¿Qué puedo hacer por usted? (Uriel Müller)

por **Yulianna Fiódorovna** Lun Abr 18, 2011 4:27 am

12.00. Hora del té. Cafetería.

Nos encontramos en la cafetería más grande y cuidada de toda la zona. Sin duda es un negocio que empezó con una gran inversión y el temor de su dueño a no recuperar el dinero que empleó, pero en estos momentos esa persona de la que les hablo está tan ocupada dando la vuelta al mundo y gastando sus ganancias, que seguramente solo pensará en el nombre del que un día fue "leur petit café", cuando le cuente a alguien que acabe de conocer anécdotas que aquí ocurrieron.

Yulianna se encontraba en la mesa de siempre, tomando lo de siempre. Té. La verdad es que su sabor no le agradaba mucho, al menos al principio, pero se acabó acostumbrando.

Mientras esta bebía un pequeño sorbo y cogía una pasta de leche, se fijó en un chico sentado en frente de ella. Chico que parecía enfadado y eso le preocupaba. ¿Habría tenido problemas con el servicio del café? ¿Prepararía un "numerito"? Esperaba que no.

Le miraba atentamente, examinando su rostro, el cual tenía el ceño fruncido. Pero el joven se dio cuenta de que era observado por la joven que tenía casi al lado, y esta cambió la dirección de su mirada, aunque notó que él se levantaba. ¿Pagaría con ella su enfado?

por Invitado Mar Abr 26, 2011 5:53 am

Había ido al lago, sí, al lago que estaba al lado de su sucio y viejo colchón, donde no tenía mas lugar en el que dormir. Se estaba aseando, era su aseo diario, había lavado sus ropas ahí también y llevaba toda la mañana esperando a que se secaran sus ''trapos''. Una vez éstos secados, quedó pensando en que podría hacer. Y sí, podía ir a algún sitio bien ambientado que no fuera la taberna, quería desayunar, pues se había levantado casi antes de que el sol asomara por el hemisferio Este, que ciertamente, el sol no era el que salía, la Tierra era la que lo sacaba de aquel lado, pues el Sol siempre estaba fijo, y la Tierra era la que giraba de Oeste a Este, pero eso no importa. Uriel había llegado al centro de París, en donde llegando a una cafetería famosa del lugar, entró por la puerta. Obviamente había cogido algo de dinero de sus pequeños ahorros para hacerlo, por eso fué hasta allí. Se sentó en una mesa baja que había allí cuando el camarero llegaba con cara de pocos amigos, y teniendo en cuenta la vestimenta del joven felino, el camarero argumentó que saliera del establecimiento, que no se fiaba de que éste pudiera pagar. Uriel comenzó a discutir con aquel trabajador de la cafetería, pero era lo mas lógico, desconfiar de alguien que no vestía muy bien en un lugar bastante solicidato y allegado por la clase Media-Alta. El chico se sentía observado por una muchacha y varios tipos más. Éste se levantó con energía, con el ceño fruncido comentando en alto el trato que se le estaba dando -¿Os parece bien que alguien os diga a la cara que alguien es pobre? ¿O que lo aparente para que vea como la sociedad lo trate de una manera incorrecta? Señores... creo que todos están muy equivocados. Todos somos personas y no nos merecemos que nos traten de ésta manera- Dijo totalmente enfadado con el servicio que se le había tratado y gritando aquellas palabras en alto, tirando un servilletero al suelo del enojo que tenía en ese momento. Luego volvió a calmarse, pero estaba decidido a salir por la puerta debido a aquello, solo quería saber que opinaban las personas que estaban en aquel establecimiento.

por **Yulianna Fiódorovna** Miér Mayo 04, 2011 4:55 pm

Yulianna se quedó petrificada cuando el joven empezó a dar voces. Ella no estaba acostumbrada a alborotos de ese calibre en esos lugares, así que frunció el ceño. Le observó detenidamente; cada uno de sus pasos. Desde que se levantó, hasta que tiró el servilletero al suelo, y por último hasta que "pareció" calmarse. Y ella al fin cambió de actitud. ¿Acaso era justo que por parecer de clase baja le tratasen así? No. Sin duda no lo era. O eso pensaba ella, pues la mayoría de la gente de ese establecimiento no pensaba igual. Estaban deseando que lo echasen, y eso se notaba en la manera de los hombres con gran barriga y largos bigores hablaban con los camareros/as. Parecían molestos. Pero a Yulianna le daba igual.

Se levantó y miró al jóven tan sólo por un instante. Él esperaba respuesta. O eso creía ella. Pero nadie hablaba. Al menos por el momento.
Pagó su consumición y pidió dos bollos, típicos franceses y perfectos para desayunar. Caminó y rozó el brazo del jóven que aparentemente sorprendido, seguía ahí. Ella le indicó con la cabeza que saliese. Primero fue ella. Se fue del café no sin antes mirar al dueño: Francisc, como se merecía. Con una mueca de negación y pena. No estaba bien lo que había echo.

-¿Me acompaña? -dijo Yulia antes de que la puerta se cerrase en su totalidad. Había comprado dos bollos, y uno era para él. ¿Aceptaría su invitación o le podría su enfado?

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