Laberintos de lágrimas y sangre || Privado || +21

por **Uriel Q. McCowan** Lun Abr 24, 2017 11:10 pm

Luna llena—25 de Aril

El enorme aullido que retumba contra los árboles de aquel bosque oscuro que se ilumina con los rayos de la luna llena, las grandes zarpas rasgan la vieja madera mientras que del hocico las gotas del hambre se dejan ver paulatinamente; el gruñido infernal que es el eco de la bestia que clama por sangre se fija como la mirada atenta a los hombres que merodean por mala suerte aquel bosque. La luna en lo más alto de la media noche, aun quedan horas y el infierno se va desatando lentamente acompañado del sonar de cañones y gritos desgarradores de aquellos que caen bajo las patas de aquel animal.

Sangre fresca gotea por las fauces de aquel animal enorme de pelaje gris, sus zarpas enormes destrozan lo que antes era un ser, o si se lo podría considerar ser a aquellas bestias usurpadoras de sangre, pero ahora no era más que partes desmembradas, las tripas por fuera esparcidas y reventadas. La carne que arrancada la arroja junto a lo que queda de una pierna, se oye el hueso crujir y ser escupido por la bestia. Sus enormes patas traseras iban dando tumbos como pasos donde trituraban al resto de víctimas. Baja a cuatro patas olfateando el aroma de aquel bosque, el olor a tierra humedecida, algo que provoca una risa con aquellos caninos afilados y la baba chorreando lentamente, avanza sigilosa aquella criatura adentrándose más a las sombras nocturnas siguiendo el rastro espectral de aquel animal antes que el sol toque la tierra nuevamente y el dolor de cabeza le retumbe los sentidos volviendo lentamente en si como un alcohólico o adicto al opio consumiéndose lentamente.

El regadero de sangre alrededor de su cuerpo cubriendo la desnudez y partes como brazos o lo que podría ser una mano con un ojo junto a sus dedos, sin saber de quién era, aunque pronto estaba por arrepentirse.

por **Haniel** Sáb Mayo 13, 2017 9:29 pm

Preparándose para la transformación, se puso en pie. Su piel se tensó y los huesos crujieron. Un intenso dolor se apoderó de ella a medida que se le extendían las mandíbulas y le crecía la dentadura. Tal y como esperaba, el grillete le apretó el tobillo como si fuera un torno, enviándole tal oleada de agonía por toda la pierna que se le nubló la visión. La huargo saboreó su sangre. El sabor cobrizo de la sangre que tenía en la boca le produjo una arcada y la escupió sobre la paja.

La pierna que tenía el grillete palpitó al tiempo que adoptaba por completo su forma lobuna.

Eso lo solia hacer cada luna llena cuando estaba junto a su gemela pero eso habia quedado atrás tantos años atrás.

El recuerdo se quebró al momento en que vi a mi hermana correr por el bosque. Mire a mi hermana en aquella forma, mis manos traslucidas no tocan los arboles mientras levito a la misma velocidad acompañándola. El cambiar mi apariencia o el como permitía que me vieran se habia vuelto divertido. En ocasiones era esa chica perfectamente arreglada, angelical e incluso virginal y otras era, en su mayoría del tiempo, aquella como había muerto: Despeinada, con el camisón y corsé color beige rasgado, la marca de las grandes garras destrozando desde mi pómulo derecho, bajando por el cuello, pasando por la yugular y terminando en mi trozo hasta la primera costilla, toda salpicada de sangre y uno de los toques que más me gustaba o había comenzado a amar a través de los años eran los pétalos de rosas que flotaban entre mis cabellos húmedos, incluso uno de ellos flotaba cerca de mi rostro; le daban una peculiar vista a mi trasfondo fantasmal. No sabia como era que ese pequeño detalle permanecía conmigo pues no era algo mio, o tal ves si, pues aquellas rosas me las había regalado Urial aquella mañana en que arranco mi vida de mi cuerpo.

por **Uriel Q. McCowan** Miér Mayo 24, 2017 5:54 pm

Luna llena—25 de Aril

La sangre que corre por el enorme hocico del animal que gruñe destrozando los huesos de su cena; la carne al ser desgarrada y engullida mientras con sus patas tritura parte de aquel cuerpo de lo que fue un humano antes. Su pelaje negro lleno de las salpicaduras y una que otra herida de ataque y defensa obtenida por aquella mano que ahora está siendo cercenada por aquellos dientes que dejan caer los pedazos de carne así como su saliva. Sus enormes patas dan dos pasos siguiendo atento el sonido del viento, el silencio de los demás animales y un viento frio que llega por todo el bosque.

La luna se asoma alta por el cielo nocturno con pocas nubes que la cubran acompañada de un enorme aullido que pega aquel animal al dejar su cena a medio terminar; levanta su rostro viendo entre el bosque una figura con aroma extraño que molesta al fino olfato del perro, gruñe soltando aullidos que avisan un enfrentamiento, en su cabeza solo correr la idea de destrozar a todo ser con el que se encuentre. Corre por el bosque llenándose los pulmones de aire con el deseo de alcanzar a esa figura hasta que un viento frío la detiene, un viento que parece desear cortarla.

La presencia frente a los ojos ámbares del animal es putrefacta y sus dientes se muestran con los restos de su anterior víctima, aun en sus patas queda parte del vestido que llevaba aquella pobre alma. Sonidos que emite llamando a esa presencia a mostrarse, aullidos que se mezclan con los gruñidos con sus orejas en alto, sus dientes mostrando los caninos haciendo sonidos de ataque su cola alta aguardando para comenzar su ataque, y aunque algo en los ojos de aquella persona le resulta algo familiar, en su cabeza no hay raciocinio alguno que no sea el de un intruso asqueroso en sus dominios al que hay que aniquilar por tal hedor que carga

por **Haniel** Dom Jul 09, 2017 3:06 pm

Miro a mi hermana, en esa forma tan animal, quien diría que después de ser unas “señoritas” destinadas a grandes cosas, una rareza de la naturaleza a la buena terminaríamos siendo unas rarezas despreciables, un lycan y una fantasma.

Y no puedo menospreciarla, el espectáculo ha sido sorprendente. Primero había cogido a un animal por la cola, algo que parecía un castor, lo había zangoloteado y jugado con el al corre que te alcanzo como un gato juega con un listón antes de percibir al humano que no le había ido nada bien. Medio despellejado, la criatura se retorció para intentar morderle con unos dientes, con un simple movimiento de cuello lo termino lanzando por los aires antes de echarse a correr en busca del aroma. Le cayó encima como un derrumbe, lo tomo con sus enormes fauces llena de colmillos afilados y zarandeándolo le hizo lo mismo que al animal anterior, de inmediato al tiempo que sonaba un crujido de huesos caía con peso muerto ya sin vida. La lycan se abalanzó sobre el cuerpo sin vida babeando sangre.

Todo eso se quedaría por siempre como un recuerdo desagradable, una prueba mas de lo perturbadora y denigrante que resultaba la nueva naturaleza de mi hermana.

Ahora brama mi atención, exige que me muestre y yo obediente, pues no tengo nada mejor que hacer, me muestro frente a ella. Esta atenta, se que siente mi presencia y le permito verme tomando un poco de corporeidad de forma traslucida, acerco la mano fantasmal y acaricio el pelaje lleno de sangre, desaparezco y acercándome a sus orejas q se mueven captando todo sonido le susurro –Juguemos hermanita –sonrió tomando posesión de su cuerpo sintiendo como enloquece y es cuando comienzo a jugar con su mente mostrándole lo que ha hecho una y otra vez.

por **Uriel Q. McCowan** Lun Jul 24, 2017 8:32 pm

Laberintos de lágrimas y sangre || Privado || +21 UdEZNp5

Luna llena—25 de Aril

El toque lo sintió como un ataque y ofensa, gruñe por sentir a esa presencia cerca viendo que esa persona se burla de ella lanza un aullido fuerte a su madre y amante aquella enorme luna llena, parada sobre sus dos patas con el cuerpo hacia adelante vuelve a aullar babeando con hambre de destrozar a aquella persona por su aroma, clava con fuerza sus mano con sus largas zarpas deseando abrirle la garganta tiene hambre la bestia y no dudará en alimentarse de lo que sea que caiga a sus fauces.

La sangre de su presa aún queda sobre ella, se planta frente a la mujer con ojos entrecerrados gruñéndole casi ladrando como un perro a que no se le vuelve a acercar que no dudará en proteger su territorio y comida, aunque poca no pensaba en compartirla con nadie. Su aullido ha alejado a sus futuras cenas pero atraído a otros más altos y más jugosos que usan los pequeños arbustos y grandes troncos de los árboles para ocultarse con sus armas apuntándole. Tres disparos de cañones y solo uno atraviesa su oreja de loba logrando que emita un sonido gutural agudo. Desvía la atención de aquella mujer que le pone el pellejo de punta por la cercanía corriendo tras los otros.

Río de sangre es lo que queda, son sus fauces las que se toman de la yugular de uno de ellos destrozándolo al zarandearlo de lado a lado hasta que los huesos se rompen. Sus ojos son fiero y su tamaño el doble de lo pensado para un lobo normal de lo que ellos pensaban, son sus largos brazos quienes golpean a uno de ellos arrojándolo contra un árbol matándolo, a otro lo destaja con sus zarpas abriendo su estómago con sus vísceras saliendo de él así como sus lágrimas. Comienza a devorarlo a él primero aún vivo se lo come lentamente arrancándole los órganos y devorándolos con suma prisa.

La sangre se le ha quedado en el rostro y sus zarpas aullando a la luna lanzando sangre a aquella mujer que insiste en no dejarle tranquila cenar. Suelta un gruñido arrojándole uno de los cadáveres, al que le rompió el cuello esperando que le deje tranquila con semejante banquete. Tres cuerpos para cenarse y a los tres se los iba a comer, ya estaba rompiendo el brazo del que estaba comiéndose. No comprendía absolutamente nada. Era una bestia completa que necesita un collar.

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