Cita con las estrellas (libre)

Estaba algo perdida, no era la primera vez que perderme me hacia sentir bien...porque era una forma de poder descubriste grandes sitios y lugares escondidos. Pero ahora, que no sabia como volver y temia usar mi don para huir de alli temiendo ser vista, no sabía que hacer o como encontrar algun camino lejos de alli.
Esa parte de la ciudad era un poco aterradora, casi igual a otras ciudades que habia visto y visitado en otros tiempos pero algo me decia que iba a ser algo complicado salirme de alli.

El jóven sonreía desde la esquina opuesta, era inexperto y superficial, un vanidoso, y este tipo de gente era inocente y no se daban cuenta de su propio engaño. El iluso me había divisado entre el gentío, yo le había mirado con ojos lujuriosos y había caído en la trampa como un torpe corderito.

Iba vestida para la ocasión, con abanico de plumas negras, corsé muy ceñido de seda negra y estampado de flores gris oscuro. La falda era como siempre, voluminosa, negra como la boca del lobo.

La música iba en aumento haciendo que el lugar se asemejase a un infierno, era tarde y las personas ya estaban empezando a desmadrarse por doquier, a mi derecha una pareja se besaba como si en su propia casa se encontraran y por el rabillo del ojo podçia observar como dos jóvenes se miraban de una manera que muchos nombrarían como mínimo de perversa. Una chica adolescente se cruzó por mi camino y derramó el contenido de su copa sobre mi pecho, ella, en la edad en la que todo es risa, congeló su risa haciendo una mueca bastante grotesca, yo la miré con los ojos muy abiertos, fijamente, y lentamente mostré mis dientes, mas afilados que los de la mayoría de las personas. La chica se quedó pálida al momento, un segundo después ya no estaba allí. Quizas era mas lista de lo que parecía; se decía que los moribundos intuían su muerte, que veían a los muertos. Yo no lo sabía, el poco tiempo que había estado cerca de la muerte había sido efímero y confuso.

Me concentré en el chico que me sonreía, era de estatura media, delgado, su cara blanca y su ropa cara y cuidada denotaban que era rico, un niño de papá. Me encantaba la sangre de jóvenes confiados y que tenían toda una vida por delante. Yo era la que iba a arrebatarles esa ilusión.

-¿Como os llamáis hermosa dama? - susurró en mi oido. Olía bien, su perfume era caro sin duda.

- ¿Qué importa? - respondí bruscamente, yo no me andaba con rodeos, me gustaba ir directa al asunto - Yo se un sitio donde si vas a conocer lo que buscas... - sonreí enseñando los colmillos un poco mas largos que el resto de la dentadura.

Media hora mas tarde le empujé contra una pared sucia, en las calles de Paris, en la sombra de una puerta escondida. El chico, cuyo nombre no sabía ni queria saber, parecíadisfrutar como nunca, engañado, creyendo que esa noche había conquistado, sin saber que la muerte le había conquistado a el. El, impulsado por la naturaleza febril de la juventud, recorrió pronto mi cuello blanco y mi escote con sus labios deseosos de placer carnal, pero de pronto algo hizo que cambiase de estrategia, sus manos se volvieron mas amables y sus labios, mas suaves y lentos.

- Sois hermosa.... hermosa, nunca había visto a nadie como vos... - dijo a media voz, acariciandome la cara.

¿Porqué hacía eso? ¿Tenia que echar a perder el momento? Estúpidos mortales, tan facilmente volubles, no se merecían el aire que respiraban.

- ¿La muerte es hermosa, muchacho? - El me miró con cara de no comprender nada, entonces gruñí y me lancé a su cuello. Estuve a punto de desangrarlo por completo, pero algo me detuvo, dejé caer su cuerpo hasta el suelo húmedo de la calle, su corazón todavía latía.... un pensamiento poco común en mi sobrevoló en mi cabeza. ¿Valía la pena convertirlo en un inmortal?

Fue entonces que advertí una presencia mas en la calle, unos pasos mucho mas sigilosos que los de un humano y mas refinado que los de la mayoria de los seres sobrenaturales.

-¿Quién anda ahí? - dije en un tono agresivo, siempre alerta y hosca.

Miraba y miraba para un lado y para otro mientras caminaba a paso lento sin hacer ruido más que el de mi cascabel que cuando caminaba, a veces, tintineaba una sola vez. Intentaba ver de donde era aquella voz, alguien con agresividad habia preguntado quien estaba por aqui. Ese ser era yo, pero ¿y si era un humano? ¿Como huia? Estaba más que satisfecha de sangre y no sentía deseos de matar esa noche.
Con mi pobre voz, siempre dulce, calmada y firme pero algo queda como un susurro, hice una advertencia para que solo aquella persona escuchase y entendiese que habia alguien más.
-Sé que no quieres morir esta noche.
Con esas simples palabras de mis labios, detuve mi andar y esperé en silencio, alerta por si debia huir por aire.

Sin duda, había alguien cerca, podía oi una especie de sonido, como de risas de una niña vampira, un cascabel ¿no? Fuese lo que fuese, no le tenía miedo. Podía ser mas fuerte y mas poderosa que los demás seres si quería, y no tenía remordimientos ni pudor en nada.

Me puse en pie, totalmente erguida y alerta, el chico se había deslizado lejos de mi, y cuando ya no sentí su calor, lo miré como cuando se mira a un perro callejero, un destello de sangre en su cuello y en la camisa blanca, pero aún respiraba.... No sabía ni como se llamaba...

Mas una voz se oyó a lo lejos y como sospechaba no er auna voz humana, era dulce, suave... una voz de vampira sin duda alguna. Podía ser una trampa, los vampiros eramos muy traicioneros y altaneros, pero algo en su tono me decía lo contrario. Fue su frase lo que me dejo con los ojos abiertos como platos, para luego provocarme una risa baja y tenebrosa.

Pase por encima del chico, inconsciente en el suelo y caminé sin miedo hacia la dueña de aquella voz. Tenía el vestido un poco desabrochado, al igual que la capa, me iba arreglando los desperfectos por el camino hasta llegar a la esquina que nos separaba, justo ahí me apoyé contra el muro, desenfadadamente y con cierta agresividad.

- Nunca podré morir, querida - dije con chuleria - No tienes porqué ser así... Hoy no tengo ganas de pelea - y con desgana me acerqué a ella sin dejar de mirarla a los ojos. En realidad tenía curiosidad.

La habia visto, era una vampireza, tenia un belleza unica casi como todos los de nuestra especie.
Simplemente sonrei un poco y con algo de humildad.
-Nunca busco peleas, señorita...-hable tranquila, mi voz casi siempre, aunque era firme, parecia un leve susurro. No entendia porque. Quizas eran los años...-...Intento buscar una salida, es peligroso irme a mi manera...-no me movi de donde estaba, solo la mire y me mantuve alerta.
Presenti un efluvio cerca de ella y puede advertir una cosa.
-Hay un humano cerca?

La miré levantando una ceja, era extraña esa vampira, cierto era que cada uno de nosotros tenía una manera de ser muy marcada y especial. No valía la pena ponerme agresiva, me gustaban los retos y no los seres apacibles y pasivos como ella, la dejaría en paz, por ahora.

- ¿Peligroso? Peligrosa deberías ser tu, vampira, no lo que causas, ¿No sabes huir de una manera sigilosa? Ja...

Me acerqué mucho mas ella y la contemplé: era de pelo oscuro y piel pálida y preciosa, parecía compratir un gusto conmigo, el color negro, el color de la muerte. La miré con la cabeza alta, evaluandola, aunque en realidad sólo hacía un papel, ya que me gustaba aparentar que controlaba el momento, cuando nunca había sido así.

- Si, es un humano... pero ya se le acaba la vida - sonreí de manera siniestra, mostrando mis dientes ensangrentados a la vampira.

- ¿Puedo saber tu nombre? Yo soy Ligeia... - No sabía porqué me comportaba de manera tan sociable.. para mi, quizás intentaba apartar al jóven de mi mente... quizás no.

Le sonrei amablemente. Era una noche tranquila y no era de esas por las que corria por la calle, con sed, matando al primero que se me cruzase...
-Sé como huir...soy demasiado vieja...-claro en el amplio sentido que abarcaba, mi edad real era de 321 y sí, sabia muy bien como escapar de cualquier situación. Pero esa noche, no estaba de animos para irme volando, corriendo o simplemente, trepando el muro.-Simplemente estoy recorriendo un poco, arruinaria un poco mi diversion de más tarde el huir rápido.
Al notar sus colmillos ensangrentados, no pude más que asentir diciendo:
-Espero no haberte arruinado el apetito...-me disculpe en caso de haberlo hecho. Era una total descortesia de mi parte molestar a otro en su Festin.
-Soy Jacqueline.-me incliné un poco ante ella, solo por modales, nada más. Aun no habia olvidado mis clases con mi ama de llaves, hacia muchisimos años pero, la cortesia es lo ultimo que se debe perder ante una sociedad.

Como pensaba, había acertado completamente, era una de esas vampiras tranquilas, tan humanamente humanas como lo habían sido en vida. No entendía a ese tipo de seres pero tampoco le daba muchas vueltas a la cabeza sobre el asunto, simplemente era así y ya está, no tenía mayor importancia, me limitaba a hablar con ella, pues hacía mucho que no conversaba con uno de los mios, no sabía muy bien como iba el mundo. En el fondo no quería reconocer que esperaba oir cierto nombre en boca de alguien, mas eso era algo que nunca sucedería. Ni siquiera debía desearlo. Já, me reía en todo ello.

- ¿Demasiado vieja? - pregunté sin esperar respuesta, cualquier vampiro con un mínimo de capacidades podría escapar sin ser visto, pero si a ella le apatecía vagabundear por estas calles pestilentes, en su derecho estaba - Oh - exclamé, ante su explicación.

Me pasé la lengua por los dientes, saboreando la sangre que habia en ellos, la sangre del chico en el suelo... Miré a la vampira de arriba a abajo, era atractiva, aunque demasiado oscura, si, tenía algo que me recordaba a ella, solo destellos, como el pelo oscuro, la piel clara, mas nada de su personalidad. O eso parecía, además, no parecia muy receptiva....

- No me has arruinado nada en absoluto, descuida... ya chupé toda la sangre de ese pobre desgraciado humano - mientras hablaba mi nariz se arrugó formando una mueca agresiva, mostrando los colmillos - Y no descarto el volver a alimentarme.

Me preguntaba si aquella vampira venía sola o no. Sentía mucha curiosidad por conocer el tipo de vida de los vampiros que me iba encontrando en el camino, esa pasión me la había transmitido mi antiguo amor, ella siempre me contaba historias sobre seres antiguos y misteriosos.

- Encantada Jacqueline... ¿Vienes sola, Jacqueline?

Asenti ante su pregunta con una leve sonrisa, mi voz sono de nuevo como un susurro aunque era una voz clara y firme. Desde que tenia memoria vampira, mi voz siempre habia sido asi.
-Asi es, solo ando de visita, quizas me vaya en algunos dias.-dije con un leve encogimiento de hombros.-Queria intentar recordar si ya habia estado en Francia antes pero cada lugar que visito se me hace nuevo y desconocido.-camine un poco pasando por al lado de la señorita y pude ver el cadaver del joven a quien ella habia bebido.
Lo mire inexpresivamente, como si no me importase ya. Simplemente arruge un poco mi nariz y la mire de reojo.
-Hueles eso?-dije y me agache ante ese cadaver y hable de nuevo.-Millonario, mujeriego, violador. Todos tienen el mismo aroma fétido...-parandome despacio, continue.-De unos 25 años, menos de 30 quizas. Su sangre estaba en su punto perfecto, me alegro que la aprovecharas.-sonrei un poco observandola.

Ella estaba en Francia para recordar, y para que había venido yo, me preguntaba contínuamente, quizás la voz que oia en mi cabeza, como una conciencia, noche tras noche, me incitaba a ir a tientas por el mundo, buscando esa luz que un dia se perdio, que un dia me abandonó. ¿Podíia ser eso? Técnicamente era posible, también podía ser que me estuviese volviendo loca del todo.


- Pues espero que... consigas recordar algo - murmuré con desgana - Un vampiro perdido es como tener un billete de primera clase para el manicomio mas cercano.

Entonces la vampira se percató del cuerpo del jóven que yo había matado ¿matado? Si, ya parecía estar muerto, y no me importaba en absoluto, el se lo había buscado, con tanta cursilería y tanto candor repentino, podría haber vivido mas tiempo, incluso podría haberle dejado con vida si hubiese tenido un poco mas de fuego, pero no había sido así.

- Ya.... - comenté ante sus palabras. Sin duda ella había acertado en la mayoría de las cosas, mas había en sus palabras cierta dureza, me había engañado un poco, pensaba que era mucho mas compasiva, y no parecía importarle la vida humana en lo mas mínimo... Frialdad, eso era.

- Si... era un sujeto asqueroso y pútrido por dentro, se merecía la muerte como el que más... lo aproveché bien...- respiré hondo - Jacqueline, ¿puedo ayudarte en algo? - podría sorprender mis cambios de humor, pero esa vampira me hacía sentir curiosidad.

-Nada de lo que nos sucede, en esta vida o en la anterior, se olvida aunque no podamos recordarlo.-le dije muy calmada, eran las palabras de un viejo amigo que de alguna extraña forma habia recordado.
Mi expresion no cambio al oir su pregunta, en sí era un poco extraña. Al principio se notaba más agresiva cuando le hable en un susurro pero ahora parecía más calmada, un tanto más...amigable?
Simplemente decidi preguntarle algo.
-Sabes donde puedo pasar el dia por aqui?-aun con mi edad real y mi fuerza, pues tener más edad me hacia más fuerte a veces que otros, algunas veces se me hacia indispensable, sentarme frente a una chimenea con un fuego prendido, sea de dia o de noche. Pero debia tener más o menos una idea clara de donde podria quedarme antes de que saliese el sol.