AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La música de la noche
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La música de la noche
A través de las cortinas que cubrían la entrada a nuestra caravana, escuché la voz dura y clara de Zephira gritarme.
- ¡Quiero mi ropa limpia para mañana, Mikalya!- no asomó la cabeza ni una parte de su regordeta mano para amenazarme, simplemente me dió una orden y nada más. Siempre, todos los días, era lo mismo. Por las mañanas me levantaba temprano para ir a comprar los víveres al mercado; pan, leche, carne. Luego me hacía limpiar la caravana, por adentro y por fuera, además de cepillar los caballos y darles du alimento. Si me encontraba con tiempo libre me daba un bulto de ropa para remendarla y a veces me dejaba tocar la pandereta por un rato. Después me encontraba otra actividad más. Y en las noches tenía que ponerme a bailar por monedas, de las cuales la mitad eran mías.
Esta noche ambas descanzábamos... bueno, ella descanzaba. Yo, por otro lado, tenía que lavar la ropa.
Solté un bufido y miré el canasto de ropa que descanzaba junto a una de las ruedas de la caravana.
No pensaba mojarme las manos de noche, eso sólamente me las helaría, así que preferí dejar el cesto ahi y no hacer nada. Zephira se enojaría mañana pero ¿eso qué importaba ya? Me daba igual si su ropa estaba lista cuando ella quisiera.
Miré hacia el cielo que estaba salpicado de estrellas que acompañaban a la luna siempre brillante y blanca. Sonreí para mi misma y me alejé de las caravanas. El aire olía a tierra mojada, pues había llovido esa tarde, y ese aroma siempre me alegraba un poco la noche.
A poca distancia de donde estaba pude ver un árbol, un lugar perfecto para sentarme. Me quité un trozo de tela que tenía apretado en la cadera y lo puse sobre el cesped mojado, luego me senté ahí.
Antes de llegar a parís había intercambiado una de mis panderetas por una pequeña flauta a un gitano. Siempre la mantenía conmigo, así que la saqué de mi cinturón y comencé a tocar algo suave para no despertar a los demás. En la mañana podría preocuparme por la ropa.
- ¡Quiero mi ropa limpia para mañana, Mikalya!- no asomó la cabeza ni una parte de su regordeta mano para amenazarme, simplemente me dió una orden y nada más. Siempre, todos los días, era lo mismo. Por las mañanas me levantaba temprano para ir a comprar los víveres al mercado; pan, leche, carne. Luego me hacía limpiar la caravana, por adentro y por fuera, además de cepillar los caballos y darles du alimento. Si me encontraba con tiempo libre me daba un bulto de ropa para remendarla y a veces me dejaba tocar la pandereta por un rato. Después me encontraba otra actividad más. Y en las noches tenía que ponerme a bailar por monedas, de las cuales la mitad eran mías.
Esta noche ambas descanzábamos... bueno, ella descanzaba. Yo, por otro lado, tenía que lavar la ropa.
Solté un bufido y miré el canasto de ropa que descanzaba junto a una de las ruedas de la caravana.
No pensaba mojarme las manos de noche, eso sólamente me las helaría, así que preferí dejar el cesto ahi y no hacer nada. Zephira se enojaría mañana pero ¿eso qué importaba ya? Me daba igual si su ropa estaba lista cuando ella quisiera.
Miré hacia el cielo que estaba salpicado de estrellas que acompañaban a la luna siempre brillante y blanca. Sonreí para mi misma y me alejé de las caravanas. El aire olía a tierra mojada, pues había llovido esa tarde, y ese aroma siempre me alegraba un poco la noche.
A poca distancia de donde estaba pude ver un árbol, un lugar perfecto para sentarme. Me quité un trozo de tela que tenía apretado en la cadera y lo puse sobre el cesped mojado, luego me senté ahí.
Antes de llegar a parís había intercambiado una de mis panderetas por una pequeña flauta a un gitano. Siempre la mantenía conmigo, así que la saqué de mi cinturón y comencé a tocar algo suave para no despertar a los demás. En la mañana podría preocuparme por la ropa.
Mikalya Tanvir- Gitano
- Mensajes : 160
Fecha de inscripción : 03/05/2011
Re: La música de la noche
Había llovido. Bajo la noche todo parecía brillar incluso el césped que crecía cerca de donde acampábamos la mayoría de los gitanos, eso ya era aburrido conocía todas las caras e incluso podría decir con los ojos cerrados quien y como vivían en cada carpa o carreta, toda la tarde me la había pasado sentada en el piso esperando que alguna se presentara, nada interesante pasó y me quede esperando, me dio la noche y algunos de mis “compañeros” gitanos partían hacia el circo para ganarse el dinero de cada día, dinero robado claro está, tenía que admitir que las ganancias como bailarina o vidente no eran las de antes, a pesar de que muchas personas nos tenían miedo por lo menos veían para ver nuestros bailes que quitarse la duda sobre nuestros poderes, ahora nadie i casi nadie venía a visitarnos, ya ni siquiera por curiosidad de acercaban al circo y si lo hacían apenas y dejaban unos cuantos francos. No era nuestra culpa robar, ellos nos obligaban.
Descarada, cínica podía ser muchas cosas mientras pensaba aquello pero era mi verdad y la única que conocía. Lo malo de todo eso era que estaba…sola. No me importaba un poco pero siempre era mejor que alguien reconocido en el medio te dijera que hacer y cómo hacerlo, con mi tía yo siempre tenía que hacer el trabajo pesado pero por lo menos ella ya tenía el trabajo que yo desarrollaría, esto era distinto yo buscaba, yo hacía y si no hacía no comía. A grandes zancadas seguí en secreto a un grupo de gitanos que iban cantando y de camino al trabajo, me parecía gracioso tratar de encontrarles explicaciones a los gestos y modales que las personas hacían porque seguramente no sabían lo ridículos que se veían. E todas formas me parecía curioso que en vez de “hacer lo que debían hacer” se desviaran un poco de camino. A la carpa de alguien más.
¡Que coincidencias! Otra mujer como mi tía…Eso era digno de verse, me escondí entre la maleza hasta que se alejaron y quede fuera de su sospecha, fue ahí cuando encontré un árbol lo bastante cómodo para escalar, podía ver a la perfección todo lo que hacían pues las sombras se hacían grandes dentro de la carpa. El mundo era tan pequeño que me pareció escuchar la voz de mi tía proveniente de ese lugar, sentí algo de miedo pero como un buen producto de mi mente delirante sabía que estaba mal, no podía serlo, ella había muerto. Me acosté boca arriba en una rama cuando decidí que la situación en la carpa ya no era interesante, pude quedarme dormida y tal vez lo hice porque abrí los ojos gracias a una melodía hermosa que no venía de muy lejos, es más…venia debajo de donde yo estaba.
Me incline de forma intrépida para sacar la cabeza y encontrarme con una gitana, rubia y bonita…Muchas gitanas no eran bonitas-Es bonito… ¿Dónde aprendiste a tocar? Yo solo se bailar-le dije casualmente sin mucho enfado y como si hablara con ella todos los días-Soy Zavannah-me presenté alegremente, no conocía a nadie y la chica no parecía mala, es más diría que era una personita cansada de su familia...como yo.
Descarada, cínica podía ser muchas cosas mientras pensaba aquello pero era mi verdad y la única que conocía. Lo malo de todo eso era que estaba…sola. No me importaba un poco pero siempre era mejor que alguien reconocido en el medio te dijera que hacer y cómo hacerlo, con mi tía yo siempre tenía que hacer el trabajo pesado pero por lo menos ella ya tenía el trabajo que yo desarrollaría, esto era distinto yo buscaba, yo hacía y si no hacía no comía. A grandes zancadas seguí en secreto a un grupo de gitanos que iban cantando y de camino al trabajo, me parecía gracioso tratar de encontrarles explicaciones a los gestos y modales que las personas hacían porque seguramente no sabían lo ridículos que se veían. E todas formas me parecía curioso que en vez de “hacer lo que debían hacer” se desviaran un poco de camino. A la carpa de alguien más.
¡Que coincidencias! Otra mujer como mi tía…Eso era digno de verse, me escondí entre la maleza hasta que se alejaron y quede fuera de su sospecha, fue ahí cuando encontré un árbol lo bastante cómodo para escalar, podía ver a la perfección todo lo que hacían pues las sombras se hacían grandes dentro de la carpa. El mundo era tan pequeño que me pareció escuchar la voz de mi tía proveniente de ese lugar, sentí algo de miedo pero como un buen producto de mi mente delirante sabía que estaba mal, no podía serlo, ella había muerto. Me acosté boca arriba en una rama cuando decidí que la situación en la carpa ya no era interesante, pude quedarme dormida y tal vez lo hice porque abrí los ojos gracias a una melodía hermosa que no venía de muy lejos, es más…venia debajo de donde yo estaba.
Me incline de forma intrépida para sacar la cabeza y encontrarme con una gitana, rubia y bonita…Muchas gitanas no eran bonitas-Es bonito… ¿Dónde aprendiste a tocar? Yo solo se bailar-le dije casualmente sin mucho enfado y como si hablara con ella todos los días-Soy Zavannah-me presenté alegremente, no conocía a nadie y la chica no parecía mala, es más diría que era una personita cansada de su familia...como yo.
Zavannah Dellepiane- Gitano
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Fecha de inscripción : 27/04/2011
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Re: La música de la noche
La noche parecía más calmada que de costumbre, incluso podía decir que hermosa. La luna se asomaba enorme por entre las nubes grises que, con su luz, parecían velos de alguna tela vaporosa; las estrellas centelleaban en el firmamento, como joyas incrustadas en un vestido negro. Podía escuchar el viento silvar entre los árboles, las hojas rozarse entre ellas, grillos, buhos ululando. Todo parecía una orquesta tocando una pieza compuesta por algún talentoso genio. Incluso, de tanta calma, sonaba el cauce de un río formado por la lluvia. De las hojas del árbol donde me encontraba sentada, caían ligeras gotas de agua, restos de la tarde.
Noches como esta me recordaban las que pasaba en Alemania junto con Dévora, la que me había enseñado a bailar. A veces podía aún escuchar sus risas divertidas unirse con los tintineos de los discos de mi pandereta. Eran momentos felices, de los pocos que podía recordar, porque después de cantar y bailar, Dévora entraba en la caravana con algún hombre y entonces tenía que ponerme pedazos de migajón en los oídos. Quién iba a imaginar que después de unos años a mi me tocaría hacer lo mismo.
Rememorizar eso me hizo desentonar un poco en la flauta, luego moví la cabeza de un lado al otro con sutileza y volví a retomar el ritmo. Eran muchas las veces que anhelaba estar así, sola y con mi música, conmigo, pero mi deber me lo impedía al igual que mi recordatorio permanente que Zephira me había dejado en una muñeca. Ya no necesitaba esos tratos pero estaba obligada a seguir ahí, como una simple esclava.
El árbol se movió provocando que sus ramas se agitaran y golpearan entre ellas. Fruncí el ceño. ¿Había sido una ardilla? Volteé hacia arriba, donde una voz femenina sonó. Para ser sinceros, me sorprendió ver una chica trepada en un árbol y más aún que no me había percatado de su presencia. Me quité la boquilla de la flauta de mi boca y contesté.
- Gracias, lo aprendí de un gitano en Budapest, era suya pero se la cambié por una de mis panderetas. ¿Que... qué haces ahí arriba? ¿Cómo es que subiste? ¿Por qué no me di cuenta?- dije con la cabeza confusa. Yo no era una persona muy atlética y mucho menos ágil, subir a los árboles se me hacía una de las labores más complicadas que alguien podía realizar. Ella dijo su nombre, sonaba armonioso, exótico. - Zavannah... lindo nombre. Yo soy Mikalya.- me presenté yo levantándome del cesped para verla mejor. Era de piel morena y cabellos oscuros, los razgos característicos de los gitanos, pero sus facciones eran un poco más delicadas.
Noches como esta me recordaban las que pasaba en Alemania junto con Dévora, la que me había enseñado a bailar. A veces podía aún escuchar sus risas divertidas unirse con los tintineos de los discos de mi pandereta. Eran momentos felices, de los pocos que podía recordar, porque después de cantar y bailar, Dévora entraba en la caravana con algún hombre y entonces tenía que ponerme pedazos de migajón en los oídos. Quién iba a imaginar que después de unos años a mi me tocaría hacer lo mismo.
Rememorizar eso me hizo desentonar un poco en la flauta, luego moví la cabeza de un lado al otro con sutileza y volví a retomar el ritmo. Eran muchas las veces que anhelaba estar así, sola y con mi música, conmigo, pero mi deber me lo impedía al igual que mi recordatorio permanente que Zephira me había dejado en una muñeca. Ya no necesitaba esos tratos pero estaba obligada a seguir ahí, como una simple esclava.
El árbol se movió provocando que sus ramas se agitaran y golpearan entre ellas. Fruncí el ceño. ¿Había sido una ardilla? Volteé hacia arriba, donde una voz femenina sonó. Para ser sinceros, me sorprendió ver una chica trepada en un árbol y más aún que no me había percatado de su presencia. Me quité la boquilla de la flauta de mi boca y contesté.
- Gracias, lo aprendí de un gitano en Budapest, era suya pero se la cambié por una de mis panderetas. ¿Que... qué haces ahí arriba? ¿Cómo es que subiste? ¿Por qué no me di cuenta?- dije con la cabeza confusa. Yo no era una persona muy atlética y mucho menos ágil, subir a los árboles se me hacía una de las labores más complicadas que alguien podía realizar. Ella dijo su nombre, sonaba armonioso, exótico. - Zavannah... lindo nombre. Yo soy Mikalya.- me presenté yo levantándome del cesped para verla mejor. Era de piel morena y cabellos oscuros, los razgos característicos de los gitanos, pero sus facciones eran un poco más delicadas.
Mikalya Tanvir- Gitano
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Fecha de inscripción : 03/05/2011
Re: La música de la noche
Me afiance bien del árbol y baje un poco más la cabeza, era definitivamente bonita ¿Se la habrían robado de alguna familia noble? No había muchos gitanos con ojos claros y menos rubios, a menos de que fuera la excepción y sus genes fueran extremadamente buenos, parecía muñeca de esas que se colocan arriba de los pasteles con vestidos pomposos e incomodos, la coleccionaría si en verdad fuera una muñeca-¿También tocas la pandereta? Eso es estupendo, yo se cocinar si se puede tomar en cuenta-abrí los ojos de forma un poco desmesurada, me sentía poco hábil, nunca me había interesado tocar un instrumento pero la verdad era que a mi tía le había importado poco mi formación en esas cosas, creía que un buen baile acompañado de un lindo cuerpo era mejor que una pandereta, ahora me lamentaba. Sentí la sangre correrme hasta la cabeza, un dolor me impidió sacudir la mano como otra forma de saludo-¿Qué hago aquí arriba? Está viendo esa carpa-me senté sobre la rama y señale la carpa en donde habían entrado los hombres-¿Cómo subí? Simplemente escale-hice con las manos como si escalara un árbol invisible-¿Porque no me viste? Bueno creo que llegue antes que tú, aparte soy muy silenciosa-le sonreí mientras miraba ara abajo y poco a poco iba recorriendo mi cuerpo a la orilla de la rama.
-El tuyo también es un nombre muy lindo-me impulse para aventarme, desafortunadamente al parecer mi pies no eran tan diestros como parecían, un sonido seco provino de ellos cuando tocaron el piso-Estoy bien-le sonreí para quitarle el susto de aquel sonido, ya había sufrido tantos golpes que en verdad uno más era como si fuera un día nuevo, normal y común-¿Qué haces aquí tan sola? ¿Quieres subir?-apunte con el dedo índice hacia la copa del árbol. La noche tan bonita fue estropeada gracias a las voces que venían desde mi objetivo, al parecer alguien no estaba del todo contento ¿Pero quién lo estaría en una zona tan alejada? Mis ojos se posaron en el lugar del tumulto, poniendo especial atención en l voz de los hombres ¿Mikalya los conocería? Si era así seguramente no quería hablar de eso, yo sabía cómo estar en una situación así.
-El tuyo también es un nombre muy lindo-me impulse para aventarme, desafortunadamente al parecer mi pies no eran tan diestros como parecían, un sonido seco provino de ellos cuando tocaron el piso-Estoy bien-le sonreí para quitarle el susto de aquel sonido, ya había sufrido tantos golpes que en verdad uno más era como si fuera un día nuevo, normal y común-¿Qué haces aquí tan sola? ¿Quieres subir?-apunte con el dedo índice hacia la copa del árbol. La noche tan bonita fue estropeada gracias a las voces que venían desde mi objetivo, al parecer alguien no estaba del todo contento ¿Pero quién lo estaría en una zona tan alejada? Mis ojos se posaron en el lugar del tumulto, poniendo especial atención en l voz de los hombres ¿Mikalya los conocería? Si era así seguramente no quería hablar de eso, yo sabía cómo estar en una situación así.
Zavannah Dellepiane- Gitano
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Fecha de inscripción : 27/04/2011
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Re: La música de la noche
Miré a la chica arriba del árbol. Aún y con la explicación tan ilustrativa me parecía imposible poder subir. Seguramente una vez arriba caería cual costal de papas y entonces me rompería unos cuantos huesos, no definitivamente yo no sería para subir cosas o trepar. Sonreí al ver que contestaba a mis preguntas. Vaya que me sentía tonta.
- Bueno... esque antes de bailar tocaba la pandereta y la flauta para una chica que ahora no esta con nosotras, no porque esté muerta sino porque quiso tomar su rumbo aparte del nuestro.- aclaré tratando de no sonar torpe. No sabía por qué cuando hablaba con alguien nuevo me ponía nerviosa. Miré la carpa que decía. Parecía que alguien discutía muy fuerte. No alcanzaba a escuchar exactamente qué decían pero estaba claro que no era una festividad. Hice una mueca de confusión, luego la relajé.- Ah claro, entonces estabas aquí antes. Eres muy... silenciosa. Seguramente si yo hubiera estado ahi arriba amanecería aferrada a una rama sin haber dormido por el miedo de caerme.- dije riendo ligeramente.
Cuando cayó del árbol con un golpe seco de sus pies cerré los ojos fuertemente deseando que no se hubiera lastimado. Para su suerte no sufría de nada.
- Bueno, estaba tratando de olvidarme de los deberes que tengo con mi... am... mi ama. Me mandó a lavar una pila de ropa- dije señalando el canasto de mimbre que estaba junto a nuestra caravana - pero honestamente no estoy de mucho humor para gastarme las manos.- dije mirando despectivamente donde se suponía que dormía Zephira. Negué con la cabeza a su pregunta y esbocé una sonrisa. - No, soy bastante torpe en cuanto a cosas físicas. Seguramente me romperé un brazo sólamente de intentarlo. pero si quieres tu puedes subir y yo me quedaré de pie para poder hablar a tu nivel, sino no me escucharías.- dije e instantáneamente mis ojos se dirigieron a un grupo de personas que discutían bajo una carpa. Fruncí el ceño. - Parece que hay personas bastante amargadas en este sitio. Yo soñaba con que mi ama fuese la única pero... ya me di cuenta que no.- solté un suspiro y luego miré a Zavannah. Ya de cerca parecía una princesa árabe, con su piel morena y los ojos rasgados.
- Bueno... esque antes de bailar tocaba la pandereta y la flauta para una chica que ahora no esta con nosotras, no porque esté muerta sino porque quiso tomar su rumbo aparte del nuestro.- aclaré tratando de no sonar torpe. No sabía por qué cuando hablaba con alguien nuevo me ponía nerviosa. Miré la carpa que decía. Parecía que alguien discutía muy fuerte. No alcanzaba a escuchar exactamente qué decían pero estaba claro que no era una festividad. Hice una mueca de confusión, luego la relajé.- Ah claro, entonces estabas aquí antes. Eres muy... silenciosa. Seguramente si yo hubiera estado ahi arriba amanecería aferrada a una rama sin haber dormido por el miedo de caerme.- dije riendo ligeramente.
Cuando cayó del árbol con un golpe seco de sus pies cerré los ojos fuertemente deseando que no se hubiera lastimado. Para su suerte no sufría de nada.
- Bueno, estaba tratando de olvidarme de los deberes que tengo con mi... am... mi ama. Me mandó a lavar una pila de ropa- dije señalando el canasto de mimbre que estaba junto a nuestra caravana - pero honestamente no estoy de mucho humor para gastarme las manos.- dije mirando despectivamente donde se suponía que dormía Zephira. Negué con la cabeza a su pregunta y esbocé una sonrisa. - No, soy bastante torpe en cuanto a cosas físicas. Seguramente me romperé un brazo sólamente de intentarlo. pero si quieres tu puedes subir y yo me quedaré de pie para poder hablar a tu nivel, sino no me escucharías.- dije e instantáneamente mis ojos se dirigieron a un grupo de personas que discutían bajo una carpa. Fruncí el ceño. - Parece que hay personas bastante amargadas en este sitio. Yo soñaba con que mi ama fuese la única pero... ya me di cuenta que no.- solté un suspiro y luego miré a Zavannah. Ya de cerca parecía una princesa árabe, con su piel morena y los ojos rasgados.
Mikalya Tanvir- Gitano
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Fecha de inscripción : 03/05/2011
Re: La música de la noche
No entendía muchas cosas de las cuales hablaba y menos lo que otras personas decían, era bastante mala con mantener un hilo en las conversaciones pues solía saltar de un tema a otro con mucha facilidad, hice una mueca al no entender del todo de lo que hablaba ¿Se había ido esa chica? ¿A dónde? Sacudí la cabeza tratando de arreglar las palabras que ella me decía, tal vez a lo que se refería era que su amiga había optado por un camino más fácil como las chicas que son visitadas por hombres en la noche, no las juzgaba incluso podía decir que tenían historias interesantes pero prefería ser gitana y tener aventuras a ser una dama de la noche. La mire con el gesto torcido, no estaba muy segura de lo que había pensado hace poco pero se me hizo muy tonto preguntar, así que no lo hice-Tocas bastante bien, de seguro ganas bastante dinero y puedes comprar cosas-sonreí y tope la mirada con el lugar en donde gritaban, el sonido era tan alto que se distorsiono de un momento a otro.
Arrugue la nariz molesta.-Oh…-exclame cambiando mi expresión fácil a una de pena. Mi tía había sido como mi ama, no sabía porque pero Mikalya parecía una versión de mi misma pero aun con el yugo de su “ama”. Sabía lo que era ser explotada y querer esconderte en un mundo en donde eso no existiera, la rabia y el enojo en saber que eso le pasaba ella y que aún no podía librarse. No me sentía afortunada como ante, tal vez era demasiado empática con otros, y aunque mi tía ya no estaba en el mundo aún me daba rabia saber que decidió hacerme su esclava-Te entiendo y si quieres mi ayuda con eso yo lo puedo hacer mientras platicamos, tengo experiencia en eso-bromee tratando de que obligara la labor que tan pesada se mostraba un día antes de entregarla-Aparte no creo que la reunión acabe de forma feliz-me referí a la carpa que parecía tener poco tiempo antes de caer debido a la situación tan subida de tono.
-¡Anda vamos! Tal vez después te enseñe a escalar arboles-le sonreí mientras caminaba hacía la ropa sucia y la cargaba torpemente, era mucha y la suciedad la hacía más pesada-Será un trabajo arduo pero si te sirve de algo yo me eh roto muchos huesos pero sigo viva, le encontrarás el gusto cuando termine con esto-hice la cabeza a un lado indicándole que debíamos de salir de ese lugar, las cosas cada vez iban peor-¡Vamos, anda por favor!¡Podrás tocar mientras yo lavo!-le pedí dando brinquitos , me agradaba y no sabía exactamente porque, tal vez porque en muchos aspectos se parecía a mi.
Arrugue la nariz molesta.-Oh…-exclame cambiando mi expresión fácil a una de pena. Mi tía había sido como mi ama, no sabía porque pero Mikalya parecía una versión de mi misma pero aun con el yugo de su “ama”. Sabía lo que era ser explotada y querer esconderte en un mundo en donde eso no existiera, la rabia y el enojo en saber que eso le pasaba ella y que aún no podía librarse. No me sentía afortunada como ante, tal vez era demasiado empática con otros, y aunque mi tía ya no estaba en el mundo aún me daba rabia saber que decidió hacerme su esclava-Te entiendo y si quieres mi ayuda con eso yo lo puedo hacer mientras platicamos, tengo experiencia en eso-bromee tratando de que obligara la labor que tan pesada se mostraba un día antes de entregarla-Aparte no creo que la reunión acabe de forma feliz-me referí a la carpa que parecía tener poco tiempo antes de caer debido a la situación tan subida de tono.
-¡Anda vamos! Tal vez después te enseñe a escalar arboles-le sonreí mientras caminaba hacía la ropa sucia y la cargaba torpemente, era mucha y la suciedad la hacía más pesada-Será un trabajo arduo pero si te sirve de algo yo me eh roto muchos huesos pero sigo viva, le encontrarás el gusto cuando termine con esto-hice la cabeza a un lado indicándole que debíamos de salir de ese lugar, las cosas cada vez iban peor-¡Vamos, anda por favor!¡Podrás tocar mientras yo lavo!-le pedí dando brinquitos , me agradaba y no sabía exactamente porque, tal vez porque en muchos aspectos se parecía a mi.
Zavannah Dellepiane- Gitano
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Re: La música de la noche
Zavannah tenía un espíritu aventurero, eso podía sentirlo además de que era muy curiosa. Había conocido pocas chicas así, la mayoría tenían ese aire serio que siempre me impedía hablar de cosas vanales o se las tomaban como grosería. Pero Zavannah había abierto conversación en torno a mi forma de tocar la flauta, cosa que para otras era algo muy normal y su comentario del dinero me hizo sonreír, no como burla sino que me dió ternura.
- Si, tienes razón, deja dinero si tocas bien, sin embargo, la mitad de esas ganancias se las queda la mujer con la que vivo. Es mi manera de pagar todo el tiempo que me ha cuidado desde que mi madre falleció.- comenté frunciendo la boca. Recordar mi pasado no me traía tristeza ni nada por el estilo. Nunca vi a mi madre así que no podía extrañarla.
Zavannah parecía el tipo de chica que buscaba la manera de aligerar las penas con humor o con un comportamiento alegre y a ella no le costaba trabajo hacerlo. Llevar a cabo las labores de mi matrona prácticamente me restaba problemas, lo que no significaba que me gustara de todas maneras parecer su esclava. Agradecí que ofreciera su ayuda con lo de la ropa, incluso me sonrojó.
- Ay... no sé. Siento que estaría aprovechándome de tu buena voluntad.- dije y luego volteé a ver la carpa de la discusión. Ella tenía razón. Si el pleito terminaba mal, lo más seguro era que se siguiera con nosotras por el simple hecho de desgargar el coraje.
De pronto vi a Zavannah ir hacia el cesto de ropa y traté de acercarme para ayudarla pero al parecer ella podía sola. Creo que haría mi esfuerzo por hacerla felíz enseñándome a trepar árboles después de la molestia que se estaba tomando al ayudarme con algo a lo que ella no estaba obligada.
- Bien, vamos a terminar con esto de una buena vez y mañana me tendrás a tu disposición, lo prometo.- dije sinceramente y luego di un vistazo hacia la carpa. La discusión cada vez subía más de tono. - Sí, vamonos antes de que esto acabe peor de lo que ya está.- dije caminando con rapidéz hacia donde ella estaba. Tal vez esta era la oportunidad de encontrar una amiga permanente.
- Si, tienes razón, deja dinero si tocas bien, sin embargo, la mitad de esas ganancias se las queda la mujer con la que vivo. Es mi manera de pagar todo el tiempo que me ha cuidado desde que mi madre falleció.- comenté frunciendo la boca. Recordar mi pasado no me traía tristeza ni nada por el estilo. Nunca vi a mi madre así que no podía extrañarla.
Zavannah parecía el tipo de chica que buscaba la manera de aligerar las penas con humor o con un comportamiento alegre y a ella no le costaba trabajo hacerlo. Llevar a cabo las labores de mi matrona prácticamente me restaba problemas, lo que no significaba que me gustara de todas maneras parecer su esclava. Agradecí que ofreciera su ayuda con lo de la ropa, incluso me sonrojó.
- Ay... no sé. Siento que estaría aprovechándome de tu buena voluntad.- dije y luego volteé a ver la carpa de la discusión. Ella tenía razón. Si el pleito terminaba mal, lo más seguro era que se siguiera con nosotras por el simple hecho de desgargar el coraje.
De pronto vi a Zavannah ir hacia el cesto de ropa y traté de acercarme para ayudarla pero al parecer ella podía sola. Creo que haría mi esfuerzo por hacerla felíz enseñándome a trepar árboles después de la molestia que se estaba tomando al ayudarme con algo a lo que ella no estaba obligada.
- Bien, vamos a terminar con esto de una buena vez y mañana me tendrás a tu disposición, lo prometo.- dije sinceramente y luego di un vistazo hacia la carpa. La discusión cada vez subía más de tono. - Sí, vamonos antes de que esto acabe peor de lo que ya está.- dije caminando con rapidéz hacia donde ella estaba. Tal vez esta era la oportunidad de encontrar una amiga permanente.
Mikalya Tanvir- Gitano
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Fecha de inscripción : 03/05/2011
Re: La música de la noche
Descubrí que mi comentario acerca del dinero había sido algo tonto. Si estaba como esclava con la señora esa lo obvio era que ese dinero, que ganaba con todos su esfuerzo no podía ser de ella. Teníamos más en común de lo que pensaba, yo había quedado al cuidado de mi tía cuando mis padres fallecieron, había sido una vida mala, pero lo que era peor es que podría estar muerta. La vida era bonita y aunque siendo tan chica había sufrido tanto prefería ver la luz del sol y ser feliz, atormentarme y sufrir por cosas que habían pasado simplemente eran malas en todo sentido, no debía de recordar cosas que me hacían mal y que ahora estaban tan lejos de mí que parecía que nunca pasaron-Bueno lo lamento, yo pasé por lo mismo pero ¿Quién sabe? Tal vez algún día no la encuentres caminando-mi comentario había sonado un tanto cruel, ni siquiera lo había pensado pero me había salido desde el fondo proyectando la manera en que yo había encontrado a la mía después de que me vendiera al burdel.
-No te preocupes, lo hago con gusto aparte creo que este lugar dejo de ser seguro-sonreí mientras me alejaba del lugar tambaleando, el camino no era precisamente de los mejores y me costaba avanzar con un trabajo tan grande de ropa-¿Dónde naciste?-tal vez su lugar de origen tendría algo que ver con sus facciones. No podía creer que existiera una gitana rubia, yo seguía pensando que tal vez la arrebataron de una casa de alcurnia, había escuchado historias así es más a mí me tocó ver una vez como los míos se robaron a una chica de otro pueblo. No consideraba a los míos malos, ni indignos ni mucho menos sucios, yo amaba mis raíces pero entendía la de los gadyè de cierta forma, robar no era tan malo cuando tenías necesidad y solo te llevabas comida ¿Pero niños?
Poco a poco los gritos de la carpa se fueron dispersando mientras nos alejábamos. Sabía que lo que hacía no podía ser del todo bueno, hacer un lazo con alguien de mi edad podría ser contraproducente porque el algún momento alguna de las dos tendríamos que seguir un camino lejos de Paris, una se iría antes que la otra ¿Cuánto tiempo vagaríamos? ¡Malditas leyendas! Ahora si las crea ciertas, tal vez y el pueblo gitano si robo los clavos de Cristo y ahora podría ser que una amiga se fuera.
-No te preocupes, lo hago con gusto aparte creo que este lugar dejo de ser seguro-sonreí mientras me alejaba del lugar tambaleando, el camino no era precisamente de los mejores y me costaba avanzar con un trabajo tan grande de ropa-¿Dónde naciste?-tal vez su lugar de origen tendría algo que ver con sus facciones. No podía creer que existiera una gitana rubia, yo seguía pensando que tal vez la arrebataron de una casa de alcurnia, había escuchado historias así es más a mí me tocó ver una vez como los míos se robaron a una chica de otro pueblo. No consideraba a los míos malos, ni indignos ni mucho menos sucios, yo amaba mis raíces pero entendía la de los gadyè de cierta forma, robar no era tan malo cuando tenías necesidad y solo te llevabas comida ¿Pero niños?
Poco a poco los gritos de la carpa se fueron dispersando mientras nos alejábamos. Sabía que lo que hacía no podía ser del todo bueno, hacer un lazo con alguien de mi edad podría ser contraproducente porque el algún momento alguna de las dos tendríamos que seguir un camino lejos de Paris, una se iría antes que la otra ¿Cuánto tiempo vagaríamos? ¡Malditas leyendas! Ahora si las crea ciertas, tal vez y el pueblo gitano si robo los clavos de Cristo y ahora podría ser que una amiga se fuera.
Zavannah Dellepiane- Gitano
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