Una noche con musica...

La música sonaba por todo el lugar y Souhard paseaba la vista por todos lados de manera discreta, aquel era un concierto al aire libre, cualquiera odia asistir y Antiette en el escenario tocaba el Chelo con la maestría y gracia que conllevan los años de practica y el placer por el instrumento.

A diferencia de el Antiette tocaba varios instrumentos, el tocaba uno que otro pero sus talentos residían en otras areas. Lo cual era una ventaja, que ambos supiesen hacer las mismas cosas no les ayudaría en nada. Desde hacia varios días no tenían demasiadas pistas sobre el paradero del asesino de su madre, asi que habían organizado aquel concierto para atraer gente. Las ventajas que el titulo de su hermana les concedían abarcaban aquel tipo de cosas.

Miro el reloj en la torre de la iglesia, a esa hora las cosas en el burdel compensaban a ponerse divertidas, sonrió al pensarlo, lastima ellos no estarían ahí esa noche para disfrutar de los placeres de la vida. Estaba pensando cuando vio de reojo el pasar de algo que le llamo la atención... Sus ojos buscaron entre la gente la figura que le había parecido ver pero no vislumbraban gran cosa... sonrió. No importaba... al menos sabían que el concierto atraía mas que humanos. Lo que había visto tenia la piel blanca, demasiado blanca y pálida, perfecta... no había humano con una belleza tal... tan embrujante tan engañosa...

Se movió entre los arboles... habían adquirido talento para reconocer a los seres sobrenaturales con el tiempo, por supuesto no era como si pudiesen ver a alguien y reconocerlo al instante, en mas de una ocasión habían cometido errores... la escena de un hombre con el hombro destrozado...muriendo y pidiendo que le mataran. Un sabor amargo invadió su boca ante el recuerdo. Los errores que habían cometido les habían costado caro, pero eran de los que aprendían de ellos.

Levanto la vista al escenario y noto que su hermana lo observaba aun entre toda la gente, parecía preocupada, seguramente había visto su rostro mientras recordaba a su padre así que simplemente le hizo una seña indicándole que nada pasaba. Tal vez era por que eran mellizos, pero podían encontrarse aun entre un centenar de personas.

Su hermana le sonrió y el volvió la vista a la gente, efectivamente ahí había mas que solo humanos, cada cierto tiempo su hermana tocaba una de las cuerdas de su chelo de forma diferente y la frecuencia causaba una pequeña molestia a todos aquellos con sentidos sobre humanos... y ahí...había mas de uno de por momentos masajeaban sus oídos... la molestia no era tal como para provocar que se fueran, la mayoría ni siquiera lo notaba reaccionaban acariciando sus orejas por mero instinto.

Por supuesto no podía ir y simplemente atacar al que tuviese en frente, siempre cabía la posibilidad de una coincidencia. Ademas, no le interesaba cazar a todos los sobrenaturales del mundo, simplemente necesitaba a uno.

Y sus pies descalzos se dejaban caer livianamente por el suelo sucio, mientras un armónico sonido le hacia ir hacia el lugar proveniente, se acercó lentamente, tratando de no molestar a nadie se poso al lado de un hombre y sus orbes buscaron a los interpretes de aquella melodía, un muchacho de cabellos dorados tomaba un cello, una sonrisa se curvo desde la comisura de sus labios, uno bastante hermosa a pesar de su piel tan pálida y sombría, aunque sus ojos tuvieran unas horribles ojeras, sin embargo un irritante sonido la hizo parpadear y fruncir un tanto el ceño, agito un poco su rostro de lado a lado, apretando la manilla de la caja de su violín.

Retrocedió unos pasos algo molesta, mejor dicho ofuscada por la perdida de la tonalidad, gruñendo por lo bajo. Se paseo por entre la multitud, el público chismoso hablaba entre si, mientras otros simplemente callaban por la música, mientras que a ella le molestaba a tal punto de enfadarse, pero ¿por qué nadie más lo notaba?, freno en seco y volvió la mirada hacia el muchacho algo sorprendida, éste le había mirado, unos segundos… pero lo había hecho, trago saliva y volvió a retroceder para irse rápidamente del lugar.

Su mente pensaba en que algo iba mal, más no supo que era en verdad, su mente vagaba en situaciones pasadas, buscando una respuesta a su inquietud y de pronto… un choque sorpresivo la hizo girarse un tanto, - mis disculpas – dijo, sin mirar a quien había golpeado, solo creando una leve reverencia, mientras tanto el viento sonaba… trayendo consigo efluvios, miles de ellos… incluso los de seres que se transformaban cuando la Luna llena se asomaba, levanto la mirada frunciendo el ceño y gruñendo por lo bajo, arrugando su nariz.

Dos macizos hombres le miraban con asco – te huelo, maldito engendro del demonio, - dijo uno por lo bajo, así mismo ella comenzó a retroceder tomando con fuerza su violín, - Vosotros, no se acerquéis a mi, - inquirió con notoria irritación y su mente escucho de pronto la voz de Stefan, volviendo al pasado ese mismo que la había sumergido en su actual presente. “Corre, no pares de hacerlo… aunque yo no vaya a tú lado físicamente, siempre lo estaré”.

Uno de ellos, le tomó el brazo derecho con fuerza, los ojos de la vampira se salieron de sorpresa inevitablemente asustada, luego de ver la forma de estos, de la forma en que mataban… lo despiadados que podían ser, así mismo el rostro del amor de su vida perdiendo toda alma que pudo existir, todo pequeño resto de ella. – No me toquéis! – exclamó, - No me toquéis!!! Repugnantes hijos de la luna!, - volvió a exclamar con furia, forcejeando con ellos, muchos volteaban a mirar, pero ninguno para ayudarle, - cállate!! – dijo, otro tomándola desde el cabello arqueándola hacia atrás, esta miro el cielo… uno tan oscuro, la respiración se le agitaba, y los hombres la arrastraban con ella… a quien sabe donde, solo sabía que tendría que luchar… correr o quedarse y morir.

Pero sabía que no podía hacerlo allí, tantos humanos presentes, otros tanto no… sin embargo no podía hacer nada. Su mente busco una en especial, uno de los licántropos tenía la mente más débil, se metió en ella y comenzó a usurpar las conexiones eléctricas de su cabeza, causando dolor… éste gritó, mientras su compañero le miraba perplejo, tirando lejos a Giara, mientras la muchacha caía al piso volteó a verles a ambos, - ¿Qué haces, zorra? – sin embargo, ella no espero a dar explicación, se levanto y corrió, cuanto pudo, cómo pudo y adonde pudo… a su cueva. No obstante ellos le seguían el paso, mientras que ella no podía correr como se le había dado su naturaleza, si no que actuando como si de una humana se tratase.

En un intento de supervivencia trato de buscar el bosque, su querido refugió. De pronto un cuerpo cayó encima de ella, el aroma de su perdición, ellos eran… lo peor que se habían cruzado hasta el momento en su vida, gruño como un animal, gutural, desde el fondo de su estomago y estos hicieron igual – dejadme ir!, dejadme en paz! – gritó, estaba débil, aun no comía y pronto tendría que hacerlo.

Un grito llamo su atención y vio cuando un grupo de hombres jalaban a una jovencita de entre la multitud… la chiquilla era la que había visto antes… piel extremadamente blanca, bella y de cabello de un negro solo comparable con la noche misma. Era un desperdicio que fuese maltratada de aquella forma por aquellos sujetos, si…un verdadero desperdicio pero no era de su incumbencia. El ser que había matado a su madre trabajaba solo, por lo que no era ninguno de aquellos sujetos. La jovencita tendría que apañárselas sola como lo hacían tantos otros…

Su vista regreso a la muchedumbre, al parecer no era el único que pensaba que solo debía ocuparse de sus asuntos. Sonrió pensando en lo despreocupado y podrido que podía estar el mundo cuando la voz de la jovencita penetro sus oídos, llegando a lo mas profundo de su mente de su alma y de lo que quedaba de su corazón con una simple frase.


Se quedo paralizado y los recuerdos revolotearon en su mente como demonios que le atormentaban, la noche el descuido, el y su hermana rodeados y prácticamente sin armas. Se las habían podido apañar con dos pero se habían quedado sin municiones, cuerpo a cuerpo con la luna llena a dos noches. Aquellos licanos habían jugado con ellos, los habían atacado y cansado poco a poco simplemente disfrutando de verles sin armas, y con una desventaja física notable. Habían creído que morirían, recordaba haber estado espalda contra espalda con su melliza y haber sonreído mientras tomaba su mano “juntos hasta el final eh?” había dicho él “siempre” había contestado simplemente ella. En sus esperanzas más descabelladas habían esperado que su padre apareciera de la nada, que también lo hicieran dos licanos más a los que habían dejado atrás y por fin habían logrado darles alcance. Tampoco imagino que la ultima imagen de su padre como lo conocía había sido la de un hombre loco y desesperado por proteger a sus hijos… Quien lo diría, el hombres estaba loco por ellos después de todo…

Esa noche habían perdido a su padre… por culpa de unos malditos hijos de la luna… Despacio, sus pies giraron sobre si. Camino siguiendo el rastro que aquellos hombres habían dejado al arrastrar a la joven. Vio como ella salía corriendo. Verdaderamente parecía una chica normal.

-Jugando con niñas, que tal si lo intentan conmigo? Les aseguro que será mucho mas divertido.

Lanzo una véngala al aire y su hermana sonrió en el escenario, pronto las notas que tocaba solo afectaban a oídos caninos y la música había aumentado su ritmo, los hombres frente a Sou se quejaron por el sonido y este sonrió disfrutando de la música de su hermana, uno dos… un golpe…uno dos… un miembro cortado…tres cuatro, con los que siguen. Cinco seis, el camino esta despejado, solo falta el que fue tras la chica.

Lleno de una especie de frenesí y motivado por el chelo de su hermana corrió tras el licano que había seguido a la chica. Sentía como las notas resonaban por todo su cuerpo y cuando encontró a la joven, el licano estaba sobre ella, sin pensarlo los alcanzo de un salto y una daga de plata atravesó la espalda de aquella bestia. Con una sonrisa de enorme satisfacción lo jalo lejos de la joven y aun con la adrenalina corriéndole por el cuerpo le corto la cabeza salpicándose de sangre. Ellos eran siempre tranquilos, siempre fríos y calculadores. Pero cuando se trataba de licanos, no podían evitar que su sangre hirviese, que recorriera su todo su cuerpo como un veneno mortal. Haciéndoles simplemente desear atravesar sus carnes.

Viendo el cadáver frente a su se fue tranquilizando poco a poco…la música aun resonaba pero con mucho menor intensidad, también debido a que se había alejado una distancia considerable de la multitud- estas bien?- pregunto por mera inercia a la joven. Girándose por primera vez hacia ella… si…era justo como lo había notado, blanca, hermosa y aparentemente indefensa… aunque las apariencias eran increíblemente engañosas. Había aprendido a no confiar en ellas, la había ayudado, si. Pero eso no decía que confiase en ella.