El chico de la carta (Elinor)

En una concurrida calle de la urbe parisina, un muchacho de unos trece o catorce años se abría paso a codazos y empujones en una dirección predeterminada. Por sus pantalones marrones sucios y raídos y su camisa blanca que ha vivido tiempos mejores, cualquiera sería capaz de adivinar que se trataba de uno de esos muchachos que viven en la calle gracias a su ingenio, picaresca y a la generosidad de los viandantes. Empujones y más empujones, tenía una meta clara y un botín por lograrlo hasta el punto de que ignorar las voces que recriminaban su ardiente empeño por avanzar.

- Ese es el lugar.- murmuró el muchacho ya casi sin aliento debido al esfuerzo y al sol del mediodía que brillaba sobre su cabeza.

El lugar de destino no era ni más ni menos que un frecuentado burdel, donde damas de compañía trataban de complacer los deseos carnales de los hombres. Pierre que así se llamaba el muchacho nunca había pisado un sitio como aquel y probablemente nunca más lo pisaría pues sus bolsillos no tenían más contenido que el propio vacio, ni un mísero centavo. Los ojos marrones de Pierre se abrieron con sorpresa en cuanto traspasó el umbral de entrada, por un momentó creyó que había traspasado a un mundo de ensueño donde Afrodita era la reina y las bellas ninfas sus habitantes. Aquí y allá había chicas de voluptuosas formas y delicados rostros que conversaban con diversos hombres, Pierre deseó no dejar nunca ese lugar pero sin embargo una dulce voz femenina le habló:

- ¿Te has perdido muchacho?- le dijo una mujer que si bien aún conservaba la belleza de antaño no podía competir con la plenitud del resto de mujeres, era la Madame del burdel, la que hacía y deshacía por doquier.

- Ehm... no, ve-ve-verá, busco a-a-a... una seño-ñorita, la señorita Cars-Carstairs. Tengo al-algo para ella.- dijo tartamudeando por el nerviosimo y tragando saliva al terminar.

Mientras que Pierre creía que su misión ya estaba cumplida, la Madame no había dicho la última palabra. Tal vez se tratase de orgullo o quizás de un exceso de celo profesional, pero no le hacía gracia que una de sus chicas más solicitadas recibiera cosas sin que ella misma supiera de qué se trataba. Si por algo aquel era el burdel más concurrido de París era por el celo y meticulosidad que ella mostraba en el desempeño de su labor.

- Dame, ya se lo daré yo.

- Lo s-s-siento, pero se la debo de-de-de entregar en mano.- poco a poco y apartando la vista de las muchachas que disminuían su atención, Pierre iba ganando en confianza y estaba dispuesto a no abandonar aquel lugar sin cumplir su cometido.

Todo esto pareció notarlo la madame que finalmente cedió, tenía asuntos más importantes que atender que ese estúpido muchacho. Llamó a una chica y le pidió que Elinor hiciera acto de presencia allí para resolver aquella situación. Pierre al escuchar esto resopló tranquilo y dejó vagar su mirada por el local elegantemente decorado, más no era la decoración lo que centraba la atención del chico sino aquella especie de harem celestial a los ojos marrones del niño.

Aquel era un dia tranquilo para nosotras las cortesanas, al menos en mi caso. En las horas que ya llevaba en el burdel solo habia tenido un cliente y las otras me las habia pasado bailando atraytendo las mirada de todos los clientes. Pero me sentia algo extraña, como si me fuera a pasar algo que nunca esperaria. Y no podia estar atenta a nada por lo que cuando acabo mi turno de trabajo casi lo agradeci, baje corriendo del escenario y me fui al vestidor.

Cerre la puerta y e apoye en ella unos segundos hasta que me separe de ella y cogi mis vestidos. La verdad es que no me gustaba vivir alli pero era lo que me tocaba por cortesana. Cogi un vestido blanco era el color que mas me gustaba aparte del rosa y aunque ya no fuera pura me gustaba llevarlo. Pero cuando me estaba cambiando una de mis compañeras abrio la puerta.

-¡¡Elinor!!

Me gire dando un bote no la esperaba y me habia asustado. Me gire y era una de mis amigas alli, no todas nos llevabamos bien me acerque a ella lo sufciiente para que poder hablar con tranquilidad.

-¡¡Erika!! Me has asustado ¿que ocurre?

Mi amiga parecia de verdad parecia alterada como si fuese algo que no me hubiese ocurrido nunca y cuando me lo conto vi que asi era. Pero aun asi me senti importante que alguien m,e estuviera esperando no me pasaba nunca.

-Hay un chico en la puerta dice que tiene algo que darte y quiere dartelo en persona. Por el tono de la madame era importante.

-Vale ahora voy.

Me parecia extraño que alguien me esperaba por eso me vesti con velocidad y sali casi corriendo del vestidor. Cuando llegue a la puerta vi a un chico que no tendria mas de catorce años. Con mis pasos graciles cual bailarina me acerque a él.

-Hola, ¿nos... conocemos? Me han dicho que has venido por mi.

Dije para esperar la respuesta del muchacho. Quizas lo habia conocido pero no lo recordaba bueno en realidad no recordaba nada desde mis 16 años por eso espere que el chico me disipara esa duda.