EL CONSEJO DE LOS MUERTOS

La sensacion de que alguien la observaba era latente, giro en la cama hasta hacerse un ovillo, y despertó malhumorada y llena de sudor. Asi habían sido las ultimas cinco noches desde que estaba en casa de Merlin y cuando le preguntaba a este no respondia o la evitaba. El aprendizaje de la magia no era algo fácil, ya que Aûrora no estaba acostumbrada a estudiar tanto y tan exigentemente. Lo que mas le costaba era la taxonomía, el nombre de cada planta y su uso. Todo entraba con rapidez con su cabeza, pero la único que la motivaba, era el recuerdo de la muerte de sus padre, la traición de su prometido, la venganza era su motor. Pero ni siquiera a odiar estaba acostumbrada y esto la desgastaba. Merlin la miraba asombrado como la débil muchacha temblorosa, se convertía en una mujer fuerte, pero en el fondo seguía siendo muy sensible. Ya de eso había pasado un año. Las heridas físicas de Aûrora habían desaparecido, pero las morales seguían muy latentes.
- Es hora de que te cambies y vengas conmigo- dijo Merlin
- ¿ Pero si aun es de madrugada?
- Arreglate…
Caminaron casi a tientas por la enorme casa y llegaron a la biblioteca. Aûrora miro a Merlin desconcertada.
- ¿Qué ves?- pregunto Merlin.
- La biblioteca…
- Mira bien, ¿ que ves?
Se acerco con la débil luz del candelabro a ella desconfiada y volviéndose a ver a Merlin de cuando en cuando, cuando estuvo bien cerca, miro aquellos libros que nunca se había detenido a observar, y en letras doradas deletreo un nombres. Maximus Monto E Bello…- siguió leyendo cada uno de esos nombres, todos familiares suyos, ¡ Eran sus ancestros!, hasta que encontró un nombre que la estremeció de sobremanera- Adrian Montobello…
- Estos libros guardan los secretos mas antiguos de tu linaje, todos envueltos en cuero burdo oscuro con letras doradas… ¿ no te parece familiar?

El libro vacio que le había obsequiado su madre el dia del nefasto cumpleaños. Lo miro incrédula, pero con delicadeza saco el que tenia el nombre de su padre y lo apretó contra si. Tal vez era el único recuerdo tangible de el que tenia.
- Ahora podras aprender mas rápido Aûrora y pronto no me necesitaras- acaricio su rostro- estaras lista…
- ¿Lista para que?
- Lo sabras a su debido momento…
Aûrora subió a descansar animada y confundida, mientras Merlin viendo la ventana, la oscuridad y la brisa hablaba como si alguien estuviera allí con el.
- Ya pueden hacerlo… pero jamás los Montobello habían tenido una descendiente mujer… puede ser una mala señal… entiendo es la ultima…

Aûrora sintió que una mano helada tocaba su hombro y se despertó abruptamente. El cuarto estaba terriblemente frio y la ventana se golpeaba por la brisa. Se levanto para cerrarla cuando la puerta de su cuarto se abrió lentamente. Una fuerza mas alla de su miedo, la empujaban a buscar y averiguar. Se dirigió escalera abajo y termino a oscuras en la biblioteca. Se sentían pasos pesados caminando en el salón hacia donde ella estaba. El eco era contundente y Aùrora se escondió tras el escritorio.
Los ventanales de la biblioteca de abrieron de golpe, entrando una ráfaga de viento tan potente que saco algunos tomos de su lugar, cayendo sobre la cabeza de Aûrora. Se escuhaban voces murmurando, pero no entendían nada. De repente una fuerza descomunal la alzo levantándola por encima del escritorio. Se vio rodeada de gente, palida, oscura. Estaba segura que no eran humanos, eran traslucidos y brillantes. Hombres que no había visto en su vida, se acerco el que parecía ser el mayor de ellos, un hombre calaverico, vestido de toga pero con un aire se superioridad que eclipsaba al resto.
- ¡ Tu eres la única que puedes vengarnos!- y rugieron todos al unisono
- ¡ Merlin!- grito con todas sus fuerzas mientras se le acercaban.

Merlin nunca atendió a su llamado.

Paris 1.800

Mira la biblioteca que es pequeña para tantos tomos, algunos yacen en pilas en el suelo, y otros están abiertos en su escritorio. NO ha podido terminar de leerlos, mira la hoja amarillenta en la que escribe y cierra, ve con letras doradas “ Aùrora Montobello”.
Detrás de ella una luz toma forma de hombre, vestido de toga. Aûrora no se sorprende lo conoce es Maximus. Medita en algo, ha visto a todos los ancestros muertos, pero en todos estos años no ha visto el espíritu de su padre.