Noche de Gala... noche de encuentros... ¿reencuentros? -Privado

por **Nella Lombardo** Miér Abr 20, 2016 6:52 pm

Había llegado a Paris hacia un año, y aún recordaba el día que paseando por una de las calles principales del centro de la ciudad, se había detenido frente a un elegante edificio, de tres plantas, la primera, dedicada a lo que parecía había sido una exclusiva casa de perfumes, pues los señoriales ventanales que permitían la entrada del sol, estaban bellamente biselados, dando una intimidad a lo que adentro ocurriera. Las capotas que cubrían dichos ventanales, de un color semejante a la sangre, mostraban que se habían esforzado en buscar la elegancia en cada detalle.

No le fue difícil, encontrar la información necesaria para dar con los albaceas de los antiguos propietarios, quienes según lo que pudo descubrir, era una varonesa italiana que muriera en circunstancias extrañas. Jamás habían encontrado su cuerpo, lo que llevó a que no supieran a ciencia cierta si ésta había huido por alguna razón o fuera víctima de algún delincuente.
La noche de la inauguración de su tienda de perfumes, sería en unos días. Todo estaba listo, el local era nuevamente una pequeña joya, solo la fábrica no estaba aún en condiciones, pero tras un viaje delicado, las cajas con perfumes traídos desde Roma, descansaban en cada uno de los estantes expositores de la tienda. Ya tendría luego tiempo de poner en marcha la fábrica, por ahora, debía descansar. La tercera planta del edificio, había sido remodelada para ser su hogar, había quedado extasiada al ver el hermoso y exótico jardín acristalado que aún mantenía buena parte de sus raros ejemplares. Fue verlos y saber que debía vivir allí, para cuidarlos e inspirarse en ellos para su nueva colección de perfumes.

Luego de que su doncella terminara de ayudarla a prepararse para salir, se contempló en el espejo, sonrió complacida, no parecía una niña, muy por el contrario, daba la sensación de ser una femme fatal, el vestido de terciopelo color rojo oscuro, con un escote provocador, atraería las miradas, tanto como el collar de diamantes y rubíes, que hacía juego con los aretes, la piel tan blanca como el marfil, acrecentaba la sensación de ser un sueño. Los cabellos oscuros, recogidos en un indolente peinado que dejaba bucles acariciando su largo cuello. Sus ojos observaron su reflejo y tras asentir, dejó que le colocara la capa del mismo tono del vestido. – Margueritte, puede tomarse el resto de la noche libre – dijo sin quitar su mirada en su vestimenta. La doncella asintió rápidamente mientras le entregaba el pequeño monedero que Chiarina eligiera para tal ocasión.

En pocos minutos se encontraba en la puerta de su edificio, donde el cochero le esperaba, - Buenas noches Madmoiselle – fueron las escuetas palabras de quien la acompañaría en aquella excursión, por lo menos hasta la entrada del palacio Royal. Por toda respuesta hizo un leve gesto con su cabeza y luego indicó el destino. Unos cuantos minutos llevó realizar el recorrido desde su residencia al Palacio. ¿Qué podía ser un escándalo que aquella extranjera se presentara sola a una velada como esa? Por supuesto que sí, era lo que deseaba, ¿cuántas mujeres no pedirían a sus maridos y amantes, conseguir el exótico perfume que su cuerpo despedía? Muchas, y ella lo sabía. No existe mejor publicidad que el dejar una profunda impresión en quien la rodeaba, en ésta caso, el público que asistiría a la gala del Palacio.

Vestido:

por **Aleksei S. Alexándrovich** Dom Mayo 29, 2016 3:32 pm

Mire sentado desde mi cómodo asiento detrás del escritorio en mi oficina con la boca torcida y el ceño fruncido a mi “aun” amigo que se encuentra sentado frente a mí con la sonrisa de idiota iluminando su rostro –No, pero se te agradece con indulgencia el que te hayas tomado la molestia de precisamente pensar en mi… a sabiendas que no me gustan ese tipo de eventos, se te agradece pero no –mi natal acento ruso hizo sonar mi ingles mas tajante de lo que deseaba, dejando bastante clara mi sutil y grata respuesta a su invitación a la gala en el palacio. Después de tantos años de amistad, aun no lograba descubrir como seguíamos siendo amigos después de tantos años y ser completamente distintos el uno del otro. Ronan, marqués de Tremaine, íntimo amigo inigualable, el único que me daba batalla en beber, un hombre con la sangre tan azul como el mar tenía la peculiar manía de sacar de quicio a este pobre doctor que aun le costaba un poco de trabajo el hablar francés fluidamente.

No… ¡No!... nop… ya te dije que no… ¡NO!...Deja de joder, ya dije que no

Fueron algunas, las mas decentes, negativas a su insistente invitación a la gala que repartí a través de la tarde sin éxito alguno pues pasadas las siete de la tarde menos 15 minutos, termine estallando al soltar un –¡Maldita sea Ronan ¡ ¡Iré pero déjame terminar mi turno al menos! –los presentes se nos quedaban mirando. Suspire agotado –Terminare mis rondas e ire a tu casa para que me prestes algo acorde, ¿De acuerdo? Ahora lárgate antes de que me revalore mis acciones de hace un instante y de marcha atrás –Un Ronan feliz se alejaba a mi con su reluciente y estúpida sonrisa en el rostro.

Lo aceptaba ¡Si! era un amargado, un amargado muy feliz sin vida social que vivía a las afueras de París y se la pasaba metido de lleno en su trabajo desde que había llegado a Francia. Era feliz a mi manera, amargado para el mundo, algo con lo que no me pesaba vivir.

La velada llevaba poco mas de una hora. Ahora entendí porque la insistencia de traerme, Ronan hacia acto de presencia junto a su prima, una dulce joven de cabellos rojizos, aire angelical y la prófuga de la familia, si no mal recordaba, la querida Lizzy continuaba sacándolo de quicio, haciendo que mi querido amigo arrastrara el trasero detrás de ella mientras yo me aburría cual ostra mirando a las jóvenes debutantes a la sociedad que entraban por la puerta principal.

La que acababa de entrar era mas que linda, enfundada en un vestido de terciopelo rojo oscuro con uno de los escotes mas provocadores de la noche junto a su exquisito pero caro collar de diamantes y rubíes dejando al descubierto su cuello por el elegante peinado… enseguida atrayendo la mirada de más de uno a la joven exótica, y no solo por su simple presencia, el cuchicheo de llegar sola era la cereza del pastel. No era algo que me incomodara, creía y alentaba la independencia de las mujeres, una de las razones por las cuales evitaba codearme con la clase alta, siempre tan fijada y chismosa.

Alce la mano tomando otra copa de champagne. La tercera de la noche y aun faltaba mucho para que el encanto de Cenicienta me dejara ser libre.

por **Nella Lombardo** Sáb Jun 04, 2016 7:34 pm

Con paso lento, contoneando seductora sus caderas, observó a los presentes. Sonrió con discreción a los que la saludaron y miró con una cierta altivez, a quienes intentaban menospreciarla. Chiarina, sabía como moverse entre los asistentes a palacio, pues toda su familia era parte de esa vida de riqueza, apariencia e hipocresía.

Saludó a unos conocidos de sus padres y charló algunos momentos con ellos, pero no era su intención quedarse toda la velada con aquellos ancianos, por mas condes que fueran, deseaba divertirse un poco y porque no, conocer a algún hombre interesante. Su mirada fue resbalando en todos los posibles candidatos, pero ninguno llamaba su atención, o eran demasiado grandes de edad, o estaban casados, si eran de su edad, la mayoría iban acompañados de sus respectivas novias, o peor aún de sus madres, que buscaban en toda señorita una posible candidata para un suculento compromiso. Chiarina, no deseaba comprometerse, su idea de la vida era diferente a las de aquellas señoritas que soñaban con llegar a su primer baile, encandilar a un joven de buena familia y en poco mas de un año, concretar un porvenir, en el que no debían faltar los pequeñines y allí se terminaba el plan para la vida de toda mujer que se preciara.

Suspiró desilusionada, pues los caballeros que se acercaron, eran o puros bandidos de cuatro suelas, o pequeñines que acababan de dejar las faldas de sus madres. Solo por cortesía y por no quedar como un florero, se decidió aceptar una o dos piezas de baile. Como era de esperar, sus movimientos eran seductores, pero sin llegar a ser de mal gusto. Se desenvolvió con soltura por la pista de baile, y mientras giraba en los brazos de algún elegante caballero, su mirada proseguía buscando aquel rostro que le pareciera interesante como para quedarse un poco mas en esa velada.

Fue allí cuando lo descubrió, solo, con una mueca en el rostro, se notaba que no se encontraba muy a gusto en ese lugar. Sonrió divertida, lo que su compañero de baile pensó que se trataba de la broma estúpida que había terminado de hacer y que según sus neuronas, creía que a la joven la había divertido. Chiarina, volvió su atención a la risa masculina, como si recién se diera cuenta que aún su tortura no había concluido. Agradeció el hecho que la música cesara y le diera la excusa justa para dejar la pista de baile y a su desilusionado compañero, que pensó que había logrado conquistar a la extranjera.

Sus paso se dirigieron sin prisa, pero sin disimulos hacia donde se encontraba el hombre que con un porte altivo y aire indiferente, contemplaba a los demás asistentes como si fueran ratas de laboratorio. Se acercó hasta su lado, mas decidió quedarse en silencio, mientras apoyaba su espalda en la pared empapelada de un delicado damasquino, giró su rostro a donde él se encontraba y le miró, - ¿de verdad que parecen animales de laboratorio? - sonrió ante el gesto del caballero, al ser sorprendido.

por **Aleksei S. Alexándrovich** Miér Ago 24, 2016 9:50 pm

En definitive no acostumbraba a ser muy sociable, eso era mas que claro, las pequeñas jóvenes casaderas solian buscarme creyendo que podían adquirir un bien al llamar mi atención, un traje prestado y una actitud seria hacían creer que era el heredero de una cuantiosa fortuna y por ello mismo un bien a adquirir. Suspire. Una de las cosa que mas odiaba en eso de mezclarme con la alta alcurnia era no sentirme en mi ambiente, hecho que compartía totalmente con Ronan y puede que fuera uno de los principales puntos que tomara como excusa para no separarse de su hermosa y virginal acompañante, la joven Elizabeth of York.

Un torbellino de tul y seda rojo llamaron de inmediato mi atención al posarse cerca de mi, cualquiera seria un estúpido al no admirar y des hacerse en alagaros de la joven que si no mal recordaba había osado llegar sola al baile. Yo no era un estúpido, era un amargado que hacía años me había obligado a deshacerme de todos los benditos placeres que el señor nos había obsequiado, el señor dios o en dado caso el diablo. No sabia a quien maldecir y a quien adorar, una curiosa situación en un hombre de ciencia.

Clara y directa, sorprendido me había tomado en perspectiva, pero agradablemente fui salvado de la incómoda situación de estar admirándola y ser pescado en infraganti –Buenas noches madame – devolví la sonrisa, no tan elegante y grata a la que ella me había obsequiado –Usted dígame. Porque admito que hay especímenes que atraen mi atención – señale a Ronan que bailaba con su prima y parecían estar sumidos en una profunda discusión –Ellos por ejemplo, hacen una linda pareja pero se niegan a aceptar sus sentimientos el uno por el otro ¿Usted qué opina? – bebí de mi copa señale a un hombre al fondo del salón –El por otra parte parece desear arrasar con cuanta bebido este en la fiesta – me acerque ella y haciendo galantería de mi atrevimiento tome su mano y deposite un pequeño y sutil beso, casi imperceptible en el dorso, aleje un paso –Por otra parte. Usted estado un misterio, un grato y peculiar misterio, hermosa sin dudar – termine mi copa y la ofrecí a uno de los camareros. Tomando otra. Pose mi mano a la altura del pecho e inclinándome ligeramente me presente –Aleksei S. Alexándrovich, es un placer señorita– había usado el italiano sin querer un las últimas dos fases. –¿Le molesta si hablo en italiano o prefiere algún otra lengua? Mi francés deja mucho que desear– detestaba el francés, y ello me había llevado varias incomodidades a lo largo de mi estadía en dicho país.

En definitiva la joven había despertado curiosidad en mi, una joven, claramente extranjera, sin chaperón, ni familia acompañándole, llegando sola a un baile en el que todos dirán, sin pedir opinión y pareciendo que no le importada o era estrategia, no he tal vez en el siguiente baile me permita conocer más de ella.

por **Nella Lombardo** Lun Sep 12, 2016 9:59 am

Ante las palabras del caballero, Chiarina fue contemplando cada una de las personas que iba nombrando, la pareja de jóvenes que bailaba, y que desde lejos se podía apreciar que existía una tensión sexual que tarde o temprano traería momentos especiales, y porque no la felicidad, pero eso, dependería de ellos. El hombre que tomaba una copa tras otra, como si en eso le fuera la vida, aunque en realidad intentara olvidar algún pesar que simplemente lo llevaba a un abismo cada vez peor. No pudo dejar de sentir un poco de pena por aquel desdichado. Inspiró, tratando de borrar cualquier tristeza o pensamiento pesaroso que la invadía. El caballero siguió hablándole, llevó su mirada a sus ojos y pudo distinguir en ellos un misterio que deseaba descubrir, algo en ese hombre la atraía, como la abeja a las flores. No pudo ocultar la sonrisa de satisfacción al escucharlo hablar en italiano, no era que le molestara el francés, pero en verdad, adoraba su lengua materna, y encontrar a una persona, en medio de una gala como aquella, que hablara con fluidez el italiano, la hizo alegrarse sinceramente. Iba a comentarle que no le molestaba en absoluto que hablara en italiano, cuando uno de los camareros se acercó a ellos para que cambiaran sus copas vacías por nuevas. Chiarina, al ver que su compañero cambiaba de copa, sirviéndose una nueva, tomó una, para acompañarlo.

Mantenía la copa en su mano, cuando le vio acercarse a ella, y buscar su mano, a lo que cambió la posición de la copa, para extender delicadamente su mano y recibir el beso en ella, sonrió algo sorprendida, no había esperado que el caballero hiciera una cosa así, mas inclinó levemente su cabeza, como aceptando tal manifestación de caballerosidad. Cunado éste se presentó ella no dudó en hacer lo mismo, - Un placer señor Alexándrovich - dijo mientras no dejaba de mirarle a los ojos, y hablarle en italiano - mi nombre es Chiarina Adessi, permitame decirle que por mi, puede hablar en la lengua que se sienta mas cómodo, el francés no es uno de mis idiomas favoritos, debo confesar que tengo un gran apego por mi lengua natal el italiano, así pues que mejor podría ser para mi - No puedo ocultar una leve risa, al ver como una mujer chismosa se quedaba con la boca abierta al escucharla hablar en otro idioma, un verdadero error de protocolo al estar en el Palacio Royal, y en una típica noche francesa.

Volvió a buscar la mirada cómplice de Alexsei, antes de dirigirla a la pareja que aún bailaba, - Sabe, aquella pareja me hacer recordar a un perfume que alguna vez pude sentir, era muy especial, se decía que había sido creado para la reina Maria Antonieta. Siento que ellos son como las notas de ese misterioso perfume, diría que se poseen la fuerza, la presencia y firmezas de ligeras notas de gálbano, bergamota y cardamomo, porque se los percibe de caracter fuerte, lo digo por su postura, sus miradas... ¿creen que logren concordar? harían una buena pareja - dijo mientras una suave sonrisa se dibujaba en su rostro.

Mas aquella sonrisa se esfumó al posar su mirada en el caballero que no dejaba de tomar,- ese hombre solo me causa tristeza, ¿acaso su pena es tan grande, que no logra aplacarla ni ocultarla con nada? -, bajó la mirada al piso, aquel ser perdido en sus problemas le hizo recordar a su padre, quien tras la muerte de su hermano mayor, se dejó arrastrar por la pena y el alcohol, hasta morir. Sus pestañas se humedecieron, pero inspiró profundo, no permitiría que el dolor, ni la tristeza, la asaltaran como ladrones de caminos, jamás volvería a sufrir por el pasado. - en cambio usted... posee notas de incienso, sándalo, vainilla y canela - se le quedó mirando - en verdad que es todo un misterio - dijo sonriendo enigmática.

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