Leviathan St Jacques

por **Leviathan St Jacques** Lun Abr 25, 2011 12:20 am

Nombre: Leviathan St Jacques
Edad: 26 años
Especie: Humano Normalito
Tipo y Clase Social: Clase alta
Orientación Sexual: Heterosexual
Lugar de Origen: París, Francia

Descripción Física:
Cabello castaño y alborotado siempre, no porque no se peine sino porque siempre se está pasando las manos por éste cuando se pone nervioso. Ojos grises con motas amarillas y otras cuantas verdes, cambian de tonalidad según la luz del exterior. Piel blanca. Cejas pobladas y una nariz muy grande de la que siempre se ha avergonzado. Más alto que la media de los hombres y lo más fornido que se puede ser cuando no se hace demasiado ejercicio, de todas maneras se ve bien con ropa elegante encima. Rasgos muy masculinos y a veces, se deja un rastro de barba para parecer un poco mayor de lo que es ya que siempre le han dicho que no representa su edad.

Spoiler:

Descripción Psicológica:
Para sus 26 años es un tipo bastante inocente, les tiene mucho respeto a las mujeres, primero porque quería a su madre más que a nada en la vida, segundo porque siempre vio en las demás mujeres a su hermana menor y nunca quiso que los hombres la trataran como su padre quería que él se comportara con otras chicas y tercero y más importante porque ahora cuida a su sobrina como si fuera su hija. Es muy caballeroso gracias a su status social que fue lo único que le quedó de sus padres ahora muertos y es algo tímido. Gusta de vestir elegantemente y de ir a las fiestas de gala que se organizan porque le gusta observar a la gente alrededor. Tiene alma de artista pero ha tenido que aprender a dejar sus sueños para otro día por las responsabilidades que se le vinieron encima con la muerte de su familia así que se dedica a pintar y a escribir solamente en su tiempo libre. Casi siempre está preocupado por algo pero eso no le impide dedicarle una sonrisa a las personas con las que se encuentra, es fácil de tratar y con sus amigos es bastante fiel, haciendo hasta lo imposible por ayudarlos aunque él siempre piense que es al revéz. No tiene idea de muchas cosas, como del amor verdadero, de cómo cuidar a una niña de cuatro años, de cómo ser un padre responsable pero lo intenta con todas sus fuerzas y no pretende darse nunca por vencido. Con su sobrina/hija es tierno y considerado y la lleva a todos lados porque es algo desconfiado de dejarla con alguna niñera o sirviente, le habla a veces como a una niña y a veces como a una adulta y a veces se confunde y ni siquiera sabe cómo es que su sobrina lo tolera.

Historia:
Me llamo Leviathan, si, como uno de los siete príncipes del infierno, justamente el que se encarga del pecado capital de la envidia pero si me preguntas porqué terminé con ese nombre puedo decirte con seguridad que no tengo ni idea. Cuando supe de qué iba el significado corrí a preguntarle a mi papá y me sacó de su despacho con un grito y el reproche de porqué lo estaba interrumpiendo mientras trabajaba. Puedes llamarme Levi. Nací en París en una familia reconocida dentro de la clase alta, por su dinero, por sus negocios, por las fiestas que mi madre organizaba, por los contactos que tenía mi padre y por el montón de familias que querían casar a sus hijos/hijas conmigo o con mi hermana. Debo decirte justo ahora que yo no hice nada de lo que he mencionado anteriormente así que el status que tengo, es totalmente gracias a mis padres.

Adhemar St Jacques, patriarca de la familia, médico reconocido y particular de algunas de las familias de renombre en este lugar. Un hombre que se tomaba muy en serio en dinero que debía tener para poder pertenecer a la clase alta y que se esforzaba mucho no sólo por mantener el status sino también por entrenarme para seguir con su legado una vez que él muriera. Nuestra relación era un poco escabrosa, él contratando a los mejores tutores para mi, mandándome a internados lejanos, enseñándome de economía, política y esas cosas aburridas, haciéndome leer mil libros y presionándome para que estudiara medicina justo como él. Yo quejándome de mis tutores, escapándome de los internados, reprobando materias, leyendo libros sobre geografía y dedicándome a pintar paisajes y a escribir en mi diario. Cosa que a él no le parecía gracioso.

Corella Lydecker de St Jacques. Mi adorada madre. La que tapaba todas mis irreverencias y evitaba que mi padre me mandara a internados aun más estrictos o que se pusiera a quemar mis pinturas y mis escritos, la mujer más linda, adorable, sensible y hermosa que yo he conocido jamás. Una mujer que aunque se dedicaba a llevar estoicamente la casa donde vivíamos y organizar fiestas que eran muy famosas, tenía el suficiente tiempo para curarnos los raspones en las rodillas con besos, los corazónes rotos con consejos sabios y los arañazos del alma con chocolate caliente.

Cecily St Jacques. Hermana de mi alma. Preciosa. Tenía de su lado que había heredado de papá sus ojos azules y su cabello rubio. La sensación de las fiestas desde su primer baile, no era de extrañarse que tuviera montones de pretendientes y que uno de ellos la cautivara y lograra que papá diera su brazo a torcer para dejarla casarse. Mi cómplice y confidente cuatro años menor.

Todos ellos ahora están muertos. Una noche cuando regresaba de un viaje a Alemania llegué a mi casa para encontrarme con la escena más tétrica que han tenido que ver mis ojos. El silencio era tan denso que me hacía daño en los oidos y mientras caminaba entre porcelana rota y cortinas raídas mi corazón latía contra mi pecho tan fuerte que sentía que me podían escuchar incluso en otro país. ¿Qué había pasado ahí?, ¿Nos habían robado?

-¿Madre?

Silencio. La angustia se me arremolinó en la boca del estómago y me subió por la garganta haciéndome sentir náuseas, en el aire se olfateaba un aroma entre dulzón y metálico que mi subconsciente asociaba con algo que yo no quería pensar. Sangre. No supe en qué momento comencé a hiperventilar y tampoco supe en qué momento escuché el llanto de una pequeñita. Subí corriendo las escaleras y entonces, en el salón de la planta alta los vi. Los cuerpos deshechos, como si fueran la misma tela de las cortinas que abajo estaban desgarradas, los ojos vacíos, la sangre llenándolo todo. Vomité en mis propios zapatos salpicando la alfombra que mi madre tanto cuidaba, sentía todo removerse en círculos a mi alrededor pero la mejor medicina fueron unos ojitos que se habían salvado de toda esa masacre. Unos ojitos cafés con reflejos color oro que me miraban desde un rincón con lágrimas derramándose por sus mejillas y con una expresión de no saber muy bien qué estaba pasando ahí. Me deshice de mis zapatos y corrí hacia ella para subirla en mis brazos antes de cubrirle los ojos y sin ningún tipo de mirada hacia atrás, huimos los dos.

Mallory Laevalein St Jacques. Ahora Mallory St Jacques. Originalmente mi sobrina aunque eso nadie lo sabe. Ahora es mi responsabilidad. Es una ternurita de cuatro años a quien le cambié el apellido para que quedara registrada como mi hija. No necesitaba nada más. Si alguien preguntaba podía decir que mi mujer había muerto, una mujer que había conocido en Alemania y con quien me había casado allá. Esa era la historia para la sociedad.

Después de que la policía fue alertada por mi y que limpiaron la casa, decidí ponerla a la venta. Nunca más regresaría a ese lugar con tantos recuerdos, la habría quemado pero eso no hubiera valido de nada. Decidí hacer los trámites necesarios para heredar y empezar a administrar la fortuna de mi padre y me convertí en el único St Jacques sobreviviente. Estaba abatido, estaba destrozado pero no podía venirme abajo por Lory. Ella es la única que puede mantenerme a flote.

Datos Extras:
Si no se toma un café en la mañana, es un completo inútil.
Nunca, nunca, nunca ha tenido relaciones sexuales.
Muchas veces ha intentado dejar a Mallory con una niñera pero siempre termina siendo muy débil.
Sabe bailar muy bien.

por **Nigel Quartermane** Lun Abr 25, 2011 2:18 am

FICHA APROBADA
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