Pequeños errores que pasan factura... (Gabriel)

por Invitado Vie Mar 25, 2011 2:06 pm

Si la oscuridad no la conociera, se podría decir que ella era quien seguía a su sombra, y no su sombra a ella. Siempre reflejada en la luz de la luna, sonriendo cual diablesa arrogante con sus ojos color ámbar fijos en el frente que se erguía ante ellos. ¿Y si buscaba alimento? O… ¿y si alguna pobre alma se cruzaba esa noche en su camino? No necesitaba sangre, pero… ¿la tomaría igualmente? ¿Y por qué no? ¿Qué había de malo en comer a deshoras…?

Irritante, cabalgaba a paso lento, duro, casi congelando los movimientos del caballo para poder observarlo todo y dar con algún pobre diablo que le sirviera de entretenimiento. Podría buscar en algún lugar atestado, pero era allí, en la más completa soledad y en el más profundo silencio, donde los grandes y verdaderos tesoros estaban escondidos, a la espera de ser descubiertos, u ocultándose por siempre. ¿Qué se encontraría aquella noche? Mejor descubrirlo…

Así, sin miedo, llegó hasta la laguna después de haber dejado las desoladas calles atrás. Llevaba días en los que algo extraño sucedía, pero le restó importancia. A fin de cuentas, no era relevante la ausencia de bocados esporádicos, cuando se sabía a dónde acudir en algún caso especial…
Y de esa manera, cuando una ráfaga suave de viento acarició la zona, llegó hasta su nariz un aroma que le indicaba que no se encontraba sola en el lugar. Sonrió de lado, satisfecha, entornando los ojos y comenzando a escrutar el ambiente, llena de una letal curiosidad.

por **Gabriel Lojacono** Vie Mar 25, 2011 3:43 pm

No había tenido un buen día en el trabajo, ¿Para qué mentir? Había estado a punto de perder mi empleo por un cliente bastante descortés y que me dejó bastante sorprendido. ¿Qué había sucedido? Me habían pedido un plato de sopa y yo se lo había traído con mucho gusto, apenas había tardado pues dicha comida estaba ya hecha y sólo hubo que calentarla un poco, cuando se la llevé me fui hasta la barra y me apoyé en ella mirando distraídamente hacia la mesa que acababa de servir y lo que vi me impactó. El señor que había pedido la sopa se arrancaba un pelo bastante grande, y acto seguido lo metía en el plato. Yo me giré e inmediatamente después escuché cómo gritaba el hombre "¡Mesero, mesero!". Suspiré y fui hasta la mesa fingiendo no saber nada, comenzó a sermonearme y yo intentaba decirle algo, pero no me dejaba hablar por lo que sólo podía esperar a que llegara mi jefe. Cuando sucedió estuvo a punto de echarme a la calle pero pedí que me dejase hablar. Saqué el pelo de la sopa sin ningún pudor y se lo enseñé al encargado.

- Es negro, señor, mi cabello no. Yo vi cómo lo echaba en la sopa.-el encargado me miró mientras el cliente gritaba como un energúmeno alegando que eran infamias. Pero el encargado no era tonto y lo mandó a la calle sin posibilidad de volver en un futuro, y me pidió disculpas públicamente. Lo agradecí y todo volvió a la normalidad. Bien, todo había acabado bien pero lo había pasado mal. Eso no era todo, había ido a visitar a mi padre al hospital y había tenido una crisis, intentó agredirme y tuve que sujetarlo, me dijeron que no volviera a verlo hasta una semana después más o menos. Yo empeoraba a mi padre... Era horrible esa idea.

Necesitaba despejarme, huir de todo por unas horas. Así que me fui a un lugar apartado andando, pasear me vendría bien. Y llegué hasta una laguna que nunca antes había visto. Tuve ganas de bañarme y las sacié, desvistiéndome y metiéndome allí. Estuve nadando un rato y al salir me quedé tumbado para poder secarme antes de ponerme la ropa. Tras vestirme -aún teniendo el pelo mojado- me subí a la rama de un árbol y me quedé contemplando el ocaso hasta que finalmente anocheció y, sin darme cuenta, me quedé dormido sobre la rama. Hasta que algo me despertó, justo antes de oler un aroma que no había olido antes, pero cuya procedencia conocía. Bajé del árbol sin hacer ruido y me dirigí al lugar de vuelta a la civilización, estar a solas con un vampiro no podía ser bueno.

por Invitado Vie Mar 25, 2011 4:20 pm

Paseaba la mirada de forma lenta y escrutadora, tratando de no dejar hueco ni detalle sin observar, hasta que finalmente dio con el origen de dicho olor. Un joven. Un joven que salía por patas, miedoso. Y a Raxa no había cosa que la tentara más que un bocado miedoso… Esos que suplican por su vida aún cuando no hay peligro de perderla, de esos cuyas almas están tan corrompidas que al verla a ella sienten que nunca han verdaderamente vivido, esas que lloran ante la amenaza que se cierne sobre ellos… Esos que siempre le arrancaban una sonrisa de satisfacción. Y tenía delante a uno de esos que tanto le gustaban…

Paró a Vaupaus y lo miró por unos segundos para después ir al paso de nuevo, siguiéndolo cautelosamente, utilizando sus sentidos y habilidades de vampiresa. Esa sádica sonrisa aún permanecía en sus labios, labios de los cuales se lamió el inferior de manera sensual, casi tímida, riendo muy lúgubremente, para sólo escucharlo ella. Y mientras seguía avanzando se aseguró de que Vaupaus no relinchara o hiciera ruido, cosa que sabía él perfectamente… Y a medida que se iba acercando, su paso se iba acelerando, yendo ahora casi al trote pero silenciosa de todos modos, a sabiendas incluso de que podría olerla. ¿De qué servía poder oler el ambiente si no podías saber de dónde provenía exactamente el olor? Su cabeza de ladeó cuando ya casi lo tuvo a su alcance, y con un movimiento rápido voló, planeando ligeramente sobre el muchacho y descendiendo a unos pasos de él y mirándolo de frente, de manera que el caballo se quedó detrás del chico. Qué divertido… Acorralado entre una muerta y un animal…

Se cruzó de brazos y utilizó entonces su especial encanto, esperando a que la viera y cayera rendido a sus pies, como tantas otras veces había sucedido… Ella sólo sonreía, el resto ocurría por inercia…
Entornó los ojos de nuevo, sonriendo de lado y desprendiendo una fragancia y auras tentadoras. “Bienvenido a la oscuridad, pequeño… “ pensó, riendo en su interior.

por **Gabriel Lojacono** Vie Mar 25, 2011 5:06 pm

El olor se iba a acercando, y yo tuve que empezar a correr. Genial, estaba claro que el vampiro me perseguía a mí y en ese caso no tendría escapatoria. ¿Estaba asustado? No. ¿Tenía alguna pizca de miedo? Para nada. ¿Por qué iba a tener miedo? Si ella me quería a mí y no podía defenderme no podía asustarme, morir no era tan malo. Pero también había una posibilidad entre un millón de que no quisiera acabar con mi vida. De igual modo seguí corriendo, aumentando la velocidad conforme la criatura se acercaba a mí, ni siquiera estaba nervioso, tal vez correr me hacía quemar adrenalina y me relajaba, sí, seguramente era eso. El olor se hacía intenso, y pude escuchar finalmente un sonido fugaz antes de tener que pararme en seco por ver a alguien delante de mí.

"Velocidad vampírica..."-pensé, me quedé mirándola fijamente tras echar un vistazo hacia atrás, había olido al caballo que me "impedía" salir huyendo en dirección contraria a la vampiresa. Porque no era un vampiro, sino una fémina de la especie nocturna. Podía transformarme en gato y escabullirme rápidamente entre los matorrales pero ¿Para qué huir si podía quedarme? Nunca me había encontrado con un vampiro y sentía curiosidad hacia ella, repentinamente y pareciéndome muy extraño pero así era.- "¿Digo algo o me quedo en silencio?"-me pregunté mentalmente, y decidí hacer lo último, tan sólo observándola y casi escrutándola, curioso.

por Invitado Vie Mar 25, 2011 5:46 pm

Cada vez se daba más cuenta de que aquel muchacho era muy inocente. Joven, frágil, delicado… lleno de vitalidad, la vitalidad que ella buscaba…
Sonrió de lado, alzando la barbilla y mirándolo fijamente - Terve… - saludó ella muy bajito y en su idioma, buscando una distracción, acercándose un paso mientras sus brazos seguían firmemente cruzados. Se detuvo en la misma posición, erguida, pero ahora ligeramente escorzada y los ojos abiertos, invitándolo a mirarla y embobarse.

De pronto una sensación de sed de sangre se despertó en ella, haciéndola ahora desear algo más que una simple desaparición de ese hastío que la invadía. Quería sangre, quería teñir sus labios de escarlata antes de alzarse hacia el cielo gritando que lo había vuelto a hacer. Aún no se había acostumbrado del todo. Y llevaba casi doscientos años chupando cuellos de aquellos que se dejaban y de los que no. En fin… Todo fuere por la supervivencia… - Acércate… - susurró de una manera increíblemente sensual, alargando las manos hacia él para que éste las tomara. En ese instante, ya no había nada capaz de impedir aquello que se avecinaba de manera inminente…

por **Gabriel Lojacono** Vie Mar 25, 2011 6:13 pm

Y además de sus rasgos, también observaba con fijeza cada uno de sus movimientos y cambios de expresión, por eso pude ver cómo decía algo y escucharlo también, había dicho "Terve".

"Oh, vaya."-pensé.- "No hablamos el mismo idioma, esto va a ser difícil..."

Fijándome bien era una mujer muy bella, aunque seguro que ayudaba su condición de vampiresa. Me comenzaba a sentir un poco frustrado porque sentía como si no pudiese moverme de allí, como si estuviese embobado, mi error fue mirarla a los ojos, porque me sentí perdido, ido, como si ya no tuviese los pies sobre la tierra. Era una extraña, rarísima sensación, que jamás había tenido. Sólo escuchaba su voz, apenas me percataba de la realidad, de mi alrededor, de que el caballo seguía aún detrás de mí y de que estaba a solas con ella en kilómetros a la redonda, alejado de la gente, en un lugar en el que nadie se enteraría de que había muerto.

Acércate...-escuché. Di un paso hacia delante.- "Oh, sí que habla francés". Y fue mi curiosidad lo que me salvó en aquel momento, aquel ínfimo detalle me había hecho reaccionar y darme cuenta de lo que pasaba. Podía transformarme en gato, en león, en cualquier tipo de felino y no podía cuidarme de un vampiro, era algo un poco frustrante. Retrocedí sin importarme que el caballo siguiese en la misma ubicación y negué con la cabeza, ahora sin mirarla directamente a los ojos.

por Invitado Vie Mar 25, 2011 6:48 pm

Lo observaba cada vez con mayor intensidad, tentándolo, haciéndole caer… cuando de pronto llegó aquella negativa. Alzó una ceja. Resistencia… Ahí va, otra cosa más que le gustaba, la acción. Sonrió lúgubremente, sin dejar todavía que sus colmillos vieran la luz y se acercó al chico, dirigiéndole una mirada rápida al caballo solicitando colaboración. El animal no lo pensó y se irguió del todo, pateando el suelo firmemente con una pata delantera. Raxa sonrió por la reacción que él pudiere tener, y antes de nada le cogió suavemente la barbilla, alzándola hasta que los ojos de ambos se encontraron de nuevo - Acércate… - volvió a susurrar, ahora con una mayor intensidad de encandilamiento y sensualidad.

Se lo quedó observando mientras en su interior ocurría de todo, desde una lucha entre la parte que le pedía morderle ya y la que quería lentitud y disfrutar de aquella romántica escena, y un auge de su necesidad notable. Le comenzó a acariciar el mentón con el pulgar, suavemente - Mírame… - susurró mientras se acercaba a su rostro, muy despacio y con arrogancia, y lo miraba ella a los suyos, buscando reciprocidad.

por **Gabriel Lojacono** Vie Mar 25, 2011 8:40 pm

Lo que estaba escrito sobre los vampiros y que había podido leer no tenía nada que ver con la realidad, el sentimiento de atracción era demasiado fuerte, casi imposible era resistirse. Estaba completamente seguro de que si el vampiro hubiese sido un hombre habría sucumbido a sus encantos enseguida sin poder evitarlo. Pero era una mujer, muy bella pero una mujer, y eso ayudaba, aunque fuese un poco. Ella se acercaba más y yo quería retroceder pero no pude cuando el caballo se movió violentamente detrás de mí, era peligroso aquello, una coz en la cabeza y podía estar muerto. En esos momentos era cuando uno se preguntaba "¿Por qué me pasa esto a mí?", pero yo no, estaba bastante tranquilo a decir verdad. Mi corazón latía tranquilo, la única tensión que existía era la de mi mente. Yo miré hacia atrás, hacia el caballo justo en el momento en que vi que ella hacía lo mismo, para encontrarme con que el cuadrúpedo se ponía agresivo por mandato de ella seguramente.

Su mano tomó mi barbilla y fui obligado a alzar el rostro, sin embargo aparté la mirada de la suya justo antes de que volviese a pronunciar la misma palabra que antes. "Acércate..." No, otra vez no. Cerré los ojos con fuerza intentando no sucumbir a su poder de atracción, mi mente trabajaba con esfuerzo, no podía sucumbir, no podía caer en su poder psicológico, o estaría perdido. La idea de hacer contra mi voluntad se me antojaba horrenda. Sentí las caricias, y luego su melodiosa voz de nuevo. "Mírame..." No, no podía mirarla. Y mi conciencia me lo repetía una y otra vez, No la mires, no la escuches, piensa en otra cosa. Así hice. Respiré hondo mientras mis ojos permanecían cerrados a cal y canto, mientras no llegara a ellos el poder no sería lo suficientemente intenso como para dominarme. Mis pensamientos fueron a mi padre, a esa tarde, no podía pensar en eso... Me hacía daño y me debilitaba, flaqueé un poco y jadeé casi inconscientemente aún sin abrir los ojos.

- Señorita, no...-susurré con un gran caos en mi mente.

por Invitado Sáb Mar 26, 2011 7:27 am

Ese estúpido muchacho se estaba librando gracias a que Raxa nunca seguiría sin una afirmación por su parte. No obstante, era tan divertido verlo sin saber qué hacer, sin atreverse a afrontar el momento… Su risa apareció en el momento en el que escuchó su súplica. Qué ridícula… Y pensar que aún no tenía clara la idea de dejarlo marchar tan fácilmente… ¿Qué sucedería si le mordía sin más, sin esperar que le diera permio para hacerlo? ¿Se arrepentiría? No, seguramente no, pero estaba en ella el al menos intentarlo. Y cuando él siguió sin abrir los ojos, Raxa se enervó. Con que no, señorita, ¿eh?

Tras una suave carcajada, detuvo la amabilidad utilizada hasta el momento y le cogió la cara con fuerza, acercándolo hasta ella todo lo que pudo y con los ojos muy abiertos - ¡Mírame! - ordenó, apretando sus manos, obligándolo casi a hacerlo. Sonrió de lado esperando su reacción, y en caso de que intentara alejarse, no podría, porque no podría soltarse. Y si llegara a huir, podría haber sido lo último que hubiera hecho en su corta vida.
De modo que Raxa estaba muy tranquila, sencillamente esperando una última respuesta antes de proceder a dejar que sus instintos la dominaran por completo, y le sopló suavemente, dejando que su fresco aliento hiciera el resto.

por **Gabriel Lojacono** Sáb Mar 26, 2011 8:33 pm

Y escuché su risa. Malévola, demente, tampoco se podía esperar mucho más de una criatura del infierno ¿O tal vez sí? ¿Por qué no? Yo era alguien dado al perdón y a no juzgar a los demás, no todos los vampiros tenían que ser iguales. Analizando la situación era bastante descabellada. Yo, allí frente a un vampiro de sexo femenino, intentando no perder el control sobre mí mismo, me agobiaba mucho la idea que se me pasaba por la cabeza una y otra vez; Perder el control, no controlar lo que podía hacer, hacer algo que no me gustase, algo en contra de mi voluntad. No era justo, yo no me dejaba manipular por nadie, siempre había sido alguien fiel a mis principios y nunca había permitido que me obligaran a hacer algo que no quería, no desde que me había separado de la convivencia con mi padre. Pero no podía recordar eso, me hacía flaquear en demasía, era muy doloroso.

No, Gabriel, no abras los ojos.-me dije a mí mismo mentalmente. Pero las cosas se hicieron aún más complicadas cuando su fuerza de vampiro cayó sobre mí, tomando mi rostro y acercándome a ella. "¡Mírame!" Gritó, sonó como eco en mi mente mientras mi rostro era aplastado por sus manos. Solté un quejido por el dolor que sentía, en cierto modo aquello era bueno, el dolor me mantenía concentrado en no dejarme llevar por su encanto vampírico. Cogí aire profundamente.

- No...-jadeé.

por Invitado Dom Mar 27, 2011 4:37 pm

Cuando por fin parecía que todo iba a terminar tranquilamente, cuando por fin sus labios estaban cerca de su cuello, escuchó la negativa definitiva que la sacó de quicio. Mientras la luna ejercía su poder iluminador sobre la Tierra, Raxa liberó un grito ahogado, lanzándolo al suelo con fuerza - Pequeño imbécil… - susurró despectivamente, con una expresión facial que bien podría considerarse terrorífica. Se acercó con dos pasos lentos y se arrodilló junto a él con cuidado, para después abofetearlo con fuerza con la mano en la que tenía el anillo. Tras eso, se colocó sobre él en una posición dominante y acercó sus colmillos al cuello del chico, conteniéndose por no morderle allí mismo. Pero no, Raxa esperaría esa afirmación que sabía que no llegaría. No obstante, no iba a quedarse con las manos vacías, y con los colmillos lo arañó con algo de profundidad, lo justo para crearle una vitalicia cicatriz. Una vez finalizada la marca, pegó su frente a la de él y entró en su mente, manipulando su memoria. Él no quería, y ella sí. Él se había negado, ella iba a vengarse. Y de qué forma… Sonrió con una crueldad imperdonable y creó en su mente el recuerdo de una dolorosa dentellada que le hizo caer al suelo inconsciente por el dolor producido, entumecido. Finalmente, lo fue durmiendo poco a poco. Lo había hecho, otra vez.

Cuando se levantó, se pasó un dedo por los labios y luego suspiró, mirando su a su casi presa de esa noche. Tampoco había perdido tanto, se le veía débil y era bastante sumiso. Nada digno de su atención. Pasó por encima de él y montó en Vaupaus, quedándose en el lugar unos segundos más, mirándolo en el suelo. Sonrió con cara de asco, moviendo la cabeza rápidamente y azotando al caballo para que volviera a galopar, abandonando el lugar.

Una noche más, Raxa había logrado sus cometidos, alimentarse y divertirse. Se congratuló a sí misma.

Pasó el resto de la noche cabalgando en silencio entre las sombras, acariciando el viento con su presencia y respirando el mismo aire que cada noche impregnaba el ambiente de un París corrompido y sucio.

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