AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Placeres nocturnos +18 {Elizabeth}
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Placeres nocturnos +18 {Elizabeth}
Las grandes puertas se abrían a mi paso, los lacayos se encontraban en sus puestos con el gesto solemne de quien teme por un fatal destino. Los rumores trascendían entre algunos de los pocos mortales que quedaban sirviendo allá, después de todo necesitábamos quien de día mantuviera en pie nuestra residencia de verano por así decirlo. El miedo en sus ojos era evidente cuando me veían cerca, no era el príncipe que recordaban aunque me pareciera tanto a ese descendiente mío que había asesinado hace poco, los rasgos de los Romanov eran siempre tan hereditarios, el príncipe que se había convertido en rey, una vez mas asumía el trono de mi nación que había dejado algunos años atrás debido que mi inmortalidad no había podido sostenerse a ojos mortales por más tiempo.
Mi palacio, mis posesiones, todo lo recuperaba una vez mas aunque ya eran casi antigüedades algunas de ellas, tal cual como su dueño aunque era un vampiro joven relativamente, apenas unos cien años no hacían tanta diferencia entre algunos de mis iguales de otras naciones. Pero entre las posesiones más valiosas se encontraba mi nueva 'hermana', zarina de todas las Rusias como ella siempre había deseado, no podía negarle esa ambición pues a tan brillante mujer me permitía darle los lujos que una Romanova merecía. Esa 'hermana' para los demás no era más que mi amante, ¿incesto? , eso pensaría cualquiera pero la verdad era que aunque existía un círculo consanguíneo entre ella y yo ya era bastante lejano desde el tiempo en que yo fuera un mortal como ella.
Amates, amigos, cómplices, qué más da, nuestras preocupaciones iban mas allá de ello, nuestros intereses se complementaban y después de mucho tiempo me pareció sentir aprecio por una mujer que se había ganado por su esplendida actuación como mi aliada para regresar a la familia real. Inteligente tal vez, astuta definitivamente, y sobre todo, deseable. Y ahora me encontraba caminando en los largos pasillos camino a darle encuentro después de tener un par de noches de llegado a Paris, a pesar de que ella estuviera desde mucho antes. Dimitri que siempre estaba conmigo tenía un encargo que cumplir aquella noche y dada esta oportunidad de vernos solos me decidí por dejar libre el mismo deseo que había sentido por ella la misma noche en la que la conociera, la misma noche en que por primera vez su carne fuera mía.
Abrieron la última puerta, la que daba a su habitación, un par de criadas bajaron la cabeza cuando me vieron entrar y nerviosamente recogieron unas toallas y fundas de una silla para luego dirigirse hacia puerta no sin antes hacer una venia tanto a ella como a mí
-Nadie puede entrar en adelante hasta mañana- les dije cuando salían y asintieron
Me acerque a Elizabeth con esa sonrisa macabra y picara a la vez, le acaricie con una mano la mejilla y la observe detenidamente en todo su esplendor, se suponía que esa era la hora en que ella iba a la cama como todo mortal, a dormir, sin embargo no veía porque no hacer algo antes de que cayera rendida en un sueño del cual al despertar ya no me vería
-No te veía tan hermosa desde la noche que te conocí en Italia, los acontecimientos no han dejado que nos juntemos mucho desde entonces pero ahora será diferente- le dije dejándola allí y acercándome hacia un sillón donde me senté sin dejar de observar su esbelta figura.
Mi palacio, mis posesiones, todo lo recuperaba una vez mas aunque ya eran casi antigüedades algunas de ellas, tal cual como su dueño aunque era un vampiro joven relativamente, apenas unos cien años no hacían tanta diferencia entre algunos de mis iguales de otras naciones. Pero entre las posesiones más valiosas se encontraba mi nueva 'hermana', zarina de todas las Rusias como ella siempre había deseado, no podía negarle esa ambición pues a tan brillante mujer me permitía darle los lujos que una Romanova merecía. Esa 'hermana' para los demás no era más que mi amante, ¿incesto? , eso pensaría cualquiera pero la verdad era que aunque existía un círculo consanguíneo entre ella y yo ya era bastante lejano desde el tiempo en que yo fuera un mortal como ella.
Amates, amigos, cómplices, qué más da, nuestras preocupaciones iban mas allá de ello, nuestros intereses se complementaban y después de mucho tiempo me pareció sentir aprecio por una mujer que se había ganado por su esplendida actuación como mi aliada para regresar a la familia real. Inteligente tal vez, astuta definitivamente, y sobre todo, deseable. Y ahora me encontraba caminando en los largos pasillos camino a darle encuentro después de tener un par de noches de llegado a Paris, a pesar de que ella estuviera desde mucho antes. Dimitri que siempre estaba conmigo tenía un encargo que cumplir aquella noche y dada esta oportunidad de vernos solos me decidí por dejar libre el mismo deseo que había sentido por ella la misma noche en la que la conociera, la misma noche en que por primera vez su carne fuera mía.
Abrieron la última puerta, la que daba a su habitación, un par de criadas bajaron la cabeza cuando me vieron entrar y nerviosamente recogieron unas toallas y fundas de una silla para luego dirigirse hacia puerta no sin antes hacer una venia tanto a ella como a mí
-Nadie puede entrar en adelante hasta mañana- les dije cuando salían y asintieron
Me acerque a Elizabeth con esa sonrisa macabra y picara a la vez, le acaricie con una mano la mejilla y la observe detenidamente en todo su esplendor, se suponía que esa era la hora en que ella iba a la cama como todo mortal, a dormir, sin embargo no veía porque no hacer algo antes de que cayera rendida en un sueño del cual al despertar ya no me vería
-No te veía tan hermosa desde la noche que te conocí en Italia, los acontecimientos no han dejado que nos juntemos mucho desde entonces pero ahora será diferente- le dije dejándola allí y acercándome hacia un sillón donde me senté sin dejar de observar su esbelta figura.
Invitado- Invitado
Re: Placeres nocturnos +18 {Elizabeth}
Su vida había cambiado tanto en tan poco tiempo sintiendo que en cualquier momento aparecería su hermano y ella despertaría de todo aquél sueño. Bien sabía que nada de eso sería posible y que lo que estaba viviendo era real, bastante real. Había matado a su hermano por conveniencia propia y ya no sería más “la hermana de…” “la princesa” sino que ahora llevaría el título que siempre debió ser de ella, el de Reina. Había conocido a varios vampiros a lo largo de su vida por lo que saber que Alexei era uno de ellos también no le impresionó.
Los sirvientes parecían siempre estar incómodos por los rumores que corrían por todo el lugar, hasta muchos esperaban que ella misma dejara de aparecer durante el día y hasta pareciera que varios suspiraban aliviados cuando aparecía por los pasillos a pedir algo de comer. No podía evitar sentirse feliz por tener a su hermano fuera del camino y que todo comenzara a tomar el ritmo adecuado, por aquella misma razón era que Elizabeth y Alexei se llevaban tan bien, sus intereses tenían mucho en común, estaban dispuestos a trabajar juntos…y habían otras situaciones obvias en las cuales también se llevaban bastante bien.
Habían logrado tener una noche espectacular cuando estaba de visita en Italia dejando paso a un deseo totalmente carnal lamentablemente terminando una vez que regresaron a Rusia por tanto trámite que había al estar muerto su hermano. Cada noche lo esperaba con algún conjunto coqueto ganándose las miradas de reprobación de las sirvientes, cosa que poco le importaba. Esa misma noche se encontraba frente a un espejo preparándose para ir a dormir, llevaba un sexy conjunto y encima una bata de seda negra que a pesar de todo hacía recalcar su figura.
Seguía frente al espejo arreglándose hasta que escuchó a alguien entrar mirando de inmediato de reojo, sonrió ampliamente cuando notó que era Alexei levantándose para caminar a paso lento hacia él pero guardando aún distancia hasta que las criadas se fueran, al escucharlo las miró solo para notar la mirada que ponían, obviamente de reprobación. Cuando se le acercó por fin sintió su fría mano recorrer su mejilla cerró los ojos sintiendo el contacto, ese vampiro sabía como lograr que lo deseara con todo su ser con tal simple y banal contacto. Poco se preocupaba si se sentía cansada o con sueño ¿Cómo era posible dormir con tal exquisito y hermoso vampiro? Nada de eso le importaba esa noche ya que de seguro tendría mucho tiempo más para dormir.
Abrió sus ojos y lo vio alejarse mientras hablaba y asintió con la cabeza – Me has tenido bastante abandonada…- Comentó de manera suave jugueteando con su cabello y buscando sus ojos – Espero que no se repita muy a menudo - sonrió y se acercó soltando su cabello quedando frente a él – ¿Te molesta si me quito esto? - comenzó a bajar su bata despacio y luego la dejó caer a sus pies – Es que ha comenzado a molestarme…- dejó escapar una risita juguetona y se sentó a su lado buscando su cercanía – Y dime Alexei ¿Es necesario tanta formalidad? - Una sonrisa pícara escapaba de sus labios y luego se acercó a su oído susurrante – Hasta podría decir que te he extrañado - cerró sus ojos y entreabrió sus labios dejando que la punta de su lengua rozara el lóbulo de Alexei.
Los sirvientes parecían siempre estar incómodos por los rumores que corrían por todo el lugar, hasta muchos esperaban que ella misma dejara de aparecer durante el día y hasta pareciera que varios suspiraban aliviados cuando aparecía por los pasillos a pedir algo de comer. No podía evitar sentirse feliz por tener a su hermano fuera del camino y que todo comenzara a tomar el ritmo adecuado, por aquella misma razón era que Elizabeth y Alexei se llevaban tan bien, sus intereses tenían mucho en común, estaban dispuestos a trabajar juntos…y habían otras situaciones obvias en las cuales también se llevaban bastante bien.
Habían logrado tener una noche espectacular cuando estaba de visita en Italia dejando paso a un deseo totalmente carnal lamentablemente terminando una vez que regresaron a Rusia por tanto trámite que había al estar muerto su hermano. Cada noche lo esperaba con algún conjunto coqueto ganándose las miradas de reprobación de las sirvientes, cosa que poco le importaba. Esa misma noche se encontraba frente a un espejo preparándose para ir a dormir, llevaba un sexy conjunto y encima una bata de seda negra que a pesar de todo hacía recalcar su figura.
Seguía frente al espejo arreglándose hasta que escuchó a alguien entrar mirando de inmediato de reojo, sonrió ampliamente cuando notó que era Alexei levantándose para caminar a paso lento hacia él pero guardando aún distancia hasta que las criadas se fueran, al escucharlo las miró solo para notar la mirada que ponían, obviamente de reprobación. Cuando se le acercó por fin sintió su fría mano recorrer su mejilla cerró los ojos sintiendo el contacto, ese vampiro sabía como lograr que lo deseara con todo su ser con tal simple y banal contacto. Poco se preocupaba si se sentía cansada o con sueño ¿Cómo era posible dormir con tal exquisito y hermoso vampiro? Nada de eso le importaba esa noche ya que de seguro tendría mucho tiempo más para dormir.
Abrió sus ojos y lo vio alejarse mientras hablaba y asintió con la cabeza – Me has tenido bastante abandonada…- Comentó de manera suave jugueteando con su cabello y buscando sus ojos – Espero que no se repita muy a menudo - sonrió y se acercó soltando su cabello quedando frente a él – ¿Te molesta si me quito esto? - comenzó a bajar su bata despacio y luego la dejó caer a sus pies – Es que ha comenzado a molestarme…- dejó escapar una risita juguetona y se sentó a su lado buscando su cercanía – Y dime Alexei ¿Es necesario tanta formalidad? - Una sonrisa pícara escapaba de sus labios y luego se acercó a su oído susurrante – Hasta podría decir que te he extrañado - cerró sus ojos y entreabrió sus labios dejando que la punta de su lengua rozara el lóbulo de Alexei.
Elizabeth Romanova- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/10/2010
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Re: Placeres nocturnos +18 {Elizabeth}
Elizabeth es una mujer que avivaría el deseo de cualquier hombre pero en su presencia no tenía a un mortal, ella sabía que era un vampiro y disfrutaba del placer de verse deseada por un inmortal -No se repetirá más, puedes tenerlo por seguro- respondí ya que era cierto que debido a los últimos acontecimientos no habíamos podido gozar de la intimidad que en un principio era lo que en primera instancia nos había juntado. Después de ello, el asesinato de su hermano, irónicamente uno de mis herederos aunque de un lazo lejano, había hecho posible que asumiera una vez más el lugar de Zar para seguir con la dinastía de los Romanov. Elizabeth, ella era toda una zarina, mi hermana-amante que tenía sus propios intereses aunque afines a los míos nunca había dejado de ser mi objeto de deseo durante varias noches lejos de ella recordando la suavidad de su piel mortal y el perfume impregnado en ella.
Ella se acerco soltando su cabello con esa coquetería con la que la recordaba desde la primera vez que la viera en Italia, su bata cayo resbalando por sus hombros mientras yo la observaba con una sonrisa curvada en los labios, no dije nada al principio porque termino sentándose a mi lado y desde allí acortando aún más su cercanía -Creo que has terminado con toda la formalidad que quedaba, en ese caso carece de importancia que finja comportarme contradictoriamente a lo que en realidad quiero hacer- dije rozando su rostro, la tome de ambos hombros y baje acariciando su espalda en parte desnuda y luego sobre la tela de ese camisón que era tan delgada que casi podía sentir tocar en plenitud su piel -Lo que has extrañado es que la lujuria penetre en tus poros- mencione y me acerque a sus labios a besarla sin redundar más en el asunto, eso era lo que los dos queríamos y estábamos allí solo para darnos placer.
Sus labios carnosos provocaban que los memorizara con los míos, mi lengua jugaba con la suya reconociéndose en el masajeante movimiento de ambas, la piel exigía que la sensación de ese beso recorriera por todo el cuerpo de una vez y para que más palabras si solo seria perder el tiempo. Sin que quisiera el beso lo detuve y me puse de pie llevándola de la mano hasta la cama donde ella acostumbraba dormir y donde yo solo reposaría las noches en que fuéramos amantes. Al llegar al borde de esta volví a besarla y empecé a quitarme la ropa porque en realidad a ella solo le quedaba una prenda interponiéndose en mi camino hacia su piel. La tome del cabello con ambas manos después de haberme librado de toda la ropa que me cubría de la cintura para arriba e hice que cayera en la cama conmigo encima de ella dándole besos vehementes en el cuello mientras masajeaba sus senos con ambas manos sobre el camisón.
La sujetaba con fuerza, con deseo de hacerla mía, de masajear su voluptuosidad en senos, caderas y muslos antes de sentir entre sus piernas esa calidez que me conduciría a desear escucharla gemir y tocarla como si ninguna parte de su cuerpo tuviera secretos para mis manos que encontraban todos los caminos y todas las formas de acariciarla incluso ahora cuando conservaba el camisón empecé a deslizar este por encima de sus muslos y meter ambas manos por debajo de él para llegar a sus senos desnudos donde sus pezones estaban endurecidos y por donde después mi lengua paseo en círculos al verlos descubiertos.
Ella se acerco soltando su cabello con esa coquetería con la que la recordaba desde la primera vez que la viera en Italia, su bata cayo resbalando por sus hombros mientras yo la observaba con una sonrisa curvada en los labios, no dije nada al principio porque termino sentándose a mi lado y desde allí acortando aún más su cercanía -Creo que has terminado con toda la formalidad que quedaba, en ese caso carece de importancia que finja comportarme contradictoriamente a lo que en realidad quiero hacer- dije rozando su rostro, la tome de ambos hombros y baje acariciando su espalda en parte desnuda y luego sobre la tela de ese camisón que era tan delgada que casi podía sentir tocar en plenitud su piel -Lo que has extrañado es que la lujuria penetre en tus poros- mencione y me acerque a sus labios a besarla sin redundar más en el asunto, eso era lo que los dos queríamos y estábamos allí solo para darnos placer.
Sus labios carnosos provocaban que los memorizara con los míos, mi lengua jugaba con la suya reconociéndose en el masajeante movimiento de ambas, la piel exigía que la sensación de ese beso recorriera por todo el cuerpo de una vez y para que más palabras si solo seria perder el tiempo. Sin que quisiera el beso lo detuve y me puse de pie llevándola de la mano hasta la cama donde ella acostumbraba dormir y donde yo solo reposaría las noches en que fuéramos amantes. Al llegar al borde de esta volví a besarla y empecé a quitarme la ropa porque en realidad a ella solo le quedaba una prenda interponiéndose en mi camino hacia su piel. La tome del cabello con ambas manos después de haberme librado de toda la ropa que me cubría de la cintura para arriba e hice que cayera en la cama conmigo encima de ella dándole besos vehementes en el cuello mientras masajeaba sus senos con ambas manos sobre el camisón.
La sujetaba con fuerza, con deseo de hacerla mía, de masajear su voluptuosidad en senos, caderas y muslos antes de sentir entre sus piernas esa calidez que me conduciría a desear escucharla gemir y tocarla como si ninguna parte de su cuerpo tuviera secretos para mis manos que encontraban todos los caminos y todas las formas de acariciarla incluso ahora cuando conservaba el camisón empecé a deslizar este por encima de sus muslos y meter ambas manos por debajo de él para llegar a sus senos desnudos donde sus pezones estaban endurecidos y por donde después mi lengua paseo en círculos al verlos descubiertos.
Invitado- Invitado
Re: Placeres nocturnos +18 {Elizabeth}
Aquél vampiro era tan difícil de describir para Elizabeth ya que eran tantas cosas y a la misma vez no eran nada, nada los ataba realmente el uno al otro y el placer era el encargado de que muchas noches ambos cuerpos se reencontraran sin importar si alguien los escuchaba, sin importar la diferencia a nivel de calor entre pieles. Sonrió ampliamente al escucharlo hablar – Espero así sea, no debería haber demasiadas cosas importantes que hacer por la noche…después de todo nosotros tenemos el poder - Su mirada bajaba desde los ojos de él hasta los labios que tanto la tentaban, en ese momento nada le importaba ni la muerte de su hermano ni que era una zarina ¿y qué podía importar más que estar entre los brazos de aquél vampiro que la hacía perder la razón?.
Lo que menos le interesaba en ese momento era mantener algún tipo de cordialidad con aquél inmortal, si bien les faltaban muchas cosas que conocer del otro, se conocían en muchos ámbitos incluyendo el íntimo, las caricias que le propiciaba con aquellas manos frías en su cuerpo que tenía más temperatura por actos anteriores provocaban en ella una mayor excitación, era como si supiera exactamente que lugar tocar en el momento adecuado. Su mirada se encontró con la suya cuando Alexei terminó de hablar y sonrió de manera pícara ante sus palabras – Supongo que nos vamos entendiendo…- Su voz era solo un susurro y en realidad no le importaba demasiado es escuchaba aquello o no, mordió su labio inferior y se concentró solo en sus caricias cerrando los ojos por unos segundos y luego los abrió al escucharlo ¿Cuánta razón podía tener con decir tan poco? Quería asentir para darle la razón pero sus labios se encontraron y a Elizabeth no le importaba interrumpir lo que de seguro ambos habían estado esperando.
Un suave escalofríos recorrió su espalda luego de sentir al fin sus labios, el simple roce de sus lenguas la llevaban a desear más de él, quería sentirlo dentro de ella pronto pero tampoco le gustaba acelerar demasiado las cosas ya que disfrutaba siempre de los juegos antes del acto mismo. Sus ojos permanecían cerrados disfrutando cada segundo, cada movimiento de ambos labios y al sentir que se alejaba los mismos quedaron entreabiertos deseando más, abrió los ojos despacio para notar que se dirigían ya a la cama. Una vez frente observaba de manera lujuriosa como se iba quitando la ropa y sus manos viajaban por su piel ya desnuda, ambas manos quedaron en su espalda al sentir las de el en su cabello y se dejó caer en la cama sin ponen ninguna resistencia, corrió su cuello de manera que tuviera más libertad al besarle mientras que sus uñas inevitablemente se incrustaban suavemente al sentir la caricia sobre sus senos.
Su labio inferior estaba atrapado entre sus dientes producto al placer que cada vez crecía más. Sus piernas estaban separadas para darle mayor comodidad encima de su cuerpo estando así indefensa a todas las caricias y besos que él pudiera darle. Soltó un suspiro al sentir el contacto directo de sus frías manos con su piel y cómo cada vez tenía su camisón más arriba pensando que comenzaba a ser un estorbo. Con cada movimiento su deleite quedaba en evidencia producto a la calidez y humedad de su entrepierna, sus manos bajaban hasta el pantalón de él de forma casi desesperada para desabrocharlo y dejarlos caer. Lo alejó de su cuerpo unos centímetros luego de dejarlo en ropa interior y se sacó el camisón quedando ella con sus senos desnudos aún cubriendo su entrepierna, lo tomó por los hombros para dar un giro y quedar ahora ella encima de él y lo miró a los ojos de manera pícara con una sonrisa en sus labios.
Se acomodó de tal forma que ambos sexos quedaran rozando, sus manos subían y bajaban recorriendo desde el pecho hasta el abdomen, sus labios besaron los suyos con pasión deslizándose despacio hacia su lóbulo derecho el cual besó, lamió y mordió con suavidad para pronto bajar hasta el cuello, pecho y por último el abdomen donde quedó lamiendo el borde donde comenzaba su única prenda que lo cubría y su mano acariciaba de forma suave pero con lujuria su miembro erecto.
Lo que menos le interesaba en ese momento era mantener algún tipo de cordialidad con aquél inmortal, si bien les faltaban muchas cosas que conocer del otro, se conocían en muchos ámbitos incluyendo el íntimo, las caricias que le propiciaba con aquellas manos frías en su cuerpo que tenía más temperatura por actos anteriores provocaban en ella una mayor excitación, era como si supiera exactamente que lugar tocar en el momento adecuado. Su mirada se encontró con la suya cuando Alexei terminó de hablar y sonrió de manera pícara ante sus palabras – Supongo que nos vamos entendiendo…- Su voz era solo un susurro y en realidad no le importaba demasiado es escuchaba aquello o no, mordió su labio inferior y se concentró solo en sus caricias cerrando los ojos por unos segundos y luego los abrió al escucharlo ¿Cuánta razón podía tener con decir tan poco? Quería asentir para darle la razón pero sus labios se encontraron y a Elizabeth no le importaba interrumpir lo que de seguro ambos habían estado esperando.
Un suave escalofríos recorrió su espalda luego de sentir al fin sus labios, el simple roce de sus lenguas la llevaban a desear más de él, quería sentirlo dentro de ella pronto pero tampoco le gustaba acelerar demasiado las cosas ya que disfrutaba siempre de los juegos antes del acto mismo. Sus ojos permanecían cerrados disfrutando cada segundo, cada movimiento de ambos labios y al sentir que se alejaba los mismos quedaron entreabiertos deseando más, abrió los ojos despacio para notar que se dirigían ya a la cama. Una vez frente observaba de manera lujuriosa como se iba quitando la ropa y sus manos viajaban por su piel ya desnuda, ambas manos quedaron en su espalda al sentir las de el en su cabello y se dejó caer en la cama sin ponen ninguna resistencia, corrió su cuello de manera que tuviera más libertad al besarle mientras que sus uñas inevitablemente se incrustaban suavemente al sentir la caricia sobre sus senos.
Su labio inferior estaba atrapado entre sus dientes producto al placer que cada vez crecía más. Sus piernas estaban separadas para darle mayor comodidad encima de su cuerpo estando así indefensa a todas las caricias y besos que él pudiera darle. Soltó un suspiro al sentir el contacto directo de sus frías manos con su piel y cómo cada vez tenía su camisón más arriba pensando que comenzaba a ser un estorbo. Con cada movimiento su deleite quedaba en evidencia producto a la calidez y humedad de su entrepierna, sus manos bajaban hasta el pantalón de él de forma casi desesperada para desabrocharlo y dejarlos caer. Lo alejó de su cuerpo unos centímetros luego de dejarlo en ropa interior y se sacó el camisón quedando ella con sus senos desnudos aún cubriendo su entrepierna, lo tomó por los hombros para dar un giro y quedar ahora ella encima de él y lo miró a los ojos de manera pícara con una sonrisa en sus labios.
Se acomodó de tal forma que ambos sexos quedaran rozando, sus manos subían y bajaban recorriendo desde el pecho hasta el abdomen, sus labios besaron los suyos con pasión deslizándose despacio hacia su lóbulo derecho el cual besó, lamió y mordió con suavidad para pronto bajar hasta el cuello, pecho y por último el abdomen donde quedó lamiendo el borde donde comenzaba su única prenda que lo cubría y su mano acariciaba de forma suave pero con lujuria su miembro erecto.
Elizabeth Romanova- Cambiante Clase Alta
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Re: Placeres nocturnos +18 {Elizabeth}
La ausencia de sus labios me hacia buscarlos, quería morderlos y sentir por lo menos una gota de su sangre pero ella se adelanto. Se quitó el camisón dejando al descubierto sus senos, redondos, blandos y perfectos por los que la llamaría reina las veces que ella quisiera. Los toque, es más, los manosee a mi antojo dándoles masajes, endureciendo sus pezones entre mis dedos y luego con mi lengua sobre ellos con el deseo de morder su delicada piel como si fuera un durazno jugoso y maduro del árbol prohibido. Me había hecho un cómodo lugar entre sus piernas donde su humedad la sentía incluso aun entre la ropa que se interponía, el deseo de sentirla completamente me aturdía y perdía el control pues solo quería poseerla una y otra vez sin cansarme, sin importarme que ella se gastara la voz entre gemidos porque en parte sabía que era lo que ella quería.
Sentí sus manos en mi pantalón, una interrupción menos que nos dejaba en la misma situación ya que solo una prende sobraba en ambos cuerpos y era cuestión de minutos o segundos para que desaparecieran y mostraran la piel en su completa plenitud para que pudiera penetrarla con todo el deseo cargado que ello conllevaba. Ella con el torso completamente desnudo, provocándome con sus curvas y el perfume que despedía su piel, perfume de lujuria que me llamaba y que me instigaba a tocarla de extremo a extremo, desde las piernas hasta el cuello. Mis manos encontraban el trayecto, encontraban las hendiduras donde la tibiez de su piel era más pronunciada y me satisfacía al hacerlo.
Empecé a besar su cuello pero ella se las ingenio para provocar un giro, ya no me encontraba encima de ella sino mas bien a la inversa, mi cuerpo se hallaba reposando en la cómoda cama y ella se encontraba sobre mi mostrando su figura celestial con la cara de un ángel y el cuerpo de un pecado capital. Sus labios se acercaron a los míos y fueron bien recibidos mientras mis manos bajaban por su espalda hasta sus nalgas y las apretaban para impulsarlas una y otra vez sobre mi miembro para rozarlo con su sexo y sentir su humedad filtrándose por sobre su prenda interior, quería sentirla mojada y sentir el producto de su excitación. Sin embargo, ella parecía tener otros planes para mí, sus labios se deslizaron hasta mi oreja, me sedujo como a un muchacho que sabría se rendiría a sus encantos aunque sabía que no lo era y que cada una de sus acciones tendría una consecuencia, placentera para ambos obviamente.
A medida que iba bajando por mi cuello, pecho y abdomen yo ya era consciente de que me estaba induciendo a postergar un tiempo más la ansiada penetración por otro tipo de placer que era semejante, quizá incluso mejor. Acarició mi miembro con su mano, desde que había rozado su sexo al mío este se encontraba en estado erecto, solo alimento más mi deseo. Entonces la sujete del rostro con ambas manos y la conduje hasta donde estaba su mano, sus carnosos labios rozaron la superficie de la tela que cubría mi miembro una y otra vez, y, aunque deseaba que el contacto ya fuera de piel a piel por una parte me predispuse a jugar de esa forma hasta que ya no pudiera controlarme.
Sucesivas veces el roce me plació hasta que decidí que esos labios los quería sentir en mi piel. Deje de sujetarle el rostro y me reincorpore un poco en la cama hasta apoyarme un poco en las almohadas de la cabecera. Me quite la ultima prenda y sujete con una mano mi miembro erecto mientras miraba fijamente a Elizabeth, torcí una sonrisa y con la otra mano le indique que se acercara -Déjame recordar que tan hábiles son tus labios- murmuré lo suficientemente fuerte para que pudiera escucharme.
Sentí sus manos en mi pantalón, una interrupción menos que nos dejaba en la misma situación ya que solo una prende sobraba en ambos cuerpos y era cuestión de minutos o segundos para que desaparecieran y mostraran la piel en su completa plenitud para que pudiera penetrarla con todo el deseo cargado que ello conllevaba. Ella con el torso completamente desnudo, provocándome con sus curvas y el perfume que despedía su piel, perfume de lujuria que me llamaba y que me instigaba a tocarla de extremo a extremo, desde las piernas hasta el cuello. Mis manos encontraban el trayecto, encontraban las hendiduras donde la tibiez de su piel era más pronunciada y me satisfacía al hacerlo.
Empecé a besar su cuello pero ella se las ingenio para provocar un giro, ya no me encontraba encima de ella sino mas bien a la inversa, mi cuerpo se hallaba reposando en la cómoda cama y ella se encontraba sobre mi mostrando su figura celestial con la cara de un ángel y el cuerpo de un pecado capital. Sus labios se acercaron a los míos y fueron bien recibidos mientras mis manos bajaban por su espalda hasta sus nalgas y las apretaban para impulsarlas una y otra vez sobre mi miembro para rozarlo con su sexo y sentir su humedad filtrándose por sobre su prenda interior, quería sentirla mojada y sentir el producto de su excitación. Sin embargo, ella parecía tener otros planes para mí, sus labios se deslizaron hasta mi oreja, me sedujo como a un muchacho que sabría se rendiría a sus encantos aunque sabía que no lo era y que cada una de sus acciones tendría una consecuencia, placentera para ambos obviamente.
A medida que iba bajando por mi cuello, pecho y abdomen yo ya era consciente de que me estaba induciendo a postergar un tiempo más la ansiada penetración por otro tipo de placer que era semejante, quizá incluso mejor. Acarició mi miembro con su mano, desde que había rozado su sexo al mío este se encontraba en estado erecto, solo alimento más mi deseo. Entonces la sujete del rostro con ambas manos y la conduje hasta donde estaba su mano, sus carnosos labios rozaron la superficie de la tela que cubría mi miembro una y otra vez, y, aunque deseaba que el contacto ya fuera de piel a piel por una parte me predispuse a jugar de esa forma hasta que ya no pudiera controlarme.
Sucesivas veces el roce me plació hasta que decidí que esos labios los quería sentir en mi piel. Deje de sujetarle el rostro y me reincorpore un poco en la cama hasta apoyarme un poco en las almohadas de la cabecera. Me quite la ultima prenda y sujete con una mano mi miembro erecto mientras miraba fijamente a Elizabeth, torcí una sonrisa y con la otra mano le indique que se acercara -Déjame recordar que tan hábiles son tus labios- murmuré lo suficientemente fuerte para que pudiera escucharme.
Invitado- Invitado
Re: Placeres nocturnos +18 {Elizabeth}
Las manos de aquél vampiro lograban ponerla loca y deseosa, no había otra cosa en su cabeza que no fuera aquél cuerpo tan perfecto, parecía sacado del mejor escultor y que éste lo convirtiera en su obra maestra. Toda su egolatría quedaba pequeña junto a él pero por sobretodo le encantaba que su historia hubiera terminado así, por decirlo “terminar” ya que tenía más que claro que todo esto recién comenzaba.
Ya era la mínima cantidad de ropa que se interponía entre ambos cuerpos deseosos, comenzaba a ponerse cada vez más ansiosa de sentirlo sobre ella, con cada momento que pasaba le dificultaba más el pensar ¿y es que en serio se podía pensar en un momento así? Pues ella solo se dejaba llevar por todo lo que Alexei lograba provocarle, cosa que con palabras sería imposible de describir. Las manos sobre sus senos la enloquecieron aún más y dejó ambas manos a un lado para no entorpecer sus acciones, su respiración, sus gemidos, su humedad y todo iba incrementando con cada segundo que pasaba.
Sus manos en las nalgas y el impulso para el roce de ambos sexos solo provocaba mayor humedad, mayor jadeo y mayor inhalación de aire, de alguna forma tenía que recuperar el control de su cuerpo pero no lo estaba logrando Alexei comenzaba a provocar una enorme tentación de sentirlo dentro de ella de una vez, no había cosa que deseara más que ella pero no aún, para tomar de nuevo el control se giró dejándolo por fin debajo de ella. Su ropa interior era lo único que estorbaba para tener por completo el cuerpo del vampiro y una vez abajo se predispuso a sacarlo.
Besó, lamió y acarició lo que más pudo antes de llegar con sus labios al borde de su ropa, estaba entre ambas piernas de Alexei para mayor comodidad pero éste se adelantó quitándose el mismo la prenda que quedaba y luego posó una de sus manos en su miembro, Liz no pudo evitar morder su labio inferior ante ello y suspiró para poder concentrarse, una sonrisa invadió su rostro ante sus palabras. Se acercó y con sus labios rozó suavemente su sexo de manera deseosa, asegurándose de que fuera solo de ella aunque fuese por esa noche. Llevó su mano derecha hacia la cadera de él y entreabrió su boca, lo envolvió con sus labios y apretó de manera suave bajando hasta que los mismos rozaron su mano y luego volvió a subir, lo que más le encantaba de hacer eso era escuchar a Alexei gemir ya que la estimulaba para seguir.
Volvió a subir ejerciendo presión en sus labios y sacó su miembro de la humedad de su boca, se alejó unos milímetros de el y sacó la punta de su lengua con la cual rozó todo su glande repetidamente, de forma inesperada volvió a introducirlo con cierta rapidez y cuidado para llegar lo mas abajo que podía. Un escalofrío recorría con mayor frecuencia su espalda lo que lograba arquearla debido al deseo que le provocaba, cada vez le producía más placer y no sería mucho más lo que podría aguantar el no tenerlo dentro de ella de una vez.
Se quedó jugando con su miembro por largos minutos, lamiendo, besando y acariciando, con su mano izquierda lo tomó subiendo con su cuerpo hasta quedar a la altura de sus labios – Ni te imaginas cuanto te he extrañado – su voz era apenas un susurro, soltó su sexo y se apegó a su cuerpo, en esos momentos su humedad y excitación ya eran más que evidentes. Comenzó a besarlo de manera apasionada llevando una de sus manos hasta su nuca, su cadera se movía de forma suave provocando el roce entre ambos, roce que deseaba que se transformara en penetración y que de cierta forma comenzaba a desesperarse por sentirlo.
Ya no lograba controlar su respiración y sus gemidos aparecían cada vez más seguidos y con mayor intensidad, quería a ese vampiro solo para ella, quería tener una noche inolvidable como solo él sabía hacerlo. En esos momentos poco importaba si cada quién se acostaba con otro ya que lo “liberal” definía a ambos y así se habían aceptado.
Ya era la mínima cantidad de ropa que se interponía entre ambos cuerpos deseosos, comenzaba a ponerse cada vez más ansiosa de sentirlo sobre ella, con cada momento que pasaba le dificultaba más el pensar ¿y es que en serio se podía pensar en un momento así? Pues ella solo se dejaba llevar por todo lo que Alexei lograba provocarle, cosa que con palabras sería imposible de describir. Las manos sobre sus senos la enloquecieron aún más y dejó ambas manos a un lado para no entorpecer sus acciones, su respiración, sus gemidos, su humedad y todo iba incrementando con cada segundo que pasaba.
Sus manos en las nalgas y el impulso para el roce de ambos sexos solo provocaba mayor humedad, mayor jadeo y mayor inhalación de aire, de alguna forma tenía que recuperar el control de su cuerpo pero no lo estaba logrando Alexei comenzaba a provocar una enorme tentación de sentirlo dentro de ella de una vez, no había cosa que deseara más que ella pero no aún, para tomar de nuevo el control se giró dejándolo por fin debajo de ella. Su ropa interior era lo único que estorbaba para tener por completo el cuerpo del vampiro y una vez abajo se predispuso a sacarlo.
Besó, lamió y acarició lo que más pudo antes de llegar con sus labios al borde de su ropa, estaba entre ambas piernas de Alexei para mayor comodidad pero éste se adelantó quitándose el mismo la prenda que quedaba y luego posó una de sus manos en su miembro, Liz no pudo evitar morder su labio inferior ante ello y suspiró para poder concentrarse, una sonrisa invadió su rostro ante sus palabras. Se acercó y con sus labios rozó suavemente su sexo de manera deseosa, asegurándose de que fuera solo de ella aunque fuese por esa noche. Llevó su mano derecha hacia la cadera de él y entreabrió su boca, lo envolvió con sus labios y apretó de manera suave bajando hasta que los mismos rozaron su mano y luego volvió a subir, lo que más le encantaba de hacer eso era escuchar a Alexei gemir ya que la estimulaba para seguir.
Volvió a subir ejerciendo presión en sus labios y sacó su miembro de la humedad de su boca, se alejó unos milímetros de el y sacó la punta de su lengua con la cual rozó todo su glande repetidamente, de forma inesperada volvió a introducirlo con cierta rapidez y cuidado para llegar lo mas abajo que podía. Un escalofrío recorría con mayor frecuencia su espalda lo que lograba arquearla debido al deseo que le provocaba, cada vez le producía más placer y no sería mucho más lo que podría aguantar el no tenerlo dentro de ella de una vez.
Se quedó jugando con su miembro por largos minutos, lamiendo, besando y acariciando, con su mano izquierda lo tomó subiendo con su cuerpo hasta quedar a la altura de sus labios – Ni te imaginas cuanto te he extrañado – su voz era apenas un susurro, soltó su sexo y se apegó a su cuerpo, en esos momentos su humedad y excitación ya eran más que evidentes. Comenzó a besarlo de manera apasionada llevando una de sus manos hasta su nuca, su cadera se movía de forma suave provocando el roce entre ambos, roce que deseaba que se transformara en penetración y que de cierta forma comenzaba a desesperarse por sentirlo.
Ya no lograba controlar su respiración y sus gemidos aparecían cada vez más seguidos y con mayor intensidad, quería a ese vampiro solo para ella, quería tener una noche inolvidable como solo él sabía hacerlo. En esos momentos poco importaba si cada quién se acostaba con otro ya que lo “liberal” definía a ambos y así se habían aceptado.
Elizabeth Romanova- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/10/2010
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Re: Placeres nocturnos +18 {Elizabeth}
Recordaba que cuando la conocí no había podido apartar la vista de ella. Desde el primer momento había querido quitarle la ropa y saborear la textura de su piel. La atracción era mutua, aunque al principio le sorprendiera el parecido físico que tenía con su hermano, pronto se dio cuenta que dentro de esa fisonomía habitara un ser completamente opuesto. El tener cierto pasado en común, que ella sea una de las que descendiera de mi pasado cuando humano, no significo algo que nos importara el momento de estar finalmente solos. El deseo fue el conductor de lo que sucedió después. Aquellas semanas interminables en las que no la vi ninguna de mis amantes había podido competir ni en belleza ni en sensualidad con mi ‘hermana’ y por ello esta noche que finalmente la volvía a tener para poseerla podría liberar todos los lascivos pensamientos que con ella tuve.
Su piel, su calor humano, su naturaleza mortal, la hacían una fruta del paraíso y era un ‘pecado’ morderla cuando jugaba el papel de su hermano pero era el más satisfactorio de los pecados culpables en el que podría darme el gusto de satisfacerme. La ropa interrumpía en aquella habitación dotada del esplendor característico de la dinastía Romanov. Tardamos segundos en quitarnos la ropa y en besar y tocar la piel ansiada. Mi tacto recorría la piel de su espalda hasta bajar a sus caderas y a sus muslos. La tersura de su piel se asemejaba a la suave superficie del terciopelo y por ello no podía dejar de tocarla como mis labios no podían dejar de encontrar a los suyos. La carnosidad de sus labios era tan satisfactoria para los míos como la voluptuosidad de sus senos que mis manos encontraron masajeables.
La cama era el nido que acogía nuestros cuerpos y que nos engullía entre sabanas de satén. Su cuerpo era la fuente de todos mis placeres carnales y por supuesto que ella me producía tales reacciones que si no fuera humana la encerraría durante días interminables en la misma habitación para continuar satisfaciéndonos mutuamente. Sus gemidos alimentaban mis deseos y su humedad provocaba que me relamiera los labios por la ansiedad de probar su excitación y de envolver a mi miembro en ella al momento de la penetración. Dominaba la situación desde mi posición sobre ella pero prefirió cambiar de lugares y reí al presenciar su impulso de irse sobre mí. Elizabeth era una fiera en la cama así que porque no dejar que también liberara su naturaleza lasciva y que me sorprendiera.
Nos quedamos finalmente ambos desnudos mientras sus labios jugaban en mi cuerpo el mismo juego del que mis manos participaban en el suyo. Ella sonrió traviesa, o eso me pareció, y fue bajando sus besos hasta llegar a mi miembro, primero la fricción con su mano me estimulo a llegar a una erección completa y seguido gemí de satisfacción cuando sentí que introducía mi erección en su boca y que sus labios dejaban el rastro de su humedad a su paso. No podía haber una sensación tan satisfactoria en ese momento como el de penetrar en esos labios carnosos y rojos. Mis manos instintivamente fueron a sujetar su cabeza acariciando sus cabellos e incitándola a que no se detuviera. Ella lo succiono tan plácidamente que no pude contenerme de desear mas cuando ella dejo de hacerlo para alejarse pero no tardo nada en volver su lengua a rozar la punta de mi miembro esta ves como incitándome a mí a que en ese momento perdiera el control y que la poseyera. Sin embargo, ella actuó antes, volvió a sumergirme en el placer de sus labios, en las caricias de su lengua y en el abrazo tibio de su saliva.
-…- volví a gemir de satisfacción tras sentir su lengua lamiendo mi miembro, sonreí al verla al igual de excitada y para cuando ella cesó y regreso su boca a la altura de la mía yo ya estaba al borde del descontrol por culpa suya –Demuéstramelo- murmure cerca de su oído y ella prosiguió a besarme mientras me sostenía del cabello yo la sostenía de las caderas pegando su cuerpo al mío, rozando prominentemente mi miembro a su sexo húmedo. Sus senos inflamaban su pecho en cada una de sus respiraciones y más cuando la excitación la hacía soltar esos gemidos dignos de una gata. Fácilmente la eleve un poco sujetándola de la cintura hasta tener sus senos a la altura de mi rostro, entonces lo ahogué entre aquel par de voluptuosos senos y la bese y mordí cuanto quise hasta llegar a uno de sus pezones donde mi lengua lamió la dureza de este continuamente para luego morderlo suavemente ya que no quería desgarrarle la piel, aun no.
Seguido volví a tomarla pero esta vez de las caderas y la penetre con tanta fuerza en el centro de su intimidad que toda la humedad contenida en ella fue suficiente para lubricar la primera penetración. Y el ritmo no desacelero, la segunda vez fue tan fuerte como la primera y la tercera pude sentir que llevaba a lo más profundo de su ser. Fue un placer provoco más de un gemido y que se iba incrementando a medida que las penetraciones continuaban. El ritmo también fue acelerando a tal extremo que las patas de la cama parecían crujir. No importaba si la servidumbre escuchaba lo que estaba sucediendo en esa habitación porque seguramente ya lo habían hecho y tendrían que acostumbrarse a la idea de cuánto el rey le demostraba su afecto a la reina, que no era menos que su ‘hermana’ y que era mucho más que su amante.
Su piel, su calor humano, su naturaleza mortal, la hacían una fruta del paraíso y era un ‘pecado’ morderla cuando jugaba el papel de su hermano pero era el más satisfactorio de los pecados culpables en el que podría darme el gusto de satisfacerme. La ropa interrumpía en aquella habitación dotada del esplendor característico de la dinastía Romanov. Tardamos segundos en quitarnos la ropa y en besar y tocar la piel ansiada. Mi tacto recorría la piel de su espalda hasta bajar a sus caderas y a sus muslos. La tersura de su piel se asemejaba a la suave superficie del terciopelo y por ello no podía dejar de tocarla como mis labios no podían dejar de encontrar a los suyos. La carnosidad de sus labios era tan satisfactoria para los míos como la voluptuosidad de sus senos que mis manos encontraron masajeables.
La cama era el nido que acogía nuestros cuerpos y que nos engullía entre sabanas de satén. Su cuerpo era la fuente de todos mis placeres carnales y por supuesto que ella me producía tales reacciones que si no fuera humana la encerraría durante días interminables en la misma habitación para continuar satisfaciéndonos mutuamente. Sus gemidos alimentaban mis deseos y su humedad provocaba que me relamiera los labios por la ansiedad de probar su excitación y de envolver a mi miembro en ella al momento de la penetración. Dominaba la situación desde mi posición sobre ella pero prefirió cambiar de lugares y reí al presenciar su impulso de irse sobre mí. Elizabeth era una fiera en la cama así que porque no dejar que también liberara su naturaleza lasciva y que me sorprendiera.
Nos quedamos finalmente ambos desnudos mientras sus labios jugaban en mi cuerpo el mismo juego del que mis manos participaban en el suyo. Ella sonrió traviesa, o eso me pareció, y fue bajando sus besos hasta llegar a mi miembro, primero la fricción con su mano me estimulo a llegar a una erección completa y seguido gemí de satisfacción cuando sentí que introducía mi erección en su boca y que sus labios dejaban el rastro de su humedad a su paso. No podía haber una sensación tan satisfactoria en ese momento como el de penetrar en esos labios carnosos y rojos. Mis manos instintivamente fueron a sujetar su cabeza acariciando sus cabellos e incitándola a que no se detuviera. Ella lo succiono tan plácidamente que no pude contenerme de desear mas cuando ella dejo de hacerlo para alejarse pero no tardo nada en volver su lengua a rozar la punta de mi miembro esta ves como incitándome a mí a que en ese momento perdiera el control y que la poseyera. Sin embargo, ella actuó antes, volvió a sumergirme en el placer de sus labios, en las caricias de su lengua y en el abrazo tibio de su saliva.
-…- volví a gemir de satisfacción tras sentir su lengua lamiendo mi miembro, sonreí al verla al igual de excitada y para cuando ella cesó y regreso su boca a la altura de la mía yo ya estaba al borde del descontrol por culpa suya –Demuéstramelo- murmure cerca de su oído y ella prosiguió a besarme mientras me sostenía del cabello yo la sostenía de las caderas pegando su cuerpo al mío, rozando prominentemente mi miembro a su sexo húmedo. Sus senos inflamaban su pecho en cada una de sus respiraciones y más cuando la excitación la hacía soltar esos gemidos dignos de una gata. Fácilmente la eleve un poco sujetándola de la cintura hasta tener sus senos a la altura de mi rostro, entonces lo ahogué entre aquel par de voluptuosos senos y la bese y mordí cuanto quise hasta llegar a uno de sus pezones donde mi lengua lamió la dureza de este continuamente para luego morderlo suavemente ya que no quería desgarrarle la piel, aun no.
Seguido volví a tomarla pero esta vez de las caderas y la penetre con tanta fuerza en el centro de su intimidad que toda la humedad contenida en ella fue suficiente para lubricar la primera penetración. Y el ritmo no desacelero, la segunda vez fue tan fuerte como la primera y la tercera pude sentir que llevaba a lo más profundo de su ser. Fue un placer provoco más de un gemido y que se iba incrementando a medida que las penetraciones continuaban. El ritmo también fue acelerando a tal extremo que las patas de la cama parecían crujir. No importaba si la servidumbre escuchaba lo que estaba sucediendo en esa habitación porque seguramente ya lo habían hecho y tendrían que acostumbrarse a la idea de cuánto el rey le demostraba su afecto a la reina, que no era menos que su ‘hermana’ y que era mucho más que su amante.
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