelante? O fingir que podía hacerlo...
-Querida.- escuché que decía Erkki a la mujer, quien detuvo sus pasos. Alcé la mirada para ver como la mujer desviaba la mirada a Erkki con plena devoción. ¿Tanto le daba aquel vampiro? ¿Tanto podía calmar sus penas? -Ha sido un placer, volveré luego a visitarte.- la expresión de la mujer cambió precipitadamente, volviéndose gris y decepcionada. Erkki dirigió sus pasos hacia mí y posó su mano sobre mi hombro, apretando con suavidad. - Todas las personas con un universo en miniatura.- comenzó saliendo de la habitación. - Lo olvidé por un momento y no tuve en cuenta su opinión, mis disculpas.- agregó con tono solemne.
Sentí la vergüenza invadirme y aguardé unos segudos antes de seguirle. Lancé una última mirada a la mujer, intentando comprender sus razones para ceder voluntariamente a que Erkki se alimentara de ella. Agité la cabeza evadiendo aquellos pensamientos y salí del cuarto cerrando la puerta con suavidad.
-Lo siento....- murmuré guardando las manos en los bolsilos. -Agradezco el ofrecimiento y... pero... no puedo.- añadí torpemente bajando la cabeza. -No puedo, no sé porqué, pero no puedo....- alcé la mirada para buscar sus ojos antes de continuar. -Ya no soy el mismo de la fiesta... no soy ni la sombra de lo que era
Y eres así porque lo permites. Podrías olvidar a Flavio, podrías olvidarte de esta tontería y ser el de siempre. Incluso peor. ¿No sería maravilloso?
Apreté los dientes con fuerza y golpée con suavidad la pared más cercana. No. No. No. Mil veces no.
-No voy a olvidar a Flavio....- susurré dolorosamente, arrastrando cada palabra.
Admite que le recuerdas porque es la única manera que tienes de mantenerle vivo.
-¡Cállate!.- exclamé rompiendo el silencio del lugar, echándome las manos a la cabeza desesperado para luego agitarla varias veces intentando acallar aquella voz de una maldita vez.
Invitado- Invitado
Re: Laberintos mentales (Eric)
Erkki decidió que era mejor salir de la habitación, no quería traumar aún más a una mujer que ya lo estaba, caminó pasándo por el lado de Eric, escuchando lo que decía y cerrándo la puerta. No supo que hacer, era obvio que el hombre se encontraba transtornado por las visiones de su pasado y todo lo que esto conllevaba, no sabía quien era Flavio, pero tampoco se trevía a preguntar ¿Debía entrometerse más en su vida privada? se preguntó y continuó en silencio.
No, Erkki. Ya hiciste lo que pudiste una vez ¿Que es esto? ¿Eres el buen samaritano?
Cierto era que un vampiro no debería ir por ahí preocupandose por otros, los vampiros no habían sido ni serían creaturas sociales. Algunos les gustaba aparentar y vivir bien en la clase alta, pero en el fondo seguían siendo solitarios y no confiaban en nadie. ¿Porque se sentía tentado a ayudar a Eric? No había ningún lazo que los unía, la vez anterior lo había hecho por Soren, porque ese chiquillo siempre lo metía en problemas, pero ahora no había ninguna obligación de su parte, no tenía porque hacerlo.
- En algún momento deberá alimentarse, si deja que la sed lo consuma, la próxima vez que beba no podrá evitar drenar a su victima hasta la muerte ¿Es eso lo que desea?- Le preguntó con voz tranquila y seriedad. Erkki no era partidario de matar a humanos en cada cena como muchos otros vampiros.
No, Erkki. Ya hiciste lo que pudiste una vez ¿Que es esto? ¿Eres el buen samaritano?
Cierto era que un vampiro no debería ir por ahí preocupandose por otros, los vampiros no habían sido ni serían creaturas sociales. Algunos les gustaba aparentar y vivir bien en la clase alta, pero en el fondo seguían siendo solitarios y no confiaban en nadie. ¿Porque se sentía tentado a ayudar a Eric? No había ningún lazo que los unía, la vez anterior lo había hecho por Soren, porque ese chiquillo siempre lo metía en problemas, pero ahora no había ninguna obligación de su parte, no tenía porque hacerlo.
- En algún momento deberá alimentarse, si deja que la sed lo consuma, la próxima vez que beba no podrá evitar drenar a su victima hasta la muerte ¿Es eso lo que desea?- Le preguntó con voz tranquila y seriedad. Erkki no era partidario de matar a humanos en cada cena como muchos otros vampiros.
Erkki Aliranta- Vampiro Clase Media
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Re: Laberintos mentales (Eric)
Me callaré si quieres, pero sabes que no puedes olvidar a alguien que ni siquiera recuerdas.
Una tras otra, cada palabra de mi mente me hacía sentirme más vacío, lograba que cada parte de mi ser se hundiese más en aquel pozo sin fondo en el que parecía llevar tiempo cayendo. ¿Cuánto? Ya no podía recordarlo, a decir verdad, ya no era capaz de recordar otra cosa que no fuera Flavio o algo relacionado con él. ¿Y de qué me servía aquella lucha interna? Mi mente, diría que serviría para destrozarme a mi mismo en un afán masoca y autodestructivo, sin embargo yo diría, gritaría que cada una de aquellas noches sin alimentarme equivalía a un paso más cercano a Flavio... la cuestión comenzaba a ser si podía soportarlo o no, y comenzaba a decantarme cada vez más por el no.
¿Habría sentido Erkki alguna vez algo así?
-En algún momento deberá alimentarse, si deja que la sed lo consuma, la próxima vez que beba no podrá evitar drenar a su victima hasta la muerte ¿Es eso lo que desea?.- fueron las palabras que me sacaron de todos aquellos pensamientos.
-¿Qué?.-murmuré sobresaltado saliendo del ensimismamiento. -¿Acaso no es lo normal? No concibo la idea de dejar vivo alguien después de atacarle....- murmuré encogiéndome de hombros. -¿Cómo continuaría su vida después de algo así...?.- negué con la cabeza, volviendo a encogerme de hombros y dando un par de pasos más por el pasillo.
Aquella conversación solo lograba que me percatase cada vez más de lo extraño que era, ¿por qué nunca me había parado a buscar los motivos? ¿Por qué ahora aquellos motivos por los que era tan diferente a los demás se volvían razones fundamentales de vida?
Una tras otra, cada palabra de mi mente me hacía sentirme más vacío, lograba que cada parte de mi ser se hundiese más en aquel pozo sin fondo en el que parecía llevar tiempo cayendo. ¿Cuánto? Ya no podía recordarlo, a decir verdad, ya no era capaz de recordar otra cosa que no fuera Flavio o algo relacionado con él. ¿Y de qué me servía aquella lucha interna? Mi mente, diría que serviría para destrozarme a mi mismo en un afán masoca y autodestructivo, sin embargo yo diría, gritaría que cada una de aquellas noches sin alimentarme equivalía a un paso más cercano a Flavio... la cuestión comenzaba a ser si podía soportarlo o no, y comenzaba a decantarme cada vez más por el no.
¿Habría sentido Erkki alguna vez algo así?
-En algún momento deberá alimentarse, si deja que la sed lo consuma, la próxima vez que beba no podrá evitar drenar a su victima hasta la muerte ¿Es eso lo que desea?.- fueron las palabras que me sacaron de todos aquellos pensamientos.
-¿Qué?.-murmuré sobresaltado saliendo del ensimismamiento. -¿Acaso no es lo normal? No concibo la idea de dejar vivo alguien después de atacarle....- murmuré encogiéndome de hombros. -¿Cómo continuaría su vida después de algo así...?.- negué con la cabeza, volviendo a encogerme de hombros y dando un par de pasos más por el pasillo.
Aquella conversación solo lograba que me percatase cada vez más de lo extraño que era, ¿por qué nunca me había parado a buscar los motivos? ¿Por qué ahora aquellos motivos por los que era tan diferente a los demás se volvían razones fundamentales de vida?
Invitado- Invitado
Re: Laberintos mentales (Eric)
Erkki abrió los ojos de par en par al escuchar las palabras del joven vampiro. Lo primero que se le vino a la mente fue ¿En que piensan los jovenes de hoy en día? No podía creer que ese joven matara a todas sus victimas ¿Cuantos años tenia?¿Más de 100 verdad? entonces había pasado 100 años asesinando a la gente sin remordimiento alguno, dios, que clase de persona podría hacer algo asi.
- Joven Eric... creo que usted y yo debemos hablar... seriamente - Declaró con solemnidad - ¿Le parece bien si charlamos en mi despacho? Aunque nadie crea ni una palabra a los habitantes de este lugar, no sería bueno tocar estos temas aquí, por favor sigame -
Erkki caminó apurando el paso sin poder evitarlo, por los largos corredores del sanatorio, algunos pacientes que lo vieron pasar, le saludaron con caras ausentes, otros con alegría, algunos inclusive le llamaron para que pasara por sus habitaciones. Erkki se enorgullecía de su exito en ese hospital, los pacientes en general le tenían aprecio y no le veían como a un enemigo, como si pasaba con algunos otros psiquiatras humanos que en vez de intentar comprender la psiquisis de sus pacientes se limitanban a administrarles poderosos farmacos que les deterioraban la calidad de vida.
Caminó bordeando varios pasillos hasta que al fin estuvieron frente a una puerta que ponía en la madera 'Doctor Aliranta'. Erkki abrió la puerta rápidamente - Por favor - Le invitó estirándo el brazo para que Eric pasara a la estancia que se componía (como la mayoría de los consultorios) de un escritorio con dos sillas, una camilla y varios libros y medicinas en una estantería.
- Joven Eric... creo que usted y yo debemos hablar... seriamente - Declaró con solemnidad - ¿Le parece bien si charlamos en mi despacho? Aunque nadie crea ni una palabra a los habitantes de este lugar, no sería bueno tocar estos temas aquí, por favor sigame -
Erkki caminó apurando el paso sin poder evitarlo, por los largos corredores del sanatorio, algunos pacientes que lo vieron pasar, le saludaron con caras ausentes, otros con alegría, algunos inclusive le llamaron para que pasara por sus habitaciones. Erkki se enorgullecía de su exito en ese hospital, los pacientes en general le tenían aprecio y no le veían como a un enemigo, como si pasaba con algunos otros psiquiatras humanos que en vez de intentar comprender la psiquisis de sus pacientes se limitanban a administrarles poderosos farmacos que les deterioraban la calidad de vida.
Caminó bordeando varios pasillos hasta que al fin estuvieron frente a una puerta que ponía en la madera 'Doctor Aliranta'. Erkki abrió la puerta rápidamente - Por favor - Le invitó estirándo el brazo para que Eric pasara a la estancia que se componía (como la mayoría de los consultorios) de un escritorio con dos sillas, una camilla y varios libros y medicinas en una estantería.
Erkki Aliranta- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 444
Fecha de inscripción : 22/06/2010
Localización : En el hospital
DATOS DEL PERSONAJE
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Datos de interés:
Re: Laberintos mentales (Eric)
Olvidando un instante aquellos pensamientos que tenían a Flavio como denominador común, observé la sobresaltada reacción de Erkki, que parecía completamente asombrado por el hecho de que matase para alimentarme. ¿Acaso no hacían eso los vampiros?
-Joven Eric... creo que usted y yo debemos hablar... seriamente.- dijo finalmente con una pesada solemnidad - ¿Le parece bien si charlamos en mi despacho? Aunque nadie crea ni una palabra a los habitantes de este lugar, no sería bueno tocar estos temas aquí, por favor sigame.
Me encogí de hombros ante su tajante tono y le seguí hasta su despacho, con una llamativa placa de madera donde aparecía su nombre.
-Por favor.- agregó él al abrir la puerta del despacho. Observé el habitáculo al entrar, recorriendo cada centímetro con la mirada, lleno de curiosidad. Resultaba extraña la retórica de la vida incluso en los vampiros, unos muchos y otros tampoco, aunque supongo que todo dependía de cada uno.
Aguardé a que entrase, sin valor para sentarme, y me eché una mano a la nuca para subirla luego hasta mi pelo.
-¿Y bien...?.- cuestioné curioso, con cierto titubeo en mis palabras, por alguna razón sentía que aquel hombre actuaría como un padre reprimiendo a su hijo. Que tonta era la idea, y la risita que se me escapó al tenerla.
-Joven Eric... creo que usted y yo debemos hablar... seriamente.- dijo finalmente con una pesada solemnidad - ¿Le parece bien si charlamos en mi despacho? Aunque nadie crea ni una palabra a los habitantes de este lugar, no sería bueno tocar estos temas aquí, por favor sigame.
Me encogí de hombros ante su tajante tono y le seguí hasta su despacho, con una llamativa placa de madera donde aparecía su nombre.
-Por favor.- agregó él al abrir la puerta del despacho. Observé el habitáculo al entrar, recorriendo cada centímetro con la mirada, lleno de curiosidad. Resultaba extraña la retórica de la vida incluso en los vampiros, unos muchos y otros tampoco, aunque supongo que todo dependía de cada uno.
Aguardé a que entrase, sin valor para sentarme, y me eché una mano a la nuca para subirla luego hasta mi pelo.
-¿Y bien...?.- cuestioné curioso, con cierto titubeo en mis palabras, por alguna razón sentía que aquel hombre actuaría como un padre reprimiendo a su hijo. Que tonta era la idea, y la risita que se me escapó al tenerla.
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