Tu recuerdo [Uriel M]

La mirada de su acompañante se posaba con curiosidad y diversión sobre la chica. Esta no podía apartar su vista de aquel minino lastimado. Sintió dolor con él. Ella se sentía identificada por completo con aquel dolor de cortaduras y desgarres ya que el hombre lobo que la había dejado la había lastimado de manera muy profunda y poco a poco se estaba recuperando. Sintió la lamida cuidadosa del felino y le sonrío complacida - ¿Te agrado? ¿Te agrado, hermoso? - Muchas miradas se posaron en ambos, ¿acaso nadie cuidaba de gatitos encontrados en la calle? Por lo visto no. La chica lo tomo en brazos y lo acudo como si se tratase de un bebé, o de su tesoro más preciado. Caminó a la salida del mercado mientras sonreía al niño que la estaba ayudando - Tendremos que apresurar el paso querido mio, este gatito esta perdiendo mucha sangre, lo mejor será curarlo cuanto antes - La chica paso una de sus manos por su cabeza acariciándolo con suavidad. - Ya casi llegamos hermoso - Los ojos de Doreen no se podían apartar de él por alguna extraña razón la tenía encantada. Tan pequeño, solo, indefenso, lastimado y frágil, que le recordaba a ella misma saliendo de casa. Pero así como el pequeño gato podría sentirse así en ese momento podría tener después fuerza para seguir su vida. No tardaron mucho en llegar a la entrada. Temiendo que alguien viera al animal entre sus manos la chica pidió ayuda a su pequeño acompañante para poder entrar sin ser sorprendida - Entra y dime si hay alguien en casa, prometo llevarte en la noche a la feria del pueblo si me ayudas... es por el gatito - El chico asintió mientras entraba disparado con las bolsas en las manos. Después de pocos minutos el niño le hizo una seña y ella corrió escaleras arriba hasta llegar a su habitación. La señora de la casa donde se quedaba no le permitiría animales.

Al llegar al cuarto colocó al minino en su cama mientras buscaba por todos lados aquel botiquín, el que la había quitado de apuros cuando peor estaba - Promete pequeño que mientras estés aquí no aras ruido o nos echan a los dos a la calle, primero debes de curarte ya después nos pueden echar a la calle - La chica sonrió colocándose a un lado de este. Abrió la pequeña cajita de curación y saco una especie de aguja e hijo. No sabía si eso era correcto ya que ella era una humana y podría lastimarlo - Intentaré no hacerte daño, lo intentaré - Con cuidado tomo la pequeña pata del gato colocando esta en su regazo tomo un poco de aire y comenzó a coser con cuidado la patita de este. Su rostro se lleno de tristeza al ver al pobre animal retorcerse del dolor - Lo lamento - Dijo con dolor en el cuerpo - Estarás bien, lo prometo - En poco tiempo aquella especie de sutura había sido finalizada. Observo al gato con cuidado. Se levanto guardando las cosas. Lo miro a lo lejos y se metió al baño por una pequeña toalla, la lleno de agua para volver con el pequeño. Sin más la chica lo tomo en brazos y jaló una almohada recostándolo en medio. Le empezó a pasar la toalla por el cuerpo para limpiarlo. Esta le sonreía - ¿Sabes? Yo también tengo heridas como las tuyas, son heridas de guerra así les llamo - Resopló un poco, cualquiera que la viera diría que estaba completamente loca al hablar con un animal pero a ella no le importaba. - Hace un tiempo escape de casa bonito, y en el bosque un hombre lobo me ataco, estuve a punto de perder la vida, pero alguien me cuido hasta hace poco - Doreen alzo un poco su vestido dejando casi por completo al descubierto tus piernas, enseñando en uno de los muslos unas cicatrices grandes, daba gracias que se estuvieran desapareciendo poco a poco. - Listo - Dijo sonriendo con ternura para dejar caer la toalla y besar su pequeña cabeza.

La rubia movió la almohada procurando que el pequeño gato no se sobresaltara. Esta observo por la ventana que la poca luz del sol estaba desapareciendo. Daba gracias por tener ahora un cuarto para ella sola, así podría cuidar al gato sin problema alguno. Se dejo caer por completo en la cama acomodándose en ella. Cerro los ojos con suavidad para después ponerse a tararear una canción de cuna, la misma que su madre le cantaba de pequeña. Una de sus manos se colocó en la altura de su abdomen mientras la otra en su frente - ¿Sabes? Hoy vi a alguien que se lastimo la mano, podría jurar que sus cortes son los mismos... Ese alguien tan especial y así como apareció volvió a desaparecer - De los labios de la chica se formó una sonrisa llena de picardia. Su cuerpo se ladeo y sus manos se colocaron entre la almohada y ella aun cerrando los ojos, el día había sido bastante cansado para ella. Limpiar aquel lugar. Ir a hacer varios deberes de la señora, leer un poco, cortar unas flores, ir al mercado ambulante y al final, adoptar a un hermoso gato de la calle. De pronto una paz profunda recorrió su cuerpo, como si estuviera haciendo algo bien, algo que le daría sorpresas. Su cuerpo se estremeció al sentir una brisa recorrer su cuerpo, sintió frío y sacó una manta pequeña para taparse, con diversión abrió los ojos y tapo al gato mientras atraía la almohada a ella abrazándola, coloco su rostro sobre la almohada quedando cerca de la cara del gatito y cerro los ojos de nuevo - Estarás bien, te voy a cuidar - Sonrió con los ojos cerrados soltando un gran suspiro.

La pureza, naturalidad e inocencia de Doreen la hacían llegar a este tipo de momentos. Ella viendo la necesidad de poder salvar a un indefenso animal que estaba lastimado. Aunque no pareciera era tanta la manera en que se sentía identificada con aquella débil criatura que pensó hacerla suya en ese instante. ¿Y si la señora de la casa la corría? No importaba, ella buscaría por donde volver a encontrar una manera para seguir adelante. Arrugó el rostro aun con los ojos cerrado. ¿Era momento de enseñarle a los demás si mejor habilidad? Y es que era cierto, la chica nunca había tenido el valor de mostrar aquello que le dejaba en claro que era especial: Su habilidad al pintar. Fue entonces cuando pensó que lo mejor era empezar a vender aquellos hermosos dibujos, que tal vez alguien quisiera un retrato y pagarle algunas monedas, tal vez era momento de decirle al mundo que el arte podía ser manejado por ella y que ellos podrían apreciarlo. Entre tantos sueños, tantos dibujos y tantos recuerdos, la chica comenzó a recordar cual había sido su primer retrato de una persona. Sin duda había sido Uriel en uno de esos días en los que se habían escapado a un hermoso lago a pasarlo sin importar lo que dijeran los demás. Doreen siempre se había quedado horas sola en casa pues sus papás trabajaban así que nadie se daba cuenta de su falta y desobediencia. Lo había dibujado cuando él estaba durmiendo bajo un árbol, se veía tan relajado, tan despreocupado y angelical y la chica sintió la necesidad de retratarlo y lo había sido hasta la fecha el mejor de sus recuerdos que no podía negar, ella tenía escondido bajo su cama en una caja de manera que el hijo de la dueña de la casa le había regalado para guardar sus pertenencias. Ese día había marcado lo que ahora era parte de su vida, ya que al darse cuenta que podía ser libre y hacer cosas que quisiera sin ser obligada, que podía ser simplemente ella el anhelo de escapar de casa había crecido, lo había logrado y ahora después de tanto pensar, se había quedado dormida alado de su gatito.

El tiempo vuela cuando nadie interrumpe tus sueños, cuando tienes la libertad de poder descansar sin que alguien te diga que debes despertar ha hacer deberes, por eso la chica no había medido el tiempo en el que se había quedado así en la cama, sin abrir los ojos se reincorporo estirando su cuerpo soltando un fuerte suspiro, bostezó y las sabanas se deslizaron por cuerpo mientras ella se deslizaba por la cama aun bastante dormida, la chica entreabrió los ojos al notar que no había luz del día, se encogió de hombros como acto reflejo a eso, el corset le empezaba a incomodar por eso deslizo con cuidado las manos a su espalda intentando quitar aquella prenda. Suspiro hasta encontrar el cordón y jalar este haciendo que lo ajustado se relajara. Doreen comenzó a quitar las cintas de su espalda pero recordó entre su sueño al gatito girando su cuerpo para poder verle. Su sorpresa fue grande, soltó un grito perturbador al notar a aquel hombre, que no sólo era un hombre, era Uriel, se sostuvo con fuera las cuerdas intentando volver a ponerse la prenda correctamente pero sus manos temblorosas no la dejaban. Por lo visto nadie estaba en casa ya que no llegaban a preguntar que pasaba, cuando lo vio despertar sus ojos se abrieron con sorpresa sin entender que pasaba - Tú... Qué... Pero como... Uriel... ¿Qué haces aquí? - Pregunto sintiendo como su cabeza daba vueltas haciendo que se sintiera completamente mareada. Por fin entre la torpeza se volvió a amarrar su corset y se sostuvo de la pared observándolo con cierto temor.

La castaña clara se sentía bastante perturbada, había visto a Uriel escapar de aquellos hombres y lo había perdido de vista, pero de pronto una punzada invadió su pecho. Observó la venda en la mano y arrugo el rostro un poco intentando descifrar que pasaba - ¿Dónde quedo mi gatito? ¿Lo aplastaste Uriel? - Preguntó con un tonó de voz bastante elevado y lleno de preocupación. En realidad la chica no tenía idea de como actuar, no sabía que decir, ¿Cómo había él llegado hasta ahí? Se imagino cosas raras como si él gatito lo hubiera llamado, como si el gatito y el tuvieran una conexión pero eso era imposible. Aunque bueno después de ver vampiros y hombres lobo ¿Qué podía sorprenderle? Sin duda alguna Doreen se había metido en un gran problema, si la descubrían con un hombre dentro del cuarto no solo la correrían, la señora de la casa se encargaría de humillarla entre los demás por hacer ese tipo de cosas en su casa. Doreen no había hecho nada de lo cual alarmarse pero las mentes siempre piensan lo peor antes de preguntar.