AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El comienzo (Leviathán Shadow)
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El comienzo (Leviathán Shadow)
Un cúmulo de valijas estaban dispuestas al costado de Hepzibah, que apenas había arribado desde el Vaticano, donde se le fue encomendada una misión importante (De hecho, la primera de toda su vida). Se mordía el labio color carmín de tan solo pensarlo, estaba demasiado nerviosa pues no sabía si todo lo haría bien o como de costumbre, se metiera en líos por alguna torpeza que llegara a cometer en el camino, muchos toleraban ese aspecto de ella, pero a decir verdad no tenía la más remota idea de que carácter se conforma su futuro compañero, se lo imaginó de tres mil maneras en su viaje, sin embargo aparentemente ninguna de las imágenes creadas por su cabeza le convenció para retratar un vampiro.
Ella había leído muchas cosas sobre ese tipo de criaturas, desde leyendas hasta obras literarias completas, estaba fascinada con la idea de tener uno cerca suyo y ver que tanto de realidad había entre aquellas páginas gruesas y viejas. De cualquier modo se le advirtió que el hombre con quien iba a trabajar era completamente distinto al resto de los condenados inmortales que contaban entre sus filas, además de que su carácter era demasiado cambiante y sus ropas << Toda una ideología digna de admirar >>, en ese momento se alegró sobre manera, tal vez su excentricidad no sería un problema tan grande. Por otro lado ella sabía un poco de lo que su compañero había hecho con el supuesto “fantasma” que habitaba en los sótanos del teatro y se murmuraba que en la ópera sus dominios estaban extendiéndose, por ello su forma de ser había cambiado e igual su forma de trabajar, desde hace unos cuantos meses y días, trabajaba para la inquisición completamente solo, hasta que para la misión que había sido comisionado hizo manifiesto (casi de forma obligada) su requerimiento de un bibliotecario experto en artes oscuras y la traducción de códices, así que decidieron darle la oportunidad a Hepzibah de hacerse participe y acumular experiencias, además de que era la única persona disponible para el empleo sin contar que no salió corriendo como el resto de sus compañeros.
Despertó de sus ensueños por un instante, vio de un lado a otro el puente casi desierto por ser altas horas de la madrugada en la que no hacia ni frío ni calor y la luna se veía claramente rodeada de estrellas y pequeñas nubes que se encontraban salpicadas por encima de la luna, opinaba que era un cielo precioso.
—Bueno oficialmente ya estoy aquí- se dijo tomando los codos entre sus manos —¿Y ahora que sigue?- vio en todas direcciones, la mayoría tranquilas y si habitantes parisinos por el momento, mucho menos el anfitrión inmortal estaba presente —¿Será que es impuntual o andará cazando alguna víctima por allí?— luego sus ojos se abrieron ante la idea que se le cruzó en la cabeza -¿Se le habrá olvidado que debía venir hoy a este puente?— llevó sus manos a la cabeza, rasco entre sus cabellos rubios haciendo muecas un tanto extrañas para alguien “normal” —¡Madre mía!, si se le olvidó ¿que rayos hago?, no conozco las tierras, si apenas llegue a este puente confundiéndome con la izquierda y la derecha—.
Aguardo un poco más, girando sobre si misma y agudizando la vista para detectar algún movimiento de importancia y que anunciara que no estaba sola —¿Hola?… ¿Señor Shadow? ¡Ya llegué!- pero nadie le contestó a sus exclamaciones, aguardó un poco más, sacaba y metía su reloj de bolsillo y los minutos en el se hacían más largos ante la soledad y las pocas señales de vida que brindaba la noche —Bueno Hepzibah, bienvenida a París, mejor comienza a caminar antes de que seas presa para otro vampiro menos amigable y más hambriento-.
Tomo sus valijas de la forma en que logró acomodarse mejor, su torpeza corporal nunca le ayudaba cuando se trataba de cargar muchas cosas, caminó unos pasos más hasta que se topo con algo duro, pegando en su cabeza —Señor… Shadow ¿Es usted?— nadie le contesto, la figura con camuflaje, no le dio la cara, tampoco asintió —Este si es un fantasma- susurró alejándose lentamente de él.
Ella había leído muchas cosas sobre ese tipo de criaturas, desde leyendas hasta obras literarias completas, estaba fascinada con la idea de tener uno cerca suyo y ver que tanto de realidad había entre aquellas páginas gruesas y viejas. De cualquier modo se le advirtió que el hombre con quien iba a trabajar era completamente distinto al resto de los condenados inmortales que contaban entre sus filas, además de que su carácter era demasiado cambiante y sus ropas << Toda una ideología digna de admirar >>, en ese momento se alegró sobre manera, tal vez su excentricidad no sería un problema tan grande. Por otro lado ella sabía un poco de lo que su compañero había hecho con el supuesto “fantasma” que habitaba en los sótanos del teatro y se murmuraba que en la ópera sus dominios estaban extendiéndose, por ello su forma de ser había cambiado e igual su forma de trabajar, desde hace unos cuantos meses y días, trabajaba para la inquisición completamente solo, hasta que para la misión que había sido comisionado hizo manifiesto (casi de forma obligada) su requerimiento de un bibliotecario experto en artes oscuras y la traducción de códices, así que decidieron darle la oportunidad a Hepzibah de hacerse participe y acumular experiencias, además de que era la única persona disponible para el empleo sin contar que no salió corriendo como el resto de sus compañeros.
Despertó de sus ensueños por un instante, vio de un lado a otro el puente casi desierto por ser altas horas de la madrugada en la que no hacia ni frío ni calor y la luna se veía claramente rodeada de estrellas y pequeñas nubes que se encontraban salpicadas por encima de la luna, opinaba que era un cielo precioso.
—Bueno oficialmente ya estoy aquí- se dijo tomando los codos entre sus manos —¿Y ahora que sigue?- vio en todas direcciones, la mayoría tranquilas y si habitantes parisinos por el momento, mucho menos el anfitrión inmortal estaba presente —¿Será que es impuntual o andará cazando alguna víctima por allí?— luego sus ojos se abrieron ante la idea que se le cruzó en la cabeza -¿Se le habrá olvidado que debía venir hoy a este puente?— llevó sus manos a la cabeza, rasco entre sus cabellos rubios haciendo muecas un tanto extrañas para alguien “normal” —¡Madre mía!, si se le olvidó ¿que rayos hago?, no conozco las tierras, si apenas llegue a este puente confundiéndome con la izquierda y la derecha—.
Aguardo un poco más, girando sobre si misma y agudizando la vista para detectar algún movimiento de importancia y que anunciara que no estaba sola —¿Hola?… ¿Señor Shadow? ¡Ya llegué!- pero nadie le contestó a sus exclamaciones, aguardó un poco más, sacaba y metía su reloj de bolsillo y los minutos en el se hacían más largos ante la soledad y las pocas señales de vida que brindaba la noche —Bueno Hepzibah, bienvenida a París, mejor comienza a caminar antes de que seas presa para otro vampiro menos amigable y más hambriento-.
Tomo sus valijas de la forma en que logró acomodarse mejor, su torpeza corporal nunca le ayudaba cuando se trataba de cargar muchas cosas, caminó unos pasos más hasta que se topo con algo duro, pegando en su cabeza —Señor… Shadow ¿Es usted?— nadie le contesto, la figura con camuflaje, no le dio la cara, tampoco asintió —Este si es un fantasma- susurró alejándose lentamente de él.
Hepzibah Saray- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/07/2017
Re: El comienzo (Leviathán Shadow)
Dos cuchillas fueron en su búsqueda por el rojo carmín, arrojadas desde las sombras donde todo vi. Cayó al piso el cuerpo del incauto, mientras en el rostro de la mujer se dibujaba una mueca de pánico, incapaz de mirar quien había sido el responsable de tan sangriento acto, donde los filos en el pecho del malhechor penetraron.
Procure que la luz nocturna no me iluminara y que por el contrario las sombras me resguardaran, observe a la que sería mi compañera en esta sucia guerra, contemple su larga y rubia cabellera, sus ojos esforzándose por encontrarse con lo que fuera y para mayor diversión, un libro entre sus manos a modo de defensa. Hacia una temporada, si una larga caminata, que no salía de mi mente una fuerte carcajada, más de pronto recobre la cordura, recordando cada una ranuras por las que mi alma se esfumó a las alturas, fue, por esa misma diversión, por esa misma ternura que caí en el mundo de las penumbras, el mundo donde los muertos tienen que matar para seguir viendo la destrucción y el cambio de sus tiempos, donde tienen que conformarse con ser de la inquisición uno más de sus bravos perros, para sentirse liberados de los dones del diablo.
—Regla número uno si eres tu la trabajaras conmigo, nunca hables con gente de la que ni siquiera sabes si es tu amigo o enemigo— escuché de la chica un pequeño respingo, girándose finalmente para buscarme entre la oscuridad del puente parisino —Y regla número dos, un arma definitivamente no se traduce en un libro—.
Con estos odiosos sentidos podía escuchar sus apresurados latidos y la respiración exhalando del interior de su pánico repentino, que ni si quiera el aroma a lavanda que en su cabello portaba, lograba calmarla. Tal vez era porque mi voz resultó ser fuerte y clara, un hilo de misterio, quizás que ella detectara, era un susurro, era la mezcolanza de esta vida y la pasada.
No podía leer su mente pero lo adivinaba, ella sabía que estaba frente a un asesino y no le importaba y mucho menos entendía que si no me había visto la cara, podía llegar a ser uno igual a los que intentaron embaucarla, seguía a la espera de al sucediera y yo seguía intentando recuperar mi firmeza, pues mi mente aún se mantenía incrédula, seguía preguntándome si aquella muchacha tenía la capacidad que yo solicitaba, se veía joven e inexperta, una bibliotecaria que no alcanzaba a cumplir las expectativas que yo me había formulado en mi cabeza, podía ser una aprendiz que buscara experiencia o la hija de un inquisidor que tuviera influencias, en cualquier caso, no terminaba por tener confianza en ella.
De hecho yo ya no me fiaba de nadie, me aislado de manera determinante durante un tiempo considerable, me había convertido en lo que más odiaba y me repudiaba, me recriminaba al tomar la daga de plata pero no tener el valor suficiente para en mi clavarla, siempre fracasaba, ¿Como diablos pude tener la valentía para enfrentar al fantasma y no mantenerla para acabar con mi alma?.
Me oculté en algo más que mi máscara, me oculté en la penumbra, en la sangre y la soledad, el aislamiento eterno en el que prefería estar. Después de días meses, había aceptado la ayuda de una persona astuta, pero nunca pensé me enviarán a una niña que lucía tan frágil como para sufrir una fractura o una muerte prematura en combate o durante el día, si los que buscábamos nos encontraban y no podía cuidarle.
Procure que la luz nocturna no me iluminara y que por el contrario las sombras me resguardaran, observe a la que sería mi compañera en esta sucia guerra, contemple su larga y rubia cabellera, sus ojos esforzándose por encontrarse con lo que fuera y para mayor diversión, un libro entre sus manos a modo de defensa. Hacia una temporada, si una larga caminata, que no salía de mi mente una fuerte carcajada, más de pronto recobre la cordura, recordando cada una ranuras por las que mi alma se esfumó a las alturas, fue, por esa misma diversión, por esa misma ternura que caí en el mundo de las penumbras, el mundo donde los muertos tienen que matar para seguir viendo la destrucción y el cambio de sus tiempos, donde tienen que conformarse con ser de la inquisición uno más de sus bravos perros, para sentirse liberados de los dones del diablo.
—Regla número uno si eres tu la trabajaras conmigo, nunca hables con gente de la que ni siquiera sabes si es tu amigo o enemigo— escuché de la chica un pequeño respingo, girándose finalmente para buscarme entre la oscuridad del puente parisino —Y regla número dos, un arma definitivamente no se traduce en un libro—.
Con estos odiosos sentidos podía escuchar sus apresurados latidos y la respiración exhalando del interior de su pánico repentino, que ni si quiera el aroma a lavanda que en su cabello portaba, lograba calmarla. Tal vez era porque mi voz resultó ser fuerte y clara, un hilo de misterio, quizás que ella detectara, era un susurro, era la mezcolanza de esta vida y la pasada.
No podía leer su mente pero lo adivinaba, ella sabía que estaba frente a un asesino y no le importaba y mucho menos entendía que si no me había visto la cara, podía llegar a ser uno igual a los que intentaron embaucarla, seguía a la espera de al sucediera y yo seguía intentando recuperar mi firmeza, pues mi mente aún se mantenía incrédula, seguía preguntándome si aquella muchacha tenía la capacidad que yo solicitaba, se veía joven e inexperta, una bibliotecaria que no alcanzaba a cumplir las expectativas que yo me había formulado en mi cabeza, podía ser una aprendiz que buscara experiencia o la hija de un inquisidor que tuviera influencias, en cualquier caso, no terminaba por tener confianza en ella.
De hecho yo ya no me fiaba de nadie, me aislado de manera determinante durante un tiempo considerable, me había convertido en lo que más odiaba y me repudiaba, me recriminaba al tomar la daga de plata pero no tener el valor suficiente para en mi clavarla, siempre fracasaba, ¿Como diablos pude tener la valentía para enfrentar al fantasma y no mantenerla para acabar con mi alma?.
Me oculté en algo más que mi máscara, me oculté en la penumbra, en la sangre y la soledad, el aislamiento eterno en el que prefería estar. Después de días meses, había aceptado la ayuda de una persona astuta, pero nunca pensé me enviarán a una niña que lucía tan frágil como para sufrir una fractura o una muerte prematura en combate o durante el día, si los que buscábamos nos encontraban y no podía cuidarle.
Leviathán Shadow- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/10/2012
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Re: El comienzo (Leviathán Shadow)
No tenía buenos reflejos y había que reconocerlo, pero Hepzibah aún así pudo sentir como ambas cuchillas pasaron por cada uno de sus costados, rozando apenas con el viento un par de cabellos alborotados que nunca ha logrado controlar.
El cuerpo del hombre cayó en un costado del puente, estaba completamente inmóvil y con la mirada fija, sobraba decir o tan siquiera dar aviso a su rival inesperado que estaba muerto. Hepzibah nunca haba visto un cadáver tan cerca (bueno, creía que el ver los restos de su tía en un ataúd no contaban), se quedó inspeccionando con una mueca de pánico, dándose cuenta que no parecía un hombre común y corriente, su palidez era demasiado notoria y la chica dudaba que se tratase de la falta de sangre a su cuerpo ahora que había dejado este plano —¡Estuve hablando con un vampiro y no me di cuenta!- pensó, haciendo en su mente, algo parecido a un berrinche infantil, cuando la voz detrás de ella la estremeció completamente. La voz tan intrigante del sujeto resultó ser lo suficientemente potente para apagar sus sentidos de un solo golpe y callar sus pensamientos de tajo.
Sostuvo su libro con más fuerza entre sus brazos, había olvidado por completo que lo tenía como arma por precaución, pero ahora que veía dos cuchillas clavadas en el pecho de aquel extraño dudada que una obra de Shakespeare, en cuero y pasta dura pudieran serle útiles con semejante criatura. Se giro intentando encontrar en medio de toda esa espesa oscuridad a su futuro compañero sin mucho éxito, mientras escuchaba el comentario sobre el libro, de inmediato lo sostuvo detrás de ella, mientras, sin saber porque, los colores se le subieron al rostro.
— Ammm, bueno es que yo…- trato de explicarse, levantando su vista a la oscuridad de nuevo —Solo quería un par de indicaciones, para llegar a un hotel o algo y no andar cargando todas estas cosas, sobre todo, como no lo vi, pues yo creí que se le había olvidado o estaba por allí haciendo el tipo de cosas que hacen los inquisidores con más experiencia… que… yo- miro al piso, jugando de pronto con su zapato, que por la oscuridad y lo largo de la falda esmeralda no se podía distinguir que era color ocre —Además suelo ser algo… amigable, aunque no siempre traiga consecuencias muy buenas, como ya lo pudo ver- rió nerviosa.
Era increíble, pensaba ella, que sin haber visto al sujeto, le generará ese tipo de nerviosismo tan poco común ella y por alguna razón de pronto comprendió que la excentricidad de su persona sería el menor de sus problemas al trabajar junto al inquisidor, lo que en realidad le costaría dominar sería esa forma tan “comunicativa” de ser con todo el mundo.
—El libro- explicó ella —Es, supongo la única arma que tiene un bibliotecario, ¿Que otra cosa podría poseer un ratón de biblioteca como yo?- luego lo levantó poniéndolo frente suyo —Shakespeare puede que no haya sido un maestro en defensa personal, pero sus libros pesan lo suficiente para ser un arma que noquea a todo el mundo—.
La chica observó a su alrededor, con el libro tomado fuertemente entre sus manos, ¿Y si el no era Leviathán Shadow? —Una pregunta monseuir, ¿Puedo ver su cara?… esto hilando demasiadas cosas que pueden no ser- advirtió, sintiendo por un momento que estaba sola, ¿habría alucinado con esa voz?
El cuerpo del hombre cayó en un costado del puente, estaba completamente inmóvil y con la mirada fija, sobraba decir o tan siquiera dar aviso a su rival inesperado que estaba muerto. Hepzibah nunca haba visto un cadáver tan cerca (bueno, creía que el ver los restos de su tía en un ataúd no contaban), se quedó inspeccionando con una mueca de pánico, dándose cuenta que no parecía un hombre común y corriente, su palidez era demasiado notoria y la chica dudaba que se tratase de la falta de sangre a su cuerpo ahora que había dejado este plano —¡Estuve hablando con un vampiro y no me di cuenta!- pensó, haciendo en su mente, algo parecido a un berrinche infantil, cuando la voz detrás de ella la estremeció completamente. La voz tan intrigante del sujeto resultó ser lo suficientemente potente para apagar sus sentidos de un solo golpe y callar sus pensamientos de tajo.
Sostuvo su libro con más fuerza entre sus brazos, había olvidado por completo que lo tenía como arma por precaución, pero ahora que veía dos cuchillas clavadas en el pecho de aquel extraño dudada que una obra de Shakespeare, en cuero y pasta dura pudieran serle útiles con semejante criatura. Se giro intentando encontrar en medio de toda esa espesa oscuridad a su futuro compañero sin mucho éxito, mientras escuchaba el comentario sobre el libro, de inmediato lo sostuvo detrás de ella, mientras, sin saber porque, los colores se le subieron al rostro.
— Ammm, bueno es que yo…- trato de explicarse, levantando su vista a la oscuridad de nuevo —Solo quería un par de indicaciones, para llegar a un hotel o algo y no andar cargando todas estas cosas, sobre todo, como no lo vi, pues yo creí que se le había olvidado o estaba por allí haciendo el tipo de cosas que hacen los inquisidores con más experiencia… que… yo- miro al piso, jugando de pronto con su zapato, que por la oscuridad y lo largo de la falda esmeralda no se podía distinguir que era color ocre —Además suelo ser algo… amigable, aunque no siempre traiga consecuencias muy buenas, como ya lo pudo ver- rió nerviosa.
Era increíble, pensaba ella, que sin haber visto al sujeto, le generará ese tipo de nerviosismo tan poco común ella y por alguna razón de pronto comprendió que la excentricidad de su persona sería el menor de sus problemas al trabajar junto al inquisidor, lo que en realidad le costaría dominar sería esa forma tan “comunicativa” de ser con todo el mundo.
—El libro- explicó ella —Es, supongo la única arma que tiene un bibliotecario, ¿Que otra cosa podría poseer un ratón de biblioteca como yo?- luego lo levantó poniéndolo frente suyo —Shakespeare puede que no haya sido un maestro en defensa personal, pero sus libros pesan lo suficiente para ser un arma que noquea a todo el mundo—.
La chica observó a su alrededor, con el libro tomado fuertemente entre sus manos, ¿Y si el no era Leviathán Shadow? —Una pregunta monseuir, ¿Puedo ver su cara?… esto hilando demasiadas cosas que pueden no ser- advirtió, sintiendo por un momento que estaba sola, ¿habría alucinado con esa voz?
Hepzibah Saray- Inquisidor Clase Alta
- Mensajes : 9
Fecha de inscripción : 09/07/2017
Re: El comienzo (Leviathán Shadow)
—Quizás…. sobra preguntar si te hicieron daño ¿No es cierto ese dato?— declaraba mientras entre las sombras caminaba —Indudablemente yo recomendaría que fueras un poco más reservada y… si no es mucha molestia, tener en mi un poco de más confianza— entre la oscuridad declaraba —Puedo llegar a ser un monstruo, pero jamás olvido un compromiso que tenga previamente pactado, menos si se trata de algo que yo mismo solicité en el Vaticano— por alguna razón algo por dentro no estaba funcionando, es, como si algo por dentro me estuviese quemando, tal vez, la similitud, con aquel encuentro lejano con… tal vez estaba comparando demasiado, o seguir a ese viejo recuerdo aferrado… un recuerdo que creía enterrado, olvidado o borrado —Solicite un bibliotecario y eso mademoiselle jamás podría pasarlo por alto, menos cuando conviene a los intereses de lo que en este momento estoy involucrado, aunque para ser sincero creí que enviarían a o un caballero o alguien experimentado- trataba de calmar lo que parecía una especie de hartazgo, trataba de mantener el demonio que llevaba dentro controlado y por dentro sabía que a él me estaba pareciendo, porque el sufría de los mismos pensamientos que yo en ese momento.
—Dudo, que un libro pueda hacer algo contra un vampiro— un suspiro largo surgió de mis adentros —Por mucho que Shakespeare haya logrado escribir textos largos, eso cuando menos puede contra un ser humano pero no contra un demonio de cordero disfrazado— entonces observando, me di cuenta que su rostro estaba levemente de rojo coloreado — No actúes como si te estuviera regañando, no soy de esos locos maniacos, mucho menos un padre encolerizado, no estoy aquí para castigarte por lo que estés pensando o por lo que hayas intentado hacer para tratar de matarlo, solo vengo a llevarte a donde estarás a salvo, a donde has de estar ayudando— resople con cierto aire de enfado.
—Ahora- caminado despacio, poco a poco me fui acercando —Volviendo a tu extraña petición, debo suponer que de mi no te dieron descripción— el acento en mi voz aseveró —O… tu en creaste otra imagen de mi en la humana imaginación. En realidad no me interesa saber cual fue la razón, no soy quien para pedir al Vaticano haga una descripción y tampoco restringir la imaginación de los hombres es mi misión— deje que la luna jugará con su visión y al mis tiempo ayudara hacer sutil mi aparición, estaba consciente que su luz pálida al sombrero y la mitad de mi cuerpo apuntara aún sin revelar lo que llevaba por cara —Y a juzgar por tu oficio— retome la platica —Creatividad nunca te hace falta—. tome una breve pausa —Usualmente comienzo mi presentación con el nombre, pero eso por lo menos es lo que debieron decirte en la inquisición que sirve al representante de la iglesia del hombre, así que me saltaré mi vieja costumbre, lo mismo que la facción a la que pertenezco— poco a poco iba dejando de lado el misterio —Baja el libro que no soy tu enemigo, tienes que seguir mis ordenes porque ya estas en servicio— dio un paso al frente, justo al lado de mi curiosa compañera aparentemente —Aquí esta la respuesta a tu pedido urgente, la cara nunca podrás verme, porque no tengo un rostro, simple y sencillamente- la palidez de la máscara se hizo presente ante los ojos de adolescente, esperando un golpe con libro probablemente.
—Dudo, que un libro pueda hacer algo contra un vampiro— un suspiro largo surgió de mis adentros —Por mucho que Shakespeare haya logrado escribir textos largos, eso cuando menos puede contra un ser humano pero no contra un demonio de cordero disfrazado— entonces observando, me di cuenta que su rostro estaba levemente de rojo coloreado — No actúes como si te estuviera regañando, no soy de esos locos maniacos, mucho menos un padre encolerizado, no estoy aquí para castigarte por lo que estés pensando o por lo que hayas intentado hacer para tratar de matarlo, solo vengo a llevarte a donde estarás a salvo, a donde has de estar ayudando— resople con cierto aire de enfado.
—Ahora- caminado despacio, poco a poco me fui acercando —Volviendo a tu extraña petición, debo suponer que de mi no te dieron descripción— el acento en mi voz aseveró —O… tu en creaste otra imagen de mi en la humana imaginación. En realidad no me interesa saber cual fue la razón, no soy quien para pedir al Vaticano haga una descripción y tampoco restringir la imaginación de los hombres es mi misión— deje que la luna jugará con su visión y al mis tiempo ayudara hacer sutil mi aparición, estaba consciente que su luz pálida al sombrero y la mitad de mi cuerpo apuntara aún sin revelar lo que llevaba por cara —Y a juzgar por tu oficio— retome la platica —Creatividad nunca te hace falta—. tome una breve pausa —Usualmente comienzo mi presentación con el nombre, pero eso por lo menos es lo que debieron decirte en la inquisición que sirve al representante de la iglesia del hombre, así que me saltaré mi vieja costumbre, lo mismo que la facción a la que pertenezco— poco a poco iba dejando de lado el misterio —Baja el libro que no soy tu enemigo, tienes que seguir mis ordenes porque ya estas en servicio— dio un paso al frente, justo al lado de mi curiosa compañera aparentemente —Aquí esta la respuesta a tu pedido urgente, la cara nunca podrás verme, porque no tengo un rostro, simple y sencillamente- la palidez de la máscara se hizo presente ante los ojos de adolescente, esperando un golpe con libro probablemente.
Leviathán Shadow- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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