AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Levantando a los muertos (Duncan, + 18)
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Levantando a los muertos (Duncan, + 18)
Aún era de día, pero ya estaba anocheciendo y Morgana quería librarse al menos ese día de su trabajo. Ese trabajo que tanto odiaba, del que tanto renegaba… Y gracias al cual comía. Qué paradójico… Si la odiosa de su madre se enterara, renegaría todavía más de ella de lo que ya lo hacía ella de la profesión. ¿Quién le iba a decir que terminaría transformándose de niña dulce y alegre en amargada, dolida y resentida? Pero, en fin… Al menos tenía qué comer y un techo bajo el que dormir. No todas tenían tanta suerte…
Salió del burdel ignorando los comentarios de sus compañeras en dirección a ninguna parte. Siempre le había gustado recorrer y explorar lugares desconocidos, al menos para ella. Y caminó durante un rato observando las fachadas del París gótico-renacentista mientras todo se apagaba lentamente, cielo, comercios, casas. Entonces se dio cuenta de que estaba envuelta es oscuridad, y siguió caminando, pero ahora por lugares abiertos. Nunca sabes lo que te puedes encontrar entre las sombras escondido…
Y se alejó de París ciudad pensando en dar una vuelta por el campo. Porque no había cosas más hermosa que la naturaleza en plena noche y actividad… Hasta que llegó a un lugar que destilaba temor y paz por igual: el cementerio…
Se acercó hasta llegar a la puerta y agarrar los barrotes con las manos, mirando dentro. Sonrió, y hacía tiempo que no lo hacía. Se quedó observando el silencio, y se percató de que la puerta estaba abierta, de modo que la empujó, y sin apenas esfuerzo, ésta cedió bajo su impulso. Y Morgana entró en la tierra sagrada, prohibida a los herejes como ella. Rió ante tal pensamiento, sarcástica, preguntándose qué hacía ella allí. Pero no era por religión, sino por calma, tranquilidad.
Anduvo por entre las tumbas mirándolo todo con detalle… Hasta que se dio cuenta de que no estaba sola.
¿Sería el enterrador? ¿Algún visitante? Quizá… ¿alguien que quería matarla?
Salió del burdel ignorando los comentarios de sus compañeras en dirección a ninguna parte. Siempre le había gustado recorrer y explorar lugares desconocidos, al menos para ella. Y caminó durante un rato observando las fachadas del París gótico-renacentista mientras todo se apagaba lentamente, cielo, comercios, casas. Entonces se dio cuenta de que estaba envuelta es oscuridad, y siguió caminando, pero ahora por lugares abiertos. Nunca sabes lo que te puedes encontrar entre las sombras escondido…
Y se alejó de París ciudad pensando en dar una vuelta por el campo. Porque no había cosas más hermosa que la naturaleza en plena noche y actividad… Hasta que llegó a un lugar que destilaba temor y paz por igual: el cementerio…
Se acercó hasta llegar a la puerta y agarrar los barrotes con las manos, mirando dentro. Sonrió, y hacía tiempo que no lo hacía. Se quedó observando el silencio, y se percató de que la puerta estaba abierta, de modo que la empujó, y sin apenas esfuerzo, ésta cedió bajo su impulso. Y Morgana entró en la tierra sagrada, prohibida a los herejes como ella. Rió ante tal pensamiento, sarcástica, preguntándose qué hacía ella allí. Pero no era por religión, sino por calma, tranquilidad.
Anduvo por entre las tumbas mirándolo todo con detalle… Hasta que se dio cuenta de que no estaba sola.
¿Sería el enterrador? ¿Algún visitante? Quizá… ¿alguien que quería matarla?
Invitado- Invitado
Re: Levantando a los muertos (Duncan, + 18)
La noche se volvio tranquila una vez que Lenneth dejó el cementerio. Duncan vio como se fué su mujer hacia el hotel para descansar pues estaba bastante cansada. Ahora se quedó solo y no sabía que hacer allí solo. Posiblemente, dar un paseo sería lo mejor. Se paseó por todos lados del cementerio y cuando llegó sin darse cuenta a la entrada, visualizó la silueta de una bella mujer de cabellos negros hasta la cintura. Se escondió entre las sombras y vió como entraba con temor. Pensó que no le había visto, pero al parecer sí le vió.
Sonrió en las sombras al ver a la mujer con el ceño fruncido y salió poco a poco. La luna escondida por varias nubes oscuras las cuales amenzaban tormenta poco a poco, le hicieron sentir el amo del universo sobre por donde mejor sabía moverse. Se escondió en las sombras de nuevo y vió que la mujer seguía su camino por el suelo de piedra. Altivamente se desplazó por detrás de ella y cuando llegó a su lado, un suave y lento suspiro hizo que avisara a la mujer de su presencia.
-Veo que la noche trae consigo autenticas damas en apuros.-Dijo con tranquilidad. Duncan estaba completamente calmado a pesar de la actitud de la dama. Se separó dejando espacio a la mujer y la saludo elegantemente.-Disculpeme, pero no suelo ver a mujeres tan hermosas como vos. La arquitectura lúgubre del cementerio daba un aspecto bizarro a lo que se planteaba hacer. Quería desahogarse con alguién, pero no sabía si iba a funcionar su plan. Decidio dejar que las cosas siguieran su curso y a ver como se desarrollaba la noche.
-¿Que hace usted por aqui?-Dijo con curiosidad. En realidad nadie suele venir muy a menudo por la noche al cementerio.-¿Se ha perdido?-Pregunto con algo de mas curiosidad.
Sonrió en las sombras al ver a la mujer con el ceño fruncido y salió poco a poco. La luna escondida por varias nubes oscuras las cuales amenzaban tormenta poco a poco, le hicieron sentir el amo del universo sobre por donde mejor sabía moverse. Se escondió en las sombras de nuevo y vió que la mujer seguía su camino por el suelo de piedra. Altivamente se desplazó por detrás de ella y cuando llegó a su lado, un suave y lento suspiro hizo que avisara a la mujer de su presencia.
-Veo que la noche trae consigo autenticas damas en apuros.-Dijo con tranquilidad. Duncan estaba completamente calmado a pesar de la actitud de la dama. Se separó dejando espacio a la mujer y la saludo elegantemente.-Disculpeme, pero no suelo ver a mujeres tan hermosas como vos. La arquitectura lúgubre del cementerio daba un aspecto bizarro a lo que se planteaba hacer. Quería desahogarse con alguién, pero no sabía si iba a funcionar su plan. Decidio dejar que las cosas siguieran su curso y a ver como se desarrollaba la noche.
-¿Que hace usted por aqui?-Dijo con curiosidad. En realidad nadie suele venir muy a menudo por la noche al cementerio.-¿Se ha perdido?-Pregunto con algo de mas curiosidad.
Duncan Paganini- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 164
Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Levantando a los muertos (Duncan, + 18)
Dio un respingo nada más notó aquella presencia que después del susurro la hizo exhalar un leve quejido como un chillido. Se dio la vuelta rápidamente y se alejó unos pasos observando a un hombre que la miraba fija e intensamente… *Oh, no… Por favor, no…*, pensaba, recordando el por qué había salido del burdel. Le preguntaba si se había perdido, pero, ¿qué hacía él allí? De inmediato se llevó una mano al cuello con el puño cerrado - Es- Estoy bien… - mintió, estaba muerta de miedo - Paseaba… - dijo algo secamente, esperando que aquella escueta conversación finalizara ahí.
Pero de pronto, ella necesitó estar segura de algo, aunque sabía que sería imposible - ¿Quién es usted? - preguntó en tono duro, pero más bien tembloroso, notando que el ambiente, ornamentado con la situación y lo que podía pasar, no ayudaban demasiado.
Pero de pronto, ella necesitó estar segura de algo, aunque sabía que sería imposible - ¿Quién es usted? - preguntó en tono duro, pero más bien tembloroso, notando que el ambiente, ornamentado con la situación y lo que podía pasar, no ayudaban demasiado.
Invitado- Invitado
Re: Levantando a los muertos (Duncan, + 18)
-Alguien que tambien buscaba algo de paz.-Dijo con severidad y rectitud. Duncan se fue dando vueltas alrededor de la joven y se para enfrente de ella. La observa detenidamente y la sonrie con simpatia. Se colocó a su lado y le ofreció el brazo para ir juntos y no perderse dentro del laberintico cementerio el cual se extendia a sus pies.
Fueron caminando y Duncan se paró en donde se encontró a Lenneth.-Uhm..-Dijo sin querer. Miró a la mujer y la sonrió.-Más parecio que estaba asustada, o ¿me equivoco.?-Pregunte a la mujer que estaba a mi lado. La observo con detenimiento y noto que no parecia de ser alguien de clase alta, posiblemente alguna institutriz o alguna becaria.
Pero posiblemente, por su belleza, tendría que trabajar en el burdel. La observo más de cerca y fue parte por parte observándola poco a poco, parte por parte. Se dió la vuelta y se sentó en un escalón de piedra que subía hacia la entrada de una pequeña capilla. Vio que la mujer se quedó de pie, al lado de una de las estatuas del cementerio y diviso una estrella en el cielo de la noche.
-Noches como esta son las que uno prefiere estar acompañado de un toque femenino.-Dijo sin importancia. No le dio importancia a las palabras, pero por alguna parte echaba de menos a Angela, a su mujer, el toque de una mujer....No podria controlarse si se destapara la luna y el estaria a su merced. Pero no pasaria si estuviera dentro de la pequeña capilla. Se dio la vuelta y se levanto hasta andar dentro de la capilla. Se sento en un banco de piedra y vio el crucifijo de Dios. Poder y respeto. Era increible lo que difundia un objeto.
Fueron caminando y Duncan se paró en donde se encontró a Lenneth.-Uhm..-Dijo sin querer. Miró a la mujer y la sonrió.-Más parecio que estaba asustada, o ¿me equivoco.?-Pregunte a la mujer que estaba a mi lado. La observo con detenimiento y noto que no parecia de ser alguien de clase alta, posiblemente alguna institutriz o alguna becaria.
Pero posiblemente, por su belleza, tendría que trabajar en el burdel. La observo más de cerca y fue parte por parte observándola poco a poco, parte por parte. Se dió la vuelta y se sentó en un escalón de piedra que subía hacia la entrada de una pequeña capilla. Vio que la mujer se quedó de pie, al lado de una de las estatuas del cementerio y diviso una estrella en el cielo de la noche.
-Noches como esta son las que uno prefiere estar acompañado de un toque femenino.-Dijo sin importancia. No le dio importancia a las palabras, pero por alguna parte echaba de menos a Angela, a su mujer, el toque de una mujer....No podria controlarse si se destapara la luna y el estaria a su merced. Pero no pasaria si estuviera dentro de la pequeña capilla. Se dio la vuelta y se levanto hasta andar dentro de la capilla. Se sento en un banco de piedra y vio el crucifijo de Dios. Poder y respeto. Era increible lo que difundia un objeto.
Duncan Paganini- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Levantando a los muertos (Duncan, + 18)
Se tensaba más con cada movimiento de aquel hombre. ¿A qué venía aquello? ¿Era acaso un sacerdote que la miraba cual predador a su presa, frágil e indefensa? Y, de no ser un sacerdote, podría ser cualquiera… Y hacerle cualquier cosa, plácida y tranquilamente… Aunque bueno… Sería el lugar ideal para morir, ¿no?
Finalmente, y sin saber por qué -aunque seguramente fue su miedo a contrariarlo y hacerlo enfadar lo que la llevó a ello -, aceptó ese brazo ofrecido y comenzó a caminar con él, buscando la oportunidad correcta para salir de allí en cuanto pudiere. Y cuando él hablaba, se tensaba más aún - ¿A-sus-tada…? No… *murmuró secamente, mirando hacia otra parte. Se percataba de que él la observaba, y ella rogaba que no supiera qué era en realidad, pues se estaban metiendo cementerio adentro, y eso podía llegar a ser muy peligroso…
Menos mal que la soltó, y Morgana pudo apoyarse en qué sabe dónde, no veía bien de noche. Pero, fuera lo que fuese, la salvó de seguir manteniendo el contacto con aquel hombre. Finalmente volvió a sentir otro escalofrío al escucharlo. ¿Fémina? Oh, no… ¿Acaso, él… quería…? - Pues… Yo… - *Tengo que irme*, quería decir, quería gritarlo y salir de allí, tenía que hacerlo, debía de hacerlo… Algo dentro de ella se asustaba, y con las acciones del hombre, y sus miradas, su miedo no hacía sino incrementarse.
Y mientras las palabras, emitidas en un profano susurro, se atrancaban en su garganta, observó al hombre entrar en esa pequeña casita de parecía una capilla por la cruz del frontón. Y Morgana sintió un temor profundo. ¿Y si era un sicario? ¿O alguien que trabajaba desenterrando a los muertos en busca de las joyas que sus familiares les dejaron? ¿Un profanador de tumbas?
Y la cortesana tragó saliva. Decidió seguirlo para asegurarse, aunque tenía muy claro que tras cerciorarse de lo que fuere, saldría disparada del lugar.
Se metió dentro despacio buscando algo que estuviera fuera de lugar o fuera de su contexto, mas no vio nada. Exactamente… Extraño no ver nada cuando alguien acababa de entrar antes que ella…
Finalmente, y sin saber por qué -aunque seguramente fue su miedo a contrariarlo y hacerlo enfadar lo que la llevó a ello -, aceptó ese brazo ofrecido y comenzó a caminar con él, buscando la oportunidad correcta para salir de allí en cuanto pudiere. Y cuando él hablaba, se tensaba más aún - ¿A-sus-tada…? No… *murmuró secamente, mirando hacia otra parte. Se percataba de que él la observaba, y ella rogaba que no supiera qué era en realidad, pues se estaban metiendo cementerio adentro, y eso podía llegar a ser muy peligroso…
Menos mal que la soltó, y Morgana pudo apoyarse en qué sabe dónde, no veía bien de noche. Pero, fuera lo que fuese, la salvó de seguir manteniendo el contacto con aquel hombre. Finalmente volvió a sentir otro escalofrío al escucharlo. ¿Fémina? Oh, no… ¿Acaso, él… quería…? - Pues… Yo… - *Tengo que irme*, quería decir, quería gritarlo y salir de allí, tenía que hacerlo, debía de hacerlo… Algo dentro de ella se asustaba, y con las acciones del hombre, y sus miradas, su miedo no hacía sino incrementarse.
Y mientras las palabras, emitidas en un profano susurro, se atrancaban en su garganta, observó al hombre entrar en esa pequeña casita de parecía una capilla por la cruz del frontón. Y Morgana sintió un temor profundo. ¿Y si era un sicario? ¿O alguien que trabajaba desenterrando a los muertos en busca de las joyas que sus familiares les dejaron? ¿Un profanador de tumbas?
Y la cortesana tragó saliva. Decidió seguirlo para asegurarse, aunque tenía muy claro que tras cerciorarse de lo que fuere, saldría disparada del lugar.
Se metió dentro despacio buscando algo que estuviera fuera de lugar o fuera de su contexto, mas no vio nada. Exactamente… Extraño no ver nada cuando alguien acababa de entrar antes que ella…
Invitado- Invitado
Re: Levantando a los muertos (Duncan, + 18)
La mujer titubeo al estar a su lado, pues era una cosa que le extrañaba demasiado. Seguia en la capilla y se dispuso a rezar por el alma de su familia y por la suya propia. Rezaba cada vez ahora que la vida de su mujer estaba en peligro, que estaba al borde de algún paso en falso y seguramente cerca de una muerte si solucion. Dios era a veces cruel con las personas, pero los seres de los cuales formaba ahora parte su mujer, no tenían el perdon por avariciar la vida tras la muerte y por ello pagaban por lo que decidian en convertirse. Su mujer, no tuvo ese camino, no tuvo otra opcion, nada más que ser salvada para no morir.
Su mujer era el soporte principal que le mantenia a raya, que le ayudaba cada vez que no encontraba solucion a algo. Es que eran muchos años desde entonces. El la vió por primera vez con 15 años en los campos de trigo, que daba a la parte trasera de la escuela y que sintio que habia encontrado a alguién. Pero todo cambio después. No la volvio a ver despues de cinco años desde que se separaron de aquella noche.
Miró a la mujer que se había colocado al lado suya y la miro a los ojos. Morena con los ojos oscuros como la noche y de figura esbelta y muy refinada. Se echó a un lado en el banco para dejarla sitio pero la mujer no se movió. Dejó de mirarla y volvió a mirar al crucifijo. El aroma de coco provenía de la mujer y la veía aún de pie en el umbral de la capilla. ¿Acaso le temía? ¿Que la había hecho? Duncan miró divertido a la mujer preguntandose el porque de su distancia con él y lo único que pensó que habia mujeres que eran bellas y huecas, pero algunas bellas y con sentido común. Esta mujer era una de ellas que tenían sentido común. Pero si se había cogido del brazo de Duncan era porque no le temía del todo.
-¿Acaso me teme?-Preguntó Duncan un poco mas serio. Al parecer, la mujer lo estaba haciendo bién, pues si te encuentras en el cementerio con alguien, lo mas probable es que sea un asesino, o algo que involucrara a la criminología y claro no quieres que se te acerquen. Pero hubiera salido huyendo.-No tiene porque temer apenas de mí, si hubiera querido algo de usted, podría apostar a que lo hubiera tomado enseguida y ahorrarme las palabrarías.-Dijo con altitud.
Su mujer era el soporte principal que le mantenia a raya, que le ayudaba cada vez que no encontraba solucion a algo. Es que eran muchos años desde entonces. El la vió por primera vez con 15 años en los campos de trigo, que daba a la parte trasera de la escuela y que sintio que habia encontrado a alguién. Pero todo cambio después. No la volvio a ver despues de cinco años desde que se separaron de aquella noche.
Miró a la mujer que se había colocado al lado suya y la miro a los ojos. Morena con los ojos oscuros como la noche y de figura esbelta y muy refinada. Se echó a un lado en el banco para dejarla sitio pero la mujer no se movió. Dejó de mirarla y volvió a mirar al crucifijo. El aroma de coco provenía de la mujer y la veía aún de pie en el umbral de la capilla. ¿Acaso le temía? ¿Que la había hecho? Duncan miró divertido a la mujer preguntandose el porque de su distancia con él y lo único que pensó que habia mujeres que eran bellas y huecas, pero algunas bellas y con sentido común. Esta mujer era una de ellas que tenían sentido común. Pero si se había cogido del brazo de Duncan era porque no le temía del todo.
-¿Acaso me teme?-Preguntó Duncan un poco mas serio. Al parecer, la mujer lo estaba haciendo bién, pues si te encuentras en el cementerio con alguien, lo mas probable es que sea un asesino, o algo que involucrara a la criminología y claro no quieres que se te acerquen. Pero hubiera salido huyendo.-No tiene porque temer apenas de mí, si hubiera querido algo de usted, podría apostar a que lo hubiera tomado enseguida y ahorrarme las palabrarías.-Dijo con altitud.
Duncan Paganini- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Levantando a los muertos (Duncan, + 18)
Nada más entrar algo la invadió. Pero no era la paz del cementerio, sino al contrario, un sentimiento de inquietud que la religión le profería. Era algo paradójico, alguien que no creía en el lugar sagrado con más papeletas para ser elegido lugar de culto supremo. Y sin embargo, no podía irse sin averiguar quién era aquel hombre de palabras templadas y mirada fría.
Aún sin ver a nadie, se pasó una mano por el cabello echándoselo hacia atrás y después se abrazó a sí misma, observando la pequeña arquitectura en la que se hallaba. Miró al techo y fue dando vueltas, quizá sí algo embelesada por el estilo constructivo. Hasta que finalmente la voz afilada volvió a sus oídos haciéndole soltar un pequeño chillido. ¿Es que aquel hombre no sabía aparecer como las personas, no que parecía un demonio salido de las sombras?
Lo escuchó y sin quererlo alzó una ceja, algo incrédula - No. No le temo - contestó pausadamente, mintiendo, ladeando la cabeza y entornando los ojos, desafiante y precavida al mismo tiempo.
Una sonrisa algo burlona asomó por sus labios cuando el hombre siguió hablando - Tal vez es usted de los hombres que gustan de hacer las cosas bien, o a su manera… ¿No? - preguntó apretando ese abrazo contra su propio y frágil cuerpo, mirándolo a los ojos, esperando poder descubrir de una vez qué era lo que él quería, por qué estaban ahí dentro y cómo terminaría esa noche.
Aún sin ver a nadie, se pasó una mano por el cabello echándoselo hacia atrás y después se abrazó a sí misma, observando la pequeña arquitectura en la que se hallaba. Miró al techo y fue dando vueltas, quizá sí algo embelesada por el estilo constructivo. Hasta que finalmente la voz afilada volvió a sus oídos haciéndole soltar un pequeño chillido. ¿Es que aquel hombre no sabía aparecer como las personas, no que parecía un demonio salido de las sombras?
Lo escuchó y sin quererlo alzó una ceja, algo incrédula - No. No le temo - contestó pausadamente, mintiendo, ladeando la cabeza y entornando los ojos, desafiante y precavida al mismo tiempo.
Una sonrisa algo burlona asomó por sus labios cuando el hombre siguió hablando - Tal vez es usted de los hombres que gustan de hacer las cosas bien, o a su manera… ¿No? - preguntó apretando ese abrazo contra su propio y frágil cuerpo, mirándolo a los ojos, esperando poder descubrir de una vez qué era lo que él quería, por qué estaban ahí dentro y cómo terminaría esa noche.
Invitado- Invitado
Re: Levantando a los muertos (Duncan, + 18)
Se levanto hacia la dama y la envolvió en un fuerte abrazo. Apoyó su cabeza en su hombro, agarrandola de la cintura.-Yo soy diferente.-Dijo antes de besarla el cuello lentamente. Retiró con una mano su gran cabellera azabache y con su mano izquierda, la agarró del brazo hasta que fue poniéndola contra la pared.-Solo le pido que no me tema, que no le voy a juzgar por sus apariencias, si es lo que teme que vea.-Dijo a la vez que sonreia maliciosamente. La besó tiernamente en sus labios y poco a poco fué besandola despacio, mientras que con sus manos la abrazaba por su cintura poco a poco.
La noche podria ser espia esta vez, pero en silencio quedaría este acto. Se separó poco a poco de la mujer y vio que estaba sorprendida de tal acto. Duncan se rasco la cabeza y se sintió horrible. Se fue a sentarse en uno de los bancos de piedra, colocó los codos sobre las rodillas y puso ambas manos en la calva.-Disculpe...me cuesta controlar mis impulsos...lo siento.-Dijo al suelo en direccion a la mujer. Tenía la cara agachada y no supo mirar a la cara de lo avergonzado que estaba. Últimamente, sus impulsos se descontrolaban de manera que hubiera hecho algo erroneo.
Sobre todas las cosas, amaba con locura y desenfreno a su mujer. Pero su mujer a pesar de ser una santa, le permitia esos impulsos y el no hacia nada por impedirlos. Se daba asco a veces, pero aquella mujer que estaba con el, le incitaba a pecar. La miró por un instante y vio que se acercaba. Aparto la mirada de ella y la dirigió hacia el cristo. Juntó ambas manos y comenzó a rezar. Un olor a cocos se filtro por sus fosas nasales. Miró a la mujer y el silencio se coloco entre ambos.
-¿Que..?-Dijo secamente.-Lo siento, no debi..
La noche podria ser espia esta vez, pero en silencio quedaría este acto. Se separó poco a poco de la mujer y vio que estaba sorprendida de tal acto. Duncan se rasco la cabeza y se sintió horrible. Se fue a sentarse en uno de los bancos de piedra, colocó los codos sobre las rodillas y puso ambas manos en la calva.-Disculpe...me cuesta controlar mis impulsos...lo siento.-Dijo al suelo en direccion a la mujer. Tenía la cara agachada y no supo mirar a la cara de lo avergonzado que estaba. Últimamente, sus impulsos se descontrolaban de manera que hubiera hecho algo erroneo.
Sobre todas las cosas, amaba con locura y desenfreno a su mujer. Pero su mujer a pesar de ser una santa, le permitia esos impulsos y el no hacia nada por impedirlos. Se daba asco a veces, pero aquella mujer que estaba con el, le incitaba a pecar. La miró por un instante y vio que se acercaba. Aparto la mirada de ella y la dirigió hacia el cristo. Juntó ambas manos y comenzó a rezar. Un olor a cocos se filtro por sus fosas nasales. Miró a la mujer y el silencio se coloco entre ambos.
-¿Que..?-Dijo secamente.-Lo siento, no debi..
Duncan Paganini- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Levantando a los muertos (Duncan, + 18)
Sabía que podía suceder cualquier cosa, pero no se esperó aquella acción. Se quedó de piedra cuando él la abrazó, y más todavía cuando la llevó a la pared y le robó esos besos. Sin embargo, no fue capaz de impedirlo, ni tampoco hizo nada por intentarlo. ¿Por qué? ¿Por qué ahora de repente lo que sentía hacia él, no era miedo, sino respeto? Quizá… Acababa de aprender que aquel hombre sí que podía llegar a resultar tremendamente peligroso. Pero, una vez más, se quedó sin poder hacer nada, paralizada.
Pero todo cambió cuando lo escuchó pedir disculpas. Entonces una pequeña sonrisa curvó sus labios. ¿Y si era una treta para darle confianza? Morgana siempre guardaría las distancias… Pero había entrado en una capilla con el fin de cerciorarse, de modo que no perdía nada hablándolo cara a cara. Por un momento se sintió estúpida y ridícula, pero conforme fue avanzando hacia él, hacia ese banco, un olor agudo la fue invadiendo. Era un olor penetrante, bastante varonil. Y la trastornó un poco, quitándole si podía el miedo que le quedaba dentro. Lo vio juntar las manos, y lo escuchó pedir perdón una vez más.
Se quedó de pie un momento, pero después se agachó en cuclillas, buscando su mirada. Cuando la encontró, llevó una mano a la mejilla del hombre y la acarició suavemente - No se preocupe… No pasa nada… - susurró mientras lo miraba, mientras intentaba averiguar quién era. Pero, cuanto más se metía en sus ojos, más se perdía. Y acabó casi sin poder reconocer el lugar que los rodeaba.
De pronto, dentro de ella un calor comenzó a nacer, el calor de la incertidumbre. Morgana se quedó mirando el rostro del hombre, cuyo nombre desconocía - Soy Morgana… - dijo con un tono de voz para nada parecido al utilizado hasta ahora, frío y leve; el de ahora era austero, sincero, sin temor. Sonrió y ladeó la cabeza mirándolo con picardía - ¿Impulsos? Hay una forma de evadirlos… Y esa forma es, seguirlos… - susurró acercándose a su rostro, completamente fuera de sí y con un solo objetivo en mente: dejarse llevar por el momento. Su respiración entonces comenzó a hacerse algo pesada, obligándola a hinchar más el pecho de lo normal.
Pero todo cambió cuando lo escuchó pedir disculpas. Entonces una pequeña sonrisa curvó sus labios. ¿Y si era una treta para darle confianza? Morgana siempre guardaría las distancias… Pero había entrado en una capilla con el fin de cerciorarse, de modo que no perdía nada hablándolo cara a cara. Por un momento se sintió estúpida y ridícula, pero conforme fue avanzando hacia él, hacia ese banco, un olor agudo la fue invadiendo. Era un olor penetrante, bastante varonil. Y la trastornó un poco, quitándole si podía el miedo que le quedaba dentro. Lo vio juntar las manos, y lo escuchó pedir perdón una vez más.
Se quedó de pie un momento, pero después se agachó en cuclillas, buscando su mirada. Cuando la encontró, llevó una mano a la mejilla del hombre y la acarició suavemente - No se preocupe… No pasa nada… - susurró mientras lo miraba, mientras intentaba averiguar quién era. Pero, cuanto más se metía en sus ojos, más se perdía. Y acabó casi sin poder reconocer el lugar que los rodeaba.
De pronto, dentro de ella un calor comenzó a nacer, el calor de la incertidumbre. Morgana se quedó mirando el rostro del hombre, cuyo nombre desconocía - Soy Morgana… - dijo con un tono de voz para nada parecido al utilizado hasta ahora, frío y leve; el de ahora era austero, sincero, sin temor. Sonrió y ladeó la cabeza mirándolo con picardía - ¿Impulsos? Hay una forma de evadirlos… Y esa forma es, seguirlos… - susurró acercándose a su rostro, completamente fuera de sí y con un solo objetivo en mente: dejarse llevar por el momento. Su respiración entonces comenzó a hacerse algo pesada, obligándola a hinchar más el pecho de lo normal.
Invitado- Invitado
Re: Levantando a los muertos (Duncan, + 18)
Vio que la mujer se agachó en cunclillas y se colocó al lado de Duncan. Morgana se llamaba y su bello rostro estaba cerca del suyo. Estaban a un milimetro de distancia del uno del otro y pensó en hacerle caso a Morgana. Duncan la miró a sus oscuros ojos y atrapó sus suaves labios suavemente a la vez que llevaba sus brazos a los delgados hombros de ella. Duncan se abrió de piernas a la vez que traía hacia él a Morgana. Se separó y la tenía delante, sonrojada por el repentino beso. La cogió de las manos y se levantó y ayudó entonces a Morgana a levantarse del suelo. Soltó una de las manos y besó el dorso de la mano.
-Duncan...-Le dijo a la vez que la observaba con una sonrisa en el rostro. Vió que temblaba de frío y la atrapó entre sus brazos aguardándola del frío.-Hace frío Morgana...-Comenzo a susurrar lentamente en el oído de la dama a la vez que posaba ambas manos en la espalda de ella. Sintió como la abrazaba y después de que dejara de temblar, se separó de ella.-Iré a cerrar la puerta.-Dijo mientras se giraba en direccion a la salida. Agarró la gruesa madera de la puerta y la empotró haciendo que no pasara mas aire dentro de la capilla. Al parecer la capilla se cerraba con alguna llave, pero no veía ninguna por ningún rincón del lugar. Buscó y siguió buscando pero en cuanto se giró se encontró con Morgana a su lado. De la aparición él ahora habia pegado un brinco al haberse encontrado cara a cara con Morgana de repente.
-Morgana...-Comenzó a decir.-Tiendes a ser una sombre bella en la noche, me parece a mi-Dijo con una sonrisa en la cara. Duncan apenas acostumbraba a sonreir tanto a la gente pues no era un gesto que le caracterizara demasiado. A él le iban mejor los rostros serios y la crueldad en caso de medidas extremas de protección propia. Pero al haber llegado a París comenzó a sentirse diferente.
Pero cuando estaba a solas con su mujer, era otra cosa, algo mucho especial. Se acercó lentamente a Morgana y no se había dado cuenta.-No me he dado cuenta, Morgana...de su oscura mirada...-Dijo con voz seductora a la vez que se acercaba más a ella. Una mano de nuevo fué al encuentro de su cintura, agarrándola suavemente hasta cogerla con el brazo.-Y de lo bello que me resulta su misterio.-Dijo mirándola tiernamente a los ojos.
-Duncan...-Le dijo a la vez que la observaba con una sonrisa en el rostro. Vió que temblaba de frío y la atrapó entre sus brazos aguardándola del frío.-Hace frío Morgana...-Comenzo a susurrar lentamente en el oído de la dama a la vez que posaba ambas manos en la espalda de ella. Sintió como la abrazaba y después de que dejara de temblar, se separó de ella.-Iré a cerrar la puerta.-Dijo mientras se giraba en direccion a la salida. Agarró la gruesa madera de la puerta y la empotró haciendo que no pasara mas aire dentro de la capilla. Al parecer la capilla se cerraba con alguna llave, pero no veía ninguna por ningún rincón del lugar. Buscó y siguió buscando pero en cuanto se giró se encontró con Morgana a su lado. De la aparición él ahora habia pegado un brinco al haberse encontrado cara a cara con Morgana de repente.
-Morgana...-Comenzó a decir.-Tiendes a ser una sombre bella en la noche, me parece a mi-Dijo con una sonrisa en la cara. Duncan apenas acostumbraba a sonreir tanto a la gente pues no era un gesto que le caracterizara demasiado. A él le iban mejor los rostros serios y la crueldad en caso de medidas extremas de protección propia. Pero al haber llegado a París comenzó a sentirse diferente.
Pero cuando estaba a solas con su mujer, era otra cosa, algo mucho especial. Se acercó lentamente a Morgana y no se había dado cuenta.-No me he dado cuenta, Morgana...de su oscura mirada...-Dijo con voz seductora a la vez que se acercaba más a ella. Una mano de nuevo fué al encuentro de su cintura, agarrándola suavemente hasta cogerla con el brazo.-Y de lo bello que me resulta su misterio.-Dijo mirándola tiernamente a los ojos.
Duncan Paganini- Licántropo Clase Alta
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Re: Levantando a los muertos (Duncan, + 18)
Apenas hubo encontrado la manera de escaparse de la telaraña de sus ojos, ese baso hizo que cayera en esas redes aún más. ¿Qué le estaba pasando con aquel hombre? Había salido a la calle con la idea de tener libre esa noche y poder estar sola y tranquila, pero ya hacía rato, desde el primer beso en la pared, que su mente había comenzado a preguntarse cómo sería aquel hombre en la cama. Y no era una pregunta que le desagradara del todo. Sentía que necesitaba conocerlo, pero más a fondo de lo que se había planteado realmente. Necesitaba descubrirlo, algo dentro de ella clamaba por ver al hombre llamado Duncan en plena acción… Dios… ¿Cómo sería estar entre sus brazos?
Sorprendida, terminó de pie de nuevo y se sonrojó por aquel beso que la hizo sonreír. Y cuando llegó aquella ráfaga de aire que hizo que él la abrazara, se quedó de piedra de nuevo, sonrojada y cálida, cerrando los ojos ante el contacto. Pero él se alejó a cerrar una gran puerta que era la causante del frígido clima interno. Sin palabras, no se dio cuenta de que sus pasos andaban solos, en dirección, en busca de Duncan. Se acercó tanto que casi podía respirar su aroma, ese aroma que la había trastornado minutos antes - No tema usted tampoco, no muerdo… Si no me lo piden… - dijo en un susurro, mirándolo a los ojos y sin apartar la mirada por nada.
Sonrió y lo vio acercarse, acercándose ella también y colocando sus manos detrás de su cuello, con una sonrisa fatal en sus labios - Descubra qué es lo que encierran… - le besó los labios mientras se pegaba más a él - Descubra cuál es ese misterio, Duncan… - le mordió la barbilla - Y no desista en su intento… - dijo susurrantemente sugerente, llena repentinamente de deseo, y de ganas de querer sentirlo dentro, muy dentro, como nunca antes había sentido a nadie en su interior.
Sorprendida, terminó de pie de nuevo y se sonrojó por aquel beso que la hizo sonreír. Y cuando llegó aquella ráfaga de aire que hizo que él la abrazara, se quedó de piedra de nuevo, sonrojada y cálida, cerrando los ojos ante el contacto. Pero él se alejó a cerrar una gran puerta que era la causante del frígido clima interno. Sin palabras, no se dio cuenta de que sus pasos andaban solos, en dirección, en busca de Duncan. Se acercó tanto que casi podía respirar su aroma, ese aroma que la había trastornado minutos antes - No tema usted tampoco, no muerdo… Si no me lo piden… - dijo en un susurro, mirándolo a los ojos y sin apartar la mirada por nada.
Sonrió y lo vio acercarse, acercándose ella también y colocando sus manos detrás de su cuello, con una sonrisa fatal en sus labios - Descubra qué es lo que encierran… - le besó los labios mientras se pegaba más a él - Descubra cuál es ese misterio, Duncan… - le mordió la barbilla - Y no desista en su intento… - dijo susurrantemente sugerente, llena repentinamente de deseo, y de ganas de querer sentirlo dentro, muy dentro, como nunca antes había sentido a nadie en su interior.
Invitado- Invitado
Re: Levantando a los muertos (Duncan, + 18)
Fue sintiendo los besos de Morgana y poco a poco fue agarrándola más hacia él y al final apoyándola en su pecho. Le mordió suave en el mentón y apretó con ambas manos la espalda de Morgana un poco fuerte. Soltó la fuerza y puso ambas manos en los pequeños hombros de ella, sintiendo aún el delicado y tímido beso que Morgana le había dado en sus labios. ¿Desistir? Decía palabrerías y pronto Morgana iba a querer desistir al roce de Duncan.
Iba con sus manos acariciándola por sus delgados brazos sobre su ropa, hasta que cogió ambas muñecas rompiendo el beso que les unía en ese momento y las besaba con ternura una por una. La miro a los ojos y vio un curioso rubor en las mejillas de Morgana lo cual le hizo sonreír de manera sensual. –Espero que me acompañe a descubrir el motivo de aquel...-comenzaba a susurrar en cadenas de palabras insinuantes bajo una caricia húmeda de un beso que rozó contra el lóbulo de su oreja.-misterio...-Dijo a la vez que subía su mano por su delgado brazo de nuevo y con uno de sus dedos desnudos, acariciaba la piel de porcelana de Morgana lentamente.-que...-monotonía en los oídos de Morgana eran disparadas aún con mas sensualidad en la voz de Duncan-me inquieta tanto y que quisiera desvelar...-Dijo a la vez que la atraía hacia el pedestal rectangular de mármol blanco que se centraba dentro de la capilla. Ambos pararon de andar al estar justo al lado de la superficie plana de mármol blanco.
Duncan la tenía agarrada por la cintura y ahora su boca se deslizaba en busca de los seductores labios de Morgana. Un gemido leve pero insonoro, retumbó dentro del cuerpo de Duncan a lo que instintivamente agarró a Morgana por la cintura con ambas manos y la subió sobre el pedestal de mármol. La agarró de las manos con una mano y con la otra cogió una cinta gruesa de seda de color negro como la noche de su bolsillo y la ató alrededor de las muñecas de Morgana. Al ver a Morgana, Duncan la callo con el dedo índice sobre sus labios a modo de cariño y ternura, a lo que después la besó con afecto para tranquilizarla y un abrazo que la cubrió por su cintura fue atrayéndola hacia el ansiado cuerpo de él.
Sus manos jugueteaban por el escote de Morgana a la vez que la besaba el cuello.-Morgana...-De nuevo sus manos fueron detrás de su espalda y al bajo de su vestido.-Suave...-Dijo al acariciar poco a poco el tobillo de Morgana, masajeándolo en círculos y delineando con una línea iba subiendo poco a poco a poco por su tibia y de repente toda su mano cubría por completo su pantorrilla inferior.-Si...quiero saber el misterio que esconde tu mirada...-Terminando en una mirada a los ojos de Morgana.-Dime....¿Me guiarás?-Dijo en seco. Duncan estaba entre ella, sus piernas a ambos lados. ¿Lo rechazaría? Si fuera así, lo entendería.
Iba con sus manos acariciándola por sus delgados brazos sobre su ropa, hasta que cogió ambas muñecas rompiendo el beso que les unía en ese momento y las besaba con ternura una por una. La miro a los ojos y vio un curioso rubor en las mejillas de Morgana lo cual le hizo sonreír de manera sensual. –Espero que me acompañe a descubrir el motivo de aquel...-comenzaba a susurrar en cadenas de palabras insinuantes bajo una caricia húmeda de un beso que rozó contra el lóbulo de su oreja.-misterio...-Dijo a la vez que subía su mano por su delgado brazo de nuevo y con uno de sus dedos desnudos, acariciaba la piel de porcelana de Morgana lentamente.-que...-monotonía en los oídos de Morgana eran disparadas aún con mas sensualidad en la voz de Duncan-me inquieta tanto y que quisiera desvelar...-Dijo a la vez que la atraía hacia el pedestal rectangular de mármol blanco que se centraba dentro de la capilla. Ambos pararon de andar al estar justo al lado de la superficie plana de mármol blanco.
Duncan la tenía agarrada por la cintura y ahora su boca se deslizaba en busca de los seductores labios de Morgana. Un gemido leve pero insonoro, retumbó dentro del cuerpo de Duncan a lo que instintivamente agarró a Morgana por la cintura con ambas manos y la subió sobre el pedestal de mármol. La agarró de las manos con una mano y con la otra cogió una cinta gruesa de seda de color negro como la noche de su bolsillo y la ató alrededor de las muñecas de Morgana. Al ver a Morgana, Duncan la callo con el dedo índice sobre sus labios a modo de cariño y ternura, a lo que después la besó con afecto para tranquilizarla y un abrazo que la cubrió por su cintura fue atrayéndola hacia el ansiado cuerpo de él.
Sus manos jugueteaban por el escote de Morgana a la vez que la besaba el cuello.-Morgana...-De nuevo sus manos fueron detrás de su espalda y al bajo de su vestido.-Suave...-Dijo al acariciar poco a poco el tobillo de Morgana, masajeándolo en círculos y delineando con una línea iba subiendo poco a poco a poco por su tibia y de repente toda su mano cubría por completo su pantorrilla inferior.-Si...quiero saber el misterio que esconde tu mirada...-Terminando en una mirada a los ojos de Morgana.-Dime....¿Me guiarás?-Dijo en seco. Duncan estaba entre ella, sus piernas a ambos lados. ¿Lo rechazaría? Si fuera así, lo entendería.
Duncan Paganini- Licántropo Clase Alta
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Re: Levantando a los muertos (Duncan, + 18)
Se sonrojaba, se dejaba llevar, y se estremecía por todas aquellas caricias en su cuerpo y palabras que se grababan en su mente como si de un ente imprescindible para la vida se trataran. Palabras mezcladas con caricias, caricias mezcladas con insinuaciones e insinuaciones acompañadas claramente de deseo por parte de ambos. Ahora ya no le tenía ningún tipo de miedo, sabiendo que sí podía llegar a ser tierno como él solo, tratándola de aquella manera tan suave y delicada.
Se sobresaltó un poco cuando comenzaron a ir hacia atrás, pero cerrando los ojos, se dejó guiar por él, parándose con su espalda rozando algo frío - Ahora mismo… -susurraba- … lo acompañaría al fin del mundo… -dijo, sonrojándose por sus propias palabras. Pero ya las había dicho, y no había vuelta atrás.
Soltó un pequeño jadeo cuando él la apresó por las caderas y la subió encima de aquel pedestal, y abrió mucho los ojos cuando le ató las muñecas. ¿Qué hacía? No lo sabía, pero la idea le produjo una extraña excitación que no rechazó, sintiendo con cada beso, cada caricia y cada palabra que su calor interno aumentaba sin control, sin querer ponérselo tampoco, y ese acercamiento de ambas caderas no hacía sino aumentarlo todo bastantes grados por encima de lo normal.
Escuchó atenta sus palabras, sonriendo de lado después. Pasó sus muñecas atadas por detrás de su cabeza, bajándolas hasta la espalda de Duncan, y, junto a sus muñecas y sus piernas, lo rodeó por completo y lo atrajo hacia sí, frotando sus propias piernas contra las de él y su cadera, y acercando su rostro al del hombre, llegando a sus labios y comenzando a besarlo lentamente para ir aumentando el ritmo después, empezando a notar su respiración acelerarse, a lo que respondía con más y más roces de ambos cuerpos, haciendo aumentar el calor que sentían. Se acercó a su oreja y susurró - Le guiaré… Sí… Le guiaré… Pero sígame en todo momento… -y le mordió el lóbulo de la oreja y comenzó a morderle la mejilla, el mentón, los labios… Hasta que volvió a comenzar a usar ella los suyos y añadió la lengua después, delineando los labios de Duncan al tiempo que sus piernas lo seguían apresando y atrayendo como podía hacia sus propias caderas, respirando entrecortadamente mientras sonreía y respiraba de su propio aliento.
Off: Lo siento, no me ha salido muy bien >.<U
Se sobresaltó un poco cuando comenzaron a ir hacia atrás, pero cerrando los ojos, se dejó guiar por él, parándose con su espalda rozando algo frío - Ahora mismo… -susurraba- … lo acompañaría al fin del mundo… -dijo, sonrojándose por sus propias palabras. Pero ya las había dicho, y no había vuelta atrás.
Soltó un pequeño jadeo cuando él la apresó por las caderas y la subió encima de aquel pedestal, y abrió mucho los ojos cuando le ató las muñecas. ¿Qué hacía? No lo sabía, pero la idea le produjo una extraña excitación que no rechazó, sintiendo con cada beso, cada caricia y cada palabra que su calor interno aumentaba sin control, sin querer ponérselo tampoco, y ese acercamiento de ambas caderas no hacía sino aumentarlo todo bastantes grados por encima de lo normal.
Escuchó atenta sus palabras, sonriendo de lado después. Pasó sus muñecas atadas por detrás de su cabeza, bajándolas hasta la espalda de Duncan, y, junto a sus muñecas y sus piernas, lo rodeó por completo y lo atrajo hacia sí, frotando sus propias piernas contra las de él y su cadera, y acercando su rostro al del hombre, llegando a sus labios y comenzando a besarlo lentamente para ir aumentando el ritmo después, empezando a notar su respiración acelerarse, a lo que respondía con más y más roces de ambos cuerpos, haciendo aumentar el calor que sentían. Se acercó a su oreja y susurró - Le guiaré… Sí… Le guiaré… Pero sígame en todo momento… -y le mordió el lóbulo de la oreja y comenzó a morderle la mejilla, el mentón, los labios… Hasta que volvió a comenzar a usar ella los suyos y añadió la lengua después, delineando los labios de Duncan al tiempo que sus piernas lo seguían apresando y atrayendo como podía hacia sus propias caderas, respirando entrecortadamente mientras sonreía y respiraba de su propio aliento.
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Re: Levantando a los muertos (Duncan, + 18)
¿Seguirla? De un momento a otro ella acabaría por seguirle a él. Tras sentir el mordisco en el lóbulo de la oreja, su corazón se golpeo sostenidamente en un puño por el recuerdo que le venía a la mente. Aparto aquél recuerdo que le hizo sentirse a distancia del momento el cual comenzaba a compartir junto a Morgana, pues podría llegar a ser un inconveniente innecesario. Pude sentir en la mortalidad de Morgana la excitación tras haberla sujetado ambas muñecas con la cinta de seda negra. Su temperatura corporal había subido progresivamente varios grados de temperatura y procuraría que no bajaran de cien por el momento. Siguió acariciando las piernas de Morgana lentamente con ambas manos desnudas hasta que la atrapó de las nalgas y la apretó contra sí, haciendo que sintiera poco a poco la excitación de él.
Escuchó como gemía y comenzó a jadear cuando la cogió de las caderas a la vez que la subía en el pedestal. Esta noche iba a ser inolvidable para Morgana e iba venir arrastrándose para pedir más de Duncan. Oh, sí, Iba a hacerla temblar deliberadamente, pero por ahora iría despacio. Duncan respondía a los besos y cuando sintió la lengua de Morgana delineando sus labios, la atrapó con su lengua formando una lucha, un baile sensual de sus lenguas que se unían en la noche. Las manos recorrían divertidas el cuerpo delicado de Morgana, por sus caderas, su cintura, su escote el cual se hinchaba y deshinchaba una y otra vez.
Se separó del beso y fue bajando poco a poco por el canal de su cuello desnudo, besándolo lentamente a la vez que comenzaba un vaivén de sus caderas contra Morgana. Iba llegando a la desembocadura de su pecho a lo que estaba oculto por un escote de barco demasiado molesto para su recorrido, así que con una de sus manos que andaban ocupadas acariciando uno de los muslos ya casi desnudos y a la vista envidiosa de la luna, fue llegando a uno de sus pechos y cuando llegó lo estrujo con suavidad a la vez que la inclinaba lentamente hacia atrás con un brazo alrededor de su cintura. Comenzó a masajearlo y los labios fueron al hombro que poco a poco iba descubriéndose del vestido de Morgana. Lo besó y lo dejó seco de babas para acercarse al otro lado lo cual hizo lo mismo.
-Morgana...-Dijo su nombre para hacerla saber de que aún estaba su lado, pues poco a poco creía que iba a desmayarse en cualquier momento. Paró un instante el vaivén de caderas y ambas manos fueron a abrazarla, pero sus brazos sobrepasaron su cintura cuando se fue directo a los botones del vestido. Duncan sonrió maliciosamente tras ver que poco a poco iba desabrochando la hila de botones que componían la bella silueta de Morgana. Apoyaba su mentón en la espalda de Morgana y pudo notar como besos inocentes rozaban la capa de su piel de Duncan alrededor del cuello. Una vez que desabrochó todos los botones del vestido, agarró los lados sueltos del vestido y se paró en el oído de Morgana-Espero que no te importe Morgana....-Dijo en susurros antes de que arrancara de cuajo la parte superior del vestido que llevaba Morgana esta noche, pero para decepción de Duncan, se encontró con el vestido interior que siempre llevaban las mujeres junto con un corsé interior, pero menos mal que este era mucho más fácil.-No todo resulta facil a la primera.-Dijo sonriendo a Morgana.
Consistía de un cierre de chapa y cuando lo deshizo, el vestido interior sin tirantes de Morgana se dejó a la vista. La falda era lo único que le importunaba, pero lo dejaría para después. Sonrió al verla indefensa con aquel rubor en las mejillas que la hacían sumamente bella ante el peligro. Se acercó de nuevo y lentamente de nuevo, con una mano agarró el escote y lo bajó hasta la cintura y tenía a la vista ambos pechos de Morgana.-Oh...Si...-Dijo Duncan con satisfacción.-Estoy hambriento...-Dijo con burla mientras se acercaba y atrapaba con su boca su pecho derecho y con una mano comenzaba a acariciarla lentamente sobre su trasero atrayéndola hacia sí. Un gemido ronco salió de Duncan al sentir como los pezones de Morgana, poco a poco iban poniéndose erectos. Los lamia con la lengua, jugaba con ellos, una vez uno y luego el otro pecho, así hasta que tuvo que volver a agarrar a Morgana por encima de su espalda desnuda.
Escuchó como gemía y comenzó a jadear cuando la cogió de las caderas a la vez que la subía en el pedestal. Esta noche iba a ser inolvidable para Morgana e iba venir arrastrándose para pedir más de Duncan. Oh, sí, Iba a hacerla temblar deliberadamente, pero por ahora iría despacio. Duncan respondía a los besos y cuando sintió la lengua de Morgana delineando sus labios, la atrapó con su lengua formando una lucha, un baile sensual de sus lenguas que se unían en la noche. Las manos recorrían divertidas el cuerpo delicado de Morgana, por sus caderas, su cintura, su escote el cual se hinchaba y deshinchaba una y otra vez.
Se separó del beso y fue bajando poco a poco por el canal de su cuello desnudo, besándolo lentamente a la vez que comenzaba un vaivén de sus caderas contra Morgana. Iba llegando a la desembocadura de su pecho a lo que estaba oculto por un escote de barco demasiado molesto para su recorrido, así que con una de sus manos que andaban ocupadas acariciando uno de los muslos ya casi desnudos y a la vista envidiosa de la luna, fue llegando a uno de sus pechos y cuando llegó lo estrujo con suavidad a la vez que la inclinaba lentamente hacia atrás con un brazo alrededor de su cintura. Comenzó a masajearlo y los labios fueron al hombro que poco a poco iba descubriéndose del vestido de Morgana. Lo besó y lo dejó seco de babas para acercarse al otro lado lo cual hizo lo mismo.
-Morgana...-Dijo su nombre para hacerla saber de que aún estaba su lado, pues poco a poco creía que iba a desmayarse en cualquier momento. Paró un instante el vaivén de caderas y ambas manos fueron a abrazarla, pero sus brazos sobrepasaron su cintura cuando se fue directo a los botones del vestido. Duncan sonrió maliciosamente tras ver que poco a poco iba desabrochando la hila de botones que componían la bella silueta de Morgana. Apoyaba su mentón en la espalda de Morgana y pudo notar como besos inocentes rozaban la capa de su piel de Duncan alrededor del cuello. Una vez que desabrochó todos los botones del vestido, agarró los lados sueltos del vestido y se paró en el oído de Morgana-Espero que no te importe Morgana....-Dijo en susurros antes de que arrancara de cuajo la parte superior del vestido que llevaba Morgana esta noche, pero para decepción de Duncan, se encontró con el vestido interior que siempre llevaban las mujeres junto con un corsé interior, pero menos mal que este era mucho más fácil.-No todo resulta facil a la primera.-Dijo sonriendo a Morgana.
Consistía de un cierre de chapa y cuando lo deshizo, el vestido interior sin tirantes de Morgana se dejó a la vista. La falda era lo único que le importunaba, pero lo dejaría para después. Sonrió al verla indefensa con aquel rubor en las mejillas que la hacían sumamente bella ante el peligro. Se acercó de nuevo y lentamente de nuevo, con una mano agarró el escote y lo bajó hasta la cintura y tenía a la vista ambos pechos de Morgana.-Oh...Si...-Dijo Duncan con satisfacción.-Estoy hambriento...-Dijo con burla mientras se acercaba y atrapaba con su boca su pecho derecho y con una mano comenzaba a acariciarla lentamente sobre su trasero atrayéndola hacia sí. Un gemido ronco salió de Duncan al sentir como los pezones de Morgana, poco a poco iban poniéndose erectos. Los lamia con la lengua, jugaba con ellos, una vez uno y luego el otro pecho, así hasta que tuvo que volver a agarrar a Morgana por encima de su espalda desnuda.
Duncan Paganini- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Levantando a los muertos (Duncan, + 18)
Estaba tan embriagada que poca era la atención que le prestaba a su alrededor. De hecho, no se la prestaba desde hacía un rato. Pero todos los sonidos y todas esas caricias lograban hacerla evadirse de todo lo terrenal que tenían bajo sus pies. No pensaba en otra cosa que no fueran sus manos sobre su cuerpo, y su aliento sobre su piel, arrancándole jadeos desde la garganta, buscándola, tentándola. Y bendita tentación que la hacía sonreír con toda la picardía del mundo.
Sentía todas esas caricias, escuchaba sus palabras… Y poco a poco notaba que se iba dejando caer cada vez más en los brazos de ese ente que la hacía arquear la espalda por el placer recibido por sus lamidas. Su cuerpo se tensaba cada vez más y su calor aumentaba sin control. Cerró los ojos y miró hacia arriba mientras Duncan le mordía los pechos, haciéndola estremecerse por completo, arqueando la espalda más aún, moviendo inconscientemente también las caderas siguiéndolo, respondiendo a su provocación.
Ella seguía atrayéndolo con los brazos en su espalda, subiendo ahora hasta su nuca y acariciándole la frontera entre piel y cabello con pequeños círculos con la punta de los dedos. Al mismo tiempo, le besaba el cuello lentamente, pasando después a mordidas que distaban mucho de la delicadeza empleada hasta el momento. Subió un poco más sus piernas hasta que consiguió cerrarlas juntando sus tobillos. Duncan la hizo echarse hacia atrás, y eso hizo, notando cada vez más cuan placentera resultaba la dicotomía de frío y calor que tenía delante y detrás.
Estaba atrapada entre un hombre y un cuerpo inerte, y era tan excitante que abrió los ojos y lo miró como le mordía los pechos, con una sonrisa afilada y picarona en los labios, los mismos labios con los que le mordía cada vez que podía y donde encontraba lugares para hacerlo.
En un momento, cuando estuvo completamente estirada sobre el pedestal, lo atrajo de tal forma que con la boca, ya que tenía las manos atadas, comenzó a tirarle de la camisa bruscamente, buscando desgarrársela y apartarla, pues estorbaba enormemente; sus dientes tiraban y tiraban, y las manos en la nuca trataban de quitarle la camisa a tirones, sin piedad con la prenda como no la había tenido él con la suya. Al ver que no podía quitarle la camisa por el cuello, bajó sus manos atadas hasta la cintura de Duncan y comenzó a tirar de ella para ir subiéndosela poco a poco, acariciando con las manos la piel que quedaba libre y gimiendo por las caricias que él seguía propiciándole.
Sentía todas esas caricias, escuchaba sus palabras… Y poco a poco notaba que se iba dejando caer cada vez más en los brazos de ese ente que la hacía arquear la espalda por el placer recibido por sus lamidas. Su cuerpo se tensaba cada vez más y su calor aumentaba sin control. Cerró los ojos y miró hacia arriba mientras Duncan le mordía los pechos, haciéndola estremecerse por completo, arqueando la espalda más aún, moviendo inconscientemente también las caderas siguiéndolo, respondiendo a su provocación.
Ella seguía atrayéndolo con los brazos en su espalda, subiendo ahora hasta su nuca y acariciándole la frontera entre piel y cabello con pequeños círculos con la punta de los dedos. Al mismo tiempo, le besaba el cuello lentamente, pasando después a mordidas que distaban mucho de la delicadeza empleada hasta el momento. Subió un poco más sus piernas hasta que consiguió cerrarlas juntando sus tobillos. Duncan la hizo echarse hacia atrás, y eso hizo, notando cada vez más cuan placentera resultaba la dicotomía de frío y calor que tenía delante y detrás.
Estaba atrapada entre un hombre y un cuerpo inerte, y era tan excitante que abrió los ojos y lo miró como le mordía los pechos, con una sonrisa afilada y picarona en los labios, los mismos labios con los que le mordía cada vez que podía y donde encontraba lugares para hacerlo.
En un momento, cuando estuvo completamente estirada sobre el pedestal, lo atrajo de tal forma que con la boca, ya que tenía las manos atadas, comenzó a tirarle de la camisa bruscamente, buscando desgarrársela y apartarla, pues estorbaba enormemente; sus dientes tiraban y tiraban, y las manos en la nuca trataban de quitarle la camisa a tirones, sin piedad con la prenda como no la había tenido él con la suya. Al ver que no podía quitarle la camisa por el cuello, bajó sus manos atadas hasta la cintura de Duncan y comenzó a tirar de ella para ir subiéndosela poco a poco, acariciando con las manos la piel que quedaba libre y gimiendo por las caricias que él seguía propiciándole.
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Re: Levantando a los muertos (Duncan, + 18)
Duncan empezó a sentir que la camisa le incomodaba y se la quitó a la vez que la echaba al suelo. Sacó las manos de Morgana de su cuello y las desató poco a poco a la vez que se acercaba al cuerpo de la mujer que yacía medio tumbada sobre el pedestal de mármol. La besó el labio inferior para luego atrapar sus labios y besarlos tiernamente. Apretó su cadera contra el centro de Morgana a lo que logró escuchar un gemido ahogado que al parecer provino de Morgana. Separo su cadera y volvió a rozar la erección reciente que tenía bajo los pantalones de nuevo contra el sexo de Morgana, haciéndola temblar bajo la lentitud de sus movimientos y consiguiendo varios jadeos en su respiración que comenzaba a ser entrecortada.
Duncan separó sus labios de los de Morgana para poder coger un poco de aire, se sentía el amo en esa noche después de haber sido por poco rechazado por su hija al ver su verdadera apariencia. Sí, esto es lo que él había sido durante muchos años. Desde los quince años llevaba con esta maldición a rastras pero de algún modo, ahora lo veía como una bendición. Volvió a Morgana que al parecer le observaba con una sonrisa dulce en su rostro, el cual Duncan sonrió automáticamente. Se separó de Morgana y fue en busca del abrigo que había dejado en el banco de piedra. Lo cogió y volvió hacia donde se encontraba Morgana, turbia y con la cara sonrojada. Se puso el abrigo colgado de uno de sus brazos y agarró a Morgana por la cintura hasta que la sentó y la tuvo cara a cara.
Se acercó a Morgana, pero lo que iba a hacer no era besarla esta vez, si no procurar que no cogiera nada de frío, así que colocó el abrigo en el frío pedestal de mármol y con sumo cuidado, volvió a encender el cuerpo de Morgana poco a poco, inclinándola de nuevo sobre el pedestal. Al verla debajo de él, Duncan sonrió y fue directamente a besarle el cuello, su clavícula, su pecho, la curva de su pecho, su pezón y lentamente con las manos, fue agarrando de la cinturilla de la falda y poco a poco fue deshaciéndose de la falda y dejando al desnudo por completo el delicado y blanco cuerpo de Morgana a la vista de la noche.
Se apoyó en ella y cubrió su pecho con el ancho y fuerte pecho de Duncan, a la vez que la lamia con la lengua tras el lóbulo de su oreja, mientras cogía sus manos y se las colocaba por encima de su cabeza de nuevo.
-Creo que acabamos de empezar.-Dijo al ver que Morgana echaba su cabeza hacia atrás en señal de placer mientras Duncan rozaba el miembro erecto que se ocultaba bajo los pantalones contra el centro de ella.-Y yo tengo...mucha-Paró en el oído de Morgana, haciéndola temblar de arriba abajo-Mucha...-se paró por última vez.-Hambre...-Dijo a la vez que liberaba una mano suya y atrapaba con la otra, ambas manos de ella. La mano que se movía juguetona por el cuerpo de Morgana, iba poco a poco bajando hasta que llegó al sexo de ella.
Lo miró curioso por un instante y lentamente fue a atar de nuevo las manos de Morgana, las ató a un saliente en forma de alfil y enganchó las manos de Morgana. Miró a Morgana, la besó tiernamente y con ambas manos cogió las piernas de Morgana. Se acercó a su sexo e indagó en un beso cerrado, haciendo que su lengua comenzara a jugar en la oscuridad de la noche.
Duncan separó sus labios de los de Morgana para poder coger un poco de aire, se sentía el amo en esa noche después de haber sido por poco rechazado por su hija al ver su verdadera apariencia. Sí, esto es lo que él había sido durante muchos años. Desde los quince años llevaba con esta maldición a rastras pero de algún modo, ahora lo veía como una bendición. Volvió a Morgana que al parecer le observaba con una sonrisa dulce en su rostro, el cual Duncan sonrió automáticamente. Se separó de Morgana y fue en busca del abrigo que había dejado en el banco de piedra. Lo cogió y volvió hacia donde se encontraba Morgana, turbia y con la cara sonrojada. Se puso el abrigo colgado de uno de sus brazos y agarró a Morgana por la cintura hasta que la sentó y la tuvo cara a cara.
Se acercó a Morgana, pero lo que iba a hacer no era besarla esta vez, si no procurar que no cogiera nada de frío, así que colocó el abrigo en el frío pedestal de mármol y con sumo cuidado, volvió a encender el cuerpo de Morgana poco a poco, inclinándola de nuevo sobre el pedestal. Al verla debajo de él, Duncan sonrió y fue directamente a besarle el cuello, su clavícula, su pecho, la curva de su pecho, su pezón y lentamente con las manos, fue agarrando de la cinturilla de la falda y poco a poco fue deshaciéndose de la falda y dejando al desnudo por completo el delicado y blanco cuerpo de Morgana a la vista de la noche.
Se apoyó en ella y cubrió su pecho con el ancho y fuerte pecho de Duncan, a la vez que la lamia con la lengua tras el lóbulo de su oreja, mientras cogía sus manos y se las colocaba por encima de su cabeza de nuevo.
-Creo que acabamos de empezar.-Dijo al ver que Morgana echaba su cabeza hacia atrás en señal de placer mientras Duncan rozaba el miembro erecto que se ocultaba bajo los pantalones contra el centro de ella.-Y yo tengo...mucha-Paró en el oído de Morgana, haciéndola temblar de arriba abajo-Mucha...-se paró por última vez.-Hambre...-Dijo a la vez que liberaba una mano suya y atrapaba con la otra, ambas manos de ella. La mano que se movía juguetona por el cuerpo de Morgana, iba poco a poco bajando hasta que llegó al sexo de ella.
Lo miró curioso por un instante y lentamente fue a atar de nuevo las manos de Morgana, las ató a un saliente en forma de alfil y enganchó las manos de Morgana. Miró a Morgana, la besó tiernamente y con ambas manos cogió las piernas de Morgana. Se acercó a su sexo e indagó en un beso cerrado, haciendo que su lengua comenzara a jugar en la oscuridad de la noche.
Duncan Paganini- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/04/2011
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