Canta Ruiseñor :Valentin Volkova:

Asintió con una expresión que a pesar de no tener gran cambio mostraba unos ojos animados y un semblante casi ligeramente entusiasmado, ante las segundas palabras sus ojos viajaron a sus ropas como analizándose a si mismo- Ya decía yo que no podía ser tan débil al frio… mi abrigo no es el indicado- sentencio, pensando en lo que esta era una de las nuevas ventajas de su posición, podía permitirse un abrigo nuevo, los mojes creían en la humildad y la austeridad. El no solía vestir mas de dos o tres prendas diferentes por año. Lo cual a veces era una contradicción, a pesar de las carencias y la vida completamente diferente a la de un príncipe común a él se le había educado si, con muchas carencias, pero también con un fuerte régimen de modales educación y buenas maneras. No solo hacia los quehaceres que cualquiera de los habitantes del monasterio, además debía tomar mas clases de las que podía recordar.
Se avergonzó pero supo que seria difícil notarlo, sus mejillas ya estaban rojas por el frio, no creía que el sonrojo de vergüenza fuese notorio, el joven le había llamado distraído y efectivamente lo había estado en esos momentos- yo…no suelo serlo… - intento defenderse y soltó un suspiro- tampoco suelo viajar, creo que el cambio de ambiente si me tiene algo perdido, le pido disculpas y por favor no lo menciones, yo también eh olvidado presentarme, Fernando de Castilla- Volkova…. había escuchado ese nombre apellido en algún lugar…pero no lograba ubicarse… ¿seria un apellido común ruso? -aunque… disculpe la impertinencia pero… su apellido me es familiar, ¿es acaso un apellido común? Le ruego no se ofenda es solo que mi cabeza esta revuelta desde que Salí de mi país, la emoción y la anticipación alteran mis nervios y solo me hacen confundir las cosas- No supo como logro decir todo aquello sin titubear… el había aprendido el idioma así que lo único que se le ocurría era que su cerebro había respondido en automático.
Mientras hablaba se masajeo el cuello con los dedos fríos, esperando no empeorar aquella primera impresión, el joven le parecía agradable y simpático, tenia un aura cálida que le hacia sentirse cómodo y le había ofrecido ayuda con su vestimenta y además ofrecido como guía. No quería arruinar aquello.

El chico sonreía bastante, escucho su contestación y su mirada se dirigió a los asientos, ese debía ser un coche caro… o tal vez no, que sabia el de lo que era común o no en aquel país? Sus manos se pasearon por el fino material de los asientos…era cómodo. El habia viajado toda su vida a pie y alguna ocasión a caballo, curioso teniendo en cuenta la sangre que corria por sus venas, sus ojos se entrecerraron un poco, mostrando cierta gracia y buen animo, sus ojos bailaron y vio el rostro de valentin de reojo, el muchacho sonreía bastante. Sus gestos, su rostro era agradable cuando lo observaba, había en el algo mas que belleza aparente, un sentimiento de calidez que le inundaba estando juinto a el…podrían ser amigos? O simplemente no pasarían de aquel primer encuentro. Toda su vida habia estado aislado, solo conocía a los monjes y las relaciones exteriores habían sido demasiado superficiales, un buenos días, un hola…un adiós… el no conocía lo que era el tener una amistad normal o algún tipo de afinidad con alguien, sin que estos tengan la responsabilidad de cuidarte o carguen con la obligación de educarte.

Llegaron a su destino y la curiosidad innata de aquel que habia vivido en una jaula se desbordo aun asi siendo apenas perceptible. Sus ojos exploraron el lugar de su destino, perdido en la fachada del lugar no noto cuando la puerta fue abierta, solo el sonido de palabras le alerto del hecho, sabia perfectamente que era de mala educación escuchar conversaciones ajenas, pero aunque alcanzaba a escuchar los sonidos, no lograba identificar las palabras, aunque por la forma en la que hablaba la joven era dolorosamente obvio para el que posiblemente aunque la escuchara directamente y sin contratiempos no entendería la mitad de lo que le decía.

Entraron y el lujo fue casi obviamente doloroso, el tenia dinero consigo, tenia una posición, la educación… pero no la costumbre, todo eso era casi tan extraño como cuando el titulo le había sido dado, estar en aquella fiesta de nobles había sido el top en su lista de rarezas, ni que decir de la ropa que le habían puesto, tuvo suerte de tener un rostro al que las expresiones no querían mucho, o se habría notado su incomodidad durante toda la fiesta.

El chico le informo que los atenderían rápido y nuevamente lo miro con una de aquellas deslumbrantes sonrisas, su rostro parecía embellecer 10 veces mas cuando sonreía, hacia que casi sintiese envidia de el… pero la envidia no era un buen sentimiento, caminar con ella nunca te llevaba a ningún buen lugar- Gracias- asintió al chico, agradecía que se estuviese tomando el tiempo para el- no sabes lo que aprecio el tiempo que has tomado para mi, verdaderamente, muchas gracias- hablo y aunque intento sonreír, el gesto no le salió, por lo que permaneció con la misma expresión. A donde podría ir? No conocía el lugar lo suficiente como para decidir- creo que iré a donde tu creas conveniente, con lo poco que conozco, es mejor si veo tu país, a través de tus ojos.

El contraste entre las dos personas casi le deja sin aliento, era…casi demasiado, ver a Valentín era reconfortante, su calidez era palpable y sus expresiones, su voz, la forma en la que hablaba le dejaban con una sensación de tranquilidad que hacia mucho no experimentaba con alguien. Hablar con él era simplemente reconfortante, si pudiese sonreír estaba seguro de que lo haría en aquello momentos, el joven inspiraba cierta adoración, con una belleza suave. La mujer que se presento ante ellos era completamente diferente, aunque ella y Valentín parecían tenerse mutuo afecto la mujer era distante, no se acercó a saludar ni espero alguna palabra suya, solo hablaba con su compañero y aunque no le molesto, le hizo acentuar aun mas las diferencias entre ambos. La mujer era hermosa cierto… pero no había nada en ella que le quisiese estar a su lado, sus rasgos eran como los de una hermosa muñeca, igual de fría que ella. Dicen que las primeras impresiones son importantes, al igual que comúnmente equivocadas, el hecho era que la mujer frente a el habia dejado una clara y fuerta primera impresión, no podía decir que habia sido agradable.

Subieron las escaleras y el español observo como las mujeres se movían sacando tres abrigos para que los observaba y decidiera cual era el que tomaría para si, de reojo observo que su acompañante se habia sentado a esperar…aunque no creía que hubiese mucho que esperar, solo tenia que escoger un abrigo, le presentaron los disponibles y asintió ante la elección. Observo las prendas una por una sin acercarse a ellas realmente, simplemente observando el como se veían, cualquier a de los tres era mas elegante que lo que hubiese vestido sus primeros 20 años.

El siempre creyó que escoger la ropa no debería ser algo que tomase demasiado tiempo, solo debían verse las necesidades del viaje, el clima y lo demás era secundario. Aun asi por primera vez se vio en la necesidad de tomar una decisión. Con la diferencia de clima el debería sin duda tomar el que parecía mas abrigador, pero no era el que mas llamaba su atención, el deseaba el abrigo gris, sonrió para sus adentros pues en el exterior no se dibujo gesto alguno. Ya habia caminado por la bella Rusia con un abrigo mucho menos apropiado, cualquiera de aquellos tres seria mejor elección. Se acercó a las prendas y sus dedos acariciaron la tela del elegido- Me quedare con este- hablo pro primera vez, esta vez imitando un poco el acento que habia escuchado en su compañero, haciendo mas entendibles sus palabras. Su mirada se dirigió a la mujer, como esperando que dijese su precio. Su mirada tranquila y su semblante imperturbable

El primer comentario de la mujer llamo su atención, que era difícil? Intento recordar a la persona que se habia encargado de su ropa para la coronación, el no sabia mucho de moda ya que siempre habia vestido de lo mas humilde, las ropas habían sido hechas en el monasterio y dado que ahí todos eran hombre… no habia un conocimiento real sobre el tipo de gente que se dedicaba a aquello. Haciendo memoria recordaba que el encargado de su vestuario había sido un hombre, el sastre de la corte. Curioso su lógica le decía que aquel trabajo sin duda lo haría mejor una dama, tenían mejor gusto a su parecer, las mujeres tenían una visión diferente si, pero a el le daba la impresión de que mientras los hombres que conocía eran demasiado prácticos y a pesar de las mujeres no destacaban prácticamente en ningún área, ya sea artes o ciencia. A el le parecían que era mas cuestión de la envidia masculina que por su propia capacidad. Después de todo el hombre solo valía por lo que podía hacer mientras que las damas valían por si mismas, poseían una belleza que abrumaba y aun mas allá de todo eso podían conceder la vida a un nuevo ser, cosa que los hombres con toda su presunción y ciencia estaban lejos de lograr. Aunque, esas palabras son fuesen a salir de sus labios, lo menos que deseaba era cuestionar públicamente la forma en que eran las cosas, como estaban las cosas sus hermanos lo verían como un reto personal hacia ellos mismos.

Dejo que le pusieran el abrigo y extendió los brazos según se lo indicaban permitiendo que hicieran los ajustes “necesarios” el no entendía realmente que es lo que era necesario. El abrigo le quedaba, habia alguna forma en que debiera verse? Lo ignoraba asi que mejor solo obedecer y dejar que quienes sabían lo que hacían terminaran con su trabajo- en verdad preferiría pagar por mi ropa- hablo pero pareció que la mujer no le escucharía, no insistió mas, la sonrisa de Valentín le decía que no lo hiciera, lo miraba como si quisiese hacer entender a un pequeño bebe y eso le avergonzó un poco, supuso que solo debía de aceptar lo que se le daba sin hacer gran escandalo, posiblemente para ellos no fuese la gran cosa.

La mujer hablaba y lo examinaba, como si buscase defectos que arreglar y al parecer eso era lo que hacia, por momentos parecía que encontraba algo e indicaba a alguna de sus ayudantes para que lo arreglara, el sinceramente comenzaba a comprender como se sentía los maniquíes, parecía que el pasaba a segundo termino ante la existencia de tan exquisito abrigo. Si el frio no le coaccionara se preocuparía por llevar aquello puesto, de ahora en adelante seria un abrigo andando, que cosa mas atractiva.

– posiblemente no fue confeccionado para mi pero casi siento que ah sido confeccionado sobre mi- hablo, aquello no habia sido muy diferente a la actitud de el sastre de palacio, con la diferencia que el hombre habia hablado con el y no solo con la ropa y claro se habían saltado el proceso incial de toma de medidas, cuando el sastre lo habia hecho se habia sentido casi ultrajado ante tanto toqueteo- sobre el abrigo… a mi realmente no me importa demasiado si ella se lo queda- era ropa que habia comprado después de mudarse a palacio, no tenia real significado para el. Era mas difícil desprenderse de sus ropas viejas y hechas por su “familia” lo monjes que de aquella ropa fácilmente comprada con el dinero de la corona.

l noto que entraban a la ciudad, el carro iba con mucha mas facilidad, vio por la ventana y le gusto lo que vio, era una ciudad hermosa y a el siempre le habia encantado la nieve, sin embargo era aun mas interesante ver el rostro de su guía improvisado. Abria sonreído de saber como se hacia eso, el joven se veía tan feliz que su sentimiento era contagioso. Sus ojos se calentaron al verlo y se quedo observándolo, el no tenia ese sentimiento al pensar en España…seria acaso que era un mal agradecido? Un desapegado? No lo sabia pero ver a Valentin despertaba en el cierta envidia. Un sentimiento nuevo mas con el cual experimentar.

Escucho el sonido de algarabía y entrecerró los ojos intentado adivinar a que se debía, intentando imaginar la fuente de cada sonido y viro sus ojos a Valentin y en su rostro se dibujo una mueca desconocida, la comisura de sus labios se curvo ligeramente en algo parecido a una sonrisa y sus ojos parecían encantados- muéstrame- dijo finalmente parándose a su lado.

Su atención se centro en el lugar, a pesar de ir siguiendo a Valentín solo tenia su atención justa como para no perderlo pues sus ojos eran irremediablemente atraídos por el ambiente, como si fuese un bebe absorbió todo de golpe, el aroma del lugar, las imágenes la gente, las sonrisas, el sonido de las voces mezcladas… de estar acostumbrado a sonreír seguramente lo había hecho en aquellos momentos, le gustaba mucho el lugar, sin tener en cuenta que comenzaba a sentir hambre…

Cuando su atención volvió a la mesa no pudo evitar ver las copas en ella, tomo el vaso y supo que era licor por el aroma, pero sabia tan poco de licores que no tenia idea de que era lo que había en su vaso, escucho las ultimas palabras de Valentín y no supo que contestarle…el tomaba? Bien los mojes tomaban algo de licor, pero era principalmente licor barato y ni siquiera sabia si lo que consumían era considerado como mucho o como poco, si como una bebida ligera o una bebida fuerte… Su mirada se centro en su guía improvisado y parpadeo un par de veces antes de exteriorizar su inquietud.

-yo realmente no se si bebo o no…- hablo esperando haber encontrado las palabras adecuadas para expresar su mensaje- veras- intento hablar y se quedo callado unos segundos, formando las frases en su cabeza, a veces las palabras simplemente salían y en ocasiones solo no querían aparecer, olvidaba cosas simples, palabras como “calles” o “comida” desaparecían de su vocabulario- yo crecí con monjes, en un monasterio, ellos bebían un licor hecho por ellos mismos, yo no se si sepa beber otra cosa- esperando que entendiera que su preocupación consistía en poder soportar o no el nivel de alcohol en la bebida, el no sabia que clase de persona podía ser borracho y sinceramente no le apetecía demasiado saberlo. De hecho prefería permanecer ignorante en esa área el resto de sus días.