Laberintos en pasado, presente y porvenir

por **Pierre A. Dittmar** Jue Feb 22, 2018 11:10 pm

Enfila sus pasos fuera de aquel hotel, su traje oscuro como el de su “hermano” trata de mantener la misma apariencia que él tenía, lo ha estudiado en apariencia y movimientos. Lleva una barba de días algo que le desagrada pero se lo tiene que tragar por el simple hecho lograr su objetivo. Camina y camina saludando a las personas que le reconocen como “Dr. Dittmar” cada vez lo odia más cuando lo llaman así.

Camina por las calles lentamente, las sombras oscuras lo cubre peor no tanto como quisiera aun así puede verse en sus ojos esa chispa que busca estallar en una batalla campal, solo estaba buscando con la mirada pero al parecer por las calles solo habían personas enfrascadas en su mundo, nadie se mide contra él y eso lo enfurece más. Los nudillos blancos de tanto que se tensan los dedos encerrados en puños, el andar se vuelve más pesado con cada nuevo paso que da, el cabello se alborota con las pequeñas brisas refrescándole aquel rostro cansada e iracundo.

Cambia su rumbo, las calles residenciales no le ofrecen nada, más ahora se dirige al centro, entre las zonas donde la diversión pulula más, borrachos y mujerzuelas que rondas en cada esquina, espera ansioso que alguno de ellos se cruzara en su camino pero nada. Suplica en su interior por la valentía de algún hombre pero solo recibe indiferencia, quizás emana demasiada mala energía; trata de calmarse pero no lo logra. Cansado de tanto esperar enfila su nuevo rumbo para otro lado, al menos buscará con alguna mujer desquitarse y luego todo se llevaría su hermano la culpa de lo que él haga.

por **Pierre A. Dittmar** Miér Abr 25, 2018 11:16 pm

ELa luna estaba oculta, ha habían pasado varias semanas desde su transformación y aún quedaba vestigios de esta sobre aquel cuerpo que no se reponía por completo de aquel encuentro con su “consanguíneo”; aun le dolía el rostro y las costillas de aquel encuentro, aunque sabía que también él había quedado mal herido y seguro estaría refundido por días hasta recuperar su apariencia. Y en esas noches comenzó a tramar su plan nuevamente. El primero había salido mal, aún no había logrado desestabilizar a su gemelo por completo cmo lo había imaginado, era hora de ejecutar otro plan, tenía que comenzar con la pieza más débil justo como su reina derrotaba al alfil blanco. Una partida de ajedrez contra sí mismo donde el mejor retador es uno y el imposible de vencer se hace una locura; pero ahora tenía que materializar el plan que anoche estaba creando, ahora tenía ir por aquel alfil y derrumbarlo en la más siniestra locura para luego dar el golpe final al rey.

Camina por las calles como si fuera tan normal, sabiendo que su gemelo está lejos en otra ciudad viviendo su viaje de esparcimiento, eso es algo que le arranca sonrisas de felicidad, satisfacción y alegría. Oculto por el sol, algo que le da gran ventaja. Se anda con cuidado de los conocidos evitándolos un poco aunque lo que no evita es que lo vean andar por ahí, sonríe a toda persona que se le acerca, sobre todo si es alguna fémina soltera, aunque a las casadas no les hace de menos. Sus pasos le llevan por la zona residencial sobre todo donde se suponía que vivía con su “esposa” que era la de su hermano, ante sus pasos la conmoción del vecindario se hacía más evidente pero él no entendía hasta que vislumbró en una de las mansiones un tumulto de gente y un cuerpo que era sacado “pobre la desdichada infeliz” pensó cuando una mujer grito su nombre, más el de su hermano y todos giraron a verle.

Las voces de aquellas tontas personas no cesan provocando que la cabeza de aquel que se hace pasar por galeno comenzase a estallar en un dolor de cabeza, así de simple era ponerlo de mal genio, más, tuvo que tragarse las ganas de ahorcar a todas aquellas chillonas y gritonas mujer para hacer bien el supuesto “trabajo” de médico, uno al que estaba usurpando por una casualidad de confusión de apariencia. Recordar ello es lo que provocó en él una sonrisa de satisfacción, una sonrisa de cinismo, una sonrisa macabra.

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