El mejor desvió no es el mas acertado. [Lyuba]

7:30 am

Los primeros rayos del escondido sol cubrían las nubes que habitaban a esas horas de la mañana en el cielo parisino lo que quería decir que mi trabajo había terminado por este día, mire a mi alrededor los animales diurnos comenzaban a salir, a despertar algunos buscando algo de alimento comencé a caminar en dirección a mi hogar, siempre seguía el mismo camino el cual me lo sabia como la palma de mi mano... pero con lo sucedido la ultima vez no tome el sendero diario, seguí por un desvió que había encontrado hace algunas noches atrás. Mis ropas dejaban ver que la noche había sido dura, había luchado con un licantropo hambriento, tenia un corte en el brazo y estaba lleno de lodo y con algunas prendas rasgadas, mi rostro según creía debería tener algunos arañazos, pero nada de que preocuparse.

Llegue al campo desolado que por el invierno solo lo cubría una fina capa de nieve, haciendo del paisaje algo único y magnifico, para cualquier espectador. Me sentía algo agotado y al parecer el desvió había salido mas largo de lo que creí en primera instancia, el sueño me vencía y el frió me acompañaba en mi pausado caminar. Camine hacia un tronco que había en aquel campo, tome asiento para intentar controlar lo que mi cuerpo pedía, descansar. Saque del interior de mi malgastado abrigo la petaca que en su interior tenia Whisky, necesitaba un poco para cobrar calor y poder seguir, pero... me jugo una mala pasada...

10:15 am

Mis ojos se abrieron como si solo hubiera dado una pestañeada, la luz que se reflejaba en la nieve de primera instancia me había encandilado, abrí y cerré los ojos reiteradas veces hasta ya poder ver todo normalmente, me di cuenta que me había quedado dormido sobre aquel tronco, mi ropa ahora estaba mas húmeda de lo normal y mi brazo ardía por no haberle dado las curaciones en primera instancia, agradecía que fuera de día ya que si hubiera sido noche quizás no estaría aquí. Deje mi ballesta y el arsenal que me acompañaba a un lado y cuidadosamente me saque el abrigo y la camisa el frió inmediatamente calo en mi cuerpo que se había abrigado por la gran cantidad de whisky que había tomado hace algunas horas, la camisa que llevaba puesta estaba pegada a la herida causada por las garras de la bestia, respire hondo y la saque con gran rapidez, solo se oyó el grito salir de mis labios, algo de piel y comenzó a sangrar nuevamente. - Maldita bestia... para la próxima no quedaras viva - dije entre dientes mientras cortaba un poco de camisa para limpiarme la herida vertí un poco del licor sobre la herida y apreté la mandíbula para contener el grito. Mi cuerpo se estremeció, no le di importancia y cubrí la herida con otro trozo de camisa apretando la herida.

Me apoye en el tronco y me quede ahí... el sangrado no paraba y me sentía débil... bebí lo poco que quedaba de Whisky y volví a cerrar los ojos.

Los minutos avanzaron acorde no me lo esperaba, quizás había pasado mas tiempo de lo debido en aquel lugar pero de verdad estaba cansado, extendí mi cabeza para apoyarla en el tronco que me sujetaba la espalda y aun con los ojos cerrados visualice las escenas de la noche, comenzando con la persecución cazador presa, el licantropo andaba en busca de comida eso lo tenia seguro ya que me mi olor le fue agradable comenzó a perseguirme, salte a un árbol he ahí me enterré una astilla en la mano, luego el lobo salto y nos caímos los dos al suelo y comenzó la lucha nuevamente, intente sacar mi arma para clavar le las balas de plata pero fue en vano tomo el arma y la lanzo lejos, ahí fue que me trato como un juguete... pero algo lo alejo de mi y aunque corrí tras el no pude dar con su paradero.

Mi brazo palpitaba y mi cabeza también, necesitaba llegar a la casa y que Pascalle me revisara la herida, no quería infectarme ni mucho menos contraer quien sabe Dios que cosa. Ella mi fiel sirvienta era de origen gitano y conocía muy bien que ponerme en las heridas ya sean de vampiros o de hombreslobo, de seguro cuando llegara a la casa mas de un regaño recibiría; pero por le momento necesitaba descansar tan solo un par de minutos mas. Una voz me sobre exalto y salte en el lugar que estaba, dirigí la mirada a mi herida, la mas notoria según lo que yo creía, el trozo de tela que le había puesto estaba empapado de sangre y por lo largo de mi brazo caía una hilera de este carmesí liquido, agradecí que era de día por que o si no ya estaría muerto. Luego de ver mi brazo palpitante dirigí la mirada a donde provenía, una mujer cabellera negra como la noche, piel blanca la luna, ojos verdes como el agua de algún lago y una mirada misteriosa y sus atuendos tan enigmáticos como los de un gitano. - Madeimoselle, créame que e hecho el intento de cuidar de la herida pero me temo que no tengo mucho con que cuidarla al menos por ahora - Dije con respeto y con mi tono natural de voz, un poco serio solo para el respeto.

Me acomode como pude y con mi mano buena saque la tela que envolvía la herida, una parte de esta se había adherido a la piel y no pude contenerme - ¡AYYYYY! - dije entre dientes mientras de un solo tirón lo sacaba por completo, cosa que hizo que todo volviera a sangrar de nuevo. Bien ya era la hora de seguir mi camino el desvió no había sido una buena opción y si seguía esperando se infectaría si es que ya no lo estaba, con algo de cuidado me intente apoyarme con ambas manos para levantarme cosa que fue totalmente en vano, mi brazo herido estaba todo hinchado y no podía siquiera apoyarme; di un suspiro de rendición y mire a la dama - Madeimoselle ¿Me podría ayudar? Porfavor- Cuando necesitaba ayuda, siempre la pedía; de no ser así ya estaría lejos de aquel lugar.

Siempre cuando las cosas andaban mas habían dos opciones o se ponían mejor o empeoraban, pero para mi suerte este no era el caso la dulce dama que tenia enfrente me había sorprendido y eso era algo difícil de que sucediera, la observe con determinación y curiosidad, su voz era angelical tanto como su rostro, no podría dejar de verle sus ojos eran mas claros de lo normal, verdaderamente era una mujer que podía hipnotizar. Sonrió para mi ante mis pensamientos, hacia un buen tiempo que no estaba frente a una verdadera dama y menos frente a una gitana de sus características. Di un suspiro suave mientras me ponía de pie el dolor estaba, necesitaba varias curaciones no solo con el brazo sino que casi por todo el pecho, ya que las raspaduras habían de todos tipos, tamaños y formas.

- Yo estaría muy agradecido si usted me ayudara, de verdad no quiero enfermar ni mucho menos que la herida quede mas expuesta de lo que ya esta. - si estaba siendo del todo sincero, aunque sabia que ir a donde los gitanos podría ver y conocer un poco mas su mundo y claramente era algo que quería hacer hace mucho tiempo. Pero dado a mi poco tiempo para aquellas cosas no lo hacia, quizás era cobardía... quizás miedo pero en fin, no seria nada del otro mundo. Moví los hombros acomodando aquella capa y lentamente comencé a caminar lentamente, mis piernas eran las que mas resistían y podía caminar, lento pero seguro no quería arriesgarme mas de la cuenta.

Mi respiración estaba entrecortada, frió y dolor... frió y dolor, era lo único que estaba en mi cabeza en ese momento, mas me ponía a pensar si seria bueno hacer esto o mejor dicho seria lo correcto no la conocía pero no sabia que no tenia malas intenciones - Xavier Sinclair - dije presentándome, en realidad era la primera parte de las presentaciones formales y a mi me gusta seguir con todos esos caminos, mi enseñanza y educación había sido bien guiada no quería parecer un mal educado y mas cuando aquella dama se había ofrecido a prestarme ayuda. - ¿Y usted Madeimoselle que nombre oculta tras su belleza? - halagar no era lo mio, solo decía lo que mis ojos veían en ese momento. Le dedique una suave sonrisa, era raro que sonriera pero no tenia por que no hacerlo.

- ¿De donde es usted? - Tenia que entablar de algún modo una conversación, no era de quedarme callado todo el tiempo a demás las damas siempre tenían algo que decir o algo que callar o mas bien mucho en que pensar.

Me deje guiar por la gitana de ojos misteriosos, no conocía las carretas de aquellos por dentro y al entrar a la de ella quede verdaderamente anonadado, la decoración rustica, el lugar en si era el mismo misterio, no le temía a los gitanos claro estaba pero uno siempre podía sorprenderse por los de su clase, todos eran tan diferentes y misterioso. Suspire sentándome sobre algunos cojines, le había prestado total atención a todo lo que ella me decía y advertía tenía que decir que con uno de sus comentarios logro sacarme una sonrisa amplia de mis labios, mi cuerpo estaba desgastado por la ardua noche que había tenido y un poco de ayuda siempre, pero siempre seria bienvenido.

Lindo nombre Lyuba – moje mis labios que estaban más secos que de costumbre, sed claramente era lo que sentía pero no quería mostrar flaquezas delante de la dama, su lugar de origen era sin duda uno de los lugares donde había cazado más vampiro en toda mi vida, aunque esta no fuera la vida más larga ese lugar tal como Francia estaban infectados por aquellos chupasangres – Rumania… ciudad oscura y misteriosa – me atreví a comentar. Mientras el dolor aumentaba gradualmente a medida que los segundos pasaban. – Gracias por la ayuda Lyuba, conozco a pocos que traerían a un extraño a su hogar – no sabía cómo expresarme en ese momento aun sentía parte del cuerpo adormecido y eso me estremecía, aún tenía la herida abierta y poco a poco perdía sangre, más sangre de la que podía prever.

Su última pregunta me tomo por real sorpresa, pero algo me decía que en ella podía confiar, quizás su mirada, o su acto de bondad o tan solo el hecho de que fuera gitana, volví a mojarme los labios y la quede mirando directamente a los ojos – Tuve un enfrentamiento en el bosque con un… - no podía llegar y hablar me era realmente dificultoso decirlo, ¿y si no me creía? No sería la primera y claramente tampoco la última sin más reparo continué – un… hombrelobo… una bestia salvaje – dije asintiendo con mi cabeza para que procediera a cerrar la herida. Ahora creerá que estoy loco – termine por musitar suspirando profundamente, mientras esperaba ver alguna reacción por parte de ella.

Cerré mis ojos un momento dándole paso para que la aguja y las manos de ella hicieran lo suyo, no les tenía miedo ni mucho menos pero el dolor agudo que sentía era más fuerte que de costumbre, había dejado pasar mas horas de lo común y eso me estaba pasando la cuenta poco a poco. – Tendrías un poco de agua, mi boca esta seca y necesito algún líquido para remojarla – me atreví a pedirle, pero en realidad ya no aguantaba la sequedad que tenía en mi interior, el sabor de la sangre había dejado un toque amargo en mi interior…

Y mientras la aguja y las manos de la dama comenzaron a cerrar mi herida solo me quede en silencio escuchando cada palabra que salían de esos labios carnosos, su rostro seguía siendo un verdadero misterio y ahora más que antes creía que si todos los gitanos tenían ese algo que me llamaba la atención, no me gustaba alardear de lo que era o lo que no, ni mucho menos de lo que tenía y no, pero cuando ella conto aquello de los vampiros una sonrisa se ensancho en mi rostro, me gustaba de cierta forma que las personas supieran que detrás de la oscuridad de la noche se ocultaban seres tan o más despreciables que un “humano malo” por qué si, en toda raza había una que predominaba y yo intentaría hasta el final de mis días que los humanos fuéramos uno de esos – Vampiros, creo o no tengo fe que cada día hay más de ellos rondando no solo su tierra natal Mi lady si no que todo el mundo, Paris… Paris está sufriendo de cambios por estos seres que habitan en la oscuridad – Me queje un poco ante las punzadas profundas pero un punto y todo volvería a la normalidad. Aquella gitana sí que tenía misterios detrás de ese bello rostro y por ende ya se había ganado mi respeto, no tan solo por ayudarme si no por conversar y contarme algo más fuera de lo común. Deje pasar aquello que solo me traía para cuidar de mis heridas, ya que era totalmente respetable aquello y yo no era quien para pensar diferente, solo estaba agradecido.

Tome el vaso y bebí un poco, tanto mi garganta como mi boca estaban completamente secas, dibuje una suave sonrisa cuando menciono aquello de enfrentarme a esa bestia, tome un poco e aire y la quede mirando – Bueno, es algo que llevo en la sangre… no me gustan las bestias… ni vampiros ni hombres lobos aunque… me agradan más los lican pero este me ataco, yo solo me defendí con lo que tenía y las tantas trampas que tengo ocultas por un sector del bosque… ¿Matarlo? En realidad no sé si habré acabado con su vida o no, un golpe en mi cabeza me dejo un poco confundido y cuando abrí los ojos ya estaba amaneciendo y con ello el rastro del lican desapareció – explique, ya tenía una cierta confianza con ella compartíamos los mismos secretos y para el resto del mundo ahora ambos parecíamos unos locos. Pero eso ya no importaba. – Bueno ahora somos dos locos hablando de seres sobrenaturales que ambos sabemos que existen en este mundo – otra sonrisa amplia se figuró en mi rostro al hecho de poder compartir quizás alguna experiencia con la joven.

En ese momento repare en todo lo que me había contado antes si ella conocía a los seres de la noche solo tenía dos opciones, una… o era aliados de ellos o estaba en contra, cerré los ojos bebiendo un poco más de agua, tanto para la garganta como para aclarar mi mente, yo no era precisamente de esos tipos que divulgaban que era cazador, más bien prefería mantenerme en anonimato, cuidaba tanto mis estrategias como mi vida, pero ya ella sabía demasiado de mí y eso era en parte un problema que comenzó a incomodarme poco a poco en mi interior – Madeimoselle, ¿puedo preguntarle algo?- el tono en mi voz claramente formaba una pregunta pero no esperaría a que ella aceptara sino más bien pregunte por que me nacía hacerlo en ese mismo momento – Usted, ¿está en contra de seres sobrenaturales? – la pregunta en si era casi un escándalo para mis propios oídos, pero quería escucharlo de sus propios labios, no entraría en suposiciones que me llevarían absolutamente a la nada.

No habían mejores manos que unas de mujer curando heridas con tanta paciencia como lo estaba teniendo aquella que me ayudaba con mis heridas de batalla, si porque lo que me paso esa noche había sido una batalla campal donde una fiera y un cazador se habían topado por el mismo camino, los resultados siempre eran desfavorables para los humanos ya que como simples animalillos corríamos por el mundo que lentamente se infectaba de seres sobrenaturales, que con grandes habilidades y fuerzas iban acabando con una especia que desde los inicio de los tiempo habíamos sido la mayoría, ahora tenía mis dudas al respecto, pero de algo no dudaría jamás, nunca dejaría de ser un cazador hasta el fin de mis días, hasta que ya no pudiera más, seguiría matando vampiros y licántropos. Mordí mi lengua cuando ella se topó con la herida en mi cabeza, tenía que admitir que aquella me dolía, de sobremanera, ya que el hecho de solo sentir el viento hacia que el dolor aumentara. Sentí como corrió mis cabellos y me quede en silencio, no podía dejar de pensar en que ella era como yo, ser gitana aún era más misterioso, ella tenía sangre de venganza correr por sus venas, podía olerlo, aunque literalmente claro era.

Aguarde silencio sin quitarle la vista de encima, tenía que admitir que me estaba prácticamente cautivo eso si con mi consentimiento, necesitaba ayuda y no negaría que al parecer había caído en buenas manos. Trague saliva y luego bebí el agua que aún quedaba en el cuenco que ella me había pasado, mientras en mi cabeza se venían las historias de aquella noche en la cual celebraban mi nacimiento, suspire cerrando los ojos y como un casi cuento de terror las imágenes pasaron como si yo tuviera conciencia de todo aquello, una gran fiesta por ser el primogénito, un banquete para todos las familias del circulo de cazadores de mi padre, luego el terror de la oscuridad y la masacre en una batalla donde las mujeres corrían hacia los sótanos y bodegas en busca de refugio, mi madre me llevaba en brazos ocultándome bajo el manto rojo, y mi padre junto a un centenar de hombres daban guerra a los manditos chupasangres, vidas inocentes murieron esa noche y desde ahí mi propio camino fue forjado…

Sus palabras eran una verdadera melodía para mis oídos al tiempo que ella pronunciaba cada palabra, “eso significa que estoy en contra de ellos.. “ una sonrisa se posó en mis labios y mis ojos abiertos de par en par quedaron mirando los pies de aquella dama, deje mi cuerpo relajarse por algunos minutos una aliada era ella y vaya que eso ayudaba, ya que los cazadores normalmente trabajábamos en grupos u órdenes, pero aun nada era cierto, hasta que tan solo una frase y todo se vio despejado, me levante de un salto y le puse sin medir nada mi mano en su boca haciéndola callar, no pese ni medí el impacto de aquello ya que siempre cuidaba mis espaldas y algo había aprendido en esta vida, las paredes tenían ojos y oídos. La solté casi el tiempo que me fije en mis actos – Lo siento, pero aquellos es mi mayor tesoro – dije volviendo a tomar asiento de alguna forma me sentía arrepentido de mis actos para con ella, asentí con la cabeza, yo estaba orgulloso de ser un cazador, pero nunca admitía serlo, ya que el mejor secreto es el que no se comparte – Lo soy – dije entre dientes mirándola a los ojos como si de un pacto de silencio se tratase.

Para el mundo yo era nada más ni nada menos un herrero, hijo del Mayor Sinclair, de pocas palabras y pocos amigo, mujeriego en su tiempo y bohemio en otros, aunque lo último tenía una razón para serlo. Nunca nadie me había dicho aquello por mucha indiscreción admitía que esta vez había hablado de mas, quizás por el mismo hecho de que ella sabía de lo que hablaba y no era una verdadera amenaza. Al final de cuentas era humana como yo.