AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Las lágrimas de la luna (Leviathán Shadow)
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Las lágrimas de la luna (Leviathán Shadow)
Aquella noche Darkness había salido a recorrer la ciudad con mi padre y Aramis con objeto de la nueva Orden que se estaba fundando dentro del mismo ceno de la ciudad parisina; por lo tanto eso significaba que esta noche me vería obligada a salir a solas como hace tiempo que no lo hacía, al menos no, desde que Alessandro había muerto y Los Eternos se habían agazapado en contra de los caídos.
Calculaba que era más de media noche cuando salí del castillo en busca de un poco de sangre que me mantuviera despierta y con la suficiente fuerza para el plan que trace justo para que esa noche se fuera lo más rápido posible, supongo que me había acostumbrado demasiado a la compañía de Darkness, a pesar de toda su seriedad a cuestas, debía admitir que tenía más creatividad que yo para trazar una actividad distinta cada noche y combatir así la monotonía que al final todo lo destruye.
La ceguera ya no era un estorbo ni un impedimento, en realidad era una enorme ventaja para que el resto de los sentidos se agudizaran hasta niveles que ni yo misma sospechaba, me encantaba poder oír mucho más allá de lo que las paredes tratan de cubrir, pensamientos al aire, declaraciones falsas, malicia tras el disfraz de la palabra, el ingenio detrás de aquel que escribe hasta altas horas de la madrugada alimentando la esperanza de que su escrito será del agrado de propios extraños. Otros más rezan, lloran… imploran la muerte porque la vida ya no les es suficiente, pensaba que quizás yo era una de ellos en su momento y cuantos vampiros como yo, me habrían escuchado, cuantos de ellos habían pensado en cumplir el deseo de mi muerte para nutrir su vida, pero que al igual que yo, pensaron después de un momento que esas no eran precisamente las victimas que les divertían.
Yo buscaba en realidad delincuentes, personas que estaban agonizando por las calles de París a falta de una oportunidad monetaria, a falta del destino, de Dios o de la suerte, aquellos que verdaderamente necesitaban ser enviados al paraíso porque de ello era, esos pobres infelices que tras la riqueza mal repartida a unos cuentos ni siquiera las migajas bastaron para satisfacer su apetito, por todas ellas acudía la muerte ciega. Esa muerte que aprendió con ayuda de una más antigua que se podía brindar un desenlace decente, un movimiento sutil que en vez de armar un revuelo a la mañana siguiente en los periódicos, sirviera para abrir las sospechas de que fallecía al quedarse dormida, era, según los propios términos de Darkness “una muerte limpia”.
Eran al menos las tres de mañana cuando me hallaba en esa labor, estaba en el callejón donde pretendía empezar mi recorrido por lo que fuera los lugares que significaron mi pasado, mismo que se rompió con la llegada del sincretismo del presente y de las experiencias más amargas con las que pude contar.
Cuando la última gota de la sangre del pordiosero resbaló por mi garganta supe que era el momento de comenzar, tenía la fuerza y el tiempo suficiente y medido. En medio del silencio que se crea cuando ya no hay vida, levante la vista cubierta de neblina blanca permitiéndome observar apenas un resquicio del color desvencijado de los muros que rodeaban al callejón, creo que en aquel apuro donde alguien me rescató no pude siquiera ver lo que me rodeaba a consciencia.
Aquí había sido el lugar donde le había conocido, aquí era donde en verdad, mi vida empezó a cambiar sin tregua al tiempo, para que yo pudiera comprender en lo que me había metido, en el papel firmado con sangre que le había regalado a The Phantom y que le había brindado a Leviathán, fue después de este bendito o maldito callejón —No sé como decirlo- que descubrí que quién creía mi familia me habían abandonado a mi suerte, fue aquí donde dicidi retar al fantasma del teatro para buscar mi fatídico desenlace que en ese entonces deseaba con tanto ímpetu y ahora aborrezco.
Las imágenes pasaban a una velocidad que lograban hacer que todo mi alrededor diera vueltas y vueltas hasta que un ruido a mis espaldas pudo hacer aterrizar en tierra firme, tomando sigilosamente una guardia que diera tiempo a otra estrategia de ser necesario.
—Si no te hubiese conocido cuando humano y con todas tus tácticas, pesaría que fue el mismo The Phantom quién te entrenó- dije sin darle la cara —O quizás pensaría que eres él— pero el hombre tras de mi no respondió, solo podía escuchar el ritmo de su respiración, acompasado y tranquilo como era su vieja costumbre —¿Vienes a matarme de una buena vez? ¿A buscar la venganza?- gire sobre mis pies, la impresión borrosa de su máscara limpia y reparada dando la imagen pulcra del que conocí por poco logra conmocionarme, su capa y su traje negro impecable, las armas a los lados, esas benditas dagas de plata que brillaban con la luz de la luna que bañaba a medias su cuerpo estático frente de mí, esa mirada detrás de la máscara que una noche conocí sabía que estaba clavada en la mía -¿Leviathán?— ¿era posible tal vez? ¿Era posible que el antiguo Leviathán regresará de la tumba? ¿O era mi imaginación traviesa la que una u otra forma lo pintaba con su impecable traje de cazador?
Calculaba que era más de media noche cuando salí del castillo en busca de un poco de sangre que me mantuviera despierta y con la suficiente fuerza para el plan que trace justo para que esa noche se fuera lo más rápido posible, supongo que me había acostumbrado demasiado a la compañía de Darkness, a pesar de toda su seriedad a cuestas, debía admitir que tenía más creatividad que yo para trazar una actividad distinta cada noche y combatir así la monotonía que al final todo lo destruye.
La ceguera ya no era un estorbo ni un impedimento, en realidad era una enorme ventaja para que el resto de los sentidos se agudizaran hasta niveles que ni yo misma sospechaba, me encantaba poder oír mucho más allá de lo que las paredes tratan de cubrir, pensamientos al aire, declaraciones falsas, malicia tras el disfraz de la palabra, el ingenio detrás de aquel que escribe hasta altas horas de la madrugada alimentando la esperanza de que su escrito será del agrado de propios extraños. Otros más rezan, lloran… imploran la muerte porque la vida ya no les es suficiente, pensaba que quizás yo era una de ellos en su momento y cuantos vampiros como yo, me habrían escuchado, cuantos de ellos habían pensado en cumplir el deseo de mi muerte para nutrir su vida, pero que al igual que yo, pensaron después de un momento que esas no eran precisamente las victimas que les divertían.
Yo buscaba en realidad delincuentes, personas que estaban agonizando por las calles de París a falta de una oportunidad monetaria, a falta del destino, de Dios o de la suerte, aquellos que verdaderamente necesitaban ser enviados al paraíso porque de ello era, esos pobres infelices que tras la riqueza mal repartida a unos cuentos ni siquiera las migajas bastaron para satisfacer su apetito, por todas ellas acudía la muerte ciega. Esa muerte que aprendió con ayuda de una más antigua que se podía brindar un desenlace decente, un movimiento sutil que en vez de armar un revuelo a la mañana siguiente en los periódicos, sirviera para abrir las sospechas de que fallecía al quedarse dormida, era, según los propios términos de Darkness “una muerte limpia”.
Eran al menos las tres de mañana cuando me hallaba en esa labor, estaba en el callejón donde pretendía empezar mi recorrido por lo que fuera los lugares que significaron mi pasado, mismo que se rompió con la llegada del sincretismo del presente y de las experiencias más amargas con las que pude contar.
Cuando la última gota de la sangre del pordiosero resbaló por mi garganta supe que era el momento de comenzar, tenía la fuerza y el tiempo suficiente y medido. En medio del silencio que se crea cuando ya no hay vida, levante la vista cubierta de neblina blanca permitiéndome observar apenas un resquicio del color desvencijado de los muros que rodeaban al callejón, creo que en aquel apuro donde alguien me rescató no pude siquiera ver lo que me rodeaba a consciencia.
Aquí había sido el lugar donde le había conocido, aquí era donde en verdad, mi vida empezó a cambiar sin tregua al tiempo, para que yo pudiera comprender en lo que me había metido, en el papel firmado con sangre que le había regalado a The Phantom y que le había brindado a Leviathán, fue después de este bendito o maldito callejón —No sé como decirlo- que descubrí que quién creía mi familia me habían abandonado a mi suerte, fue aquí donde dicidi retar al fantasma del teatro para buscar mi fatídico desenlace que en ese entonces deseaba con tanto ímpetu y ahora aborrezco.
Las imágenes pasaban a una velocidad que lograban hacer que todo mi alrededor diera vueltas y vueltas hasta que un ruido a mis espaldas pudo hacer aterrizar en tierra firme, tomando sigilosamente una guardia que diera tiempo a otra estrategia de ser necesario.
—Si no te hubiese conocido cuando humano y con todas tus tácticas, pesaría que fue el mismo The Phantom quién te entrenó- dije sin darle la cara —O quizás pensaría que eres él— pero el hombre tras de mi no respondió, solo podía escuchar el ritmo de su respiración, acompasado y tranquilo como era su vieja costumbre —¿Vienes a matarme de una buena vez? ¿A buscar la venganza?- gire sobre mis pies, la impresión borrosa de su máscara limpia y reparada dando la imagen pulcra del que conocí por poco logra conmocionarme, su capa y su traje negro impecable, las armas a los lados, esas benditas dagas de plata que brillaban con la luz de la luna que bañaba a medias su cuerpo estático frente de mí, esa mirada detrás de la máscara que una noche conocí sabía que estaba clavada en la mía -¿Leviathán?— ¿era posible tal vez? ¿Era posible que el antiguo Leviathán regresará de la tumba? ¿O era mi imaginación traviesa la que una u otra forma lo pintaba con su impecable traje de cazador?
Montserrat Vasari- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 15/06/2011
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Re: Las lágrimas de la luna (Leviathán Shadow)
—Alguna vez te dije que era el fantasma de las navidades pasadas- dijo el alma detrás de la máscara —Es curioso- prosiguió la conciencia condenada —Que nos encontremos nuevamente aquí, bajo la luz de la luna plateada, la misma que nos acompañó durante nuestra primera y extraña velada— sentenció acomodándose su negra capa que iba cubriendo su rastro a cada paso que daba.
Leviathán sentía que volvía a la vida, aunque no de la forma en la que él esperaría, habían pasado muchas cosas desde su misteriosa partida cuando ni el mismo sabía lo que quería, cuando la venganza el rencor por dentro lo carcomía, cuando más confundido se sentía. La máscara había vuelto a su sitio, su “rostro volvía a ser limpio, el color negro de sus ropajes resultaba impecable resaltando su figura y del cazador de antes, aquel elegante linaje.
Observó a la vampiresa desde aquella falsa barrera, detrás de los hoyuelos de la máscara su mirada permanecía sobre ella clavada y él sospechaba que ella lo imaginaba, la imaginación al final fue lo único que logró sustituir sus pupilas apagadas -The Phantom— retomó la palabra, respirando de manera acompasada entre cada letra pronunciada —No sé, si esto… lo debo de tomar como un halago o una provocación mal lograda mi estimada dama- movió sus manos debajo de la capa, aún en él caba la duda si eran las dagas las que buscaba —Lo que si sé con certeza es que el que me hizo es mi propia vergüenza, el vampiro que buscaba exterminar con crudeza se volvió en un terrible pasado que pesa- asintió con vehemencia —No puedo hacer nada para cambiar aquello- dijo el vampiro girando sobre sus pies y contemplando de los cadáveres su cuello —Créeme cuando te digo que he reflexionado sobre eso-.
Dejó a la vampiresa, esa joven simpática y bella que alguna vez amo y deseo que su cariño correspondiera, sus ojos recorrieron su siempre negra vestimenta, repasaron sus caderas y después se posaron en las pupilas que fingían seguirlo a cada paso que diera —Darkness te ha enseñado unas excelentes técnicas, cualquiera que te viera dudaría que eres ciega— dijo contemplando la escena que bajo sus pies parecía bella: Dos pordioseros de ropa gastada y vieja parecían estar dormidos plácidamente en la antigua callejuela, era como si el hambre se los hubiera llevado, en vez de un vampiro cruel y sanguinario, en vez de un antiguo o una principiante como era el caso —Hasta esto te ha enseñado el vampiro que muchos otros como tu ha asesinado, ¡Vaya que el destino es inesperado! ¿No es así? — mientras terminaba de decir, se puso de rodillas para contemplar a las personas que por otra habían perdido la vida—Fue en este callejón donde yo te salve de morir de esta manera tan atroz- susurró y luego su silencio imperó.
Acarició con la tela de su guante la piel fría de esos infelices habitantes y pronto se los imaginó como dos espíritus errantes que se alejaban a pasos gigantes, desconcertados o quizás sin enterarse que habían perecido instantes antes, que estaban, tan condenados como su propio atacante a vivir siglos en una tierra de carácter inestable, a las épocas que parecían siempre mostrarse caprichosas y cambiantes.
—Dime Montserrat- desdeñoso parecía su tono de voz al hablar —¿Cuantas veces fueron las que te salve la vida? ¿Cuantas veces arriesgue por ti la mía?- detrás de la máscara se dibujaba una extraña y deformada sonrisa —¿Crees que después de todo eso por una simple venganza soy capaz mandar al infierno de una buena vez a esta alma condenada?— suspiró —¿Tanto es lo que me parezco al fantasma?-.
Leviathán sentía que volvía a la vida, aunque no de la forma en la que él esperaría, habían pasado muchas cosas desde su misteriosa partida cuando ni el mismo sabía lo que quería, cuando la venganza el rencor por dentro lo carcomía, cuando más confundido se sentía. La máscara había vuelto a su sitio, su “rostro volvía a ser limpio, el color negro de sus ropajes resultaba impecable resaltando su figura y del cazador de antes, aquel elegante linaje.
Observó a la vampiresa desde aquella falsa barrera, detrás de los hoyuelos de la máscara su mirada permanecía sobre ella clavada y él sospechaba que ella lo imaginaba, la imaginación al final fue lo único que logró sustituir sus pupilas apagadas -The Phantom— retomó la palabra, respirando de manera acompasada entre cada letra pronunciada —No sé, si esto… lo debo de tomar como un halago o una provocación mal lograda mi estimada dama- movió sus manos debajo de la capa, aún en él caba la duda si eran las dagas las que buscaba —Lo que si sé con certeza es que el que me hizo es mi propia vergüenza, el vampiro que buscaba exterminar con crudeza se volvió en un terrible pasado que pesa- asintió con vehemencia —No puedo hacer nada para cambiar aquello- dijo el vampiro girando sobre sus pies y contemplando de los cadáveres su cuello —Créeme cuando te digo que he reflexionado sobre eso-.
Dejó a la vampiresa, esa joven simpática y bella que alguna vez amo y deseo que su cariño correspondiera, sus ojos recorrieron su siempre negra vestimenta, repasaron sus caderas y después se posaron en las pupilas que fingían seguirlo a cada paso que diera —Darkness te ha enseñado unas excelentes técnicas, cualquiera que te viera dudaría que eres ciega— dijo contemplando la escena que bajo sus pies parecía bella: Dos pordioseros de ropa gastada y vieja parecían estar dormidos plácidamente en la antigua callejuela, era como si el hambre se los hubiera llevado, en vez de un vampiro cruel y sanguinario, en vez de un antiguo o una principiante como era el caso —Hasta esto te ha enseñado el vampiro que muchos otros como tu ha asesinado, ¡Vaya que el destino es inesperado! ¿No es así? — mientras terminaba de decir, se puso de rodillas para contemplar a las personas que por otra habían perdido la vida—Fue en este callejón donde yo te salve de morir de esta manera tan atroz- susurró y luego su silencio imperó.
Acarició con la tela de su guante la piel fría de esos infelices habitantes y pronto se los imaginó como dos espíritus errantes que se alejaban a pasos gigantes, desconcertados o quizás sin enterarse que habían perecido instantes antes, que estaban, tan condenados como su propio atacante a vivir siglos en una tierra de carácter inestable, a las épocas que parecían siempre mostrarse caprichosas y cambiantes.
—Dime Montserrat- desdeñoso parecía su tono de voz al hablar —¿Cuantas veces fueron las que te salve la vida? ¿Cuantas veces arriesgue por ti la mía?- detrás de la máscara se dibujaba una extraña y deformada sonrisa —¿Crees que después de todo eso por una simple venganza soy capaz mandar al infierno de una buena vez a esta alma condenada?— suspiró —¿Tanto es lo que me parezco al fantasma?-.
Leviathán Shadow- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Las lágrimas de la luna (Leviathán Shadow)
Escuche atentamente, armándome de paciencia antes de poder responder con la cordura —Te voy a suplicar, si es que en ti aún sobra compasión que no metas a Darkness en esto- la mancha borrosa blanca frente a mis ojos permaneció inmóvil, no replicó ni siquiera discutió cual era su costumbre cuando aún estaba con él en la Galería de las sombras —Pero si tanta es tu curiosidad- continue a la defensiva —Él me ha enseñado más de lo que pude haber imaginado Leviathán, los antiguos a al menos, aquellos que él tiempo no podido lograr enloquecerlos tienen mucho que ofrecer. Puede que Darkness haya asesinado a gente como yo— asentí con fervor —Pero comprendo que así como otros se han enfrentado a un vampiro tan peligroso como The Phantom y tuvieron sus motivos, él también los tuvo ¿Me entiendes?— pero él continuó sin responder y aunque tuve que hacer de lado suposiciones que me dejaba a la imaginación su máscara preferí pensar que seguía allí, ideando una forma inteligente de asesinarme, ¿Porque otra razón estaría allí? ¿Para desearme las buenas noches?
Retrocedí unos pasos, volví la mirada de un lado a otro, tratando con lo poco que tenía en campo de visión reconstruir la escena como pretendía, el momento vino a mi poco a poco, las primeras palabras que cruzamos los dos, mi mirada intrigada y asustada sumergida en su máscara, él tan galante y jovial, con un toque de humor entre sus frases, entre su presentación.
—Si aquí fue donde ambos nos conocimos, aún queda develar el misterio si en realidad esto fue para bien o para mal- asentí, inspirando —Yo era entonces, una neófita asustada, que quizás estuvo ciega toda su vida, buscando hasta cierto punto la muerte con un fervor como no he conocido a nadie más. Te he de confesar Leviathán, que por un momento serías tu el que matarías después de todo— me encogí de hombros, aún con la imagen viva del recuerdo en mi mente —Era ingenua en todo, menos en los peligros que podían exterminar a un vampiro, conocía a los cazadores a leguas y tu eras uno de ellos, lo veía y al hacerlo no entendía entonces porque me habías perdonado la vida— sonreí -Eso fue hasta que descubrí como nos habías envuelto en una telaraña donde todos los que conocía y aquellos que tu reclutaste estábamos destinados a ser afiles y soldados en una ajedrez hecho con la sangre tuya que The Phantom había derramado sobre la madera—.
Guarde silencio como lo había hecho minutos antes, era un silencio tan profundo y sepulcral que cualquiera que viera la escena desde afuera, pensaría que estábamos rezando por los cadáveres que estaban frente a nosotros, con esa apariencia pálida y consumida por el hambre y el frío, por la falta de sangre en su interior, acariciando débilmente el interior de las venas —Y quizás con esto pueda responder a tu siguiente pregunta. Muchas veces me salvaste lo vida no he de negarlo, como tampoco he de rechazar que te pague con la moneda equivocada sin querer, pero de las veces en que salvaste mi vida poniendo en riesgo la tuya ¿cuantas fueron sinceras y cuantas otras fueron en pro de tus proyectos e ideales?- guarde silencio una vez más tomando flor suficiente para decir el resto que me quedaba —De la misma manera que permito cuestionar ¿Porque no pensar que vienes en busca de venganza, cuando fue por mi culpa que llevas esa máscara permanentemente? ¿Que desde el tiempo que llevaste encerrado en tu habitación no pensaste en una forma de revancha contra de mí, contra de los que fallamos durante la guerra de las dos máscaras de la noche?- suspiré —Después de todo fue por nosotros que al final hayas terminado convertido en eso. Necesitabas planear como cuando The Phantom te lastimó, te fuiste igual que aquella vez por un largo tiempo y ahora regresas buscando encontrarme sin Darkness para que sea la primera en caer, tu tono desdeñoso lo dice todo—.
Cuando desperté desde mi ensueño del pasado, él había desaparecido, no era la bruma de mis ojos ni la oscuridad permanente en ellos -¿Y así te atreves a decir que no eres parecido a tu creador?, ¡Te escondes en la oscuridad como él, pero ahora yo no te tengo miedo!- exclamé.
Retrocedí unos pasos, volví la mirada de un lado a otro, tratando con lo poco que tenía en campo de visión reconstruir la escena como pretendía, el momento vino a mi poco a poco, las primeras palabras que cruzamos los dos, mi mirada intrigada y asustada sumergida en su máscara, él tan galante y jovial, con un toque de humor entre sus frases, entre su presentación.
—Si aquí fue donde ambos nos conocimos, aún queda develar el misterio si en realidad esto fue para bien o para mal- asentí, inspirando —Yo era entonces, una neófita asustada, que quizás estuvo ciega toda su vida, buscando hasta cierto punto la muerte con un fervor como no he conocido a nadie más. Te he de confesar Leviathán, que por un momento serías tu el que matarías después de todo— me encogí de hombros, aún con la imagen viva del recuerdo en mi mente —Era ingenua en todo, menos en los peligros que podían exterminar a un vampiro, conocía a los cazadores a leguas y tu eras uno de ellos, lo veía y al hacerlo no entendía entonces porque me habías perdonado la vida— sonreí -Eso fue hasta que descubrí como nos habías envuelto en una telaraña donde todos los que conocía y aquellos que tu reclutaste estábamos destinados a ser afiles y soldados en una ajedrez hecho con la sangre tuya que The Phantom había derramado sobre la madera—.
Guarde silencio como lo había hecho minutos antes, era un silencio tan profundo y sepulcral que cualquiera que viera la escena desde afuera, pensaría que estábamos rezando por los cadáveres que estaban frente a nosotros, con esa apariencia pálida y consumida por el hambre y el frío, por la falta de sangre en su interior, acariciando débilmente el interior de las venas —Y quizás con esto pueda responder a tu siguiente pregunta. Muchas veces me salvaste lo vida no he de negarlo, como tampoco he de rechazar que te pague con la moneda equivocada sin querer, pero de las veces en que salvaste mi vida poniendo en riesgo la tuya ¿cuantas fueron sinceras y cuantas otras fueron en pro de tus proyectos e ideales?- guarde silencio una vez más tomando flor suficiente para decir el resto que me quedaba —De la misma manera que permito cuestionar ¿Porque no pensar que vienes en busca de venganza, cuando fue por mi culpa que llevas esa máscara permanentemente? ¿Que desde el tiempo que llevaste encerrado en tu habitación no pensaste en una forma de revancha contra de mí, contra de los que fallamos durante la guerra de las dos máscaras de la noche?- suspiré —Después de todo fue por nosotros que al final hayas terminado convertido en eso. Necesitabas planear como cuando The Phantom te lastimó, te fuiste igual que aquella vez por un largo tiempo y ahora regresas buscando encontrarme sin Darkness para que sea la primera en caer, tu tono desdeñoso lo dice todo—.
Cuando desperté desde mi ensueño del pasado, él había desaparecido, no era la bruma de mis ojos ni la oscuridad permanente en ellos -¿Y así te atreves a decir que no eres parecido a tu creador?, ¡Te escondes en la oscuridad como él, pero ahora yo no te tengo miedo!- exclamé.
Montserrat Vasari- Vampiro Clase Media
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Re: Las lágrimas de la luna (Leviathán Shadow)
Y era entre las sombras donde escondía los fragmentos de su alma rota, era allí donde se convertía en la bestia depredadora, era allí donde se convertía en lo que él menos quería… era la imagen del fantasma, solo que con otra máscara - ¿Tanto es que lo amas?- preguntó el alma condenada -¿Tanto amas al creador de nuestras desgracias? Amas al creador y odias al creado fantasma…- asintió, dirigiéndose a la muchacha que a pesar de su ceguera, a pesar hallarse en desventaja y descubierta, permanecía de pie y dispuesta a la guerra.
-¿No contestas nada?- cuestiono al ver que el silencio reinaba, al contemplar tras sus ojos la figura tenue de la muchacha –Primero tenías el valor de gritarme cosas a la máscara y ahora que he desaparecido entre estas malditas sombras no te atreves a abrir la boca. Que puedo decirte Montserrat, sino más que la verdad- un sutil sonido de calma en su voz empezó a reinar –Más debes entender que no te estoy juzgando, lo que aún no entiendes es que ante mi ausencia a todos he perdonado… pero por algunos otros de los que fueron mis soldados me siento traicionado- entrecerró los ojos aquel enmascarado, de ropajes oscuros ataviados –De algunos aun no entiendo sus actos…- susurró antes de permanecer de lado, redirigiendo sus pasos hacia otro lado, hacia otro lugar donde la luz de la luna no pudiera tocarlo, donde la máscara cubría a la máscara.
-Ya que a nada respondes… recordemos aquella noche entonces, donde tu camino y el mío se juntaron por las vicisitudes del destino- asintió el ahora vampiro, desenvaino a su arma, afilada como la espada y solo entre las sombras contempló a la joven tratando de disimular la alarma — En aquella vez te dije que el único veredicto era la venganza, aquella que había de devolver la esperanza… esperanza que se mantiene nueva por su valor y veracidad y de reivindicar a los vigilantes y virtuosos- poco a poco el enmascarado se fue acercando sigiloso —Yo te dije eso en aquel año penoso, en aquel año en que creí que vencería al demonio, ese mismo año en que desenvainé el arma para proteger a un ser confuso y temeroso— dijo presuntuoso —Yo trataba de cuidar mi puerta al infierno, trate de proteger mi puerta al mismo averno sin saberlo, eso hice Montserrat y de nada me arrepiento— exhaló con inspirado acento -Lo que es cierto es que hay que vencer el ciclo con lo viejo y hacer algo nuevo, dejar al pasado y darle la bienvenida al futuro incierto- el arma finalmente asomo su brillo letal por detrás de la figura espectral de la joven inmortal —La única forma que yo conozco es mediante un ritual donde la muerte se le invita a pasar— amenazó el demonio enmascarado, aquel que aún en su discurso ansiaba volver a ser mortal.
-¿No contestas nada?- cuestiono al ver que el silencio reinaba, al contemplar tras sus ojos la figura tenue de la muchacha –Primero tenías el valor de gritarme cosas a la máscara y ahora que he desaparecido entre estas malditas sombras no te atreves a abrir la boca. Que puedo decirte Montserrat, sino más que la verdad- un sutil sonido de calma en su voz empezó a reinar –Más debes entender que no te estoy juzgando, lo que aún no entiendes es que ante mi ausencia a todos he perdonado… pero por algunos otros de los que fueron mis soldados me siento traicionado- entrecerró los ojos aquel enmascarado, de ropajes oscuros ataviados –De algunos aun no entiendo sus actos…- susurró antes de permanecer de lado, redirigiendo sus pasos hacia otro lado, hacia otro lugar donde la luz de la luna no pudiera tocarlo, donde la máscara cubría a la máscara.
-Ya que a nada respondes… recordemos aquella noche entonces, donde tu camino y el mío se juntaron por las vicisitudes del destino- asintió el ahora vampiro, desenvaino a su arma, afilada como la espada y solo entre las sombras contempló a la joven tratando de disimular la alarma — En aquella vez te dije que el único veredicto era la venganza, aquella que había de devolver la esperanza… esperanza que se mantiene nueva por su valor y veracidad y de reivindicar a los vigilantes y virtuosos- poco a poco el enmascarado se fue acercando sigiloso —Yo te dije eso en aquel año penoso, en aquel año en que creí que vencería al demonio, ese mismo año en que desenvainé el arma para proteger a un ser confuso y temeroso— dijo presuntuoso —Yo trataba de cuidar mi puerta al infierno, trate de proteger mi puerta al mismo averno sin saberlo, eso hice Montserrat y de nada me arrepiento— exhaló con inspirado acento -Lo que es cierto es que hay que vencer el ciclo con lo viejo y hacer algo nuevo, dejar al pasado y darle la bienvenida al futuro incierto- el arma finalmente asomo su brillo letal por detrás de la figura espectral de la joven inmortal —La única forma que yo conozco es mediante un ritual donde la muerte se le invita a pasar— amenazó el demonio enmascarado, aquel que aún en su discurso ansiaba volver a ser mortal.
Leviathán Shadow- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Las lágrimas de la luna (Leviathán Shadow)
—¿Que quieres que te responda?- dije en medio de la oscuridad de las sombras y la propia de mis ojos — ¿Acaso quieres que te responda lo que desearías escuchar? No Leviathán, ya no más- mi voz se escuchaba fuerte y clara, no existía ninguna duda, al menos estaba actuando demasiado bien mi desconcierto, mi miedo, lo conocía y a pesar de que puede representar el lado contrario del fantasma, sé que cuando es provocado es igual en mayor o menor medida que él —Yo amo al creador, si… lo adoro, porque a pesar de todo esta conmigo, él no me utiliza como otros en su momento lo hicieron- negué con la cabeza -Él no me ve como un enlace al enemigo, como un arma de guerra, no me culpa de su desdicha, no me castiga con su indiferencia, simple y sencillo no es como tu— gire mi cuerpo en una nueva dirección, esperando que en algún momento una mancha blanca y lechosa apareciera ante mi vista débil —Tampoco es como Alessandro, no es como Stefano, él nunca me ha abandonado y por mucho que se le dificulte me ha demostrado y me ha dicho cuanto es lo que ama, algo que ninguno de los otros dos hizo, pero por los que me atrevería a batirme contigo… si buscas un motivo para enfrentarte, ya lo tienes… fue por ti que ellos murieron… ¡Fue únicamente por ti!-.
Nadie contestó, ni siquiera se apareció —Y dices que yo soy la cobarde- reí con ironía -Tienes que reconocer que ni siquiera debiste haberlo llamado, jamás debiste haberle advertido a mi Alessandro que estaba metida en problemas o quizás…- me detuve al sentir en mi cabeza una sutil idea de sospecha -Quizás sabías que él daría la vida por mi…-¡Lo sabías!- reproche con furia —¡Claro, porque tu tenias todo planeado, porque no pensar que eso también!-. De pronto se escuchó en el ambiente lo que parecía ser el sonido agitado de su respiración proveniente de detrás de la máscara, mis piernas parecieron sincronizar su temblor de inmediato, intente controlarlo, intente mantenerme tranquila y sin embargo los párpados no obedecieron a la razón, cerrándose y delatando un poco del pánico que empezaba a invadirme con avidez y desespero.
-Eso me lleva a pensar que a ti y al creado fantasma no les tengo otra cosa más que lástima, su propio coraje, su dolor, el rechazo y la derrota los han hecho lo que son, los han convertido en dos monstruos que al final siguieron en el abismo de la amargura, ese abismo que no les permite ver cuantas vidas arrancan, cuantos caminos destruyen por intentar sentirse vivos- asentí amargamente —A The Phantom lo admiraba pese a todo y a ti llegue a amarte, si, sentía lo mismo que tú y probablemente pude haberte correspondido, pero ahora todo lo que siento por ti es odio y una profunda lástima Leviathán—.
Cerré los puños, abrí los ojos y mi silencio no fue más que la respuesta a mi resignación —Creo a intuir a que te refieres al mencionar aquella noche en el que ahora no sé si maldecir o bendecir nuestro encuentro, pero anda… inténtalo, no esta Darkness para defenderme, estoy ciega también, anda, termina lo que querías hacer ese día… vamos ¡Asesino!-.
Nadie contestó, ni siquiera se apareció —Y dices que yo soy la cobarde- reí con ironía -Tienes que reconocer que ni siquiera debiste haberlo llamado, jamás debiste haberle advertido a mi Alessandro que estaba metida en problemas o quizás…- me detuve al sentir en mi cabeza una sutil idea de sospecha -Quizás sabías que él daría la vida por mi…-¡Lo sabías!- reproche con furia —¡Claro, porque tu tenias todo planeado, porque no pensar que eso también!-. De pronto se escuchó en el ambiente lo que parecía ser el sonido agitado de su respiración proveniente de detrás de la máscara, mis piernas parecieron sincronizar su temblor de inmediato, intente controlarlo, intente mantenerme tranquila y sin embargo los párpados no obedecieron a la razón, cerrándose y delatando un poco del pánico que empezaba a invadirme con avidez y desespero.
-Eso me lleva a pensar que a ti y al creado fantasma no les tengo otra cosa más que lástima, su propio coraje, su dolor, el rechazo y la derrota los han hecho lo que son, los han convertido en dos monstruos que al final siguieron en el abismo de la amargura, ese abismo que no les permite ver cuantas vidas arrancan, cuantos caminos destruyen por intentar sentirse vivos- asentí amargamente —A The Phantom lo admiraba pese a todo y a ti llegue a amarte, si, sentía lo mismo que tú y probablemente pude haberte correspondido, pero ahora todo lo que siento por ti es odio y una profunda lástima Leviathán—.
Cerré los puños, abrí los ojos y mi silencio no fue más que la respuesta a mi resignación —Creo a intuir a que te refieres al mencionar aquella noche en el que ahora no sé si maldecir o bendecir nuestro encuentro, pero anda… inténtalo, no esta Darkness para defenderme, estoy ciega también, anda, termina lo que querías hacer ese día… vamos ¡Asesino!-.
Montserrat Vasari- Vampiro Clase Media
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