Loco como un sombrerero [Libre]

¿Amo?... esas palabras eran demasiadas fuertes aun para mi, quizá aquel joven se estaba equivocando, ¿Quién le había dicho que podía llamarme de esa forma?, ser un amo implica grandes responsabilidades, en el pasado, ser alguien de ese rango me trajo demasiados problemas, sin embargo no estaba preparado, no quería alguien quien me sirviera, todo lo contrario, lo único que deseaba era enseñar y transmitirle algo de mi conocimiento, a quien se atrevía a decir tal cosa, solo eso, pero aquel joven, era diferente, aun sin conocerme, quizá estaba fingiendo, solo sentía la necesidad de hacer eso, por algún motivo su “Presencia” me era misteriosa y aun más extraña cuando, casi confeso con movimientos que estaba siguiéndome, lo pude oler por su sangre, algo muy peculiar me llamaba la atención, pero… No le tome importancia, quizá no hasta ese momento, cuando apenado y quizá con vergüenza dijo que se retiraba, pero no lo iba dejar tan fácil, no ahora que estaba ahí, con ese obsequio y sin motivos.

Muchas ocasiones el conocer gente nueva trae a mí una nueva frescura, nuevas sensaciones a mi cuerpo, algo que me es difícil explicar, aun mas con un joven de ese modo, no es que sea muy social, pero como siempre lo he dicho y lo he aprendido, “Los misterios de la noche son demasiados”, y quiero seguir descubriéndolos uno, a uno, entonces bien, este es un caso, un enigma más hermoso de lo que he descifrado en todas mis noches en parís, no sé que “Problemas o Fortunas” pueda traer a mi vida, bueno, de lo que digo llamar “Vida”. Sin embargo el miedo que se fue haciendo más notorio en su rostro, la presencia de unos tipos, eso ¿era? Debía detenerlo.

- No debes marcharte, ya estas ante mí, me has llamado “Amo” y deseo que respondas… Pero antes quiero que sepas, que estarás bien a mi lado… Nada te pasara, al menos no esta noche.

Le tome por la muñeca, clavando la mirada fija, misteriosa y azul que me caracterizaba, sin conocerle, seguí mi rumbo tomándolo, alejándolo de aquel lugar, hasta un parque mas “Concurrido” quizá ahí no le harían nada, y yo no cometería algún mal ejemplo, que le dejaría una mala impresión de mi, sin decir nada, no deseaba ser brusco, pero al parecer yo le intimidaba, había notado algún rastro de violencia en su rostro, hasta en su cuerpo, había ese olor de sangre fresca, de esas heridas que dejan salir aquel sensual olor, que me volvían loco. Si bien no había tenido la oportunidad de tomar otra sangre tan llamativa como la de aquel chico que arrastraba ahora, a algo más seguro, el de cierta manera tenía una nobleza, tal vez eso le hizo llamarme “Amo”, nobleza que tuve el descaro de comparar con la de… Carmilla, aunque el trabajara como “cortesana” más bien dicho “Cortesano”, el no me llamo amo, pero si ofreció su sangre a mí, claro la acepte pero solo en aquella ocasión de riesgo, yo le había salvado dos veces, no sé qué pasaría con este nuevo chico, tan misterioso como la noche. Con ese olor sensual lleno de dolor en el cuerpo.

Por más que le lleve lejos, aquellos hombres nos seguían, ¿Qué buscaban?, ¿acaso el estaría en problemas?, nos sentamos en una banca del sitio, un poco lejos de la vista de aquellos vagos, su apariencia no me agradaba, no es que yo fuera muy elegante, pero aquellos rostros tan mal encarados me hacen leer su vida, como si las exhibieran, como si de libros abiertos se trataran, no deseaba que con aquel que estaba a mi lado, pasara lo mismo, ¿lo estaba protegiendo?, si, sin darme cuenta, ya le protegía como un “Amo”, vaya suerte la mía, en fin, me encantaba poder servir de algo, no solo ser, el amable y amoroso hombre que muchos encontraban, y claro el que era, tampoco el hombre de negocios, que cada vez expandía su fortuna a conforme avanzaba el mundo aquel inteligente hombre de negocios, claro lo era, pero tampoco lo deseaba, sin embargo ser en realidad el mal encarado, el “fuerte y sereno” hombre hibrido en mi, aquel lado animal, ese era el que más me gustaba, debo admitirlo, tampoco nadie lo ha conocido, porque no se dan cuenta, no es por doble cara, porque eso lo somos todos, al menos eso estaba por cambiar.

- Perdona que haya sido así de brusco, por cierto, Dunkelheit es quien ahora te protege…

Ya daba por hecho lo que era muy evidente, le tome el rostro casi obligándole a mirarme, con un gesto amble, no con una sonrisa, ya que no me gustaba sonreír, no porque no me quedara, simplemente porque hoy no planeaba nada, el tacto en su rostro me fue un poco extraño, estaba ocultando su otro ¿Yo?...

- Por cierto… Ahora que estoy protegiéndote, creo que si me enfrento a esos tipos… deseo al menos saber si tu lado de la historia con ellos tiene algo de justicia.

Miraba a lo lejos a aquellos maleantes, mientras en mis manos su rostro hacia, si con aquella mirada que casi se tornaba roja, la sangre me hervía, solo con estar a su lado.

Un simple humano que quiere vivir en el paraíso y en el infierno mismo, su personalidad era extraña, eso empezaba a gustarme, a excitarme, pues conocer un “juguete” de ese tipo había sido mi mayor anhelo, quizá ya podría empezar a llamarme, amo, llevarlo como perro a donde quisiera y el obedeciéndome, me había dado el camino libre para poder hacer lo que yo quisiera, el haber dado aquel “dinero” ya contaba como una deuda hacia mí, podría sacarle provecho a todo esto, ¿Cuánto tiempo había pasado después de manipular a alguien?, honestamente ya me hacía falta, cada vez me volvía mas blandengue que yo mismo me odiaba, mi verdadero yo empezaba a despertar nuevamente y el culpable seria aquel hombre que besaba mi mano como si yo fuera una deidad.

- ¿Te parecer que huele bien?

Sentí su olfato, era como un cachorro, tan pequeño maltratado por los demás, por ser el “abandonado”, así que podría adoptarlo de alguna manera, hasta hacerlo mío… sí, empezaríamos por aquello, veía sus ojos, lo deseaba, deseaba tenerme dentro de él, veía en el cristal de sus ojos aquel reflejo de lo que llama “Amor”, su piel, su belleza, sería solamente mía a partir de ahora, así que necesitaba empezar con ciertos planes, ahora sí que estaba dándome el cambio radical que tanto desee.

- Te mostrare que más…. Huele bien… Prefiero decir… Lo que sabe mejor…

Tome su rostro entre mis manos y pose suevamente mis labios, para arrancarle un beso que se hacía demandante y apasionado entre mas se profundizaba, apretaba más su rostro contra el mío, como un animal enterrándole las garras en la piel, deseaba ese calor suyo en mi cuerpo. Las veces que fueran necesarias, eso no me importaba, ahora estaba dispuesto a tomar lo que pon ende ya me pertenecía, tratar de ser aquel conde, aquel rey que se perdió en amabilidad…

- Y bien…. No te parece ¿Qué tienes una deuda?

Un susurro después de aquella pausa, se interpuso, casi como demanda de lo que “por amabilidad acababa de hacer”, debía enseñarle a decirme amo por una razón.

Lo estaba viendo sangrar, pero ¿Cómo detener su hemorragia? Si bien sabía que no podía darle de mi sangre, nadie ha osado a beber de ella y si lo hace podrá sentir aquellas sensaciones, me vera en sueños y tendrá hasta fantasías sexuales y en caso de que esté en peligro lo sentiré y es algo que claro yo no quería pero era su culpa al no saberse controlar. También había que enseñarle a sacar esa parte de él si no algún día terminaría por quitarse la vida.

No es que lo considerara torpe, es solo que actuaba de manera tonta como todo ser humano, igual ser vampiro no es fácil, mientras le miraba ahí retorcerse del dolor, pensaba en lo que podría hacer, pero no había mucho, solo esa solución, quizá el golpe no sería profundo, pero si moría no me sentiría culpable.

Le tome en brazos en cuanto pude, llevándolo con rapidez a otro lugar, uno alejado de todos, lo recosté sobre el pasto de aquel hermoso jardín donde nos habíamos infiltrado el embriagador aroma de las flores, de la tierra húmeda y de las hojas estremecerse con el viento, haciendo que sus copas gruñeran, fue donde le puse por un momento, mientras deseaba llamar a alguien, quizá a Isaak, a León, a alguien que me ayudara, nunca me gusto dar mi sangre, derramarla, o solo sacrificar unas gotas por la vida humana.

El olor, ese indescriptible olor a sangre, su color, ahí desperdiciándose, me llamaba la atención, quería lamerle, es como si de pronto mi garganta se sintiera seca, tanto que el mangar estaba frente a mí, le escuchaba quejarse del dolor. Retorciéndose por el mismo, tocándose y embarneciendo sus dedos con su cristalino color.

Le quite las manos agresivamente, le rasgue la camisa sin pensarlo dos veces y devore el néctar, la miel, la sangre que de él emanaba, pero no era suficiente nadie me respondía, nadie me podría ayudar, el perdía sangre en cada momento, los caninos de mi boca se asomaron cuando vi como drenaba el éxtasis escarlata de su pálida y sucia piel.

Pero entre más le mamaba para extasiarme más le miraba débil ahí recostado. ‘¡Maldita sea!’ repetí una y otra vez, esa cara de cachorro y esos ojos tintados de un cristalino color lágrimas me hicieron hacer algo que jamás haría.

– Escucharme bien Distubia, la herida que tienes es profunda – repetía mientras tomaba su cabeza con ambas manos manchadas y la boca llena de ese color, mientras le obligaba a mirarme – La hemorragia no para, y no tengo más opción que hacer algo que me desagrada, no es por ti, tengo mis motivos – respire hondo – Te daré de beber de mi sangre… Pero tendrá sus consecuencias. Mi sangre es milenaria y te curaras en un instante.

Titubee un poco, demasiado a decir verdad, porque era la primer vez y estaba desobedeciendo a Isaak y León por un humano, respire hondo antes de seguirle hablando – Chuparas lo necesario, te diré cuando parar, sentirás el sabor, la excitación y una sensación de placer al mismo tiempo – sonreí, pues el chico no estaba tan mal – Serán noches y días que me sentirás dentro de ti, en tus sueños, estaré en tus pensamientos y en tus temores. Me estoy arriesgando demasiado. Aquí vamos.

Le solté para poder enterrar mis colmillos en mi brazo derecho, sentía un ligero piquete que cerraría pronto, lleve ese brazo escurriendo hasta la boca del chico – Anda bebe antes de que cierre – ordene mientras lo ponía en su boca y en sus tibios labios.