AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Paseos nocturnos
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Paseos nocturnos
Caí rendida entre la hierba, con la cabeza mirando al cielo y mis ojos tratando de capturar las estrellas. No era la hora, ni el lugar y probablemente tampoco el momento para recostarme en el el frio suelo cubierto de tierra, pero al menos la noche podría proveerme de algo que el día jamás me daría: Seguridad.
—Este tipo de actividades nocturnas solo harán que te asocien con un vampiro.— Me reproche a mí misma mientras sentía como el viento levantaba sutilmente los arreglos de mi vestido.
Después de observar durante un largo tiempo las pequeñas luces parpadeantes en el cielo, trate de levantarme y aflojar un poco el corsé que obstaculizaba el transporte de oxígeno a mis pulmones.
—Esto esta tan…apretado.— Habían amarrado los hilos del traje con tanta fuerza que me arriesgaría a apostar que ni siquiera uno de esos entes nocturnos podría haberlos roto.
Mis constantes forcejeos junto con mis ademanes de frustración provocaron que mi posición fuera bastante obvia para los depredadores naturales, pero ya no temía de ellos.
—Ya no, no había nada que temer cuando el depredador que más asustaba hasta el momento se encontraba justo en mí, aprisionando mis pechos y presionando mi torso.—
Todo pudo haber seguido el curso normal de las anteriores noches si no fuera por un sonido diferente al acostumbrado, un conjunto de ramas que delataba a un visitante no deseado.
—Fui demasiado ingenua si esperaba que nadie me acompañara a mis paseos nocturnos.— Rápidamente acomode mis prendas y me levante para ocultar mi presencia.
—Este tipo de actividades nocturnas solo harán que te asocien con un vampiro.— Me reproche a mí misma mientras sentía como el viento levantaba sutilmente los arreglos de mi vestido.
Después de observar durante un largo tiempo las pequeñas luces parpadeantes en el cielo, trate de levantarme y aflojar un poco el corsé que obstaculizaba el transporte de oxígeno a mis pulmones.
—Esto esta tan…apretado.— Habían amarrado los hilos del traje con tanta fuerza que me arriesgaría a apostar que ni siquiera uno de esos entes nocturnos podría haberlos roto.
Mis constantes forcejeos junto con mis ademanes de frustración provocaron que mi posición fuera bastante obvia para los depredadores naturales, pero ya no temía de ellos.
—Ya no, no había nada que temer cuando el depredador que más asustaba hasta el momento se encontraba justo en mí, aprisionando mis pechos y presionando mi torso.—
Todo pudo haber seguido el curso normal de las anteriores noches si no fuera por un sonido diferente al acostumbrado, un conjunto de ramas que delataba a un visitante no deseado.
—Fui demasiado ingenua si esperaba que nadie me acompañara a mis paseos nocturnos.— Rápidamente acomode mis prendas y me levante para ocultar mi presencia.
Odette Pullex- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 26/06/2017
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Re: Paseos nocturnos
No estaba siendo discreto en absoluto, pero le daba lo mismo. Lo único que quería era llegar hasta claro que se abría al pequeño lago, a medio kilómetro de la cabaña de cazadores abandonada que usaba como refugio, bien escondida entre la vegetación, que había vuelto a tomar posesión de la parte de terreno despejada cuando la construyeron. Los árboles habían extendido sus raíces hasta llegar apenas a dos metros de la pared de piedra y madera sobre la que se enredaba la hiedra. No era más que una endeble chabola en ruinas pero, para quien no tenía nada, no necesitaba nada y no quería nada más que aquello, era perfecta. Sobre todo desde que volvía a estar ocupada y en proceso de reparación. Quizás pronto pudiera volver a llamarse casa propiamente dicha.
Pero lo que le importaba entonces era el lago. Quería beber y refrescarse después de demasiadas horas de trabajo físico. El sudor hacía que la camisa -supuestamente blanca, pero que había tenido días mejores- se le pegase en algunos puntos a la piel. Pero apenas tenía tres mudas, así que aprovecharía el viaje para darle un somero enjuagón.
Tan metido en sus pensamientos iba, repasando lo que tendría que hacer al día siguiente, cuando consiguiera salir de entre las pieles que le servían de colchón, que no se percató de las ramas que pisaba ni de que había otra persona en su camino. Hasta que habló.
Fue entonces cuando reparó en que no estaba solo. Sacudió la cabeza, como quien sale de una ensoñación, y dirigió sus ojos, azules como el mar en calma, hacia... la nada.
Fuera quien fuera no estaba por ninguna parte. Pero estaba seguro de haber oído a alguien, una voz. Su fino oído lupino abarcaba terreno suficiente para no albergar dudas. Su nariz corroboraba que allí había alguien más.
-Disculpe. No pretendía asustarle -dijo al aire, con la esperanza de que la otra persona se mostrara.
Sonrió, dejando a la vista unos dientes fuertes y regulares, bien alineados, entre los que destacaban muy levemente los colmillos, apenas un par de milímetros más largos que el resto, pero lo suficiente para notarse si uno se fijaba. Tenía una sonrisa limpia, como la de un niño, que invitaba a la confianza.
Sin embargo, no era estúpido. Sabía, por el olor que desprendía el rastro, que quien se escondía entre las sombras no era humano y que los cambiantes no solían tolerar la presencia de los licántropos y viceversa. Cosa que a él, personalmente, le daba lo mismo. Se había relacionado con gente suficiente para saber que la raza condicionaba al individuo en algunos aspectos, pero no en otros. Sólo quedaba saber si ése era de los que pertenecían a excepción o no.
Pero lo que le importaba entonces era el lago. Quería beber y refrescarse después de demasiadas horas de trabajo físico. El sudor hacía que la camisa -supuestamente blanca, pero que había tenido días mejores- se le pegase en algunos puntos a la piel. Pero apenas tenía tres mudas, así que aprovecharía el viaje para darle un somero enjuagón.
Tan metido en sus pensamientos iba, repasando lo que tendría que hacer al día siguiente, cuando consiguiera salir de entre las pieles que le servían de colchón, que no se percató de las ramas que pisaba ni de que había otra persona en su camino. Hasta que habló.
Fue entonces cuando reparó en que no estaba solo. Sacudió la cabeza, como quien sale de una ensoñación, y dirigió sus ojos, azules como el mar en calma, hacia... la nada.
Fuera quien fuera no estaba por ninguna parte. Pero estaba seguro de haber oído a alguien, una voz. Su fino oído lupino abarcaba terreno suficiente para no albergar dudas. Su nariz corroboraba que allí había alguien más.
-Disculpe. No pretendía asustarle -dijo al aire, con la esperanza de que la otra persona se mostrara.
Sonrió, dejando a la vista unos dientes fuertes y regulares, bien alineados, entre los que destacaban muy levemente los colmillos, apenas un par de milímetros más largos que el resto, pero lo suficiente para notarse si uno se fijaba. Tenía una sonrisa limpia, como la de un niño, que invitaba a la confianza.
Sin embargo, no era estúpido. Sabía, por el olor que desprendía el rastro, que quien se escondía entre las sombras no era humano y que los cambiantes no solían tolerar la presencia de los licántropos y viceversa. Cosa que a él, personalmente, le daba lo mismo. Se había relacionado con gente suficiente para saber que la raza condicionaba al individuo en algunos aspectos, pero no en otros. Sólo quedaba saber si ése era de los que pertenecían a excepción o no.
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Paseos nocturnos
Escuché la disculpa, y aunque algo en mi interior me decía que no poseía malas intenciones, decidí escapar mientras el tiempo y los grandes troncos me lo permitieran. Lentamente comencé a caminar hacia atrás, manteniendo absoluta concentración en donde suponía que estaría el intruso.
Ya había logrado alejarme unas cuantas pisadas, cuando pude presenciar como todo mi tiempo se detuvo.
Durante los primeros segundos observaba la sombra del individuo buscándome de manera disimulada, y en lo que duraba un parpadeo ya me encontraba empapada, con la mitad de mi cuerpo sumergido en lo que parecía ser un cuerpo de agua.
Había ignorado mis sentidos más básicos, y en mi afán por escapar cometí un error.
Trate de levantarme, pero mi peso, sumado al de mi ropa mojada, no aportaban gran beneficio a la tarea.
Y durante esos momentos, en los que nunca pude odiar más el protocolo de vestimenta, fue que me volví consiente del gran ruido que había provocado, y de que probablemente mi presencia ya no podría ser tan ajena a la del caballero que en ese mismo instante se encontraba observándome.
—Ahí va todo mi orgullo como cazadora.— Exclame mientras lanzaba una mirada feroz hacia el fondo del lago.
Tome el sombrero de grandes proporciones que adornaba mi cabeza y lo estruje con fuerza, arrojándolo lejos.
Descubrí mi cara, y examiné al ser que se mostraba sin reservas ante mí.
—Buenos noches, hombre de interminables lunas. ¿Puedo ayudarle en algo?— Dije lo primero que mi cabeza pudo emitir, arrepintiéndome rápidamente.
Ya había logrado alejarme unas cuantas pisadas, cuando pude presenciar como todo mi tiempo se detuvo.
Durante los primeros segundos observaba la sombra del individuo buscándome de manera disimulada, y en lo que duraba un parpadeo ya me encontraba empapada, con la mitad de mi cuerpo sumergido en lo que parecía ser un cuerpo de agua.
Había ignorado mis sentidos más básicos, y en mi afán por escapar cometí un error.
Trate de levantarme, pero mi peso, sumado al de mi ropa mojada, no aportaban gran beneficio a la tarea.
Y durante esos momentos, en los que nunca pude odiar más el protocolo de vestimenta, fue que me volví consiente del gran ruido que había provocado, y de que probablemente mi presencia ya no podría ser tan ajena a la del caballero que en ese mismo instante se encontraba observándome.
—Ahí va todo mi orgullo como cazadora.— Exclame mientras lanzaba una mirada feroz hacia el fondo del lago.
Tome el sombrero de grandes proporciones que adornaba mi cabeza y lo estruje con fuerza, arrojándolo lejos.
Descubrí mi cara, y examiné al ser que se mostraba sin reservas ante mí.
—Buenos noches, hombre de interminables lunas. ¿Puedo ayudarle en algo?— Dije lo primero que mi cabeza pudo emitir, arrepintiéndome rápidamente.
Odette Pullex- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 26/06/2017
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Re: Paseos nocturnos
El sonido del chapoteo le atrajo rápidamente hacia la orilla del lago. La estampa ante él no podía ser más cómica, pero hizo grandes esfuerzos por no estallar en carcajadas. Lo intentó, con todas sus fuerzas, pero lo que no pudo evitar fue la gigantesca sonrisa. Si de por sí sonreía a las piedras... ¿cómo no iba a hacerlo ante algo que se le antojaba gracioso?
Pero, ante todo, independientemente de que no tuviera más que lo puesto allí en París, era un caballero, así que avanzó hasta que el agua le llegó a los gemelos y le ofreció una mano. No tenía cicatrices ni marcas, sólo piel trigueña, uñas cortas y, dado que llevaba el día entero trabajando, aceptablemente limpias.
-Creo que debería dejar que la ayude yo a usted primero. ¿Se encuentra bien?
Le hubiera cedido una chaqueta, pero no llevaba, y la camisa... casi hubiera sido peor el remedio. Uno tenía que ser consciente de cuándo era mejor pecar de más y cuándo de menos.
Tiró de ella hacia la orilla y se quitó los zapatos para dejar que se le secaran los pies. No se preocupó mucho de si caían boca arriba o boca abajo. Con que estuvieran fuera del agua, le servía.
-Espero que no le tuviera especial cariño a ese sombrero, porque me temo que el monstruo del lago dará buena cuenta de él.
No había monstruo en el lago, que él supiera, pero el sombrero se hundía ya, completamente estropeado y no merecía le pena tener que darse el chapuzón para recuperarlo, sólo por ser el héroe del momento. Se rió mentalmente, pensando en que él conocía a más de un hombre que hubiera nadado a por el sombrero sin medir si merecía o no la pena, sólo por complacer a la señorita.
Él... psé. Era un caballero para lo que tocaba, sí. Pero no aspiraba a una recompensa.
-Soy Esthia. Esthia Vikórida -se presentó, usando el apellido, aunque sabía que allí no significaba absolutamente nada, él estaba orgulloso de llevarlo. Hablaba francés con corrección y fluidez, pero se notaba que no era su lengua materna, sino que la había aprendido ya de adulto; todavía arrastraba algunos dejes-. Y me encantaría poder ofrecerle algo de ropa seca, pero me temo que a mí no me sentaría tan bien su vestido.
Pero, ante todo, independientemente de que no tuviera más que lo puesto allí en París, era un caballero, así que avanzó hasta que el agua le llegó a los gemelos y le ofreció una mano. No tenía cicatrices ni marcas, sólo piel trigueña, uñas cortas y, dado que llevaba el día entero trabajando, aceptablemente limpias.
-Creo que debería dejar que la ayude yo a usted primero. ¿Se encuentra bien?
Le hubiera cedido una chaqueta, pero no llevaba, y la camisa... casi hubiera sido peor el remedio. Uno tenía que ser consciente de cuándo era mejor pecar de más y cuándo de menos.
Tiró de ella hacia la orilla y se quitó los zapatos para dejar que se le secaran los pies. No se preocupó mucho de si caían boca arriba o boca abajo. Con que estuvieran fuera del agua, le servía.
-Espero que no le tuviera especial cariño a ese sombrero, porque me temo que el monstruo del lago dará buena cuenta de él.
No había monstruo en el lago, que él supiera, pero el sombrero se hundía ya, completamente estropeado y no merecía le pena tener que darse el chapuzón para recuperarlo, sólo por ser el héroe del momento. Se rió mentalmente, pensando en que él conocía a más de un hombre que hubiera nadado a por el sombrero sin medir si merecía o no la pena, sólo por complacer a la señorita.
Él... psé. Era un caballero para lo que tocaba, sí. Pero no aspiraba a una recompensa.
-Soy Esthia. Esthia Vikórida -se presentó, usando el apellido, aunque sabía que allí no significaba absolutamente nada, él estaba orgulloso de llevarlo. Hablaba francés con corrección y fluidez, pero se notaba que no era su lengua materna, sino que la había aprendido ya de adulto; todavía arrastraba algunos dejes-. Y me encantaría poder ofrecerle algo de ropa seca, pero me temo que a mí no me sentaría tan bien su vestido.
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Paseos nocturnos
—Creo que lamentaría mucho el usar estas prendas…— Sostuve su mano y logre impulsar mi peso hacia delante —Como usted vera, este color no favorecería mucho sus facciones, incluso me atrevería a decir que con esta luz puede que incluso las empeore.—
Mi comentario había sonado un poco mordaz, pero suponía que el tono de la broma lo ameritaba. Era cierto que este tipo de vestimentas no ayudaban a la apariencia de nadie, pero a riesgo de sonar grosera, estaba evitándole al caballero el peligro de morir asfixiado.
—Y no se preocupe por el sombrero, Dios sabrá mejor que yo que ese monstruo posee gustos más refinados que los míos.— Me apresure a alcanzar una porción de tierra que estuviera lo suficientemente seca. —Por cierto, soy Odette Pullex.—
Habría correspondido al saludo como era establecido por la etiqueta francesa, pero las circunstancias de la presentación me habían creado cierta confusión; Agradecía de sobremanera la ayuda que me había prestado aquel individuo, pero tampoco era ajena al motivo que me llevo a caerme hacia ese lago.
—Disculpe mi intromisión, pero si no fuera mucha molestia. ¿Podría decirme por que se encuentra un hombre como usted a estas horas, en un lugar como este?— Mi corazón palpitaba frenéticamente a causa de las diferentes emociones que había experimentado en tan solo un rato, y presentía que mi curiosidad podría causar problemas innecesarios.
Lamentablemente mi cuerpo no dejaba de estremecerse a causa de los constantes suspiros del viento, pero esperaba que el esfuerzo de mantenerme en pie se viera recompensado con la respuesta
Mi comentario había sonado un poco mordaz, pero suponía que el tono de la broma lo ameritaba. Era cierto que este tipo de vestimentas no ayudaban a la apariencia de nadie, pero a riesgo de sonar grosera, estaba evitándole al caballero el peligro de morir asfixiado.
—Y no se preocupe por el sombrero, Dios sabrá mejor que yo que ese monstruo posee gustos más refinados que los míos.— Me apresure a alcanzar una porción de tierra que estuviera lo suficientemente seca. —Por cierto, soy Odette Pullex.—
Habría correspondido al saludo como era establecido por la etiqueta francesa, pero las circunstancias de la presentación me habían creado cierta confusión; Agradecía de sobremanera la ayuda que me había prestado aquel individuo, pero tampoco era ajena al motivo que me llevo a caerme hacia ese lago.
—Disculpe mi intromisión, pero si no fuera mucha molestia. ¿Podría decirme por que se encuentra un hombre como usted a estas horas, en un lugar como este?— Mi corazón palpitaba frenéticamente a causa de las diferentes emociones que había experimentado en tan solo un rato, y presentía que mi curiosidad podría causar problemas innecesarios.
Lamentablemente mi cuerpo no dejaba de estremecerse a causa de los constantes suspiros del viento, pero esperaba que el esfuerzo de mantenerme en pie se viera recompensado con la respuesta
Odette Pullex- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 26/06/2017
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Re: Paseos nocturnos
El lobo blanco sonrió.
-Guau. ¿Podríamos tener un encuentro más cargado de tópicos que éste? -se echó a reír, esperando que su diversión se viera secundada-. Cualquiera diría que nos han sacado de una escena de uno de esos libros que están ahora tan de moda.
Orgullo y Prejuicio. Sentido y sensibilidad. Obras recién salidas del horno en aquellos tiempos y que parecían expandirse por la ciudad como un reguero de pólvora. Toda una revolución. No las había leído, pero había oído suspirar a más de un corazón incauto perdido entre sus páginas. El bosque y los bajos fondos no eran sitios adecuados para cultivar la cultura, pero siempre había rumores por París, cuando se perdía por sus calles, sin dejar que su clase social limitara sus pasos, como un hombre libre con la ciudad a sus pies. Y su fino oído captaba conversaciones de damas en un café, soñando despiertas con un amor imposible, con mil y una aventuras, con piratas y caballeros. La vieja historia del mundo. ¿Qué iba a decir él, cuando su pueblo era especialista en héroes?
-En realidad venia hacia el lago para darme un baño. He estado muchas horas trabajando y ansiaba un momento de sumergirme en el agua hasta que se me pusieran los pies como garbanzos. Pero supongo que puede esperar. Vamos, la acompaño a su casa para que pueda secarse y ponerse ropa seca. El bosque puede ser peligroso si uno se adentra en terreno marcado.
O básicamente si se acercaba demasiado a la parte donde los lobos como él se escondían. Los refugios sólo servían si eran secretos. Y cuando uno era descubierto... o se cambiaba... o se acababa con quien conocía su ubicación.
-Guau. ¿Podríamos tener un encuentro más cargado de tópicos que éste? -se echó a reír, esperando que su diversión se viera secundada-. Cualquiera diría que nos han sacado de una escena de uno de esos libros que están ahora tan de moda.
Orgullo y Prejuicio. Sentido y sensibilidad. Obras recién salidas del horno en aquellos tiempos y que parecían expandirse por la ciudad como un reguero de pólvora. Toda una revolución. No las había leído, pero había oído suspirar a más de un corazón incauto perdido entre sus páginas. El bosque y los bajos fondos no eran sitios adecuados para cultivar la cultura, pero siempre había rumores por París, cuando se perdía por sus calles, sin dejar que su clase social limitara sus pasos, como un hombre libre con la ciudad a sus pies. Y su fino oído captaba conversaciones de damas en un café, soñando despiertas con un amor imposible, con mil y una aventuras, con piratas y caballeros. La vieja historia del mundo. ¿Qué iba a decir él, cuando su pueblo era especialista en héroes?
-En realidad venia hacia el lago para darme un baño. He estado muchas horas trabajando y ansiaba un momento de sumergirme en el agua hasta que se me pusieran los pies como garbanzos. Pero supongo que puede esperar. Vamos, la acompaño a su casa para que pueda secarse y ponerse ropa seca. El bosque puede ser peligroso si uno se adentra en terreno marcado.
O básicamente si se acercaba demasiado a la parte donde los lobos como él se escondían. Los refugios sólo servían si eran secretos. Y cuando uno era descubierto... o se cambiaba... o se acababa con quien conocía su ubicación.
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Paseos nocturnos
Aun con mi visible aborrecimiento hacia las modas que solían imponerse a las juventudes de ahora, no me había vuelto ajena en lo que se refería a la literatura; Y conocía especialmente el tipo de libros que insinuaba mi acompañante. Ese tipo de novelas solían provocar cierta tristeza en mi persona, y probablemente mi rostro pudo reflejarlo en el momento en el que Esthia menciono la situación.
Me dolía observar a las jóvenes sosteniendo esas historias y abrazándolas deseando el día en que sus monótonas vidas se vieran bañadas con la oportunidad de la aventura y del amor verdadero; Pero lo cierto es que no sucedería así, esa brillante luz no era más que una desgracia camuflageada de novedad.
—Deberían agregar ese tipo de moralejas en las que les dicen que su vida se verá envuelta en sucesos interesantes, siempre y cuando puedas pagar el precio de vivir en ese mundo.— Sacudí la cabeza suavemente con la intención de alejarme de ese tipo de reflexiones.
Dicho lo anterior, y regresándome hacia la circunstancia de la que era participe, la propuesta del hombre licántropo no había sonado tan mal si llegaba a pensarla con mucha lógica.
Nadie se atrevía a cuestionar los motivos para que un hombre se paseara a altar horas de la noche por los pequeños callejones de Paris, y mucho menos si se encontraba acompañado de una dama; En cambio, si me atrevía a salir sola podría existir la posibilidad de que hubiera testigos de mi visita a este pequeño lugar.
—Y la reputación que he tratado de ganarme se iría por los suelos.— Sopese mis opciones al mismo tiempo que me distraía al sentir la textura del pasto entre mis pies, mis zapatos yacían a unos pocos centímetros de distancia, arruinados por mi tropiezo.
Lo cierto era que su perdida poco dañaría mi corazón. Era más probable que con el tiempo desarrollara un sentimiento especial hacia la roca que golpee al caerme que a todos los accesorios que me veía obligada a usar.
—Si tan solo ese estúpido lodo no hubiera estado ahí.— Probablemente la situación hubiera acabado de una forma similar, con la diferencia de que ambas víctimas (El sombrero acompañado por los zapatos) podrían haber sobrevivido y, tal vez así, no me vería obligada a gastar más en sus repuestos.
Después de pasar un tiempo reflexionando acerca de las excusas que daría para la perdida de tan “valiosos” objetos, me acerque a Esthia y extendí mi mano.
—Agradezco el esfuerzo que emplea para poder acompañarme.— Exclame mientras trataba de tomar su brazo con el fin de encontrar un punto de apoyo y comenzar el trayecto. —Lamento no poder ofrecerle como recompensa más que mi amistad, y tiempo, por si desea algún día charlar acerca de esos tópicos que inundaron los momentos más vergonzosos de mi vida.—
Me dolía observar a las jóvenes sosteniendo esas historias y abrazándolas deseando el día en que sus monótonas vidas se vieran bañadas con la oportunidad de la aventura y del amor verdadero; Pero lo cierto es que no sucedería así, esa brillante luz no era más que una desgracia camuflageada de novedad.
—Deberían agregar ese tipo de moralejas en las que les dicen que su vida se verá envuelta en sucesos interesantes, siempre y cuando puedas pagar el precio de vivir en ese mundo.— Sacudí la cabeza suavemente con la intención de alejarme de ese tipo de reflexiones.
Dicho lo anterior, y regresándome hacia la circunstancia de la que era participe, la propuesta del hombre licántropo no había sonado tan mal si llegaba a pensarla con mucha lógica.
Nadie se atrevía a cuestionar los motivos para que un hombre se paseara a altar horas de la noche por los pequeños callejones de Paris, y mucho menos si se encontraba acompañado de una dama; En cambio, si me atrevía a salir sola podría existir la posibilidad de que hubiera testigos de mi visita a este pequeño lugar.
—Y la reputación que he tratado de ganarme se iría por los suelos.— Sopese mis opciones al mismo tiempo que me distraía al sentir la textura del pasto entre mis pies, mis zapatos yacían a unos pocos centímetros de distancia, arruinados por mi tropiezo.
Lo cierto era que su perdida poco dañaría mi corazón. Era más probable que con el tiempo desarrollara un sentimiento especial hacia la roca que golpee al caerme que a todos los accesorios que me veía obligada a usar.
—Si tan solo ese estúpido lodo no hubiera estado ahí.— Probablemente la situación hubiera acabado de una forma similar, con la diferencia de que ambas víctimas (El sombrero acompañado por los zapatos) podrían haber sobrevivido y, tal vez así, no me vería obligada a gastar más en sus repuestos.
Después de pasar un tiempo reflexionando acerca de las excusas que daría para la perdida de tan “valiosos” objetos, me acerque a Esthia y extendí mi mano.
—Agradezco el esfuerzo que emplea para poder acompañarme.— Exclame mientras trataba de tomar su brazo con el fin de encontrar un punto de apoyo y comenzar el trayecto. —Lamento no poder ofrecerle como recompensa más que mi amistad, y tiempo, por si desea algún día charlar acerca de esos tópicos que inundaron los momentos más vergonzosos de mi vida.—
Odette Pullex- Cambiante Clase Alta
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Re: Paseos nocturnos
-Le aseguro que su amistad y tiempo es la mejor recompensa que podría ofrecerme. Para un hombre como yo, las monedas se van tan rápido como llegan, pero la compañía y la amistad son difíciles de encontrar. Si se para a pensarlo: un hombre, solo, sin una buena posición, en una ciudad demasiado alejada de su casa, sin ni una sola persona a quien pueda llamar familia... No soy precisamente un partidazo.
Obvió el hecho de que sobrevivía cazando en el bosque, que vivía en una cabaña abandonada que estaba empezando a reformar para darle un aspecto medianamente decente, más por entretenerse las largas horas día tras día que por verdadera necesidad, pues podría dormir en el bosque, en el suelo, si fuera preciso, y que el poco dinero que manejaba lo obtenía a base de dejarse la piel en las peleas clandestinas.
Sin embargo, en el fondo, no podía importarle menos. Porque él no era un hombre con una maldición que le hacía convertirse en lobo. Él era un lobo. Uno blanco. Y los lobos blancos tenían suerte. Era lo que se decía en su tierra. Provenía de una manada de lobos. Su abuelo fue el alfa, luego su padre, luego su hermano... Para alguien como él, la transformación era un mero trámite, aunque la suya hubiera sido un poco... de aquella manera.
Acomodó el brazo para servirle de apoyo y poder emprender el camino.
-Usted manda. Bueno, como todas las mujeres, ¿para qué lo vamos a negar?
Obvió el hecho de que sobrevivía cazando en el bosque, que vivía en una cabaña abandonada que estaba empezando a reformar para darle un aspecto medianamente decente, más por entretenerse las largas horas día tras día que por verdadera necesidad, pues podría dormir en el bosque, en el suelo, si fuera preciso, y que el poco dinero que manejaba lo obtenía a base de dejarse la piel en las peleas clandestinas.
Sin embargo, en el fondo, no podía importarle menos. Porque él no era un hombre con una maldición que le hacía convertirse en lobo. Él era un lobo. Uno blanco. Y los lobos blancos tenían suerte. Era lo que se decía en su tierra. Provenía de una manada de lobos. Su abuelo fue el alfa, luego su padre, luego su hermano... Para alguien como él, la transformación era un mero trámite, aunque la suya hubiera sido un poco... de aquella manera.
Acomodó el brazo para servirle de apoyo y poder emprender el camino.
-Usted manda. Bueno, como todas las mujeres, ¿para qué lo vamos a negar?
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Paseos nocturnos
—Es probable que tenga razón, pero en estos años he aprendido que lo que vuelve a uno un “partidazo”, como dice usted, es nuestra capacidad de sobrevivir a las diferentes situaciones; La familia en muchas ocasiones se vuelve un lazo bastante difícil de mantener.—Más todavía si no eres bienvenido en casa—, la posición social con el tiempo llega a convertirse en una carga bastante pesada de soportar— Observe el camino que comenzaba a sobresalir entre los pequeños pedazos de pasto. —No me malinterprete, agradezco cada oportunidad que la vida me ha otorgado.— Alce un poco mi cabeza para apreciar las facciones de Esthia, que probablemente esperaba que dijera algo importante. —Pero, en fin, supongo que ya le he robado demasiado tiempo con mis divagaciones acerca de lo pésimo que es vivir entre pisos de mármol y paredes llenas de bellos cuadros.—
De repente la explicación de su precaria situación golpeo mi mente, trayendo como consecuencia el deseo de ser más empatica hacia las personas que me rodeaban, pero era fácil desearlo, era mucho más sencillo desear cualidades que no poseía. —Este caballero vive su vida teniendo como única pertenencia su alma y su presencia física.—
—Hablando de presencias…—Me detuve un momento y señale el lugar donde había visto su sombra por primera vez. —Cambiando hacia un tema diferente, ¿Acerté en el hecho de que usted es un hombre lobo?—
Un tópico bastante inesperado, pero de total interés.
De repente la explicación de su precaria situación golpeo mi mente, trayendo como consecuencia el deseo de ser más empatica hacia las personas que me rodeaban, pero era fácil desearlo, era mucho más sencillo desear cualidades que no poseía. —Este caballero vive su vida teniendo como única pertenencia su alma y su presencia física.—
—Hablando de presencias…—Me detuve un momento y señale el lugar donde había visto su sombra por primera vez. —Cambiando hacia un tema diferente, ¿Acerté en el hecho de que usted es un hombre lobo?—
Un tópico bastante inesperado, pero de total interés.
Odette Pullex- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 26/06/2017
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Re: Paseos nocturnos
-La posición social puede ser una carga, pero créame que cualquiera preferiría una carga con el estómago lleno.
Nunca había pasado hambre, porque podía cazar. Su pobreza le era indiferente, porque tenía lo básico. Era humilde, pero no un zarrapastroso ni un mendigo. Trabajaba -si a pelear se le puede llamar trabajar, pero ya saldrían otras cosas- para ganar dinero. Tampoco necesitaba grandes lujos porque el bosque era inmenso, le proveía de todo lo que necesitaba y tenía lo más grandioso del mundo: libertad. En el bosque no tenía que seguir los convencionalismos sociales, aunque a veces le resultaran divertidos. Sobre todo esa parte de los cortejos. Era un circo muy divertido.
-Y sí, soy un lobo. Uno blanco.
Quizás a aquella mujer no le dijera mucho, pero en su tierra, ser blanco era un muy buen presagio. Se decía que los lobos blancos eran los verdaderos "hijos de la luna", que la Diosa que iluminaba las noches de plata, la Loba Blanca, había engendrado dos hijas. Y de ellas había nacido la estirpe de los lobos. Con el correr de los tiempos, las pieles se habían mezclado, así que, cuando nacía un lobo blanco, completamente inmaculado, era sinónimo de buena suerte.
Por supuesto, en un entorno mediterráneo, donde los colores eran más pardos, terrosos, oscuros... un lobo blanco era algo excepcional.
Esthia sonrió apliamente. Era un hombre feliz y eso se notaba hasta en la forma en que respiraba. Irradiaba optimismo por los cuatro costados. Un caracter quizás demasiado alegre, pero esa sonrisa era su principal seña de identidad.
-¿Y tú? ¿Qué tipo de cambiante eres? Ja -se echó a reír-. Desde luego, este tipo de conversación es lo más surrealista para una primera cita. Pero ya que estamos improvisando, sigamos, a ver a dónde nos lleva.
Nunca había pasado hambre, porque podía cazar. Su pobreza le era indiferente, porque tenía lo básico. Era humilde, pero no un zarrapastroso ni un mendigo. Trabajaba -si a pelear se le puede llamar trabajar, pero ya saldrían otras cosas- para ganar dinero. Tampoco necesitaba grandes lujos porque el bosque era inmenso, le proveía de todo lo que necesitaba y tenía lo más grandioso del mundo: libertad. En el bosque no tenía que seguir los convencionalismos sociales, aunque a veces le resultaran divertidos. Sobre todo esa parte de los cortejos. Era un circo muy divertido.
-Y sí, soy un lobo. Uno blanco.
Quizás a aquella mujer no le dijera mucho, pero en su tierra, ser blanco era un muy buen presagio. Se decía que los lobos blancos eran los verdaderos "hijos de la luna", que la Diosa que iluminaba las noches de plata, la Loba Blanca, había engendrado dos hijas. Y de ellas había nacido la estirpe de los lobos. Con el correr de los tiempos, las pieles se habían mezclado, así que, cuando nacía un lobo blanco, completamente inmaculado, era sinónimo de buena suerte.
Por supuesto, en un entorno mediterráneo, donde los colores eran más pardos, terrosos, oscuros... un lobo blanco era algo excepcional.
Esthia sonrió apliamente. Era un hombre feliz y eso se notaba hasta en la forma en que respiraba. Irradiaba optimismo por los cuatro costados. Un caracter quizás demasiado alegre, pero esa sonrisa era su principal seña de identidad.
-¿Y tú? ¿Qué tipo de cambiante eres? Ja -se echó a reír-. Desde luego, este tipo de conversación es lo más surrealista para una primera cita. Pero ya que estamos improvisando, sigamos, a ver a dónde nos lleva.
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
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Re: Paseos nocturnos
Tengo algunos amigos que consideran a los lobos blancos como mensajeros de buenas voluntades, e incluso creadores de milagros.—Señale un pequeño escalón roto que se encontraba escondido en nuestro camino. —Lamentablemente en Minerve, de donde vengo, cualquier clase de depredador es considerado como ave de mala agüero. Aunque supongo que yo contribuí a esta creencia cuando comencé a devorar las cosechas y a matar a los indefensos becerros.— Recordé con tristeza las expresiones de los hombres que despertaban y observaban con horror como el trabajo de toda su vida se encontraba agonizando al pie de su casa. —Por cierto, soy una cambiante canina.—
Sacudí los holanes de mi falda y traté de sonreírle a Esthia. —Es agradable conocer a otro lobo, y aunque espero que esto no sea una cita, agradezco que tengamos algo en común. La única persona con la que compartía los “instintos animales” termino asesinada.—
Pude apreciar como mi acompañante se movía con cierto desconcierto.
Contorsione mi cara en una parodia similar a una expresión de horror. —Bastante desagradable de ver, y aún más de soportar.— Añadí recordado al pequeño ente que merodeaba mi casa.
—En fin, ahora ella es un fantasma que se dedica a acosar los barrios bajos y a todas aquellas personas que osan manchar el nombre de la raza de los cambiantes.—Comencé a carcajearme —Aclaro que yo no me someto a tanta presión. Ya soy lo bastante buena arruinando mi propia reputación como para sumar algo más. —
Sacudí los holanes de mi falda y traté de sonreírle a Esthia. —Es agradable conocer a otro lobo, y aunque espero que esto no sea una cita, agradezco que tengamos algo en común. La única persona con la que compartía los “instintos animales” termino asesinada.—
Pude apreciar como mi acompañante se movía con cierto desconcierto.
Contorsione mi cara en una parodia similar a una expresión de horror. —Bastante desagradable de ver, y aún más de soportar.— Añadí recordado al pequeño ente que merodeaba mi casa.
—En fin, ahora ella es un fantasma que se dedica a acosar los barrios bajos y a todas aquellas personas que osan manchar el nombre de la raza de los cambiantes.—Comencé a carcajearme —Aclaro que yo no me someto a tanta presión. Ya soy lo bastante buena arruinando mi propia reputación como para sumar algo más. —
Odette Pullex- Cambiante Clase Alta
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Re: Paseos nocturnos
-¿No es una cita? ¡Me partes el corazón! -dramatizó, llevándose la mano al pecho, de forma exageradamente afectada, para luego echarse a reír abiertamente.
Esthia era un hombre que se tomaba la vida como le venía y que era capaz de hacer una broma de cualquier situación, por seria o peligrosa que fuera. Más aún si estaba en un entorno distendido, como en ese momento.
-Vaya. Es una historia muy dramática. Lo siento mucho. Sé lo que es perder a alguien así.
Porque en su caso, la muerte había venido de la mano de un grupo de cazadores que intentaban hacer débil a su manada. Y para atacar al eslabón más flojo la habían emprendido contra los humanos que convivían con ellos, con los cachorros, con los heridos, con aquellos que no eran tan fuertes como los licántropos.
Y así había caído su precioso pajarito, atravesado por una flecha, con las alas rotas y hundiéndose en el agua en sus narices, sin que él pudiera hacer nada por evitarlo más que gritar y forcejear contra los dos cazadores que le sujetaban. Todavía era humano y eso les había salvado en su momento. Ahora las cosas hubieran sido tan diferentes. Pero tampoco se quejaba del resultado, porque la vida le había dado nuevas oportunidades de ser feliz.
-Yo no tengo reputación que arruinar, así que eso es algo que no me preocupa. Total, ¿qué puede ser peor que ser licántropo y pobre a los ojos de esta sociedad?
Se le ocurría otro "pecado" que añadir a la lista, pero era algo sobre lo que prefería guardar silencio por el momento. No conocía a aquella muchacha de nada y su naturaleza ni podía ocultársela, ni supondría un problema, pues la compartían. Pero su orientación no era lo que los hombres de dios consideraban correcto.
Esthia era un hombre que se tomaba la vida como le venía y que era capaz de hacer una broma de cualquier situación, por seria o peligrosa que fuera. Más aún si estaba en un entorno distendido, como en ese momento.
-Vaya. Es una historia muy dramática. Lo siento mucho. Sé lo que es perder a alguien así.
Porque en su caso, la muerte había venido de la mano de un grupo de cazadores que intentaban hacer débil a su manada. Y para atacar al eslabón más flojo la habían emprendido contra los humanos que convivían con ellos, con los cachorros, con los heridos, con aquellos que no eran tan fuertes como los licántropos.
Y así había caído su precioso pajarito, atravesado por una flecha, con las alas rotas y hundiéndose en el agua en sus narices, sin que él pudiera hacer nada por evitarlo más que gritar y forcejear contra los dos cazadores que le sujetaban. Todavía era humano y eso les había salvado en su momento. Ahora las cosas hubieran sido tan diferentes. Pero tampoco se quejaba del resultado, porque la vida le había dado nuevas oportunidades de ser feliz.
-Yo no tengo reputación que arruinar, así que eso es algo que no me preocupa. Total, ¿qué puede ser peor que ser licántropo y pobre a los ojos de esta sociedad?
Se le ocurría otro "pecado" que añadir a la lista, pero era algo sobre lo que prefería guardar silencio por el momento. No conocía a aquella muchacha de nada y su naturaleza ni podía ocultársela, ni supondría un problema, pues la compartían. Pero su orientación no era lo que los hombres de dios consideraban correcto.
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 02/02/2017
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