A Little Time for the Ladies [Erin]

No había pasado ni siquiera una semana desde la transformación que la luna llena provoca en mi y seguía un poco poco adolorida y entumecida del cuerpo, esta era mi vida desde hacia mucho tiempo y no podia cambiar ese hecho. Había acordado verme con Erin Shax, una de mis mejores amigas, una licantropo igual que yo, y una miembro de mi manada; sonrei abiertamente mientras subia al carruaje que me llevaria a un lujoso restaurant en Paris para el encuentro.

Seguía intentando recordar cosas de la noche de luna llena pero no podia, era doloroso solo pensarlo, el hecho de haber sufrido la trnsformación con una amiga mia que era bruja creí que quiza podria ayudarme a que mi memoria no se perdiera y que pudiera diferenciar entre un trozo de carne y un ser humano en tal estado.

El camino era ajetreado para llegar de las fueras de la metropoli al centro de esta y eso no ayudaba mucho al dolor muscular, para intentar distraerme, corri unos pocos centimetros de la cortina que cubria las ventanas del carruaje y me encontre con un Paris ajetreado, ruidoso, sucio y lleno de gente gritando molestas, no podia creer que esto fuera lo que muchos llamaban de las mejores ciudades del mundo, regrese la cortina a como se encontraba originalmente e intente relajarme entre el brusco movimiento del carruaje y los sonidos estridentes del exterior. Cuando al fin llegamos al restaurant y el chofer me abrio la puerta para bajar, asome la cabeza pra ver a mi alrededor y de nuevo me decepcione, recogi mi vestido de telas finas y caras y me dispuse a bajar de mi transporte consuma elegancia y entrar para mi reunion con Erin.

Luna llena. Hacía tiempo que había superado el hecho de que era un licántropo, pues llevaba 4 años bajo la tutela de Lucian Greymark, el cual me enseñó y protegió durante todo este tiempo. Sin embargo, la luna llena es el momento en el que un licántropo siente más miedo que nunca, pues nunca sabe qué pasará y ni lo que hará durante la noche que esté transformado. Por nuestra parte, Lucian y yo nos encadenamos a la pared de unas mazmorras que hay en lo más profundo de la mansión Greymark. Pero aun así, más de una vez algún humano resultaba herido. Aquella última luna, había sido relativamente tranquila, pues ambos amanecimos aun con las cadenas rodeándonos, pero ninguno tenía recuerdos de lo ocurrido.

En aquellos momentos me encontraba en uno de los restaurantes de París, pues había quedado con otra licántropa, Violette. Me había llegado una carta solicitando vernos y casi tuve que suplicarle a Lucian que me dejara ir. Uno de los camareros se me acercó y muy amablemente me preguntó si deseaba tomar algo –no, aún no, muchas gracias. Estoy esperando a una amiga –le dije con una sonrisa. Éste hizo una reverencia y se marchó hacia otra mesa donde unos humanos comían tranquilamente. Como siempre, Violette llegaba tarde, aunque yo estaba acostumbrada a sus retrasos y, además, yo solía llegar un par de minutos antes, pues me gustaba observar la tranquilidad de los humanos, ajenos a todas las criaturas que ellos desconocían que existieran.

Crucé las piernas un tanto cansada. Apenas había dormido esa noche, debido a los intensos dolores que me habían dejado la transformación y el duro viaje que me tuve que pegar hasta el centro de París. Unas ojeras marcaban mis ojos a pesar de que me había puesto bastante maquillaje para evitar que se notara. Al final acabé derrotada por ellas y salí a la calle con cara de muerta. Una sonrisa iluminó mi rostro mientras cogía una servilleta y me ponía a jugar con ella, haciendo tiempo, aunque la verdad en más de una ocasión estuve a punto de marcharme. La paciencia no era lo mío, la verdad.

Me sacudí el vestido como gesto de aburrimiento. Éste era de seda, dando a entender que era una joven de clase alta, sin embargo, no era así. Lucian me había comprado innumerables vestidos cuando me fui a vivir con él, mi clase no subía de la media. Aun así, mi forma de ser y personalidad eran las típicas de las nobles y duquesas que pasean por las calles de París. Recuerdo cuando mi padre me llevaba de la mano y yo intentaba imitar la actitud y la forma de caminar de las mujeres ricas de la zona. “Padre” pensé bajando la cabeza con gesto triste. Mi padre había sido la persona que más había querido en el mundo, junto con mis hermanos, y hace cuatro años sucedió algo terrible que me hizo cambiar totalmente de idea: mi padre era un vampiro que, en una noche, había matado tanto a mi madre como a mis hermanos. Yo sobreviví porque Lucian apareció en ese momento y me salvó convirtiéndome en lo que soy ahora. Él se convirtió en mi segundo y más querido padre.

En esos momentos, ví por la cristalera de la puerta, el carruaje de Violette. En enderecé y me acomodé en la silla, poniendo lo más elegante que pude, pues hacía tiempo que no nos veíamos y quería que me viera estupenda. –por fin –susurré para mí misma cuando la vi salir de su carruaje y dirigirse hacia el restaurante con toda esa elegancia que ella mostraba siempre. Con una sonrisa en los labios esperé su llegaba, olvidando por completo mis pensamientos anteriores sobre mi pasado.

Mientras bajaba del carruaje tomada de la mano de mi chofer para ayudarme divise a Erin e incline la cabeza ligeramente para saludarle de lejos, sentí las rocas enormes que eran las calles y las aceras de la ciudad y con delicadeza y elegancia comencé a caminar hacia la entrada del restaurant, ya hacia algo de tiempo que no había salido de los terrenos de la residencia Rousseau a las afueras de París, y por tanto no había visto a nadie de mis conocidos, necesitaba charlas amenamente con alguien que, como Erin, supiera tratarme, no como las señoras y señoritas de sociedad que eran totalmente hipócritas y sin cerebro.

Al entrar al lugar un caballero me atendió y me pregunto me disponía una mesa-Vengo a acompañar a una dama que me espera-aclare cortesmente dándole una ligera y casi imperceptible sonrisa que se formo en mis labios. El joven me llevo a la mesa donde Erin se encontraba después de que le di la información necesaria y le agradecí cortesmente-Tanto tiempo sin verte querida-dije antes de hacer una reverencia en mi saludo y sentarme en la silla frente a ella

La observé entrar en la habitación con ese orgullo que muestra siempre que camina por las distintas calles de París. Sonreí pues así era mi amiga, al igual que yo, ambas éramos orgullosas. Me levanté de la silla en la que me encontraba sentada para saludarla con una reverencia. Al hacerlo, ésta dio con la silla de un hombre de clase alta que se giró mostrando su enorme bigote y su rostro enfadado. –Discúlpeme, no era mi intención –le dije con una reverencia y, cuando se volvió a girar hacia delante, volví mi atención hacia mi amiga, la cual hizo una reverencia como saludo. La correspondí y me senté de nuevo.

-lo mismo te digo, Violette. Últimamente has estado ausente, menos mal que existen las cartas –le dije con una sonrisa. Ambas solíamos escribirnos para contarnos algunas cosas sobre lo que nos sucedía cada día. Al principio, las cartas llegaban cada día, sin embargo, ahora era una vez a la semana y a veces más tiempo. Solía contarle todo lo que me pasaba, pero me saltaba algunas cosas que debían permanecer en secreto, cosas entre Lucian y yo. Le confiaría todo a mi amiga, pero hay cosas que son demasiado importantes que permanezcan entre nosotros.

El camarero se nos acercó y con una sonrisa nos dijo si queríamos tomar algo. Le sonreí amablemente –yo quiero una ensalada –le dije mientras miraba a mi amiga esperando que ella pidiera. No puse reparos en pedir algo para comer pues el viaje había sido largo y estaba hambrienta. Sin embargo, ella pensaría que con la ensalada no tendría suficiente, pero es que no me gustaba llenarme en el almuerzo. Me recosté sobre la silla y me alisé el vestido mirando mis manos envueltas en unos guantes de rejillas y que dejaban al descubierto los dedos de ambas manos.

Una vez que el camarero se hubo marchado, miré a Violette -¿de qué querías hablar? –le pregunté yendo directamente al grano, pues no me gustaba que la gente se anduviera con rodeos. Además era lo suficientemente curiosa como para no poder esperar a que le saliera solo. –parecías preocupada en la carta que me mandaste –la miré con atención esperando que me desvelara algo que probara mis sospechas de que mi amiga se encontraba preocupada por algo. Entonces recordé mi charla con Lucian hace unos días, en las que me había revelado mi misión. Arrugué el rostro recordando lo furiosa que me había puesto, pero no podía decirle que no a mi padre adoptivo. Mi mirada se puso triste, por lo que miré hacia mis manos entrelazadas bajo la mesa. Éstas estaban totalmente tensas, pues no me gustaba nada la misión que tendría que cumplir.

Una vez me hube sentado el mesero nos ofreció lqs elegentes cartas para pedir nuestra comida, no hacía mucho que había comido y continuaba sintiendome satisfecha así que sólo pedí un vaso de vino, del más caro por supuesto, me encantaba que gracias a mi posición social no tenia límites en cuano a disfrutar de una buena comida o un buena bebida, el mesero se retiro y nos dejó solas, o al menos lo más solqs que podíamos estar entre el bullicio de gente que había en el lugar.

Era cierto que había pasado tiempo desde la ultima vez que la había visto y pasado un tiempo con ella, no era normal que me hubiera encerrado en la finca, pero habia necesitado pasar un tiempo a solas, y vaya manera de terminarlo, la noche en que había decidido terminar mi apricionamiento había sido la noche en que me había encontrado con Kei, Erin lo sabia todo sobre lo que había pasado entre nosotros hasta lo ocurrido esa noche, ella sabia que el había sido y es el primer y unico vampiro con el que tenia una buena convivencia amistosa, ademas que con el había perdido mi virginidad y que antes, lo nuestro solo había sido sexo y nada más, incluso nuestra separación había sido vana y bruta, pero a ninguno le había importado, todo eso ella lo sabía con lujo detalle, vaya, ella sabía todo sobre mi, a excepción de uno que otro detalle que omitia de vez en cuando.

-Kai volvió y estoy más que confundida...-comenze a decir, queria explicarle todo, pero ni siquiera yo sabía lo que me pasaba con él, ademas que note que ella tambien se encontraba extraña, la conocia lo suficiente para saber que estaba triste, un poco enojada y preocupada por algo, no sería una buena amiga si me pusiera a hablar de mis tontos problemas sentimentales cuando ella tenia peores.-Querida que sucede...tenoto extraña-dije mientras ponía una mano sonbre las suyas y las apretaba ligeramente par darle animos.