Interesante encuentro (Reservado)

por **Favole LaPlace** Sáb Mar 12, 2011 8:46 pm

No era aún demasiado tarde, pero las sombras ya se habían apoderado de las calles. Mi intención inicial había sido simplemente tomar un café mientras leía un poco, pero antes de darme cuenta, Urfaust había logrado cautivarme y permanecí más tiempo del necesario para que mi café terminara de enfriarse. Azorada por mi descuido, me encontré a mi misma de pie buscando un carro. Sin embargo ninguno aparecía y mi impaciencia crecía por momentos. Opté por caminar en busca de uno, lo cual fue un error puesto que aún no me había acostumbrado del todo a las intrincadas calles de París. Terminé en una calle que estaba segura jamás había visto y cuyas losetas posiblemente nunca había pisado el pie de un hombre honrado. La noche continuaba avanzando por lo que desesperada decidí volver sobre mis pasos, no sin antes empuñar discretamente la pistola que mi padre me había obsequiado para defenderme. Mis nervios se alteraban por momentos al notar como el tacón de mis zapatos era el único sonido que reverberaba macabramente en el silencio de la calle. Conservé de alguna manera la sangre fría y sentí un alivio enorme al ver que me acercaba a la siguiente calle, por la cual discurrían alguno que otro transeúnte. Me faltaban poco menos de cinco metros cuando una figura salida de la oscuridad se situó frente a mí, impidiendo que continuara avanzando. Sentí una chispa de terror que todavía conseguí dominar evitando que se propagara, y tras la primera impresión, hice acopio de valor y levanté la vista con altivez para examinar al insolente que pedía a gritos terminar con el cuerpo lleno de pólvora. Amartillé mi pistola mientras mi mirada recorría su rostro.

por **Enzo Belluscio** Dom Mar 13, 2011 5:43 pm

Las calles estaban atestadas de gente. Y aunque no era ese mi mayor agrado; mientras más gente, más estaría resguardado. Deambulaba con paso sereno, observando terrenos que habían crecido mucho desde la última vez que estuve por aquí. ¿Qué buscaba ahora? Ni siquiera yo sabía esa información. Pero mi estancia en este mundo ha sido tan larga, que pocas cosas puedo hacer más que vagar por el mundo en busca de algo interesante. Ser tan viejo, después de todo, era contraproducente.

Caminaba con mi sombrero de copa y un bastón del siglo XVI tallado a mano, y con un engarce de zafiro en la cúpula. Era hermoso, así como las vistas que me ofrecía el casco antiguo de París. Entonces quedé parado frente a una tienda pequeña de antigüedades. Tenían muchos trastos viejos e inservibles, pero también otros tantos sugerentes y distintivos. Me interesó mucho un libro encuadernado en cuero, que tenía como título: “La Cronología de los Espectros”. Un buen ejemplar que hacía más de un siglo que no se vendía. Era algo único y no quería perder la oportunidad de hacerme con él. Así que entré a la tienda y lo compré sin más.

Volví a naufragar por las calles parisinas, y me senté en un banco que daba a un parque vegetativo, que manifestaba un lago en su interior. Los niños jugaban y los ancianos daban de comer a los patos. Una bonita estampa si el corazón de un humano funcionara en mí. Pero esas extravagancias ya carecían de sensibilidad para mi gusto. Y me quedé sentado, leyendo aquel ejemplar que me había atribuido hace nada. Me gustó, muchas de las afirmaciones no eran erróneas del todo, la gran mayoría eran meras invenciones, y tan solo unos pocos puntos mantenían su total certeza. A la mente de los humanos les encanta divagar, inventar, relatar historias fantásticas sobre aquello de lo que saben poco y existe un misterio que no les permite completar una edición con la completa certeza de la veracidad.

Cerré el libro a poco más de la mitad, y me encaminé rumbo a callejuelas estrechas y de bajo rango social, por llamarlas de alguna manera. Tenía sed, y la noche seguía cayendo. Escruté las miradas de los civiles más apresurados; quizás alguno tendría la amabilidad de servirme de aperitivo. Pero ninguno de ellos me parecieron malas personas a simple vista. Tengo buen proceder para notarlo, pues con el tacto de sus cuerpos contra el mío sus vidas y pensamientos se me esclarecían como la luna llena. Y de pronto, en un lugar donde casi ni el cielo se veía, encontré a una muchacha que casi llegaba a la treintena; sus ojos emanaban miedo, incertidumbre. No la toqué, pero noté como llevó su mano a su arma, no debía ser trigo limpio, lo cual me hizo pensar en ella como mi primera presa de la noche. Me sonreí por ello, y me mantuve en la oscuridad, pero de frente a ella; a la cual llegué de un salto prácticamente.

Mis ojos brillaron en un verde fluorescente en aquella negrura. No hacía demasiado frío, pero caía un calmoso airecillo húmedo que helaba los huesos de cualquier humano.

-¿Tenéis prisa, mademoiselle?¿qué os apremia tanto para que salgáis desbocada por estas calles enlosadas y tristes?- dije con calma, y de manera pomposa, tanto que parecía que adornaba mi voz en exceso. Pero ciertamente era una forma elegante y extravagante con la que mi vocablo salía despedido hacia los oídos de la humanidad. Les atraía, y al mismo tiempo les asustaba, como un canto de sirena para los marineros.

por **Favole LaPlace** Dom Mar 13, 2011 6:35 pm

Parecía un buen tipo... al menos sus ropas revelaban que no se trataba de alguna paria como cabía esperar dado el lugar y la situación. Y sin embargo algo había en su presencia resguardada por la oscuridad que me hacía estremecer. Había experimentado esa sensación antes... en alguna ocasión me había perdido en la jungla siendo niña y había ido a parar frente a un árbol en el que una serpiente se deslizaba sigilosamente. Al igual que en aquel momento me sentí paralizada... por un momento incluso olvidé el arma que aguardaba mi señal para dejar salir la bala. Cerré los ojos por instinto, pero sólo por poco tiempo. A diferencia de cuando niña, esta vez mi padre no vendría a salvarme. Abrí los ojos nuevamente. Entre mis muchos defectos no estaba el ser cobarde... estaba asustada pero no le daría la satisfacción de demostrarlo. De algún recóndito lugar de mi ser saqué valor para esbozar una sonrisa retadora. Apreté el Urfaust con fuerza, dispuesta a usarlo como segunda alternativa de defensa. Empleé el tono más frío del que era capaz al responder su insolente pregunta Mi prisa no es asunto que os concierna... estuve a punto de agregar "caballero" pero omití hacerlo. Tal vez sería aplicarle un calificativo que él no merecía. y me temo que mis asuntos tampoco... acomodé el arma apuntando directo hacia su muslo. No era necesario matarlo... bastaba con herirle para que no pudiera perseguirme. Estaba acostumbrada a levantar las faldas de mi vestido para correr con mayor facilidad. Y, pensé con satisfacción, era imposible que él evitara la bala destinada a ser mi salvadora. No por nada me había ganado una cierta reputación como tiradora. Casi sentí deseos de reír ante mi temor de minutos antes. Tenía la situación bajo control.

por **Enzo Belluscio** Lun Mar 14, 2011 9:38 am

Fue entonces cuando la joven damisela se encabritó de verdad y a punta de pistola se defendió como gato panza arriba. Al parecer no le habían gustado nada mis preguntas, tomándolas de insolencia, lo cual la había exasperado. Ante aquella estaba, una bella mujer sudorosa, apuntándome con un arma de fuego, solo me daban ganas de reír a carcajadas; pero jamás lo hice. Mi estilo no era nunca reírme de nadie de una forma tan airada y desdecorada. Me regía totalmente por la galanura y el sosiego. Yo la miraba, interesado realmente en su actitud, era impresionante la seguridad que llegaban a adquirir las personas con un arma en la mano, y a sabiendas que la víctima iba desnuda de artefactos hirientes. Eso era realmente la verdadera insolencia, engreídos humanos que creían tener todo bajo control con la utilidad de una pistola bajo su mandato: insensatos, este mundo nunca ha sido un lugar seguro para ellos; rebaño de ovejas para vampiros y lobos, incansable fuente alimenticia para una raza superior, la más cercana al Señor que se había creado jamás. Y qué cobardes cuando van desarmados, vacíos de argumentos para ser fuertes. Es entonces cuando sus piernas tiemblan y caen de rodillas, o salen corriendo despavoridas sabiendo que llegarán a caer más temprano que tarde ante la desoladora situación que supone estar frente a un ser de las tinieblas. Pero aquella doncella aún no sabía lo que tenía enfrente, lo cual me hizo tener tiempo para juguetear con la comida.

La miré profundamente a los ojos, los míos, como ya dije, en aquella noche destellaban como cualquier otra en un verde luminoso. Era de mis preciados dones, mis bellas “esmeraldas” oculares. No pasaban desapercibidos para nadie, y en ello se encontraba el sentido de tal acuidad natural. Eran ojos ilusorios, repletos de historias de fantasía dispuestas a engañar a los ojos y mentes ajenas. Un arma letal en manos de un genial estratega.

Entonces comenzó el espectáculo para aquella insolente que se había cruzado en el momento erróneo ante mí. La ofuscación comenzó con la caída de los edificios que se encontraban en derredor a nosotros, los transeúntes iban siendo fulminados por luces extrañas que se clavaban en sus pechos como los rayos de Zeus se clavan en los cielos oscuros de nubes negras. El lugar ahora se encontraba lleno de individuos con una extraña luminiscencia en sus cuerpos ahora cadavéricos. Luego se elevaron como si el magnetismo estuviera vivo y los alineó en círculo alrededor de la chica y yo, y de pronto se prendieron fuego, adivinándose tan solo unas sombras esqueléticas dentro de las llamas. Fue cuando paré de hacer más estratagemas, y nos dejé en aquella situación. Ella seguía viendo el círculo de fuego con la sombra de los esqueletos en su interior, y no proseguí con la función para averiguar cual sería su reacción. Me resultaba de lo más placentero y divertido, y esperé.

-¿Seguís creyendo tenerlo todo bajo control, má chérie?

por **Favole LaPlace** Lun Mar 14, 2011 7:13 pm

OFF: recuerda que no sé que eres vampiro xP

El sujeto en cuestión estaba evidentemente loco. Era la única explicación posible para justificar el que alguien que vistiese como caballero se comportara como el más execrable de los hombres. O simplemente se trataba de una broma. Mi mente analizaba la situación y la sangre fría aún no me abandonaba. El miedo hacia tiempo que había desaparecido. No obstante era claro que no tardaría en hacer su siguiente movimiento. Y el movimiento se presentó con una espléndida visión digna de un prestidigitador. Había visto trucos parecidos con anterioridad aunque en honor a la verdad debía confesar que este era de una calidad superior. Tal vez me encontraba entonces frente a uno de esos seres de los que tanto había oído hablar: los brujos. Mi interés hacia ellos era menos que indiferente, por lo que la emoción que podría haber causado en mí tal espectáculo, disminuyó un poco al cabo de unos minutos.

La voz divertida de mi interlocutor me obligó a verle. Y mi desprecio aumentó. Sonreí mientras guardaba mi pistola. Alguien que usaba tales supercherías para asustar a la gente no merecía mi atención. Sin dignarme responder su pregunta, coloqué mi Urfaust con extremada delicadeza debajo de mi brazo antes de comenzar a aplaudir de manera pausada y harto insultante. Os felicito... Si vuestra intención era entretenerme con un show tan fuera de lo común habría excusado vuestra insolencia de hallarme de mejor humor algo en su expresión me indicó que mi reacción no era la esperada así que agregué Mis sinceras disculpas si vuestro plan de asustarme ha fallado... pero comprendereis que el desprecio y el miedo son sentimientos incompatibles, por tanto os dejo en libertad de ir en búsqueda de alguien más crédulo... me preparé para marcharme pero él no se movió un sólo palmo. ¿Se os ofrece algo más? cuestioné con fría educación. Educación que era innecesaria tomando en cuenta su impertinente comportamiento pero que me permitía permanecer sin rebajarrme a su nivel. Sonreí una vez más fingiendo indulgencia. Si lo que buscais acaso sea mi bolsa, temo deciros que os llevareis una decepción y que hais elegido a la presa equivocada. hice una pausa y agregué con altanería Si lo que buscais es otra cosa os repito que habeis errado de presa. Id a buscar a otra parte y no me quiteis más mi tiempo. con paso tranquilo di un rodeo para evitarle, y escéptica, avancé con resolución a través del círculo de falso fuego.

por **Enzo Belluscio** Mar Mar 15, 2011 12:31 pm

OffRol: Te recuerdo que estás DENTRO de una ilusión. Y que al andar podrías tropezar contra la pura realidad, literalmente, pues no ves más allá de ella.

A la joven deambulante no le había impresionado el espectáculo que le había preparado, lo cual me sorprendió sobremanera. Por lo que deduje que ya había visto algún tipo de “engaños mágicos” antes. Entonces me dispuse a actuar en consecuencia. La noche no terminaría hasta pasadas bastantes horas aún, así que jugar con esta presa me resultaría aún divertido. Las mujeres de esta guisa; “desmelenadas” y engreídas, eran casi el mejor aperitivo para mí. Me extasiaba dándole un plus a esta comida, el hecho de que sea una rebelde sin causa, una muchacha que por sus pintas, no parecía que la fueran a echar de menos precisamente.

De repente la ilusión siguió su curso, y si ella pensaba que nada le iba a suceder, bien engañada se tenía. De las llamas surgieron hojas verdes que hubieran pertenecido antes a un acebo, y danzantes como las tribus indígenas lo hicieran alrededor de una hoguera, aquellas hojas lo hacían alrededor de la mujer, y en ocasiones esas hojas rozaban sus brazos abriéndoles pequeños cortes casi insignificantes. Pero en realidad era yo mismo con una pequeña navaja quien emulaba a las hojas para hacer que todo pareciera más real. La joven sangró sólo dos o tres veces, y yo a su vista ni siquiera me había movido un palmo, encontrándome a varios metros alejado de ella. Sin embargo su “famosa” bolsa ya había desaparecido de su haber, al igual que su arma.

por **Favole LaPlace** Vie Mar 18, 2011 8:14 pm

OFF: como quieras, no voy a discutir por un post.

Un varón... tantas veces me había cuestionado a mí misma si acaso no debí serlo. De haber nacido varón mi padre habría sido feliz desde un principio en lugar de resignarse conmigo. Podría haber practicado esgrima y equitación sin temor a lastimarme. Incluso podría haber seguido el noble camino de las armas que había llevado él durante gran parte de su vida. Y más importante aún, no tendría que ser intimidada por otros hombres. En ocasiones como la presente, me sentía tan decepcionada como mi padre por haber nacido mujer. No obstante, también me gustaba ser mujer, y en un intento por demostrarle a mi padre que no debía lamentarlo más, había hecho cuanto era humanamente posible para complacerlo. Mi actitud poco femenina era una consecuencia de eso mismo. Pero a mi anciano padre parecía gustarle mi personalidad así y no había tenido motivo alguno para cambiarlo, al grado de que había olvidado lo que era ser débil. Lo recordé cuando caía víctima de sus trucos nuevamente, esta vez sin posibilidad de escaparme. El aire fresco calaba y hacía escocer las heridas que me estaba causando. Me mordí los labios para no gritar hasta hacerlos sangrar. Me debatía entre el agónico dolor que me causaban esos pequeños cortos y la enloquecedora preocupación que me carcomía al pensar en mi anciano padre esperando por mi regreso. Iba a morir y ahora lo sabía. Al día siguiente alguien encontraría mi cadáver, esperaba que no en tan malas condiciones, y tras las correspondientes averiguaciones, me conducirían a casa de mi padre. El pensar en su rostro destrozado por el dolor y en su vejez, solitaria sin mí a su lado, fue más de lo que pude soportar. Mi cabeza parecía a punto de estallar y mi estómago, a causa de las encontradas emociones, comenzaba a revolverse. Sonreí amargamente porque mi estoica fuerza estaba cediendo. No era un varón ni tenía tal resistencia. Poseía el cuerpo de una doncella, y pese a mis esfuerzos y fuerza de voluntad, sentía como poco a poco mi vista se tornaba borrosa. No quería rendirme pero no podía evitarlo. Padre... susurré antes de perder el conocimiento.

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