El cambio te hace mejor o peor *Libre*

Sábado por la tarde, ya había atendido al ultimo cliente en la perfumería venia por un pedido especial, quizás para alguna de sus amantes, claramente por que su esposa siempre compraba el mismo perfume una mezcla entre violetas y rosas, un aroma típico para la mujer seria que no quería deslumbrar a nadie mas que a su marido. Aunque aquella mezcla era mucho mas que todo aquello junto, yo la recomendaría para una joven que quisiera encantar a un hombre, haciendo que el aroma de las violetas lo encantara y el de las rosas lo enamorara, pero en fin; cada uno con sus propios gustos. No podía hacer cambiar los pensamientos de mi tan preciada clientela. Como decía mi difunto padre "Estamos para servirles", estaba de acuerdo con ello, pero a veces el cliente no sabia lo que deseaba y por mas sugerencias que les dieras siempre llevaba algo totalmente diferente.

Cerré la tienda, colocándole todos los candados no quería que vinieran otra vez aquellos bandidos y desordenaran todo en su interior, nunca dejaba dinero así que no me preocupaba por eso, mas el tiempo invertido en cada fragancia era mi gran preocupación. Acomode mi vestido y me puse un sombrero que le hacia juego con aquello aunque no hubiera sol no quería llevarlo en las manos, así que emprendí camino mi rutina diaria después de cerrar la tienda ir por la cafetería y probar un buen café. Doble en una esquina y me tope con varios parisinos que de seguro empezarían la noche en alguna taberna o quizás en algún baile, de la alta sociedad.

El frió invernal se hacia notar a cada paso que daba por las calles, me aferre al abrigo que cubría todo mi vestido y en realidad ayudaba para que no enfermara y pudiera seguir con mi cometido al otro día. Tenia mucho que hacer, las cartas, el diario... un perfume nuevo que fabricar... ir al bosque por algunas hierbas que me hacían falta, mandar a pedir a Egipto los frascos, seria una semana bastante ocupada pero mañana no había trabajo y hoy podría darme un lujo, quizás alguna caminata nocturna por el bosque junto a mi caballo o quien sabe Dios que cosa pudiera hacer.

Pase por enfrente de un caballero que estaba sentado en una banca, mi caminar fue el mismo solo que esta vez le puse atención a su rostro, sin mas seguí mi caminar me faltaba poco para llegar a mi destino pero el viento fraudulento me tomo una mala pasada e hizo que mi sombrero saliera volando hacia atrás, me di vueltas casi inmediatamente para ir por el y otra fuerte ventisca lo corrió aun mas, haciendo que apresurara mi paso... - Mi sombrero - dije con algo de melancolía en mis palabras ya que había volado mucho mas alla de mi alcance y con este viento no le alcanzaría nunca.

¿Cómo era que aquel hombre había alcanzado agarrar mi sombrero antes de que saliera volando? Quede a decir verdad sumamente sorprendida por el movimiento rápido que esta había hecho pareció ni siquiera que le hubiera costado tanto alcanzarlo, negué ante mis pensamientos mientras abría mis ojos sorprendida por el porte de aquel hombre, su postura, su desaire ante la sociedad y lo medio desarreglado que se encontraba. Sonreí ampliamente al ver que tenía mi sombrero entre sus manos. – Gracias Monsieur – esboce tomando el sombrero entre mis manos.

No me gustaba hacerme ideas de las personas sino hasta que las conocía, pero si algo sabía todo entraba por la vista o por el olfato, ya lo sabía yo que trabajaba haciendo las más exquisitas fragancias para una clientela que iba en aumento con el pasar de los meses en esta tierra que tan bien me había acogido. – No dude de aquello, no quiero volver a perderle – añadí mientras acariciaba lentamente los bordes de aquel sombrero, que parecía inútil llevarlo puesto una tarde como aquella.

-Soy Viola de Lesseps- me presente de la forma más cordial y educada posible, no era que fuera una mala educada ni mucho menos irrespetuosa, pero creí que al menos un gracias seria poco, además aún tenía tiempo y siempre podría llegar a tiempo al café antes de su cierre. Aunque a la hora que fuera siempre estaba abierto desconocía el verdadero porque de ese asunto e indagar en algo que no era de mi incumbencia no era lo mío. – ¿Y usted Monsieur es? – sí, no me podía quedar en silencio, no iba en mi persona y ese no sería el momento de cambiar algo en mi que a mi parecer no era una molestia.

Di un suspiro mientras el viento aun jugaba en las calles de Paris, ondeaba mi cabellera rojiza haciéndola despeinarse en una medida gradual, mas con aquel movimiento de mis cabellos se hacía presente mi fragancia preferida “Il Imagine” una mezcla de extractos dulces con un toque de acidez para que no fuera tan fuerte. Pero aun así era un aroma que en ese mismo momento me embriagaba.

Uno como mujer tenía que estar preparada para todo tipos de halagos pero yo no podía siempre de alguna forma me tomaban por sorpresa y muchas otras las omitía por que no haya que fuera necesario una respuesta además que no tendría respuestas para aquellas palabras, pero en ese momento si tenía algo que decir y no era porque me hubiera molestado ni mucho menos, solo que en realidad tenía razón, mi cabellera rojiza era mi gran orgullo, la cuidaba como todo en mi pero aquella era único muy pocas damas teníamos este color tan singular. No pude evitar sonreír y con aquello dar paso a que mis mejillas se enrojecieran. – El viento es juguetón con las cosas que no están bien afirmadas. Cubrí mis cabellos por la sola razón que no quería llevar el sombrero en las manos Monsieur – levante mis hombros con la última frase era cierto, caminar con el sombrero en la mano era molesto pero al parecer ya no tenía otra opción más que llevarlo de esa forma.

Aquel gesto que muchas veces lo vi, ahora era hecho hacia mi persona ese tipo de saludo que hacia merecerse mi respeto completamente y ahí ya cambiaba la perspectiva que tenía para con él, - El gusto es mío Monsieur Wolfheart – hice una leve reverencia moviendo mi cabeza con delicadeza y sutileza que me era característica – Disculpe mi intromisión pero ¿Es de parís? – ahí estaba yo hablando de mas pero no podía callarme cuando ya me entablaban conversación y al parecer él estaba tan desocupado como yo en ese mismo momento. Me acerque a la banca donde anteriormente aquel joven estaba y tome asiento esperando que me hiciera compañía, aun había tiempo para relacionarse con personas y mejor aún quizás ganar un nuevo cliente para mi tienda de perfumes.

Ya acomodada en la banca seguí sin con algo de curiosidad los pasos del Monsieur que se acercaba para acompañarme en aquel lugar, Paris llevaba algunos meses y era extraño conocer un parisino aun estando en Paris había conocido a mas extranjeros que oriundos de estas tierras tan fantásticas y enigmáticas. Sabía que algún día mi corazón se quedaría en Paris pero aquello era otra historia. - Yo soy de Londres Inglaterra, llevo por estas tierras algunos meses – acote con una perfecta sonrisa en mi rostro. Si estaba orgullosa de la tierra de la cual provenía los mejores recuerdos y experiencias habían ocurrido por allá lejos.

¿Me creería usted si le digo que en Paris es más extraño conocer un Parisino que un Inglés? – aquella era una extraña pregunta un extraño interrogante. Mi vista quedo en la de el y solo pude dedicarle una sonrisa, mi pregunta si la escuchaba yo misma era divertida... ¿que cosas no? pensé. Podía ser una conversación amena como si lo conociera de tiempos remotos pero a final de cuentas me gustaba hacer amistades y no iba en mi no quedarme en silencio uno de mis peores defectos era ese, al final de cuentas siempre terminaba hablando de mas.

Sabe iba camino al café que esta a media cuadra, ¿os gustaría hacerme compañía? – le propuse ya que de cierta manera rompería aquella monotonía impuesta por mis gustos por un buen té, además siempre solía sentarme sola y degustar los nuevas variedades de sabores que llegaban cada mes. El viento comenzó a soplar de nuevo revolviendo mi cabellera rojisa que a esa altura ya estaba mas desordenada que de costumbre.