Alcoholics Unanimous [Antonella Giordano]

por Invitado Lun Abr 25, 2011 11:43 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Venimos de la Taberna

Al salir de aquella taberna, Nell tomó la botella por el cuello sin ningún disimulo y así comenzamos a caminar, a pesar de que ella obviamente seguía abatida yo iba haciendo cosas tontas para hacerla reír. Entre risas y con la botella de whisky tan descaradamente al descubierto seguramente íbamos a llamar la atención de alguien, pero no nos importaba. Yo sólo quería que ella se sintiera mejor, aunque fuera por un rato, ese rato conmigo, que supiera que nada malo nos iba a pasar, que no iba a permitir que nada malo le volviera a suceder.

-¿Vas a aceptar la propuesta de esa mujer? -continué con la conversación que llevábamos en la taberna, ese asunto me seguía pareciendo extraño y con mi amiga tan vulnerable (aunque ella no lo admitiera) como estaba quien sabe qué oportunidad habría visto esa mujer. Ella caminaba con la botella mientras yo lo hacía hacia atrás para poder verla de frente, cuidando de vez en cuando no tropezar.

-No quiero que creas que te sobreprotejo -porque ella odiaba eso-, pero tengo razón, ¿no?, es raro... -aunque París había demostrado ser una ciudad llena de gente rara y peculiar.

Justo íbamos pasando uno de mis sitios favoritos para salir a tocar cuando en mi intento de señalarlo mis pies no se coordinaron y finalmente caí tras un largo tramo de ir andando de esa forma.

-Ouch -pero más que mi quejido se escuchó su risa y me dio gusto, escuchar su risa a pesar de todo-, no te rías y ayúdame -extendí mi mano para recibir su ayuda, pero no pude contenerme más, dejé el semblante falsamente serio y me empecé a reír también.

por Invitado Dom Mayo 22, 2011 8:07 pm

La miré intrigado, no sabía ya muy bien de qué hablaba, o qué me decía incluso, la sostuve con fuerza, no quería que cayera y antes de abrir la boca otra vez pensé detenidamente qué decir, podía insistirle pero a estas alturas razonar con ella era igual de fácil que mantenerla en pie, torcí el gesto pensando mientras ella posaba su frente en mi pecho.

-Sí -le dije-, yo me encargo de que no incendiemos nada, pero vámonos -insistí en ese asunto, era lo que más importaba, tenerla en un sitio donde hubiese una cama a la mano. Para cuando llegáramos ella ya habría olvidado la idea de la fogata, tal vez ya ni siquiera llegaría consciente y sólo me encargaría de recostarla y ver que estuviera bien-, además sería más fácil -le sonreí -rompemos una silla y la usamos como madera -propuse, estoy seguro que en su estado no notaría lo descabellado que sonaba lo que decía-. ¿Mmh? -quería una respuesta, no la iba a obligar a seguirme, y me quedaría con ella en la plaza si insistía en quedarse, ante todo debía velar por ella.

por **Antonella Giordano** Dom Mayo 22, 2011 8:37 pm

-No tenía idea de que tuvieras un gemelo- Y lo peor, no sabía cuál de los dos era el bueno. Dejé que mi cuerpo se soltara una vez que me tenía bien agarrada, o agarrada como fuera, o con sus brazos alrededor sin darme cuenta de que igual le costaba algo de trabajo sostenerme en pie. La idea de irnos e incendiar algo no me parecía genial, no me parecía en realidad para nada buena porque quemar algo significaba asfixiarnos, o significaba quedarnos sin casa, o significaba... algo que no me daba la gana que nos pasara, pero en el fondo de mi consciencia el pensamiento de que él no dejaría que pasara nada como eso, me dejaba algo más tranquilo. Podía estar borracha, pero no era idiota y confiaba ciegamente en mi amigo.

¿Una silla? Eso sonaba bien pero nos íbamos a quedar sin silla. En fin, eso era un daño colateral, disfrutaríamos nuestra fogata. Levanté la mirada de golpe sintiendo que el mundo se me movía violentamente y cerré los ojos quejándome amargamente encontrando un resquicio entre el alcohol que inundaba mi cuerpo para decirle con todo el sentido común que me quedaba olvidándome de pronto de la fogata y la policía y la silla que íbamos a romper. -No me siento bien- Tal vez era mejor irnos de ahí. Asentí a su pregunta implícita en esa interrogación pero sin poderme mover. ¿Cómo había llegado a este estado? Sollocé de nuevo, las lágrimas amenazaban por salir porque sentía que si me movía me iba a morir, así que me sostuve mejor del cuello de Pablo para que no me soltara. Mañana iba a arrepentirme pero hoy necesitaba ayuda urgentemente.

por Invitado Jue Mayo 26, 2011 1:28 pm

Reí un poco cuando me dijo que tenía un gemelo, ay Nell, sabía que tenía yo que guardar la compostura, no me podía imaginar a los dos ebrios ahí vagando y además yo aceptando sus locas propuestas de fogatas y demás. Se le estaba complicando quedarse de pie y no me quedaba más que sostenerla. "No me siento bien" me dijo.

-¿En serio? -pregunté retórico mientras hacía el esfuerzo de mantenerla en pie, si le volvía a decir que pesaba tal vez no saldría de esta con todos mis miembros funcionando-, yo me encargo -la abracé cuando comenzó a sollozar de nuevo-, pero no, no, no llores -acaricié su cabello, el alcohol y todo lo que habíamos hablado en la taberna era una combinación mortal, me quedé muy quieto con ella en brazos, luego comencé a moverme meciéndome muy suavemente-, ven -le susurré al oído y la jalé hasta una banca cercana, aunque le había dicho "ven" yo había hecho todo el trabajo, la senté y luego hice lo mismo, sin dejar de abrazarla y sin dejar de mecerme, lo mejor a estad alturas era que se quedara dormida, que olvidara las pesadillas en vida para pasar al mundo que es nuestro y sólo nuestro, al mundo de los sueños y que olvidara, por ese rato, todo lo que había pasado.

-Ssshhh... -ella seguí sollozando, no lloraba, era más como un llanto calmado y tenue, pero que de algún modo dolía más-, todo va a estar bien, yo me encargo -repetí, no sabía qué iba a pasar con el mundo, o conmigo, pero una cosa era segura, yo me encargaría que Nell no volviera a sufrir, o moría en el intento.

por **Antonella Giordano** Vie Mayo 27, 2011 4:22 pm

Dejemos de lado el hecho de que todo se me movía y no podía sostenerme, se me estaba revolviendo el estómago y en general tenía la sensación de estarlo pasando demasiado mal, el arrepentimiento de haber bebido tanto en una situación que me llevaría a estar borracha más rápido que de haber estado bebiendo en condiciones normales. Si había dudado que estaba afectada, esto lo confirmaba, aunque ahora mismo no me acordara exactamente lo que me había pasado, en el fondo de mi ser, el rostro de mi medio hermano que se reía y me lastimaba flotaba entre la nube alcohólica que me dejaba tan mal. Una risa me atormentó, más bien el recuerdo de una risa que provocó que yo soltara la botella que había estado sosteniendo en mi mano, los cristales rotos volaron, el líquido me mojó los pies pero todo quedó opacado de nuevo gracias a la pregunta de Pablo. Su voz me salvó de ahogarme en el mar de recuerdos que amenazaba con golpearme si seguía por esa línea de pensamiento.

Asentí cuando preguntó, me importaba un bledo si era una pregunta cuya respuesta ya sabía, en ese momento no lograba comprender, olvidé que había roto la botella, fue cuando el semi llanto seco que tenía se acrecentó. Probablemente mañana me arrepintiera. Dejé que me acariciara, dejé que me llevara a donde quisiera sin apenas mover los pies, sólo me arrastraba. Tal vez por esto era que a mi madre no le gustaba que yo bebiera hasta perder la consciencia, depender de quien fuera buen samaritano para salir de donde quiera que cayera inconsciente. Básicamente me desparramé por la banca cuando tuve la certeza de que no iba a caerme, como si antes de eso hubiera tenido que hacer un esfuerzo para sostenerme aunque era obvio que mi amigo era quien estaba haciendo todo el trabajo. -No estoy llorando, yo nunca lloro- Era en parte cierto pero lo que había sucedido en la taberna, echaba por tierra todo lo que yo estaba diciendo, al fin y al cabo había llorado como niña en los brazos de Pablo y él me había visto, no había forma de ocultar la verdad.

Dejé caer la cabeza sobre su hombro agarrándome de su camisa como si con ello pudiera agarrarme de algo para no caer, tenía miedo de cerrar los ojos porque eso podría acarrear que soñara, que recordara, que me despertara sudando frío en medio de la oscuridad y que él no estuviera sosteniéndome. -No me dejes sola- Pedí en un susurro, un murmullo que sería imperceptible para cualquier humano normal pero que él, con los sentidos despiertos de un licántropo, escucharía y entendería. Cerré los ojos intentando calmar las vueltas que daba el mundo, dejando los sollozos, concentrándome tan sólo en seguir respirando y tranquilizarme. Mañana me la iba a pasar muy mal.

por Invitado Sáb Jun 04, 2011 2:51 pm

Guardé silencio, porque no sabía qué decirle, quería que me sintiera cerca, que sin palabras supiera que estaba ahí. En parte todo esto es mi culpa, no debí dejarla beber tanto y con el estado de ánimo que traía, pero por todos los cielos, merecía un respiro después de la pesadilla que había vivido y si esa era su salida de emergencia que la usara, para eso estaba yo, para no dejarla desamparada y ebria en medio de la noche, claro que incluso así podría defenderse sola, pero no, no estaba dispuesto a arriesgarme y arriesgarla.

-Nunca -respondí cuando ella me habló con esa voz bajita y quebrada y la abracé más fuerte; cómo iba a dejarla si era la única persona que realmente tenía, con la única con la que podía contar-, sin ti yo estaría solo -le digo, porque es la verdad, y no me importa tener sólo a una persona, a Nell, porque vale por millones, por un ejército, tengo a mi ejército de mi lado, y se llama Antonella. Cuando llegué a París muy pocas personas estaban dispuestas a entablar una conversación si quiera con un mugriento músico callejero y ella tuvo el valor de hacerlo, de acercarse, era este mi modo de agradecerle por ello, cuidándola aunque ella no lo quisiera o pidiera, yo velaré su sueño siempre, amores y otras personas van y vienen, los amigos se quedan para siempre.

-¿Quieres que vayamos a casa? -lo haré, sólo si ella me lo pide, si quiere quedarse aquí en la plaza, aquí nos quedaremos, yo haré lo que ella me diga, esta noche ella manda.

Spoiler:

por **Antonella Giordano** Lun Jun 06, 2011 10:22 pm

Me quedé básicamente recargada en él sin moverme y con los ojos cerrados mientras él me aseguraba que sin mi él estaría solo. Sonreí apenas sin saber qué contestarle porque amigos con quién contar, yo sólo lo tenía a él. Todos los demás eran conocidos o gente a quien no golpearía. Sólo él estaba en una categoría especial, un rinconcito en mi corazón al que nadie más se podía acercar, que nadie más podía tocar. Yo podría ser bastante ingenua, y apenas haberme convertido en licántropo, yo podría ser impulsiva y podría tender a meterme en cualquier problema que encontrara pero de una cosa sí estaba muy segura. Por Pablo mataría y moriría sin pensármelo dos veces.

Fue una frase que se quedó sin respuesta, no pude decirle nada al respecto pero debía saber que se lo agradecía, que en cuanto tuviera oportunidad de hablar más que tonterías, le diría lo mucho que había significado. Por el momento, tendría que esperarme y lo único que pude hacer fue tantear con mi mano por la suya y cuando tuve ambas entrelazadas, le di un apretón endeble, débil y sin ningún tipo de fuerza pero un apretón al fin y al cabo, uno que decía lo que no podía decir con la boca. No estaba muy segura de si el malestar se estaba yendo o solamente se estaba haciendo más fuerte pero asentí con la cabeza. Era un bote salvavidas que me había lanzado en el último momento. ¿Que si quería volver a casa? ¡Claro que quería volver a casa! -Pero no puedo pararme-

Cosa que quedó en duda cuando las náuseas me invadieron de pronto y me eché hacia delante con el miedo de que me viera así, miedo más vergüenza. Me doblé en dos cayendo de rodillas sobre las baldosas sintiendo las arqueadas hacerme convulsionar y tan solo quitándome de su vista para soltar el alcohol que ya me había caído demasiado mal.

por Invitado Vie Jun 10, 2011 7:40 pm

Iba a contestarle algo tras el silencio que nos invadió de momento, creí que los mareos y el malestar se habían controlado, o que eso intentaba al guardar silencio. Decía que no podía pararse... ¡eso era obvio!, yo la iba a ayudar, a cargar si fuese necesario pero entonces ella me soltó de la mano y cayó al suelo, no supe que estaba pasando hasta que la observé y escuché, cerré lo ojos, no porque me disgustara, sino porque de algún modo me parecía incorrecto mirarla mientras hacía eso. Aguardé a que su respiración se normalizara, saqué un pañuelo amarillento de mi bolsillo, me agaché y se lo ofrecí.

-Ten -le dije-, es hora de irnos -no le estaba preguntando. No la iba a juzgar, quien sabe cuándo a ella le tocara cuidarme a mi en ese estado, no bebo mucho pero no puedo asegurar nada, es mi amigo, para eso estoy.

-¿Te sientes mejor? -esperé confirmación y luego la tomé por la cintura y me la llevé al hombro como si la estuviera secuestrando, que mi fuerza de lican sirviera de algo-, si quieres vomitar otra vez me dices -le pedí, no quería que lo hiciera mientras nos movíamos, eso no iba a ser bueno para ninguno de los dos, y así comencé la caminata. Si que había sido una noche memorable, aunque no por los motivos correctos, aún venía la resaca de mañana, y los días venideros a lo que le hicieron, lidiar con eso, pero yo estaría ahí con ella, no importando qué y cómo.

por **Antonella Giordano** Mar Jun 14, 2011 12:45 am

Podría decir que lo peor no era haberme emborrachado con solo una botella de whisky sabiendo que podía aguantar incluso más, tampoco el hecho de que me hubiera sentido tan mal que no pudiera ni pararme, ni siquiera el hecho de que hubiera vomitado en su presencia sino que ahora tendría que cargarme de regreso. -Lo siento- Alcancé a decir antes de tomar su pañuelo y limpiarme los labios con él asintiendo a que fuera hora de irnos. Perfectamente comprendido, hasta yo quería largarme de ahí, el único problema era la forma en que saldríamos, seguía insistiendo en que cargarme sería humillante, totalmente humillante.

Negué con la cabeza a su pregunta, entre el mareo, las náuseas y la vergüenza, además de que los recuerdos comenzaban a molestarme, me sentía peor que nunca en mi vida. Dejé que me levantara y me cargara sobre su hombro para llevarme a donde quiera que fuéramos. Asentí a su petición aunque él no pudiera verme y tan sólo me dejé llevar porque no tenía muchas ganas de hacer nada más. Era hora de partir y llegar a casa, y eso íbamos a hacer.

T E M A C E R R A D O

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