"Julienne"-privado-

No podía disimularlo pues se me hacía dar un paso sumamente innecesario presentarme en el cementerio pues me era inevitable pensar en si algunas de esas víctimas habían terminado allí a causa de mi padre; tuve cierto sentimiento reolviéndome al respecto por siquiera imaginarlo. Respiré hondo mirando al norte, las copas de los árboles se meneaban cuales criaturas asustadas bailarinas al son del viento regocijándose en cada compás dibujado por este instruyéndoles a seguir su movimiento, la hojarasca se levantaba del suelo haciéndoles compañía acompasándose como cisnes vibrando a cada céntimo postulándose a indescriptible sutileza marchándose no sin envolver al ambiente de un profundo sentimiento listo para absorberse, sin mayor complicación y allí en medio de toda esa gloriosa situación hallábame dando pasos lentos luchando contra mí misma por entrar al cementerio.

Una vez decidida, abrí con lentitud la pequeña portezuela esperando nadie me viera, sin embargo mis pasos se escucharon ligeramente fuerte pues en medio de todo había estado pisando las hojas secas causando hasta cierpo punto un estrepitoso rechinido, mis pupilas miraron alrededor no divisando a nadie en particular en cuanto me adentré me despojé del gorro dejando al aire libre mi cabello sentí un escalofrío calarme en lo más profundo de los huesos ¿Qué demonios hacía allí? no iría a profanar tumbas eso con seguridad aunque en estos tiempos no era difícil que me confundiesen en ser algún tipo de bruja o algo por el estilo sonreí al respecto imaginándome haciendo hechizos con mi caldero chirriante como en los cuentos de hadas.

Algunas tumbas estaban sumamente desgastadas, parecían hechas por el olvido mismo sin tomar paso del tiempo encima de ellas desaliñadas y un tanto putrefactas entre capas polvorientas, en las esquinas floreros esperaban por ser llenados sólo se podía admirar la tristeza del ambiente no pude evitar cuestionarme si realmente papá había tenido algo que ver con alguna muerte pero para qué negarlo, era así, después de todo era un vampiro ¿Qué podía esperar al respecto? algún civilizado estaba claramente equivocada; diariamente yo representaba una lucha contínua por no acabar con mi vida, por no ver mi sangre alrededor de sus labios o mi cuello entre sus colmillos pasé una mano sobre mi garganta al imaginarlo tragando saliva.

Estaba desolado el panteón dónde mis pies hacían acordes jugando al laberinto moviéndose entre tumbas de todos tipos haciendo un panorama bastante tirste sabiendo algún día mis huesos estarían ubicados en uno de esos recintos a menos de pensar lo contrario, refunfuñé agobiada. Parándome frente a una de ellas miré el grabado "Mi pequeño siempre viviráis en vuestros corazones, cuando nos sintamos sólos veremos cada rayo del sol en vuestra ventana y sabremos que allí estás" apenas era la inscripción para un niño de 5 años, me mordí el labio inferior agachándome para acariciar la lápida suavemente con las yemas de mis dedos derramando una lágrima también me dediqué a quitarle la hierba seca para limpiarla ¿Cuánto tiempo tendría de estar en el olvido? ¿Porqué abandonar el cuerpo de un pequeño así? ¿Su familia estaría viva o estaba en la misma suerte? no tardé en descubrirlo, a dos sitios de distancia reposaban los nombres de los padres suspiré pues al menos estaban ya en el mismo sitio.

Una tenue luz me distrajo a unos metros de distancia, me pregunté quién demonios podía estar incurriendo en ese lugar a parte de mí, eran altas horas de la noche si era uno de ellos lo confrontaría sino... podía terminar muerta. Encaminándome dirigí mis pasos cortos siguiendo el resplandor haciendo brillar cierta zona en particular ladeé la cabeza viendo a una silueta pudiendo identificar le fulgor como un cigarrillo.

-Buenas noches- murmuré concentrando la mirada en lo que el hombre observaba cuidadosamente, alcé la mandíbula tensa sin poder voltear, mis ojos se habían desorbitado casi, mi piel se había encendido causando empalideciera. "Julienne" reposaba sobre la piedra observé la fecha de deceso no lo creí de momento.

Ese era el nombre de una de las mujeres que mi padre había asesinado en sus inicios de convertido, había dicho lo bella y misteriosa que era, también el cierto grado de intuición demostrado por la mujer, sí hasta cierto punto había quedado embelesado por ella pero a fin de cuentas había terminado siendo su cena, ahora estaba yo, frente a su lápida dispuesta a pedirle perdón ¿De qué serviría? el chico allí parado me tildaría de loca por completo respiré hondo después de comprender los largos segundos en silencio.

-Disculpádme, el frío hace que se me congelen hasta las neuronas, vos podéis comprender sobre ello, a estas alturas creo mis ideas están en otro lado intentando encontrar refugio cálido- declaré desviando los ojos hata el caballero sonriendo apenas a medias sin poder asimilar mi encuentro fortuito con mi vida... y esa muerte.

El tono arcáico con el cuál el joven hablaba me pareció un tanto curioso, despertaba cierta intriga en esa similitud ente indiferencia y conformismo; sin opinar al respecto observé a mi acompañante cuidadosamente. Mis ojos desfilaron sobre su silueta, era delgado, de tez blanquecina un tanto o más que la mía, sus ojos estaban un poco hundidos, me sorprendieron sus labios perfectamente delineados, se prestaba a aquél aire indagante, misterioso y tenebroso al mismo tiempo.

Mis manos parecían estar tocando las cuerdas de un violín debido al nerviosismo, cuando eso sucedía tocaba melodías mentalmente para tranquilizarme pues aunque no lo supiera sentir las notas vibrándome podía transformarme por completo, le había atinado precisamente a un punto delicado, si claro le explicaría -Esta dama la asesinó mi padre a mordidas- pensé con cara indulgente pensando en ofrecer una respuesta más sensata.

-Había escuchado este nombre en algún lado, pero no soy familiar de esta damisela ya falleció algo de tiempo- soplé sobre la lápida; las fechas coincidían perfectamente, sentí una ola de enojo con impotencia al mismo tiempo. Allí descansaban los restos de una pobre inocente que si había conocido algún día agradecía por no recordarla.

-Si puedo preguntaros ¿Qué hacéis aquí a tan altas horas? hace unos momentos estuve a punto de sufrir algún tipo de insuficiencia cardíaca sumándole la fritura de cerebro que no tardo en poseer- sentencié mirándolo con los ojos algo entrecerrados envolviéndome cual vil taco para que mi rostro no se helara.

-Sin embargo, no puedo negaros que me alegra no estar aquí sola como estos pobres seres, que muchos de ellos han quedado en algún sitio del olvido como todos en algún momento, dejamos de importar- murmuré hincándome sobre la tumba de Julienne mirando el grabado tallado en oro.

-Mirad por ejemplo, familia tan adinerada y la olvidaron como vil trapo, aunque también meditándolo bien ¿Para recordar a aquellos muertos?- pregunté en voz alta recargándome sobre una viga.

Miré el desolado sitio, el viento abrumaba el mabiente, los árboles platicaban entre sí y los animales nocturnos salían a la luz pues pequeños ojos se distinguían entre la penumbra y la luz del cigarrilo.

-Ha de faltar que algún visitante inoportuno venga- sentencié en un tono tanto sarcástico algo indiferente enarcando una ceja mirando la lápida de a lado; un bebé yacía allí, en la tumba de niño había sentido remordimiento pero con ese pequeño todo cambiaba:

"Aquí yacéis fruto de mi vientre querido, sabéis que tu madre estando en el cielo y yo en la tierra siempre te amaremos" Julienne y Vador

Una vez más empalidecí más de lo normal, casi me desmayo de la impresión, no podía creer eso, se trataba de... era un maldito asesino quién amaba con todo mi corazón ¿Qué pensar al respecto? tenía la mente en blanco, sólo comencé a maldecir en voz baja antes de depslomarne sobre el suelo frustrada.

-Sí lo que mejor sabéis es escuchar no os conviene escuchar sobre mí monsieur- sentencié tomandolo de la mano para pararme ¿Tan obvia era? -No seas tonta, ¡Pues claro!- reflexioné sacudiéndome todo el polvo acumulado entre mis ropajes haciendo que estornudara rompiendo el silencio del panteón repitiendo lo que él había dicho, había afirmado que la conocía, Dios me liberara de ser así, no me deseaba imaginar en esa situación en lo más mínimo, gracias, pero estaba encantada de nisiquiera haberla visto una vez con todo y su embarazo.

-Sólo me ha causado curiosidad esta tumba como véis murieron ambos de un sólo golpe, por lo menos el chiquillo no quedó huérfano así es la ley de la vida- argumenté alzando los hombros más analítica -Eso ni tú te la crees, la vida ni que ocho cuartos pareces filósofa de cabaret- musité sobre mi cabeza sabiendo que tenía razón, no podía mostrarme reaccionado así para luego negar que desconocía esa situación.

-Cómo es explico mejor, digamos solamente escuché sobre ella en sus dias plenos- terminé por decir, no sonaba comprometedor, estaba argumentado ser sólo palabras llevadas por el viento como todo en la existencia humana "Nada duráis para siempre, vivid mientras vuestra existencia sea alumbrada, en cuánto obscurezca te sabráis muerto encerrado en profundas obscuridades" recordé algunas de las palabras en la boca de papá -Pero qué bien sabe al respecto!!!- exclamé famélica frunciendo el ceño. Sabía a perfección cómo era vivir entre las obscuridades, escondiéndose entre la multitud, escondiendo los cuerpos cada vez que salía a alimentarse, todo un aliento para mí como su hija -Sin duda, tú ejemplo a seguir- reí con sorna ante este pensamiento absurdo.

-Cómo os estaba diciendo monsieur, las leyes de la vida es que cuando unos vienen, otros se van en situaciones suceden ambos casos, los dos parten de un mismo tajo, es cuando nos preguntamos si de verdad vale la pena vivir al máximo, al menos es mi punto de vista- aclaré la última frase mirándolo sobre mis orbes esmeralda intrigada por revelar eso a un total desconocido -Si quieres termina por decirle qué color es tu ropa in...- mis pensamientos se vieron interrumpidos por una nueva silueta, escasos metros se movía apenas, me recorrió un escalofrío en todo el cuerpo poniéndome toda histérica.

-¿Vé...e...is...esoo?- apenas pude concretar la frase señalándo, no pude proferir siquiera un grito decente porque me quedé a medias, la voz no salió por ningún lado, sin querer, aferré la mano del hombre percatándome del gesto soltándolo casi de inmediato -¿Nos podríamos retirar?- pregunté ya con el cabello de punta en la parte baja del cuello.

Vamos no seas tan cobarde te las habéis visto en peores situaciones, ¿Os asustáis un fantamsita que os haga -Boooo-? recriminó mi conciencia a lo que reflexioné en segundos, era cierto, realmente no era nada aterrador, me quedé parada mirando como la sombra caminaba hasta nosotros. De repente, se movió más rápido corriendo -Esto está muy lejos de ser un visitante blanquito- murmuré en voz baja pues no tardé en mirar a cierto ladronzuelo queriéndonos atracar...