· Habitación de Valentin ·

El viaje se hizo demasiado corto para el gusto de Abigail, no podía saber cuanto tiempo habrían pasado sentados en esa carroza, pero aunque hubieran sido horas en vez de minutos, o incluso días, seguiría sintiendo que poco tiempo había transcurrido. Al lado de Valentin era como si el mundo se parase, siendo los únicos propietarios ellos dos.
Se había relajado demasiado en ese abrazo de su amado, tanto que estaba un poco desorientada y tardó varios segundos en notar que la carroza estaba ya parada y Valentin se había bajado, tendiéndole la mano para ayudarla a ella.
- Gracias amor.
Sonrió con un gran cariño a su príncipe, aceptando su ayuda para bajar y agarrando parte de la larga falda del vestido para no tropezar con ella. No había terminado de apoyar el pie en el suelo cuando una señora que nunca se acordaba de como se llamaba se acercó a él toda apurada. Intercambió una pequeña mirada con Valentin, quedándose callada mientras ambos dos hablaban, ¿por qué no le sorprendía saber que el responsable de los nervios de la mujer era Vinicius?
- No se preocupe por mi, señora.
Le sonrió dulcemente, rozando el brazo de la mujer mientras seguía a su amado, apretando un poco sus manos entrelazadas y esperando que Valentin no la dejase sola con su hermano, le gustaba Vinicius pero prefería estar a su alrededor con la protección de Valentin.
Iba a contestar a la disculpa de su amado pero las palabras se le quedaron atrancadas en la garganta al ver la escena que había en la estancia, se sonrojó por completo, notándose avergonzada y bajó la mirada al bello suelo que pisaban. Prefería no ver nada más de esa escena.
Se abrazó a si misma cuando su amado la dejó sola, rezando para que regresara a su lado en pocos segundos, algo que gracias a dios sucedió, apoyó sus manos en las de Valentin, levantando la mirada a Vinicius, sonrojada aún.
- Vinicius, no creo que tu hermano pueda aburrirme en ningún momento.
Terminó la frase con nervios, sintiéndose como un plato de comida ante la mirada de él, una mirada que la incomodaba hasta límites insospechados.
- No peleen, amor. Por favor.
Pero Valentin no la escuchó ya que abofeteó a su hermano, algo estaba segura de que dolía, había retumbado el tortazo en toda la sala. Le dio la mano, acariciándosela con su otra mano, mientras lo seguía por los pasillos.
- No importa amor, pero siento que hayáis discutido por mi culpa.
Se dejó sacar el abrigo una vez dentro de la habitación, maravillándose con lo linda que era, apropiada para su amado. Su sonrisa se hizo amplia al sentir el roce de sus dedos por la piel que se dejaba ver. Una sensación que mejoró cuando fueron besos y no roces
- Estoy bien.
Negó con la cabeza mientras hablaba, aunque sus tripas no estaban de acuerdo con ella ya que nada más terminar las dos palabras se hicieron sonar, haciendo que se sonrojara mientras sonreía dulcemente.
- Puede que si me apetezca comer algo, amor.

- Madurará con el tiempo, cariño. Algún día tu hermano se parecerá a este buen hombre que tengo abrazándome.
Sus palabras salían en suaves ronroneos susurrantes, esos pequeños besos estaban haciendo que se olvidase por completo de como se hablaba alto y claro, cerró los ojos con una gran sonrisa, apoyando la cabeza en su pecho mientras sus manos acariciaban parte de los brazos de Valentin y sus manos.
Sonrió cuando volvió a fijar la vista en los hermosos ojos de su amado, viendo reflejado en ellos el amor que sentía por esa princesa, era tan especial y perfecto su Valentin. Estaba segura de que todas las mujeres querrían un hombre como el en sus vidas. Pero este joven era de ella y no sabía como pero lucharía por ese amor y el pasar toda su vida al lado de él.
Ronroneó más fuerte con ese apasionado beso, recordando mientras se besaban el primer encuentro que estuvo así con él. Su mano subió a la mejilla de Valentin, acariciándosela suavemente mientras continuaba devolviéndole el beso con lo que sentía en ese momento, un placer que aumentaba cada segundo.
- No me importa lo qué, amor. Ahora mismo me comería cualquier cosa.
Rió divertida entre los besos, acercando inconscientemente aún más su cuerpo al de él, intentando convertir esos pequeños besos en besos más largos. Sonrió al abrir los ojos, movió la cara para poder rozar su mejilla con sus labios, sin llegar a besarlo y también escondiendose para que Nikita no la viese de esa forma, notaba sus mejillas arder por el sonrojo que tenía en ellas. No se movió hasta que ella se marchó, volviendo a mirar a su amado con una dulce sonrisa.
- Es una buena señora, y con grandes intuiciones que son correctas.
Miró la bandeja ilusionada, de la misma forma que la observaría si se hubiera pasado días sin comer, todo tenía una pinta asombrosa y cuidando hasta el minimo detalle. Lo miró a los ojos, olvidandose de la comida con cada nuevo beso que él le regalaba y ella gustosamente correspondía. Acariciaba su pecho suavemente, apartando sus labios lo justo para poder hablar, entre besos.
- Mi amor... si sigues besándome me olvidaré del hambre que tengo.
No le dejó responder, le dio un último beso apasionado y a la vez dulce y suave, tal como era ella con él a su lado.

Jadeó sorprendida y con una suave risa de por medio cuando la acercó con esas ansias a su cuerpo. Con otro hombre lo más seguro es que se quejase de esa forma de atraerla, pero no con Valentin, sabía que él jamás le haría daño y no se lo había hecho, solamente la había pillado desprevenida.
- ¿De quiénes mi amor?
Susurró divertida y con una sonrisa sobre sus labios, mirándolo como una enamorada perdida que deseaba entregarse a su amado, ser de él y solamente suya. Sus manos pasearon por su piel hasta llegar a su cuello, acariciándole la nuca y la piel cercana a ella, dejándose llevar por lo que sentía en ese momento. Una fuerte atracción a ese hombre maravilloso, un amor inmenso y puro y más cosas nuevas para ella estaban apareciendo por su cuerpo. Sus besos la estaban calentando de una forma única, haciendo que se olvidase de todo lo que no fuera Valentin pegado a ella, sus manos recorrerle con esa suavidad su espalda, esos besos que la hacían olvidar hasta su propio nombre. Ronroneó sobre sus labios, respirando dificilmente los pocos segundos que le dejó libre, llenándose los pulmones de aire antes de volver a retomar el beso fiero y apasionado de antes, correspondiéndoselo con la misma intensidad. Ojalá el tiempo se detuviera en ese momento...
Abrió poco a poco los ojos, centrándolos en los de él y notando como sus labios hinchados y rojizos por los besos se curvaban en una gran sonrisa, apoyó un poco el peso de la cara en una mano de Valentin, ladeando la cabeza un poco. No habló, se quedó así, mirándolo a los ojos con todo el amor que sentía por él, en ese momento sobraban las palabras.

Sonrió sobre la suave boca de Valentin cuando sus manos bajaron hasta su cintura y fue haciendo que retrocediese, en otro momento se habría apartado lo justo para preguntar, pero no ahora, y menos al descubrir, un par de pasos después, a donde se dirigían. No pensaba en ese momento, no deseaba hacerlo porque entonces tendría que apartarse, solamente quería disfrutar de este maravilloso momento con la persona a la que más amaba. Bajó una mano hasta el principio del pecho de él, rozándole la tela de la camisa con suavidad mientras continuaba con ese beso que la dejaba sin aire y tanto disfrutaba,
No pudo evitar otro pequeño jadeo ¿de sorpresa, de deseo? al sentir el cuerpo de ese hombre encima de ella, su cuerpo reaccionó solo, pegándose algo más al de él e intentando que no hubiera ningun espacio entre ambos cuerpos.
- Valen... - su voz fue solamente un susurro muy bajito, cargado de pasión y amor
Cerró fuerte los ojos, ladeando su cara para dejarle más espacio a sus besos por su cuello, cada roce en esa parte de su piel le hacía cosquillas, escalofríos y la incitaban a continuar lo que aún estaba sin empezar.

Sus manos jugaban con los botones de su camisa, soltándolos uno a uno y lentamente, acariciando con simples roces de las yemas de sus dedos la piel que iba apareciendo poco a poco, notando la tersa y suave piel que su amado tenía y sobretodo el calor que su cuerpo emanaba, rompió el nuevo beso solamente para poder mirarlo con curiosidad a sus ojos, ¿estaría enfermo? No lo parecía, para nada asi que lo dejó pasar, volviendo a juntar sus labios con los de él y recuperando el tiempo perdido en ese beso. El pecho de su amado estaba ya sin esa molestosa tela que tan bien le quedaba, ahora podía disfrutar de acariciarlo libremente y eso hacía, sus manos subían y bajaban por su pecho hasta que pararon en los hombros, intentando que la dejase seguir acariciando los músculos de sus brazos y a la vez tirar esa ropa a algún lado de la habitación.
Su risa se escuchaba por toda la habitación, un cúmulo de sensaciones y sentimientos atravesaban su cuerpo, felicidad, amor, alegría entremezcladas con el nuevo deseo y la pasión que sentía por el hombre que tenía encima, y aún con esos sentimientos tan notorios tenía una fuerte timidez al verse desnuda, paso un brazo por su pecho intentando cubrirse un poco y notando como sus mejillas se sonrojaban hasta más no poder. ¿Y si lo que veía no era de su agrado? ¿Y si ahora que la veía de esa forma la detestaba? ¿Y si...? Intentó dejar de pensar en eso y seguir sintiendo de la misma forma sus caricias y besos, esos que decían cuanto la amaban y deseaban.
¿Qué hacía ese hombre para tener tanto poder en ella? Dejaba de pensar coherentemente con tan solo estar en la misma habitación de él, convirtiéndola en una chica normal que no tenía grandes responsabilidades que no le gustaba pero que tenía que acatar. Sonrió sobre sus labios, lamiéndolos suavemente antes de darle un último beso que poco pudieron disfrutar ya que terminó pronto, dejándolo con el sabor de ella impregnando sus labios, sus manos paseaban libremente por la fuerte espalda de Valentin y sus labios ahora ya no tan tímidos iban dejando suaves y pequeños besos por la mandíbula de su amado, ronroneando sobre su piel cada vez más fuerte mientras recorría su piel hasta llegar a su cuello.

Estaba nerviosa, sus manos temblaban ligeramente cada vez que las levantaba un poco de la piel de Valentin, algo que intentaba que no pasara para que él no se diera cuenta de sus nervios. Nerviosa por todo y nada a la vez, por lo que pasaba en ese cuarto y lo que podrían escuchar desde fuera si se acercaban a la habitación. ¿Qué pasaría si alguien entraba ahora para hablar con él? ¿Y por qué estaba pensando en eso con todo lo que estaba sintiendo por su cuerpo y alma? Deseaba lo que estaba pasando y lo que pasaría entre ellos ese día inolvidable, ambos se querían y ¿que mejor manera de demostrarlo que de esta forma?
Cerró los ojos fuerte, intentando no pensar en nada más que no fueran ellos dos y el placer que recorría el cuerpo de la princesa, notando como deseaba cada roce, cada caricia y cada beso que Valentin le regalaba a su cuerpo, haciendo que de sus labios salieran cada vez más jadeos y algo más altos que los anteriores. Lo amaba, lo deseaba, lo necesitaba. - ¿Mi amor? - su voz estaba cargada de una pasión frenética mezclada con un quejido de dolor a causa de ese mordisco, paró de acariciarlo unos segundos, mirándolo a los ojos con ¿dudas, preguntas, miedos? Ojalá lo supiera... Pero aún asi su cuerpo se acercó por si solo al de su amado, sobretodo sus caderas para volver a sentir ese estremecimiento que la recorría con cada roce de su miembro, no sabía como describirlo exactamente, solo sabía que le había gustado demasiado y no quería parar de sentirlo. Pero aún así, sus mejillas estaban cada vez más sonrojadas a causa de esa pequeña verguenza y timidez que quedaban en su cuerpo. Sus manos bajaban lentas y temblorosas pero más o menos seguras de hacia donde tenían que ir, acercándose al borde del pantalón del joven, quedando quietas allí, apoyadas en la cintura de su amado, incapaz de continuar aunque lo deseaba y tampoco tenía una idea de lo que ahora tenía que hacer, regresando todos sus nervios de repente a su cuerpo.