El placer de la oscuridad eterna.[ ~·*: Kazu Maek :*·~ ]{+18}

Esta noche no podía dormir.

Después de volver en sí tras un baño de sales aromáticas, estaba en mi habitación, sentada en el tocador mientras una de mis doncellas me peinaba mi gran pelo azabache. De repente vi una imagen de un pasillo adornado con reliquias medievales, altos techos, volvieron a mi mente después de tanto tiempo fuera de mi hogar en Rumanía y al recordar, mi cuerpo sintió que hervía por dentro de puro miedo y frustración hasta que un débil gemido salió tímido de mi garganta simplemente de la pura ira que me contenía y no montar una escena. La doncella paro de cepillarme el pelo y se puso delante de mi, me coloco una mano en la frente.

-¿Que le pasa condesa? ¿Te duele algo? -La miré y se sonrojó levemente, al darse cuenta del gemido que me había salido. No podía hablar de la vergüenza que sentía. Negé con la cabeza un par de veces.
-Nada....No me pasa nada Rosaline-Dije para calmar un poco a mi doncella.
-Bien, condesa, creo que esta delirando, tendrá un poco de fiebre.–Dijo la doncella mientras me destapaba la cama –Sera mejor que se acueste.-Dijo con un tono de preocupación.
Hice caso a la doncella y me tumbé en mi cama pero no pude coinciliar el sueño. En cuanto la doncella salió de la habitación, me levanté de la cama. Descorrí la cortina y miré por la ventana. La luna se alzaba grandiosa sobre el oscuro cielo, iluminandolo todo. Un movimiento entre la maleza de mi jardín llamo la atención de mis ojos y justo cuando la luna había sido tapada por una nube algo había entrado o se habría colado por allí. Me pegé a la ventana intentando descubrir que era. Pero desistí. No logré ver mucho a través de la pared invisible que componía la ventana, pero algo había en el jardín.

Un bostezo vino a mi boca y supuse que era hora de irse a la cama. Corrí la cortina hasta cerrarla y para cuando ya iba a meterme en la cama, un golpe sonó contra la ventana. Me extrañé porque no vi nada a la altura que pudiera acercarse a la ventana. Fuí hacia la cortina, la descorrí y me pegé un buen susto al ver que había un golpe en el cristal. ¿Pero como se había echo ese roto en el cristal.? Rozé con mis yemas de los dedos el punto donde el golpe cayó y de repente sentí un calor que poco se fue convirtiendo en el frio del cristal. Me extrañé al haber sentido ese calor, pero prefirí no pensar mucho dado que estaba cansada.

Corrí de nuevo la cortina, pero se quedó atascada. Intenté moverla a empujones pero era inútil. Tendría que dormir con las cortinas entreabiertas. No me gustaba dormir con las cortinas entreabiertas. Me fui hacia la cama y me metí entre las sabanas de seda blancas. Casi me quedo dormida en la gran cama con dosel,arropada en la oscura noche y como unica luz el brillo de la luna, pero una sombra interrumpió en mi habitación. Algo hizo que el ardor de la chimenea fue disminuyendo a medida que la sombra que deambulaba por la habitación se iba disipando y se quedaba al fondo de mi habitación. Si tenía alguna intención de hacerme algo, no tenía porque alejarse.

Noté como la habitación se había vuelto fría de repente. Salí poco a poco de la cama e intenté avivar el fuego. Había conseguido conciliar el sueño, pero gracias a la chimenea que se había puesto de malas, me despertó y ahora iba descalza a poner mas leña a la chimenea. Paré insitu cerca de un sofá de terciopelo. Al fondo ví que la sombra se había movido otra vez. me puse la bata de algodón sobre el fino camisón de lino que llevaba esa noche y me senté en el borde de una de las plazas del sofa, pensando en aquella sensación que tuvo antes y en lo que tenía enfrente de ella.

Pude sentir como una leve brisa en la espalda. Me quedé quieta al sentir tal sensación que me había hecho estremecerme de pies a cabeza. Me encogí en el sofá y cuando escuché un crujido en la ventana, mi saliva se amontonaba y tragé lentamente esperando que este suspense se resolviera pronto.

Regrese a la cama lentamente huyendo de la sombra e intenté dormir y olvidar que nada estaba pasando. Tenía como referencia a la luna con su luz plateada bañándome por completo a través de las ventanas, pero la luna siempre estaba iluminándote con su luz, porque por raro que parezca, se me oscureció aquella intensa luz de plata y había una oscuridad en su lugar que hizo extrañarme, pues tardaba en desaparecer. Mis piernas y pies que estaban debajo de las finas sabanas de mi cama, se movían perezosos por las sabanas. Progresivamente mi cuerpo fue despertando poco a poco y cuando abrí mis ojos azules vi a un hombre de pálida piel, bellos ojos azules y sus rasgos delicados y con un cabello lacio que era sedoso a la vista y suave al tacto. Me puse nerviosa y quise huir, pero su mirada angelical me hacía demorar más mi huida. Agarró suavemente mi mano que estaba por encima de las sabanas y me dijo que estaba en un sueño. Pero esto era muy real.

-¿Un sueño?-Pregunte con temor en la voz. Aparté mi mano lentamente que estaba debajo de la suya mientras mis mejillas enrojecían de la vergüenza y me tapé mas con la sabana a la vez que me alejaba a un punto más lejos de él. –Esto parece muy...real-Dije mirando a las sabanas y enseguida poco a poco fui fijándome en el.-Yo...-De repente comencé a temblar bajo la fina sabana de seda blanca, por debajo me abracé toda alrededor de mi cuerpo y la sabana se resbaló por la fina capa de mi piel hasta morir en mi regazo que estaba aún cubierto por las sabanas amontonadas en un remolino. Abrí los ojos al ver que estaba en camisón a los ojos desconocidos de un hombre que había entrado en mi habitación por la ventana. Volví a coger la sabana y me volví a tapar torpemente dado que aún seguía abrazada a mí misma para alejar el frío de mi cuerpo. Algo había en ese hombre. Me miraba fijamente con su sonrisa angelical y no pude evitar sonreír lo que hizo esconderme tímidamente mirando hacia otro lado. La sombra que se reflejaba en la blanca pared de mi habitación, me indicó que aun seguía ahi quieto. Me giré en direccion a el y al final intente hablar.

-Yo siento que esto es bastante real...el fuego de mi chimenea no lo sentiria si fuera un sueño, pero a pesar de la debilidad del fuego, aun caldea un poco la habitación.-Dije mientras le miraba a los ojos. Observé su mirada atenta sobre la mía y esperé a que si fuera un sueño, que me despertara o si no, que lo hiciera lo mas liviano posible. Silencio. El silencio inundo la armonía que había desde un principio y me hizo sentir un poco incomoda.

El chasquido de las chispas del fuego sonaban por encima del silencio, el ardor de la llama sobre la madera que poco a poco iba convirtiendose en ceniza.-Y..bueno....¿Como se supone que ha entrado?-Dije volviendo al racionamiento e intentar cuadrar si de verdad era un sueño o no.

Esta noche me había hecho estar en vela, para que un ángel, vestido de galas negras y con una camisa blanca de seda, viniera a mí esta noche bajo la luz hipnotizante de la luna y la envidiosa noche oscura. Bellas palabras me dijo el hombre que con cuidado fue rozando sus labios contra los míos que me fueron empujando hacia la horizontal de mi cama. Iba despacio, poco a poco. Sentí el suave tacto de las sabanas de seda contra mi espalda y vi sus bellos ojos azules por el rabillo del ojo. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al haber sentido la fría y seductora mirada a la vez sobre mí, a la vez que cambiaba de lado para seguir besándome. Era increíble como besaba. Era suave, cálido a pesar de haber sentido su mano fría sobre mi rostro hace unos segundos antes, con suavidad fue besándome poco a poco. Unas palabras salieron de su boca cerca de mi cara mientras recorría sus manos por mis brazos en busca de mis manos. Cogió una de mis manos y rompiendo del todo el beso que me volvió a dar, comenzó a besar mis dedos uno por uno, con besos honrados y fue subiendo por la palma de mi mano, por mi muñeca, por el interior de mi brazo a lo que me sacó un escalofrió que me hizo reír de cosquillas.

-Jejeje-Reí apartando mi mirada y mi risa lejos de la mirada del hombre que ahora me miraba con atención. Mis mejillas se sonrojaron al escuchar las palabras de que pudiera llegar a velar mi sueño, el cual ahora ya no existía en mí. El cansancio había desaparecido y mi cuerpo estaba activándose de alguna manera y estaba poco a poco atenta al ambiente que se caldeaba en la habitación.

Una de mis manos, tímidamente fue a acariciar la suave cara de él, pero al ver que se acercaba, la apoye enseguida en su mejilla. Acaricie una vez con mi mano sobre su rostro, con el pulgar por la línea de su barbilla, hasta subirlo y rozar con mi pulgar el suave tacto de sus labios. Pude sentir como se tensaba el musculo del labio al rozar contra mi pulgar, entonces lleve mi mano hasta debajo de su mentón, su cuello, acariciando su clavícula suavemente cual suave caricia con tacto de brisa. Él seguía sentado en el borde de la cama y entonces, caí en la cuenta de que iba a hacer el amor con un desconocido. Suavemente me fui levantando en mi cama hasta que me quedé sentada en la cama, moviendo a aquel hombre que me acompañaba esta noche con mi mano sobre su pecho sentándolo en la cama.

-No sé si es correcto de que hagamos esto.-Dije poniendo ambas manos en su pecho agarrándome del cuello de su camisa suavemente por los bordes. Estaba a muy poca distancia de sus labios y mis labios reaccionaron secándose al querer probar más de esos labios. Comenzaba a respirar con dificultad si no besaba esos labios, como algo tan mínimo era tan esencial en aquel instante. Me quede quieta, agarrada de su camisa y el silencio me empujo a mover ficha. Una mano fue lentamente por el hueco abierto de su camisa y fui con mi dedo índice jugando entre sus pectorales. Con mi otra mano fui poco a la hilera de botones que unían su camisa y fui desabrochando poco a poco, torpemente, pero al fin conseguí abrírsela por completo. Era hermoso. Le miré a los ojos y sonreí con un aire pícaro que no me solía salir con mucha frecuencia.

-Nunca había visto...-Iba a comenzar a hablar, pero un ardor desconocido me hacía sentir mareada a la vez que excitada. Mis manos se apoyaron en sus hombros y la casaca negra de tela que al parecer parecía cara, hizo que de algún modo, me echara hacia atrás.-Lo siento, no...creo..-Decia palabras sin acabar, frases sin terminar, dejandolas caidas en el vacío, pero el recuerdo atroz de mi pasado me recorrio el cuerpo y la angustia se fue haciendo presente en mi cuerpo. Volví a abrocharle la camisa, pero sus suaves dedos de su mano, cubrieron la mia con ternura.-No..creo que sea lo suficiente...adecuada para vos.-Dije por no decirle que me habian forzado sexualmente cuando tenía 19 años, en una emboscada sorpresa. Aperté mi mirada de el, pero ahora el silencio y el me miraban curiosos a la vez que esperaba una respuesta.

Ardia en deseos de ser suya, su cuerpo unido al mio, mientras sus caricias hacian arder mi piel a pesar de que apenas me dejaba tocar su piel, comparada con la mía, la suya era helida como el hielo. Cada beso era una explosion de sensaciones indrescriptibles que envolvian mi cuerpo, arqueandome en busca de caricias que ansiaban ser encontradas por él.

En el momento que no tenia cabida para nada mas, mi mente estaba extasiada de placer, solo me podia concentrar en lo que el me hacia, dándome ganas poco a poco de unir mi cuerpo con el suyo, arder en el mismo infierno, cada fibra de mi piel aderida a la suya. Mis manos e adherieron a su espalda como las garras de un felino que está en su momento clave. Sentía su miembro que se metía dentro de mí poco a poco, pero aún no quería que me hiciera suya, como si me estuviera tratando como a un pañuelo, pero mi cuerpo y mi corazón débiles iban cediendo poco a poco a su merced, al placer de su fuego que me inflamaba centimetro a centimetro con su caricias, su sensualidad, con las hábiles palabras de un Don juan para llevarse a las mujeres a la cama, seguramente para dejarme tirada después. Mis manos entonces le empujaron hacia mi a la vez que le envolvía con mis piernas a ambos lados de su cuerpo. Le instaba que fuera suave, que escuchara a mi cuerpo.

De su espalda, mis manos fueron entonces a recorrerle por todo el cuerpo. Sus manos acariciandome de nuevo por mis piernas y sus lamidas en mis pezones, hacian que pidieran ser atendidos por mucho más tiempo. Debería de estar pensando de que soy una mujer débil, tímida. Lo típico de "aquella niña llena de miedos, con rostros dulces y delicados a la vez que seductora y sin embargo tan temerosa del rechazo. Mi cuerpo hizo que de nuevo varios gemidos largos y ahogados, otros cortos y suaves, de los cuales intentaba acallar pero no podía contenerlos.

-¿Mueres?-Dije al escuchar aquellas palabras que salieron por su boca. De algún modo hizo que mi corazón sintiera dolor al escuchar. Hundí mi cabeza en el hueco de su hombro y lo único que hice fué no querer nada.