AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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No sé que hago aquí, pero sé exactamente a lo que vine. - {Claire Quartermane}
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No sé que hago aquí, pero sé exactamente a lo que vine. - {Claire Quartermane}
Podía llegar a ser una situación bastante cómica, al menos para cualquier persona que conociera un poco o bastante a Pierrot. ¿Que hacia vestido de ese modo? O mejor aun, ¿que hacia en ese lugar? Recién había recibido su sueldo de la semana y ya se disponía a gastarlo. Y bueno, esto no era por que fuera un inconciente, de hecho eso era lo peculiar en sus actos, que estaba actuando bastante extraño, a diferencia de como el era cotidianamente. Siempre había sido un muchacho bastante centrado, uno que sin duda se esforzaba en ganar a pulso cada una de las monedas que recibía cada día de paga, uno que también pensaba de manera madura. Pero no hoy. Tenía sus razones.
Un día antes había comprado un poco de ropa más decente de la que había estado acostumbrado a utilizar a lo largo de su vida, misma que si bien no había terminado con todo su sueldo, si lo había disminuido considerablemente. Aun así Pierrot no se arrepentía de haberlo hecho, se lo merecía después del arduo trabajo que realizaba día a día. Así que esta noche aparte de estrenar actitud, estrenaba también ropa. Se había duchado antes de salir e incluso se había dado tiempo de permanecer frente al espejo unos minutos para intentar peinar su cabello de alguna forma distinta, una que lograra hacerlo ver distinto y quizás un poco mas presentable. Pierrot jamás se había avergonzado de su apariencia humilde y no lo hacia a la fecha, pero si de algo estaba conciente, era de que a nadie le parecería atractivo si no ponía un poco de su parte. Inevitablemente se había visto un poco humillado ante la belleza de su patrona Alessandra Di Stephano, una mujer como pocas, la más hermosa sin duda. Una que había logrado cautivarlo desde la primera vez que le había visto y que se había metido a su cabeza desde entonces, para no salir jamás. Pero el estaba conciente de que jamás ella le vería como algo mas que un simple empleado, ¿como podría una mujer tan adinerada, bella e importante posar sus ojos sobre alguien como el? Esto no lograba tirar su autoestima por los suelos, pero si provocaba que las esperanzas de un día tener algo con ella se vieran nulas. Quizás esa era la principal razón de que estuviera en ese lugar, en el burdel más famoso de Paris, el primero que pisaría en toda su vida.
Decenas de mujeres semidesnudas se pasearon frente a sus ojos, todas vestidas con ropas que dejaban muy poco a la imaginación de quien les mirara. Quizás esa era la razón absoluta de que en las miradas de todos los caballeros allí presentes no hubiera más que lujuria centelleando en sus pupilas y solo la idea de sexo fácil inundando sus mentes. ¿Era eso mismo lo que estaba buscando Pierrot en tal lugar? ¿Y por que no? ¿Acaso era un pecado el buscar un poco de compañía? No, claro que no. Se sentó en la primer mesa desocupada que sus ojos visualizaron y se dedico a contemplar a cuanta fémina recorría las mesas, miro un poco a las que yacían sobre el pequeño escenario llevando a cabo un típico baile can can y espero a que alguien lo atendiera como al resto, esperaba encontrar a la mujer que lo ayudaría a lograr su cometido esa noche.
Un día antes había comprado un poco de ropa más decente de la que había estado acostumbrado a utilizar a lo largo de su vida, misma que si bien no había terminado con todo su sueldo, si lo había disminuido considerablemente. Aun así Pierrot no se arrepentía de haberlo hecho, se lo merecía después del arduo trabajo que realizaba día a día. Así que esta noche aparte de estrenar actitud, estrenaba también ropa. Se había duchado antes de salir e incluso se había dado tiempo de permanecer frente al espejo unos minutos para intentar peinar su cabello de alguna forma distinta, una que lograra hacerlo ver distinto y quizás un poco mas presentable. Pierrot jamás se había avergonzado de su apariencia humilde y no lo hacia a la fecha, pero si de algo estaba conciente, era de que a nadie le parecería atractivo si no ponía un poco de su parte. Inevitablemente se había visto un poco humillado ante la belleza de su patrona Alessandra Di Stephano, una mujer como pocas, la más hermosa sin duda. Una que había logrado cautivarlo desde la primera vez que le había visto y que se había metido a su cabeza desde entonces, para no salir jamás. Pero el estaba conciente de que jamás ella le vería como algo mas que un simple empleado, ¿como podría una mujer tan adinerada, bella e importante posar sus ojos sobre alguien como el? Esto no lograba tirar su autoestima por los suelos, pero si provocaba que las esperanzas de un día tener algo con ella se vieran nulas. Quizás esa era la principal razón de que estuviera en ese lugar, en el burdel más famoso de Paris, el primero que pisaría en toda su vida.
Decenas de mujeres semidesnudas se pasearon frente a sus ojos, todas vestidas con ropas que dejaban muy poco a la imaginación de quien les mirara. Quizás esa era la razón absoluta de que en las miradas de todos los caballeros allí presentes no hubiera más que lujuria centelleando en sus pupilas y solo la idea de sexo fácil inundando sus mentes. ¿Era eso mismo lo que estaba buscando Pierrot en tal lugar? ¿Y por que no? ¿Acaso era un pecado el buscar un poco de compañía? No, claro que no. Se sentó en la primer mesa desocupada que sus ojos visualizaron y se dedico a contemplar a cuanta fémina recorría las mesas, miro un poco a las que yacían sobre el pequeño escenario llevando a cabo un típico baile can can y espero a que alguien lo atendiera como al resto, esperaba encontrar a la mujer que lo ayudaría a lograr su cometido esa noche.
Pierrot Quartermane- Humano Clase Alta
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Re: No sé que hago aquí, pero sé exactamente a lo que vine. - {Claire Quartermane}
Lo voy a matar, juro que lo voy a matar, ¿Qué mierda está haciendo aquí? Seguro no tenía idea que yo vendría, porque no creo que sea tan descarado como para meterse en este lugar sabiendo que acá todos nos conocen. Respiraba agitaba intentando que el aire alcanzara sus pulmones y también su cabeza que parecía querer estallar, agradecía que hoy su paciencia no se hubiera esfumado o ya habría saltado entre toda la gente para abrirse paso hasta el cuello de ese hombre. ¿Cómo era posible que estuviera ahí? Era imposible. Lo miró fijo sin importarle la chica con la que recién hablaba, había llegado al burdel buscando a Lucian, enterarse de que era ahora el dueño de ese lugar la había hecho reír todo el día, especialmente porque hasta antes de conocerla él jamás había ido. Ahora tenía que evitar que él supiera que Nigel estaba en busca de una cortesana, no quería realmente pensar en que podría terminar todo eso, - No importa, no le digas a Lucian que vine… ya después hablaré con él. –
Casi como si fuera un huracán arrasando con todo caminó hasta él, tenía todo un discurso para enfrentarlo pero algunos elementos fueron disipando el enfado que la llenaba, ¿desde cuándo Nigel usaba esa ropa? ¿Por qué parecía casi tímido? Esos no eran los gestos ni la manera de moverse de su esposo. Que buen actor eres amor, terminaré aplaudiéndote… Seguro era de esos hombres a los que le gustaba fingir quienes eran para conseguir mujeres, algo bastante ilógico en ese caso ya que Lord Quartermane era prácticamente una celebridad en París que además había frecuentado por años aquel lugar mientras la que ahora era su esposa trabajaba ahí. Si quieres jugar, jugaremos entonces. Ignorando el murmullo de la gente y las miradas que la seguían llegó hasta él, incluso ahora podía percibir que su aroma era diferente, - Pero que agrado… - sus palabras se vieron interrumpidas al encontrar sus ojos. Esos no eran los de su Nigel, pero lucían iguales a los de él. Aquel hombre frente a ella no era el hombre de su vida, pero tenía casi las mismas facciones que amaba.
¿Cuántas cosas más ignoraría sobre su esposo? Jamás le había hablado de un hermano, pero este era además su gemelo, justo como Juliette y ella. Nunca lo había escuchado referirse a su familia más que a su abuelo y sus padres, quizás era sólo un parecido realmente enorme. Aunque a quién engañaba, eran demasiado idénticos como para ser sólo un par de desconocidos, - Discúlpeme señor… - dijo mostrando una amplia sonrisa y moviendo sus pestañas en un coqueto gesto, - ¿puedo hacerle compañía esta noche? – aunque había pasado algún tiempo sabía que sus dotes de cortesana no serían algo que olvidaría de un día para otro, sabía también que quizás él no se creería el cuento de que fuera una mujer de las que trabajaba ahí y sabía además que su exceso de ropa en este caso podría jugarle una mala pasada, de todas formas, actuar era algo que le salía bien y si tenía que mentir descaradamente para conseguir su objetivo, lo haría.
Casi como si fuera un huracán arrasando con todo caminó hasta él, tenía todo un discurso para enfrentarlo pero algunos elementos fueron disipando el enfado que la llenaba, ¿desde cuándo Nigel usaba esa ropa? ¿Por qué parecía casi tímido? Esos no eran los gestos ni la manera de moverse de su esposo. Que buen actor eres amor, terminaré aplaudiéndote… Seguro era de esos hombres a los que le gustaba fingir quienes eran para conseguir mujeres, algo bastante ilógico en ese caso ya que Lord Quartermane era prácticamente una celebridad en París que además había frecuentado por años aquel lugar mientras la que ahora era su esposa trabajaba ahí. Si quieres jugar, jugaremos entonces. Ignorando el murmullo de la gente y las miradas que la seguían llegó hasta él, incluso ahora podía percibir que su aroma era diferente, - Pero que agrado… - sus palabras se vieron interrumpidas al encontrar sus ojos. Esos no eran los de su Nigel, pero lucían iguales a los de él. Aquel hombre frente a ella no era el hombre de su vida, pero tenía casi las mismas facciones que amaba.
¿Cuántas cosas más ignoraría sobre su esposo? Jamás le había hablado de un hermano, pero este era además su gemelo, justo como Juliette y ella. Nunca lo había escuchado referirse a su familia más que a su abuelo y sus padres, quizás era sólo un parecido realmente enorme. Aunque a quién engañaba, eran demasiado idénticos como para ser sólo un par de desconocidos, - Discúlpeme señor… - dijo mostrando una amplia sonrisa y moviendo sus pestañas en un coqueto gesto, - ¿puedo hacerle compañía esta noche? – aunque había pasado algún tiempo sabía que sus dotes de cortesana no serían algo que olvidaría de un día para otro, sabía también que quizás él no se creería el cuento de que fuera una mujer de las que trabajaba ahí y sabía además que su exceso de ropa en este caso podría jugarle una mala pasada, de todas formas, actuar era algo que le salía bien y si tenía que mentir descaradamente para conseguir su objetivo, lo haría.
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: No sé que hago aquí, pero sé exactamente a lo que vine. - {Claire Quartermane}
Las manecillas del reloj que yacía posado sobre la muñeca de uno de los clientes del lugar –uno que parecía de bastante fortuna- no dejaba de avanzar, Pierrot lo miró de reojo y se percato de que apenas habían transcurrido escasos minutos desde su llegada. Pero para el había sido como una eternidad. No podía evitar sentirse en el fondo avergonzado, incluso estúpido. Luego de cavilar detenidamente la situación que lo había llevado a ese lugar, pudo darse cuenta de que sus acciones estaban siendo las dignas de un chiquillo no mayor a los diecisiete años. Pero, ¿cuál era esa razón, la verdadera razón? En la cabeza de Pierrot se había instalado la idea de que si lograba adquirir más experiencia en el arte femenino, significaría que también lograría ser más desenvuelto en el tema. Si bien no era tímido, no podía negarse que no se le daban bien esas cosas de la seducción o la conquista de una mujer. Nunca había sido un conquistador y jamás había tenido una fila de jovencitas tras de él a la espera de una de sus miradas. Y no por que no fuese atractivo para ellas, lo era, a su modo lo era, pero Pierrot jamás había sido del tipo de hombre que tuviera en la mente siempre la idea de ir coleccionando mujeres, aprovechándose de ellas o sacando algún tipo de ventaja en la que solo el se viera beneficiado. Probablemente eso lo hiciera ver como un tonto ante los demás, quizás lo era, o quizás solo era un caballero en toda la extensión de la palabra. Lo cierto era que Alessandra se le había metido por los ojos, como nunca nadie lo había hecho. Llego a pensar en que la mujer de extrema belleza era algún tipo de hechicera, por que así era como lo tenía: embrujado. Después de todo, ella era la verdadera razón de que estuviera en el burdel.
Se remolineó un poco sobre el asiento, casi impaciente y a la vez deseoso de abandonar el lugar cuanto antes. No se sentía cómodo, no como el resto de los clientes en el sitio. Observó una vez mas el lugar y pudo darse cuenta de ello, de que no compartía con el resto esa sed pecaminosa, esas miradas lascivas, como despojando de las leves ropas a las jovencitas que se pavoneaban casi en sus rostros. Clavó la vista en la barra, donde una mujer que vestía un vestido mucho mas largo que el resto de las cortesanas en el lugar, uno que no dejaba a la vista las piernas como todas las que por ahí circulaban. Llevaba un escote en la espalda que le llegaba hasta la cintura, dejando al descubierto y para deleite de quien la observara, una piel perfecta que había logrado embelesarlo al grado de quedarse mirándole fijamente. Se sintió incomodo cuando esta se giro y se encontró con su mirada curiosa, misma que desvío al instante en el intento de pasar desapercibido. Pero era tarde, la mujer le había visto observarle, tenia que ser así, por que justo se dirigía hacia él.
Se acomodó en su silla, irguiéndose de una manera casi brusca y paso saliva cuando la mujer estuvo de pie junto a su mesa. Alzó la vista y tardo algunos segundos antes de responder. – Claro, adelante... – Asintió ante la pregunta de la joven. ¿De verdad esa sería la mujer que tendría esa noche? Le parecía realmente hermosa, incluso mas bella que de lejos, ahora que la tenía a solo unos centímetros de distancia. – No parece usted una… – Se detuvo antes de cometer el grave error de mencionar tal palabra. ¿Se sentiría ofendida si la llamaba con el nombre que todo el mundo le adjudicaba por su profesión? Por que eso era, una prostituta, aún cuando para Pierrot no tuviera la mínima facha de serlo. Al contrario de sus compañeras, a esta joven se le veía elegante, con un aire sofisticado. – …bueno…ya sabe a que me refiero. – Sí, prefirió omitir tal palabra, por si acaso.
Se remolineó un poco sobre el asiento, casi impaciente y a la vez deseoso de abandonar el lugar cuanto antes. No se sentía cómodo, no como el resto de los clientes en el sitio. Observó una vez mas el lugar y pudo darse cuenta de ello, de que no compartía con el resto esa sed pecaminosa, esas miradas lascivas, como despojando de las leves ropas a las jovencitas que se pavoneaban casi en sus rostros. Clavó la vista en la barra, donde una mujer que vestía un vestido mucho mas largo que el resto de las cortesanas en el lugar, uno que no dejaba a la vista las piernas como todas las que por ahí circulaban. Llevaba un escote en la espalda que le llegaba hasta la cintura, dejando al descubierto y para deleite de quien la observara, una piel perfecta que había logrado embelesarlo al grado de quedarse mirándole fijamente. Se sintió incomodo cuando esta se giro y se encontró con su mirada curiosa, misma que desvío al instante en el intento de pasar desapercibido. Pero era tarde, la mujer le había visto observarle, tenia que ser así, por que justo se dirigía hacia él.
Se acomodó en su silla, irguiéndose de una manera casi brusca y paso saliva cuando la mujer estuvo de pie junto a su mesa. Alzó la vista y tardo algunos segundos antes de responder. – Claro, adelante... – Asintió ante la pregunta de la joven. ¿De verdad esa sería la mujer que tendría esa noche? Le parecía realmente hermosa, incluso mas bella que de lejos, ahora que la tenía a solo unos centímetros de distancia. – No parece usted una… – Se detuvo antes de cometer el grave error de mencionar tal palabra. ¿Se sentiría ofendida si la llamaba con el nombre que todo el mundo le adjudicaba por su profesión? Por que eso era, una prostituta, aún cuando para Pierrot no tuviera la mínima facha de serlo. Al contrario de sus compañeras, a esta joven se le veía elegante, con un aire sofisticado. – …bueno…ya sabe a que me refiero. – Sí, prefirió omitir tal palabra, por si acaso.
Pierrot Quartermane- Humano Clase Alta
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Re: No sé que hago aquí, pero sé exactamente a lo que vine. - {Claire Quartermane}
Claire trabajó los años suficientes en el burdel como para aprender cosas que otras aún seguían intentando descubrir. No todo estaba en mostrar más de su cuerpo o en usar la ropa más pequeña posible, ni prácticamente lanzarse sobre un cliente apenas le vieras el reloj de oro, a veces la insinuación podía ser una herramienta más eficaz que entregar todo en bandeja sin siquiera tentar un poco antes. La recompensa siempre era mejor cuando al cliente le costaba conseguir el objetivo y lo ideal era sólo ir dando pequeñas probaditas de lo que finalmente obtendría si cumplía de alguna forma con aquellas exigencias que ella hacía. Muchas necesitaban aprender eso aún, Claire podría girarse y apuntar a cada una de las que estaban perdiendo el tiempo al no saber hacer algo tan mínimo como eso, incluso tenía ganas de regañarlas, pero ella no estaba esa noche ahí para dar sermones, menos incluso para hacerlas de profesora, su misión inicial había sido una y ahora cambiaba radicalmente, especialmente al escuchar esa voz llena de humildad salir de una cara que por lo general estaba cargada de soberbia, aunque nunca dirigida de ese modo hacia ella.
Ahora que estaba más cerca podía notar algunos gestos parecidos a los de su esposo, pero este hombre carecía de aquello que en Nigel sobraba, opulencia, exuberancia, ese tipo de cosas que sólo tener tanto dinero como él lo tenía podía entregar, al mirarlo a los ojos supo que tenía más similitudes con lo que ella alguna vez fue, la escasez de dinero era el eje de su vida y siempre lo había sido, pertenecía a esa clase luchadora que pese a intentarlo apenas alcanzaba a conseguir lo necesario para sobrevivir en día a día, aunque no se veían en él las marcas que forma la ambición. Tomó asiento junto a él, la espalda recta y las piernas cruzadas, la sonrisa sin irse ni por un segundo, su cabello caía hacia delante dejando la tentadora espalda a la vista, lo único que podría hacerla pasar por una de ellas era eso y que jugara muy bien sus cartas de ahora en adelante, lo que necesitaba era sacarle información no conseguir que se acostara con ella, quizás ni aunque pudiera hacerlo lo intentaría, era demasiado retorcido, incluso para todo lo que había hecho Claire en su vida, pasar una noche con un hombre idéntico al que amaba.
Asintió agradecida cuando un vaso apareció frente a ella, no tenía alcohol pero si algún tipo de preparación que sabía estaría en su gusto, se había ido hace meses pero seguían recordándola tanto como para servirle sin siquiera pedirlo. Esperó a que el joven camarero se fuera y enfocó toda su atención en las palabras nerviosas del hombre frente a ella, -¿Una cortesana, prostituta o puta? – le sonrió coqueteando claramente, sabía que por la reacción que él tuviera a esa pregunta podría hacerse una idea clara de con que tipo de hombre estaba, casi como si tuviera una clasificación para cada uno de ellos, y al mismo tiempo que tan similar era a su esposo. No podía dejar de mirarlo fijamente, quizás era hasta algo maleducado de su parte pero por más que intentaba evitarlo aquello parecía imposible, ¿de dónde había salido este gemelo de Nigel?, - Si no lo parezco es sólo porque ya no lo soy. – se giró apenas como si algo detrás de ella hubiera llamado su atención pero en realidad sólo buscaba dar espacio para que él la mirara un poco más, quería ser como una araña que teje una red esperando que su presa caiga y cada uno de sus movimientos era un paso en su construcción, -¿Podría el señor deleitarme con su nombre? – lo miró de reojo y arqueó levemente la espalda antes de volver a su posición inicial.
Ahora que estaba más cerca podía notar algunos gestos parecidos a los de su esposo, pero este hombre carecía de aquello que en Nigel sobraba, opulencia, exuberancia, ese tipo de cosas que sólo tener tanto dinero como él lo tenía podía entregar, al mirarlo a los ojos supo que tenía más similitudes con lo que ella alguna vez fue, la escasez de dinero era el eje de su vida y siempre lo había sido, pertenecía a esa clase luchadora que pese a intentarlo apenas alcanzaba a conseguir lo necesario para sobrevivir en día a día, aunque no se veían en él las marcas que forma la ambición. Tomó asiento junto a él, la espalda recta y las piernas cruzadas, la sonrisa sin irse ni por un segundo, su cabello caía hacia delante dejando la tentadora espalda a la vista, lo único que podría hacerla pasar por una de ellas era eso y que jugara muy bien sus cartas de ahora en adelante, lo que necesitaba era sacarle información no conseguir que se acostara con ella, quizás ni aunque pudiera hacerlo lo intentaría, era demasiado retorcido, incluso para todo lo que había hecho Claire en su vida, pasar una noche con un hombre idéntico al que amaba.
Asintió agradecida cuando un vaso apareció frente a ella, no tenía alcohol pero si algún tipo de preparación que sabía estaría en su gusto, se había ido hace meses pero seguían recordándola tanto como para servirle sin siquiera pedirlo. Esperó a que el joven camarero se fuera y enfocó toda su atención en las palabras nerviosas del hombre frente a ella, -¿Una cortesana, prostituta o puta? – le sonrió coqueteando claramente, sabía que por la reacción que él tuviera a esa pregunta podría hacerse una idea clara de con que tipo de hombre estaba, casi como si tuviera una clasificación para cada uno de ellos, y al mismo tiempo que tan similar era a su esposo. No podía dejar de mirarlo fijamente, quizás era hasta algo maleducado de su parte pero por más que intentaba evitarlo aquello parecía imposible, ¿de dónde había salido este gemelo de Nigel?, - Si no lo parezco es sólo porque ya no lo soy. – se giró apenas como si algo detrás de ella hubiera llamado su atención pero en realidad sólo buscaba dar espacio para que él la mirara un poco más, quería ser como una araña que teje una red esperando que su presa caiga y cada uno de sus movimientos era un paso en su construcción, -¿Podría el señor deleitarme con su nombre? – lo miró de reojo y arqueó levemente la espalda antes de volver a su posición inicial.
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: No sé que hago aquí, pero sé exactamente a lo que vine. - {Claire Quartermane}
La mirada de aquella mujer lograba ponerlo nervioso, sin duda era una de esas personas a las que comúnmente se les dice que tienen la mirada “pesada”, por que justo así es como la sentía, penetrándolo, casi al grado de intimidarlo, aunque la idea era no dejar que ella notara eso o creería que era un idiota solamente. Pudo haber desviado la mirada en varias ocasiones y de ese modo cortar el contacto visual entre ambos, pero no lo hizo, quería dar una buena impresión o al menos una decente. – No es la palabra, es solo que no creo que a quien lleve a cabo esa profesión le gustaría ser llamada de ese modo, ¿o si? –Para su sorpresa la voz le salía bastante segura, parecía que su nerviosismo estaba bajo control, aunque la mirada de la mujer seguía provocándole un poco de incomodidad. – Ahora entiendo el por que de su porte, no luce como el resto de las mujeres aquí, de hecho por un momento creí que se trataba de la dueña o algo parecido. Aunque debo decirle que me habría gustado el haber acudido cuando usted aun era una de las empleadas… - ¿No estaba yendo demasiado lejos?, aunque la verdad dudaba que la mujer se sintiera ofendida ante el cumplido que Pierrot acababa de hacerle, seguramente estaba bastante acostumbrada a que los hombres le dijeran cosas similares, incluso peores, estaba seguro de que a lo largo de su profesión le habían hecho un sin fin de propuestas por demás indecorosas, quizás algunas hasta habían llegado a ser ofensivas o denigrantes. – Espero que no le moleste lo que acabo de decir, en realidad no estaba… - Dejo de hablar al instante, ya lo había dicho, ¿que mas daba?, además era una buena señal de que estaba rompiendo el hielo con ella, que estaba desenvolviéndose como había esperado y eso era bueno, muy bueno.
- Pierrot, mi nombre es Pierrot, ¿puedo saber el suyo? – Pregunto con educación y justo en ese instante una mujer se acerco a la mesa con una charola en las manos que contenía dos tarros de cerveza, le ofreció uno y el no se negó, lo acepto con gusto, dándole un trago inmediato y reconociendo ese sabor amargo que hacia tiempo que no probaba ya que nunca había sido mucho de ese tipo de diversiones o vicios. La joven seguía mirándolo con insistencia, como si quisiera averiguar algo de el, algo que no se atrevía a preguntar. O quizás todo eran ideas de el, quizás un ataque de paranoia estaba haciendo de las suyas con el muchacho. - Podría saber también la razón del por que dejo de trabajar en este lugar y el por que esta aquí, sentada a mi lado, haciéndome compañía, mirándome de ese modo? – Dio un nuevo sorbo a su bebida y la música burlesque empezó a sonar en ese instante, Pierrot giro su rostro y pudo ver como cuatro mujeres subían al escenario y empezaban a bailar, levantando sus faldas y recibiendo monedas por su actuación. – Esta es la primera vez que vengo a un burdel, ¿sabe?, no tenia idea de lo que aquí se hace, es decir, no ese tipo de espectáculos, aunque tenia una idea. – Quizás era mala idea el comentarle justamente eso, podría hacerlo quedar como un inexperto, más de lo que ya era. Prefirió cambiar de tema y reanudar lo que había preguntado anteriormente. – Entonces, ¿me dirá su nombre?
- Pierrot, mi nombre es Pierrot, ¿puedo saber el suyo? – Pregunto con educación y justo en ese instante una mujer se acerco a la mesa con una charola en las manos que contenía dos tarros de cerveza, le ofreció uno y el no se negó, lo acepto con gusto, dándole un trago inmediato y reconociendo ese sabor amargo que hacia tiempo que no probaba ya que nunca había sido mucho de ese tipo de diversiones o vicios. La joven seguía mirándolo con insistencia, como si quisiera averiguar algo de el, algo que no se atrevía a preguntar. O quizás todo eran ideas de el, quizás un ataque de paranoia estaba haciendo de las suyas con el muchacho. - Podría saber también la razón del por que dejo de trabajar en este lugar y el por que esta aquí, sentada a mi lado, haciéndome compañía, mirándome de ese modo? – Dio un nuevo sorbo a su bebida y la música burlesque empezó a sonar en ese instante, Pierrot giro su rostro y pudo ver como cuatro mujeres subían al escenario y empezaban a bailar, levantando sus faldas y recibiendo monedas por su actuación. – Esta es la primera vez que vengo a un burdel, ¿sabe?, no tenia idea de lo que aquí se hace, es decir, no ese tipo de espectáculos, aunque tenia una idea. – Quizás era mala idea el comentarle justamente eso, podría hacerlo quedar como un inexperto, más de lo que ya era. Prefirió cambiar de tema y reanudar lo que había preguntado anteriormente. – Entonces, ¿me dirá su nombre?
Pierrot Quartermane- Humano Clase Alta
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Re: No sé que hago aquí, pero sé exactamente a lo que vine. - {Claire Quartermane}
Tenía la necesidad de estirar la mano y tocarlo, ver si efectivamente era real, gemelos pero al mismo tiempo parecía mayor, aunque si lo miraba más en detalle parecía como el hermano pequeño de su esposo, -¿Si le cambia el nombre a las cosas dejarán de ser lo que son? – en algunos casos sí, ella lo sabía y lo había comprobado por si misma, llevaba ahora un nombre diferente y al mismo tiempo no era lo que alguna vez fue, ¿podría decirse que realmente había cambiado? Quizás seguía siendo una cortesana, una prostituta y una puta, sólo que ahora en vez de cambiar de hombre cada noche era sólo un cliente al que atendía, uno que ni siquiera debía ser llamado así, aquel a quien con gusto cumplía todas las fantasías que tuviera, los deseos que quisiera realizar en la cama que compartían, sin esperar a cambio nada más que una sonrisa torcida o un beso de buenos días, esos que atesoraba como lo más valioso y de lo que careció por tanto tiempo. Un gesto con la mano y una sonrisa en voz alta, todo para restarle importancia a lo que podría transformarse en una disculpa, ese tipo de comentarios se asemejaban un poco más a Nigel, quizás eran más parecidos de lo que pensaba después de todo.
-No, no me molesta, no se preocupe, nunca me molestará recibir un halago de un caballero como usted, - ver su propia mano elevada le había recordado que llevaba el anillo de casada, eso podía jugarle una mala pasada si no sabía como manejarlo, se suponía que debía mantener una idea aunque él ya supiera que no trabajaba en ese lugar. Disimulando mirar a todos lados como si cada cosa fuera más importante que lo que estaba entre sus dedos intentaba desviar la atención del joven cuyo nombre conocía ahora, - Pierrot… - repitió agregando mentalmente el apellido Quartermane, ¿por qué él lo había omitido? Quizás el motivo por el que no sabía de este gemelo de su esposo eran antiguas rencillas, peleas producidas luego de la muerte de los que serían sus suegros, apenas había escuchado alguna vez a Nigel hablar de su abuelo, pero conocía cuanto amaba su privacidad y tampoco se había atrevido a seguir insistiendo en temas que podrían cambiarle el humor, lo más probable es que este chico, hombre en realidad, hubiese elegido este destino sin presiones sólo buscando la libertad que en la mansión no encontraría.
Sonreía manteniendo un misterio sin sentido, con su nombre no revelaría nada, con su apellido quizás, ¿sería muy apresurado revelarle ahora el porqué de su insistente mirada y las dudas? – Mi nombre es Claire… un gusto, ¿prefiere que lo llame así o el señor tiene algún apellido? – miró en dirección donde él lo hacía, aquel espectáculo lo conocía aunque un par de las chicas que lo interpretaban eran nuevas, ella misma alguna vez bailó sobre ese escenario, aunque siempre como la estrella principal del show, - ¿Le molesta mi compañía señor? – seguía utilizando ese apelativo que sin dudas la haría parecer una mujer respetuosa y algo distante, justo lo que ella deseaba ser en ese caso, - Me parece un muy buen baile, es sin duda uno de los mejores de Paris… pero quizás no soy muy objetiva, yo participé de él poco tiempo atrás… - dejando la copa a un lado decidió que la manera más fácil de obtener respuestas era que ella misma entregara sólo verdad, aunque fuera a medias. Estiró su mano para que él viera aquel anillo que de seguro valía más que todo el dinero que él podría conseguir en un par de años, decoraba sus dedos como si perteneciera ahí de manera perfecta, - Estoy casada… enamorada de alguien que conocí aquí mismo, casi en las mismas condiciones que lo conocí a usted… - alguien que además tiene un rostro idéntico al suyo, me casé con tu hermano gemelo.
-No, no me molesta, no se preocupe, nunca me molestará recibir un halago de un caballero como usted, - ver su propia mano elevada le había recordado que llevaba el anillo de casada, eso podía jugarle una mala pasada si no sabía como manejarlo, se suponía que debía mantener una idea aunque él ya supiera que no trabajaba en ese lugar. Disimulando mirar a todos lados como si cada cosa fuera más importante que lo que estaba entre sus dedos intentaba desviar la atención del joven cuyo nombre conocía ahora, - Pierrot… - repitió agregando mentalmente el apellido Quartermane, ¿por qué él lo había omitido? Quizás el motivo por el que no sabía de este gemelo de su esposo eran antiguas rencillas, peleas producidas luego de la muerte de los que serían sus suegros, apenas había escuchado alguna vez a Nigel hablar de su abuelo, pero conocía cuanto amaba su privacidad y tampoco se había atrevido a seguir insistiendo en temas que podrían cambiarle el humor, lo más probable es que este chico, hombre en realidad, hubiese elegido este destino sin presiones sólo buscando la libertad que en la mansión no encontraría.
Sonreía manteniendo un misterio sin sentido, con su nombre no revelaría nada, con su apellido quizás, ¿sería muy apresurado revelarle ahora el porqué de su insistente mirada y las dudas? – Mi nombre es Claire… un gusto, ¿prefiere que lo llame así o el señor tiene algún apellido? – miró en dirección donde él lo hacía, aquel espectáculo lo conocía aunque un par de las chicas que lo interpretaban eran nuevas, ella misma alguna vez bailó sobre ese escenario, aunque siempre como la estrella principal del show, - ¿Le molesta mi compañía señor? – seguía utilizando ese apelativo que sin dudas la haría parecer una mujer respetuosa y algo distante, justo lo que ella deseaba ser en ese caso, - Me parece un muy buen baile, es sin duda uno de los mejores de Paris… pero quizás no soy muy objetiva, yo participé de él poco tiempo atrás… - dejando la copa a un lado decidió que la manera más fácil de obtener respuestas era que ella misma entregara sólo verdad, aunque fuera a medias. Estiró su mano para que él viera aquel anillo que de seguro valía más que todo el dinero que él podría conseguir en un par de años, decoraba sus dedos como si perteneciera ahí de manera perfecta, - Estoy casada… enamorada de alguien que conocí aquí mismo, casi en las mismas condiciones que lo conocí a usted… - alguien que además tiene un rostro idéntico al suyo, me casé con tu hermano gemelo.
Off: Tu firma me desconcentra, me tienta y me encanta *__*
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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