Sangre, Sudor, Sexo y Lágrimas [Kiara]

Una noche mas Kiara se dispuso a salir de su mansión para buscar nuevos “juguetes” como a ella le gustaba llamarlos. Se puso uno de sus vestidos mas llamativos ya que esa noche había decidido ir al teatro, aceptando la invitación de uno de los conocidos que tenia en Paris.

Kiara no era de relacionarse con los hombres y mujeres mas allá del sexo por eso no tenía amistades al igual que tampoco tenia relaciones amorosas, nunca había sentido lo que era el amor y nunca había sentido curiosidad por ello. Para ella era mas que suficiente tener a algun que otro compañero para jugar y eso es lo que esta noche buscaba.

Cuando se terminó de vestir con la ayuda de una criada, le ordenó que le cepillara el cabello y le hiciera un semirrecogido dejando algunos mechones sueltos ondulados por su espalda y tras tomar su bolsa de juguetes, de la cual nunca se separaba salió a la puerta donde le esperaba un carruaje.

Con una rápida vista dio la aprobación al carruaje seleccionado, negro con cortinas en rojo y unos caballos negros engalanados con tiras de piel en color rojo completaban el conjunto. Sonriente tomó la mano del lacayo que la ayudaba a subir y se dirigió al teatro.

Apenas tardaron mucho en llegar cuando sintió las miradas sobre el carruaje y luego tras ella. Se había logrado una gran reputación y muchos preferían apartarse de su lugar, cosa que ella adoraba, sentir el panico en la gente que tiene a su alrededor le hacía comenzar a sentir el placer en su interior. Caminó guiada por uno de los trabajadores al palco que habían reservado para ella y junto con su acompañante de turno se dispusieron a sentarse para ver la obra. Esta había sido un poco aburrida, Kiara no solía ir al teatro pero sabía por la expresión de su acompañante, que los actores no estaban dando todo de si por lo que mientras continuaba la representación comenzó a fantasear en castigar a los actores a su modo.

Su cuerpo comenzó a estremecerse y a excitarse mientras los minutos pasaban y cuando la obra terminó el aplauso hizo que volviera a la realidad secundando ella también el mismo y fulminando con la mirada a alguno de los hombres que habían llamado su atención.

Caminó evadiendo a su compañero pues comenzaba a resultar un poco agobiante y tras afirmar que tenía en la mano su bolsa con los juguetes se extrañó cuando un hombre la paró y le hizo una reverencia. Enzo, como así había dicho que se llamaba parecía apuesto y no vestía muy mal aunque desde una primer vistazo observó que era un vampiro y cuando escuchó que le habían hablado su boca se le hizo agua.

-En efecto señor Krugman, mi nombre es Kiara Ridrick-hice una leve inclinación de cabeza, no solía hacer reverencias y mis muestras de respeto solo se las había ganado mi creador años atrás, el único al que le debía pleitesía.-Y ¿qué le han contado sobre mi señor Krugman? ¿Por qué ese interes?

Estaba intrigada en saber por que quería conocerme aunque si es en lo que estaba pensando no se negaría en tomarlo como un nuevo juguete, la carne fresca siempre era buena y ademas con la excitación de lo que había pensado hacerle a los actores ahora mismo estaba bastante encendida.

Escuché atenta todo lo que decía, tenía razón en lo referente a la moral, muchos vampiros y humanos en general no aceptaban el que tomara a hombres/mujeres como mis esclavo y jugara con ellos, pero poco me importaba sinceramente. Ya era mayorcita y sabía lo que debía hacer o no.

Creo que en el fondo sabía lo que quería el señor Krugman y eso hizo que mi excitación aumentara aunque cuando sentí las miradas fijas en mi decidí vengarme y agarré al primer humano que pasaba por mi lado, era un acomodador del local que indicaba a la gente que saliera pero eso a mi me importaba poco. Lo agarré por el cuello y con mi mano libre agarré su miembro desprendiendolo del muchacho entre los gritos de piedad del joven. Ahora si iban a tener de qué hablar y tras tirarle el miembro a una vampiresa arrogante miré al caballero.

-Será todo un placer hablar con usted a solas…-tomé el brazo que me ofrecía y con una sonrisa triunfar y confirmando que la bolsa de juguetes estuviera en mi hombro caminamos hasta uno de los salones privados. Era amplio, contenia una chimenea y una gran alfombra y en un rincón de la sala habia una cama, sabía que esto duraría poco pues tenía en mente acabar con la habitación destrozada por los momentos de placer.

-Muy bien señor Krugman, sea directo y dígame que es lo que quiere de mí.