Tortura y Soledad

La noche comenzaba a dominar al día. El Sol poco a poco iba escondiéndose para ceder el paso a aquella luna llena de misterios. Una vez más yo me encontraba bajando por las calles donde los hombres en busca de amor se perdían entre los cuerpos esbeltos y maltratados de mujeres que solo buscaban una monedas con las cuales sobrevivir y poder comer día tras día, pero aguantando todas las penurias que la vida les ponía en su camino hacia la felicidad.

No era raro verme por los alrededores de aquellos lares, pues en muchas ocasiones me había servido el burdel para poder conseguir yo también mi pan diario. Aun que claro estaba que yo, en mi condición, lograba mucho menos que las cortesanas de lujo, ya no solo por su aspecto físico, si no también por la comodidad que en los burdeles se ofrecía. Los más ricos, podía incluso pasarse la noche entera dentro del burdel, con las jóvenes más bellas que se podían encontrar en todo París , mientras que los más pobres, se conformaban con encontrar un poco de amor y calor en brazos de aquella que no eran ni demasiado guapas ni demasiado carismáticas como para trabajar en el burdel . Y en el segundo grupo me encontraba yo: en el de las chicas que como último recurso recorrían las calles cercanas a los burdeles, en muy pocas ocasiones, cuando la necesidad y el hambre azotaban ya con fuerza. Cuando no tenía medios para sobrevivir.

Recordé que así fue como conocí a Emhyr, y en el fondo de mi ser deseaba encontrar a una persona similar, pero esta vez una amiga con la que pudiera contar tanto en los buenos como en los malos momentos. Quería ser una chica normal, una chica con un padre rico, a las que les sobraban las amigas y les faltaban las emociones fuertes, pero a salvo de las penurias y la de la soledad. Paré frente a la puerta del burdel con la sensación de que aquella noche que empezaba ya, no iba a ser muy distinta a las anteriores. aun que con un poco de suerte podía encontrar un ricachón que no estuviera dispuesto a pagar por las bellas cortesanas y si lo estuviera para una pobre chica de calle. Pero en vez de entrar al burdel, me quedé allí en la puerta observando como las cortesanas entraban y salían del local, algunas eran demasiado viejas como para seguir ejerciendo su profesión, otras simplemente eran demasiado bellas como para ser abandonas de aquella manera a su suerte. Me desanimé, no me gustaban demasiado aquellos lugares, lo mio siempre había sido robar y estafar, no ganar el dinero de una forma menos digna como aquella, pero mucho mejor vista. Suspiré y me dispuse de nuevo a marcharme. Pero fui incapaz de moverme del sitio, puesto que el hambre una vez más se había ante puesto a mi honor y a mi dignidad. Esperaría un par de horas por los alrededores, en busca de alguien a quien robarle aun que fuese solo para un trozo de pan duro.

Hacia unas horas ya que estaba trabajando, no es que fuera el mejor trabajo del mundo pero al menos me daba para comer despues de por lo menos mi tercer cliente mi mejor amiga me cogio por nada y me llevo fuera del burdel. Me obligo a tomar con ella algo, segun lo que me dijo le habia pedido a la madame dejarnos salir a esa hora con la regla de que trabajaramos una hora mas. Lo unico que ella queria era pasar tiempo conmigo de verdad que estaba loquisima pero la queria muchisimo no en vano era mi mejor amiga cuando acabemos volvimos al burdel. Ella tenia un cliente que le esperaba y por eso ibamos corriendo pero al llegar...

Una chica me llamo la atencion le dije a mi amiga que entrara ella. Me quede mirando a la chica que habia alli, no er de clase alta eso seguro, ademas por su vestimenta podia decir que era de clase media. Las mujeres de clase alta no estaban cerca de burdel lo consideraban "una forma escandalosa de vivir" o algo asi. Pero ellas no sabian por lo que pasabamos las personas que no teniamos dinero. Por eso siempre que veia que me señalaban por la calle ya no les hacia caso y me intentaba convencer de que lo hacian porque tenian envidia de que fuesemos admiradas por los hombres y que algunos de ellos eran sus maridos.

Pero entonces me deje de tonterias y me acerque a la chica me traia mucha curiosidad de que estuviera ahi. Quizas solo buscaba dinero... muchas chicas lo hacian. Las que no trabajaban en el burdel se ponian cerca de este para conseguir algun hombre que les diera unas mondeas y que ellas a cambio les ofrecian su cuerpo. Bueno era lo que haciamos las cortesanas en realidad. Me acerque a ella y espere a que me viera mas que nada para no asustarla.

-¿Perdona? ¿Esperas a alguien o necesitas ayuda? ¿Quizas te puedo ayudar?

Si no la conocia de nada pero yo era asi en cuanto veia a alguien que no conocia y que parecia algo perdido ahi me lanzaba yo a ayudarlo. Era asi no tenia remedio... pero solo le sonrei mientras esperaba su respuesta.

Una chica entró casi a la carrera al burdel, me llamó mucho la atención y sonreí, posiblemente la esperaban. Suspiré nuevamente recordando los momentos en los que yo también corría para no ser perseguida por la guardia. Tenía la sensación de que mi vida no iba a cambiar en ningún sentido, pero quisiera que en efecto, algún cambio se produjera. Estaba perdida en mis pensamientos, perdida en la nostalgia, evocando perfumes y sensaciones.

Escuché una voz, aun que parecía cercana yo la había escuchado en la lejanía. Sacudí la cabeza, saliendo de aquel ensueño. Para ver una chica, muy parecida a la que acababa de entrar a la carrera en el burdel. Seguramente sería una de aquellas cortesanas. Miré a la chica con un poco de estupefacción pero no parecía hablar con malicia, como otras a las que había conocido.

Era una chica joven, con los cabellos largos y algo alborotados, sus ojos mostraban una madurez prematura y un pasado que desconocía. Me reflejé en sus ojos y solo vi lo mismo. Una chica perdida en la inmensa ciudad de París, luchando todos los días para sobrevivir. Sonreí al pensar en que tal vez había más gente que compartía mi pena.

-Pues...-dije algo dubitativa - no, la verdad es que no , solo necesito algo para comer. Creo que todas estamos aquí por lo mismo.- le sonreí y extendí mi mano para estrechar la suya, no era yo de esas que daban besos, pensaba que era una forma de cortesía que requería mucha confianza.- Me llamo Nimue, Nimue Bellamy.¿No crees que te estarán esperando dentro?- pregunté al recordar a la chica que entró momentos antes a todo velocidad en el burdel.

Escuché unos gritos, eran dos hombres que caminaban por la calle abrazados, cantando canciones incomprensibles, borrachos de amor, y de licor. Sonreí al ver tal escena. La gente ya bebía hasta para olvidar las penas que no sentían.

La chica parecia perdida en sus pensamientos asi que espere con paciencia a que supiera que estaba alli. La verdad es que yo no tewnia prisa por que me no me esperaban en cambio a mi querida amigas si, pero yo podia pasarme unos minutos o mas tiempo con aquella chica. Me miro con sorpresa, seguramente se pensaba que seria como las demas cortesanas, bueno algunas no todas...

Habia algunas cortesanas que eran demasiado... ¿como decirlo? Estiradas, creidas, bueno creo que podria utilizar demasiadas palabras para definirlas. Pero yo no era como ellas, a mi me gustaba ayudar a las personas conocerlas bueno en fin lo que haria una mujer normal y corriente.

-Bueno, quizas en eso te puedo ayudar. Siempre y cuando hasta donde estes dispuesta a llegar. Encantada Nimue yo soy Elinor, Elinor Clarissa Carstairs. Y no no tengo a ningun cliente esperandome.

Dije con una sonrisa enorme. pero tenia que saber hasta donde estaba dispuesta a llegar por conseguir el dinero que necesitaba para poder comer. Porque quizas no queria llegar a vender su cuerpo al fin y al cabo era lo que haciamos las cortesanas... Por eso me apoye contra la barandilla de piedra de las escaleras y la mire.

-Si quieres te puedo ayudar aqui dentro, en el burdel. Pero tendria que saber hasta donde quieres llegar. Hasta que punto estas dispuesta a llegar con tal de conseguir dinero. Si estas o no dispuesta a vender tu cuerpo.

Dije mirandola sentandome en la baranda de piedra y esperando su respuesta si aceptaba entonces la llevaria conmigo al burdel y la ayudaria a preparse. No en vano llevaba tres años trabajando de cortesana. Si vale, lo habia hecho porque no sabia nada de mi anterior vida pero eso no queria decir nada. Yo pensaba que era de clase baja y que aquel era mi destino pero en realidad estaba deseando recordar mi vida.

Escuche a dos borracos y suspire, aquellos no eran preligrosos pero los que salian mas a la noche si que lo eran. Por suerte, nunca me habia topado con ninguno de ellos porque si no me hubiese dado algo. Ante todo era una mujer.

Escuché sus palabras con interés, pero no sin cierto miedo. Me aventuré a pensar que tal vez debajo de su amabilidad se escondía una terrible maldad. Pero después de observarla con más detenimiento supe que eso no era posible. Durante muchos años había aprendido a leer el rostro de la gente, a escuchar en la distancia los latidos de su corazón, sabía por una simple contracción de los músculos de su rostro si mentía o no. Y eso para mi era una gran ventaja, aun que no siempre.

Medié sobre el ofrecimiento que me hizo, era un gran peso entrar en un burdel y hacer el trabajo que muy pocas querían, pero pese a ello no tardé en decantarme por aceptar la oferta, pues en tiempos de hambre cualquier cosa era digna con tal de llevarse algo de comer en la boca, incluso robar. sonreí ampliamente al reconocer en su mirada la mía hacía un par de años, cuando seguía perdida con la compañía de una persona que había desaparecido completamente. No pude evitar que la nostalgia llegara a mis ojos, y la sonrisa de mi cara luciera triste.

-Estoy...dispuesta a todo. Deberías saber tu más que yo que esta es la última opción a los problemas que muchas tienen. Pero llegados a un punto donde las demás opciones se han acabado no tienes más remedio que aceptar estas y digamos que...rebajarte a venir a estos lugares.- la observé nuevamente, en el fondo no sabía si aquellas palabras pudieron ofenderle o no ya que no conocía las razones por las que ella estaba allí.-¿No seré una molestia? quizás a las demás...no les agrade que me ayudes.

Si yo fuera otra, una de ellas , por ejemplo la chica que había entrado rápidamente, no me gustaría que otras me quitasen a los clientes, más por el dinero que ganaba que por el placer. Aun que quizás necesitaban alguien que cambiase las sábanas, que limpiara los retretes, que curara la sheridas de las cortesanas maltratadas...

No sabia que iba a responder pero si me decia que si entonces podria ayudarla no sabia que me pasaba pero hoy me moria por ayudar a las personas. No era mala como lo podian parecer otras cortesanas o otras mujeres yo si decia algo era porque de verdad lo queria hacer, y no le iba a hacer nada malo. Sabia que aquel trabajo no era el mejor de todos pero algo teniamos que hacer.

Su expresion cambio, reconoci el mismo semblante que habia tenido yo hacia tres años al perder la memoria. Pero ella ¿que habia perdido? No era momento de hacer esas preguntas. Solo tenia que responder la mia. Cuando la escuche la verdad es que no me molestaba aquel comentario total yo estaba alli porque no recordaba mi vida anterior. Eso era una de las cosas que mas me dolian no recordar mi vida pero preste atencion a sus palabrtas y me rei al escucharla.

-Nimue, si ellas se molestan que se aguanten. Tienes tanto derecho como nosotras a estar alli dentro. Se que no trabajas ahi pero yo puedo ayudarte a que te ganes al menos un dinero. Si confias en mi claro.

Lo habia dicho de verdad si las otras se molestaban que se aguantaran, ella era como nosotras. Ademas mi mejor amiga no se molestaria ella habria hecho lo mismo que yo de haber estado en mi lugar. Solo le extendi la mano con una sonrisa para que la cogiera si confiaba en mi y yo la pudiera ayudar.

No pude evitar extender mi mano y coger la de Elinor, que me la había ofrecido como símbolo de que podía confiar en ella. El tacto de su mano era cálido, supe por aquella mirada que sus ojos poseían que no mentia. Que era cierto lo que decía, que podía confiar en ella, al menos eso era lo que yo creía creer pues estaba dispuesta a lo que fuera por tener dinero para poder comprar algo de comida y no solo eso, una persona con la cual compartir alguna que otra cosa, como mis penas y mis alegrías, era realmente lo que más necesitaba, una amiga, aquella que nunca había tenido.

-Esta bien, pero si te causo algún problema dímelo, se como puedo solucionar las cosas.- realmente sabía como hacerlo, no hubiera sido la primera vez que erradicaba un problema, los eliminaba de raíz, me habían enseñado a hacerlo de aquella manera. Y lo iba a seguir haciendo.-¿Entramos o...?- dejé la frase a medias, tenía miedo.

Siempre que había recurrido a vender mi cuerpo lo había hecho sin pensar demasiado bien en las cosas, siempre había tenido suerte, pero realmente aquella vez estaba asustada, quizás no por mi, si no más bien por aquella chica, por Elinor, que vendía día tras día su cuerpo y que seguramente estaba en una situación peor a la mía. Pensé en todo lo que podía haberla empujado a trabajar en un burdel y ninguna de aquellas cosas eran buenas.

-Te agradezco que me ayudes...no sabes...como te lo agradezco.-dije con una sonrisa tímida. Realmente estaba perdida en aquel mundo, no sabría como actuar.

Ademas no solo estaba dispuesta a ayudarle en lo que estabamos a punto de hacer si no tambien a ser su amiga. Una amiga con la que compartir todo lo que ella quisiera, solo lo que ella quisiera. No se, quizas eramos mas parecidas de lo que creiamos en un principio. Cuando cogio mi mano sonrei, porque confiaba en mi. Negue con la cabeza cuando me dijo si ella me traia problemas y la lleve por la puerta de las cortesanas que llevaba directamente a las habitaciones. La lleva a la que compartia con mi mejor amiga y cerre la puerta.

Mire a Nimue con una sonrisa, queria saber si de verdad estaba segura de vender su cuerpo o si tenia que volver a sacarla del burdel. Lo unico que me importaba en ese momento es que esa chica estuviese segura de lo que queria hacer. A partir de ahi yo empezaria a ayudarla. Pero yo mejor que nadie sabia lo que podias llegar a hacer cuando no tenias dinero y el hambre apretaba. Me acerque a ella y le ofreci sentarse en la cama mientras yo me sentaba a su lado.

-Nimue, ¿estas segura que quieres vender tu cuerpo? Solo te puedo ayudar si estas 100 por 100 segura de hacerlo.

Dije con su mano entre las mias, no queria obligarla a nada por lo que acariciaba con cariño su mano y le sonreia con ternura y cariño. Quertia preguntarse si queria ser mi amiga pero eso se lo preguntaria mas tarde.